1.1. La evaluación del aprendizaje

1.1.1 Concepto de evaluación

1.1.2 Planificación de la evaluación. Agentes intervinientes

1.1.3 Importancia de la evaluación. Medir y evaluar

1.1.4 Características técnicas del proceso de evaluación: sistematicidad, fiabilidad, validez, objetividad, efectividad, entre otros

1.1.5 Modalidades de evaluación en función del momento, agente evaluador y finalidad

1.2. La evaluación por competencias

1.2.1. Procedimiento para el reconocimiento y acreditación de competencias profesionales: vías formales y no formales de formación y experiencia profesional

1.1. La evaluación del aprendizaje

Para comprender qué es y en qué consiste la evaluación del aprendizaje, hemos de comenzar clarificando qué entendemos por aprendizaje.

Tomando como referencia las definiciones aportadas por diversos autores, como las que aparecen a continuación, diremos que el aprendizaje es:

Gagné (1965) “Un cambio en la disposición o capacidad de las personas que puede retenerse y no es atribuible simplemente al proceso de crecimiento”.

Hilgard (1979) “El proceso en virtud del cual una actividad se origina o cambia a través de la reacción a una situación encontrada, con tal que las características del cambio registrado en la actividad no puedan explicarse con fundamento en las tendencias innatas de respuesta, la maduración o estados transitorios del organismo (por ejemplo: la fatiga, las drogas, entre otras)”.

Shuell (1986) “El cambio perdurable de la conducta o en la capacidad de conducirse de manera dada como resultado de la práctica o de otras formas de experiencia”.

Pérez Gómez (1988) “Los procesos subjetivos de captación, incorporación, retención y utilización de la información que el individuo recibe en su intercambio continuo con el medio”.

Hearst, (1988)”Es un proceso teórico cuya ocurrencia se infiere de los cambios en el comportamiento observable de un organismo (su ejecución) como consecuencia de ciertas experiencias medioambientales”.

Zabalza (1991) considera que “el aprendizaje se ocupa básicamente de tres dimensiones: como constructo teórico, como tarea del alumno y como tarea de los profesores, esto es, el conjunto de factores que pueden intervenir sobre el aprendizaje”.

Alonso y otros (1994): “Aprendizaje es el proceso de adquisición de una disposición, relativamente duradera, para cambiar la percepción o la conducta como resultado de una experiencia”.

Henson (1997) “El cambio conductual, por lo general permanente, que es el resultado del entrenamiento o la experiencia”.

Knowles y otros (2001) se basan en la definición de Gagné, Hartis y Schyahn, para expresar que el aprendizaje es en esencia un cambio producido por la experiencia, pero distinguen entre: El aprendizaje como producto, que pone en relieve el resultado final o el desenlace de la experiencia del aprendizaje. El aprendizaje como proceso, que destaca lo que sucede en el curso de la experiencia de aprendizaje para posteriormente obtener un producto de lo aprendido. El aprendizaje como función, que realza ciertos aspectos críticos del aprendizaje, como la motivación, la retención, la transferencia que presumiblemente hacen posibles cambios de conducta en el aprendizaje humano.

A modo de síntesis, como marco conceptual común en nuestro proceso de enseñanza-aprendizaje indicaremos que el aprendizaje es el proceso de adquisición y/o modificación de conocimientos, habilidades, actitudes y valores, como consecuencia de la experiencia y la enseñanza.

Como características esenciales del aprendizaje indicaremos que:

Es inherente al ser humano, es decir, no se puede disociar de éste. Desde que nacemos, y especialmente desde que comenzamos a ser racionales, estamos aprendiendo. Es un proceso continuo que desarrollamos a lo largo de toda nuestra vida.

Sabías qué

Esta característica constituye uno los principios por los cuales se rige el actual sistema educativo español. La Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE), lo recoge en su Artículo I. Principios: “d) La concepción de la educación como un aprendizaje permanente, que se desarrolla a lo largo de toda la vida”.

Está presente en todos los ámbitos de nuestra vida, al igual que la evaluación, no únicamente en el contexto académico. Lo que implica que también aprendemos de la interacción que efectuamos con diversos agentes: familiares, profesores, compañeros de clase, amigos, vecinos, etc.

Como recogen González Losada, S., Pozo Muñoz, C. y García Rodríguez, M.P. (2012) en su libro titulado “Evaluación Institucional en el ámbito educativo. Conceptos, modelos y aplicaciones”, aquí tenemos algunos ejemplos representativos de ello:

“Cuadro 1.1. Algunos ejemplos del uso del término “evaluación”

Los entrenadores deportivos dicen: “Es necesario realizar una evaluación de todo lo acontecido para ver qué podemos hacer con este equipo y ganar futuras competiciones”.

Un equipo médico, a punto de intervenir quirúrgicamente a una paciente, establece que: “Después del diagnóstico, hemos evaluado todas las posibilidades y determinamos que no podemos operar a la paciente por tener problemas cardiacos graves”.

Tras un accidente de tráfico en el que hubo varios heridos, una autoridad responsable, manifestó que: “Tras una evaluación sobre el terreno, y ver la longitud de la huella de frenada, determinamos que la causa del accidente ha sido el exceso de velocidad”.

Un inspector de sanidad visita un restaurante y tras la revisión realizada al establecimiento y evaluados todos los requisitos necesarios para poder continuar con esta actividad, el inspector manifiesta que: “Tras la evaluación realizada, se resuelve a favor de la persona implicada, permitiéndole continuar con su actividad. No obstante se le recomienda que renueve el extractor de aire”.

Una actriz principiante va a hacer una prueba para ser seleccionada en la obra “Cinco horas con Mario” de Miguel Delibes. Previamente, solicitó a una amiga que le hiciera una prueba-evaluación para ver qué opinaba. La amiga respondió: “Mi valoración es magnífica. Estoy segura de que serás seleccionada”.

Un proyecto de investigación ha sido evaluado. La resolución fue la siguiente: “Tras la evaluación realizada, concluimos con la desestimación de este proyecto al no alcanzar la puntuación superior a 80 puntos”.

Un libro de texto, no fue autorizado para su publicación ya que, tras la evaluación pertinente, la Agencia evaluadora estimó que: “El libro obtiene una evaluación negativa ya que se observan claras referencias homófobas y xenófobas”.

Requiere que la persona que va a aprender esté motivada. Para asimilar correctamente aquello que nos interesa, hemos de esforzarnos en analizarlo minuciosamente e integrarlo a nuestro esquema cognitivo.

Es muy variable en cuanto al tiempo que hay que dedicarle se refiere. Cada persona tiene un ritmo de aprendizaje diferente. Incluso varía en un mismo individuo dependiendo de la materia en cuestión.

Importante

A la hora de planificar todo lo que engloba el proceso de enseñanza-aprendizaje, incluida la evaluación de los aprendizajes, hemos de tener muy presente la existencia de estos ritmos. No podemos diseñar un proceso rígido y homogéneo puesto que no daría cabida a esta diversidad.

Existen diversos tipos de aprendizaje, entre los que destacaremos:

Aprendizaje receptivo

Tiene lugar cuando el contenido se comprende, pero no se descubre nada nuevo.

Aprendizaje repetitivo (o memorístico)

Hay memorización de contenidos, pero sin comprensión.

Aprendizaje por descubrimiento

Se produce cuando el sujeto descubre el contenido por sí mismo y, posteriormente, los relaciona e interioriza.

Aprendizaje significativo

Es aquel en el que el individuo relaciona los nuevos conceptos con los anteriores, integrándolos así en su esquema cognitivo.

Y diferentes estilos, como los que plantea el modelo visual-auditivo-kinestésico (VAK). Según este modelo, basado en el criterio neurolingüístico, percibimos la información a través de tres canales: la vista, el oído y el cuerpo en general.

Casi todos utilizamos los tres canales, aunque en distinta proporción. De ahí que, con el fin de asegurar su recepción, sea de vital importancia poder percibir la información a través de todos ellos. Para lo cual el profesorado ha de transmitir toda la información posible por estas tres vías.

Visual

Aprendemos percibiendo la información a través de la vista, mediante imágenes.

Auditivo

Aprendemos escuchando, prestando atención a la entonación, la velocidad, las pausas, el énfasis…, de la persona que está hablando.

Kinestésico

Aprendemos con las sensaciones y la intuición, asociando la información a éstas.

Finalmente apuntar que, en base a esta diversidad de estilos y tipos, se aprende mejor cuanto más se ajustan los métodos de enseñanza a los estilos cognitivos de cada estudiante.

Así pues, una vez que hemos clarificado el término “aprendizaje”, podemos señalar que la evaluación de éste, a groso modo, es la valoración del proceso en el que, mediante las vivencias y el estudio, adquirimos y/o modificamos conocimientos, habilidades, actitudes y valores.

Importante

Como hemos podido comprobar, el aprendizaje es un proceso complejo en el que hemos de tener en cuenta multitud de variables. Recordemos que no es un proceso puntual, está presente a lo largo de toda nuestra vida; y tampoco es homogéneo, tiene diversos estilos y ritmos de aprendizaje que han de ser tenidos en cuenta.

En nuestro caso concreto, el aprendizaje que vamos a realizar a través de este módulo formativo va a centrarse, tal y como indica su nombre, en la evaluación del proceso de enseñanza-aprendizaje en Formación Profesional para el Empleo (FPE), con el fin de lograr el correspondiente certificado de profesionalidad al que se refiere.

Recuerda

La Formación Profesional para el Empleo fusiona los programas desarrollados en la Formación Profesional Ocupacional y la Formación Continua. Tratan de promover y hacer extensible una formación que mejore la competitividad y productividad de las empresas entre personas tanto ocupadas como desocupadas.

Además, se busca aumentar su empleabilidad, sobre todo de aquellos que presentan más dificultades de acceso y/o mantenimiento al mercado laboral.

Como indica el Real Decreto 34/2008 según nueva redacción del Real Decreto 189/2013, por el que se regulan los certificados de profesionalidad, éstos son definidos como:

Artículo 2. Los certificados de profesionalidad.

El certificado de profesionalidad es el instrumento de acreditación oficial de las cualificaciones profesionales del Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales en el ámbito de la Administración laboral, que acredita la capacitación para el desarrollo de una actividad laboral con significación para el empleo y asegura la formación necesaria para su adquisición, en el marco del subsistema de formación profesional para el empleo regulado en el Real Decreto 395/2007, de 23 de marzo.

Un certificado de profesionalidad configura un perfil profesional entendido como conjunto de competencias profesionales identificable en el sistema productivo, y reconocido y valorado en el mercado laboral.

Los certificados de profesionalidad tendrán carácter oficial y validez en todo el territorio nacional, sin que ello constituya regulación del ejercicio profesional, y serán expedidos por el Servicio Público de Empleo Estatal y los órganos competentes de las Comunidades Autónomas.

Cada certificado de profesionalidad acreditará una cualificación profesional del Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales.

Con carácter excepcional, y cuando el perfil profesional así lo requiera, el certificado de profesionalidad podrá recoger menos unidades de las definidas en la cualificación profesional de referencia del Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales.

En ambos casos la unidad de competencia constituye la unidad mínima acreditable para obtener un certificado de profesionalidad.

Los módulos formativos del certificado de profesionalidad serán los del Catálogo Modular de Formación Profesional.

1.1.1. Concepto de evaluación

Definición

Se podría afirmar que hay tantas definiciones de evaluación como expertos en la materia. No obstante, si realizamos un exhaustivo análisis de las mismas, nos daremos cuenta de que todas ellas parten de la aportada por Joint Committee on Standards for Educational Evaluation (JCS).

El JCS es un organismo que acoge a estos profesionales desde su aparición en 1975 en América. Pretende aumentar la calidad de los estándares de evaluación, para lo cual han hecho ya tres publicaciones:

En 1988: “The Personnel Evaluation Standars”.

En 1994: “The Program Evaluation Standars”.

En 2003: “The Student Evaluation Standars”.

En el segundo de ellos (The Program Evaluation Standars), por ejemplo, se recogen una serie de normas de la evaluación de programas distribuidas en cinco bloques:

Normas de utilidad

Credibilidad del evaluador

Atención a las audiencias

Fines negociados

Valores explícitos

Información relevante

Procesos y productos significativos

Oportuna y adecuada comunicación y presentación de informes

Preocupación por las consecuencias y la influencia

Normas de viabilidad

- Gestión de proyectos

- Procedimientos prácticos

- Viabilidad contextual

- Uso de recursos

Normas de legitimidad

Orientación de confianza e integradora

Acuerdos formales

Derechos humanos y respeto

Claridad y equidad

Transparencia y divulgación

Conflictos de intereses

De responsabilidad fiscal

Normas de precisión

Conclusiones y decisiones justificadas

Información válida

Información fiable

Descripciones explícitas del programa y del contexto

Gestión de la información

Diseños y análisis adecuados

Razonamiento explícito de evaluación

Comunicación y presentación de los informes

Normas de responsabilidad de la evaluación

Documentación de la evaluación

Metaevaluación interna

Metaevaluación externa

Para ellos evaluar es “emitir un juicio sobre el valor o mérito de un objeto”.

Sin embargo, esta definición es demasiado genérica e imprecisa en cuanto al ámbito que nos ocupa se refiere, el educativo.

Después de ella, han surgido muchas más entre las que hallamos:

Laforucade (1977) “La etapa del proceso educativo que tiene como finalidad comprobar, de manera sistemática, en qué medida se han logrado los objetivos propuestos con antelación. Entendiendo a la educación como un proceso sistemático, destinado a lograr cambios duraderos y positivos en la conducta de los sujetos, integrados a la misma, en base a objetivos definidos en forma concreta, precisa, social e individualmente aceptables.”

Maccario (1989) “Evaluación es el acto que consiste en emitir un juicio de valor, a partir de un conjunto de informaciones sobre la evolución o los resultados de un alumno, con el fin de tomar una decisión. “

Pila Teleña (1995) “La evaluación es una operación sistemática, integrada en la actividad educativa con el objetivo de conseguir su mejoramiento continuo, mediante el conocimiento lo más exacto posible del alumno en todos los aspectos de su personalidad, aportando una información ajustada sobre el proceso mismo y sobre todos los factores personales y ambientales que en ésta inciden. Señala en qué medida el proceso educativo logra sus objetivos fundamentales y confronta los fijados con los realmente alcanzados.”

Himmel; Olivares y Zabalza (1999) “Un proceso que lleva a emitir un juicio respecto de uno o más atributos de algo o alguien, fundamentado en información obtenida, procesada y analizada correctamente y contrastada con un referente claramente establecido, sustentado en un marco de referencia valórico y consistente con él, que está encaminado a mejorar los procesos educacionales y que produce efectos educativos en sus participantes, para lo que se apoya en el diálogo y la comprensión.”

Centrándonos en nuestro objeto de estudio (la evaluación del aprendizaje) y partiendo de la definición aportada por González y Coronel (2005), entenderemos la evaluación como:

“Un proceso sistemático de recogida de información y comprensión de la misma, en base a unos criterios, que nos permita emitir un juicio sobre el mérito y el valor educativo que tiene algo, con el propósito claro de proponer mejoras y poder alcanzar mayores cotas de calidad”.

Elementos claves

Basándonos en la definición anterior, procederemos a desglosarla y analizarla de forma más detallada para lograr una mejor comprensión.

Es un proceso sistemático, es decir, planificado y organizado lógicamente, en el que seguiremos una serie de pasos bien delimitados para lograr nuestro objetivo. No debemos desarrollarlo de forma espontánea e improvisada.

De recogida y comprensión de la información. Para evaluar hay que recopilar todos los datos posibles con los que poder hacer un análisis exhaustivo y, a su vez, realizar una buena comprensión de éstos para evitar errores en su interpretación. Hemos de analizar esta información contextualizándola correctamente, acercándonos todo lo que nos sea posible a la realidad en la que se encuentra inmersa.

En base a criterios. Como ya comentamos anteriormente en relación al aprendizaje, si no fijamos unos criterios claros y consensuados que puedan ser entendidos y seguidos por todos los implicados en la evaluación, especialmente por los evaluadores, es muy probable que surjan dificultades a lo largo del proceso por la disparidad de opiniones y maneras de hacer de cada individuo.

Para la emisión de juicios puesto que, a posteriori, deberemos realizar una toma de decisiones lo más acertada posible.

En busca de mejora y calidad. Metas que no pueden faltar en ninguna evaluación que se precie. El sentido de este proceso lo hallamos en la motivación que tenemos por mejorar nuestro objeto de análisis y, en la medida de lo posible, proporcionarle la mayor calidad que podamos.

Importante

Conseguir que nuestro objeto de estudio, y por tanto de mejora, sea de calidad implica que sea excelente, que se realice de la mejor manera posible.

Sobre el mérito o valor de algo. Pese a que ambos términos se utilizan como sinónimos habitualmente, son conceptos diferentes. Según el Diccionario de la Real Academia Española, cada uno de ellos ha de ser entendido como:

Mérito: “acción que hace el hombre digno de premio o castigo”.

Valor: “grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite”.

En cualquier evaluación, según las características específicas de la misma, se pueden emitir juicios sobre uno de ellos o los dos. En función de lo que pretendamos en la nuestra propia, nos basaremos en una, otra o ambas.

Recuerda

El éxito se encuentra en la capacidad de adaptación de los elementos de una evaluación a sus propias características.

Requisitos

Toda evaluación necesita:

Formación teórica-práctica en la materia, especialmente
por parte de los evaluadores.

Comunicación.

Consenso.

Planificación.

Temporalización.

Rigurosidad.

Objetividad.

Utilidad.

Contextualización.

Comprensión.

Beneficios

Reflexionar sobre lo que hemos hecho anteriormente y/o hacemos en la actualidad. Analizando su eficacia e idoneidad.

Modificarlo e incluso mejorarlo, estableciendo medidas que solventen los problemas y/o inconvenientes surgidos.

Conocer y abrir nuevos caminos de intervención educativa a raíz de los datos recabados.

Evitar cometer errores que se han producido, e incluso se van reiterando en el tiempo.

Objetos de evaluación del aprendizaje

Una vez que hemos clarificado qué es evaluar y qué entendemos por aprendizaje, cabe preguntarnos ¿qué podemos y/o debemos evaluar en un proceso de enseñanza-aprendizaje?

En este sentido, tomando en consideración todos los aspectos y agentes que abarca este proceso, como posibles objetos de evaluación hallamos:

Las personas: alumnado, profesorado y, en general, cualquier miembro de la comunidad educativa (directores, jefes de estudio, orientadores educativos, inspectores, coordinadores académicos…).

La institución en sí: el centro donde se desarrolla ese proceso de enseñanza-aprendizaje (Instituto de Educación Secundaria, Colegio de Educación Infantil, Colegio de Educación Primaria, Universidad…).

El contexto en el que tiene lugar, es decir, las condiciones y características de la Comunidad Autónoma, provincia, barriada… en la que se realizan.

Los programas y proyectos educativos de intervención. Dentro de los cuales podemos fijar nuestra atención en:

Los objetivos que se persiguen, es decir, las metas establecidas que se pretenden alcanzar.

Las actividades diseñadas, para lograr esos objetivos y/o metas fijados.

Las metodologías propuestas.

Los materiales con los que se va a llevar a cabo.

Los recursos humanos:

Necesarios

Disponibles

La temporalización establecida.

Los espacios a utilizar.

Nosotros nos centraremos en la evaluación de las personas y, más concretamente, en las del alumnado que cursa Formación Profesional para el Empleo y pretende obtener un certificado de profesionalidad.

Importante

Estos objetos de evaluación no son excluyentes entre sí, podemos basar nuestra evaluación en uno o varios de ellos. Haremos nuestra elección en función de las metas que nos hayamos marcado, y los intereses y motivaciones que nos han llevado a realizar una evaluación del aprendizaje.

Recuerda

La motivación puede ser tanto intrínseca como extrínseca. La motivación intrínseca es aquella que proviene de nosotros mismos, de nuestras inquietudes; mientras que la extrínseca viene dada por algún agente externo, por ejemplo la que tiene un profesor cada trimestre como consecuencia de las funciones de su trabajo para evaluar a su alumnado de la materia que imparte.

Siguiendo lo especificado en el Real Decreto 34/2008 según nueva redacción del Real Decreto 189/2013, en lo que a nosotros nos concierne: la evaluación que tendremos que realizar sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje en Formación Profesional para el Empleo, hemos de tener en cuenta que ésta puede ser llevada a cabo sobre dos modalidades distintas de impartición de la formación:

La modalidad presencial, como su nombre indica, es aquella en la que el alumnado ha de estar presente en el espacio asignado para el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje.

La modalidad de teleformación, por su parte, es aquella que se imparte a distancia a través del uso de las tecnologías de la información y la comunicación combinando, como refleja el estudio de FUNDESCO en España:

“La instrucción directa clásica (presencial o autoestudio), las prácticas, los contactos en tiempo real (presenciales, videoconferencias o chats) y contactos diferidos (tutores, foros de debate, correo electrónico)”.

Artículo 10. Modalidades de impartición de la formación referida a los certificados de profesionalidad

La formación referida a los certificados de profesionalidad podrá impartirse de forma presencial o mediante teleformación.

La modalidad de impartición mediante teleformación se entenderá realizada cuando las acciones formativas se desarrollen en su totalidad, o en parte combinadas con formación presencial, de acuerdo con lo establecido en cada certificado para esta modalidad, a través de las tecnologías de la información y comunicación, posibilitando la interactividad de alumnos, tutores-formadores y recursos situados en distinto lugar.

Así pues, según lo establecido en su artículo 14, la evaluación de la formación en este tipo de enseñanza destacará por ser:

Artículo 14. Evaluación de la formación

Los formadores que impartan las acciones formativas llevarán a cabo una evaluación continua del alumnado, que será realizada por módulos y, en su caso, por unidades formativas, con objeto de comprobar los resultados de aprendizaje y, en consecuencia, la adquisición de las competencias profesionales.

La evaluación se desarrollará de manera sistemática, ajustándose a una planificación previa en la que constarán, al menos, para cada módulo y, en su caso, unidad formativa, una estimación de la fechas previstas para la evaluación, los espacios en los que ésta se llevará a cabo, los instrumentos de evaluación que serán utilizados y la duración que conlleva su aplicación.

Para más información, visite el siguiente enlace:
http://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2008-1628

Funciones de la evaluación del aprendizaje

En nuestro sistema educativo, la evaluación del aprendizaje tiene unas funciones claras y bien delimitadas que, independientemente del objeto u objetos que hayamos seleccionado para llevarla a cabo, siempre están presentes.

Como sucede con la mayoría de clasificaciones, podemos hallar varias, pero nosotros nos centraremos en la que aparece a continuación por su claridad y concisión:

De retroalimentación: Se obtiene información del proceso que, a posteriori, es devuelta a éste analizada y mejorada.

Se produce una transmisión de información e influencia entre diversos agentes: del profesor al alumnado, del alumnado a la dirección, de la dirección al profesor…

Instructiva: Incrementa los conocimientos, habilidades, actitudes y valores del alumnado, favoreciendo su asimilación y consolidación.

De verificación: Se observa si se cumplen o no los objetivos fijados al contrastarlos con los datos recabados. Tanto los que se refieren al propio alumnado, como los relacionados con la enseñanza en sí, con su efectividad.

Educativa: Permite delimitar aquello que se va a aprender y el nivel de exigencia que se le va a tener.

Se favorecerán aspectos tan importantes como el aumento de sus esquemas cognitivos, sus habilidades sociales (asertividad, empatía, escucha activa…), sus responsabilidades…

1.1.2. Planificación de la evaluación. Agentes intervinientes

Siguiendo las pautas y recomendaciones que hemos indicado en apartados anteriores, la evaluación ha de ser planificada, debe ser sistemática. Recordemos que no se puede dejar en manos de la improvisación. Así pues, como cualquier planificación que se precie, tiene que tener una serie de fases ordenadas que nos conduzcan al fin deseado.

Según el autor en el que nos fijemos, estas etapas y fases varían.

Partiendo de la propuesta de Medina y Villar (1995), hallamos distintas fases en el proceso dependiendo del enfoque en el que nos basemos:

Cualitativo

Fases

Observación generalizada

Recopilación de opiniones

Intercambio de opiniones

Elaboración del informe

Cuantitativo

Fases

Codificación y determinación de las variables

Selección de la técnica y de los instrumentos de evaluación

Recolección y tratamiento de datos

Análisis de los resultados

Elaboración del informe

En lo que concierne a la planificación de la evaluación del aprendizaje, agrupando propuestas de autores como Medina y Villar (1995), Terry Tenbrink (2002) y Gimeno Sacristán (2008), las fases en las que nos basaremos serán:

Delimitación del objeto de evaluación

Selección de criterior

Elección de métodos, técnicas e instrumentos

Recogida de información

Análisis de la información

Emisión de juicio de valor

Comunicación de los resultados de la evaluación

Sabías qué

Los libros de los autores propuestos:

Medina y Villar (1995). “Evaluación de programas educativos, centros y profesores”. Editorial: Universitas, Madrid.

- Terry Tenbrink (2002). “Guía práctica para profesores”. Editorial: Narcea, Madrid.

- Gimeno Sacristán (2008). “Educar por competencias ¿qué hay de nuevo?”. Editorial: Morata, Madrid.

Recuerda

Al ser un proceso sistemático con una secuenciación lógica e intencionada, puesto que el logro de una de sus etapas nos conduce a la siguiente, hemos de seguir el orden señalado sin alterarlo.

Teniendo presente que nuestra evaluación va a versar sobre el aprendizaje realizado a través de la Formación Profesional para el Empleo, pasaremos a detallar con más detenimiento cómo hemos de desarrollar cada una de estas fases.

Delimitación del objeto de evaluación:

De acuerdo a las etapas que acabamos de ver, lo primero que hemos de preguntarnos es ¿qué vamos a evaluar?

Como la finalidad de los certificados de profesionalidad impartida por la Formación Profesional para el Empleo no es otra que:

Artículo 3. Finalidad (Real Decreto 34/2008 modificado por R.D. 189/2013)

Acreditar las cualificaciones profesionales o las unidades de competencia recogidas en los mismos, independientemente de su vía de adquisición, bien sea a través de la vía formativa, o mediante la experiencia laboral o vías no formales de formación según lo que se establezca en el desarrollo del artículo 8 de la Ley Orgánica 5/2002, de 19 de junio, de las Cualificaciones y de la Formación Profesional.

Facilitar el aprendizaje permanente de todos los ciudadanos mediante una formación abierta, flexible y accesible, estructurada de forma modular, a través de la oferta formativa asociada al certificado.

Favorecer, tanto a nivel nacional como europeo, la transparencia del mercado de trabajo a empleadores y a trabajadores.

Ordenar la oferta formativa del subsistema de formación profesional para el empleo vinculada al Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales.

Contribuir a la calidad de la oferta de formación profesional para el empleo.

Contribuir a la integración, transferencia y reconocimiento entre las diversas ofertas de formación profesional referidas al Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales.

Nuestro objeto de evaluación para cada uno de los módulos formativos van a ser los aprendizajes “referidos tanto a los conocimientos como a las destrezas prácticas y habilidades recogidas en las capacidades y criterios de evaluación de los mismos, de manera que, en su conjunto, permitan demostrar la adquisición de las competencias profesionales, en concordancia con los descriptores establecidos en la Recomendación 2008/C 111/10 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de abril de 2008, relativa a la creación del Marco Europeo de Cualificaciones para el aprendizaje permanente” (Apartado 3 del Artículo 14 del Real Decreto 34/2008 según nueva redacción del Real Decreto 189/2013)”.

Recuerda

Aunque nuestro objeto de estudio es el indicado, como vimos anteriormente, en todo proceso de enseñanza-aprendizaje hay multitud de objetos susceptibles de ser evaluados.

Selección de criterios:

Los certificados de profesionalidad están establecidos y desarrollados por Real Decreto. Su publicación la encontramos en el Boletín Oficial del Estado.

En dicho desarrollo, aparecen delimitados los criterios de evaluación por los que hemos de regirnos. Por lo que, a la hora de diseñar nuestra evaluación, hemos de basarnos en ellos.

Si no nos guiásemos por estos criterios, la evaluación no sería objetiva puesto que nos dejaríamos influenciar por aquello a lo que nosotros mismos le damos más importancia.

Elección de métodos, instrumentos y técnicas:

Una vez seleccionado el objeto de evaluación, nos centraremos en buscar cómo vamos a llevar a cabo la recogida de información con la que emitiremos un juicio de valor.

Definición

Un método es un “modo de decir o hacer con orden” (RAE).

Un instrumento es “aquello de que nos servimos para hacer algo” (RAE).

Una técnica es un “conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia o un arte” (RAE).

Todos los métodos, técnicas e instrumentos existentes son susceptibles de ser utilizados, su eficacia va a depender de la adecuación a las características de nuestra evaluación.

Conforme vayamos avanzando por las distintas unidades, profundizaremos en los distintos métodos, técnicas e instrumentos que se suelen emplear en este contexto, el de la Formación Profesional para el Empleo. Iremos concretando las ventajas e inconvenientes que poseen cada uno de ellos, así como en qué tipo de situaciones es recomendable su utilización.

Recogida de información

En esta fase, a través de los instrumentos, técnicas y métodos mencionados anteriormente, recabaremos todos los datos que nos sean posibles para poder reflejar los resultados obtenidos por el alumnado.

Análisis de la información:

Valoraremos la información consignada por el alumnado mediante su cotejo con los criterios fijados en la fase número dos.

Emisión de juicio de valor:

Asignaremos una calificación a estos resultados de aprendizaje indicando para cada uno de los módulos profesionales “apto” o “no apto”, según las pautas fijadas en el Real Decreto que venimos trabajando hasta el momento.

Comunicación de los resultados de evaluación:

Transmitiendo al alumnado y a la Administración la calificación obtenida. Los primeros tendrán constancia de ella en su correspondiente certificado académico, mientras que los segundos la tendrán registrada gracias al acta de evaluación que el centro o entidad que haya impartido la acción formativa le remitirá.

Llegados a este punto, habiendo desglosado las distintas etapas por las que debe pasar la planificación de la evaluación, y teniendo presente que la que nosotros vamos a realizar se enmarca dentro de la Formación Profesional para el Empleo, como agentes implicados en la misma se encuentran:

Los responsables del centro o entidad encargada de impartir la formación

Son los que poseen todos los requisitos necesarios para desarrollar el certificado de profesionalidad:

Acreditación de la Administración para impartirlo.

Profesorado.

Material didáctico.

Aulas.

Ordenadores.

Técnicos expertos en la materia que aborda el certificado de profesionalidad

Encargados de diseñar los contenidos y destrezas que han de ser abordados y asimilados en las acciones formativas para, así, poder conseguir la calificación de “apto” que nos permita obtener el certificado.

Formadores

Profesorado que va a impartir la materia y que, en base a los criterios de evaluación establecidos, calificará al alumnado.

Alumnado

Receptores de la formación que se lleva a cabo y que, siempre y cuando obtengan el “apto”, obtendrá el certificado de profesionalidad.

Definición

La evaluación es “un proceso sistemático de recogida de información y comprensión de la misma, en base a unos criterios, que nos permita emitir un juicio sobre el mérito y el valor educativo que tiene algo, con el propósito claro de proponer mejoras y poder alcanzar mayores cotas de calidad”.

1.1.3. Importancia de la evaluación. Medir y evaluar

Después de haber profundizado en el concepto de “evaluación” y, sobre todo, en la realizada en Formación Profesional para el Empleo; estamos en disposición de afirmar que la importancia de este proceso reside en que:

Nos ayuda a comprobar si estamos cumpliendo con las metas que nos hemos marcado.

Proporciona retroalimentación a los agentes implicados en la misma de lo que se está haciendo y se ha hecho.

Indica fortalezas y debilidades de lo desarrollado.

Permite establecer nuevas medidas de actuación que mejoren las anteriores, tanto en el acto como a posteriori.

Abre nuevos campos de actuación en la temática.

Tras la obtención de la calificación positiva, concede un certificado oficial apto para justificar su cualificación profesional en la materia.

Si la calificación es negativa, ayuda al estudiante a reconducir su aprendizaje erradicando sus errores.

Igualmente ayuda al profesorado a mejorar y pulir su proceso de enseñanza.

Garantiza la correcta inversión de los recursos que se dedican a los certificados de profesionalidad. Son muchos y elevados los recursos cuantitativos y cualitativos que se destinan a este tipo de formación.

Acredita la calidad de lo desarrollado o, en caso contrario, la falta de la misma.

Recuerda

La comprobación de los resultados de aprendizaje en Formación Profesional para el Empleo es fundamental puesto que, sin ella, no podemos certificar la asimilación de los conocimientos y habilidades que acredite la adquisición de las competencias profesionales propuestas en la Recomendación 2008/C 111/10 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de abril de 2008, relativa a la creación del Marco Europeo de Cualificaciones para el aprendizaje permanente.

Sin este proceso no podríamos expedir el título oficial con el que acreditar nuestra capacitación en la materia a la que se refiera. Igualmente, tampoco podríamos certificar que la cualificación recibida es la que requiere el puesto de trabajo que pretendemos desempeñar.

Pero, ¿es lo mismo evaluar que medir? ¿utilizamos el término indistintamente en nuestra vida diaria? ¿pensamos que la diferenciación conceptual es importante o tan sólo hay algunos matices por los que no merece la pena ser tan exhaustivos?

La respuesta clara a la primera cuestión planteada es no. Medir y evaluar no son conceptos que puedan emplearse como sinónimos.

Clarificando ambos términos, según el Diccionario de la Real Academia Española:

Medir es “comparar una cantidad con su respectiva unidad, con el fin de averiguar cuántas veces la segunda está contenida a la primera”.

Evaluar consiste en “estimar, apreciar, calcular el valor de algo”. Donde “valor”, a su vez, ha de ser entendido como el “grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite”.

Semejanzas

En ambos procesos se lleva a cabo una comparación.

En lo que al ámbito que nos ocupa se refiere, ambas tiene como objeto de estudio el rendimiento del alumno.

Ambas pretenden realizar una toma de decisiones con los datos recabados.

Diferencias

Medir es deducir la cantidad de una cosa, mientras que en la evaluación apreciamos su valor.

La medición recaba información. La evaluación va más allá y, además, la juzga.

Las técnicas empleadas en la medición son cuantitativas, mientras que las utilizadas en la evaluación también son cualitativas. En ésta última se tienen en cuenta aspectos subjetivos que no pueden ser recogidos por las primeras.

Lo que sí podemos afirmar, y de ello no cabe duda, es que la medición y la evaluación están íntimamente relacionadas. Medimos antes de evaluar para sustentar esta última en los datos recabados por la primera.

Veámoslo a través del siguiente ejemplo:

Cuando un profesor realiza un examen tipo test a su alumnado sobre una unidad didáctica de la materia que imparte, la medición tiene lugar cuando recopila datos cuantitativos relativos al número de preguntas correctas-erróneas que le proporciona una calificación numérica en torno al mismo; mientras que para concluir el proceso de evaluación, y no quedarse en la mera medición, emite un juicio de valor en base a esa calificación y a otras apreciaciones subjetivas que tiene del día a día en el aula opinando que el examen está muy bien, o muy mal, el alumno no estaba motivado, esa materia en concreto no se le daba muy bien…

1.1.4. Características técnicas del proceso de evaluación: sistematicidad, fiabilidad, validez, objetividad, efectividad, entre otros

Continuando con nuestro principal objetivo, aprender a realizar la evaluación de los procesos de enseñanza-aprendizaje en Formación Profesional para el Empleo, no podemos dejar de mencionar las características técnicas que ésta debe tener aunque, como es lógico, varíe su proporción:

Sistematicidad

Como hemos comentado al comienzo de esta unidad, en sus primeros apartados, toda evaluación ha de ser planificada suficientemente como para no dejar nada a la improvisación. Al ser un proceso, con sus pasos y etapas bien delimitadas, debe aplicarse con seriedad y rigurosidad para que los datos recabados sean válidos y fiables. De no ser así, la espontaneidad e improvisación podrían provocar que se perdiese y malinterpretase información.

Así pues, como característica técnica básica que debe poseer toda evaluación hallamos la sistematicidad, es decir, la planificación concienzuda de la secuenciación a seguir en nuestro proceso.

Fiabilidad

“Probabilidad del buen funcionamiento de algo” es la definición aportada por el Diccionario de la Real Academia Española para este concepto. Por lo que, para nosotros, la fiabilidad de la evaluación que realicemos dependerá de su buen funcionamiento.

Buen funcionamiento que, en base a lo ya estudiado, sabemos que se sustenta en la adecuación al objeto de estudio. Cuanto más acerquemos nuestra evaluación a la realidad que la rodea, más probabilidades tendremos de que funcione bien.

Validez

Cuando decimos que una evaluación ha de ser válida, nos estamos refiriendo al grado en que ésta mide los objetivos que nos hemos propuesto. En nuestro caso concreto, el objetivo que perseguimos es que la evaluación que diseñemos refleje el grado de adquisición de conocimientos y habilidades por parte del alumnado de la materia que impartimos. De tal forma que, cuanto más se ajuste a ellos, más válida será.

Sabías qué

Si indagamos un poco más sobre las dos últimas características abordadas, la fiabilidad y la validez, comprobaremos que existen muchos estudios al respecto. Estudios que, en más de una ocasión, emplean el término “confiable” en lugar de fiable. ¿Hay alguna diferencia entre ellos? ¿Pueden ser utilizados como sinónimos?

Objetividad

Estamos acostumbrados a oír la palabra objetividad junto a la de subjetividad, pero ¿sabemos diferenciarlas bien? ¿somos capaces de distinguirlas con claridad?

Pues bien, con objetividad nos estamos refiriendo a las cualidades que son propias del objeto; mientras que la subjetividad va ligada a las percepciones individuales que tiene cada persona sobre algo. De ahí que sea totalmente razonable pensar que la evaluación de nuestro alumnado ha de ser objetiva, es decir, debe alejarse de nuestras propias percepciones personales, no podemos permitir que éstas influyan ni para bien, ni para mal en el proceso (ni para subir la calificación de un alumno, ni para bajarla).

Efectividad

La efectividad de la evaluación se relaciona con el impacto que ha tenido. Mide si se han alcanzado los objetivos propuestos. Cuantos más objetivos hayamos conseguido, mayor será la efectividad.

Calidad

Al igual que la sistematicidad, la calidad también ha sido mencionada a lo largo de nuestro discurso sobre la materia abordada. Recordemos que con ella nos referimos a hacer las cosas lo mejor que podamos, de manera excelente.

Esta característica, además, es la más buscada por la sociedad hoy en día puesto que, inmersos en una espiral de constante avance, competitividad y evolución, intentamos alcanzar altas cotas de perfeccionismo.

Eficiencia

La eficiencia refleja la medida en la que se han logrado los efectos deseados con el menor esfuerzo e inversión posibles. Una evaluación en Formación Profesional para el Empleo será eficiente siempre y cuando consiga sus objetivos sin emplear más tiempo ni recursos de los que son estrictamente necesarios

Sostenibilidad

Con esta característica se pretende fomentar que la evaluación siga teniendo impacto y repercusión en el tiempo aunque haya finalizado, es decir, que tanto a corto como a largo plazo podamos ver los beneficios que hemos descubierto gracias a ella.

Impacto

Con ello queremos comprobar todos los efectos que ha causado: positivos, negativos, a largo-corto-mediano plazo… Nos ayudará a tomar decisiones muy valiosas sobre el proceso desarrollado y, en su caso, sobre el que queramos volver a emprender con todas las mejoras posibles.

Importante

Si queremos saber si nuestra evaluación cumple o no con las características técnicas expuestas, tenemos que comprobar si:

Hemos llevado a cabo una amplia y organizada planificación.

La probabilidad de que funcione bien es alta.

El grado en que mide nuestros objetivos es elevado.

Hemos sido imparciales, no dejándonos guiar por nuestras propias percepciones.

Se han conseguido los objetivos, y en qué medida.

Hemos logrado los efectos deseados.

Permanece en el tiempo.

Ha causado efectos.

1.1.5. Modalidades de evaluación en función del momento, agente evaluador y finalidad

Al igual que sucede con conceptos como “evaluación” y “aprendizaje”, trabajados en lo que hemos abordado a lo largo de esta primera unidad, podemos decir que hay tantas tipologías de evaluación como estudiosos en la materia.

Ante la imposibilidad de reflejarlas todas en este apartado, nos centraremos en las que más nos interesa por su sencillez y utilidad, puesto que son las más empleadas en nuestro ámbito de trabajo. Para ello, vamos a presentarlas agrupadas en base a tres criterios fundamentales: el momento en el que se lleva a cabo, los agentes evaluadores intervinientes en ella y la finalidad o finalidades que se pretenden conseguir.

Además de estos tipos, cabe mencionar que, en relación a las evaluaciones realizadas en el ámbito educativo, nos podemos encontrar con otra clasificación en la que ésta puede hacerse según su extensión de forma:

Global.

Parcial.

Si la llevamos a cabo de forma global, abarcaremos nuestro objeto de estudio en su totalidad, tal y como nos indica su propio nombre, analizando de manera integral todos los aspectos que lo forman e interaccionan entre sí.

Mientras que si la realizamos de forma parcial, focalizaríamos nuestro objetivo en uno solo de sus componentes. Con ella, a diferencia de la anterior, profundizamos en mayor medida en todo lo que engloba a ese aspecto concreto.

Comenzando por la primera de las clasificaciones expuestas, según el momento en el que llevemos a cabo la evaluación encontramos que puede ser:

Inicial

La evaluación inicial es aquella que tiene lugar al comienzo de la puesta en marcha de un programa, proyecto, intervención… educativa.

Gracias a ella podemos ser conocedores del punto de partida en el que nos encontramos y, a posteriori, comprobar los logros alcanzados mediante su comparación.

Procesual

Es la que realizamos de forma permanente durante todo el proceso, conforme vamos desarrollándolo. Ello nos permite modificar al instante los errores detectados para, en la medida de lo posible, hacer nuestra evaluación lo mejor que podamos.

En esta evaluación, por tanto, vamos a tener muy en cuenta la información aportada por la evaluación inicial. Si se detectase algún error o inconveniente en ella, trataríamos de solventarlo para que el transcurso de los siguientes pasos se hagan correctamente.

Final

Se lleva a cabo al final del programa, proyecto, intervención… con el objetivo de comprobar los resultados alcanzados en relación a las metas propuestas inicialmente.

Ésta a su vez, aunque se llame final y se realice al acabar nuestras acciones, puede suponer el punto de partida para otras evaluaciones que decidamos hacer puesto que, con los datos que nos ha arrojado, podemos abrir otras posibles vías de estudio e investigación.

Diferida

Finalmente, tenemos la evaluación diferida que, aunque no siempre se realiza, también es conveniente desarrollarla en la mayoría de los casos. Ésta es la que hacemos a medio y/o largo plazo desde que nuestra intervención ya ha finalizado. Con ello averiguamos el impacto que ésta ha tenido.

Siguiendo con las tipologías de la evaluación, según los agentes evaluadores que intervienen en la misma hallamos:

Evaluación interna

La evaluación interna es aquella que está realizada por las propias personas de la organización, institución, centro, etc. al que nos estemos refiriendo. No obstante, se pueden dar dos casos diferentes dentro de esta evaluación pese a que, como característica común, tenga que las personas que la llevan a cabo pertenecen a ella.

Por una parte, tenemos el caso en el que estas personas, además de llevar a cabo la evaluación, han intervenido en su diseño. Por lo que estaríamos hablando de autoevaluación. Mientras que, por otra parte, podemos encontrarnos con que éstas han participado únicamente en su puesta en marcha. Caso en el que desarrollaremos simplemente una evaluación interna sin más.

En el segundo de los casos, tan sólo valoraremos los resultados obtenidos; por su parte, en el primero de ellos, también lo haremos de la planificación y desarrollo del proceso al completo.

Evaluación externa

Es la que llevan a cabo personas expertas en la materia ajenas a la organización, institución, centro… en el que se realiza. Como características esenciales hemos de resaltar que:

Pueden desarrollarlas tanto agencias como personas a título personal. Eso sí, ambas han de estar autorizadas para ello.

Proporciona una serie de ventajas como:

Objetividad

Rigurosidad

Sistematicidad

Fiabilidad

Y desventajas que pueden tener lugar como por ejemplo:

Descontextualización (por no pertenecer a la organización y desconocerla en profundidad)

Excesiva burocratización.

Dificultades para triangular información.

Falta de entendimiento y coordinación con las personas que sí pertenecen a la organización.

Evaluación mixta

Por último, tenemos la evaluación mixta que engloba a las dos evaluaciones anteriores. Consiste en llevar a cabo la evaluación de tal forma que en ella participen:

Personas ajenas a la institución (evaluadores externos) .

Personas pertenecientes a la organización (evaluadores internos).

En un primer momento, esta evaluación se presenta como la más completa de todas y, si reflexionamos sobre ella, nos daremos cuenta de que es cierto que puede resultar ser la más eficaz de las tres. No obstante, también es la más compleja puesto que requiere un gran esfuerzo de coordinación y consenso por parte de todos los implicados en ella.

Si logramos establecer un buen clima de trabajo en el que ambos agentes, internos y externos, tengan bien delimitadas y claras sus funciones, conseguiremos que el proceso a desarrollar se realice de forma satisfactoria. Si por el contrario las funciones están poco claras, se solapan, y el clima de trabajo es difícil por falta de diálogo, comprensión y consenso; hacer una evaluación mixta se tornará prácticamente imposible. Los beneficios que de ésta podemos extraer, se volverán inconvenientes que poco o nada nos podrá reportar positivamente.

Por tanto, a modo de síntesis, hemos de señalar que para que una evaluación mixta se desarrolle de forma satisfactoria debe haber:

Diálogo.

Cooperación.

Preparación (tanto teórica como práctica).

Predisposición.

Trabajo en equipo.

Participación.

Una buena delimitación de funciones y tareas según los agentes. Clara y concisa.

Coordinación.

Consenso.

Motivación.

Recuerda

Como ya comentamos respecto a los métodos, técnicas e instrumentos a emplear en una evaluación, la elección de una tipología u otra va a estar ligada a las características propias de nuestro proceso.

Todas son igual de válidas si seleccionamos la que mejor se ajusta a nuestras particularidades. Así pues, cuando vayamos a definirla, hemos de prestar atención y reflexionar sobre las características de cada una de ellas. No dejemos nada a la improvisación y planifiquemos nuestra intervención concienzudamente.

Para concluir este apartado, en base a la finalidad que persigamos con la evaluación tenemos:

Evaluación diagnostica

Pretende recabar información sobre cómo se encuentra el objeto de evaluación antes de comenzar el proceso. Trata de conocer previamente cómo es y qué características tiene.

Al llevar a cabo esta tarea, es fundamental que intentemos comprender al objeto en su totalidad puesto que, si tenemos claro qué estamos abarcando y somos conocedores de ello, seremos capaces de adaptar la evaluación a sus particularidades lo máximo posible.

Entre los aspectos a conocer encontramos:

¿Qué es?

¿Cómo está?

¿Quién/es está/n implicado/s?

¿Con quién o qué se relaciona?

No olvidemos que toda evaluación que se precie, y aún más hoy en día, busca lograr altos estándares de calidad. Y, si la calidad es el logro de la excelencia, de hacer las cosas lo mejor posible, debemos comprender profundamente aquello que estamos evaluando.

Evaluación formativa

Trata de buscar permanente la mejora durante el desarrollo de nuestro programa, proyecto o intervención. A través de ella nos cuestionamos de forma continua:

¿Qué estamos haciendo?

¿Hacia dónde vamos?

¿Estamos logrando los objetivos fijados?

¿Se ajusta realmente a la realidad que nos rodea?

Etc.

Nos permite obtener datos periódicamente sobre cómo se está llevando a cabo nuestro proceso y qué estamos consiguiendo de manera que, si detectamos errores que pueden ser solventados sobre la marcha, podemos ir corrigiéndolos.

Como sucedía con la evaluación inicial y la procesual, la formativa y la diagnóstica también se complementan. La formativa se ayuda de la información extraída en la evaluación diagnóstica para continuar con su meta: seguir recabando datos del resto del proceso para poder perfeccionarlo sin necesidad de esperar a que éste finalice.

Evaluación sumativa

Concluyendo con esta clasificación, al final del proceso nos encontramos con la evaluación sumativa, cuya finalidad no es otra que medir los logros obtenidos comparándolos con los objetivos fijados en un principio.

Este tipo de evaluación ha sido la más empleada en educación ya que seguía un modelo de rendición de cuentas en el que tan sólo importaba el resultado final.

Hoy en día su aplicación no deja de ser importante pero, con el paso del tiempo, se ha dejado constancia de la importancia que tiene completarla con otro tipo de evaluación como la inicial y/o la sumativa.

Así pues, al ser la última evaluación a desarrollar según esta clasificación, la interpretación de los datos obtenidos nos lleva a dos posibles resultados:

Certificación

Acreditación

Certificación es, según el Diccionario de la Real Academia Española, un: “Documento en que se asegura la verdad de un hecho”.

Mientras que acreditación viene definida como un: “Documento que acredita la condición de una persona y su facultad para desempeñar determinada actividad o cargo”.

Partiendo de estas definiciones ¿hemos de pensar que son lo mismo? Evidentemente no.

La certificación es expedida por una institución cuando ésta comprueba la adquisición de los conocimientos y habilidades requeridos. Si se han cumplido, se refleja en dicho documento certificándolo, es decir, asegurando que el alumno los ha alcanzado.

Con la acreditación, por su parte, damos un paso más puesto que, además de corroborar la adquisición mencionada, se establece el grado en el que se ha hecho y, en consecuencia, el nivel de capacitación que tiene el alumno para realizar aquello que ha adquirido.

Importante

Las tipologías que hemos mencionado no son excluyentes entre sí, podemos utilizarlas de forma individual o conjunta, combinándolas según nuestras necesidades. Emplead aquella/s que mejor se adapten a vuestro proceso, realizando una adecuada selección durante la planificación.

Cuando realizamos una evaluación, debemos comunicar sus resultados a los implicados en la misma. En el caso que nos ocupa, tendremos que hacerlo al alumnado principalmente, aunque como veremos no es el único.

Si evaluamos sin transmitir las conclusiones extraídas, no podremos lograr la meta más deseada: la mejora.

Al evaluar a un alumno, gracias a los datos obtenidos de las pruebas realizadas, le estamos ayudando a reflexionar sobre sus fortalezas y debilidades en la materia. Detectamos errores que podrán ser solventados si se siguen trabajando.

Esta comunicación al alumnado, aunque el profesor puede hacerla de forma oral en revisiones de pruebas, comentarios durante una clase…, también ha de llevarse a cabo mediante un soporte documental. Por una parte le damos un carácter más oficial y, por otra, dejamos constancia por escrito de tal forma que puede ser registrada y perdurar en el tiempo.

Asimismo, con ello no sólo informamos a nuestros discentes, sino a otros agentes tan importantes como la propia entidad que imparte la enseñanza y la Administración educativa. Tanto a una como a otra les ayuda a reflexionar sobre la idoneidad de lo que están haciendo y, en este sentido, sobre los cambios y mejoras que pueden introducir en ello:

A la entidad sobre la oferta de la enseñanza que tiene y su impartición, en nuestro caso certificados de profesionalidad.

Y a la Administración pública en cuanto a la regulación y financiación de esa enseñanza, ya que necesitará comprobar si es válida.

De esta forma, siguiendo lo que recoge el Real Decreto 34/2008 por el que se regulan los certificados de profesionalidad, la documentación que hemos de usar en este proceso de evaluación es:

Artículo 20. Documentación del proceso de evaluación.

Los formadores/tutores reflejarán documentalmente los resultados obtenidos en cada uno de los módulos y, en su caso, unidades formativas del certificado, a través de los siguientes documentos:

Informe de evaluación individualizado para cada alumno, cumplimentado según el modelo indicado en el Anexo VI.

Acta de evaluación, según modelo especificado en el Anexo VII, que reflejará las calificaciones finales obtenidas en términos de «no apto» o «apto», con las siguientes valoraciones:

«Apto» (Suficiente): si la puntuación final del módulo es de 5 a 6,9.

«Apto» (Notable): si la puntuación final es de 7 a 8,9.

«Apto» (Sobresaliente): si la puntuación final es de 9 a 10.

Informe de evaluación

Un informe como tal es definido como: “Descripción, oral o escrita, de las características y circunstancias de un suceso o asunto” (RAE).

Un informe de evaluación, por su parte, es el documento en el que hemos de reflejar los resultados obtenidos en este proceso a través de la concreción de aquellos datos que tengan alguna relevancia.

Siguiendo el modelo de informe recogido en la normativa que regula los certificados de profesionalidad en su Anexo VI, puesto que no hay ninguno establecido como único y obligatorio, pasaremos a detallar los aspectos que ha de contener:

En un primer momento, en el encabezado, debemos señalar los datos de identificación del certificado:

Código y denominación del certificado de profesionalidad

Duración (en horas)

Fechas de impartición (de…a…)

Centro de formación

Dirección

A continuación, tendremos que anotar todos los datos relativos al alumno en cuestión y a los resultados de su evaluación, tanto los relacionados con la realizada durante el proceso de aprendizaje, como la correspondiente a la prueba final del módulo:

Nombre y apellidos del alumno/a

Evaluación durante el proceso de aprendizaje:

Resultados en las actividades e instrumentos de evaluación

Puntuación media

Importante

Como cualquier otro aspecto de la evaluación, la documentación que debemos utilizar para comunicar los resultados obtenidos ha de estar debidamente planificada y organizada.

Además, debe seguir una estructura lógica y formal que dé cabida a todo aquello que sea susceptible de ser transmitido; adaptada, a su vez, a la normativa que la regula.

Siempre y cuando contenga los datos mínimos que acabamos de ver, nosotros mismos podemos elaborar nuestro informe. No obstante, tanto por comodidad como por tener una guía con la que orientarnos, podemos buscar modelos que contengan estos apartados y, en función de las características de nuestra evaluación, adaptarlos a nuestras necesidades.

Reflejando las orientaciones que el modelo de informe indica para cada uno estos aspectos diremos que en:

“Resultados en las actividades e instrumentos de evaluación se anotarán las puntuaciones obtenidas en las distintas actividades e instrumentos de evaluación aplicados, que serán los que se han identificado en la planificación de la evaluación.

Puntuación media se incluirá la puntuación media lograda a partir de las puntuaciones obtenidas en los distintos instrumentos.

Primera convocatoria se reflejará la puntuación obtenida en la prueba de evaluación final del módulo aplicada en la fecha prevista (1ª convocatoria). Si el módulo tiene unidades formativas se reflejará la puntuación correspondiente en la prueba a dichas unidades.

Segunda convocatoria se incluirá las puntuaciones obtenidas sólo si se ha tenido que realizar la prueba en ella.

Calificación final del módulo se introducirá la calificación final obtenida en el módulo en términos de No Apto o Apto, en este último caso, indicando entre paréntesis la puntuación final alcanzada por el alumno”.

Como podemos comprobar, el informe recoge todos los datos importantes que han de reseñarse en una evaluación:

Identificación del alumno/a

Identificación de la enseñanza

Evaluación procesual

Evaluación final

Acta de evaluación

Si nos preguntamos qué es un acta y buscamos su significado en el Diccionario de la Real Academia Española, una de sus acepciones especifica que es la: “Certificación, testimonio, asiento o constancia oficial de un hecho”.

La totalidad de los módulos

Las unidades formativas de la acción correspondiente al certificado de profesionalidad (si procede)

Propuesta de certificado

Indicando SI o NO

Propuesta de acreditación parcial

Indicando SI o NO

Para cada uno de los módulos, y unidades formativas si las hubiese, hay que indicar la calificación final.

Para los módulos se indicará:

APTO (SUFICIENTE)

APTO (NOTABLE)

APTO (SOBRESALIENTE)

NO APTO

Y para las unidades de formación, siempre y cuando sea necesario porque el certificado de profesionalidad en cuestión las tenga:

APTO O NO APTO

En el acta de evaluación, al igual que en el informe, deberán aparecer los datos del certificado de profesionalidad en el encabezado y, a continuación, los resultados de aprendizaje concretando:

La entidad que lo imparta, en no más de tres meses desde su finalización, deberá entregar las “actas de evaluación firmadas y los documentos donde se reflejen los resultados de la misma, a la Administración competente responsable de expedir el certificado de profesionalidad, que será responsable de su custodia”.

Como ya hemos comentado en alguna ocasión, y además recoge el Real Decreto 34/2008, “esta documentación servirá de base a los órganos competentes de las Comunidades Autónomas, o al Servicio Público de Empleo Estatal, para expedir las pertinentes certificaciones de los módulos formativos superados con las que las personas interesadas podrán solicitar la expedición del certificado de profesionalidad o acreditación”.

Por tanto, en relación a la expedición de los certificados, ha de quedar claro que:

Artículo 16. Expedición de los certificados de profesionalidad

Los certificados de profesionalidad se expedirán a quienes lo hayan solicitado y demuestren haber superado los módulos correspondientes a dicho certificado, o bien hayan obtenido el reconocimiento y la acreditación de todas las unidades de competencia que lo componen mediante el procedimiento que se establezca en el desarrollo normativo del artículo 8 de la Ley Orgánica 5/2002, de 19 de junio, de las Cualificaciones y de la Formación Profesional. El modelo de solicitud de certificado de profesionalidad es el contemplado en el anexo I del presente real decreto.

La expedición de los certificados de profesionalidad corresponderá a la Administración laboral competente.

Además de los documentos comentados, los informes y las actas, se podrán expedir certificados de acreditación parcial:

Quienes no superen la totalidad de los módulos asociados al certificado de profesionalidad y superen los módulos asociados a una o varias unidades de competencia del mismo, recibirán una certificación de los módulos superados que tendrá efectos de acreditación parcial acumulable de las competencias profesionales adquiridas.

Importante

La comunicación es un aspecto de vital importancia en el proceso de evaluación. Ha de estar presente a lo largo del mismo pero, con especial relevancia, cuando tenemos que transmitir sus resultados.

Recuerda

Estos resultados pueden ser transmitidos de forma oral, pero también ha de hacerse de forma escrita a través de los documentos expuestos. Su utilidad aparece señala en el artículo 17 del citado Real Decreto al decir que “a los efectos de garantizar la transparencia del mercado de trabajo y facilitar la libre circulación de trabajadores, existirá un registro general en el Sistema Nacional de Empleo, coordinado por el Servicio Público de Empleo Estatal e instrumentado a través del Sistema de Información de los Servicios Públicos de Empleo, al que deberán comunicar telemáticamente y en tiempo real las inscripciones”.

1.2. La evaluación por competencias

La expedición de un certificado profesional tiene lugar cuando se acreditan las competencias profesionales que se han establecido para éste.

Para cada uno de ellos, se han fijado una serie de competencias que han de ser adquiridas a través del proceso de enseñanza-aprendizaje y, a posteriori, certificadas mediante la superación de las pruebas destinadas a este fin.

Pero ¿sabemos qué es una competencia?

Tomando como punto de partida la definición de la RAE, en el sentido con el que nosotros la vamos a utilizar, la competencia es definida como la: “Pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado”.

En lo que se refiere a los certificados de profesionalidad, el alumnado ha de demostrar esa pericia, aptitud e idoneidad a través del desarrollo de aquellas tareas y problemas que las demuestren. Para ello, es muy importante que dichas tareas y problemas se acerquen lo máximo posible a la realidad de la que se trate.

Las competencias abordadas en los certificados de profesionalidad están configuradas en el Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales y, tal y como recoge el Real Decreto 189/2013 que modifica al Real Derecho 34/2008, están inspiradas en las competencias clave recogidas en la Recomendación 2006/962/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo. De esta Recomendación hemos de destacar por su relevancia que:

Las competencias clave para el aprendizaje permanente:

“Constituyen un conjunto de conocimientos, capacidades y actitudes adecuados al contexto. Son particularmente necesarias para la realización personal de los individuos y para su integración social, así como para la ciudadanía activa y el empleo.

Resultan esenciales en una sociedad basada en el conocimiento y garantizan una mayor flexibilidad de la mano de obra, lo que le permitirá adaptarse más rápidamente a la evolución constante de un mundo que se caracteriza por una interconexión cada vez mayor.

Constituyen también un factor esencial de innovación, productividad y competitividad, y contribuyen a la motivación y la satisfacción de los trabajadores, así como a la calidad del trabajo.

La adquisición de las competencias clave responde a los principios de igualdad y de acceso. Asimismo, este marco de referencia atañe particularmente a los grupos en desventaja, cuyo potencial de aprendizaje se apoyará especialmente. Se trata sobre todo de personas con cualificaciones de base reducida, o que han abandonado pronto los estudios, desempleados de larga duración, personas con discapacidad, inmigrantes, etc.”

Son un total de ocho competencias clave las propuestas:

El sentido de la iniciativa y el espíritu de empresa.

Comunicación en lengua materna.

Competencia digital.

Comunicación en lenguas extranjeras.

Competencia matemática, ciencia y tecnología.

La conciencia y la expresión culturales.

Aprender a aprender.

Competencias sociales y cívicas.

¿Sabríamos decir en qué consiste cada una de ellas?.¿Sería fácil delimitar el campo de actuación de cada una de ellas?¿Podríamos poner un ejemplo de cada una?Cuándo cada uno de nosotros estudiaba, ¿se tenían en cuenta?

Para responder a éstas y otras cuestiones que nos puedan surgir, veremos a continuación lo que especifica la citada Recomendación respecto a ellas:

“La comunicación en la lengua materna, que es la habilidad para expresar e interpretar conceptos, pensamientos, sentimientos, hechos y opiniones de forma oral y escrita (escuchar, hablar, leer y escribir), y para interactuar lingüísticamente de una manera adecuada y creativa en todos los posibles contextos sociales y culturales.

La competencia matemática y las competencias básicas en ciencia y tecnología. La competencia matemática es la capacidad de desarrollar y aplicar un razonamiento matemático para resolver problemas diversos de la vida cotidiana, haciendo hincapié en el razonamiento, la actividad y los conocimientos. Las competencias básicas en ciencia y tecnología remiten al dominio, la utilización y la aplicación de conocimientos y metodología empleados para explicar la naturaleza. Por ello, entrañan una comprensión de los cambios ligados a la actividad humana y la responsabilidad de cada individuo como ciudadano.

El sentido de la iniciativa y el espíritu de empresa, que consiste en la habilidad de transformar las ideas en actos y que está relacionado con la creatividad, la innovación y la asunción de riesgos, así como con la habilidad para planificar y gestionar proyectos con el fin de alcanzar objetivos. Las personas son conscientes del contexto en el que se sitúa su trabajo y pueden aprovechar las ocasiones que se les presenten. El sentido de la iniciativa y el espíritu de empresa son el fundamento para la adquisición de cualificaciones y conocimientos específicos necesarios para aquellos que crean algún tipo de actividad social o comercial o que contribuyen a ella. Dicho espíritu debería comportar asimismo una concienciación sobre los valores éticos y fomentar la buena gobernanza”.

“La competencia digital, que conlleva un uso seguro y crítico de las tecnologías de la sociedad de la información (TSI) y, por tanto, el dominio de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Las competencias sociales y cívicas. La competencia social remite a las competencias personales, interpersonales e interculturales, así como a todas las formas de comportamiento de un individuo para participar de manera eficaz y constructiva en la vida social y profesional. Esta competencia se corresponde con el bienestar personal y colectivo. La comprensión de los códigos de conducta y de las costumbres de los distintos entornos en los que el individuo se desarrolla es fundamental. Un individuo puede asegurarse una participación cívica, activa y democrática gracias a estas competencias cívicas, especialmente a través del conocimiento de las nociones y las estructuras sociales y políticas (democracia, justicia, igualdad, ciudadanía y derechos civiles).

Aprender a aprender, competencia vinculada al aprendizaje, a la capacidad de emprender y organizar un aprendizaje ya sea individualmente o en grupos, según las necesidades propias del individuo, así como a ser conscientes de los métodos y determinar las oportunidades disponibles.

La conciencia y la expresión culturales, que suponen la conciencia de la importancia de la expresión creativa de ideas, experiencias y emociones a través de distintos medios (la música, las artes escénicas, la literatura y las artes plásticas).

La comunicación en lenguas extranjeras, que implica, además de las mismas competencias básicas de la comunicación en lengua materna, la mediación y comprensión intercultural. El grado de dominio depende de varios factores y de las capacidades de escuchar, hablar, leer y escribir.

Estas competencias clave son interdependientes y, para cada una de ellas, se hace hincapié en la reflexión crítica, la creatividad, la iniciativa, la resolución de problemas, la evaluación de riesgos, la toma de decisiones y la gestión constructiva de los sentimientos”.

¿Reconocemos estas competencias? ¿a qué las hemos de asociar?

Efectivamente, a las recogidas por la LOE. Están inspiradas en las que acabamos de exponer y adaptadas a las características de nuestro sistema educativo, quedando fijadas en:

Competencia en comunicación lingüística

Competencia matemática

Competencia en el conocimiento y la interacción con el mundo físico

Tratamiento de la información y competencia digital

Competencia social y ciudadana

Competencia cultural y artística

Competencia para aprender a aprender

Autonomía personal

Habiendo esclarecido qué son las competencias, la evaluación de éstas consiste en comprobar su adquisición para cada uno de los módulos que componen los certificados de profesionalidad.

Como características básicas de este proceso cabe resaltar aspectos como:

Se realiza mediante indicadores y niveles de desarrollo. Se intenta comprobar que el alumnado haya adquirido la competencia en el grado esperado según los indicadores fijados. A su vez no podemos olvidar que, cada una de esas competencias, está formada tanto por habilidades como por conocimientos. Por lo que hemos de evaluar ambos aspectos, no centrarnos únicamente en los conocimientos, como ha sido habitual hacer en el contexto educativo.

Es un tipo de evaluación:

Cuantitativa.

Cualitativa.

Su resultado se expresa mediante una calificación numérica (cuantitativa) que se corresponde con el grado en que se ha conseguido la competencia (cualitativa).

Las pruebas que se llevan a cabo se centran en valorar procesos de argumentación, comprensión, interpretación y solución de problemas.

Según Rué (2007), con las competencias se busca:

Ser

Saber

Saber hacer

Donde “ser” se refiere a las actitudes, “saber” a los conocimientos y “saber hacer” a las habilidades.

Ha de hacerse de forma muy organizada. Será conveniente diseñar tablas personalizadas en las que reflejar toda la información necesaria: competencias a evaluar, indicadores, logros, puntuación, pruebas a desarrollar...

Y planificada. Para cada uno de los tipos de evaluación que vayamos a realizar, imaginemos que la nuestra va a ser diagnóstica-formativa-sumativa, delimitar y distribuir qué competencias van a ser evaluadas para, por una parte, no olvidarnos de ninguna y, por otra, no repetir aquello que no sea necesario.

1.2.1. Procedimiento para el reconocimiento y acreditación de competencias profesionales: vías formales y no formales de formación y experiencia profesional

Siguiendo lo que recoge el Real Decreto 34/2008 por el que se regulan los certificados de profesionalidad, hay diversas vías por las que poder obtenerlos:

Artículo 8. Vías para la obtención de los certificados de profesionalidad.

El certificado de profesionalidad se puede obtener a través de la superación de todos los módulos correspondientes al certificado de profesionalidad o mediante la acumulación del módulo de prácticas no laborales y las acreditaciones parciales de los módulos formativos asociados a las unidades de competencia que comprenda el certificado de profesionalidad.

El certificado de profesionalidad también se podrá obtener mediante los procedimientos para la evaluación y acreditación de las competencias profesionales adquiridas a través de la experiencia laboral o de vías no formales de formación que se establezcan en el desarrollo normativo del artículo 8.4 de la Ley Orgánica 5/2002, de 19 de junio, de las Cualificaciones y de la Formación Profesional.

Si el reconocimiento se quiere hacer a través de vías formales, habrá que cursar los correspondientes módulos y/o unidades formativas que componen el certificado de profesionalidad en alguna de las instituciones acreditadas por la Administración.

De esta forma, la superación de los mismos se certificará, como vimos en apartados anteriores, una vez que se hayan realizado y aprobado las oportunas pruebas de evaluación tras el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Importante

Es importante realizar este procedimiento porque los certificados obtenidos tienen carácter oficial y validez en todo el territorio nacional.

Además, tendrán los efectos que le correspondan con arreglo a la normativa de la Unión Europea relativa al sistema general de reconocimiento de la formación profesional en los Estados miembros de la Unión Europea y demás Estados signatarios del Acuerdo sobre el Espacio Económico Europeo.

En caso de optar por la acreditación mediante vías no formales o experiencia laboral, se tendrá como referente el Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales y se desarrollará siguiendo en todo caso criterios que garanticen la:

Fiabilidad,

Objetividad

Rigor técnico de la evaluación.

Artículo 15. Experiencia laboral y vías no formales de formación.

Cuando las competencias profesionales se hayan adquirido a través de la experiencia laboral o de vías no formales de formación, el acceso al procedimiento para la obtención del certificado de profesionalidad o de una acreditación parcial acumulable, se realizará según los requisitos y procedimientos que se establezcan en desarrollo normativo del artículo 8 de la Ley Orgánica 5/2002, de 19 de junio, de las Cualificaciones y de la Formación Profesional.

La Administraciones públicas competentes en materia laboral garantizarán a la población activa la posibilidad de acceder por la vía de la experiencia laboral y por vías no formales de formación a la evaluación y reconocimiento de sus competencias profesionales.

Quienes acrediten una experiencia laboral que se corresponda con el entorno profesional del certificado de profesionalidad podrán quedar exentos total o parcialmente del módulo de formación práctica en centros de trabajo. En cualquier caso, los reales decretos que establezcan los certificados de profesionalidad determinarán las condiciones de dicha exención.

El Ministerio de Trabajo e Inmigración, por su parte, señala como fines de este procedimiento de evaluación y acreditación:

Evaluar las competencias profesionales que poseen las personas, adquiridas a través de la experiencia laboral y otras vías no formales de formación, mediante procedimientos y metodologías comunes que garanticen la validez, fiabilidad, objetividad y rigor técnico de la evaluación.

Acreditar oficialmente las competencias profesionales, favoreciendo su puesta en valor con el fin de facilitar tanto la inserción e integración laboral y la libre circulación en el mercado de trabajo, como la progresión personal y profesional.

Facilitar a las personas el aprendizaje a lo largo de la vida y el incremento de su cualificación profesional, ofreciendo oportunidades para la obtención de una acreditación parcial acumulable, con la finalidad de completar la formación conducente a la obtención del correspondiente título de formación profesional o certificado de profesionalidad.

Las Comunidades Autónomas serán quienes realicen las convocatorias públicas y la gestión de estos procesos, a excepción de los supuestos previstos para el ámbito de gestión de la Administración General del Estado (convocatorias de ámbito pluriregional Ceuta y Melilla).

En el dossier publicado por el Ministerio de Educación junto al Ministerio de Trabajo e Inmigración, sobre la acreditación de competencias profesionales, aparecen recogidos aspectos tan importantes que hemos de saber sobre el procedimiento que estamos abordando como los que indicamos a continuación:

Fases

Una vez que el candidato ha recibido la información y orientación necesarias para iniciar el procedimiento y decide comenzarlo, deberá pasar por tres fases:

Asesoramiento. En esta fase un asesor/a acompañará y aconsejará al candidato para preparar la documentación necesaria.

Proceso de evaluación. Se trata de demostrar las competencias profesionales para las que se solicite la acreditación. Se emplearán los métodos de evaluación más apropiados a las características del candidato y en función de la unidad de competencia a evaluar.

Acreditación. Se expedirá una acreditación de cada una de las unidades de competencias que se hayan superado.

Requisitos

Las personas que deseen participar en el procedimiento deberán cumplir los siguientes requisitos:

Poseer la nacionalidad española, haber obtenido el certificado de registro de ciudadanía comunitaria o la tarjeta de familiar de ciudadano o ciudadana de la Unión, o ser titular de una autorización de residencia o, de residencia y trabajo en España en vigor, en los términos establecidos en la normativa española de extranjería e inmigración.

Tener 18 años cumplidos en el momento de realizar la inscripción, cuando se trate de unidades de competencia correspondientes a cualificaciones de nivel I y 20 años los niveles II y III.

Tener experiencia laboral y/o formación relacionada con las competencias profesionales que se quieran acreditar:

En el caso de experiencia laboral. Justificar, al menos 3 años, con un mínimo de 2.000 horas trabajadas en total, en los últimos 10 años transcurridos antes de realizarse la convocatoria. Para las unidades de competencia de nivel I, se requerirán 2 años de experiencia laboral con un mínimo de 1.200 horas trabajadas en total.

En el caso de formación. Justificar, al menos 300 horas, en los últimos 10 años transcurridos antes de realizarse la convocatoria. Para las unidades de competencia de nivel I, se requerirán al menos 200 horas. En los casos en los que los módulos formativos asociados a la unidad de competencia que se pretende acreditar contemplen una duración inferior, se deberán acreditar las horas establecidas en dichos módulos.

Las personas mayores de 25 años que reúnan los requisitos de experiencia laboral formativa indicados en el apartado anterior, y que no puedan justificarlos mediante los documentos señalados en el artículo 12 de este real decreto 1224/2009 de 17 de julio, podrán solicitar su inscripción provisional en el procedimiento. Presentarán la justificación mediante alguna prueba admitida en derecho, de su experiencia laboral o aprendizajes no formales de formación. Para estudiar estos casos, las administraciones competentes designarán a los asesores y asesoras necesarios, que emitirán un informe sobre la procedencia o no de la participación del aspirante en el procedimiento. Si el informe es positivo, se procederá a la inscripción definitiva.

Documentación a aportar

En relación a la experiencia laboral dentro del sector profesional al que se refiera la convocatoria, la documentación a presentar es:

Para trabajadores/as asalariados/as:

Original o copia compulsada del certificado de la Tesorería General de la Seguridad Social o de la mutualidad a la que esté afiliado, donde conste la empresa, la categoría profesional (grupo de cotización) y el periodo de contratación, así como también el original o la copia compulsada del contrato de trabajo o certificado de la empresa donde se haya adquirido la experiencia laboral, en la que conste específicamente la duración de los periodos de prestación de los contratos, la actividad desarrollada y el intervalo de tiempo en que se ha realizado dicha actividad.

Para trabajadores/as autónomos/as:

Certificación de la Tesorería General de la Seguridad Social de los periodos de alta en la Seguridad Social en el régimen especial correspondiente y descripción de la actividad desarrollada y tiempo en el que se ha realizado.

Para desempleados/as:

Copia sellada de la Tarjeta de demandante de empleo.

Para voluntarios/as y becarios/as:

Certificado de la organización donde se haya prestado el trabajo.

Respecto a la formación, se presentará:

Documento que acredite los contenidos y las horas de la formación relacionada con las competencias profesionales que se quieren demostrar.

Cualquier documentación que se pueda aportar para completar o justificar los conocimientos profesionales.

Y finalmente, para concluir, hacer hincapié en que los beneficios de llevar a cabo este proceso residen en:

Permitir obtener un título oficial con validez en todo el territorio nacional.

Contribuir al desarrollo personal y profesional del individuo.

Favorecer la movilidad de trabajadores.

El aprendizaje es el proceso de adquisición y/o modificación de conocimientos, habilidades, actitudes y valores, como consecuencia de la experiencia y la enseñanza.

El certificado de profesionalidad es el instrumento de acreditación oficial de las cualificaciones profesionales del Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales en el ámbito de la Administración laboral, que acredita la capacitación para el desarrollo de una actividad laboral con significación para el empleo y asegura la formación necesaria para su adquisición.

Según González y Coronel ( 2005), la evaluación es “un proceso sistemático de recogida de información y comprensión de la misma, en base a unos criterios, que nos permita emitir un juicio sobre el mérito y el valor educativo que tiene algo, con el propósito claro de proponer mejoras y poder alcanzar mayores cotas de calidad”.

Las modalidades de impartición de la formación referida a los certificados de profesionalidad puede ser presencial o de teleformación.

Las principales funciones de la evaluación son: de retroalimentación, instructiva, de verificación y educativa.

Las fases de planificación de la evaluación son: delimitación del objeto de evaluación; selección de criterios; elección de métodos, instrumentos y técnicas; recogida de información; análisis de la información; emisión de juicio de valor; y comunicación de los resultados de evaluación.

Como agentes intervinientes en el proceso de evaluación encontramos: los responsables del centro o entidad encargada de impartir la formación; los técnicos expertos en la materia que aborda el certificado de profesionalidad; los formadores; y el alumnado.

Medir y evaluar no son conceptos que puedan emplearse como sinónimos.

Las principales características técnicas del proceso de evaluación son: sistematicidad, fiabilidad, validez, calidad, eficiencia, sostenibilidad, efectividad, objetividad e impacto.

Hay diferentes tipo de evaluación: según el momento en el que se lleve a cabo (inicial, procesual, final y diferida), la finalidad (diagnóstica, formativa y sumativa) y los agentes participantes en ella (interna, externa y mixta).

La documentación empleada en este proceso está formada, sobre todo, por las actas y los informes de evaluación.

La evaluación llevada a cabo en este tipo de enseñanza se hace por competencias, es decir, por la “pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado”.

La obtención de los certificados de profesionalidad puede ser a través de la superación de todos los módulos correspondientes al certificado, o mediante la acumulación del módulo de prácticas no laborales y las acreditaciones parciales de los módulos formativos asociados a las unidades de competencia que comprenda el certificado de profesionalidad.

1. El aprendizaje:

a) Comienza en la adultez.

b) Es inherente al ser humano.

c) Se lleva a cabo únicamente en los centros educativos.

d) Es igual en todas las personas.

2. ¿Cuál de las siguientes vías de percepción de la información no pertenece al modelo VAK?:

a) Visual.

b) Auditivo.

c) Verbal.

d) Kinestésica.

3. La evaluación NO:

a) Se realiza de forma improvisada.

b) Busca la mejora y la calidad.

c) Se lleva a cabo en base a criterios.

d) Emite juicios.

4. Entre las funciones de la evaluación no se encuentra:

a) Verificación.

b) Instrucción.

c) Represión.

d) Educación.

5. La medición:

a) Es tanto cuantitativa como cualitativa.

b) Estima el valor de algo.

c) Pretende realizar una toma de decisiones.

d) Además de recabar información, juzga.

6. Entre las características técnicas del proceso de evaluación no se encuentra:

a) Subjetividad.

b) Sistematicidad.

c) Validez

d) Efectividad.

7. Según el momento en el que se lleva a cabo la evaluación, ésta puede ser:

a) Diagnóstica.

b) Interna.

c) Procesual.

d) Sumativa.

8. La puntuación media de los resultados de aprendizaje se refleja en:

a) El acta de evaluación.

b) El informe de evaluación.

c) El certificado parcial de evaluación.

d) La prueba de diagnóstico.

9. No pueden solicitar la expedición del certificado de profesionalidad:

a) Quienes hayan superado los módulos que componen el certificado.

b) Quienes acrediten la superación de todas las unidades de formación y módulos que componen el certificado.

c) Quienes no superen la totalidad de los módulos asociados al certificado de profesionalidad.

d) Ninguna de las respuestas anteriores, en todos los casos mencionados se puede solicitar.

10. La competencia “autonomía personal” aparece propuesta:

a) Como competencia básica en la Recomendación 2006/962/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo.

b) Como competencia clave en la LOE.

c) Como competencia clave en la Recomendación 2006/962/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo.

d) Como competencia básica en la LOE.