
Lion
Salgo del horno a la calle para tomar un poco el aire y veo a Destiny ir con el mapa buscando algo. Tiene ese aire de responsabilidad que la hace tan madura. Sus ojos azul oscuro miran el nombre de las calles y el pelo rubio como el trigo lo lleva atado en una coleta alta. Es muy bonita y dulce, pese a su gesto de cansancio y preocupación.
—¡Destiny!
Alza la cabeza y me ve. Su mirada se suaviza un poco y me sonríe mientras se acerca.
—Hola, voy a ver al electricista. El que avisó mi padre no llega. Llevamos tres días sin luz y sin poder guardar la comida en un frigorífico.
—He visto a tu padre y a tu hermana comiendo en la plaza del pueblo por ese motivo.
—Por ese motivo y porque no son conscientes del marrón que tenemos encima.
—No es tu marrón —le digo.
—Sí, lo es. He renunciado a todo por estar aquí. He vendido todas mis pertenencias, menos unas pocas que caben en una maleta. He tenido que decir adiós a mi carrera, a mis amigos, a mi casa… y todo por un hotel que no sé si sería mejor demoler. Toda mi vida está pendiente de que eso vaya bien, porque si no habré perdido todo para nada.
La noto tan agitada que la cojo por los hombros.
—Ven, te hago una infusión, comes algo y luego te acompaño para hablar con el electricista, y con quien más necesites.
—Puedo ir sola —me indica haciendo pucheros.
—Lo sé, pero no quiero dejarte ir así de nerviosa. Tú harías lo mismo por mí de ser al revés.
—Seguro que sí —dice poniendo morritos.
Intento no reírme, pero su mezcla de inocencia y madurez me desconcierta.
Entramos en el horno y vamos a una mesa camilla que tiene allí mi madre. Es donde ve la tele mientras cocina, y ahora mismo está haciendo rosquillas.
—Hola, preciosa. Traes mala cara. ¿Todo bien?
—No, pero lo estará.
—Voy a prepararte un té —le digo y la dejo con mi madre.
Abro el armario de hierbas y le hago un té con melisa. Se lo dejo en la mesa cuando está listo con unas galletas de mantequilla recién hechas.
—Gracias, huelen muy bien —me indica cogiendo una. La prueba y, sin que diga nada, sé que le gusta. Su cara es un libro abierto—. Deliciosas. Una obra de arte para el paladar.
—Y eso dicho por una chica de ciudad que ha debido de viajar mucho —comenta mi madre.
—Sí, hemos viajado mucho. Mi padre nunca se ha privado de nada —responde Destiny.
—No tiene que ser fácil conformarse ahora con vivir en un lugar tan pequeño —dice mi madre cogiendo su mano.
—No, pero es lo que hay y sacaré lo mejor de esto. No puedo ir a otro lugar —señala con un gran pesar.
—¿Y si pudieras? —le pregunto.
—Lo haría. Este no es mi sitio. Es precioso, pero no es para mí.
Asiento y mi madre me mira con una sonrisa.
Destiny se toma la melisa y un par de galletas; el resto se las pongo en una bolsa de papel.
—Dime qué os debo por todo esto y por la cena del otro día. —Saca el monedero.
—No es nada —indica mi madre.
—No me gusta no pagar lo que se debe —señala Destiny y deja sobre la mesa un billete bastante grande.
—Sí que comías caro tú antes —le digo—. Cuesta mucho menos que eso y no te cobramos por esta vez, pero las siguientes sí.
Destiny asiente y le indico que me espere fuera, mientras me cambio para acompañarla.
Salgo tras ponerme unos vaqueros y una camisa blanca.
Destiny se acerca y sonríe tras olerme.
—Hueles a pan. Me encanta tu olor —me lo suelta de manera inocente y me pregunto cómo puede ser que alguien que ha visto tanto mundo conserve esa ingenuidad.
—Es mi perfume habitual. Una de mis ex me dejó porque odiaba que siempre oliera a pan o a mantequilla.
—¿De verdad? —Asiento—. Menuda idiota. A mí tu olor me recuerda al hogar. En mi casa, siempre que leía o estudiaba, lo hacía en la cocina donde los cocineros preparaban los platos. Me gustaba estar donde no todo era silencio.
—¿Te gusta cocinar?
—No lo he intentado nunca. He estado ocupada estudiando para entrar en una de las mejores universidades del país.
—¿Cómo de ocupada?
—Pues nada de novios o de fiestas… Nada de excesos. Nada de nada, porque pedían no solo una buena nota final, sino una trayectoria perfecta e intachable. Sin ninguna tara.
—¿Y conseguiste entrar?
—Sí, el mismo día que mi padre lo perdió todo. He perdido toda mi vida para nada —me confiesa y eso hace que comprenda dónde estaba mientras la vida pasaba a su alrededor: estudiando.
—Si es para ti, acabará por llegar de otro modo —le comento repitiendo las palabras de mi madre.
—No quiero hacerme ilusiones. Mejor aceptar que tal vez cuando pueda tener el dinero para estudiar allí o en otro sitio, ya no tendré las ganas ni la fuerza que ahora tenía.
—Es aquí —anuncio deteniéndome ante la puerta del electricista del pueblo.
—Vamos allá. A ver si sé negociar un buen precio.
Entramos y al verme Berto, el electricista, me saluda.
—Buenos días —dice Destiny como una profesional y le tiende una mano que Berto le estrecha entre divertido y sorprendido—. Vengo a hablar de la instalación eléctrica de mi hotel. —Saca de su mochila unos papeles—. He detallado todo lo que necesito y he mirado por internet el precio en otras compañías para contratar presupuestos. Quiero que lo haga usted, pero no podemos pagar más de lo que se debe. La rapidez también es importante y nos gustaría tenerlo cuanto antes a buen precio.
—¿Y que venga Papá Noel en verano? El sol te ha afectado. Estoy yo solo…
—A mí no me ha afectado para nada, pero usted supongo que no vive del aire y yo le estoy ofreciendo un trabajo. Puede contratar a alguien a tiempo parcial para realizarlo y descontarlo del precio final. No es mi problema. Solo sé que usted puede sacar una buena tajada y yo contratar al mejor. Me he informado de su trabajo y tiene muy buenas referencias en este pueblo. No dejaría mi hotel en manos de alguien que no lo mereciera.
—Eso es cierto, soy el mejor. —Coge los papeles y los ojea: están tan bien detallados que dan ganas de enmarcarlos—. Lo estudiaré y te digo algo cuanto antes.
—Me pasaré esta tarde, le doy hasta entonces para que lo revise todo y estudie un presupuesto. Si no, me iré a la ciudad y traeré a otro. Gracias por su tiempo —le indica de manera muy profesional antes de tenderle la mano otra vez.
Se marcha y Berto me mira con una sonrisa.
—Esta chica sabe lo que hace.
—Eso parece.
—Los Outsiders han vuelto para poner nuestro pueblo patas arriba —dice el electricista.
Me despido de él y cuando salgo Destiny está apoyada en la pared. Parece agitada.
—¿Outsiders?
—¿No sabes cómo llamaban por aquí a tus abuelos? —Niega con la cabeza—. El hostal u hotel de tu abuelo, como más te guste llamarlo, se llamaba Outsiders porque en este pueblo se conoce como «forasteros» o «viajeros» a las semillas de los dientes de león, ya que nunca sabes adónde irán a parar o hasta dónde viajarán. Tu abuelo abrió ese lugar y le puso ese nombre por las semillas de diente de león, porque ellos también viajaban y eran forasteros al llegar a otro lugar, como sus huéspedes. Cuando se fueron de aquí, a tu familia la llamaron los Outsiders, los viajeros, porque fueron como esas semillas que, cuando llegó un viento mejor, se marcharon sin mirar atrás.
—No lo sabía. Nunca he tenido un mote.
—Pues ahora ya sabes que cuando alguien diga los Outsiders se refiere a vosotros, a tu familia.
—Genial.
Empezamos a andar de vuelta a mi casa.
—Antes has estado impresionante, hablando con Berto.
—Estaba de los nervios. Ayer me pasé toda la tarde buscando datos en el parque donde se puede conseguir conexión a internet y llamando a varias empresas para conseguir información. Hasta me bajé apuntes y he estado estudiando un poco de electricidad para no quedar de ignorante. Es un gran fallo contratar algo pareciendo tonto, porque te pueden tomar el pelo y cobrarte más de lo que necesitas.
—Eres increíble —le digo como halago—. ¿Qué carrera ibas a estudiar?
—Administración y Dirección de Empresas.
—No sé por qué no me extraña para nada. Pero ahora puedes ser una buena jefa en el hotel.
—No puedo pasar por encima de mi padre. Esto lo he hecho por él, porque no se lo toma en serio, pero tengo que dejar que sea el adulto. Lo mismo consigue madurar a sus cincuenta y cinco años.
—A lo mejor con la llegada de tu tío las cosas van mejor.
—Lo dudo. Mi tío es igual que mi padre. Mi abuela se preguntaba muchas veces cómo era posible que dos gemelos se parecieran tanto; que se había quedado la sensatez para ella sola cuando nacieron. Mi abuelo se murió de viejo sin dejar un solo día de trabajar y de controlar sus empresas, arreglando los errores que sus hijos cometían.
—Lo siento. Aquí en este pueblo poca gente se jubila. Muchos porque no pueden y otros porque no quieren; les gusta sentirse útiles y aquí nadie juzga la edad, sino la valía.
—Eso es muy bonito, pero mi abuelo quería jubilarse y no pudo.
Llegamos a mi panadería.
—¿Te preparo algo para comer que se pueda mantener fuera de la nevera?
—Vale, pero para mí sola, que seguro que mi padre y mi hermana se vendrán al pueblo después de la piscina.
Entramos en la tienda, donde está mi padre atendiendo.
—Hola, papá. Esta es Destiny.
—Hola, preciosa. Yo conocí a tu padre cuando vivía aquí. Era un niño muy inquieto y su hermano más.
—Siguen igual. Si hay un problema o lo han generado ellos o se meten de lleno en él.
—Entonces han cambiado poco —afirma mi padre.
—Voy a lavarme las manos y te preparo algo. Si quieres más, solo tienes que pedirlo —le digo a Destiny.
No tardo en regresar y la encuentro hablando con mi padre.
Los dejo y preparo unas porciones de la pizza recién hecha.
—Ten, pero, aunque vendo esto y es delicioso, no puedes vivir solo de estas cosas.
—Ya, pero es lo que hay hasta que tenga frigorífico y aprendamos a cocinar alguno de los tres.
Me paga lo que le indico y se despide de nosotros para ir a su casa.
—Es muy bonita —comenta mi padre como si tal cosa.
—¿Sí? Ni me había dado cuenta. —Mi padre sonríe y sigue a lo suyo.
Miro hacia fuera y veo a Destiny alejarse, mientras la gente la mira curiosa.
Ella va con paso firme con esos vaqueros cortos y su camisa amarilla. Toda una belleza sacada de su mundo.
* * *
Salgo de trabajar y voy hacia el parque donde hay internet para encontrarme con mis amigos.
Los veo y voy hacia ellos.
Los conozco desde siempre y con el que mejor me llevo es con Milo.
Con ellos también está Cecilia. No sé bien qué siento por ella. Hemos estado saliendo un año entero. Lo dejamos porque ella me dijo que me quería y yo no supe decirle lo mismo. Al final eso estropeó la relación, porque ella quería de mí algo que no podía darle.
Me gustaba estar con ella, pero no la quería.
—Menuda pinta de pija estirada tiene la niña —dice Cecilia mirando hacia un punto del parque.
Veo a Destiny en una mesa, sola con su móvil y un montón de papeles.
—Pues yo creo que está muy buena —comenta Wyatt.
Me acerco a Destiny y me siento a su lado.
—Hola —la saludo cuando alza la cabeza y me mira.
—Hola. —Me sonríe antes de anotar cosas.
—¿Qué te ha dicho el electricista?
—Que mañana empieza. Ahora estoy haciendo números para contratar al fontanero. No puedo seguir bañándome con el agua helada del pozo.
—Si quieres usar mi casa para ducharte, por mí no hay problema.
—Gracias. Lo tendré en cuenta si no lo soporto más.
—¿Y tu padre te ayuda más?
—Mi padre está comprando cosas que cree que necesitamos en mercadillos y haciendo listas… Entre tú y yo, no sabe por dónde empezar. Espera que llegue mi tío y todo se arregle sin más.
—¿Y cuándo viene tu tío?
—Pues pronto, pero no sabemos exactamente cuándo. Mi primo Declan ya me ha escrito para decirme que se queda con su última novia, que de momento no va a venir. Y mi madre y mi tía tampoco; están con otra amiga.
—Ya sabes que en lo que pueda te ayudaré.
—Qué amable —dice Wyatt sentándose al lado de Destiny—. Me llamo Wyatt. Encantado de conocerte, Destiny.
—Igualmente —responde ella amable.
—Yo soy Milo y esta que te mira con cara de pocos amigos es Cecilia. No muerde.
—Idiota —suelta Cecilia cogiendo las notas de Destiny—. Menuda letra más perfecta. Todo tan explicado y detallado. Yo que creía que eras una pija y resulta que en realidad eres una empollona. No sé qué es peor.
—Déjala en paz —le ordeno a Cecilia, que ya sé por dónde va.
—¿Acaso no sabe defenderse? Las mujeres de hoy en día no necesitan hombres que las defiendan. ¿Verdad, Destiny?
Destiny la mira seria.
—No necesito a nadie que me defienda, pero agradezco que la gente lo haga porque yo haría lo mismo sin importar el sexo. Además, el mejor ataque siempre es una gran indiferencia, por eso prefiero pasar de las tonterías que dices, porque, por si no lo sabes, cuanto más listo seas, menos te engañará la gente. Así que, si pretendes insultarme llamándome lista, desde ya te digo que estoy muy orgullosa de ser tan inteligente.
Wyatt se ríe y Milo sonríe.
Cecilia la mira enfadada.
Desde que rompimos, si hablo con alguna mujer, se pone a la defensiva; por eso le dije que parara, porque estoy harto de que me trate con esa posesividad y esos celos que no me merezco, ya que no soy nada suyo.
Cecilia se marcha a donde estaban antes y mira a Wyatt para que se vaya con ella. Este, cansado, le hace caso, pero Milo se queda aquí.
—Mi tío es el fontanero del pueblo —le dice a Destiny—. Si le vas con tantos datos, le va a explotar la cabeza.
—Quiero que me ofrezca un precio justo y no me engañe por desinformación.
—Si quieres podemos ir ahora a hablar con él.
—Necesito prepararme mejor, estudiar todo para tener claro cómo negociar. Pero gracias, cuando esté lista, iré.
—Esto no es la ciudad, Destiny —señala Milo—. Aquí las cosas van de otra forma.
—Pues no deberían. ¿Acaso sois menos que la gente que vive en las ciudades? Yo creo que no, y por eso os trato con el mismo respeto y educación. A mí me han educado para que mi nivel de vida nunca fuera un referente y siempre tratara a la gente por igual.
—¿Tus padres? —le pregunto curioso, sabiendo que su padre es tan desatendido.
—Mis abuelos —responde—. Mis padres viajaban mucho y he pasado más tiempo en casa de mis abuelos.
—Pues te han educado muy bien —indica Milo—. Seguro que mi tío, cuando vayas y vea esto, te dice que sí a todo con tal de no tener que leer.
—Entonces habré hecho un gran trabajo —afirma Destiny.
Milo sonríe a Destiny y sé por la cara de mi amigo que se acaba de ganar un defensor.
Al final, antes de que Destiny se marche a su casa, quedan para ir por la mañana a hablar con su tío.
—Ese hotel necesita muchas reparaciones. Lo hemos cuidado para que no se deteriorara más de lo normal, y no creo que sean conscientes de todo el trabajo que les queda.
—¿Eso lo dices tras ver los informes de Destiny? —le pregunto a Milo.
—Lo digo tras ver en uno de sus informes el dinero que tienen en el banco para asumir gastos y no es mucho. Realmente lo han perdido casi todo.
—Pues habrá que buscar la forma de ayudarlos. En este lugar somos así.
—Si se te ocurre algo, cuenta conmigo —me dice mi amigo. Asiento y regresamos adonde está el resto de nuestros amigos.
—No la soporto —señala Cecilia.
—Ella a ti tampoco. Fin de la historia —le indica Milo queriendo zanjar el tema.
Cecilia me mira de una forma oscura que no me gusta y, cansado de sus tonterías, me despido de ellos para irme a mi casa.
Estoy llegando cuando veo a Destiny delante de su padre, que está de cervezas con unos vecinos del pueblo.
—¡¿Puedes dejar de malgastar el dinero?! —le grita enfadada—. Por si no lo sabes, no nos sobra. Lo has perdido todo por tu mala cabeza y yo lo he perdido todo sin tener culpa de nada. Así que mueve tu culo, deja de beber como un adolescente y ponte a pensar cómo arreglar el hotel que esperas regentar en septiembre, porque desde ya te digo que pides un imposible.
El padre de Destiny la mira y se ríe. Está borracho.
—Menudos ovarios tiene la niña —dice uno de los que se encuentran con él.
—Que me lo digan a mí… La quiero, pero es como un jodido grano en el culo desde que nació.
Destiny le tira la cerveza a la cara y le suelta:
—¡A casa ya! Y deja de decir tonterías o seré ese grano en el culo. —Lo mira sin amilanarse y al final consigue que claudique, despidiéndose de sus amigos; abraza a su hija, trata de besarla y esta no lo aparta. He visto que lo quiere pese a que ella parece más el adulto responsable.
Creo que su padre no es consciente de todo lo que puede perder. Si su hija dice hasta aquí, lo dejará solo y se buscará la vida lejos de él. Tal vez sería lo mejor. El talento de Destiny se está desaprovechando aquí. Cuanto más la conozco, más claro tengo que este no es su lugar.