Durante doce años, entre 1981 y 1993, fui la nuera de Warren Buffett, el inversor de mayor éxito del mundo y ahora su mayor filántropo.
Poco después de casarme con Peter, el hijo de Warren, y mucho antes de que el nombre de Warren fuera conocido fuera de Wall Street, fui de visita a su casa familiar de Omaha. Mientras me encontraba allí conocí a un pequeño grupo de alumnos admiradores de la sabiduría de este maestro inversor que se referían a ellos mismos como buffettólogos. Uno de los buffettólogos de más éxito, David Clark, tenía montones de libretas llenas de consejos de Warren sobre inversiones, redactados meticulosamente y cuya lectura resultaba fascinante. Sus libretas eran la base sobre la que él y yo, más adelante, dimos forma a los libros sobre inversiones más vendidos en todo el mundo: El tao de Warren Buffett (Alienta), Buffettología (Ediciones Gestión 2000), The Buffettology Workbook y The New Buffettology, que se han publicado en diecisiete idiomas, incluyendo el hebreo, el árabe, el chino y el ruso.
Después del enorme éxito de El tao de Warren Buffett, me encontré con David en Omaha, durante la reunión anual de 2007 de Berkshire Hathaway, y en el transcurso de la comida empezamos a discutir sobre la historia del análisis de las inversiones. David señaló que el análisis de las inversiones de finales del siglo XIX y principios del siglo XX estuvo centrado principalmente en determinar la solvencia y el poder adquisitivo de una compañía para analizar los bonos. Y también apuntó que Benjamin Graham, decano de Wall Street y mentor de Warren, había adaptado las primeras técnicas de análisis de bonos a los análisis de las acciones ordinarias.
Pero Graham nunca distinguió entre una compañía con una ventaja competitiva a largo plazo sobre la competencia y otra sin esta ventaja. Sólo estaba interesado en averiguar si la compañía tenía suficiente poder adquisitivo para salir de los problemas económicos que habían provocado la caída en espiral del precio de sus acciones. A él no le interesaba poseer una posición en una compañía durante diez o veinte años. Si al cabo de dos años la compañía no se había movido, salía de ella. No es que Graham perdiera el tren, sino que simplemente no subió al que le hubiera convertido en el hombre más rico del mundo, como sí lo hizo Warren.
Warren, por su parte, después de iniciar su carrera profesional con Graham, descubrió las enormes posibilidades de creación de riqueza de las compañías que poseían una ventaja competitiva a largo plazo sobre su competencia. Se dio cuenta de que cuanto más tiempo se conservara uno de estos fantásticos negocios, más riqueza se conseguía. Donde Graham hubiera dicho que todos estos grandes negocios tenían un precio excesivo, Warren vio que no tenía que esperar a que la bolsa ofreciera sus acciones a un precio de ganga; incluso pagando un precio justo, estos negocios seguían ofreciéndole la oportunidad de convertirse en inmensamente rico.
Durante este proceso de descubrimiento de lo maravilloso que es poseer un negocio con una ventaja competitiva a largo plazo, Warren desarrolló una serie única de herramientas analíticas para ayudar a identificar estos tipos especiales de negocios. Aunque partía del lenguaje de la antigua escuela de Graham, su nueva manera de ver las cosas le permitió determinar si la compañía era capaz de sobrevivir a sus problemas actuales. Estas herramientas también le permitían saber si la compañía en cuestión poseía o no una ventaja competitiva a largo plazo que le iba a convertir en inmensamente rico con el transcurso del tiempo.
Al final de la comida pregunté a David si veía posible crear una guía pequeña y sencilla, fácil de manejar, para leer el estado financiero de una compañía, empleando la serie de herramientas únicas que Warren había desarrollado, para así descubrir estos negocios maravillosamente rentables.
Yo imaginaba un libro sencillo y fácil de entender que explicara a los inversores cómo leer el estado financiero de una compañía para que pudieran buscar los mismos tipos de negocios que busca Warren. Un libro que no sólo explicara qué es un balance de situación y una cuenta de pérdidas y ganancias, sino que también señalara lo que deben buscar los inversores si, como Warren, quieren encontrar una compañía con una ventaja competitiva a largo plazo.
A David le encantó la idea, y en cuestión de un mes ya nos estábamos intercambiando capítulos del libro que ahora usted tiene en sus manos, Warren Buffett y la interpretación de estados financieros.
Esperamos que este manual le ayude a dar el salto espectacular que dio Warren gracias a poder superar los modelos de valoración de la antigua escuela grahamiana y descubrir, tal como hizo Warren, las fenomenales oportunidades de creación de riqueza a largo plazo de una compañía que posea una ventaja competitiva duradera sobre la competencia. Durante este proceso se liberará de las costosas manipulaciones de Wall Street y disfrutará de la oportunidad de unirse a las filas de los inversores inteligentes de todo el mundo que se están enriqueciendo enormemente siguiendo los pasos de este legendario y magistral inversor.
MARY BUFFETT
Julio de 2008