Este libro recoge la base de la obra Yerpun. El Libro Sagrado de la Tierra del Sur, publicado en 1992. Refundida con otros aportes madurados desde entonces, intenta entregar una síntesis de la newen y de la kimün mapuche, vale decir, de la «fuerza espiritual» y de la «sabiduría» de la tradición de este pueblo ancestral. Y lo hace en un momento muy especial que vive el Chile posoctubre de 2019, lleno de transformaciones inmensas para el país y su mestizo pueblo en trance de buscar su identidad más honda.
Newen. El poder de la espiritualidad mapuche rescata 57 aforismos o epigramas, provenientes de proverbios, fragmentos de cantos y reflexiones clásicas de sabiduría originaria y elabora sus consiguientes versiones en castellano, en particular aquellas que más se aproximan al significado original o que menos traicionan el sentido prístino que una vez tuvo el aforismo mapuche, provenientes de las investigaciones de campo que el autor ha recabado durante cuatro décadas en la Araucanía. No obstante, y es menester confesarlo, cada comentario lleva en su seno un germen de impotencia: no alcanza a dar cuenta de toda la riqueza que posee la entraña del epigrama nativo.
El idioma mapuche no puede reducirse a etiquetas equivalentes en español. Por la riqueza de sus raíces, está abierto a diversos planos. Por tanto, admite o más bien exige, traducciones profundamente poéticas y sugerentes. Como una caja de resonancia múltiple, cada palabra o frase contiene mundos para ser entendidos desde diversos planos. Requiere detenerse en lo sutil. Por tanto, la invitación es a leer estos epigramas, según la clásica expresión hermenéutica ref piwke mew lelin, es decir, a «verlo con los ojos del propio corazón».
Para mayor facilidad del lector no mapuche, llamaremos mapuzungun, «el habla o lenguaje de la tierra», a esta lengua antigua de la raíz chilena, que hasta mediados del siglo xix se conocía en todas partes como chillidungu, «el idioma de Chile». Dejamos claro que también admite varios otros nombres legítimos y acreditados según el espacio geográfico de las actuales comunidades mapuche. Así, se dice chezungun, «el habla de la gente» entre los pewenche (Alto Bío-Bío) y los lafkenche (costa de Arauco); o mapuchedungun, «lengua del mapuche», variedad nagche de la zona de Malleco, entre otras denominaciones.
En estas páginas usaremos principalmente el llamado Alfabeto Unificado, grafemario creado por la Sociedad Chilena de Lingüística en 1986, donde le cupo especial relevancia a la lingüista mapuche María Catrileo. Y, según sus normas, en él se omite graficar todo acento escrito u ortográfico. También —y por respeto a la decisión lingüística de la sociedad mapuche— aquí usaremos la voz en singular del nombre propio del pueblo, los mapuche, aunque desde el correcto español exigiría la «s» del plural, consideración que se extiende a otras entidades.
Tras estas precisiones, ponemos en manos de los lectores la inenarrable experiencia de un pueblo que se amamantó con el rocío del origen; es decir, con la primigenia comprensión, que luego de indecibles esfuerzos, le quiso revelar la madre naturaleza.
Ziley Mora