Capítulo I
Como es bien sabido, el término mitin es un anglicismo que procede de la palabra inglesa meeting cuyo significado, si lo tradujéramos literalmente, sería reunión. Pero al mismo tiempo la palabra mitin se asocia al discurso que pronuncia un líder político o un candidato electoral —en su acepción más contemporánea— cuyo objetivo es influir y conseguir adeptos para una determinada causa o movimiento revolucionario. De hecho, el mitin como estrategia política estuvo presente en los movimientos políticos que caracterizaron los siglos XVIII y XIX.
El mitin se originó en Inglaterra y apareció en la escena política para reclamar el derecho de sufragio y la libertad para expresar el pensamiento político públicamente con el fin de oponerse a la Monarquía mediante el partido, el sufragio, la literatura, la prensa y la propaganda política. Debe destacarse el uso del mitin que hizo el periodista y político británico William Cobbet como herramienta para luchar a favor de una causa social y de un principio doctrinario.
Por otra parte, en el primer mitin, que se celebró en Londres, se hizo una evaluación y una exposición de la situación económica y moral del pueblo inglés. Un orador desde lo alto de un coche afirmó: «En Gran Bretaña hay cuatro millones de hombres en la más absoluta indigencia; otros cuatro millones en la miseria, un millón y medio en la semi-indigencia y solo medio millón de ciudadanos goza de los esplendores de la riqueza y del lujo y agitando una bandera tricolor, expresó que ese meeting era una combinación de la miseria y del espíritu revolucionario del pueblo británico». Lo que parece evidente, observando los orígenes del mitin como herramienta de propaganda política, es su clara vinculación al radicalismo.
El Diccionario Enciclopédico de Comunicación Política incluye una definición de mitin en la que, tras hacer referencia a sus orígenes, lo vincula al uso de las nuevas tecnologías:
«Derivado del término en idioma inglés meeting, que refiere a una reunión de un grupo de personas. Lo que le confiere el carácter de “político” es el asunto, el territorio donde se desarrolla y su alcance. Este tipo de reuniones tratan sobre asuntos de interés público y se desarrollan en la esfera pública. Lo más común ha sido el desarrollo de mítines político-electorales: reuniones de personas partidarias o seguidoras de un candidato o de una propuesta en disputa, que lo escuchan o interactúan con éste, en un espacio accesible a todo público ciudadano. Estos mítines son una herramienta de la escenificación de los procesos electorales, con la que se busca persuadir a una determinada población. Estos eventos podrían ampliarse a la esfera pública virtual, con el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.»
Por su parte, el historiador Eduardo Montagut aporta otra visión sobre el concepto de mitin y sus orígenes:
«Los mítines son reuniones públicas en torno a una causa política común. Son espectáculos estáticos en los que un orador o varios dan discursos y reciben el apoyo entusiasta de un auditorio compuesto de personas predispuestas hacia dichos oradores y sus mensajes políticos. Tienen, pues, una doble dimensión: transmitir ideas, mensajes o discursos, pero también sirven para reforzar los liderazgos y las lealtades. Una tercera función tendría que ver con el contrincante político o con la opinión pública: mostrar la fuerza de una formación política y/o de sus líderes.
Los mítines surgieron en el seno del movimiento obrero y con el nacimiento de los partidos de masas, al entrar en decadencia los partidos tradicionales del sistema liberal, más bien clubs políticos con poca o nula presencia en las calles. Los partidos de izquierdas comenzaron a emplear los mítines, aunque luego los partidos fascistas y de derechas terminarían por emplearlos con asiduidad. Los partidos de izquierdas comprendieron que el mitin era un instrumento muy eficaz para difundir ideas entre un público con escasa formación, como era el compuesto por los obreros. Los partidos fascistas transformaron los mítines en grandes exaltaciones de sus líderes con una parafernalia muy bien estudiada, como pusieron en práctica los fascistas italianos y el nazismo alemán» (Montagut, 2017).
En esta primera mirada a los orígenes del mitin aparecen ya dos conceptos claves, la oratoria y el discurso político, de los que hablaremos en numerosas ocasiones en este recorrido por la evolución de este evento. El protagonista del mitin es sin duda el orador que, mediante un discurso previamente elaborado o improvisado, persigue influir en el público asistente al acto. Por otra parte, debe destacarse que, en sentido estricto, y como se verá en los próximos capítulos, los mítines se celebran habitualmente en locales cerrados o en recintos acotados, cuando el evento transcurre al aire libre.
Por lo que se refiere a España, resulta difícil encontrar en la historia contemporánea de nuestro país el origen del mitin como evento político cuyo objetivo es la propaganda de ideas que sirvan para conseguir cambios sociales y políticos. ¿Podemos situarlos en las asambleas de trabajadores donde ideologías como el marxismo y el anarquismo comenzaban a abrirse camino en los primeros conflictos laborales del siglo XIX? O quizá, por ser más precisos, ¿debemos considerar que fueron los movimientos políticos antimonárquicos de principios del siglo XX los primeros que, en sentido estricto, organizaron actos de masas en los que los líderes políticos pronunciaban sus discursos para influir en los ciudadanos?
El historiador malagueño Elías de Mateo Avilés arroja luz para contestar a estas preguntas y sitúa así el origen del mitin en España como acto de masas:
«Aunque la oratoria política española tiene sus orígenes directos en las Cortes de Cádiz, no cabe duda de que, como fenómeno de masas llega a su madurez en los días de la II República cuando la política deja de ser un fenómeno de “minorías”, de “círculos”, de “banquetes” como mucho, tal como se había desarrollado a lo largo del siglo XIX para convertirse en un fenómeno de “masas”. Bien es verdad, no cabe duda, de que, al menos desde principios de siglo, republicanos y socialistas habían movilizado con la palabra importantes grupos humanos en lo que, por entonces, recibe el nombre de “meeting” (conjunción republicano-socialista de 1909 al grito de ¡Maura no!). También es verdad que la presencia de diputados socialistas en el Parlamento (Pablo Iglesias en 1910) había animado los debates en el Congreso» (Mateo Avilés, 1997).
Así pues, se puede afirmar que los primeros mítines en los que uno o varios oradores se dirigen a un público afín aparecen en España en la Segunda República y sin duda uno de los escenarios más emblemáticos de estos eventos fue en su día la plaza de toros de Madrid.1 En cualquier caso, entre aquellos eventos de propaganda política y los actuales mítines, que los dos grandes partidos españoles, PSOE y PP, realizan con sofisticados medios audiovisuales, hay un largo proceso de cambio y evolución cuyo análisis es el objetivo de este libro.
En este recorrido histórico es importante observar el papel que juegan los medios de comunicación existentes en cada momento, porque la influencia de los mítines, más allá de la ejercida directamente en los asistentes al acto, está en la cobertura informativa de estos eventos y el efecto que produce en los ciudadanos. Hasta la mitad del siglo XX, únicamente los periódicos y la radio se hacían eco de los mítines. Con la aparición de la televisión en 1956, la información política, controlada en ese momento por el régimen franquista, contó con un nuevo y eficaz soporte para su difusión. A medida que creció el parque de televisores, aumentó la influencia de este medio de comunicación, y TVE —única televisión existente durante el franquismo— se convirtió en un poderoso aparato de propaganda del régimen.
Tan solo un apunte más. En este tránsito por los mítines que jalonan nuestra historia política, habrá ocasiones en las que nos detendremos en el discurso de los políticos. En otros momentos se destacarán los datos llamativos o novedosos sobre el propio mitin (aforo, efectos propagandísticos, música, anécdotas, etc.). Ambos aspectos del mitin son necesarios para tener una visión completa de cómo ha ido evolucionando este evento de propaganda política a lo largo de los años.
Mateo Avilés, Elías de (1997). «El lenguaje político español durante la II República». Isla de Arriarán: revista cultural y científica (n.º 9, págs. 139-158). Málaga: Asociación Cultural Isla de Arriarán.
Montagut, Eduardo (2017, 5 de noviembre). «Los mítines: historia y presente» [artículo en línea]. Andalán. [Fecha de consulta: 5 de marzo de 2019]. <http://www.andalan.es/?p=13981>
Diccionario Enciclopédico de Comunicación Política. «Mítines políticos» [Fecha de consulta: 18 de febrero de 2019]. <http://www.alice-comunicacionpolitica.com/wikialice/index.php?title=M%C3%ADtines_pol%C3%ADticos>
Wikipedia. «Origen y concepto de mitin». [Fecha de consulta: 18 de febrero de 2019]. <https://es.wikipedia.org/wiki/Mitin>
1. Los primeros mítines se celebraron en la plaza de toros de Madrid, conocida también como plaza de toros de la Fuente del Berro en referencia al barrio madrileño en el que estaba ubicada. El 17 de junio de 1931 se inauguraba la plaza de toros de las Ventas que también ha sido escenario de grandes mítines.