PRÓLOGO
Incluso para quienes hemos tenido madres o abuelas que han compartido sus conocimientos de cocina, cada generación necesita referentes que transmitan algo nuevo. Hace poco menos de cien años, la incansable Doña Petrona Carrizo de Gandulfo redactaba su histórico libro a pedido del público, consecuencia inevitable de sus clases para la Compañía Argentina de Gas. Después vinieron los programas de radio y televisión, la participación en revistas y la transformación de su personaje en un ícono popular en toda Latinoamérica.
A medida que la tecnología fue avanzando, los nuevos medios de comunicación incorporaron a jóvenes cocineras y cocineros, cuyo desafío fue llegar a un público diferente para contar nuevos saberes y sabores en la cocina argentina. Blanca Cotta y Choly Berreteaga fueron muy populares en las revistas dominicales y en la televisión abierta hasta que, a partir de la década de 1990, todo cambió.
Con la globalización, la apertura de nuestro país a la información del mundo y, en especial, la instalación de la televisión por cable, una nueva generación de jóvenes –algunos demasiado descontracturados e irreverentes para la estructura machista y militarista de la cocina tradicional– comenzaron a crear, casi sin saberlo, una forma novedosa de ver nuestra cocina incorporando ingredientes y técnicas de todo el mundo.
Con el Gato Dumas y Francis Mallmann como grandes referentes, Narda Lepes, Fernando Trocca, Juliana López May o Pablo Massey –entre otros– eran discutidos por la vieja escuela y admirados por los más jóvenes, que los veían en señales como El Gourmet. Recuerdo a muchos de nosotros hipnotizados con Narda. ¿Quién era esa chica que mezclaba cocina con música alternativa y, mientras nos atrapaba con temas de Pixies y Blur, nos enseñaba a preparar el arroz tal y como lo hacen los japoneses? El éxito de Cocineros Argentinos por la T.V. Pública, programa que todavía sigue al aire, termina de darle a esta generación el podio de la cocina.
Todos quedamos asombrados cuando la televisión y las revistas dejaron paso a las redes sociales como el medio ideal para contar qué había de nuevo en la cocina. Primero fue Youtube y después Instagram. ¿Qué trajo de nuevo este lenguaje? Ya no se trata de cocineros profesionales, formados en diferentes restaurantes o escuelas del mundo: la cocina es parte de la vida cotidiana y cualquiera que tenga un teléfono, empatía y ganas, puede contarle al mundo cómo prepara lo que come y transformarse en un influencer. Pero lo más interesante parece ser la información complementaria: ya no solo se trata de recetas, sino que cada uno de esos comunicadores nos cuentan cómo impacta esa cocina en la vida cotidiana. Saludable o golosa, latinoamericana o asiática, carnívora o vegana, cada cocina es una forma de vida, de entender el mundo. Y esa vida la podemos ver en vivo y en directo, a través de las redes de cada uno de los instagrammers a los que seguimos.
Así como en 2007 Narda Lepes –que venía de varios éxitos en la televisión– publicó el libro que iniciaría el camino de los nuevos libros de cocina, Comer y pasarla bien, Florencia Fernández publicó en 2018 su primer libro, The Healthy Book, poniendo en evidencia el lugar definitivo de estos muy jóvenes profesionales nacidos en las redes. The Healthy Book no solo fue el libro de cocina más vendido del año, fue un ejemplo a seguir. Recuerdo cuando Florencia firmó sus primeros ejemplares en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, una niña de 15 años apareció con el libro marcado con apuntes y señaladores: en apenas un mes había leído y cocinado muchas de las propuestas de Florencia.
The Healthy Veggie Book, este libro que estás a punto de empezar, no es solo el segundo libro de Florencia. Es su consagración como cocinera y comunicadora, la evolución natural de una profesional muy trabajadora. Si alguien me preguntara cómo es trabajar con la responsable de @thehealthyblogger, podría decir: “es muy fácil, trabaja muchísimo y tiene claro lo que quiere”.
Este libro contiene más de cien recetas veggie, muchas de ellas veganas o basadas en vegetales, plant based. Y además incluye algunas sin TACC. Pero no se trata de un libro solamente para vegetarianos o veganos, porque ser inclusiva está en el ADN de Flor. Ideal para quienes estén buscando nuevas ideas, para los que no sepan con qué generar nuevas guarniciones o para quienes, como alguna vez le pasó a ella misma, estén buscando un cambio de hábitos en la alimentación.
Todos los que hemos pasado por ese proceso lo sabemos: el primer cambio en la alimentación es cocinar, re-aprender sobre nuestros productos y técnicas para conectarnos con lo mejor de la naturaleza. En ese camino, Florencia Fernández es sin dudas una gran maestra y The Healthy Book y The Healthy Veggie Book, son las guías indispensables.
¡Buen viaje, lector! Que lo mejor de la nueva y joven cocina argentina te acompañe.
Tomás Linch - Editor