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PLATÓN

1. Vida, obra y plan de su filosofía

2. Metafísica

3. Cosmología

4. Antropología

5. Teoría del conocimiento

6. Ética

7. Política

8. Influencia e importancia de Platón

Se ha dicho que la historia de la filosofía no es más que un conjunto de notas a pie de página de las obras de Platón. Ello es así porque la profundidad, amplitud y amenidad de su pensamiento apenas admiten parangón. Fue el mejor discípulo de Sócrates y el gran maestro de Aristóteles. Forjó diálogos y mitos inolvidables, y nada humano le fue ajeno, en especial cuatro cuestiones fundamentales: la política, el origen del cosmos, el origen del hombre y su destino después de la muerte.

¿Cómo podemos saber lo que nos conviene sin saber quiénes somos?

Si el semblante de la virtud pudiera verse, enamoraría a todos.

Todos los Estados actuales están, sin excepción, mal gobernados.

Sólo la filosofía puede ayudarnos a lograr la justicia en el Estado, y a ser nosotros mismos buenos.

Las desgracias humanas no acabarán hasta que los verdaderos filósofos ocupen los cargos públicos o los políticos, por una especial gracia divina, se conviertan en auténticos filósofos.

1. Vida, obra y plan de su filosofía

VIDA Y OBRA

Aristocles, llamado Platón por sus anchas espaldas, nació el 427 a. C. en una familia de la más alta aristocracia ateniense. En su juventud pensó dedicarse activamente a la política, pero la dictadura de los Treinta tiranos, la convivencia con Sócrates y su injusta condena a muerte cambiaron el rumbo de su vida.

Después de la muerte de Sócrates, parece que Platón viajó a Megara, Cirene, Italia y Egipto. Lo cierto es que estuvo en Sicilia cuando tenía ya 40 años, invitado en la corte de Siracusa por el tirano Dionisio I. La tradición nos dice que el tirano se irritó contra el filósofo y lo vendió como esclavo. Por suerte, recuperó la libertad y regresó a Atenas, donde fundó una escuela cerca del santuario dedicado al héroe mitológico Academo. La Academia platónica es la primera universidad europea, pues en ella se seguían múltiples estudios: filosofía, matemáticas, astronomía, ciencias físicas, etc. En ella estudiaban jóvenes de Atenas y de toda Grecia, y contaba con un excelente claustro de profesores. Aunque Platón trataba de formar políticos y gobernantes, su método combinaba el pragmatismo con el amor desinteresado a la ciencia.

Muerto Dionisio I, Platón aceptó por dos veces la invitación a volver a Siracusa como consejero de Dionisio II, y así realizó su segundo y su tercer viaje a Sicilia, pero no consiguió que se llevara a la práctica su modelo ideal de sociedad y de política, resumido en la pretensión de que los gobernantes se hicieran filósofos. Murió en Atenas el 347 a. C., a los ochenta años de edad.

La obra escrita de Platón se conserva casi completa. Es, con la aristotélica, la cima de la filosofía y de toda la cultura griega, y posee una insuperable calidad literaria. Platón escogió como género literario para expresar su pensamiento el diálogo, quizá por afinidad con su propio método dialéctico, y porque toda la enseñanza de Sócrates fue dialogada. De hecho, Sócrates es el principal interlocutor de los treinta diálogos platónicos.

Entre los diálogos de juventud cabe destacar la Apología de Sócrates y Critón. A la madurez pertenecen: Protágoras, Gorgias, Fedón, el Banquete, la República y Parménides. Cercana ya su muerte, Platón todavía escribió obras fundamentales como Timeo y las Leyes. Además de los diálogos, se atribuyen a Platón una docena de cartas, alguna de las cuales, como la VII, tiene suma importancia.

PLAN DE LA FILOSOFÍA PLATÓNICA

Platón nace y crece con la guerra del Peloponeso, tres décadas de contienda fratricida donde Atenas pierde todo su equilibrado sentido de la justicia. Así surge el escepticismo sofista, como una droga de la conciencia para justificar la ley del más fuerte.

A partir de esa experiencia y de la muerte injusta de Sócrates, a Platón le interesa, por encima de todo, averiguar dos cuestiones estrechamente relacionadas: en qué consiste obrar bien (ética), y cómo organizar una sociedad justa (política).

Para conocer lo que nos conviene, Platón se pregunta previamente qué es la naturaleza humana (antropología). A su vez, para saber cómo es la naturaleza humana, hay que disponer de un conocimiento verdadero, por encima de la mera opinión (teoría del conocimiento).

La verdad que descubre el conocimiento racional es que el mundo físico (cosmología) es reflejo de un mundo de Ideas o arquetipos, eterno e inmutable (metafísica). Ese mundo ideal y suprasensible es también modelo de lo que debe ser la conducta humana, la sociedad y el Estado. Así, todas las preguntas de Platón encuentran respuesta en su original Teoría de las Ideas.

Problema metafísico

¿Qué es la realidad?

Solución: Teoría de las Ideas

Problema cosmológico

¿Cuál es el origen del Cosmos?

Solución: Las Ideas, la Materia, el Demiurgo

Problema gnoseológico

¿Cómo alcanzar la verdad?

Solución: Teoría de la reminiscencia

Problema antropológico

¿Qué es el ser humano?

Solución: Dualismo alma-cuerpo

Problema ético

¿En qué consiste obrar bien?

Solución: Las virtudes y la armonía entre las partes del alma

Problema político

¿Cómo organizar una sociedad justa?

Solución: Armonía entre clases sociales y gobierno de filósofos

2. Metafísica

TEORÍA DE LAS IDEAS

Platón sabía que el mundo físico está, como dijo Heráclito, en perpetuo devenir. Ese fluir universal debería hacer imposible nuestro conocimiento científico de la realidad, pues la ciencia aspira a definir sus objetos, y la definición sólo es posible sobre aspectos invariables. ¿Cómo es que conseguimos, a pesar de lo dicho, elaborar definiciones verdaderas? La respuesta platónica va a ser genial, y se apoya en una evidencia empírica: el hecho de que todos los seres materiales, por debajo de sus cambios y diferencias, presentan una configuración específica que hace que una ardilla, una rosa o un gato sean siempre gato, rosa o ardilla, sin posiblidad de ser confundidos entre sí o con otras especies. Platón explicará este hecho por la existencia de un molde inmaterial o idea (del griego eidos: forma) que es causa de los miles o millones de individuos en los que puede materializarse sin confundirse con ellos. Según esto, un animal puede envejecer y morir, pero su idea, su causa formal, el modelo inteligible del cual procede, puede ser eterno e inmutable. De hecho, Platón piensa que lo eterno no es el arjé presocrático sino las ideas inmateriales a cuya imagen está copiado el mundo físico.

Si Heráclito pensaba que la verdad es imposible en un mundo donde todo fluye, Sócrates afirmaba que el conocimiento verdadero es posible en el plano de lo conceptual. Platón, en la línea de Sócrates, dirá que los conceptos humanos son las representaciones mentales de las ideas extramentales. Platón llamó ideas a las causas metafísicas del mundo físico, y no entendió por ideas los conceptos o formas mentales que produce nuestra inteligencia, sino los modelos inmateriales y subsistentes que han dado lugar, por imitación o participación, al mundo sensible.

Todo el pensamiento platónico gira en torno a este punto fundamental: la afirmación del mundo de las ideas, realidad suprasensible que es causa última de todo lo que existe, también de los cuatro elementos y de los átomos presocráticos. Para realizar esta exploración metafísica Platón nos dice que tuvo que emprender una «segunda navegación»: la que se iniciaba cuando la falta de viento hacía inservible la vela y obligaba a empuñar los remos. En esta imagen marinera, la primera navegación fue la realizada por la filosofía presocrática.

¿Por qué es preciso ir más allá de la física? Además de lo dicho respecto al conocimiento conceptual, es preciso ir más allá de lo físico porque las causas físicas no lo explican todo. Platón pone un sencillo ejemplo: Sócrates está en la cárcel porque tiene un cuerpo con músculos, tendones y articulaciones, cuyas piernas le han llevado hasta allí; pero la verdadera explicación de la presencia de Sócrates en la cárcel no es anatómica ni fisiológica; la verdadera causa es de orden moral: decidió aceptar el veredicto de los jueces y morir por respeto a las leyes; como resultado de dicha elección libre, de carácter inmaterial, Sócrates ha movido los músculos y las piernas hasta llegar a la cárcel.

Platón amplía la aplicación de este ejemplo a toda la realidad material, a la que toma como efecto de una causalidad no material que divide todo lo que existe en dos planos de ser: el fenoménico y visible, captable por los sentidos, y el inteligible, captable con la mente. Todo el pensamiento occidental va a quedar marcado por esta distinción, que supera definitivamente la antítesis entre Heráclito y Parménides. Sólo después de esta segunda navegación platónica podemos hablar de lo inmaterial, lo suprasensible y lo metafísico.

Con la teoría de las ideas, Platón intenta unificar el devenir de Heráclito con la inmutabilidad y perfección del ser de Parménides.

Hay ideas de valores morales, de valores estéticos, de entes geométricos y matemáticos, y de toda clase de cuerpos. Al ser la causa del mundo físico, las ideas son más reales que lo que llamamos realidad, son la verdadera realidad, denominada por Platón «mundo de las ideas», y tienen varias propiedades inconfundibles:

a) Son inmutables, no cambian nunca, y esto es lo que permite que se las pueda definir y conocer con precisión. Aunque cada hombre cambie a lo largo de su vida, la idea de hombre es siempre la misma: no crece, ni cambia, ni muere.

b) Son atemporales, eternas. No han comenzado a existir ni dejarán de existir. Aunque todos los hombres murieran, la «idea» de hombre seguiría siendo la que es, como la idea de dinosaurio es la que es aunque ya no exista ninguno.

c) Son únicas: aunque existan muchos hombres, todos proceden de la idea de hombre. La unidad implica unicidad: no hay dos ideas iguales.

d) Si los seres materiales son copias imperfectas, las ideas son modelos perfectos.

e) Son inteligibles: sólo pueden ser conocidas por la razón, no por los sentidos.

El alcance de la teoría de las ideas es enorme. Platón ha pretendido demostrar que lo sensible sólo se explica apelando a lo suprasensible; que lo relativo exige recurrir a lo absoluto, lo móvil a lo inmóvil, y lo corruptible a lo eterno. Con la teoría de las ideas, Platón supera el escepticismo sofista, pues se hace posible el conocimiento verdadero. También supera el relativismo ético, el utilitarismo y el hedonismo, pues podemos encontrar nociones universalmente válidas sobre el bien y las virtudes fundamentales. Hay, además, una aplicación política de esta teoría, pues nos permite conocer cómo debe ser una sociedad justa y un Estado perfecto.

REVISIONES DE LA TEORÍA DE LAS IDEAS

Platón revisó continuamente su teoría de las ideas. En un principio pensó que cada idea era distinta de todas las demás, sin relación mutua. Más tarde sostuvo que las ideas —como lo están nuestros conceptos y la misma realidad— han de estar relacionadas y jerarquizadas entre sí, formando una especie de pirámide en cuya cúspide se encuentra la idea suprema, el Bien, la causa del ser y de la inteligibilidad de todas las demás. Así, todas las ideas participan del Bien, y el Bien las sostiene sin depender de ellas. Platón pensó que el Bien era la idea suprema porque todas las cosas, por el hecho de ser, son buenas. En alguna ocasión también afirmó que la idea suprema era la Unidad y la Belleza. En la República nos dice Platón que el Bien no es sólo el fundamento que convierte a las ideas en cognoscibles, sino la causa de su misma existencia.

¿Cuántas ideas existen? Platón responde que existen tantas ideas como realidades distintas hay en el mundo sensible, puesto que éste está hecho a semejanza de las ideas. ¿Y existen ideas de nuestras ideas abstractas? ¿Existen ideas de los números, del concepto de justicia, etc.? Platón admitió que sí, puesto que pensamos constantemente en estas realidades.

Aunque Platón revisó contantemente su teoría, no consiguió solucionar los puntos débiles puestos de manifiesto por Aristóteles. Tales problemas tienen como núcleo común la relación entre lo sensible y lo inteligible. Trasladada al ámbito del hombre, dicha relación es la del alma con el cuerpo, que Platón explicará en términos de oposición, agravando el problema.

3. Cosmología

DEL CAOS AL COSMOS

Una vez estudiada la existencia y las propiedades de la verdadera realidad, Platón va a investigar cómo es el mundo sensible. Dicha investigación se contiene en el Timeo, uno de sus últimos Diálogos. Puesto que el mundo sensible está en perpetuo cambio y nada en él puede ser definido, Platón piensa que la física o cosmología no es propiamente una ciencia sino una narración verosímil, llena de conjeturas, suposiciones y mitos.

Para explicar el mundo físico Platón recurre a tres tipos de realidades:

a) El mundo de las ideas, que es eterno, inmutable y modelo del mundo sensible.

b) El mundo sensible, cuya existencia es siempre precaria, nunca plena, pues está en constante cambio.

c) El espacio vacío, recipiente o receptáculo del mundo sensible, que hace posible el movimiento. No es ni sensible ni inteligible.

¿Cómo se formó el mundo sensible? A partir de cuatro causas:

— El espacio vacío.

— Una materia caótica e informe.

— Unos modelos ideales: las ideas.

— Un Demiurgo o Artífice Supremo: un dios bueno que convierte el caos en cosmos moldeando la materia amorfa según el modelo de las ideas.

El Timeo nos dice que el Demiurgo y el «mundo de las ideas» son eternos, a diferencia del mundo sensible, que ha sido engendrado, que «ha nacido porque puede verse y tocarse y tiene cuerpo, y tales cosas son todas ellas sensibles, y las cosas sensibles están sujetas a procesos de generación y son engendradas».

El fin que se propuso el Demiurgo fue plasmar la perfección del mundo de las ideas en la materia. De ahí que pueda decirse que este mundo no ha sugido por azar sino que es fruto de la bondad del Demiurgo. Por eso, a pesar de ser imperfecto, quizá sea el mejor de los mundos posibles. La imperfección que contiene no se debe al Demiurgo sino a la resistencia que ofrece la materia para ser moldeada. Esta teoría, repetida siglos más tarde por Leibniz, es conocida como «optimismo metafísico».

Influenciado por los pitagóricos, Platón pensó que el Demiurgo modeló la materia en forma de partículas geométricas: con figura de cubo las partículas de la tierra, de icosaedro las del agua, de octaedro las del aire y de tetraedro las del fuego. Por esa composición tiene todo el cosmos estructura geométrica y matemática. Se ha dicho que Platón es el fundador de la teología occidental, porque descubre la categoría metafísica gracias a la cual es pensable lo divino. Su Demiurgo no crea la materia, pero es un dios con rasgos personales: capaz de conocer y querer.

4. Antropología

En el Fedón, Platón pone en boca de Sócrates varias tesis fundamentales sobre el ser humano:

— Que su realidad consiste en la unión de dos elementos reales, alma y cuerpo.

— Que el alma representa lo divino, anterior al cuerpo e inmortal.

— Que el cuerpo es mortal e impuro, cárcel y tumba del alma.

— Que el destino del cuerpo es muerte y corrupción, pero el del alma es perdurar después de la muerte.

— Que el destino de las almas no es igual para todas: recibirán premios o castigos, según hayan sido sus obras en este mundo.

— Que si la vida ha sido virtuosa, la muerte es más deseable que temible.

DUALISMO ALMA-CUERPO

Para Platón, el ser humano es, sobre todo, su alma, y el cuerpo es un lastre que el alma arrastra a consecuencia de un antiguo castigo. La unión alma-cuerpo es accidental, como la de del timonel con su nave o la del jinete con su caballo: no forman un solo ser sino dos seres unidos accidental y temporalmente. Las almas preexisten a los cuerpos y siguen existiendo cuando éstos se corrompen. Las almas son eternas y, por lo tanto, inmortales.

Platón no sabe con seguridad si en el hombre hay tres almas o una con tres partes. En cualquier caso, el ser humano presenta tres funciones anímicas diferentes:

a) Racional, con sede en la cabeza.

b) Irascible, situada en el pecho. Engloba los apetitos o tendencias nobles del alma, tales como la valentía, el esfuerzo, el sacrificio, etc.

c) Concupiscible. Se trata de la tendencia al placer sensible, culpable de que no sigamos, con frecuencia, lo que aconseja la razón. Tiene su sede en el vientre.

Con esta teoría de las tres almas, o de las tres partes del alma, Platón trata de explicar un hecho de experiencia: la lucha en el interior del hombre entre la razón y el deseo de placer, responsables de nuestras malas acciones y elecciones. Resulta inolvidable su explicación por medio del célebre mito del carro alado. La razón es como un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. Todo el arte del auriga consiste en templar con prudencia la fogosidad del corcel negro (concupiscible) y acompasarlo con el blanco (irascible) para correr sin perder el equilibrio.

En su concepción peyorativa del cuerpo, Platón sigue a Pitágoras: el cuerpo es la cárcel del alma, el lugar donde ésta ha sido encerrada como castigo por una culpa. Mientras el alma habite un cuerpo, está como en una tumba, y sólo la muerte del cuerpo será la liberación del alma. El cuerpo es la raíz de todo mal, origen de amores alocados, pasiones, enemistades, discordias, ignorancia y demencia: todo lo que constituye la muerte del alma. Si el alma tiende a lo racional y sublime, el cuerpo tiende a lo irracional, y vivir debe ser «prepararse para morir», un ejercicio de purificación para librarse poco a poco del cuerpo y de sus inclinaciones, a fin de que el alma pueda volver cuanto antes a su verdadera patria: el mundo de las ideas.

El castigo de caer a la tierra y arrastrar un cuerpo sobrevino al alma en el mundo de las ideas. Empleando la terminología del mito del carro alado, el alma fue castigada porque el auriga no consiguió dominar al corcel negro. Ahora, su destino depende de ella, de lo que haga en esta vida. Si logra purificarse, es decir, si no sigue las tendencias del cuerpo, se reencarnará en cuerpos cada vez más perfectos, y cuando la purificación sea total, volverá al mundo de las ideas, donde será plenamente feliz contemplando la verdad. Si no se purifica, se reencarnará en cuerpos peores, incluso en cuerpos de animales. La teoría de la reencarnación la tomó Platón de los pitagóricos.

INMORTALIDAD

La parte racional del alma es inmortal y eterna, ha existido desde siempre y seguirá existiendo después de separarse del cuerpo. Platón dedica un Diálogo entero, el Fedón, a demostrar la inmortalidad del alma. Sus principales argumentos son:

1. Conocer es encuadrar un objeto dentro de los conceptos que ya tenemos, y eso no lo podríamos hacer si no supiéramos nada del objeto que tenemos delante; por tanto, conocer es, en el fondo, reconocer, recordar la idea de ese objeto, vista por el alma en su primera existencia, cuando habitaba el mundo de las ideas, libre del cuerpo.

2. Este mundo es imperfecto, y sin embargo nuestros conceptos pueden ser perfectos. Esto quiere decir que no es el concepto de círculo perfecto el que depende de los objetos más o menos circulares, sino que éstos son más o menos circulares según se asemejan al concepto de circularidad perfecta. Otro ejemplo: en el mundo sensible hay cosas más o menos buenas y más o menos bellas, pero a nosotros nos gustaría disfrutar de una belleza y una bondad insuperables. Nuestros conceptos de belleza y de bondad no los hemos podido formar a partir de seres imperfectos, luego los hemos conocido antes que el mundo sensible, lo cual implica que el alma ha preexistido en el mundo de las ideas. Si preexistía no es sensible, no es corpórea, y seguirá existiendo después de la muerte del cuerpo.

3. Como conocer es «asimilar», desde los presocráticos se pensaba que tenía que existir una semejanza entre el que conoce y lo conocido: que «lo semejante se conoce por lo semejante»; según esto, si el alma es capaz de conocer las ideas, ha de tener una naturaleza semejante a la de ellas: ha de ser eterna e inteligible.

Una vez establecida la inmortalidad del alma, tiene máxima importancia investigar su destino después de la muerte del cuerpo. Aquí aparece una idea central en Platón, probablemente tomada de los pitagóricos: la metempsicosis. Se trata de una doctrina que afirma que el alma se reencarna en diversos cuerpos antes de alcanzar el premio de la vida definitiva en el «mundo de las ideas», o el castigo para siempre en el Tártaro. Todos los avatares de las sucesivas reencarnaciones son minuciosamente explicados en el mito de Er, al final de la República:

Después de salir del cuerpo, su alma se había puesto en camino con otras muchas, y habían llegado a un lugar maravilloso donde aparecían en la tierra dos aberturas que comunicaban entre sí, y otras dos arriba en el cielo, frente a ellas. En mitad había unos jueces que enviaban a los justos al cielo, por el camino de la derecha, después de colgarles por delante un rótulo con lo juzgado; y a los injustos les ordenaban ir hacia abajo, por el camino de la izquierda, llevando escrito por detrás todo lo que habían hecho. Cuando le tocó el turno a él, le dijeron que debía anunciar estas cosas a los hombres, y le invitaron a que oyera y contemplara cuanto había en aquel lugar.

5. Teoría del conocimiento

Platón heredó de Sócrates la convicción de que es posible el conocimiento objetivo y universalmente válido, y se propuso demostrarlo racionalmente.

CONOCER ES RECORDAR

El escepticismo sofista planteaba una aporía contra el conocimiento: no se puede conocer aquello que todavía no se conoce, porque si nos encontramos con ello no lo reconoceríamos. Por otra parte, gracias a los sentidos podemos hablar de cosas iguales, cuadradas o circulares, pero si las examinamos de cerca descubrimos que nunca se ajustan de un modo exacto a lo que en nuestra mente concebimos como igualdad, circular o cuadrado. Si existe un desnivel entre los datos de la experiencia y nuestros conceptos mentales, ¿de dónde procede la perfección de éstos?

Para superar tales dificultades, Platón defenderá que todo conocimiento es recuerdo de algo que siempre ha estado en el alma. Además, ¿cómo podríamos conocer las ideas si no pertenecen a este mundo? Todo se explica si admitimos que conocer es recordar (anamnesis). El alma conoció las ideas antes de encarnarse; luego, a raíz de su castigo, se olvidó de ellas; pero, como el mundo sensible es una copia del mundo de las ideas, sirve de ocasión para que, poco a poco y con esfuerzo, en el alma se produzca la reminiscencia de lo ya conocido. Como ya hemos dicho, si en la realidad no existe el círculo perfecto ni la justicia perfecta, pero nuestra mente posee ambos conceptos, sólo cabe que los haya encontrado dentro de sí misma.

La concepción del conocimiento como recuerdo (reminiscencia, anamnesis) la expone Platón en los diálogos Fedro y Timeo.

LA OPINIÓN Y LA CIENCIA

Platón distingue dos tipos de conocimiento, que a su vez se subdividen en otros dos:

1. La opinión (doxa) o conocimiento sensible: es el conocimiento que tenemos de las realidades materiales, donde no es posible hacer ciencia a causa de su constante cambio. La opinión admite dos grados: la evidencia sensible y la imaginación.

2. La ciencia (episteme): es el conocimiento de la verdadera realidad, del mundo de las ideas. También admite dos grados: el razonamiento y la dialéctica. El razonamiento es el conocimiento de unas realidades a través de otras, como las matemáticas. La dialéctica no es un conocimiento discursivo sino intuitivo, directo e inmediato; no parte de hipótesis sino de ideas verdaderas; no usa imágenes sensibles y asciende de idea en idea hasta llegar a la idea suprema; desde ahí, a su luz, conoce todo lo demás.

La mayoría de los hombres se mueven entre opiniones, y sólo los filósofos ascienden, por medio de la dialéctica, hasta la pura intelección del Bien (noesis). La dialéctica es el camino que sigue la razón cuando abandona lo sensible y se dirige hacia las ideas puras, hasta alcanzar la intuición intelectual del mundo ideal, de su estructura y de las relaciones entre las ideas.

Platón atribuye a la ciencia un valor catártico de purificación moral: en la medida en que la dialéctica nos lleva de lo sensible a lo suprasensible, de la apariencia a la verdad, el alma se libra de ataduras materiales, se eleva y purifica, se hace apta de contemplar el Bien supremo.

EL MITO DE LA CAVERNA

Imagínate una caverna... Platón comienza el libro VII de la República pidiendo al lector que se imagine una caverna subterránea con cierta abertura por donde entra la luz del sol, con unos hombres prisioneros desde la niñez, inmovilizados por unas ataduras que sólo les permiten mirar hacia la pared del fondo. A sus espaldas, fuera de la caverna y oculto tras un muro, un camino por donde circulan hombres libres que transportan estatuas de hombres y de animales. La débil luz de una hoguera proyecta sobre la pared del fondo las sombras de esas esculturas que sobresalen por encima del muro, y esas sombras es todo lo que han visto los prisioneros a lo largo de su vida. Al llegar a este punto, Platón nos descubre una de sus intuiciones fundamentales: que nosotros somos semejantes en todo a los prisioneros, que habitamos un mundo de sombras, y que lo que tomamos por real es la apariencia de unas figuras que también son aparentes:

— ¡Qué extraña escena describes y qué extraños prisioneros!

— Sin embargo, son iguales a nosotros, ¿o crees que esos prisioneros han visto algo que no sean las sombras proyectadas por el fuego sobre la pared que tienen enfrente?

De esta manera simbólica describe Platón los distintos grados de la realidad, desde el mundo ficticio de las sombras hasta la plenitud del sol. En correspondencia con la realidad están los diversos grados de conocimiento, desde las apariencias sensibles de los prisioneros (doxa) hasta el conocimiento científico del mundo de las ideas representado por el sol (episteme). A la contemplación del sol llega el alma por el camino de la dialéctica, después de haberse liberado de las cadenas del cuerpo y de los sentidos. Aquí la teoría del conocimiento se funde con la ética: si uno de los prisioneros consigue escapar y contemplar el sol, debe volver a la caverna y liberar a los prisioneros del error, para que puedan disfrutar de la belleza y libertad de la verdad. Ésa es la misión del filósofo gobernante, aunque su realización esté rodeada de incomprensión y pueda acarrearle la muerte:

— Ahora fíjate en esto: si el prisionero regresa de nuevo a su lugar de la caverna, ¿no se le llenarían los ojos de tinieblas, como quien deja súbitamente la luz del sol?

— Ciertamente.

— Y si tuviese que opinar sobre unas sombras que ahora ve con dificultad, porque sus ojos no se han acostumbrado todavía a la oscuridad, ¿no se reirían de él y le dirían que, por haber subido allá arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni siquiera intentar semejante ascensión? ¿Y no matarían, si encontraran manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?

Si alguien, después de haber subido a la luz del sol, vuelve al interior de la caverna, será incapaz de ver bien, a causa de la oscuridad, y hará el ridículo. Y si tratase de liberar a sus compañeros, los propios prisioneros, que aman la oscuridad y consideran que las sombras son la verdadera realidad, darían muerte al inoportuno liberador. Ésta es, sin duda, una alusión a Sócrates, que trató de iluminar a todos los que quisieron oírle, sin permitir que quedasen sumidos en las sombras de los prejuicios y los sofismas.

La alegoría del prisionero, que consigue ver la luz del sol y regresa a la caverna para liberar a sus compañeros, es considerada por Platón como un progreso intelectual y moral que requiere esfuerzo y disciplina mental. De ahí su insistencia en la importancia de enseñar valores absolutos a los jóvenes, para librar a la juventud de pasar la vida en el sombrío mundo del error, la falsedad y el prejuicio. Tal educación es de primordial importancia para quienes van a desempeñar cargos públicos. Los políticos y los gobernantes serán ciegos que guían a otros ciegos si se quedan en el mundo de las sombras, y el naufragio de la nave estatal es mucho más terrible que el de cualquier otra nave.

LA ENSEÑANZA DE LOS MITOS

Al comienzo del libro decíamos lo que se entiende por mito: un relato fantástico de sucesos que se refieren a un pasado o a un futuro remoto e impreciso. También explicábamos que los mitos griegos emplean la ficción como recurso literario para presentar con amenidad grandes y oscuras cuestiones que afectan de lleno al sentido de la vida. Y nada más oscuro y definitivo que lo relacionado con el origen y el destino del hombre. Decía Sócrates que «cuando el tiempo apremia y el hombre se familiariza con la idea de la muerte, empieza a preocuparse por cosas que antes no le importaban». Y Platón, el filósofo que nunca se había ahorrado el esfuerzo de pensar a fondo, ante esas realidades en las que la razón no tiene ningún género de experiencia donde hacer pie, nos sorprende con una propuesta inaudita: «Lo que se dice en las doctrinas mistéricas me parece tener un gran peso.» Y para que no quede duda: «Como el hablar de las cosas divinas está por encima de nuestras fuerzas, debemos creer a quienes en tiempos pasados tuvieron noticia de las mismas y pueden llamarse descendientes de los dioses.»

Los mitos griegos son narraciones alegóricas de singular belleza y poder evocador, centrados en esclarecer el misterio del hombre en dos puntos esenciales: su origen y su destino último. Platón recurrirá a la tradición mítica helena para explicar la creación del mundo (Timeo), el comienzo de la historia del hombre y su caída (El Banquete), y el destino de los muertos (La República, Gorgias, Fedón). Respecto al cosmos, Platón está convencido de que ha surgido «por la fuerza demiúrgica de Dios»: del Demiurgo proceden «todos los seres mortales, todo cuanto crece sobre la tierra, incluso todas las cosas inanimadas, armoniosas o no», es decir, «nosotros mismos y los demás seres vivientes, y todo cuanto ha sido hecho».

Sobre el sentido último de la vida humana, la mayor parte de los mitos de la humanidad coinciden en afirmar que el verdadero resultado de la existencia terrena acontecerá al otro lado de la muerte, en una forma precisa: «el juicio de los muertos». A este respecto, Platón nos aconseja «creer los antiguos y sagrados relatos que nos dicen que el alma es inmortal y que comparecerá ante el Juez». Piensa Platón que el mal deja en el alma una cicatriz patente a la mirada insobornable del Juez. Los culpables capaces de curación, serán conducidos, por un tiempo, a un «lugar de purificación». En cambio, los incapaces de curación sufrirán un castigo para siempre (eis aei khronon).

¿Qué se dice del pasado del hombre? Al principio, el ser humano tenía una naturaleza sana y completa. Pero, trastornado por sus «ideas de grandeza», fue castigado por intentar enfrentarse a los dioses y perdió su primera integridad. Ese castigo, además de remontarse al origen, es hereditario. En síntesis, la verdad de fondo que Platón nos quiere transmitir por medio de los mitos escatológicos es la siguiente:

• El ser humano se encuentra de paso en la tierra, y la vida terrena es como una prueba.

• La verdadera vida se encuentra en el más allá, en el Hades (lo invisible).

• El alma será juzgada en el Hades por su justicia o injusticia, su templanza o libertinaje, su virtudes y vicios.

• Los juicios del más allá no tienen en cuenta si el alma es de un gran rey o del último de sus súbditos: sólo les interesa la virtud.

• Las sentencias son de cuatro tipos: premios y castigos temporales, y premios y castigos eternos.

No sabemos exactamente cómo era la fe de los griegos, pero lo indiscutible es que Platón atribuye a los mitos citados una verdad por encima de toda duda. Y ello porque no son «los antiguos» los inventores del mito, sino los primeros receptores y transmisores de una noticia que procede de fuente divina. No aportan nada propio, solamente transmiten el mensaje recibido, un auténtico «don de los dioses a los hombres» (theon eis anthropous dosis), «y no nos está permitido negar la fe a los hijos de los dioses, aunque su enseñanza pueda no ser verosímil ni demostrable de modo cierto».

6. La ética

Desde Platón entendemos por ética la reflexión sobre la conducta humana orientada a resolver tres problemas:

• Cómo llevar las riendas de la propia conducta, superando nuestra constitutiva animalidad.

• Cómo integrar los intereses individuales en un proyecto común, que haga posible la convivencia social.

• Cómo alcanzar la felicidad.

CUATRO VIRTUDES

Hemos visto que el mito del carro alado es una alegoría del alma humana: la nobleza de su ánimo está simbolizada en el caballo blanco; el corcel negro representa la pasión irracional; el auriga es la razón que controla y acompasa las dos fuerzas antagónicas. La ética platónica se deriva de este análisis del alma humana. A cada una de sus partes o facultades le corresponde una virtud propia, una cualidad que confiere su funcionamiento perfecto.

• Al alma concupiscible (caballo negro) le corresponde la moderación inteligente (templanza, sofrosyne), y es el auriga quien debe atemperar su fogosidad.

• Al alma irascible (caballo blanco), sede de la nobleza de carácter, le corresponde la capacidad de sacrificio, la fortaleza de ánimo (andría).

• La parte racional (el auriga) ha de poseer inteligencia práctica (prudencia, frónesis).

• Hay una cuarta virtud, la más importante, que deriva de la suma integrada de las tres anteriores y expresa la armonía perfecta del alma: la justicia (dikaiosyne). Junto a esta original concepción de la justicia, Platón acepta también la más común: la voluntad de dar a cada uno lo suyo, de respetar los derechos ajenos y las leyes.

Toda ética es una propuesta sobre virtudes, y todas las virtudes se pueden reducir a las cuatro platónicas, que han sido denominadas «cardinales» porque sobre ellas gira toda la vida moral: la determinación práctica del bien (prudencia), su realización en sociedad (justicia), la firmeza para defenderlo o conquistarlo (fortaleza) y la moderación para no confundirlo con el placer (templanza).

La virtud tiene en Platón tres sentidos complementarios: sabiduría, purificación y armonía.

• Siguiendo el intelectualismo ético de Sócrates, Platón afirma que sólo puede ser virtuoso el que es sabio, el que conoce el bien. Nadie hace el mal a sabiendas, sino por ignorancia o error, pues todos queremos lo mejor para nosotros mismos.

• Las malas tendencias que anidan en el cuerpo humano deben ser contrarrestadas por el esfuerzo del autodominio. Ser virtuoso es, en este sentido, ser capaz de controlarse, de no dejarse arrastrar por el cuerpo.

• El ejercicio de las cuatro virtudes señaladas produce en la vida humana la integración armónica de las tendencias antagónicas, y esa armonía o ajustamiento entre las diversas partes del alma es la virtud de la justicia.

EL AMOR PLATÓNICO

Para Platón, en la raíz de toda acción humana está el deseo del bien, y el bien incluye placer, verdad, belleza, felicidad e inmortalidad. Ese ambicioso impulso no es otra cosa que el «amor» (eros). En tanto que nos mueve a buscar la verdad y la sabiduría, Platón dice que «el amor es filósofo», y sólo se saciará cuando, después de conocer las ideas, pueda contemplarlas cara a cara en la otra vida.

Lo que suele entenderse por «amor platónico» no se parece mucho a lo que Platón escribió sobre el tema. Lisis, el Banquete y Fedro son los tres Diálogos donde el filósofo expone su pensamiento sobre este punto. En el Banquete nos cuenta el mito inolvidable del nacimiento de Eros, hijo de Poros (dios de la abundancia) y de Penia (diosa de la pobreza). Fue concebido durante la fiesta que celebraron los dioses olímpicos el día del nacimiento de Afrodita. Y recibió, al nacer, misión de intermediario entre dioses y hombres. Por haber sido engendrado en el natalicio de Afrodita está enamorado por naturaleza de lo bello, y eso es lo que transmite a los hombres: un anhelo constante de belleza que promete la felicidad. Sin embargo, por ser hijo de Poros y Penia, ha heredado una naturaleza contradictoria que le hace rico en deseos y pobre en resultados: promete mucho y da poco.

Eros llama al corazón del hombre por medio de la belleza sensible. Y alguna vez, de forma inesperada, esa llamada consigue conmoverle, arrebatarle y dejarle fuera de sí. Entonces ese hombre quiere echar a volar y no puede, no sabe lo que le pasa. Encuentra en el amor la sensación desconcertante de querer algo que sobrepasa el mismo placer del amor, una satisfacción incompleta, un sabor agridulce en el que la felicidad se mezcla con la provocación de una espera, de una promesa que posiblemente no pueda realizarse en el ámbito de la existencia corporal.

Esa promesa excita en el alma, piensa Platón, el recuerdo de su origen y la nostalgia de la felicidad perdida. Entonces le crecen alas para volver a la compañía de los dioses, aún antes de terminar el exilio infligido: el alma se aficiona a contemplar y disfrutar lo divino. La palabra Eros, aceptada por todas las lenguas europeas, tiene una significación mucho más amplia de lo que suponemos. En el Banquete platónico presenta tres significados precisos y concatenados: es la inclinación que se inflama ante lo corporalmente bello; el impulso de meditación religiosa sobre el mundo y la existencia; y la ascensión hasta la contemplación de lo divinamente hermoso.

El encantamiento que provoca el encuentro con la belleza corporal explica la facilidad que siempre ha existido para absolutizar la sexualidad. Ésta es la situación de partida en el diálogo Fedro: el joven Fedro va corriendo al encuentro de Sócrates, fascinado por una reunión de intelectuales progresistas a los que Platón caracteriza por una negación de las normas tradicionales, un modo de vida altamente ilustrado, y una total falta de escrúpulos en cuanto al disfrute de lo que piden los sentidos. Fedro informa a Sócrates del programa de aquellos intelectuales, que en pocas palabras podría resumirse así: sexualidad sin amor y un máximo de placer con un mínimo de compromiso personal. Como puede apreciarse, se trata de un planteamiento muy actual. Sócrates escucha lo que el joven va diciendo, y aparenta quedar maravillado. Hasta que decide quitarse la máscara y pone fin al juego: «¿No te das cuenta, mi querido Fedro, de lo vergonzoso que es todo esto?» Con la efigie del amor es fácil acuñar monedas falsas, y Sócrates enseña a Fedro que quien va buscando el placer, ama «como el lobo ama al cordero».

Platón piensa que la máxima intensidad en el amor sólo es posible cuando se respeta una condición previa: conservar puro el impulso amoroso, protegerlo de las posibilidades de falseamiento o corrupción que nacen de confundir el arrebato por la belleza con el mero deseo de placer. Porque entregarse del todo a la belleza sensible supone quedarse en el primer escalón del amor y sufrir el engaño de una ilusión: pedir a lo efímero y limitado que sacie nuestra sed ilimitada. Esa sed constitutiva sólo puede ser aquietada por la contemplación de la Belleza en sí, que en esta vida se deja entrever a través de la belleza sensible, despertando el verdadero amor: la nostalgia de lo Absoluto, el impulso de volar hacia el mundo supraceleste de las ideas.

7. La política

Como sabemos, al terminar la guerra del Peloponeso, Sócrates es injustamente condenado a muerte en una Atenas desfigurada por la peste, la derrota, el hambre y el terror. Esta lamentable situación cambió probablemente el rumbo de la vida de Platón. Así nos lo cuenta en su Carta VII:

Al ver esto, cuanto más conocía yo a los políticos y estudiaba las leyes y las costumbres, más difícil me parecía administrar bien los asuntos del Estado. El derecho y la moral se hallaban corrompidos, y aquella situación donde todo iba a la deriva me producía vértigo. Entonces me sentí irresistiblemente movido a cultivar la verdadera filosofía y a proclamar que sólo su luz puede mostrar dónde está la justicia en la vida pública y en la privada, convencido de que no acabarán las desgracias humanas hasta que filósofos de verdad ocupen los cargos públicos, o hasta que, por una gracia divina, los políticos se conviertan en auténticos filósofos.

El interés de Platón por estudiar las condiciones del gobierno justo le llevó a fundar la Academia. Esta institución bien puede ser considerada el primer centro de estudios políticos, donde se formaron gobernantes para toda Grecia. Además, el fruto de toda su experiencia y reflexión cristalizó en dos obras de filosofía política fundamentales en el pensamiento occidental: la República y las Leyes.

LA SOCIEDAD Y LAS CLASES SOCIALES

Si el hombre es su alma, la filosofía política de Platón, igual que la ética, derivará de su concepción del alma. Por esa razón, el mito del carro alado nos ilustra ahora globalmente el pensamiento platónico:

Mito

Psicología

Ética

Política

Caballo negro

Pasiones

Templanza

Pueblo

Caballo blanco

Carácter

Fortaleza

Guerreros

Auriga

Razón

Prudencia

Filósofos

Carro alado

Alma

Justicia

Ciudad

En la República Platón explica que la polis o ciudad ideal debe construirse a imagen del hombre. Ello significa que, a cada una de las partes del alma, corresponderá una clase de ciudadanos:

1. Productores. Aquellos en los que predomine la parte concupiscible se encargarán de producir los bienes materiales necesarios para la sociedad, dedicándose al comercio, la industria, la artesanía y la agricultura. Como han de producir no para ellos sino pensando en el bien común, han de poseer, especialmente, la virtud de la templanza. La clase productora está sometida a las dos clases superiores, a las que tiene que sostener económicamente, y recibe de ellas, en cambio, dirección, educación y defensa.

2. Militares. Los ciudadanos en los que predomine la parte irascible del alma serán guerreros, y vivirán especialmente la virtud de la fortaleza. Su función propia será defender el Estado y el orden social y político contra los enemigos de dentro y de fuera. Platón los llama guardianes.

3. Gobernantes. Los ciudadanos en los que predomine el alma racional deberán cultivar la filosofía y ocuparse del gobierno. Esa función incluye la responsabilidad de promulgar leyes y de educar a todos los ciudadanos. Su virtud propia es la prudencia, y parte de esa prudencia consistirá en ejercer la autoridad de un modo enérgico, a fin de que en la polis reine la justicia.

También en la vida de la polis la virtud capital es la justicia, entendida como armonía de los ciudadanos entre sí y con el Estado, y de las diferentes clases entre sí. Esto se logra cuando cada clase cumple su misión sin pensar en su bien particular, buscando el bien de toda la sociedad. En concreto, para que las dos clases superiores carezcan de ambiciones personales y orienten todas sus energías al interés del Estado, Platón piensa que no deben poseer propiedad privada ni familia propia. Los gobernantes y los guardianes se atendrán, por tanto, a un régimen de comunidad de hijos, mujeres y bienes.

La educación será semejante para hombres y mujeres, y seleccionará a los ciudadanos según sus aptitudes. Los que sólo admitan una formación elemental integrarán la clase productora, y los que sean capaces de la máxima preparación ingresarán en la clase de los filósofos gobernantes. Hay en esta concepción de la polis una subordinación del individo a la sociedad que hoy calificaríamos de inhumana, y que probablemente sea la reacción frente a las formas de perversión social y política que Platón sufrió en su juventud. Sobre esa perversión, conocida de cerca en Atenas y en Sicilia, Platón reflexiona en su Carta VII y concluye lo siguiente:

• Ni la ciudad ni el individuo pueden ser felices sin una vida guiada por la sabiduría y gobernada por la justicia.

• Los gobernantes se granjearán el respeto si se muestran como hombres que saben dominar sus deseos y prefieren servir a las leyes.

• Ninguna ciudad puede mantenerse en paz, por muy buenas que sean sus leyes, si sus habitantes vegetan paralizados por la pereza para todo lo que no sea comer, beber y correr tras sus amoríos.

La República platónica, como todo diseño de un orden social perfecto, es utópica, pues cierta imperfección pertenece a la esencia de lo humano. Al margen de los elementos utópicos, su idea orgánica de la sociedad, integrada por clases con sus respectivas funciones propias, inspirará la organización estamental de la Europa medieval y moderna.

FORMAS DE GOBIERNO Y SU EVOLUCIÓN

El gobierno ideal es, para Platón, la monarquía ejercida por un rey-filósofo. Un peligro constante de la monarquía es la ambición política de los guardianes, que pueden usar su fuerza militar para hacerse con honores y puestos de gobierno. A ese abuso se le denomina «timocracia», y todavía puede degenerar en oligarquía —gobierno de los ricos— si los guerreros, no conformándose con el poder, se hacen también con las riquezas. Pero, como los ricos son pocos y los pobres muchos, lo normal es que éstos se subleven e instauren la democracia. En democracia todos participan en el gobierno, pero cada uno busca su provecho y la política se convierte en lucha de todos contra todos. Por eso, la democracia suele llevar a la sociedad al caos, dice Platón, y abre la puerta a la tiranía —gobierno del más fuerte—, que, por supuesto, sólo busca su bien particular.

Los que gobiernan

Cumplen las leyes

Incumplen las leyes

Uno

Monarquía

Tiranía

Unos pocos

Aristocracia

Oligarquía

Todos

Democracia

Demagogia

Piensa Platón que esta evolución de las formas de gobierno es cíclica. Así, después de la tiranía, siempre insoportable para los ciudadanos, sobreviene de nuevo la monarquía, pues el pueblo entrega el gobierno a la persona más justa y más sabia.

8. Importancia e influencia de Platón

La influencia de Platón en la historia de la filosofía ha sido enorme y constante. Su Academia, germen de la futura universidad, mantuvo su actividad durante ocho siglos. Cerrada por Constantino, su enseñanza fue recogida por el cristianismo e impregnó en profundidad toda la cultura europea.

Con Pitágoras, Platón introduce en la filosofía occidental la noción de espíritu. Su concepción de la verdad, que surge a partir de ideas innatas, dará lugar al racionalismo moderno. Funda el idealismo al afirmar una realidad ideal, exterior al cosmos, que sirve de modelo al mundo material. Pero su idealismo es muy diferente del moderno, que se equipara al subjetivismo al defender que la auténtica rea lidad son nuestras ideas mentales.

Platón comprendió —señala R. M. Hare— que debemos y podemos alcanzar un conocimiento científico de carácter verdadero y universal, por encima de las opiniones particulares. Sin embargo, exageró su alcance al pretender una ciencia de la ética y de la política.

Al hablar de los tres tipos de alma, Platón es el primero en abordar una descripción sistemática de la psicología humana. En ella destaca la idea valiosa de que el ser humano será mejor si utiliza la razón. El filósofo ve en la educación una de las grandes soluciones para erradicar el mal en las personas y en la sociedad.

Karl Popper califica de totalitario el proyecto político de Platón, pues identifica el Estado con la clase gobernante, divide estrictamente la sociedad en clases, defiende una censura de las actividades intelectuales, y propugna una propaganda que unifique la forma de pensar de los ciudadanos. Popper explica que tal subordinación del individuo al Estado «tuvo su origen en el deseo apremiante de salvar el contraste entre la sociedad ideal y el odioso espectáculo político y social que a Platón le tocó presenciar». Hay, sin embargo, un mensaje valioso en la teoría política de Platón: el gobernante ha de servir a la sociedad y no debe buscar su propio interés.

Cuestiones relevantes

1. ¿Cuáles son las preocupaciones filosóficas de Platón? ¿Qué circunstancias las despiertan?

2. ¿Cómo surge la Teoría de las Ideas? ¿Qué prentende solucionar?

3. ¿Qué significado múltiple tiene el mito de la caverna?

4. ¿Cómo resuelve Platón los problemas que plantea la naturaleza a los presocráticos?

5. ¿En qué consiste la teoría de la reminiscencia? ¿Qué es la dialéctica?

6. ¿Qué es, para Platón, el ser humano?

7. ¿En qué consiste, para Platón, obrar bien?

8. ¿Cuál es la concepción platónica del amor?

9. ¿Cómo se puede lograr una sociedad justa?

10. ¿Qué valoración crítica puede hacerse del pensamiento platónico?

TEXTO PARA COMENTAR

1. República, libro VII

En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien. Sin embargo, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de la verdad y del conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.

1. ¿Por qué dice Platón que en el mundo inteligible la idea de bien «es la soberana y productora de verdad y conocimiento»?

2. ¿Qué significado tiene para la teoría de las ideas de Platón la diferencia y la relación que establece el texto entre el «mundo visible» y el «mundo inteligible»?

3. Diferencia entre las teorías del conocimiento de Platón y Aristóteles.

2. República

Debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la vista como la morada-prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol; compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el mundo inteligible [...]. En el mundo inteligible, lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del Bien; pero, una vez percibida, ha de concluirse que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas.

El presente argumento indica que en el alma de cada uno existe el poder de aprender y el órgano para ello, y que así como el ojo no puede volverse hacia la luz y dejar las tinieblas si no gira con todo el cuerpo, del mismo modo el alma debe apartar su mirada de lo que nace hasta que llegue a ser capaz de afrontar la contemplación de lo que es y de lo más luminoso entre lo que es, que es lo que llamamos el Bien.

1. Resumir el texto, señalando la idea principal y las secundarias.

2. Relacionar el contenido del texto con el pensamiento general de Platón.

3. ¿Qué relación existe entre la alegoría de la caverna y las alegorías de la segunda navegación, de la anamnesis y del mundo supraceleste?

4. ¿Con qué filósofos polemiza Platón al establecer su teoría de las ideas?

5. ¿Pueden relacionarse la teoría platónica de las ideas con los conceptos a priori de Kant.

3. Fedón

Guerras, revoluciones y luchas nadie las causa sino el cuerpo y sus deseos, pues es la ambición de riquezas el origen de todas las guerras, y es el cuerpo quien nos arrastra en pos de las riquezas y nos hace esclavos de sus cuidados, sin dejarnos tiempo para cultivar la filosofía. Y lo peor de todo es que si nos queda algo de tiempo libre y nos dedicamos a pensar, inesperadamente se presenta el cuerpo y nos distrae y alborota, de tal manera que por su culpa no podemos contemplar la verdad. Por el contrario, está demostrado que si alguna vez queremos alcanzar la verdad hemos de desembarazarnos del cuerpo y mirar sólo con los ojos del alma la esencia de las cosas. Por tanto, no en esta vida sino una vez muertos, alcanzaremos eso que nos enamora: la sabiduría.

1. Propón dos títulos para este texto.

2. ¿Qué antropología está presente en este texto?

3. ¿Qué filósofos influyen en las ideas que vierte Platón en este texto?

4. República

Mira entonces si no les será forzoso el siguiente modo de vida y de vivienda. En primer lugar, nadie poseerá bienes en privado, salvo los de primera necesidad. En segundo lugar, nadie tendrá una morada ni un depósito al que no pueda acceder todo el que quiera. Con respecto a las vituallas, para todas las que necesitan hombres sobrios y valientes que se entrenan para la guerra, se les asignará un pago por su vigilancia, que recibirán de los demás ciudadanos, de modo tal que durante el año tengan como para que no les falte ni les sobre nada. Se sentarán juntos a la mesa, como soldados en campaña que viven en común. Les diremos que, gracias a los dioses, cuentan siempre en el alma con oro y plata divina, y que para nada necesitan de la humana, y que sería sacrílego manchar la posesión de aquel oro divino con la del oro mortal.

1. ¿Por qué ese «modo de vida y su vivienda» para los guardianes?

2. ¿Cómo conecta Platón las virtudes y organización del Estado?

3. ¿Qué diferencias hay entre Platón y Aristóteles en ética y política?