Imagen 01
Imagen 02

Afuera llovía y tronaba, como si hubiera llegado el fin del mundo. Mayden, Natalia y Villano se habían refugiado en su apartamento. Se estaban secando con una toalla mientras echaban otro vistazo al dispositivo de color negro que reproducía aquel mensaje apocalíptico.

Este es un mensaje muy importante para vosotros, mucha atención. Nosotros ya estamos condenados, pero vosotros podéis cambiar las cosas. O, al menos, eso esperamos. En un futuro próximo, la Tierra sufrirá una catástrofe medioambiental. Es necesario que evitéis el problema antes de que se produzca. Nos tenéis que ayudar cuando todavía hay esperanza para detener todo lo malo que está a punto de pasaros. Mayden y Natalia, sois nuestra última esperanza.

Ya era la séptima vez que escuchaban ese mensaje, llegado del futuro. Mientras, la perrita Laika y el gato Arquímedes estaban acurrucados en la alfombra, dormitando.

—¿Queréis dejar de escuchar eso? —protestó Apolonio Villano desde el sofá, frotándose las sienes para calmar su dolor de cabeza.

—Es que es alucinante —se defendió Mayden, dispuesto a reproducir de nuevo el mensaje.

SÍ, SÍ —le concedió Villano—, ya sé que es alucinante que vosotros, desde el futuro, hayáis enviado un mensaje. Pero os olvidáis que yo he construido una máquina del tiempo… no es para tanto. De hecho, es posible que la tecnología que habéis usado para enviaros ese mensaje la haya construido yo mismo…

Imagen 03

—Pero si lo que me alucina no es eso —puntualizó Mayden—, sino que en el futuro sigo teniendo pelazo.

Villano parpadeó dos veces en silencio antes de ponerse rojo de ira.

¡ANDA QUE TÚ TAMBIÉN! —le recriminó Natalia dándole una colleja—, nos dicen que el mundo se va acabar si no hacemos nada y tú fijándote en esas cosas.

AY —chilló Mayden—, no me des tan fuerte, que tengo que sobrevivir para que nos podamos mandar un mensaje a nosotros mismos desde el futuro.

Natalia tardó un momento en entender aquella idea: era verdad, el mensaje lo mandarían dentro de unos años, aún no lo habían enviado, técnicamente hablando.

—Vale, ordenemos todas las ideas de una forma coherente —resopló sin darle más vueltas a los viajes en el tiempo y las posibles paradojas—: primero: sí, es alucinante que nosotros mismos nos hayamos mandado un mensaje desde el futuro; segundo: es alucinante que el futuro del planeta Tierra ahora dependa de nosotros; tercero: es alucinante que usted, señor Villano, haya inventado la máquina del tiempo; y cuarto: le recuerdo que hace un rato estábamos dentro de su cuerpo, miniaturizados, y que le hemos salvado la vida. Así que aquí, sí, todo es alucinante y tenemos que trabajar en equipo.

Mayden levantó un dedo.

TE OLVIDAS DE MI PELAZO.

Natalia le fulminó con la mirada, y Mayden se echó para atrás instintivamente para evitar un posible coscorrón.

VALE, VALE, que era broma.

Villano carraspeó y se puso en pie, dando un largo paseo en círculos por la sala de estar mientras se frotaba la barbilla, meditabundo.

DE ACUERDO, seamos lógicos y usemos la ciencia para resolver este entuerto. Está claro que ese mensaje es real y que viene del futuro. Está claro que la tormenta que se ha desencadenado allí afuera también es real, y que por eso ahora estamos empapados de agua. Y también está claro, aunque me cueste admitirlo, que vosotros os colasteis en mi cuerpo para salvarme la vida. Somos amantes de la ciencia, así que pensemos en una solución científica. ¿Alguna propuesta?

NATALIA SONRIÓ satisfecha. A pesar de que habían tenido sus tiranteces con Villano, parecía que poco a poco se llevaban mejor. Y lo que era más importante: ya no los consideraba un par de críos aficionados a la ciencia, sino científicos a su mismo nivel. O casi. No es que fueran exactamente amigos de Villano, pero al menos ya no eran adversarios.

¡TENGO UNA IDEA! —exclamó Mayden—. El problema es que habrá una catástrofe medioambiental, ¿verdad? Pues podríamos inventar algo que evitara esa catástrofe. Nuestras mentes son extraordinarias, algo se nos puede ocurrir si trabajamos juntos.

Imagen 04

¡POR LOS MIL VOLTIOS DE TESLA…! —masculló Villano—, no podemos inventar nada que resuelva el problema, porque el problema es grandísimo. Tardaríamos demasiado en conseguir algo.

Mayden tomó un cuaderno que había sobre la mesa, arrancó una hoja, descapuchó un bolígrafo y se puso a garabatear. Mientras dibujaba, asomaba la punta de la lengua y entrecerraba un ojo, como si tratara de ver a través del ojo de una cerradura.

—Ya casi lo tengo —iba murmurando sin dejar de trazar aquel diagrama, al que añadió a un lado una especie de enorme robot con doce brazos mecánicos y una rueda gigante en vez de patas.

Natalia se asomó a la hoja, frunciendo el ceño.

¿QUÉ ES ESO? Parece un Transformer.

Finalmente, Mayden dio los últimos retoques a una serie de ecuaciones para, acto seguido, sostener el dibujo delante de sí mismo. Lo observó torciendo un poco la cabeza, como si buscara algún defecto o ausencia. Tras chasquear la lengua, dio la vuelta al dibujo y lo enseñó a Natalia y a Villano.

¡EUREKA! —exclamó como lo hubiera hecho Arquímedes, el inventor que habían conocido en su primera aventura de viajes en el tiempo, en Maytalia y los inventores. De hecho, el gato Arquímedes, que había sido bautizado así por él, abrió un ojo como si se sintiera aludido por aquella exclamación, comprobó que solo se trataba de un dibujo y no de una lata de comida, y volvió a dormirse.

—Dibujas muy bien, muchacho —le concedió Villano—, pero ¿qué se supone que es eso?

—Os presento a… —empezó Mayden, titubeante—, espera, que aún no he pensado ningún nombre… vale, ya lo tengo: ¡os presento a Basurator!

Imagen 05

¿BA-SU-RA-TOR? —repitió Natalia haciendo hincapié en cada una de las sílabas—. ¿De verdad es el mejor nombre que se te ha ocurrido?

—Bueno —murmuró Mayden frotándose la cabeza—, el nombre puede cambiarse más adelante. ¿Qué os parece Ecolorobot? Una mezcla de ecologismo y robot…

UHM —reflexionó Natalia entrecerrando los ojos—, mejor. Es que Basurator suena a superhéroe que vive en la basura y se alimenta de ella. A alguien así seguro que le apestan los pinreles.

—Claro, tienes razón. Y, además, seguro que no separa la basura entre cartón, orgánico y…

—¿Pero se puede saber de qué estáis hablando? —voci­feró Villano interrumpiéndoles.

—Perdón, perdón —se disculpó Mayden—, le explico. Basurator…

—Hemos dicho Ecolorobot —le corrigió Natalia.

—Eso, Ecolorobot es un robot de diez metros de alto programado para recoger residuos. Dispone de brazos para recoger la basura de la calle, otros brazos sirven para filtrar el agua contaminada y obtener agua limpia, otros brazos son para purificar el aire con un ingenioso sistema de…

NO ES SUFICIENTE —le interrumpió Villano negando con la cabeza.

¿CÓMO QUE NO? Ecolorobot es capaz de limpiarlo todo. Solo tardaré un par de días en construirlo.

Imagen 06

Villano le arrebató la hoja de papel, tomó el bolígrafo y escribió unos cálculos a la vista de ambos:

—Mirad, suponiendo que esa máquina sea capaz de recoger mil kilogramos de basura cada veinticuatro horas, limpiase el equivalente a cinco piscinas olímpicas de agua…

Villano fue poniendo uno detrás de otro los diferentes valores, realizó unos cálculos, extrapoló magnitudes, transformó variables y, finalmente, escribió una cifra muy larga.

¿QUÉ ES ESO? —preguntó Mayden—. ¿El número de la lotería?

Villano gruñó.

—Es el tiempo que esa máquina tardaría en limpiar todo el planeta Tierra.

UHM… ¿diez mil horas? No es tanto. No llega ni a un año de tiempo.

—¿No has entendido nada? Esta cifra no está expresada en horas, sino en años. ¡Son diez mil años!

—¿Diez mil años? ¿Seguro?

—¿Quieres repasar los cálculos?

—Me fío, me fío, pero… eso es mucho tiempo.

—Sí, diez mil años es mucho tiempo. Dudo que ninguno de nosotros lleguemos a ver algo que vaya a pasar después de ese intervalo de tiempo. Necesitamos una solución más rápida o el mundo se acabará antes de que hayamos conseguido nada.

Natalia se cruzó de brazos, pensativa.

—Quizá es una misión tan difícil que no podemos hacerla solos. Necesitamos a más gente.

Villano levantó una ceja.

—Eso es, pero ¿quién nos va a ayudar? ¿Tenéis amiguitos? ¿Cuántos? ¿Dos, cuatro, diez? No es suficiente…

—Se olvida usted que grabamos vídeos y que tenemos miles de seguidores.

Villano levantó la otra ceja, escéptico.

¿MILES?

Mayden se adelantó, sacando pecho.

—No seamos modestos. En realidad no tenemos miles de seguidores, sino millones.

¿MILLONES? —repitió Villano con cara de que le estaban colando una trola.

—Sí —afirmó Natalia con orgullo—, nos siguen millones de personas.

—Eso no es posible —musitó Villano—, eso es demasiada gente. Ningún programa de televisión tiene tanta au­diencia.

—Ay, señor Villano —le dijo Natalia con tono condescendiente—, se nos ha quedado usted un poco anticuado.

—Qué sorpresa enterarse de que sus vecinos en realidad son famosos, ¿eh? —le dijo Mayden guiñándole un ojo.