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«NI MACHISTA NI FEMINISTA, SOY PERSONA»

Es la segunda frase de los grandes clásicos del machismo. Provoca diversas preguntas sin respuestas. ¿Las feministas o los machistas no somos personas? ¿Somos extraterrestres? ¿Seres inertes? ¿Ser persona convierte, a cada cual, en neutral, sin posicionarse ante nada?

Cada persona, por el hecho de serlo y en cuanto comienza su proceso de socialización, define su pensamiento y desarrolla su criterio sobre cuestiones importantes. No estamos vacíos ideológicamente y, aunque queramos parecer neutrales, resulta imposible, porque cada acto nos define: nuestro consumo, nuestro voto o incluso el dejar de votar.

Hay quienes usan esta frase para definirse, como si el hecho de ser «persona» o «humano» sirviese de comodín. ¿Y qué es el humanismo? Si bien una amplia mayoría somos conscientes del cambio profundo que originó, apoyado en la racionalidad y más alejado de la religión, en él no existía una reivindicación de los derechos de la mujer, sino que se tomó al hombre como referencia.

Recurrir al «hembrismo» es otra excusa vacía si la afrontamos con el análisis de la estructura social y los datos estadísticos. El «hembrismo» no existe como odio a los hombres ni como cultura que los considere inferiores. No hay asesinatos de mujeres a hombres de forma sistémica, ni existe una estructura organizativa de la sociedad donde las mujeres representen el poder. En ningún caso, «hembrismo» puede ser usado como sinónimo de «feminismo» porque, como dice Álex Grijelmo[8], «constituye una descarada manipulación del lenguaje», dado que «el feminismo desarrolla una lucha justa, a diferencia del machismo que combate».

Antes explicaba que el machismo mata y el feminismo salva. ¿Por qué mata el machismo? Porque es una cultura aprendida que está tras cada violación, acoso o asesinato de un hombre hacia una mujer. Una cultura que no hace falta estudiar, sino que la aprendemos por la forma en que nos relacionamos… Dejemos de buscar detonantes o justificaciones. Es el machismo (y el machista) el que mata. Y, aunque no llegara a producir víctimas mortales, muchas mujeres se sienten muertas en vida tras ser violadas, acosadas sexualmente o psicológicamente. Es el machismo el que mata con armas reales o con sus palabras. Una simple luz de gas de forma continua puede acabar por destruir la autoestima de la mujer.

En cambio, ¿por qué salva el feminismo? De forma más inmediata, porque abre los ojos a la mujer y le sirve para tener más capacidad de reacción, para aprender a defenderse y para identificar las actitudes machistas que la amenazan. Durante siglos, las mujeres hemos normalizado muchos comportamientos machistas. En cuanto nos acercamos al feminismo y aprendemos de él, se nos activa una alerta ante estas situaciones. Saber las estrategias de manipulación emocional que agresores, acosadores o maltratadores ejercen nos puede evitar mucho sufrimiento y salvarnos de morir o ser agredidas.

A largo plazo, una educación feminista en las escuelas y en la familia, y una potenciación de esta en los medios de comunicación y en la cultura, puede conseguir que generaciones futuras crezcan libres de estereotipos y tengan relaciones más igualitarias. Liberará a las mujeres de la opresión machista y a los hombres de asumir otros estereotipos y papeles que no deben aceptar jamás. Toda la sociedad gana.

El feminismo es igualdad, libertad y justicia. El feminismo nunca, jamás, mata a los hombres por ser hombres. No quiere violarlos, ni acosarlos, ni quitarles los puestos de trabajo, ni que cobren menos, ni dejarlos callados, ni machacar su autoestima hasta anularlos psicológicamente. El feminismo no mata ni destruye. No es el peligro.

El feminismo no pide un reconocimiento de las mujeres por ser «mujeres», como seres especiales. Solo quiere que se nos reconozca como personas, igual que a los hombres. Por eso, cada vez que se habla de feminismo, debemos tener claro que se trata de un asunto de derechos humanos, mientras que el machismo es un ataque a los derechos humanos. Es el feminismo, en conclusión, el que nos hace mejores PERSONAS.