Una vez asentados en Laconia, en la llanura del Eurotas, los espartanos mantuvieron de alguna manera su perseverante ímpetu, llevando a cabo actividades expansionistas a costa de sus vecinos inmediatos y aventurándose en expediciones ultramarinas.
Fricciones con los mesenios y con los argivos
La cronología de las actividades militares emprendidas por los espartanos a finales del siglo VIII y principios del siglo VII no está clara. De acuerdo con informaciones asumidas desde larga data, transmitidas por Pausanias el Periegeta, que vivió unos mil años después de que sucedieran estos hechos, los espartanos habrían mantenido dos guerras contra sus vecinos de Mesenia: en 743-724 y luego en 685-6681. Es probable que las fechas fueran posteriores, teniendo en cuenta fundamentalmente que se basan en sucesiones de generaciones reales demasiado largas2. La primera guerra de Mesenia habría durado unos veinte años, quizá de 695 a 675, mientras que la segunda, conocida como la guerra de Tirteo, se habría producido desde el año 635/625 hasta el año 610/600, aproximadamente. No obstante, esta rectificación de la cronología, bien argumentada por Victor Parker3, no afecta a otros sucesos.
Con estos datos, la primera guerra podría haberse desencadenado tras la toma de control del territorio de los egiteos, una zona fronteriza ubicada al noroeste de Laconia, en el Taigeto, bajo el mandato de Carilo y Arquelao, que reinaron juntos hacia 770-7604, en lo que constituye la acción común más antigua atribuida a dos reyes concurrentes.
Más tarde, hacia 740-730, Teleclo habría fundado Peaesa, Equeas y Tragio, al sudeste de Mesenia, y otros lugares no identificados con precisión5. Más tarde, durante el reinado de Nicandro6, Teleclo habría sido asesinado por mesenios en el santuario fronterizo de Ártemis Limnatis7 que, según parece, podría ubicarse exactamente en el Taigeto, al oeste de Nedon y a una decena de kilómetros al norte-nordeste de la ciudad actual de Kalamata8.
Estos sucesos podrían verse como intentos por parte de los espartanos de tomar gradualmente el control de los espacios adyacentes a expensas de los mesenios. Más tarde, aquellos asegurarían haber actuado a instancias de los hijos de Cresfontes, asesinado a manos de los mesenios, de los cuales, en tanto que heráclida, era el líder. Sus hijos habrían pedido a los lacedemonios que vengaran su muerte ofreciéndoles a cambio el territorio9.
Hacia 720-707 —con anterioridad a la fundación de Tarento, fechada en el año 706— habría tenido lugar una intervención del euripóntida Nicandro, hijo de Carilo y padre de Teopompo, dirigida esta vez no hacia el oeste de Esparta, sino hacia el nordeste, contra los argivos. En represalia, so pretexto de una complicidad entre asineos y espartanos, los argivos habrían asolado la ciudad de Ásine, enclavada en el litoral, una veintena de kilómetros al sur de Argos10. Existen evidencias arqueológicas de esta destrucción que la sitúan en torno al año 715. Los espartanos dejaron pasar más de una generación, y hacia 675 fundaron junto con los asineos la nueva ciudad de Ásine, al oeste del golfo de Mesenia, a la conclusión de la primera guerra de Mesenia11. El conflicto habría permitido a los lacedemonios tomar al menos la llanura de Esteniclaro, ubicada en el valle superior del Pamisos.
Cuando en torno al año 710 los espartanos, comandados por Alcámenes, hijo de Teleclo, acabaron con Helo, los argivos acudieron en ayuda de sus habitantes, siendo a su vez derrotados12. Esta sumisión de los habitantes de Helo —cuya designación en griego habría sido distinta de la voz que dio lugar al término ilota— habría dado lugar, como ya hemos mencionado, al establecimiento del particular estatus de los ilotas: poblaciones dependientes dedicadas al trabajo de la tierra que no se podían vender a otros pueblos de acuerdo con una especie de «contrato de servidumbre»13.
La creación y posterior ampliación de esta categoría social pudieron aplacar en parte una situación caracterizada por fuerte tensiones internas, que los espartanos trataron de resolver enviando lejos a una parte de la población.
El territorio de Lacedemonia tras la toma de control, durante la época arcaica, de Mesenia, el este del Parnón y Citera.
Las empresas de colonización acometidas por los habitantes de Laconia allende el mar sirvieron, según parece, para tratar de satisfacer las demandas de algunos de ellos, que podrían reivindicar tierras o ciertos derechos. Efectivamente, resulta significativo que, según Tucídides14, Lacedemonia hubiera padecido desde el asentamiento de la población doria las luchas civiles más prolongadas que se recuerdan. Es por ello muy probable que, contrariamente a lo que asumen determinadas teorías, Esparta se expandiera en gran medida buscando una solución para sus conflictos domésticos. De este modo, colonos procedentes de Laconia se habrían instalado particularmente en Tera (el actual Santorini, en el archipiélago de las Cícladas) y en Melo (conocido como Milo).
Tanto el testimonio de Heródoto como la arqueología permiten poner esta conjetura en tela de juicio: de acuerdo con el historiador de Halicarnaso15, Teras, responsable de que la expedición arribase a Tera, sería de origen tebano —igual que Heracles— y habría emigrado de Lacedemonia cuando los hijos de Aristodemo, Eurístines y Procles, de los que era tío por parte de madre y tutor, llegaron a la edad adulta y asumieron el poder real. Estas indicaciones nos llevan a ubicar la fundación de la colonia de Teras en Tera —lo cual explicaría el origen del nombre— en los orígenes de la Esparta doria, que por prudencia los historiadores modernos no ubican antes del siglo VIII.
En cuanto a los melios, Heródoto acepta su origen lacedemonio, reafirmado con vigor tanto por los propios melios como por Tucídides16 en los tiempos de la guerra del Peloponeso, e indica17 que los habitantes de Melo habrían ubicado, en el año 416, la fundación lacedemonia de su ciudad siete siglos antes de los eventos narrados en el «Diálogo de los melios»; esto es, en 1116, en una fecha que los modernos rechazan por remontarse demasiado en el tiempo18.
Se acepta también que algunos lugares de Creta, como Licto, Gortina y Polirrenia, conocieron las aportaciones de colonos procedentes de Laconia19, y Heródoto afirma20 que los habitantes de Cnido, en el sudoeste de Asia Menor, son colonos lacedemonios. Efectivamente, estos lugares podrían haber vivido el asentamiento de hombres procedentes de Laconia en los siglos VIII-VII.
Lacedemonios fuera de Laconia.
A finales del siglo VIII —posiblemente en 706, de acuerdo con datos arqueológicos algo imprecisos por su naturaleza—, un espartano llamado Falanto habría encabezado una expedición a Italia meridional, donde habría fundado Tarento. Pausanias narra así los hechos21:
Cuando Falanto iba a fundar una colonia, le vino un oráculo de Delfos, según el cual cuando percibiera una lluvia bajo el cielo sereno, entonces adquiriría una región y una ciudad. De momento no examinó el oráculo ni por su cuenta ni participándoselo a ningún intérprete, sino que fue con sus naves a Italia. Pero como, aunque vencía a los bárbaros, no podía apoderarse de ninguna de las ciudades ni someter ningún territorio, se acordó del oráculo y consideró que el dios le vaticinaba cosas imposibles, pues nunca podía llover con una atmósfera limpia y serena. Cuando estaba desesperado, su mujer, que le había acompañado desde casa, entre otras muestras de cariño puso sobre sus rodillas la cabeza de su marido y le quitaba los piojos. Y, por el cariño, a su mujer le vino el llorar al ver que los asuntos de su marido no hacían ningún progreso. Sus lágrimas cayeron abundantemente y —mojaron la cabeza de Falanto— comprendió el oráculo, pues el nombre de su mujer era Etra [cielo sereno], y así a la noche siguiente se apoderó de Tarento, la ciudad costera más grande y más próspera de los bárbaros.
Puede parecer que las teorías que nos llegan de Diodoro y Estrabón22, que no son coherentes en modo alguno, asocian la partida de colonos hacia Tarento con la época de la primera guerra de Mesenia que, como veremos, podríamos ubicar en torno a 695-675; esto es, en un momento algo posterior. Sin embargo, incluso si las tensiones inherentes a la duración de las maniobras de esta guerra hubieran provocado la marcha hacia Tarento de determinados individuos —los partenias, nacidos probablemente de uniones ilegítimas cuando los espartanos se batían en Mesenia—, estos no tendrían por qué haber participado en la empresa inicial de la fundación23. Además, Pausanias relata24 que en la época del rey Polidoro (es decir, a principios del siglo VII), Esparta habría enviado hombres para que se establecieran en Locri y Crotona, que se encuentran asimismo en el sur de Italia.
Tales empresas, desarrolladas más o menos lejos de la Grecia egea, no son inverosímiles. Como señala Irad Malkin25, el hecho de que antes de la primera guerra de Mesenia, tal vez en el momento de la integración de Amiclas, Esparta todavía se estuviera formando como entidad territorial y política no impide que ejerciera como metrópoli; a este respecto, no se encontraba en una situación tan diferente de Eretria (metrópoli de Pitecusas, en la actual isla de Isquia, a mediados del siglo VIII) o incluso de Corinto (metrópoli de Siracusa a finales de la misma centuria).
Sin embargo, por una paradoja inherente a las acciones recién relatadas, la isla de Citera, cerca del cabo Malea y el sudeste de Laconia, podría no haber estado controlada por Esparta hasta comienzos del siglo VI. Una explicación plausible sería que estuviera bajo el dominio de Argos, así como la costa del Peloponeso situada al este de Parnón, según señala Heródoto26. El apoyo brindado por los argivos alrededor de 710 a los habitantes de Helo, cercano geográficamente a un territorio controlado por Argos, podría entonces explicarse fácilmente. De este modo, la derrota sufrida por los lacedemonios contra los argivos, que hemos datado en el año 66927, en Hisias, que se encuentra unos veinte kilómetros al sudoeste de Argos, podría percibirse como una prueba de las dificultades experimentadas por el pueblo de Esparta frente a tales oponentes.
Además, al oeste de Esparta se produjo un evento que tuvo importantes repercusiones en la propia organización de la comunidad lacedemonia del Peloponeso y que además pudo poner freno a las empresas ultramarinas: la toma de Mesenia.
La laboriosa anexión de Mesenia
En torno a 695-675, la primera guerra de Mesenia (conocida como la «guerra de los Veinte Años») fue el marco de múltiples combates, destacando en particular el papel desempeñado por el líder mesenio Aristodemo, homónimo por otra parte del padre de los fundadores de las dos dinastías reales de Esparta. El conflicto desembocó finalmente en el sometimiento por Esparta de al menos una parte de Mesenia y de sus habitantes. El poeta lacedemonio Tirteo, que conoció la guerra siguiente, recoge estos hechos28:
[…] por ella combatieron sin interrupción durante diecinueve años,
con fuerte corazón, los padres de nuestros padres, armados de lanzas;
y al vigésimo los mesenios abandonaron sus fértiles campos
y huyeron a las grandes montañas del Itome.
Resulta plausible que los lacedemonios se hubieran garantizado sobre todo el dominio de las tierras más fértiles del país mesenio y de su principal plaza fuerte, que podría ser Mesene, en los flancos del monte Itome. De este modo, los mesenios habrían visto la imposición sobre ellos de una situación por la cual, según lo describe Tirteo, se sentían
[a]brumados por grandes cargas, igual que asnos,
llevando a sus señores, bajo una dolorosa necesidad,
la mitad de todo el fruto que produce su tierra29.
Vemos en las palabras del poeta que los lacedemonios eran calificados como «señores» de los mesenios, lo cual nos remite a una mención de Pausanias en un relato sobre un combate anterior al sometimiento de los mesenios donde narra que los lacedemonios habrían denostado a estos últimos afirmando que ya eran sus esclavos, y además los trataban como hombres que gozaban de tan poca libertad como los ilotas30. Tales afirmaciones podrían sugerir que la situación descrita por Tirteo corresponde a un sistema de aparecería servil, pero que no se impuso sobre los mesenios la condición de ilotas. Pausanias precisa además31 que los mesenios solo se convirtieron en ilotas tras la toma de Eira, al final de la segunda guerra de Mesenia, en torno al año 610/600. Por lo tanto, la situación de los mesenios, caracterizados como «asnos abrumados» a causa de la primera guerra de Mesenia, no se corresponde propiamente con la de los ilotas.
Dos generaciones después de su victoria en la primera guerra de Mesenia, los lacedemonios hubieron de enfrentar una rebelión de los mesenios, que derivó en un nuevo enfrentamiento. El hecho de que estos últimos pudieran contar desde el inicio de los disturbios con argivos y arcadios32 como aliados sugiere que la sumisión de Mesenia no llegó a ser total. Esta misma interpretación justifica que un mesenio, Fanas, pudiera erigirse vencedor en la prueba del dolichos, la carrera de fondo, en Olimpia, probablemente entre 652 y 62433.
Tomando como referencia las indicaciones de Pausanias, la segunda guerra de Mesenia habría durado dieciocho años; podríamos ubicarla en un intervalo comprendido entre 63534/625 y 610/600. Se la conoce como la «guerra de Tirteo», por el eficaz poeta —al que las mentes malévolas atribuían un origen ateniense35— cuyas composiciones habrían servido de acicate para los espartanos. Sus elegías de función parenética (de exhortación) pudieron pervivir en parte por haber sido transmitidas de generación en generación, incluso fuera de Esparta, al portar un mensaje que permanece vigente. Veamos, por ejemplo, cómo se reafirma la gloria del combatiente:
Pues es hermoso morir si uno cae en la vanguardia cual guerrero valiente que por su patria pelea. […]un joven […] hermoso es si cae en la vanguardia. Así que todo el mundo se afiance en sus pies y se hinque en el suelo mordiendo con los dientes el labio36.
Pero las palabras de Tirteo, que enfatizaban la calidad militar de una comunidad de hoplitas solidarios, también podrían apelar al deseo de supervivencia de los soldados:
Pues los que sin perder la formación osan arrojarse a la batalla y a los primeros escuadrones, mueren en corto número y salvan las tropas que tienen detrás: mas en los que tiemblan toda virtud perece37.
Pese al valor mostrado por el cabecilla mesenio Aristómenes y a la supuesta traición de un jefe arcadio, según se cuenta38, Esparta terminó sofocando la rebelión.
Sin embargo, los espartanos hubieron de dedicar grandes esfuerzos a la empresa. Esto puede explicar que cuando, hacia 630, originarios de Tera —pueblo vinculado a Esparta desde al menos el siglo VIII— se establecieron en Cirenaica, la participación directa de Esparta fuera relativamente reducida. Así, en la obra de Pausanias39 se refleja solamente que el espartano Chionis, vencedor en Olimpia, habría intervenido en la fundación junto al jefe a cargo de tal expedición, Battos.
En el conjunto territorial así constituido por la anexión de Mesenia a Laconia, que alcanzó aproximadamente 8500 km2, los ciudadanos de Esparta pudieron disponer de importantes bienes raíces, cuyo desarrollo (mediante actividades agrícolas y ganaderas) estaba garantizado por los esclavos, que se ocupaban de los terrenos poseídos por los lacedemonios; esto es, espartiatas y periecos.
La conquista de Mesenia40 sirvió también para dotar de un valor particular a la palabra «Lacedemonia», que empezó a designar no tanto un lugar geográfico preciso, sino una estructura política, mientras que el término «Laconia» se siguió utilizando para hacer referencia al sudeste del Peloponeso. Así, «Lacedemonia» sirvió para nombrar al conjunto constituido, hasta aproximadamente el año 369, a ambos lados del Taigeto, en todo el sur del Peloponeso, por los habitantes del principal centro político de la región: Esparta. Dicho de otra manera, en el uso habitual de las fuentes clásicas, Lacedemonia incluye Lacona y Mesenia, y su capital es Esparta.
En lo que respecta a la denominación de las personas, siguiendo un procedimiento habitual de metonimia que consiste en nombrar la parte por el todo, en la Antigüedad se designaba a menudo a los espartiatas como lacedemonios. Pero es muy evidente que la mayor parte de las veces se hace referencia a los usos de los espartiatas —situados en la cima de la pirámide social y política— cuando se nombra a los lacedemonios, un conjunto al que formalmente pertenecen los periecos, que no son espartiatas41.
Y es la organización establecida en todo el territorio lacedemonio la que aseguró la prosperidad y el poder de la comunidad liderada por los espartiatas, quienes también cambiaron sus prácticas para garantizar la eficiencia.