Los secretos públicos de Salvador Dalí

Salvador Dalí escribe su autobiografía a la edad de treinta y siete años. Bajo el título de The Secret Life of Salvador Dalí (La vida secreta de Salvador Dalí), el pintor español describe su infancia, su vida de estudiante en Madrid y sus primeros años de gloria en París hasta su partida a Estados Unidos en 1940. La autenticidad de las declaraciones de Dalí parece muchas veces dudosa. A menudo las fechas no son exactas, y algunos acontecimientos que relata y que habría vivido durante su infancia ilustran demasiado bien la historia de su vida. El autorretrato que Dalí comienza en 1942, y que continuará hasta su muerte en 1989, presenta a un hombre excéntrico que se complace en adquirir posturas. Sin embargo, afirma decir la verdad sin rodeos cuando desvela delante de las cámaras, los detalles íntimos de su existencia. Este exhibicionismo, explica Dalí en su autobiografía, es una especie de vivisección, una disección del cuerpo vivo que realiza por puro narcisismo. Cuanto más se daba Dalí a conocer en público, más se escondía. Sus máscaras eran cada vez más grandes y sublimes: él mismo se denominaba “genio” y “divino”. El hombre Dalí que se ocultaba detrás seguirá siendo un eterno secreto.

Los años del rey

Los primeros recuerdos de Dalí remontarían a dos meses antes de su nacimiento, el 11 de mayo de 1904. En su autobiografía, describe el “paraíso intrauterino” de los “colores del infierno, es decir rojo, naranja, amarillo, azul, el color de las llamas, del fuego. Es sobre todo cálido, inmóvil, blando, simétrico, doble y viscoso”. La imagen más sorprendente que recuerda de su nacimiento, de esta expulsión del paraíso que pudo trasladar a este mundo frío y claro, representa dos huevos que flotan sobre un plato y cuya clara es fosforescente: “estos huevos de fuego acababan confundiéndose en una pasta blanca y amorfa, de una gran blandura. Los objetos mecánicos se convertirían más tarde en mis peores enemigos y los propios relojes serían blandos o no serían.”

La muerte de su hermano ensombrece la vida de Dalí. Con apenas dos años, el hermano mayor de la familia muere el 1 de agosto de 1903 de una gastroenteritis. El joven Salvador sintió a partir de entonces que era el doble de su hermano muerto: “He vivido toda mi infancia y toda mi juventud pensando que era una parte de mi hermano muerto, es decir que llevaba en mi cuerpo y en mi alma el cadáver de mi hermano muerto que se aferraba a mí porque mis padres hablaban sin cesar del otro Salvador.”

1. Port de Cadaqués de nuit (Puerto de Cadaqués de noche), 1919, óleo sobre lienzo, 18,7 x 24,2 cm, Museo Salvador Dalí, San Petersburgo.

2. Retrato de Josep Maria Torres, 1920, óleo sobre lienzo, 49,5 x 39,5 cm, Museo de Arte Moderno, Barcelona.

3. Autorretrato, 1921, óleo sobre lienzo, 36,8 x 41,8 cm, Museo Salvador Dalí, San Petersburgo.

4. Autorretrato con cuello de Rafael, 1920-1921, óleo sobre lienzo, 41,5 x 53 cm, Fundación Gala.Salvador Dalí, Figueras.

5. Escena familiar, 1923, óleo y guache sobre cartón, 105 x 75 cm, Fundación Gala.Dalí, Figueras.

Por miedo a que el segundo hijo cayera también enfermo y muriera, los padres mimaron y consintieron mucho a Salvador. Estuvo rodeado de un nido de afecto femenino tejido por su madre Felipa Doménech Ferrés, y más tarde también por su abuela y su tía. Dalí cuenta que su madre le mandaba siempre que se pusiera una bufanda antes de salir. Cuando a pesar de todo, se enfermaba, se alegraba de poder quedarse en la cama. La hermana de Dalí, cuatro años menor que él, cuenta en el libro Salvador visto por su hermana que rara vez su madre quitaba los ojos de encima a su hermano y que a menudo se quedaba toda la noche sin dormir cerca de su cama, porque cuando se despertaba asustado y se encontraba solo, se ponía a gritar aterrorizado. Salvador aprecia la compañía de estas mujeres, especialmente la de las dos mayores, su abuela y Lucía, su anciana nodriza. Sin embargo, tiene muy poco contacto con los niños de su edad. Muchas veces juega solo. Se disfraza de rey y se observa en el espejo: “… con mi corona, la capa sobre los hombros, y el resto del cuerpo totalmente desnudo. Luego, escondía mi sexo manteniéndolo sujeto entre mis piernas para parecer lo más posible a una chica. Ya en esta época, me encantaban tres cosas: la debilidad, la vejez y el lujo.” Dalí mantenía con su padre una relación muy diferente a la que tenía con su madre – ésta última lo quería sin límites y lo idolatraba. Salvador Dalí y Cusi era notario en Figueras, ciudad de mercado catalán situada cerca de la frontera franco española. Como librepensador anticlerical, no envía a su hijo Salvador a una escuela religiosa, que era lo conveniente para un niño de su condición, sino a la escuela municipal. No obstante, ante el fracaso escolar de Salvador al final del primer curso, su padre lo cambia de establecimiento y lo inscribe en el colegio católico La Salle, una orden francesa. Dalí tiene entonces ocho años. Entre otras cosas, aprende francés, que se convertirá más tarde en su “segunda lengua maternal”, y recibe formación de dibujo y pintura. Cuando Salvador comienza sus primeras lecciones con los hermanos de La Salle, instala su taller en una vieja lavandería en desuso en la buhardilla de la casa paterna: “Puse la silla dentro de la cubeta de cemento y apoyé un tablón horizontal (que protege la ropa de la lavandera del agua) de través. De esta manera, la cubeta quedaba cubierta a medias. ¡Era mi mesa de trabajo!” Las obras más antiguas que se conservan de él datan de 1914. Son acuarelas de pequeño formato y estudios de paisajes de la región de Figueras. También existen cuadros al óleo pintados por Dalí a los once años; la mayoría son copias de obras maestras que encontraba en la gran colección de libros de arte de su padre. El taller se convertirá en una cueva a donde Dalí se retira para estar solo. En el taller-lavandería, el pequeño rey se prueba un nuevo disfraz: “Comencé a probarme y a observarme mientras acompañaba mis guiños cómicos con una sonrisa ligeramente cruel.

Me daba cuenta vagamente de que estaba jugando a convertirme en un genio. ¡O, Salvador Dalí, ahora lo sabes! Si juegas a ser un genio, te conviertes en él.” Más tarde, Dalí analiza su comportamiento de esta manera: “Para deshacerme de mi hermano muerto, tenía que jugar al genio convenciéndome en cada momento de que yo no era el otro, que yo no estaba muerto. Tenía que realizar entonces todo tipo de excentricidades.” Las tentativas de Salvador de deshacerse de su hermano muerto van tan lejos que a veces llega a creerse inmortal. Un día en la escuela, al bajar una escalera, le dan ganas de lanzarse desde arriba. A último momento, el miedo lo detiene. Elabora sin embargo un plan para el día siguiente: “Cuando vaya a bajar las escaleras con todos mis compañeros de clase, doy un salto fantástico al vacío, caigo sobre los escalones y reboto hasta abajo. La emoción entre los demás chicos y los vigilantes que vienen a ayudarme, es inmensa.” Llamar la atención de los demás y ser admirado por los demás proporcionaba al pequeño rey Salvador un verdadero placer. Prefería sin embargo que su “corte” permaneciera a distancia. Desde la ventana del taller-lavandería, observaba a los demás niños, especialmente a las niñas, alumnas del colegio vecino. Durante el verano de 1916, con doce años de edad, los padres lo envían a descansar a casa de unos amigos. La familia Pitchot tiene una propiedad llamada Molino de la Torre, “Muli de la Torre”, situada a pocos kilómetros de Figueras.

6. Autorretrato cubista, 1923, guache y collage, sobre cartón, 104,9 x 74,2 cm, Museo Nacional Reina Sofía, Madrid.

7. El niño enfermo, 1923, óleo y guache sobre cartón, 57 x 51 cm, Museo Salvador Dalí, San Petersburgo.

8. Retrato de Ana María, 1924, óleo sobre cartón, 55 x 75 cm, Fundación Gala.Salvador Dalí, Figueras.

9. Retrato de mi padre, 1925, óleo sobre lienzo, 100 x 100 cm, Museo de Arte Moderno, Barcelona.

Esta propiedad se convertirá en un lugar mágico para Salvador. Durante semanas, se pierde con toda tranquilidad en ensoñaciones en las que rara vez se dejaba llevar en su taller-lavandería, en Figueras. La mayoría de las veces, sus fantasmas son de naturaleza erótica. Muy temprano, el erotismo y la muerte volverán como leitmotiv a la vida de Dalí.

Durante la pubertad, empieza a explorar la voluminosa biblioteca de su padre. Se apasiona sobre todo por filósofos como Voltaire, Nietzsche, Descartes y Spinoza. Kant es sin embargo su lectura preferida: “Me encantaba perderme en el laberinto de sus razonamientos que resonaban como una verdadera música celestial en los cristales en formación de mi inteligencia juvenil.” A pesar de esta influencia de la filosofía, Dalí se interesa igualmente por la historia del arte y sigue pintando. Su padre lo alienta comprándole lienzos, pinceles, pintura, y revistas. Pepito Pitchot es quien lo anima más y condiciona un taller en una granja para él. Comienza a desarrollar sus propias ideas.

Así pues, un día pega verdaderos rabillos de cerezas sobre cerezas pintadas. Pepito Pitchot se muestra entusiasmado; le promete convencer a su padre para que tome clases de dibujo. Al año siguiente, Dalí cambia de escuela para entrar en el colegio privado de los hermanos maristas. Además, sigue los cursos de dibujo de Juan Núñez en la escuela pública de dibujo. Dalí constatará con el tiempo que le debe mucho a este pedagogo. A partir de este momento, el joven sabe que será pintor. Su padre no tiene nada en contra de esta idea, pero exige que adquiera una buena educación: primero el bachillerato, luego los estudios en la escuela de pintura, de escultura y de dibujo de Madrid. Dalí pasa el verano de 1919 en Cadaqués, lugar de nacimiento de su padre, situado sobre la Costa Brava. Allí su familia posee una casa de vacaciones. Cadaqués es un lugar que Dalí adorará toda su vida “con una fidelidad casi fanática”. El 6 de febrero de 1921, Felipa Doménech muere. El padre de Dalí se casa con la hermana de su fallecida esposa, Catalina, que ya vivía desde hacía once años en la casa familiar. La muerte de su madre es para Dalí “la mayor de todas mis tristezas.

La idolatraba, su imagen era única. […] Llorando, apretando los dientes, me juré con las espadas de luz, que un día iluminarían mi nombre glorioso, arrancar a mi madre de la muerte y de su destino”.

El adolescente de dieciséis años planifica su gloria con todo detalle: quiere entrar a la escuela de pintura, escultura y dibujo de Madrid por tres años, ganar un premio, y continuar luego sus estudios en Italia. Tras haber conseguido su diploma de bachiller, antes de partir para Madrid, presenta ocho cuadros en una exposición de la asociación catalana de estudiantes en la galería Dalmau en Barcelona, en enero de 1922.

La prensa local reconoce al joven pintor un talento excepcional: “Dalí está en camino del gran éxito.”

10. Muchacha sentada de espaldas, 1925, óleo sobre lienzo, 103 x 73,5 cm, Museo Nacional Reina Sofía, Madrid.

11. Figura asomada a la ventana (Muchacha de pie junto a la ventana), 1925, óleo sobre lienzo, 103 x 75 cm, Museo Nacional Reina Sofía, Madrid.

12. Retrato de María Carbona, 1925, óleo sobre madera, 52,6 x 39,2 cm, Museo de Bellas Artes de Montreal, Montreal.

13. Muchacha de espaldas, 1926, óleo sobre madera, 32 x 27 cm, Museo Salvador Dalí, San Petersburgo.

Del marginal al dandi

En otoño de 1922, Dalí, que entonces era un muchacho de dieciocho años, se va a Madrid, acompañado por su padre y su hermana Ana María para hacer el examen de ingreso a la escuela de Bellas Artes. En seis días, los candidatos deben realizar un dibujo a partir de una escultura clásica. El modelo de Dalí es un vaciado de Baco de Jacopo Sansovino.

Dalí se traslada a una habitación de la Residencia de Estudiantes, una residencia y centro cultural concebidos siguiendo los modelos de Oxford y Cambridge. A principios de los años veinte, una parte de la vanguardia literaria y artística española vivía allí, entre otros: Luis Buñuel, Federico García Lorca, Pedro Garfías, Eugenio Montes y Pepin Bello. Dalí se mantiene aislado y cultiva su papel de solitario.

Se deja crecer el pelo, se viste con pantalones cortos, una larga capa y un gran sombrero negro de ala ancha. Por la mañana asiste a las clases de la academia, por las tardes y por las noches, trabaja en su habitación. El joven estudiante no tiene una buena opinión de los profesores de la academia, los juzga demasiado modernos: “¡Esperaba límites, rigor, y técnica, y me han ofrecido libertad, pereza e imprecisión!”

Al mismo tiempo, Dalí critica el hecho de que los profesores se hallan quedado en el impresionismo francés y no se interesen por nuevas tendencias como el cubismo. A lo largo de sus propias investigaciones, Dalí lee escritos de Georges Braque y se procura reproducciones de sus cuadros. Intenta también poner en práctica sobre el lienzo el nuevo estudio de las formas. Un día, uno de los estudiantes, Pepin Bello, descubre dos cuadros cubistas en la habitación de Dalí.

Bello, que era miembro de un pequeño grupo literario y artístico, comparte en seguida su descubrimiento con sus amigos.

Ninguno de ellos había pensado que aquél que consideraban como un original retrógrado, estaba tan bien informado de lo que ocurría entonces en París, la metrópolis de las artes.

14. La miel es más dulce que la sangre (estudio para), 1926, tinta china sobre papel, 25,1 x 32,6 cm, Museo de Arte Moderno, Nueva York.

15. La Noia dels rulls (Muchacha con rizos del Ampurdán), 1926, óleo sobre contrachapado, 51 x 41 cm, Museo Salvador Dalí, San Petersburgo.

16. Penya.Segats (Mujer delante de las rocas), 1926, óleo sobre madera de olivo, 26 x 40 cm, colección particular.

17. Figura entre las rocas (Mujer durmiendo), 1926, óleo sobre contrachapado, 27 x 41 cm, Museo Salvador Dalí, San Petersburgo.

Tras este descubrimiento, la vida de Dalí cambió. El interés que despierta en los otros lo transforma: el marginal original se convierte en un dandi. Se corta el pelo y compra el traje más caro en la tienda más elegante de Madrid. Cuatro meses después de los estudios de asceta, Dalí empieza a llevar una vida de bohemio. A partir de entonces, en lugar de asistir a sus cursos de pintura, frecuenta los restaurantes y bares. En el café de Pompo, en el círculo literario y artístico, conoce al futuro director Luis Buñuel y al poeta Federico García Lorca. A penas había empezado el segundo curso cuando Dalí es expulsado por un año de la academia. La expulsión de las clases no le molesta excesivamente, ya que está convencido de que todas formas los profesores no le pueden enseñar nada. Al principio se queda en Madrid y se dedica al estudio del desnudo en la “academia libre” fundada por el pintor Julio Moisés.

A principios de 1924, vuelve a Figueras. Su hermana Ana María se convertirá en su modelo preferida. La pintará de espaldas, sentada, de pie delante de una ventana abierta. En mayo de 1925, expone diez cuadros en el primer Salón de arte de artistas ibéricos, destaca un retrato que representa a su amigo Luis Buñuel pintado en 1924. En noviembre, la galería Dalmau en Barcelona organiza la primera exposición individual de Dalí.

Pablo Picasso cuenta entre los más célebres visitantes de la exposición. Tiene entonces cuarenta y un años y se muestra especialmente impresionado por el cuadro Muchacha de espaldas. Seis meses más tarde, Dalí viaja a París donde visita a su célebre compatriota: “Al entrar al apartamento de Picasso, en la calle de la Boétie, estaba tan emocionado y lleno de respeto como si hubiera sido recibido a una audiencia con el papa.

Subimos al piso superior donde Picasso me mostró durante dos horas sus propios cuadros. Frente a cada lienzo, me lanzaba una mirada de una vivacidad y una inteligencia tales que me estremecía.” La veneración de Dalí por Picasso no duró mucho tiempo. Más tarde, presumió incluso de que uno sólo de sus cuadros valía mil veces más que toda la obra de Picasso. Poco después de su regreso de París, comienzan los exámenes de fin de curso en Bellas Artes. Dalí declara que la comisión de examen no tiene la competencia necesaria para juzgarlo. Será expulsado nuevamente y volverá a Figueras.

18. Bañista, 1928, collage al óleo, arena y grava sobre madera, 52 x 71,7 cm, Museo Salvador Dalí, San Petersburgo.

19. Cenicitas, 1927-1928, óleo sobre madera, 64 x 48 cm, Museo Nacional Reina Sofía, Madrid.

Una amistad en verso y en naturaleza muerta

Dalí y el poeta Federico García Lorca se conocieron en Madrid en 1923. Pasan juntos las vacaciones de Semana Santa de 1925 en Figueras y Cadaqués, y entablan una gran amistad. García Lorca organiza incluso, en la casa de los Dalí, dos veladas en las que recita escenas de su primer drama Mariana Pineda.

Tras su partida, comienza una intensa correspondencia entre los dos, y también con Ana María, la hermana de Dalí, a quien García Lorca escribe con cariño. Sin embargo, Dalí pretendió de aquí en adelante, y en varias ocasiones, que el amor del poeta sólo se dirigía hacia él: “Era conocida su homosexualidad y el hecho de que estuviera locamente enamorado de mí. Intentó dos veces poseerme.”

En realidad, las cartas de Dalí a García Lorca reflejan otra cosa. Están incluso desprovistas del cinismo que caracterizará más tarde al pintor. De su correspondencia, ya no queda más que las cartas del pintor; las del poeta han desaparecido, en su mayor parte, durante la guerra civil. En 1926, García Lorca escribe la Oda a Salvador Dalí: “Pero ante todo canto un común pensamiento que nos une en las horas oscuras y doradas. No es el Arte la luz que nos ciega los ojos. Es primero el amor, la amistad o la esgrima.”

A partir de una fotografía que Ana María había realizado en 1925 del poeta dormido, Dalí pinta la cabeza de García Lorca con el estilo de un busto romano cuya plasticidad se pone de relieve con una combinación de trazos y sombras, dejando aparecer solamente un esbozo del rostro. El poeta y el pintor no se refieren el uno al otro únicamente en sus obras respectivas. En 1926, empiezan una obra en común: Dalí diseña los decorados y el vestuario para la creación de la obra de García Lorca, Mariana Pineda, en Barcelona. La fecha del comienzo de los ensayos se posterga continuamente y en la primavera de 1927, Dalí, impaciente, escribe a García Lorca: “Te espero cada día.” En mayo de 1927, García Lorca llega finalmente a Figueras para acabar los decorados con Dalí.

Se estrena el 24 de junio. Luego, García Lorca acompañará nuevamente a la familia Dalí a Cadaqués; será el último verano que pasarán juntos los amigos.

En 1928, Dalí dibuja una vez más las portadas de la revista Gallo que García Lorca publica en Granada. Sin embargo, el pintor y el poeta han llegado a una encrucijada y sus destinos se separan sin vuelta atrás. Dalí emprende acciones “anti-arte” y se une a los surrealistas mientras que García Lorca se interesa cada vez más por el arte popular y publica Romancero Gitano en abril de 1928. García Lorca será asesinado por los soldados de Franco. En 1966, Dalí describirá su reacción ante la muerte de su amigo de juventud: “Cuando me enteré de su muerte, reaccioné como un bandido: me habían traído el periódico, entendí que había sido fusilado y grité: “Ole”. Me pareció que era la muerte más bella para Federico García Lorca: abatido por la guerra civil.”

20. Playa antropomórfica, 1928, óleo, corcho, piedra y dedo esculpido, 47,5 x 27,5 cm, Museo Salvador Dalí, San Petersburgo.

21. El enigma del deseo, mi madre, mi madre, mi madre, 1929, óleo sobre lienzo, 110 x 150,7 cm, Galería de Arte Moderno, Munich.

22. El Gran Masturbador, 1929, óleo sobre lienzo, 110 x 150 cm, Museo Nacional Reina Sofía, Madrid.

El ojo cortado

Durante sus estudios en Madrid, Dalí estuvo en un principio relacionado con Luis Buñuel. Recién cuando éste se fue a París en 1925, el pintor se acercó más a García Lorca. Ya en Madrid, Dalí y Buñuel habían planeado proyectos para una película que se concretaría en verano de 1928, con la visita de Buñuel a Figueras. Seis meses después, se volverían a encontrar para acabar el guión que titularon Un perro andaluz. Poco después, los dos autores revindicaban, cada uno por su lado, ser el origen de las ideas decisivas del proyecto conjunto. Dalí presumió incluso de ser el único responsable del guión: “Su idea de película [Buñuel] me pareció extremadamente mediocre y de un vanguardismo primario.

Le dije a Buñuel que su idea de película no tenía interés alguno, que yo sin embargo, acababa de escribir un guión mucho mejor, muy corto y genial, totalmente contrario al cine contemporáneo.”

Sin embargo encontramos en las primeras pinturas y escritos de Dalí, algunos temas de la película. A finales de 1926, empieza el cuadro La miel es más dulce que la sangre. Sobre una playa se encuentra tendido el cuerpo desnudo de una mujer cuyas manos, pies y cabeza están seccionados. A su lado se encuentran la cabeza de García Lorca y el cadáver en putrefacción de un asno. El cadáver del asno es uno de los temas centrales de la película Un perro andaluz, y la escena en la que se corta la pupila de una mujer con una hoja de afeitar es considerada como la escena más célebre. El ojo cortado se convirtió en el ideal de los Surrealistas. En la primavera de 1929, Dalí viaja a París para asistir al rodaje y aprovecha su estancia en la capital francesa para avanzar sus negocios. Firma un contrato con el marchante Camille Goemans, y encuentra a Joan Miró, a quien Dalí conoce gracias a amigos de su familia. Este último introduce a su compatriota en los diversos círculos parisinos, permitiéndole así conocer a René Magritte, al escultor Hans Arp y al poeta Paul Éluard. El 6 de junio de 1929, Un perro andaluz se proyecta por primera vez en el Studio des Ursulines, en una proyección privada. La reacción del público es la que Dalí esperaba: “Quería que [la película] choque y conmocione los hábitos de pensamiento y de visión de los intelectuales y esnobs de la capital, que cada observador sea lanzado al jardín secreto de su infancia.” Un perro andaluz lanza a Buñuel y a Dalí al frente de la escena cultural parisina. El vizconde Charles de Noailles y su esposa Marie-Laure proponen a los dos españoles filmar otra película, esta vez un largometraje sonoro. La pareja de aristócratas financiará los costes de la producción. El título del proyecto cambiará varias veces titulándose finalmente La edad de oro. Para Dalí, el período entre las dos películas estará marcado por varios cambios. A lo largo del verano de 1929, conoce en Cadaqués a Gala Éluard: ambos se enamoran el uno del otro. A finales de noviembre, justo antes de la visita de Buñuel a Figueras, Dalí y su padre se pelean y Dalí se va a Cadaqués. Unos días más tarde, su padre le comunica la decisión familiar de expulsarlo definitivamente. La cólera paterna se produce sin duda por la relación de Dalí con Gala, aún casada con Paul Éluard. A menos que la causa no sea el dibujo a la aguada de Dalí Sagrado Corazón sobre el que escribió: “A veces escupo por placer sobre el retrato de mi madre.”

23. El hombre invisible, 1929, óleo sobre lienzo, Museo Nacional Reina Sofía, Madrid.

24. Retrato de Paul Éluard, 1929, óleo sobre cartón, 33 x 25 cm, antigua colección Gala.Salvador Dalí.

Cuando Buñuel empieza en París el rodaje de La edad de oro, Dalí no aparece físicamente para la producción de la película, pero se implica intelectualmente en el proyecto y comunica por escrito sus ideas a Buñuel. Su compañero no seleccionará todas sus propuestas, o las modificarán por completo.

En su autobiografía, Dalí escribe: “Ya en esos tiempos, me emocionaba, me apasionaba, incluso obsesionaba por la grandeza y la magnificencia del catolicismo. Para esta película, le dije a Buñuel, quiero muchos arzobispos, osamenta y custodias. Quiero sobre todo arzobispos con mitras bordadas bañándose entre los cataclismos rocosos del cap de Creus. Buñuel con su ingenuidad y su cabezonería aragonesa transformó todo aquello en un anticlericalismo primario.” La edad de oro se presentó el 22 de octubre de 1930 en una proyección privada, a un público muy escogido. Gertrude Stein, Pablo Picasso, Marcel Duchamp, André Malraux y Man Ray se cuentan entre los invitados. La acogida de la película es muy reservada y la mayoría de los invitados se irá del cine después de la proyección. El 28 de noviembre, comienzan las proyecciones públicas en el Studio 28. Los Surrealistas parisinos participan del evento.

El 3 de diciembre, miembros del movimiento Action française, una asociación antisemita de extrema derecha, atacan el cine. Este atentado no estaba dirigido exclusivamente contra la película, sino también contra la productora judía Marie-Laure de Noailles. Una semana después del atentado, y destruyendo la mayoría de los cuadros surrealistas expuestos paralelamente, La edad de oro se prohibió en Francia. Durante cincuenta años, no se pudo volver a proyectar la película. Por solidaridad con Buñuel y no por convicción, Dalí defendió la película: “Acepté la responsabilidad de ese sacrilegio aunque aquello no hubiera estado en mis intenciones.” Había sin embargo a partir de entonces una brecha en su amistad, que se rompió definitivamente en 1934.

En esta época, Dalí había visto una nueva versión de Un perro andaluz que no mencionaba su nombre. En Barcelona, también se presentaba La edad de oro como “una película de Buñuel con la colaboración de Dalí” y no como un trabajo realizado conjuntamente por Buñuel y Dalí. El director eludió los reproches de su amigo. A lo largo de los años siguientes, ambos precisarán incesantemente en las entrevistas sus respectivas autorías.

25. Alucinación parcial (Seis apariciones de Lenin sobre un piano), 1931, óleo sobre lienzo, 114 x 146 cm, Museo Nacional de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou, París.

26. Rosas sangrantes, 1930, óleo sobre lienzo, 75 x 64 cm, colección privada, Ginebra.

27. La vejez de Guillermo Tell, 1931, óleo sobre lienzo, 98 x 140 cm, colección privada.

28. La persistencia de la memoria, 1931, óleo sobre lienzo, 24 x 33 cm, Museo de Arte Moderno, Nueva York.

29. Huevos al plato sin el plato, 1932, óleo sobre lienzo, 60 x 42 cm, Museo Slavador Dalí, San Petersburgo.

30. El Ángelus arquitectónico de Millet, 1933, óleo sobre lienzo, 73 x 61 cm, Museo Nacional Reina Sofía, Madrid.

31. El devenir geológico, 1933, colección privada.

Gala o la curación

En el verano de 1929, el marchante Camille Goemans, René Magritte, Luis Buñuel y Paul Éluard visitan a Dalí en Cadaqués. Éluard viene acompañado de su esposa Gala de quien Dalí se enamora espontáneamente. Éluard tenía aventuras con otras mujeres y quería que su mujer viviera sus pasiones con otros hombres.

Entre 1921 y 1924, la pareja vive con el pintor Max Ernst que, en esta época, era el amante de Gala. Muchos Surrealistas cortejan a la bella señora Éluard. Por ello, cuando Gala se enamora de Dalí en 1929, Éluard piensa que se trata de un amor pasajero. Pero se equivoca: Gala se divorcia.

Hasta su muerte en 1982, se queda junto a Dalí con quien se casa por la iglesia en 1956, cuatro años después de la muerte de Éluard. Dalí señalaba siempre que sin esta mujer, nunca se hubiera convertido en el Dalí. Para él, ella es la musa, la modelo y la agente. Se ocupa de sus asuntos, ya que él, reconoce Dalí, se deja embaucar por todos mientras que Gala siempre adivina todo. Le rendirá homenaje a Gala y al papel primordial que desempeña en la realización de su obra artística, al firmar muchos de sus cuadros como “Gala Salvador Dalí”. Además, Gala lo ha liberado de su complejo de impotencia que lo paralizaba desde su más tierna infancia.

Su miedo a la sexualidad viene, por una parte de su padre que le había descrito con todo detalle, cuando era niño, los horrores de las enfermedades venéreas; y por otra de los libros que describían los juegos sadomasoquistas y que él había confundido con el acto sexual: “En esa época, mi libido había degenerado en locuras eróticas a causa de esta especie de complejo de impotencia [...] me disfrazaba de rey y me masturbaba y si no hubiera conocido a Gala, con quien descubrí por decirlo así el amor normal, dos años después todas mis obsesiones habrían sobrepasado seguramente los límites de la paranoia y se habrían convertido en psicopatológicos.” Un cuadro que Dalí comienza en 1929 se titulará El Gran Masturbador. Otros cuadros de este mismo año integran también la cabeza del masturbador. En El enigma del deseo una figura con forma de colmena sale de ella, sobre sus panales está inscrito “ma mère” (mi madre). Siempre es el tema mayor en El juego lúgubre y Placeres iluminados. Estas cuatro pinturas se presentarán a finales de noviembre de 1929 en la galería Goemans, con motivo de la primera exposición individual de Dalí.

32. El enigma de Guillermo Tell, 1933, óleo sobre lienzo, 201,5 x 346 cm, Museo de Arte Moderno, Stockholm.

33. Retrato de Gala con dos costillas de cordero en equilibrio sobre su hombro, 1933, Óleo sobre madera, 7 x 9 cm, Fundación Salvador Dalí, Figueras.

34. Instrumento masoquista, 1933-1934.

35. Cartel surrealista, 1934, óleo sobre litografía con llave, 69 x 46 cm, Museo Salvador Dalí, San Petersburgo.

36. Vestigios atávicos después de la lluvia, 1934, óleo sobre lienzo, 65 x 54 cm, Galería Perls, Nueva York.

37. El espectro del sex.appeal, 1932, óleo sobre madera, 17,9 x 13,9 cm, Fundación Salvador Dalí, Figueras

El juego lúgubre, que comprará el vizconde de Noailles, causará sensación. Poco a poco los Surrealistas acogen a Dalí en su círculo. Sin embargo, cuando André Breton alaba a Dalí, aparecen algunas disonancias. Dalí somete a los Surrealistas a una dura prueba en lo relacionado con el tema de los excrementos: “Me encontraba con unos medios y unas posibilidades de comunicación ideal. Pero muy pronto Breton quedó sorprendido por la aparición de elementos escatológicos. No quería ni excrementos ni Madona. Ahora bien, introducir así una limitación, es una contradicción al principio del automatismo puro, puesto que aquellos excrementos llegaban a mí de una forma directa, biológicamente.” Desde el principio, Dalí guarda una posición de marginal en el círculo surrealista parisino. No se burla solamente del automatismo censurado de Breton, sino que también toma distancia del compromiso político del grupo. Sin embargo, los Surrealistas lo homenajearán durante muchos años como uno de sus más célebres representantes. Dalí, dirá Breton, ha encarnado el espíritu surrealista y lo ha hecho brillar con todo su esplendor como nadie. Además de los objetos surrealistas sin función definida, Dalí inventa también una serie de objetos “útiles” como muebles de baquelita que tenían que adaptarse a la forma del cuerpo del comprador, o un pantalón de agua para remplazar la bañera. Dalí confía en ganar dinero con sus originales ideas, ya que sus cuadros se venden poco en esta época. Sin embargo, nadie se dejará convencer para comercializar sus inventos. A pesar de su falta de dinero permanente, Dalí asegura que él y Gala nunca vivieron la vida de bohemia de sábanas pobretonas, ni la inquietud por los cortes de electricidad.

A pesar de vivir modestamente en sus cuatro paredes, hacia fuera simulan riqueza distribuyendo propinas principescas.

La situación financiera de Dalí recién mejora en 1933 cuando un grupo de coleccionistas se compromete a comprarle asiduamente sus cuadros.

38. Rostro de Mae West utilizable como apartamento surrealista, 1934-1935, guache sobre papel deperiódico, 31 x 17 cm, The Art Institute of Chicago, Chicago.

39. El caballero de la muerte, 1935, óleo sobre lienzo, 54 x 64 cm, colección André. François Petit, París.

40. Mujer con cabeza de rosas, 1935, óleo sobre madera, 35 x 27 cm, Kunsthaus, Zurich.

Dalí, gracias a sus ideas excéntricas, crea una reputación en París que le abre las puertas de todas las fiestas mundanas: “Me convertí en alguien indispensable en las recepciones ultra-esnobs y mi bastón marcaba el compás de las veladas de éxito. Inventé uñas falsas hechas con espejitos que reflejaban el brillo de los ojos. Un día, aparecí con un maniquí de escaparate transparente en el que nadaban pequeños peces de colores. Cada aparición era un evento que se esperaba con ansiedad.” Muchas veces, surgen disputas a causa de las posturas tomadas por Dalí dentro del grupo de los Surrealistas, de clara orientación de izquierdas. En 1933, critica la política exterior de la unión soviética y anuncia que Hitler le fascina. Cuando Dalí, a principios de 1934, expone el cuadro El enigma de Guillermo Tell en el Salón de los Independientes, estalla un escándalo. El cuadro se interpreta como una mofa de Lenin.

Breton reúne a los Surrealistas para excluir a Dalí “que se había convertido en culpable repetidas veces de actos antirrevolucionarios con tendencia a la glorificación del fascismo hitleriano”. Dalí llega a esta reunión el 5 de febrero de 1934 con un termómetro en la boca, con gripe, asegura. Mientras habla, mantiene el termómetro entre los dientes y controla cada tanto la temperatura.

Se defiende de las acusaciones de Breton afirmando que el sueño seguía siendo el gran lenguaje surrealista que ninguna lógica, ninguna moral o ningún miedo debería censurarlo. “Concluía con estas palabras: “De esta forma, André Breton, si sueño esta noche que hago el amor con usted, mañana por la mañana pintaré nuestras mejores posturas amorosas con todo lujo de detalles”. Breton se quedó helado, con la pipa bloqueada entre los dientes y masculló furioso: “No se lo aconsejo, querido amigo.” Estaba rematado.”

Dalí acaba esta manifestación grotesca mostrando su torso desnudo, arrodillándose sobre la alfombra y jurando solemnemente que no es enemigo del proletariado.

Incluso después de la exclusión del grupo parisino, Dalí continúa sintiéndose surrealista, el único Surrealista: “La diferencia entre los surrealistas y yo, es que yo soy surrealista.”

41. Retrete antropomórfico, 1936, óleo sobre madera, 25,4 x 44,2 cm, Kunstammlung Nordrhein.Westfalen, Dusseldorf.

42. Construcción blanda con judías hervidas, premonición de la guerra civil, 1936, óleo sobre lienzo, 1090 x 99 cm. Museo de Arte de Filadelfia, Filadelfia.

43. Jirafa en llamas, 1936-1937, óleo sobre madera, 35 x 27 cm, Kunstmuseum, Basilea.

44. El enigma de Hitler, 1939, óleo sobre lienzo, 51,2 x 79, 3 cm, Museo Nacional Reina Sofía, Madrid.

Las imágenes tras las imágenes

Dalí ha elaborado un dibujo contrario al procedimiento artístico del automatismo de Breton. No se orienta hacia el sueño o la locura; encuentra su modelo en el paranoico, ya que éste posee, al contrario que el loco, la “fuerza de convicción imperialista” de imponer a los demás sus visiones. Por lo demás, el paranoico está capacitado para reconocer, gracias a su “delirio de interpretación sistemática” detalles y sentimientos sutiles. Dalí escribe, en su autobiografía, que cuando era niño desarrolló la capacidad de reconocer, detrás de unas apariciones ópticas, otras imágenes, y en 1929, apunta diversas reflexiones sobre su idea de las imágenes duales.

Gala pone orden al “caos de su incomprensible garabato” y lo publica en 1930 bajo el título de La mujer visible. En el primer artículo de la colección, titulado El asno podrido, Dalí explica que la actividad paranoica –contrariamente a la alucinación- está siempre ligada a materiales controlables y reconocibles: “Ha sido posible obtener una imagen superpuesta a través de un proceso paranoico: es decir, la representación de un objeto que sin la menor modificación figurativa o anatómica, sea al mismo tiempo la representación de otro objeto absolutamente diferente.” Las imágenes de Dalí son señales de su “clarividencia paranoica”. No es de extrañar que el proceso de reconocimiento de los secretos ocultos bajo la aparición superficial se extienda a varios años.

El cuadro L’Angelus de Jean-François Millet y la estación de Perpiñán son dos ejemplos fundamentales. Dalí conoce el cuadro de Millet desde su tierna infancia: “Siempre me ha obsesionado, siempre he experimentado un malestar inexplicable ante el espectáculo de ese campesino y de esa mujer inmóviles frente a frente. El hombre está clavado en el suelo como hipnotizado por la madre, aniquilado.

Me parece que adopta más la pose de un hijo que la de un padre. Se observa que su sombrero, en lenguaje freudiano, traduce la excitación sexual que él disimula, avergonzado de su virilidad.” A principios de los años sesenta, Dalí se entera de que Millet había pintado en un principio un ataúd entre el campesino y la mujer que habría contenido a su hijo muerto, pero que más tarde modificó el cuadro para no crear un efecto demasiado melodramático.

45. Impresiones de Africa, 1938, óleo sobre lienzo, 91,5 x 117, 5 cm, Museo Boymans, Van Beuningen, Rótterdam.

46. Autorretrato blando con bacon frito, 1941, óleo sobre lienzo, 61,3 x 50,8 cm, Fundación Salvador Dalí, Figueras.

47. La miel es más dulce que la sangre, 1941, óleo sobre lienzo, 49,5 x 60 cm, Museo de Arte de Santa Barbara, Santa Barbara.

48. Sueño causado por el vuelo de una abeja en torno a una granada un segundo antes de despertar, 1944, óleo sobre lienzo, 51 x 41 cm, Fundación Gala.Salvador Dalí, Figueras.

Dalí pide entonces al museo del Louvre una radiografía del cuadro, ésta muestra, efectivamente, el contorno del ataúd: “¡Todo se aclaraba! Mi genio paranoico–crítico había presentido lo esencial.”De forma análoga, Dalí descubre la estación de Perpiñán como un lugar mágico. Dalí tiene la visión de que la estación es el modelo exacto del espacio cósmico, del universo. Empieza entonces a medirla. Se toman cientos de fotografías para poder revelar, con las ampliaciones, el secreto oculto. Encuentra la explicación de su iluminación en 1966 cuando descubre “que en Perpiñán se había calculado y fijado la medida de la tierra, el metro patrón. El metro no es solamente la cuarenta millonésima parte de un meridiano terrestre, es además la fórmula de la densidad de Dios y éste me parece un lugar privilegiado. La estación de Perpiñán se convierte en un lugar sagrado.” En muchos de sus cuadros Dalí cita L’Angelus de Millet. La pareja de campesinos aparece también en 1965 como universo en la visión de la “estación de Perpiñán”.

El procedimiento de la paranoia-crítica permanece, independientemente de otras evoluciones, el principio fundamental del trabajo crítico de Dalí. El análisis no se extiende siempre a varios años. Los descubrimientos suceden muchas veces de forma espontánea, como por ejemplo con los famosos relojes blandos. Dalí cuenta en su autobiografía la historia de la concepción del cuadro La persistencia de la memoria: “Habíamos terminado nuestra cena con un excelente camembert y cuando estuve solo, me quedé un rato apoyado en la mesa, pensando en los problemas filosóficos planteados por ese queso fluido “super blando”.

Luego me levanté y fui a mi taller para echar un último vistazo a mi trabajo, como siempre. El cuadro que estaba pintando representaba un paisaje de los alrededores de Port Lligat cuyas rocas parecían iluminadas por una luz transparente de atardecer. En primer plano, había bosquejado un olivo cortado y sin hojas. Ese paisaje debía servir de fondo para alguna idea, pero cuál? Necesitaba una imagen sorprendente y no la encontraba. Iba a apagar la luz e irme cuando “vi” literalmente la solución: dos relojes blandos, uno de ellos colgaría tristemente de la rama del árbol. A pesar de sufrir una migraña, preparé mi paleta y me puse manos a la obra.”

49. Poesía americana, los atletas cósmicos, 1943, óleo sobre lienzo, 116,8 x 78,7 cm, Fundación Salvador Dalí, Figueras.

50. Niño geopolítico observando el nacimiento del hombre nuevo, 1943, óleo sobre lienzo, 45,5 x 50,5 cm, Museo Salvador Dalí, San Petersburgo.

51. Galarina, 1944-1945, óleo sobre lienzo, 64,1 x 50,2 cm, Fundación Salvador Dalí, Figueras.

52. Mi mujer desnuda contemplando su propio cuerpo convirtiéndose en escalera, tres vértebras de una columna, cielo y arquitectura, 1945, óleo sobre madera, 61 x 52 cm, Colección José Mugrabi, Nueva York.

53. La nariz de Napoleón, transformada en una mujer encinta que pasea melancólicamente su sombra entre ruinas originales, 1945, óleo sobre lienzo, 51 x 65,5 cm, Fundación Salvador Dalí, Figueras.

Entre mundos

En noviembre de 1934, Dalí y Gala viajan por primera vez a Estados Unidos. La obra de Dalí se conoce allí desde los años veinte. Julien Lévy, uno de los primeros en haber introducido a los Surrealistas europeos en Estados Unidos, presenta los cuadros de Dalí en varias exposiciones colectivas. En el invierno de 1933, le dedicará una exposición individual. La exposición de Dalí en la galería Levy en 1934 será criticada por diferentes periódicos como un “desfile de moda”. Sin embargo tendrá un gran éxito entre el público. El nuevo mundo ofrece a Dalí un nuevo escenario desmesurado donde se alaba todo lo insólito y excéntrico. En enero de 1935, antes de dejar a los Dalí regresar al viejo mundo, Caresse Crosby da una fiesta de despedida en el Coq Rouge, un elegante restaurante neoyorquino. Este “baile de ensueño” pasará a la historia como el primer “baile surrealista”. Incluso Dalí quedará impresionado con las ideas absurdas de los invitados: “Mujeres de sociedad entraban con una jaula de pájaros en la cabeza y prácticamente desnudas. En medio del hueco de la escalera había una bañera llena de agua suspendida y que amenazaba con caerse y volcar su contenido sobre las cabezas de los invitados. En el rincón de la sala de baile colgaba un buey despellejado con el vientre sujeto por muletas y relleno de media docena de fonógrafos.” Al volver a Francia, la atmósfera de la capital se vuelve pesada para Dalí. Los Surrealistas se consumen en discusiones políticas. Dalí, acompañado por Gala, huye de ellos retirándose a Port Lligat. Sin embargo, la calma de la costa catalana no dura mucho. Explota en Barcelona la primera bomba, signo anunciador de la guerra civil. Los Dalí se van entonces de viaje. Viajarán por todas partes hasta 1940. Irán dos veces a Estados Unidos, en el invierno de 1936-1937 y en enero de 1939. Entre tanto, viven en Italia y en el sur de Francia. Dalí no se considera “categóricamente” como un hombre de historia. La guerra no cambiará nada. En los cuadros como Construcción blanda con judías hervidas - Premonición de la guerra civil, muestra su visión de la masacre. Sin embargo, la dimensión política de los acontecimientos de su país no le interesan. En su lugar, se dedicará al estudio de la pintura del Renacimiento. El reflejo de la historia contemporánea no se encuentra, según Dalí, en las discusiones de los Surrealistas en los cafés de Montmartre, sino en la place Vendôme, centro mundial de la moda. Dalí entabla amistad con las costureras Coco Chanel y Elsa Schiaparelli. Diseña para esta última un frasco de perfume con forma de concha dorada y un sombrero-zapato así como prendas de vestir. Estas incursiones en el mundo del diseño lo desacreditan frente a los artistas.

André Breton inventa, a partir del nombre Salvador Dalí, el anagrama Avida Dollars (ávido de dólares). Poco a poco, Dalí consigue su objetivo: hacerse famoso, no ser únicamente apreciado por un grupúsculo selecto de amigos del arte, sino ser reconocido también por el público en general. La revista Time le dedica su portada con motivo de su segundo viaje a Nueva York en diciembre de 1936. Allí vemos el retrato fotografiado por Man Ray. Un día, tras la inauguración de la segunda exposición individual en la galería Lévy, se venden los veinticinco cuadros y los doce dibujos.

Dalí tiene un exceso de pedidos. Decora un escaparate para los grandes almacenes chic Bonwit-Teller de la 5ª Avenida: “Utilizaba un maniquí cuya cabeza era de rosas rojas y las uñas de pelo de armiño. En una mesa había un teléfono transformado en bogavante. Encima de la silla, colgaba mi famosa chaqueta afrodisíaca.” Con esta decoración, Dalí inaugura un estilo. Cuando vuelve a Nueva York, dos años más tarde, constata que otras vitrinas de la elegante avenida también están decoradas a lo Dalí. Para demostrar la diferencia entre las verdaderas decoraciones surrealistas y las falsas, realiza dos nuevos escaparates para Bonwit-Teller. Para ello utiliza viejos y polvorientos maniquíes de cera, de la época 1900 que había descubierto en el desván de este gran almacén.

54. L’œil, (El ojo), 1945, óleo sobre madera, dimensiones, desconocidas, colección privada.

55. La tentación de San Antonio, 1946, óleo sobre lienzo, 89,7 x 119,5 cm, Musées Royaux des Beaux. Arts de Bélgique, Bruselas.

56. Leda atómica, 1949, óleo sobre lienzo, 61,1 x 45,6 cm, Fundación Salvador Dalí, Figueras.

57. La madona de Port Lligat, 1950, óleo sobre lienzo, 144 x 96 cm, colección privada, Tokio.

58. La madona de Port Lligat, 1949, óleo sobre lienzo, 48,9 x 37,5 cm, Marquette University, Haggerty Museum of Art, Milwaukee.

Cuando al día siguiente, Bonwit-Teller cambia el escaparate -se remplazaron los maniquíes, se quitó la cama en llamas- Dalí rompe el cristal de la vitrina. Pasa una noche en la cárcel y la prensa elogia su lucha física por “la independencia del arte americano con frecuencia amenazado por la incompetencia de los intermediarios orientados hacia la industria y el comercio”. La guerra había estallado en Europa.

Al buscar un domicilio, los Dalí intentan combinar “un lugar alejado de una invasión nazi y las posibilidades gastronómicas”. Eligen Arcachon, ciudad situada cerca de Bordeaux, y se instalan en una gran casa de estilo colonial. Allí acogerán a numerosos invitados. Sin embargo en junio, caen las primeras bombas en Bordeaux. Los Dalí deciden huir a Estados Unidos. Dalí da un rodeo y pasa por Figueras. Visita a su padre y a su hermana a quien no veía desde hacía once años. La casa paterna había sufrido las consecuencias de la guerra. Su hermana, torturada por el comité de investigación militar, había perdido la razón. Una bomba había destruido el balcón de la casa. El techo del comedor estaba ennegrecido por el fuego. Dalí sin embargo, encuentra que nada de “lo esencial” había cambiado.

La visita de Dalí a Figueras lo confirma en su convicción de que la guerra en Europa no cambiará nada. Para él, el viejo mundo se autodestruye, no para crear algo nuevo sino para volver a las raíces de la tradición. Dalí siente ya en él el Renacimiento venidero. Explica su partida a Estados Unidos por la necesidad de crear su bosquejo del mundo. Al llegar a Estados Unidos, Dalí escribe su biografía. Se deshace así de su vieja piel, rechaza su vida anterior. Dalí se define como un genio universal según Leonardo da Vinci. Desde siempre, se interesa por otras disciplinas además de la pintura. Se dedicó a la filosofía, escribió guiones, creó muebles y ropa, diseñó decorados y vestuario para el teatro y la ópera, e hizo la coreografía de un ballet. La vida de Dalí toma un nuevo rumbo: decide sacar beneficio de su renombre comercializándolo. El bigote se convertirá en su imagen de marca. El fotógrafo Philippe Halsman desempeñó un papel determinante en su concepción. Una de las primeras fotografías que Halsman tomará del pintor a principios de los años cuarenta, presenta a Dalí con sombrero y bastón, frente a una calavera formada por cuerpos de mujeres desnudas. Dalí se pone a sí mismo en escena como un objeto de arte. Al exhibirse, el pintor muestra un gran sentido del humor. Para una de las fotografías, dará a su bigote la forma del símbolo de dólar, una alusión al anagrama de Breton, Avida Dollars. Dalí no oculta que la riqueza ejerce una fuerte atracción sobre él. En 1975, declara en una entrevista que nunca habrá recibido bastantes honores ni dinero. De hecho, en los años cuarenta, los honores y el dinero se multiplican.

59. El Cristo de San Juan de la Cruz, 1951, óleo sobre lienzo, 205 x 116 cm, The Glasgow Art Gallery, Glasgow.

60. Desintegración de la persistencia de la memoria, 1952-1954, óleo sobre lienzo, 25 x 33 cm, Museo Salvador Dalí, San Petersburgo.

61. Reloj blando en el momento de su primera explosión, 1954, óleo sobre lienzo, 50,5 x 25,7 cm, Colección privada.

A finales de 1942, el museo de Arte moderno de Nueva York organiza una retrospectiva con cincuenta cuadros y diecisiete dibujos de Dalí. Más tarde, la exposición hace una gira por Estados Unidos y se presenta en otras ocho ciudades. En diciembre de 1942, Dalí conoce a una pareja, Éleonor y Reynolds Morse. Cuatro meses más tarde, los Morse compran por 1200 dólares su primer “Dalí”. Los precios no dejarán de aumentar en los años siguientes. Sin embargo, la fuente de ingresos más importante para Dalí no era la venta de sus cuadros, aunque algunos alcanzaran precios de hasta 300.000 dólares. Gana más dinero incluso, con encargos para otros trabajos. Diseña corbatas y ceniceros, concibe anuncios publicitarios para perfumes y medias de nylon, y realiza las portadas de las revistas Vogue y Esquire. Pinta tres frescos en la casa de la millonaria Helena Rubinstein. Ilustra varios libros, entre ellos Don Quijote de Cervantes y Macbeth de Shakespeare. Dalí sigue sin embargo trabajando para el teatro.

En 1939, tras la representación de su obra Bacanal que se modificará varias veces, escribe el libreto para un ballet sobre el mito de Ariadna. El estreno mundial de Laberinto tiene lugar el 8 de octubre de 1941, representado en la Metropolitan Opera por los Ballets rusos bajo la dirección de Léonide Massine. El cuadro se compone del inmenso busto de un hombre desnudo, con la cabeza inclinada. El pecho abierto del hombre se abre a la entrada del laberinto. El entorno de Hollywood lleva a Dalí nuevamente a hacer cine. Ya en su segunda estancia en Estados Unidos en 1936, Dalí había visitado la feria de los sueños. En 1945, el director Alfred Hitchcock le encarga a Dalí que conciba la escena onírica de su película La casa del doctor Edwards, inspirada en la psicoanalista Spellbound. Hitchcock quiere para su película, sueños de una gran nitidez visual: “Hasta entonces, las secuencias de sueño del cine estaban siempre contorneadas de torbellinos de nubes, voluntariamente borrosas, con personajes que cambiaban en una bruma de nieve carbónica y humo.

Era la convención de rigor, y decidí hacer lo contrario, elegí a Dalí [...] porque en su forma de pintar había una precisión alucinatoria contraria exactamente a las evanescencias y los ahumados.” No todas las ideas de Dalí se utilizarán para el rodaje. El estudio se niega a colgar quince pianos del techo. Dalí renuncia entonces a la secuencia y hace un nuevo croquis. La escena del sueño transcurre entre otros lugares, en una discoteca cubierta de enormes ojos que un hombre corta en dos con la ayuda de unas inmensas tijeras.

El cine sigue siendo para Dalí una “forma secundaria”. Sin embargo, siempre le atrajeron las posibilidades técnicas que ofrecía. Meses después de su exitosa colaboración con Hitchcock, Walt Disney contrata al artista. Dalí tiene que elaborar una secuencia de seis minutos que se incluirá en un dibujo animado titulado Fantasía. En colaboración con el dibujante John Hench, escribe el guión, pero Disney detiene el proyecto. En 1950, Dalí participa una vez más en una película. Realiza la escena del sueño en la comedia de Vincente Minelli, El padre de la novia. Estas múltiples actividades relegan cada vez más la pintura a un segundo término. La aspiración de Dalí de volcarse hacia el clasicismo se realiza primero en la pantalla, pero tarde. Desde su llegada a Estados Unidos, Dalí desea crear su esbozo del mundo que parece ser una creación difícil. La explosión de la primera bomba atómica en Hiroshima, el 6 de agosto de 1945, provocan los primeros síntomas de esta concepción: “La explosión atómica del 6 de agosto de 1945 me conmocionó sísmicamente. A partir de entonces el átomo se convirtió en el alimento favorito de mis pensamientos. Muchos paisajes pintados en esta época muestran el enorme miedo que sentí al anunciarse esta explosión.” La religión y la ciencia se convierten en los nuevos temas de la pintura daliniana. En 1946, pinta su primer cuadro de tema religioso, La tentación de San Antonio. En la versión de Dalí, San Antonio está amenazado por un caballo que se encabrita y por elefantes de patas arácneas. En 1948, Dalí adhiere a la autoridad de la Iglesia católica y romana. El mismo año, vuelve a Europa.

62. Maxima Velocidad de la Madona de Rafael, 1954, óleo sobre lienzo, 81,2 x 66 cm, Museo Nacional Reina Sofía, Madrid.

63. El Torero Alucinógeno, 1968-1970, óleo sobre lienzo, 398,8 x 299,7 cm, Museo Salvador Dalí, San Petersburgo.

Tiempos de honores y riqueza

“Bienvenidà Salvador Dalí”. Así saluda la revista barcelonesa Destino el retorno al país del hijo célebre. Dalí y Gala se instalan en 1948 nuevamente en su casa de Port Lligat. Allí, en la región de especial significado desde su infancia, se cumple la metamorfosis de Dalí en Santo, en divino: “Sobre el arenal de Port Lligat, comprendí que el sol de Cataluña [...] acababa de hacer explotar en mí el átomo de lo absoluto. [...] Comprendí que iba a ser el salvador de la pintura moderna. Me convertí en un santo.”

Tras canonizarse, declara a Gala madona. Con su rostro de rasgos radiantes, se convertirá en la “Madre de Dios” de sus pinturas. En 1949, pinta la primera versión de La Madona de Port Lligat. Utiliza como modelo, el cuadro del siglo XV La Madona y el niño de Piero della Francesca. En este cuadro, Dalí intenta representar la abolición de la gravedad.

El cuerpo de la madona está cortado en varios pedazos que, además de separados unos de otros, mantienen en equilibrio su verdadera posición anatómica. El niño Jesús, también agujereado, flota en la cavidad abdominal.

En noviembre de 1949, en una audiencia privada, Dalí muestra al papa Pío VII el primer boceto de la madona, y que el papa admirará, según cuenta el pintor. Había llegado a la sima de la gloria, las puertas de los poderosos de este mundo se abren ante el campesino catalán. Y él las franquea encantado. En 1956, el general Franco lo recibe. Ocho años más tarde lo condecorará con la “Gran Cruz de Isabel la Católica”. Ante las críticas por haberse dejado honrar por el asesino de sus amigos, responde: “Acepté la Gran Cruz de Isabel la Católica de manos de Franco porque me negaron el Premio Lenin en la Unión Soviética. Y aceptaría también una condecoración concedida por Mao Tsé-Toung.”

Dalí lleva su apolitismo hasta la provocación. Por ello, incluso le ajustarán las cuentas cuando un grupo de artistas protesta contra la participación de Dalí en la Exposición internacional de Surrealistas en Nueva York en 1960. Todo lo que genera polémica sobre él, aumenta su popularidad y tiene consecuencias positivas para sus negocios. Utiliza la televisión, que califica de “medio de envilecer y de estupidizar a las masas”, para darse a conocer aún más. Las espectaculares apariciones son aún más eficaces para su publicidad que sus declaraciones provocadoras. El 3 de septiembre de 1951 en Venecia, Dalí y Gala acuden a un baile disfrazados de gigantes de siete metros de altura. El joven costurero parisino Christian Dior concibió los disfraces. En 1955, Dalí muda su taller durante algunos días al parque de rinocerontes del zoológico de Vincennes, en los alrededores de París, para trabajar su versión paranoico-crítica de La encajera de Vermeer. Dalí pierde cada vez más credibilidad ante los críticos de arte a causa de sus apariciones publicitarias. Al inclinarse hacia el clasicismo y el catolicismo, sus cuadros se juzgan cada vez más negativamente.

A principios de los años sesenta, Dalí comienza a elaborar los planos de un museo en su ciudad natal, Figueras. Para ello, escoge el teatro de la ciudad, un edificio de arquitectura clásica del siglo XIX, que durante la guerra civil quedó fuertemente dañado. En un primer momento, Dalí pretende utilizar las ruinas tal como están como lugar de exposición. Pero este proyecto parece imposible, ya que carece de tejado. Dalí diseña entonces, con la colaboración del arquitecto Emilio Perez Piñero, una cúpula, “principio ligado, en una dimensión particular, a la monarquía, a la vida y a la liturgia”. El 28 de septiembre de 1974, Dalí, ya septuagenario, inaugura su Teatro-Museo. No se trata solamente de un lugar de exposición, sino también de un santuario que Dalí, el divino, alza a su propia gloria. Dedicará la cúpula a los amos de España, entre los cuales se encuentra Franco. Comienza la época de los honores para Dalí.

En 1978, los monarcas españoles, Juan Carlos y Sofía, visitan el Teatro-Museo. El mismo año, la Academia francesa de Bellas Artes de París lo nombra miembro de honor. El Centro Pompidou de París le dedica, en 1979, una amplia retrospectiva reuniendo 250 cuadros, que más tarde se presentará en la Tate Gallery en Londres. En 1982, el rey Juan Carlos ennoblece al pintor. De esta forma, el sueño de infancia de Dalí se realiza. Los veinte últimos años de Dalí estarán marcados por la gloria y la fortuna. Desde 1970, sus ingresos netos anuales se estiman en medio millón de dólares. Para gestionar su “imperio”, Dalí emplea todo un estado-mayor que lo rodea casi permanentemente. Mientras que Dalí afirma siempre en las entrevistas que no se cansa de ser el centro de atención de la vida pública, Gala sin embargo aspira a la tranquilidad.

En 1967, Dalí le compra a Gala el castillo de Púbol parcialmente en ruinas, y ella lo renovará y arreglará a su gusto. Cada vez más a menudo ella se retirará allí en soledad. La organización de todos los asuntos de Dalí, que en otra época le correspondían, fueron retomados en 1962 por John Petre Moore, un antiguo oficial. En 1976 será remplazado por Enrique Sabater que en muy poco tiempo conseguirá hacerse multimillonario a expensas de Dalí.

A principios de los años ochenta, Dalí contrae la enfermedad de Parkinson. Mientras sigue un tratamiento en París, corre el rumor de que Gala se quiere divorciar. Además, el doctor Roumeguère, psiquiatra de Dalí durante cuatro años, acusa a Gala en un artículo de tiranizar y humillar a su marido. El 10 de junio de 1982, Gala muere tras una infección del uréter. Será inhumada en Púbol siguiendo su última voluntad. Después del entierro, Dalí permanecerá en el castillo de Púbol donde vivirá retirado y continuará trabajando a pesar de su enfermedad. Allí pinta en 1983 su último cuadro, La cola de la golondrina, un sudario de dibujos geométricos inspirados en fórmulas del matemático francés René Thom. Las extremidades de la cola de la golondrina que se pliegan hacia arriba evocan los bigotes de Dalí. Algunos meses después de haber acabado el cuadro, el castillo se incendia sin que nunca se llegue a esclarecer el origen de las llamas. Dalí consigue escapar, gravemente herido. Tras su curación, se retira a su ciudad natal donde vivirá hasta su muerte, el 23 de enero de 1989, cerca de su Teatro-Museo. Allí será inhumado, bajo la cúpula. Lega todos sus bienes, que se elevan a más de doscientos cincuenta cuadros y dos mil dibujos, al Estado español.

64. Detrás de la ventana, a mano izquierda, de donde sale una cuchara, Velásquez agonizante, 1982, óleo sobre lienzo con collage, 75 x 59,5 cm, Fundación Salvador Dalí, Figueras.

65. Palacio del Viento, 1972, pintura del techo del antiguo Teatro Museo.