Introducción

RICARDO PÉREZ MONTFORT
CIESAS/MÉXICO
ANA PAULA DE TERESA
UAM-I

El proyecto de investigación “La razón cultural en el capitalismo contemporáneo. Un análisis comparativo sobre las representaciones y estereotipos culturales en México y América Latina” fue el resultado de un seminario que en 2012 titulamos “Representaciones y estereotipos culturales en actividades turísticas y de desarrollo en América Latina”, auspiciado por varias instituciones mexicanas y francesas. En el segundo semestre de aquel año, a raíz de una invitación académica por parte de la Rectoría de la Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa (UAM-I), y del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) a Jean-Loup Amselle con el fin de discutir sus trabajos recientes, surgió la iniciativa de formar un equipo de investigación internacional que se planteara diversas problemáticas de interés común en historia y antropología. Dicha iniciativa se concentró particularmente en torno de los procesos socioeconómicos que involucraban temas como la “etnicización”, la “esencialización de las identidades” y la construcción de estereotipos culturales.

Para ello se convocó a una reunión de académicos y estudiantes con el fin de elaborar las bases de un posible proyecto compartido. Esto se llevó a cabo en la Ciudad de México en noviembre de 2013 con la participación de colegas y alumnos del posgrado del Departamento de Antropología de la UAM-I, el CIESAS y de L’École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) y de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Dicha actividad recibió el apoyo del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA) en colaboración con el Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS). El seminario consistió en la exposición y discusión a profundidad de avances de investigación sobre diversos fenómenos económicos, sociales y políticos relacionados con la construcción de estereotipos culturales, la formación de mercados de saberes étnicos y las políticas sociales y de desarrollo aplicadas en distintas zonas indígenas del país. Se trataron temas específicos como el chamanismo, los territorios ancestrales, el desarrollo de festivales regionales identitarios, el turismo cultural y el ecoturismo. También se abordó la politización y representación de ciertos grupos sociales, particularmente de jóvenes, en ámbitos locales de varias regiones de México, Chile y Perú.

Uno de los principales puntos de comparación que mostraron los trabajos presentados en las sesiones de aquel seminario fue lo que identificamos como la “razón cultural” que subyace en la construcción de las distintas representaciones y estereotipos. Con esta visión culturalista se concibe la sociedad estructurada verticalmente en grupos identitarios que luchan —y se confrontan entre sí— por el reconocimiento de sus particularidades. Al ponderar las determinantes culturales se suplanta el análisis socioeconómico y político de corte clasista que dominó en el ámbito de las ciencias sociales durante la década de los años setenta y ochenta del siglo XX. Así, esta perspectiva ancla los distintos grupos en el pasado e identifica los atributos culturales con una especie de esencia que forma parte de los sujetos que se inscriben en los mismos.

En la discusión también se evidenció que dicha conceptualización se construye en gran medida a partir de una mirada externa. De igual manera quedó claro cómo las fuerzas del mercado, muchas veces invisibilizadas, seleccionan los rasgos culturales que se destacan o ignoran. Los medios de comunicación masiva, así como la prensa escrita y las ciencias sociales juegan un papel fundamental como certificadores de las “tradiciones verdaderas”, estimulando con ello la mercantilización y el monopolio de “lo auténtico” bajo el control de intermediaros que promueven la etnicidad, la identidad y todo aquello que consideran como lo propio de tal o cual comunidad, pueblo o nación.

En este sentido, la revitalización de los saberes indígenas y autóctonos no sólo responde a la dinámica de los pueblos que los reivindican. También sirven a distintos grupos de interés que, con legitimidad o sin ella, reclaman la posesión y el usufructo de un conocimiento ancestral para apropiarse de ciertos nichos de mercado, definiendo y excluyendo a otros actores. Esto puede constatarse en actividades como la venta de artesanías, la comercialización de terapias alternativas o el control de los territorios y saberes nativos. Dicho fenómeno ha llevado a que las tradiciones, el espacio local y la cultura no sólo sean vendidos en el mercado, sino que se produzcan como mercancías destinadas a los consumidores externos, especialmente para los turistas.

Los discursos contemporáneos sobre la autenticidad de las tradiciones, de la identidad, de los saberes y las regiones indígenas, se han convertido en un instrumento político y de acceso a recursos. La razón cultural es ahora uno de los principales argumentos que permiten acceder a financiamientos públicos y privados. Éstos se obtienen a través de la compraventa de productos en el mercado, mediante la inversión privada en negocios relacionados con la cultura, los subsidios de los gobiernos a sectores específicos de la población, así como a partir de los fondos internacionales administrados por las ONG.

Después de comparar algunas conclusiones de nuestros trabajos, en aquel seminario de noviembre de 2013 quedó claro que la revaloración del conocimiento y los saberes tradicionales no responde sólo a la dimensión simbólica e identitaria, sino que se articula cabalmente con el modelo económico actual. Es decir: dicha revaloración se vincula estrechamente con lo que Jean-Loup Amselle ha llamado “capitalismo adictivo”1 y otros autores denominan “globalización”,2 “capitalismo tardío”,3 “capitalismo del desastre”4 o “ultracapitalismo”.5

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En los últimos veinte años, tanto en las ciencias sociales como en el discurso político latinoamericano, se han reemplazado muchos análisis socioeconómicos y políticos por razonamientos culturalistas, recurriendo a argumentos que giran principalmente en torno de la identidad, la etnicidad, la autoctonía, la tradición y los territorios ancestrales.

La definición de diversos grupos humanos en función de criterios identitarios y regionales ha servido como un mecanismo muy eficaz de diferenciación y de fragmentación social, a la vez que posibilita o restringe el acceso de algunos sectores a ciertas posiciones de poder o a nichos de mercado. Estas categorías culturales son manipuladas por diversos intermediarios, ya sea para legitimarse como los auténticos guardianes del territorio y de los saberes ancestrales para justificar la implantación y/o el fracaso de nuevas políticas públicas focalizadas, dirigidas especialmente a poblaciones definidas en términos étnicos, genéricos o identitarios. La fragmentación de las poblaciones-objetivo tiene como resultado la parcialización de los proyectos de desarrollo, perdiendo de vista la integración de los distintos sectores sociales a una estructura socioeconómica y política más amplia y compleja. Tal es el caso de los proyectos culturales dirigidos a los jóvenes, la insistencia en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, el rescate de la cultura tradicional de los pueblos indígenas o los proyectos sociales enfocados a las zonas marginales y a las poblaciones con distintos niveles de pobreza. Estos programas, que forman parte de las políticas sociales contemporáneas, destacan aspectos particulares en detrimento del todo social sin atender la escala del conjunto de relaciones en las que se inscriben los distintos fenómenos que se pretenden subsanar.

En términos de Ulrich Beck, parece necesario abordar el proceso de “glocalización”6 de los modelos culturales. Desde el punto de vista cultural, dicho término se refiere a la combinación de los elementos locales y particulares con los mundializados. Supone que en un mundo global en el que se suprimen las fronteras económicas, políticas y sociales, se incrementan las barreras culturales. Habría que preguntarse si esto sucede como defensa frente a los efectos del capitalismo mundializado o, al contrario, como valoración de las especificidades locales en el mercado global. Justamente por la ambigüedad epistemológica que rodea el concepto de cultura,7 las explicaciones que recurren a esta noción pueden adaptarse a situaciones extremadamente diversas. Esto convierte la cultura en un instrumento particularmente útil para políticos y académicos que buscan respuestas factibles e inmediatas. Las situaciones complejas se reducen en última instancia a problemas culturales y, por lo tanto, irresolubles a través de políticas públicas o de organización política. Así, la dimensión cultural justifica las desigualdades y diferencias, lo que permite a múltiples actores, incluido el Estado, evadir su responsabilidad en conflictos y contradicciones de la sociedad actual.

En este proceso, “la cultura”, “la autenticidad” y “la identidad” se han transformado en una industria que produce mercancías “originales”,8 cuyo consumo se lleva a cabo tanto localmente como en prácticamente todo el mundo globalizado. Nos interesó entonces realizar un análisis de las diversas representaciones, estereotipos y fenómenos culturales en la dinámica del capitalismo actual. Partiendo de la premisa de que los argumentos de las políticas públicas nacionales e internacionales privilegian hoy en día la expresión de las particularidades culturales, nos propusimos conocer los mecanismos específicos que operan en la explosión de dichas expresiones dentro del contexto globalizador en México y América Latina. El análisis de la razón cultural que subyace en la dinámica económica y política actual constituiría el objeto central de nuestra propuesta de trabajo conjunto.

Tomando en cuenta estas ideas decidimos presentar un proyecto de investigación en ciencia básica a los concursos convocados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en México en los años de 2014 y 2015. El primer año nos informaron que el proyecto era encomiable, pero que no había recursos suficientes para poderlo apoyar. Nos recomendaron que lo volviéramos a presentar en la próxima convocatoria. En 2015 lo presentamos de nuevo y esta vez resultó seleccionado, por lo cual obtuvimos los recursos para iniciarlo a principios del año siguiente.

Nuestra propuesta consistía en hacer un estudio interdisciplinario y comparativo sobre diversos aspectos temáticos y regionales de fenómenos sociales complejos, interpretados predominantemente a la luz del campo cultural. Recurriendo a los enfoques de la historia, la antropología, la sociología, la literatura y las artes, se pretendió examinar comparativamente las razones culturales implícitas que predominan en los discursos científicos y políticos de la actualidad latinoamericana. Y al comparar diversos procesos de construcción de estereotipos y de justificación de autenticidades regionales y étnicas, tanto a nivel local como continental, quisimos desentrañar los elementos comunes y definitorios que han constituido la “razón cultural”.

Con el fin de llevar a cabo este trabajo de comparación y análisis, a partir de casos concretos, convocamos a ocho investigadores de diversas instituciones y a diez estudiantes de posgrado a integrar un grupo de discusión, que sesionó en múltiples ocasiones presentando diversos aspectos y avances de sus estudios en torno del tema que nos interesaba. Después de nuestra sesión inaugural en la que se delinearon los principales puntos del proyecto, cada integrante propuso una temática o un área de estudio a la que se dedicaría durante el siguiente año con el fin de producir un capítulo para un libro colectivo propuesto desde el inicio del proyecto. Una vez definidos los temas, tanto investigadores como estudiantes llevaron a cabo sus trabajos de campo o sus investigaciones documentales durante un lapso aproximado de un año y medio, cuyos resultados fueron presentados y analizados en varias sesiones con el grupo de discusión en pleno. Las investigaciones se concentraron principalmente en tres regiones de México: Oaxaca, Veracruz y Yucatán, aunque también se hizo trabajo en Michoacán y Chiapas. Si bien no abandonamos la perspectiva latinoamericana, justo es decir que decidimos concentrarnos en México y en las regiones antes mencionadas.

Como grupo de discusión llevamos a cabo varias largas sesiones plenarias a lo largo de 2016 y 2017, a las cuales invitamos a diversos colegas a comentar los trabajos presentados. En este sentido fueron muy útiles las aportaciones de Jean-Loup Amselle, Brígida von Mentz y Pablo Escalante Gonzalbo, quienes nos apoyaron incondicionalmente en el desarrollo de este proyecto. Nuestro agradecimiento debe quedar patente.

A principios de 2018 los trabajos finales de cada uno de los integrantes de nuestro proyecto fueron entregados a los coordinadores y junto con Isaac García Venegas, procedimos a integrarlos en un extenso manuscrito que dividimos en dos partes, la primera con ocho capítulos y la segunda con siete. Desde luego éramos conscientes de que los trabajos diferían mucho entre sí, tanto en su nivel de profundidad de análisis como en las temáticas que abordaban. Aún así, decidimos reunirlos en esas dos partes. La primera está dedicada a diversos trabajos histórico-antropológicos de diversas regiones de México. Recorre temáticas que van desde la construcción de un cancionero “típico” oaxaqueño en los años veinte del siglo pasado a cargo de Liliana Toledo hasta la conversión contemporánea de la música folclórica en world music que analiza Álvaro Alcántara, pasando por el análisis de fenómenos como la edificación de una festividad ligada a la producción artesanal en Michoacán realizado por Isaac García Venegas, los conflictos agrarios en una zona minera en Oaxaca a cargo de Karla Montes, la identificación de un vínculo estrecho entre un estudioso-empresario y una chamana en Huautla de Jiménez, también en Oaxaca, estudio realizado por Marcos García, la organización y el sentido de los Encuentros de Jaraneros en Tlacotalpan revisados por Raquel Paraíso, el examen de una cadena de discotecas en el puerto de Veracruz a cargo de Jessica Gottfried y la crítica a un evento juvenil roquero de principios de los años setenta en Avándaro, Estado de México, llevada a cabo por Juan Alberto Salazar Rebolledo. La segunda parte se concentra en fenómenos ligados al turismo y al ecoturismo sobre todo en la península yucateca, pero también en Oaxaca. Se analizan las circunstancias que han provocado la necesidad de impulsar “rutas de exploración” en selvas, pueblos mágicos, festivales e industrias hoteleras, y también se habla de las resistencias “culturales” a transgénicos y la promoción de las imágenes turísticas. Finalmente se exploran los discursos tradicionalistas y folclóricos del nacionalismo latinoamericano como generadores de estereotipos culturales y su procesos de mercantilización.

En esta segunda parte los trabajos se integran por un estudio sobre el ecoturismo en la región chinanteca de Oaxaca a cargo de Claudio Basabe y Ana Paula de Teresa y la caracterización múltiple de la población de Izamal, en Yucatán, como “pueblo mágico” realizada por Ana Bella Pérez Castro, Julián Dzul Nah y Abraham Collí Tun. Después se presenta el estudio de Eugenia Iturriaga y Francisco Fernández Repetto sobre la construcción de los estereotipos maya y yucateco, seguido del trabajo de Mélissa Elbez en torno de las implicaciones sociales locales e internacionales que tuvo el año de 2012 como referencia del fin del mundo en el calendario maya. La razón cultural como recurso de resistencia en contra de la imposición de los transgénicos en una región de Yucatán es analizada por Rodrigo Llanes, y Pablo Arredondo se ocupa del turismo de élite que se ha instituido en las antiguas haciendas henequeneras yucatecas en fechas recientes, tomando como caso ejemplar Temozón. Esta segunda parte cierra con un ensayo de Ricardo Pérez Montfort sobre los vínculos entre el nacionalismo y la edificación de estereotipos en América Latina y México durante los siglos XIX y XX.

Como se verá en los trabajos que componen estas dos partes, la razón cultural se ha convertido en uno de los principales argumentos que simplifican las problemáticas económicas y políticas en la realidad mexicana contemporánea, que bien podrían extenderse a toda Latinoamérica. Al destacar la dimensión cultural se invisibilizan múltiples factores que hacen de dicha realidad un fenómeno multidimensional, que desde luego no merece reducirse a un simple binomio. Por ello hemos querido contribuir con estos trabajos a una crítica que pretende ver la cultura como un complejo social que va más allá del mercado y los acontecimientos humanos como multiplicidades imposibles de someter a escrutinios exclusivamente económicos. Afortunadamente, tanto la cultura como las realidades concretas de nuestros países tienen todavía mucho más que ofrecer a las ciencias sociales que su sólo estudio como fenómenos mercantiles.

Tepoztlán, México, septiembre/octubre de 2018