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Cuando llama el jefe... (hay que ponerse las pilas)

05-GALAXY-3

Nunca os he hablado de dónde vivo, ¿verdad?

No, claro que no. No ha habido opción. Siempre me pilláis en plena misión, a tiros, persiguiendo y atrapando delincuentes, sacrificándome allá arriba, en el espacio, en el duro sector AZ-79 de la galaxia, para que vosotros viváis tan rica y tranquilamente aquí, en la Tierra. No, no os lo echo en cara, de verdad. Para eso soy un Agente Especial Espacial. Un AE´s nunca se queja (eso sí creo haberlo dicho alguna vez). Pero ahora que tengo cinco minutos y estoy tranquilo, me gustaría hablaros de mi vida cotidiana, si es que puede llamársele vida cotidiana a eso, porque en mi caso, lo cotidiano es lo otro, lo de tener misiones, pasar días y días fuera de casa, liarme a tiros y perseguir y atrapar delincuentes.

Vivo en un cuchitril infecto, vaya eso por delante. Zona periférica. Edificio metálico del siglo pasado. Ambiente medio. Es un cubículo típico para un AE´s como yo. Podría vivir en las dependencias del Sistema, en los cuarteles del SPG, Servicios Policiales Galácticos, pero no me da la gana. Soy independiente pese al cargo y el uniforme. Además, si ya no paro nunca de trabajar, imaginaos las 24 horas allí. Me lo encargarían todo. También podría vivir con mi madre, pero... ¿eso sería vivir? Por las grandes galaxias, ¡por los nueve planetas! Se me mueven los implantes con solo pensarlo. ¡Mi madre dándome la vara todo el santo día y en directo! Si siguiera allí ya estaría casado con la hija de la vecina, Luba, comiendo los suflés de una y las natillas de la otra. Y todo el día oyendo hablar del pies planos de mi primo Hubertus, el...

—Hola, Zack.

Es Aleia, una de mis vecinas de verdad, de carne y hueso. Ni siquiera la he visto entrar en el ascensor. Es una chica mona (ya sabéis, naricilla respingona, pelín corto, boquita carnosilla, cuerpo breve y todo eso), pero muy hectoplástica. Trabaja en un supermercado de envíos tubulares. Desde que me preguntó cuánto cobraba de pensión la viuda de un poli, tiene demasiado interés por mí.

—Hola, Aleia.

—Cuánto tiempo sin verte.

—Es que no paro.

—¿Algo interesante por ahí? —mueve la mano de forma disciplente, o sea que con lo de «por ahí» se refiere al espacio.

Hay que ver...

—Lo de siempre —me encojo de hombros quitándole importancia al tema y tratando de parecer duro, aunque no para impresionarla, sino para hacerme valer.

—¿Todavía sigues entero?

—Sí, Aleia.

—Oh.

Me golpea el brazo metálico. Tac-tac.

—¿Te quitas todos los implantes para dormir?

—No, Aleia. Un AE´s debe estar siempre a punto para...

—Oh.

Cada vez que dice «Oh» pone boquita de piñón y se estremece. Lo dicho. No hay que fiarse un pelo.

Bueno, ya se sabe que los polis galácticos tenemos un morbo...

—Es mi piso. Adiós, Aleia.

—Adiós, Zack.

Dejo a mi vecina con una sonrisa de pleno dominio y satisfacción. Qué caramba, me gustan las chicas, pero de vez en cuando uno ha de imponer su carácter, su personalidad, su...

—¡Zack, colega, qué alegría verte!

—Vaya, ¿qué tal Bruno?

No me extraña que se alegre de verme. El muy comerciante...

—¿Necesitas algo, Zack?

¿Lo veis?

—No, Bruno. Nada.

—Tengo narices de última generación, rótulas, codos, tobillos, clavículas, ¡y hasta un intestino medio de primera!

—¿Un intestino medio? —pongo cara de asco.

—Se implanta en un abrir y cerrar de ojos, amigo. ¡Te garantizo las mejores y más rápidas digestiones! Tiene un dispositivo de aceleración gástrica ab-so-lu-ta-men-te-ma-ra-vi-llo-so. El implante va incluido en el precio.

—Vale, Bruno: lo tendré en cuenta.

—Es una ganga, Zack —insiste al ver que no hay negocio.

—Pues mantenlo en el congelador.

—Cuando te peguen un tiro ya vendrás a buscarme con urgencia, ya —me espeta dolido. Y agrega para pincharme—: Y ya sabes que te dan siempre.

—A MÍ no me dan SIEMPRE.

—Oh, sí, Zack. A ti te dan siempre. No sé cómo lo haces pero te dan.

—Bruno...

Mi cara de mala uva es famosa.

—Está bien, está bien. Solo quería hacerte un favor.

Se va por el pasillo en dirección al cubículo de Mus Plus, uno que está en una ventanilla de reclamaciones y se lleva no pocos golpes cada dos por tres.

Mira que hay trabajos cochinos, ¿vale?

Todo el mundo sabe lo de mis implantes, ¡qué barbaridad! No se puede ser un 27,9% metálico, o «renovado», como lo llamo yo, sin que alguien te lo recuerde. Debería recordarles yo a ellos cómo fui perdiendo todo eso, la nariz, los dientes, el brazo, los dos dedos del pie, un ojo, el... Cretinos. Si no fuera porque YO estoy allá arriba, vosotros no... Vale, vale, ya sé que lo he dicho antes. ¡Pero es que a veces me sacáis de mis casillas!

¡Mmmmm....! Aurora Danger sí que está rica.

Vive en el cubículo de enfrente y es alta, morenaza, con unos ojos de morirse y unos labios de resucitar, o al revés, que da lo mismo. Creo que es de las chicas más potentes que he visto jamás. Aleia es un alfeñique a su lado. Y tan segura de sí misma, tan neumática, tan polivalente. Trabaja en un bingo sideral. Deberíais oírla decir: «El 72, siete-dos». ¡Cómo lo dice! Pero es una libertaria. Nada de hombres. Cree en el sexo único. ¡Tener una vecina así y que te salga como ella...! Hay gente muy rara en la galaxia, y más desde que se descubrieron los agujeros negros y empezaron a mezclarse las razas y las ideas. No sé a dónde iremos a parar.

—Zack.

Su voz es muy candente, grave, de esas que arrastran las vocales. Una voz que te envuelve. Y encima mira con ojos así como cansados, medio cerrados. Es tan hermosamente distante.

—Sí, Aurora.

—¿Por qué te quedas siempre embobado cuando me ves?

Anda con lo que me sale.

—¿Yo? Pe-pe-pero si...

Encima oigo campanitas. No me estaré enamorando, ¿verdad? Un AE´s debe tener el corazón forrado de plomo y la resistencia de...

—Zack.

—¿Qué?

—Tu visor.

—¿Quieres entrar a ver...?

—No, Zack. Digo que está sonando.

Ya decía yo que oía campanitas.

Ni me da tiempo a despedirme de ella. Me meto en mi cubículo y me abalanzo sobre el visor. ¿Mi madre? Lo más seguro. Me espera media hora de discusión sobre cuándo iré a comerme el dichoso suflé que tiene congelado.

¿Por qué seré hijo único?

No, no es mi madre. La imagen del capitán Van aparece en pantalla, con su habitual cara de pocos amigos. Y va directo al grano.

—Zack, ven.

—Sí, jefe.

Ya estamos.

06-GALAXY-3