
Érase una vez un hombre que miraba la naturaleza a través del objetivo de su cámara. Un viajero incansable, compañero de felinos, osos, lobos y cualquier especie animal en peligro de extinción. Nadie ha sabido captar como él la vida salvaje de nuestro planeta.
Gran enamorado y defensor de la naturaleza, Andoni ha recorrido los cinco continentes, cámara en mano, siguiendo el rastro de los animales más escurridizos. Su intención no era solo lograr una instantánea hermosa, sino también denunciar los peligros a los que se enfrentan los animales a causa de la acción depredadora del ser humano y de los efectos del cambio climático.
En 2013, Andoni, su mujer, Maritxell Margarit, y sus dos hijos, Unai y Amaia, de nueve y tres años, hicieron las maletas dispuestos a vivir una aventura extraordinaria: querían retratar a las siete especies de animales más amenazadas de cada continente y concienciar sobre la rápida destrucción de los hábitats naturales y de las especies que los habitan. Durante un año y medio, los cuatro recorrieron más de cien mil kilómetros a lo largo y ancho del mundo, viviendo en santuarios como la Patagonia, el delta del Okavango o la Gran Barrera de Coral australiana. Cumplieron su objetivo y convirtieron su increíble experiencia en un documental: El viaje de Unai.
En la película, el hijo de Andoni, Unai, narra con la voz y la mirada inocente de un niño de nueve años las maravillas y las atrocidades de las que es capaz el ser humano. La primera parada de su viaje fue Namibia, donde buscaban a los elefantes del desierto, y Unai decía: «La gente mata a los elefantes para quedarse con sus colmillos. Me da mucha pena que esto ocurra». Alto y claro.
La naturaleza es una escuela para la vida que sirve para todo. Y aprendes a observar. Mientras esperas a un animal, te fijas en cómo se mueve el sol, dónde está el norte y en toda la vida que habita en ese lugar.
