LAS MUJERES NO TIENEN QUE SER COMO NOSOTRAS:
Olga Amparo Sánchez Gómez, María Cristina Suaza Vargas, Florence Thomas y Claudia Mejía Duque
Florence, Olga Amparo, María Cristina y Claudia, ¿qué opinan de que muchas mujeres no quieran que se les llame feministas, porque no quieren ser comparadas con mujeres referentes del feminismo, como ustedes?
FT: Hay también mujeres que tienen una práctica feminista y no les gusta que se les llame feministas, porque es como una mala palabra, pero no lo es. Aunque también es rico que sea una mala palabra, porque no hay que quitarle lo subversivo al feminismo. Si la ven así, pues yo lo asumo.
MCSV: Estoy de acuerdo con Florence. Hay que tener un mínimo de conciencia para ser feminista. El feminismo es una manera de vivir y de mirar el mundo.
CMD: En Sisma Mujer muchas veces nos preguntamos cómo podemos comunicar mejor para no producir miedo, pues este está llevando a sociedades cada vez más conservadoras, derechizadas, fanatizadas. Pero hay que reivindicar la palabra feminismo, porque lo que promueve es la transformación de las relaciones entre los seres humanos y, en particular, entre hombres y mujeres, así como entre lo femenino y lo masculino; y no la prevalencia de algunos sobre otras. Pero para esto se necesita un empoderamiento de las mujeres, y ese empoderamiento no se debe estigmatizar. El feminismo no es la antítesis del machismo, es la búsqueda de igualdad, que no es la homologación de los sexos y los géneros, pues el feminismo reconoce las diferencias entre ellos.
OASG: Es que no todo es feminismo, y no lo digo con ánimo de exclusión, sino que el feminismo es una propuesta de transformación de la sociedad que nos confronta como personas. El que muchas mujeres no se quieran reconocer como feministas obedece, por ejemplo, a que el patriarcalismo, para restarle poder político, lo hace ver como una práctica de odio contra los varones o lo ha asimilado a “libertinaje” de las mujeres. Por eso dicen que las feministas son lesbianas o promiscuas. El feminismo es una forma de vivir y asumir la vida en autonomía, lo cual implica correr riesgos. No hay que trivializarlo diciendo cosas como: soy feminista, pero no me pongo tacones. Además, el hecho de que peleen por los derechos de las mujeres no significa que sean feministas.
¿Para ser feminista hay que tener una historia dramática, tener como rabia, dolor?
TODAS: ¡No, no!
FT: Yo fui la niña más feliz del mundo y he tenido una vida muy plena y de satisfacciones, lo que no me impidió tener los ojos abiertos sobre la vida de las mujeres que no tuvieron las mismas posibilidades mías.
OASG: Ser feminista no pasa porque te violaron o porque te gusten las mujeres o porque eres trans. El feminismo es una rebeldía, una profunda conciencia e inconformidad con las opresiones y subordinaciones que vivimos las mujeres.
CMD: La manera como empecé en el feminismo estuvo muy marcada por la relación con mi cuerpo, notaba que los hombres tenían más libertad en su movilidad y en su sexualidad que las mujeres. Entonces yo empecé en el feminismo trabajando por los derechos sexuales y reproductivos. Pero luego me incliné por la situación de las mujeres en la guerra.
MCSV: Mi relación con el feminismo es feliz desde que era feminista sin saber que lo era. Mi mamá me dio muchas alas, hizo que me gustara la gente y el mundo; tanto que me enamoré de un francés por carta, cuando no había internet. Pero también por ella conocí los dramas de mujeres, que la buscaban para que les ayudara por problemas de violencia familiar, y sobre todo por abortos. Sin haber abortado nunca, el aborto ha aparecido en mi vida tan frecuentemente que he llegado a gritar: ¡socorro, el aborto me persigue!
¿Ustedes son de la onda de que la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez “no las representa”, aunque sea la primera mujer que llega a la vicepresidencia de la República?
MCSV: Yo me siento ofendida de que digan que ella es feminista.
FT: Sí, yo también.
CMD: La vicepresidenta no representa a todas las mujeres, claro que no. Pero el acceso de las mujeres a las máximas instancias de poder sí es un espejo que instala el mensaje de que el poder no solamente es para los hombres.
OASG: Es que el feminismo tiene que poner en cuestión el statu quo, el modelo capitalista que se nutre de la división sexual del trabajo, donde nos va tan mal a las mujeres.
¿Entonces el feminismo es de izquierda necesariamente?
OASG: No, ni de izquierda, ni de derecha. Entre otras cosas, el feminismo ha interpelado a la izquierda por su visión patriarcal acerca de las mujeres y porque privilegia asuntos públicos sobre, por ejemplo, las violencias y exclusiones de las que las mujeres son víctimas en el ámbito privado.
FT: Yo traté de militar en la izquierda, pero ahí solo había una discusión: la lucha de clases. Así que, si uno levantaba la mano para hablar de las necesidades del 51 % de población, que son las mujeres, la respuesta casi siempre era que no era el momento de hablar de las mujeres. Entonces me salí de la izquierda y me volví feminista: una mejor opción para sobrevivir a esta cultura patriarcal y al machismo que conlleva.
MCSV: No necesariamente. La izquierda reproduce las mismas jerarquías y el machismo del sistema patriarcal. Deja “el tema” de las mujeres y sus derechos en segundo plano, y al interior de los partidos las relega a labores de servicio y apoyo. Pero en algunos aspectos sí hay afinidad. Ahora, no conozco feministas de derecha.
CMD: Antes del movimiento feminista, lo obvio era incursionar en los movimientos de izquierda y revolucionarios de la época; y no es que ambos movimientos fueran o sean divergentes, pero en ese momento no era tan armoniosa la posibilidad de vivirlos de manera integral, pues los movimientos de izquierda eran, y siguen siendo profundamente machistas. Entonces decidí que no iba a pasarme la vida peleando con las estructuras patriarcales y los comportamientos acosadores sexuales de la izquierda. Por eso opté por un feminismo autónomo.
¿Es decir que todas se fueron saliendo de la izquierda y armando como pequeños grupos?
MCSV: Sí, aunque estuve cerca del MOIR y del Bloque Socialista, no encontré allí lo que quería, pues yo no estaba en búsqueda de partido, sino de una nueva forma de hacer política y de vivir, lo cual no me lo permitía el partido, pero sí el grupo de autoconciencia. A algunas las cuestionaron por pertenecer al mismo tiempo a un partido y a un grupo feminista, les decían que eso era hacer doble militancia.
OASG: Sí, y nos unió la preparación del Primer Encuentro Feminista, en el 81. En esa época hablábamos del trabajo productivo o improductivo, del valor del trabajo doméstico, de que a las amas de casa se les debía pagar con dinero. Nos nutrieron mucho las mujeres que estaban regresando de vivir en Europa y Estados Unidos, pues acá la lucha feminista era muy incipiente. Muchas mujeres que se empezaron a asumir feministas fueron perseguidas durante el gobierno de Turbay Ayala, algunas se salieron por la persecución. Esa situación también nos unió.
CMD: Ese primer encuentro fue muy importante. Rosa Inés Ospina, que hacía parte del grupo Mujeres en la lucha, nos había empezado a formar a nuevas generaciones, que para ese entonces teníamos uno 17 o 18 años. De ahí se derivaron varios objetivos de lucha y eso dio pie al surgimiento de diferentes grupos feministas, sobre todo, en Bogotá.
O sea, ustedes fueron las pioneras del feminismo en Colombia…
FT: ¡No!, me molesta mucho que digan eso, porque antes hubo mujeres como Esmeralda Arboleda, que luchó veinte años por el voto, en un país absolutamente godo; u Ofelia Uribe de Acosta, que escribió en los sesenta Una voz insurgente.
MCSV: Depende, pues con todo el respeto y el agradecimiento a las que nos precedieron en la lucha por los derechos de la mujer, hasta cierto punto sí lo fuimos. Cuando regresé de estudiar en Francia, invadida por el “virus” del feminismo que aún me dura, me creía la única feminista en Colombia, porque no encontraba grupos o mujeres feministas.
OASG: Cuando iniciamos el grupo Mujeres en la lucha, estudiamos lo que había pasado en Colombia con las mujeres y a las que estaban antes les decíamos ‘las pepitas’ de una manera despectiva, porque nos parecían muy liberales, muy poco subversivas, no estaban a nuestra medida. Nosotras éramos jóvenes, radicales, en contra de todo. En fin. En el ochenta tuvimos una primera entrevista con Ofelia Uribe de Acosta, ella tendría ochenta y pico de años. Nos invitó a su apartamento en El Nogal y nos dijo algo que me impactó mucho: “Muchachas, ustedes están muy jóvenes, ustedes creen que descubrieron el agua tibia, pero ustedes están haciendo esto hoy gracias a que nosotras les entregamos el derecho al voto y a la educación”. Entonces empezó a contar cómo pelearon contra el régimen de Rojas Pinilla, del periódico que vendían, etc. Cuando salimos, decíamos: uy, qué vergüenza.
¿Hoy en día ya hay cabida para el feminismo en la izquierda y en otros partidos políticos, o creen que debe haber un partido político de las mujeres?
CMD: Cuando se estaba discutiendo la Ley 1257, que es la ley contra la violencia hacia las mujeres, en 2008, varios representantes de izquierda no la querían votar porque decían que era una ley discriminatoria contra los hombres, supuestamente porque no reconocía que también había violencia de mujeres hacia los hombres. Pero así estaban desconociendo que el fenómeno totalmente extendido es el contrario, sin que sea posible otra explicación que la discriminación por ser mujeres, cuestión que no siempre ha aceptado la izquierda. Por eso y por otras cosas pienso que los espacios, los encuentros y, ¡por qué no!, los partidos de mujeres son necesarios.
FT: Hemos soñado el partido en tiempos difíciles, pero creo que hoy no es una solución. La solución es hacer política de manera paritaria, hay que seguir trabajando en esa vía, aunque no se obtengan resultados inmediatos. Los hombres deben entender que, sin las mujeres, la democracia no puede andar.
MCSV: No solo uno, creo que debe haber partidos y movimientos de mujeres y grupos diferentes, pues el feminismo puede ser transversal a los partidos. En Medellín, por ejemplo, ya surgió un movimiento llamado Estamos listas, que presentará candidatas al Concejo.
OASG: El feminismo generó la revolución más importante del siglo XX, sin usar las armas, y aún así sus propuestas no han tenido cabida en los partidos. No sé si la solución sea crear un partido de mujeres, pues las experiencias de otros países no han sido exitosas. No obstante, esperamos que Estamos listas, de Medellín, tenga mucho éxito. El gran reto que tenemos como feministas es saltar de ser sujetos individuales a sujetos colectivos con poder político.
¿Cómo se explica que, después de tantos años de lucha, todavía no se haya logrado la equidad de género?
FT: Porque el patriarcado tiene múltiples maneras de sobrevivir, tiene las herramientas para resistir a estas rupturas; pero hoy ya está fisurado y agrietado.
OASG: Porque el patriarcado ha tenido la capacidad de readecuar el discurso de las mujeres a sus nuevas realidades políticas y económicas. Uno ve que ha convertido en mercancía la diversidad sexual. Para vender pornografía usan a trans, lesbianas y gais; inventan hoteles para homosexuales, venden camisetas que dicen: “Soy feminista”. Por eso el feminismo debe seguir siendo radical, solo así va a las raíces de los problemas.
MCSV: Porque para ello se requieren cambios profundos en la sociedad, en las personas, mujeres y hombres, que son lentos y difíciles.
Hoy se habla de feminismos, en plural. Pero oyéndolas, me parece entender que si las mujeres no son como ustedes, no pueden ser feministas.
TODAS: ¡No, no tienen que ser como nosotras!
OASG: Debo reconocer que uno mismo expresa el patriarcado en su relacionamiento con otras mujeres, por ejemplo, cuando no les reconoce su liderazgo. Pero cada quien debe buscar lo que quiere ser. Hoy las mujeres jóvenes tienen unas luchas muy duras que dar. Les empiezan a decir desde los diez años que no tengan hijos, porque son un obstáculo; pero, cuando llegan a los 35, les dicen que a qué horas van a tener hijos, y justo muchas están teniendo problemas para concebirlos. Además, tienen que ser exitosas, muy bonitas, muy inteligentes, ¡a pesar de seguir a la sombra de los hombres! ¡Qué presión tan horrible!
MCSV: Tienen que ser ellas mismas, dueñas de su cuerpo y vida, autónomas, solidarias, alegres, creativas, dispuestas a defender sus derechos. ¡Así terminarán pareciéndose!
FT: Nos han educado para ser rivales. Y eso de pasar de la rivalidad a la sororidad o a la solidaridad es un trabajo largo. Al patriarcado le encanta que peleemos entre nosotras; mientras tanto ellos siguen teniendo el poder.
CMD: Ahora me acerco con mucho cuidado a quienes están llegando al feminismo, porque siento que, en ocasiones, las abordamos con beligerancia y provocamos un sentimiento adverso. Ha sido tan larga nuestra historia y tan difícil nuestro camino, que quizá eso explica nuestra reacción. Sin embargo, estoy convencida de la necesidad de transformar esa actitud, porque necesitamos sumar y sumar y sumar.
A las mujeres nos dicen a cada rato que somos más machistas que los hombres, ¿cómo nos quitamos eso?
OASG: Es que una puede ser muy autónoma en lo económico, pero muy poco autónoma en lo emocional. Concede muchas cosas en las relaciones emocionales. No creo que las mujeres seamos más o menos machistas que los varones, por nuestras historias de vida lo vivimos y expresamos diferente: ellos, desde el poder y el privilegio; y nosotras, desde la subordinación. Para quitarnos el patriarcado es necesario un largo proceso de trasformaciones internas y en las relaciones con la familia, con otras mujeres, con las hijas e hijos, con los varones.
FT: Cuando mis hijos eran chiquitos, seguramente le dije a uno de ellos: “No llore, sea hombre”. Pero bueno, lo asumo. El feminismo puede ser un proceso muy doloroso, pues hay que hacer muchas renuncias.
¿Qué tipo de renuncias?
MCSV: A muchas cosas en el ámbito familiar, social, emocional, laboral y profesional, como me pasó a mí cuando estaba en el ICFES, trabajando con el Sistema Nacional de Bibliotecas Universitarias. Empecé a hacer cosas ‘tan locas’, como participar en la creación del sindicato y hacer fiestas diferentes, feministas, para los niños y las madres. Me llamaron la atención y entonces yo me fui.
CMD: Yo trabajé durante mucho tiempo en una importante organización de origen jesuítico, en Ciudad Bolívar, pero de allí salí porque me llamaban la atención porque “era muy feminista” y hacía “demasiado” énfasis en las soluciones que necesitaban las mujeres. Me pedían pensar de manera más global. Entonces, me fui porque no cabía. Luego fui directora de una ONG sobre educación, y nuevamente salí por la presión del colectivo, casi todos hombres, que me calificaban de “ser excesivamente feminista”, con el argumento de que lo que yo estaba haciendo con el Movimiento Mujeres 2000, para que hubiera más mujeres en política, no era educación formal. Di la pelea, pero la perdí. Ahí es cuando decido, con Marta Tamayo, Beatriz Quintero, Ana Cristina González y Cecilia Barraza, conformar Sisma Mujer, en el 98.
OASG: Cuando yo estuve en la Dirección Nacional de Equidad para las Mujeres, que me abría un camino grandísimo, en una reunión informal un ministro me dijo: “Ay Olga Amparo, usted tan inteligente y tan capaz, pero siempre hablando de eso de mujeres, ¿por qué no se pasa a otro tema para que tenga más éxito?”. Me cuestioné si quería seguir en eso o no, y decidí volver al trabajo en la Casa de la Mujer. Más que renuncia, creo que hice una elección por una forma de vida, en la cual, a paso lento, se aprende a ser autónoma.
FT: Pero son renuncias que se vuelven realmente ganancias. Yo me siento muy contenta con la vida que he tenido. Claro, tengo que reconocer que, en la sociedad colombiana, el hecho de ser extranjera y de tener un acento me ha blindado. Nunca me han amenazado.
OASG: En Colombia, si uno dijera públicamente las cosas que dice Florence, le tirarían tomates. Pero a ella no.
FT: Es cierto, pero yo he aprovechado eso para asumir las voces de las mujeres que no tiene voz.
¿Cómo fue el inicio de la lucha por el derecho al aborto?
MCSV: Para mí la lucha consciente empezó cuando me encontré con un grupo de feministas en París, que me mostraron el profundo sentido político del aborto. Eso me cambió la vida. Fue en esa época, 1976, que mujeres de diferentes tendencias y condiciones empezamos a hablar del aborto en términos diferentes a pecado, crimen y muerte. Pero el hecho que lo sacó públicamente fue la Campaña internacional por la anticoncepción, el derecho al aborto, y en contra de las esterilizaciones forzadas, convocada por grupos socialistas, en 1979, en todo el país. Eso fue una experiencia inolvidable.
OASG: En el 79, durante una marcha, nos enfrentaron mujeres campesinas que nos decían que estábamos peleando por el aborto y nosotras dijimos: no, por la libre opción a la maternidad. Era algo muy clandestino, teníamos un sistema de ginecólogos y ginecólogas, pero cobraban mucho.
FT: Y después, a finales de los ochenta, ya empezamos a salir a la calle para gritar: mi cuerpo es mío y sobre mi cuerpo decido yo. Eso también fue un momento muy importante.
¿Una mujer que crea que el aborto no debe ser legalizado puede ser feminista, o no?
FT: No puede, porque el feminismo promueve la autonomía de las mujeres. Por eso también estamos en contra de los abortos forzados. Las mujeres deciden.
OASG: Si es feminista, la mujer puede decidir no estar de acuerdo con practicarse un aborto, pero no puede oponerse a que otras lo hagan.
MCSV: No, porque si no entiende que el aborto es una opción, no una obligación y a veces una necesidad, no ha entendido lo que significa ser feminista.
El fallo de la Corte que despenaliza el aborto en tres circunstancias fue uno de muchos intentos, hasta entonces fallidos…
FT: La presión de la Iglesia hizo que se archivaran los proyectos. El fallo de la Corte que legalizó el aborto en tres circunstancias se da gracias a la Constitución del 91, por el Congreso no lo hubiéramos logrado nunca.
OASG: Hubo como seis o siete proyectos para legalizar el aborto, que se hundieron. La Constitución abonó el terreno, aunque no logramos que quedara en ella la libre opción a la maternidad, porque la Iglesia nos dijo que si nos empeñábamos en eso, ellos metían que la vida existe desde el momento de la concepción.
Hace un tiempo le oí a alguien que es como paradójico que muchas feministas tengan hijos hombres. ¿Cómo los crían para ser coherentes con el discurso que manejan?
FT: Cuando quedé embarazada decía que no quería tener hijas mujeres, porque este país es muy duro para las mujeres. Y tuve la suerte de tener dos varones. Pero no pienso como feminista cuando estoy con ellos. Yo tengo una práctica de vida y ellos la sienten. Tuve la enorme felicidad de tener un hijo antropólogo y un hijo gay, que me abrieron, cada uno a su manera, el mundo a la diversidad.
Y cuando se ponen ‘machitos’, ¿qué hace?
FT: Debatir con ellos, son tipos chéveres, muy solidarios.
OASG: Yo tengo una hija mujer y un hijo hombre, y nunca me planteé cómo educarlos feministas. Pero hace años mi hijo me dijo: “¡Cómo eres tú de machista!”. Eso fue porque un día, en un bar, unos hombres empezaron a tratar de seducirlos a él y a sus amigos y ellos no supieron qué hacer. Entonces llegó desorbitado y me reclamó que yo nunca le expliqué que eso podía pasar mientras que a su hermana siempre le estaba advirtiendo sobre los peligros y dándole autonomía. Y cuando era pequeño, llegó un día llorando del colegio porque le dijeron marica, porque llevaba un mameluco rosado, y no se lo quiso volver a poner.
CMD: Yo tengo un nieto hombre, con el he aprendido más de los hombres y del camino que también ellos deben recorrer. Siempre recuerdo dos frases suyas de cuando tenía casi ocho años: “Yeya, es que no es tan fácil cambiar las cosas, porque nos critican mucho cuando los hombres lo intentamos”. Sin los hombres no es posible hacer los cambios que requiere la sociedad para transformar la discriminación hacia las mujeres, pero como nuestras capacidades económicas, físicas e institucionales son limitadas, creo que no somos nosotras las que tenemos que enfocarnos en cómo involucrar a los hombres, sino ellos los que deben gestionar sus propios movimientos y estrategias para hacer las transformaciones que les corresponden.
¿Si tuvieran otros cincuenta años por delante para seguir en la lucha, por qué lucharían?
FT: En primer lugar, por acabar con la violencia contra las mujeres, con el feminicidio.
OASG: Por un encuentro respetuoso entre los seres humanos, por el reconocimiento del otro, contra el individualismo y las esclavitudes modernas, y por una vida respetuosa con la naturaleza.
MCSV: Por una educación sexual que permita una expresión más libre de la sexualidad, que la separe de la reproducción, y que lleve a que cada vez menos las mujeres se vean en la necesidad de abortar.
CMD: Por acabar con el bloqueo institucional de género, como lo denomina la Corte Constitucional, que explica el incumplimiento de lo que hemos logrado a través del feminismo y del derecho, que, por cierto, no siempre han ido de la mano. Tenemos ya marcos jurídicos poderosos, por ejemplo, el enfoque de género en el Acuerdo de Paz es nuestra obra, nuestro legado para la lucha feminista internacional, pero para que se cumpla se requieren transformaciones culturales en la sociedad y en las instituciones. El movimiento feminista mundial observa a Colombia.
Olga Amparo. Trabajadora social Directora de la Casa de la Mujer Mamá de Sofía y Santiago. Abuela de Jacobo, Lorenzo y Pablo |
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Florence. Psicóloga. Fundadora del Grupo Mujer y Sociedad |
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María Cristina. Feminista independiente |
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Claudia. Abogada. Directora de Sisma Mujer |
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