DERECHO IN-ALIEN-ABLE DEL FRIKI 2

Derecho a quedarse en casa

El hábitat del friki está delimitado a los cuatro muros que bordean su casa. Si bien también utiliza en ocasiones la de sus amigos más cercanos, su hogar tiene que ser suficientemente cómodo, extenso en estanterías y con una comunicación fácil entre las distintas habitaciones, ya que para el friki tiene que ser sencillo el poder ir de la cocina al dormitorio, y de éste al baño sin tener que hacer mucho esfuerzo.

Hay que tener en cuenta la complejidad propia del friki. No es lo mismo la casa de un friki adolescente (y mutante) que la del friki entrado en años viviendo independientemente y/o con familia propia. Y tampoco es lo mismo la casa en la que vive un friki que la casa en la que le gustaría vivir a un friki. Pocos frikis consiguen esto último, ya que tienen presiones exteriores para vivir en una casa corriente. Éste fue el caso de un friki norteamericano, para ser exactos un trekkie (para los que no lo sepan, primero, un trekkie es un fan de Star Trek; y segundo: ¿seguro que no te has confundido de libro?), que consiguió comprarse una casa y se dedicó en los años posteriores a convertir el salón en una copia exacta del puente de mando de la Enterprise (que para los de antes, es la nave principal que aparece en la serie). Pues bien, cuando consiguió acabarlo, se vio en la situación de vender su casa, ya que las deudas por la hipoteca y por la obra del salón, le hacían la vida imposible. ¡Cuántos sueños rotos por el vil metal! (Aquí entraría la música de violines.)

Pues sin más dilación vamos a conocer, habitación por habitación, cómo podría ser la casa de ese friki que todos llevamos dentro como un alien. Así que ya sabes: límpiese los pies antes de entrar.

EL DORMITORIO

Ésta es la habitación que más cambia en la vida del friki a lo largo de su vida. Por supuesto, no es lo mismo una habitación de un friki adolescente que la de un friki adulto.

Cuando estamos en épocas de instituto y/o universidad (sí, la adolescencia últimamente puede durar mucho), el friki medio suele vivir en casa de sus padres, por lo que necesita un lugar donde asentar su condición y su trasero. Entonces su habitación se convierte un una mezcla de biblioteca-sala de informática-comedor-dormitorio. De esta amalgama surge una habitación repleta de objetos y donde cada milímetro de espacio es tan preciado como los galeones malditos de Piratas del Caribe.

Las paredes tienen que estar llenas de estanterías o librerías donde puedan colocar todas sus colecciones de libros, cómics y figuritas de coleccionista. Eso le da a las paredes un colorido especial gracias a los cantos, que forman una especie de cuadro «surrealista» que podría exponerse perfectamente en el Guggenheim de Bilbao, por ejemplo.

Pero, ojo, siempre tiene que quedar sitio para poner en la pared ese póster de Matrix, esa litografía de El Señor de los Anillos o esos artículos de prensa recortados a mano de cuando anunciaban que George Lucas iba a hacer una segunda trilogía de Star Wars. Es muy importante.

Es fácil encontrar en esa habitación montañas de revistas especializadas de videojuegos en lugares estratégicos del suelo, para que cuando estés jugando a un videojuego, siempre tengas a mano la revista donde te dan los trucos para acabarlo. Hay quien diría que esto hace que el dormitorio parezca una pocilga, pero repito que lo que se busca es comodidad.

Y lo anterior nos lleva a la parte más importante de la habitación, y no es la cama (que también): la mesa del ordenador. En ella el friki pasará sus horas muertas opinando en foros, escribiendo su blog, actualizando su web dedicada a las cartas Magic o simplemente jugando a un videojuego o haciendo búsquedas en el eMule (todo archivos legales, por supuesto).

Conforme se va haciendo mayor, el friki va acumulando más material, con lo que el espacio vital va menguando. A él no le importa (porque no puede estar sin esas cosas, viejas o nuevas), pero esto hace que siempre se repita una frase en su cabeza en el momento de irse a la cama: «Mañana recojo la habitación, que empieza a estar desordenada». Ese mañana, como todos pensáis, nunca llega.

Y llega el momento de la emancipación, y si se va de casa él sólo, la cosa seguirá más o menos igual, salvo que la casa entera se podría llamar dormitorio. Pero la cosa cambia si se va a vivir en pareja. En el dormitorio, el mueble principal será la cama y como mucho tendrá alguna lámina colgada en la pared o figura de las de antes encima de la cómoda.

Esto puede hacer que parezca un suplicio para el friki, pero os olvidáis de una cosa: el resto de la casa también es suyo.

EL SALÓN / COMEDOR

En un principio el salón es sagrado: es una habitación donde los padres reciben a las visitas y el lugar donde se come y se ve la televisión. Y punto. Pues si pensáis eso, estáis muy equivocados, porque aquí tiene lugar la llamada «Invasión Silenciosa» («Silent Invasión», en inglés, que suena mejor).

Esta invasión va poco a poco. En un principio llegas a casa con una pequeña figurita de goma de Lobezno que aparece de repente sobre una balda, entre una escultura de Lladró y un jarrón de flores. Después comienzas a llevar los libros más «aparentes» (con el lomo en tonos neutros y de pasta dura) a la librería que hay frente al sofá (por supuesto, estos libros son trasladados después de pasar por un duro castin que ni el Risto Mejide). Y poco a poco se van llevando diferentes cosas: en un cajón metes todas las fichas de personajes de tus juegos de rol, junto a la enciclopedia pones tu colección de fascículos de Superhéroes Marvel. Y si un día llega tu madre a quejarse y decirte que lo lleves a tu habitación, siempre puedes poner carita de Gato con Botas y te la llevas de calle con un simple «es que mi habitación es muy pequeña y si lo vuelvo a llevar, estará AÚN (con énfasis) más desordenada. Con decir que en mi caso llegué a poner una réplica de sable láser sobre el aparador, no te digo más.

Y ni que decir tiene que el hijo friki es muy respetado por sus padres por una razón: es el que ha sabido siempre programar el vídeo, sintonizar los canales, enchufar la TDT… y como ya tienen a alguien que les hace esas cosas, no hacen esfuerzo por aprender. Y a pesar de que esto pudiera parecer un fastidio, el friki da la vuelta a la tortilla, ya que es al que preguntan sobre las compras de tecnología en casa. Y así se van haciendo hueco en el salón el Canal Satélite, la TDT, la Playstation, el disco Multimedia y todo aparato nuevo que salga, ya que van a confiar en su criterio… Hasta conseguir la pantalla plana de 52 pulgadas que todos quieren. Que con el tiempo se consigue.

Y volvemos otra vez con el friki independizado, que, en cuanto vaya a su casa propia, podrá no tener horno, podrá no tener sofá, pero siempre tendrá en el salón cualquier electrodoméstico tecnológico y las paredes llenas de estanterías repletas de DVD, bien sean ediciones de coleccionable o de coleccionista, muchos de los cuales tendrán aún el precinto puesto porque todavía no se ha tenido tiempo de ver. Ah, y delante de estos DVD, si queda espacio, su colección de figuritas de plomo que venían con el coleccionable de Superhéroes Marvel de antes.

Y al igual que en palacete decimonónico lo principal era tener una biblioteca con libros de suelo al techo, el pisito de un friki aspira a tener la mayor biblioteca de cómics en su salón, puestos también de suelo a techo.

LA COCINA

Puede parecer que la cocina es el feudo de la alimentación y el electrodoméstico de gama blanca, así que ¿podrá un friki conquistar los muros de la encimera y asaltar el horno? Pues la respuesta es, como a estas alturas ya debéis saber: .

Si alguien entra sigilosamente (si no ha sido invitado) en la cocina de un friki, a lo primero que debe mirar es a la nevera. En sus puertas siempre habrá un mínimo de tres imanes, de manera que, quitando el de Telepizza (cuyo número todo friki debe conocer), los dos restantes serán de temática friki. Los más conocidos serán cabezas de droides (robots) de La guerra de las galaxias o de cascos de ejércitos de El Señor de los Anillos.

Si se mira dentro de los muebles, encontraremos un montón de tazas y tazones de la misma temática: con la forma de Darth Vader, con la imagen de Légolas subido a lomos del Troll de las Cavernas, con la silueta de Elvis Presley o con el logotipo de Friends. Si están en casa NUNCA desayunarán en otra taza que no sea suya (tendrán siempre un mínimo de dos) y les molestará que otro las utilice, así que ¡mucho ojo!

Y en algún cajón aparecerá un guante de cocina con la forma de la rana Gustavo (aunque si es un guante normal, siempre habrá algún momento en que lo utilicen como marioneta) o un delantal cachondo con el que cocinarán las pocas veces que cocinen

EL BAÑO (AL FONDO A LA DERECHA)

El baño es el sitio donde menos cosas frikis se tendrán ya que es la habitación más peligrosa porque siempre suele aparecer agua en el lugar más insospechado. Y todo el mundo sabe que el agua estropea el 90% de las posesiones de un friki: los cómics, los libros, el ordenador, los cromos…

Pero el baño sirve para lo que sirve. Y en esos momentos de soledad, que pueden ser largos, el friki encuentra el mejor momento para leer, bien sean las revistas recién compradas (donde por fin leeremos ese artículo tan extenso sobre Indiana Jones), el último libro de «Canción de Hielo y Fuego» (porque el baño es el 2.º lugar donde más libros se leen, después del transporte público) o, y los puristas me perdonen, cómics (hago esa aclaración porque los cómics, según los puristas, deben estar SIEMPRE en un ambiente seco).

También figura como el lugar donde más poses frikis se hacen, ya que el espejo suele ser grande y mola verse haciendo la postura del Kame-Hame (u Onda Vital), poniendo caras para parecerte a un orco, o el preferido por los fans: hacer de maestro Jedi al salir de la ducha cuando te has puesto el albornoz (con capucha, claro). Y esto no cambia cuando te independizas.

EL PASILLO

Ese lugar de paso, en el que nadie se entretiene, es el lugar perfecto para que el friki enmarque sus pósters y los cuelgue en la pared. Y, sí, he dicho enmarque, ya que en el pasillo parecerá más una sala de arte (siempre que el pasillo sea un poco largo) que una casa particular.

Entonces, cuanto más largo sea el pasillo más cosas se podrán poner: además de los pósters enmarcados podrá poner vitrinas donde exponer su colección de figuras, eso sí, siempre con puerta de cristal para que le entre la menor cantidad de polvo posible (y haya menos que limpiar).

OTRAS DEPENDENCIAS

Los más observadores se habrán dado cuenta de que cuando hablaba del dormitorio he mencionado que al vivir en pareja el mueble más importante era la cama y que sólo habría un par de cosas frikis en ella. Pero ¿y el resto de cosas que se tenían cuando uno vivía solo o con sus padres?

Por ello el friki sigue necesitando una habitación más: llámalo despacho, llámalo bat-cueva. Allí el friki pondrá su ordenador (con la excusa de que será el cuarto del ordenador), rodeado de estanterías y cajas con todo su material friki (que no ha podido colocar en ninguna de las restantes habitaciones).

Y con lo que sueña cualquier friki: tener una sala de juegos. Ésta tendrá todo tipo de cosas guays: un pinball de monedas, una máquina de salón de videojuegos (y da igual el juego que lleve), un futbolín, una mesa octogonal de madera labrada donde poder jugar con sus amigos al rol…

Pero la vida es dura, y si nos fijamos en aquel americano que consiguió hacer de su salón la cabina de la Enterprise y se arruinó, los demás no llegaremos a tanto y nos conformaremos con una pared llena de cómics, una pantalla de plasma gigante y la videoconsola de última generación con la que divertirnos. Vamos, una minucia.