¿POR QUÉ HE ESCRITO ESTE LIBRO?

Es sorprendente la razón de ser de este libro. En el transcurso de la historia humana, hemos visto las ventajas del pensamiento infinito muchas veces. El auge de las grandes sociedades, los avances en ciencia y medicina y la exploración del espacio se han producido porque grandes grupos de personas, unidas con una causa común, eligieron colaborar sin tener un fin claro a la vista. Por ejemplo, si un cohete que iba dirigido a las estrellas explotaba, averiguábamos qué había sucedido y lo volvíamos a intentar una vez… y otra… y otra. Incluso después de haberlo logrado, seguíamos adelante. Lo hacíamos no por la promesa de una paga extra al final del año, sino porque sentíamos que contribuíamos a hacer algo más grande que nosotros mismos, algo con valor que duraría mucho más que nuestra propia vida.

Pese a todas las ventajas de actuar teniendo un punto de vista infinito, a largo plazo, no resulta fácil. Implica un verdadero esfuerzo. Como seres humanos, tenemos una tendencia natural a buscar soluciones inmediatas a problemas incómodos y a dar prioridad a las ganancias rápidas para hacer avanzar nuestras ambiciones. Tendemos a ver el mundo como éxitos y fracasos, ganadores y perdedores. Este modo por defecto de ganar-perder a veces puede funcionar a corto plazo; en cambio, como estrategia para empresas y organizaciones puede tener consecuencias graves a largo plazo.

Los resultados de esta mentalidad por defecto resultan demasiado familiares: rondas anuales de despidos masivos para cumplir proyecciones arbitrarias, entornos laborales feroces, sumisión a los accionistas por encima de las necesidades de empleados y clientes, prácticas de negocios fraudulentas y poco éticas, recompensas a miembros del equipo tóxicos y que tienen un rendimiento elevado mientras se hace la vista gorda al daño que hacen al resto del equipo y recompensas a líderes que parecen interesarse mucho más por ellos mismos que por las personas que tienen a su cargo. Todo esto contribuye al descenso de la lealtad y el compromiso y al aumento de la inseguridad y la ansiedad que muchos sentimos hoy en día. Este acercamiento impersonal y transaccional a los negocios parece haberse acelerado después de la Revolución Industrial y parece estar acelerándose aún más en nuestra era digital. De hecho, nuestra forma de entender el comercio y el capitalismo parece estar bajo el influjo del pensamiento finito y a corto plazo.

Pese a que muchas personas lamentemos este estado de la cuestión, por desgracia parece que el deseo del mercado de mantener el statu quo es más potente que el impulso para cambiarlo. Cuando decimos cosas como «hay que anteponer las personas a los beneficios», a menudo nos enfrentamos a resistencia. Muchos de los que controlan el sistema actual, muchos de nuestros líderes actuales, nos dicen que somos ingenuos y no comprendemos cómo funcionan los negocios «de verdad». En consecuencia, demasiadas personas nos echamos atrás. Nos resignamos a despertarnos con pavor por tener que ir al trabajo, sin sentirnos seguros cuando estamos ahí y teniendo dificultades para sentirnos realizados en nuestra vida. Tanto, que la búsqueda del escurridizo equilibrio entre trabajo y vida se ha convertido en toda una industria. Lo que me hace preguntarme si tenemos otra opción que sea viable.

Es completamente posible que quizás, solo quizás, la «realidad» de la que siguen hablando los cínicos no tenga por qué ser así. Que quizás nuestro sistema actual de hacer negocios no esté «bien» o ni siquiera sea «el mejor». Solamente es el sistema al que estamos acostumbrados, el que prefiere y defiende una minoría, no la mayoría. Si este es el caso, entonces tenemos una oportunidad de ofrecer una realidad distinta.

Está en nuestra mano construir un mundo en el que la mayoría nos levantemos todas las mañanas inspirados, nos sintamos seguros en el trabajo y volvamos a casa sintiéndonos realizados al final de la jornada. El tipo de cambio que defiendo no es fácil, pero es posible. Con buenos líderes (grandes líderes), esta visión se puede hacer realidad. Los grandes líderes son los que piensan más allá del «corto» frente al «largo plazo». Son los que saben que el quid de la cuestión no es el próximo trimestre ni las próximas elecciones, sino la próxima generación. Los grandes líderes crean organizaciones que tengan éxito cuando ellos ya no estén en este mundo y, cuando lo hacen, las ventajas (para nosotros, para los negocios e incluso para los accionistas) son extraordinarias.

He escrito este libro no para convertir a los que defienden el statu quo, sino para concentrar a los que están listos para cuestionar dicho estado de la cuestión y sustituirlo por una realidad que conduzca mucho más a nuestra necesidad humana profundamente arraigada de sentirnos seguros, de contribuir a hacer algo mayor que nosotros mismos y sustentarnos a nosotros y a nuestras familias. Una realidad que funcione para nuestros mejores intereses como personas, como empresas y como especie.

Si creemos en un mundo en el que nos podamos sentir inspirados, seguros y realizados todos los días y si creemos que los líderes son los que pueden hacer realidad esa visión, tenemos la responsabilidad colectiva de encontrar, enseñar y apoyar a las personas comprometidas de una forma que haga más probable que dicha visión se haga realidad. Y uno de los pasos que debemos dar es aprender lo que significa liderar en el Juego Infinito.

Simon Sinek

4 de febrero de 2019

Londres (Inglaterra)