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Historia del juego

2.1. Introducción

A lo largo de la historia los niños han jugado de una manera natural y espontánea, utilizando su cuerpo a través de juegos de movimiento y utilizando aquellos objetos de los que disponían en su entorno, como piedras, palos, huesos, semillas, etc.

Los etólogos consideran juego como un patrón fijo de comportamiento en la ontogénesis humana que se ha afianzado a lo largo de la evolución de la especie.

Los romanos jugaban a la rayuela y hacían sonajeros con vejigas de cerdo a las que metían piedrecitas para estimular la atención de los niños.

El juego es fundamental para el desarrollo de la infancia, ya que a través de él se practican todas las actividades que benefician la maduración del neuro-desarrollo y el aprendizaje.

Platón y Aristóteles confirieron un gran valor al juego, ambos opinaban que era una manera de aprender. Animaban a los padres a dar juguetes a sus hijos porque, según ellos, los juguetes ayudaban a “formar sus mentes” para actividades futuras.

2.2. Breve repaso de los precursores del estudio del juego

No podemos dejar de mencionar a los autores contemporáneos que tanto han contribuido con sus aportaciones a la importancia que actualmente tiene el juego infantil en el desarrollo y aprendizaje de los niños.

El tratamiento de los problemas emocionales de la infancia tiene su origen en el psicoanálisis, alcanzando en la década de los años veinte su primer apogeo con las teorías opuestas y controvertidas de Melanie Klein y Anna Freud.

Anna Freud

Psicoanalista austríaca, hija de Sigmund Freud, hizo importantes contribuciones a la psicoterapia infantil otorgándole un carácter pedagógico. La mayoría de sus contribuciones sobre la personalidad se realizaron en el Hamstead, Child Therapy Clinic (Clínica de Terapia Infantil Hamstead en Londres), que ella misma ayudó a construir. En este lugar se percató del problema de comunicación de los profesionales al tratar a niños, dado que con ellos era imposible el uso de etiquetas tradicionales como se hacía con los problemas de los adultos. Otro problema que refirió con los niños es que las habilidades simbólicas no están tan desarrolladas como en los adultos, por lo que los problemas tienden a expresarse de una forma directa y menos simbólica, al estar próximos a la superficie.

Anna Freud desarrolla en sus libros Psicoanálisis para pedagogos (1931) basado en su trabajo experimental en un jardín de infancia, e Introducción a la técnica del psicoanálisis en niños (1927), la técnica del tratamiento en la infancia.

Su principal obra El yo y los mecanismos de defensa (1936), se centró en las funciones del “Yo” en la personalidad y en los mecanismos que se ponen en marcha para ajustar las pulsiones del ello al superyó. La meta del trabajo analítico era desarrollar el yo hacía la síntesis y alcanzar un superyó tolerante.

En lugar de dirigir la atención solo al mundo interno del niño dirige la estrategia al mundo exterior, en concreto hacia el hogar. El superyó no es algo con lo que se nace o se forme a los pocos meses de nacer sino que, como ella expresa en la siguiente frase, se forma debido al exterior:

Son evidentes las múltiples interrelaciones entre el Superyó y los objetos a los cuales se debe su establecimiento, pudiéndose compararlas a las que rigen entre dos vasos comunicantes. (A. Freud, 1927, p. 84).

Desde las primeras sesiones fomentaba una transferencia positiva y refería que el análisis de niños es diferente al de adultos, dado que los niños no tienen conciencia de enfermedad ni deseos de tratamiento. Propuso un periodo de preparación en la terapia, empleando tres semanas de prueba para establecer la confianza y convertir el analizarse en una decisión interior, convenciendo a los padres del tratamiento. El objetivo sería: Crear las precondiciones necesarias para iniciar un verdadero análisis: la conciencia del sufrimiento, la confianza y la resolución de analizarse. (A. Freud, 1927, p. 21).

Melanie Klein

Psicoanalista austriaca. Fundó la Escuela Inglesa de Psicoanálisis e hizo contribuciones importantes sobre el desarrollo infantil.

Para ella el psicoanálisis del niño comienza desde la primera sesión, trabajando sobre ansiedades y culpas, y utilizando el juego como vía de acceso al inconsciente. Consideraba que la angustia sería una expresión de la resistencia, y que el psicoanálisis se ocupaba del complejo de Edipo que tendría lugar por la frustración del destete.

Las primeras sesiones con niños las realizó en sus propias casas, hasta que pudo darse cuenta de que esto influía de una manera negativa en la transferencia. Postulaba que en el trabajo psicoanalítico con niños surgía la neurosis de transferencia. Simplificando mucho, la transferencia son los sentimientos que el terapeuta provoca en el paciente, pudiendo ser estos negativos o positivos, por ello es importante saber cómo interpretarlos.

En 1932 publicó El psicoanálisis de niños, formulando dos conceptos importantes: la posición esquizo-paranoide y la depresiva. En el libro se refiere a la posición esquizo-paranoide que se da en el desarrollo normal hasta aproximadamente los seis meses, y que consiste en la escisión tanto del yo como del objeto en bueno y malo, y a la depresiva, en la cual se produce la integración.

Refirió que el superyó es conformado en la infancia temprana. Aplicaba el psicoanálisis en niños de tres a seis años de edad y postulaba que la meta del trabajo analítico sería reducir el poder del superyó, que se mostraría resistente dado que contendría el terror de las vivencias inconscientes, los impulsos canibalísticos y los sádicos.

Creó la técnica del juego como vía de acceso al inconsciente, siendo los juguetes los instrumentos para conocer las fantasías inconscientes: La representación por medio de juguetes es, en realidad, la representación simbólica en general, al estar hacia cierto punto alejada de la persona misma del sujeto –está menos investida de angustia que la revelación por la palabra hablada. (Klein, 1927, p. 95). Consideró esencial el uso de juguetes pequeños, no mecánicos y que no indicaran ocupaciones para que su variedad y número permitieran expresar una gran variedad de fantasías y experiencias. Además, refirió que los niños traían espontáneamente sus propios juguetes a la consulta, y se incorporaban al juego como algo natural.

Donald W. Winnicott

Médico pediatra que impulsó un gran avance en el estudio del apego. Se centró en la relación madre-hijo y en el desarrollo posterior del niño a partir de esta relación. Postuló la existencia de “madre suficientemente buena” que alude a una madre que es capaz de desarrollar el “verdadero yo” del niño, acogiendo los gestos del bebé para interpretar sus necesidades y devolvérselas, permitiéndole pasar con gradualidad de una dependencia absoluta a una dependencia relativa y de ahí a una independencia. Observó que un exceso de apego entre la madre y el hijo resulta patológico.

Postuló la existencia de un “verdadero self” (yo) y un “falso self”. El “falso self” surgiría de una adaptación a la realidad, convirtiéndose en patológico cuando se diera un alto grado de adaptación a dicha realidad, sin permitir buscar la propia esencia de la persona.

El falso self es frágil y vulnerable y se protege escondiendo al verdadero self. Una madre suficientemente buena favorece el desarrollo de un self verdadero, lo que conllevaría que el bebé fuera expuesto a la realidad gradualmente. El verdadero self se expresa en forma de autenticidad y vitalidad de la persona.

Dio importancia a la separación del niño de la madre y la paulatina independencia de la unidad madre-lactante con el concepto de “fenómenos y objetos transicionales” que substituyen a la madre. Consistiría en un objeto que representa internamente a la madre y que ayudaría al niño a su separación. El objeto pasa a ser una “transición” hasta su reencuentro y le aporta tranquilidad en situaciones difíciles. Este objeto podría consistir en un peluche, muñeco, tela, almohada, etc. siendo este la base para lograr su autonomía. Al finalizar la sesión Winnicott entregaba al niño un “objeto transicional” que él mismo realizaba, por ejemplo, un avión de papel.

Nosotras lo que hacemos al final del tratamiento es ofrecerles un cofre lleno de piedras bonitas y les decimos que escojan una por cada aspecto en que les haya ayudado la terapia. Después hacemos un rollito de papel en donde las van escribiendo con la fecha correspondiente y lo metemos en un cofrecito que les regalamos para que tengan algo concreto que les recuerde su esfuerzo al venir y todo lo que han conseguido.

Figura 2.1. Cofre cerrado y cofre abierto

Winnicott extendió la función del juego como una cualidad sana presente en el psiquismo humano en la infancia y en la edad adulta. Refirió que el juego es una herramienta esencial para el tratamiento infantil, permitiendo al niño expresarse de manera simbólica dado que carece de un uso amplio del lenguaje.

En su libro Realidad y juego (1971) refiere que no es necesaria la interpretación del terapeuta en psicoterapia, siendo el juego el medio por el cual el niño se sorprende a sí mismo.

Creó el juego espontáneo del garabato (Squiggle game), para favorecer el contacto y la comunicación terapéutica. Se trata de un juego al que pueden jugar dos personas y consiste en que uno realiza un primer garabato y el otro debe completarlo haciendo una historia. El terapeuta tratará de dar un sentido al dibujo resultante de la interacción. La consigna es que el terapeuta le dice al niño que van a jugar a un juego que no tiene reglas y que a él le gusta mucho, luego coge una hoja en blanco y hace un garabato invitando al niño a decir qué le parece y a convertirlo en algo. Después se invierte el proceso, pasando el niño al ser el que inicia el garabato.

Figura 2.2. Garabato

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Figura 2.2. En este dibujo un niño de 9 años, adoptado en Ucrania cuando tenía 4, completa mi garabato, que es la línea curva en la parte de la izquierda con un niño a la izquierda, un borrón de rasgado y otros niños a la derecha. Su relato es el siguiente: Este niño está muy enfadado porque todo el mundo es malo, así que tira una flecha muy potente que los mata a todos.

Jean Piaget

Jean Piaget (1886-1980) nació en Suiza, fue doctor en Biología, aunque la mayor parte de su trabajo lo realizó en instituciones psicológicas. Es considerado el padre de la Psicología Evolutiva y basó sus estudios sobre el desarrollo y la inteligencia infantil observando el crecimiento de sus 3 hijos.

Piaget elaboró una teoría constructivista de la inteligencia, dividiendo el desarrollo infantil en 4 etapas:

La etapa sensorio-motora va de los cero a los dos años. Es una etapa preverbal en la que el niño aprende a través de sus propios movimientos. Estos van desde los reflejos simples hasta otros más complejos en los que el niño es capaz de coordinar el movimiento y la percepción. Por ejemplo, cuando coge un juguete y lo tira reiteradas veces.

La etapa preoperacional aparece a los dos años y termina alrededor de los siete. Aquí comienza a utilizar símbolos y es capaz de adjudicar nombres a las cosas. Tanto su pensamiento como su lenguaje son egocéntricos y característicos de esta etapa. Al final de ella se afianza la función simbólica y su inteligencia es más representativa. El niño puede manipular la realidad a través de su pensamiento, llevando a cabo los mecanismos de asimilación y acomodación.

Etapa de las operaciones concretas, que va de los siete a los doce años. El pensamiento es más lógico, puede pensar en algo desde diferentes puntos de vista, entiende mejor las relaciones espaciales y la relación entre la parte y el todo. Pero en esta etapa su pensamiento se limita todavía a los aspectos y características de la realidad del aquí y ahora.

Etapa de las operaciones formales, que se da alrededor de los 12 años. En su proceso de razonamiento ya se incluyen las ideas abstractas y el pensamiento simbólico. Ya no se limita a la realidad presente, es capaz de hacer hipótesis y tener un razonamiento inductivo.

Para Piaget el juego forma parte de la inteligencia del niño, porque representa la asimilación funcional o reproductiva de la realidad según cada etapa evolutiva del individuo. Las capacidades sensoriomotrices, simbólicas o de razonamiento, como aspectos esenciales del desarrollo del individuo, son las que condicionan el origen y la evolución del juego

Lev. S. Vygotsky

Vygotsky (1896-1934), fue un psicólogo ruso de origen judío, considerado el fundador de la Psicología Histórico-Cultural y precursor de la neuropsicología soviética. A pesar de morir muy joven, a la edad de 38 años, hizo una gran aportación a la Psicología con su obra.

La idea fundamental de dicha obra es que el desarrollo de los humanos puede explicarse en términos de interacción social. Para este autor el desarrollo consiste en la interiorización de instrumentos culturales (como el lenguaje) que inicialmente no nos pertenecen, sino que pertenecen al grupo humano en el que nacemos, el cual nos transmite los productos culturales a través de la interacción social. Desde este punto de vista, la cultura tiene un papel predominante en la teoría de Vygotsky.

Un concepto muy importante en este autor es el de “zona de desarrollo proximal” que es el paso intermedio necesario entre lo que el niño no puede hacer por sí mismo y el momento en el que puede hacerlo de forma autónoma.

Para superar esta distancia el niño cuenta con el apoyo temporal que le proporcionan los adultos (maestros, padres, tutores, etc.), con el objetivo de realizar una tarea hasta que el niño sea capaz de llevarla a cabo sin ayuda externa.

Vygotsky otorgó al juego, como instrumento y recurso socio-cultural, el papel gozoso de elemento impulsor del desarrollo mental del niño, facilitando el desarrollo de las funciones superiores del entendimiento tales como la atención o la memoria voluntaria.

Para este autor, el juego surge como necesidad de reproducir el contacto con los demás. Es una actividad social en la que, mediante la cooperación con otros niños, se logra aprender roles complementarios al propio.

Tanto para Piaget como para Vygotsky la teoría del desarrollo de la inteligencia es una teoría constructivista, pero la diferencia está en que para Piaget el niño da sentido a las cosas principalmente a través de sus acciones y de su entorno, mientras que para Vygotsky el niño tiene un papel activo en el aprendizaje, pero no actúa solo.