
La humanidad fue creada a partir de un solo hombre para enseñarnos que destruir a un hombre es destruir todo un mundo y que salvar a un hombre es salvar a un mundo. Y también para que ninguna persona pueda decir a otra “mi padre era superior al tuyo”.
Sanedrín,4 5 El Talmud
Existen múltiples versiones sobre la historia de la Cábala; para llegar a esta, hemos tomado diferentes fuentes.
La primera revelación cabalista, cuentan los antepasados, la recibió Adán en un libro llamado Los secretos de Dios entregado a él por el arcángel Raziel. Este conocimiento fue transmitido a las primeras generaciones de la humanidad hasta Enoch3, quien, a su vez, reveló esta enseñanza oculta a Abraham, en Salem (Jerusalén), alrededor de mil ochocientos años antes de nuestra era.
En el Génesis está escrito que Abraham nació en la ciudad de Ur, Mesopotamia, en Asia occidental, cerca de los ríos Tigris y Éufrates . Cuando Dios le pidió el sacrificio de alejarse de su tierra, que era muy fértil, y de su hermosa ciudad e irse a un país desconocido y desértico, lejos de familiares y amigos, Abraham aceptó, por lo que Dios le prometió que sus descendientes poseerían por siempre aquel país.
Abraham tenía noventa años y no lograba tener el hijo que tanto deseaba para prolongar su familia, ya que su esposa era estéril. A pesar de ello, sin embargo, Dios le prometió que su descendencia sería tan numerosa como las arenas del mar y Abraham creyó en esta promesa de Dios, fe que le fue apreciada y recompensada.
Un día Dios se le apareció junto a dos ángeles en forma de viajeros peregrinos y Abraham los atendió maravillosamente. En esa ocasión Dios le prometió que dentro de un año tendría un hijo. Sara, la esposa, que estaba oyendo detrás de una cortina, se rio de esta promesa, porque le pareció imposible, ya que ellos dos ya eran muy viejos.
Dios mandó que al niño le pusieran por nombre Isaac, que significa “el hijo de la sonrisa”. Y cuando el jovencito tuvo doce años, Dios pidió a Abraham que fuera a un monte y le ofreciera a su hijo en sacrificio. Abraham aceptó con mucho dolor y cuando ya iba a matar a Isaac, un ángel le detuvo la mano y oyó una voz desde el cielo que le decía:
“He visto cuán grande es tu generosidad. Ahora te prometo que tu descendencia nunca se acabará en el mundo”. Y luego vio un cabrito enredado entre unas matas de espinas y lo ofreció en sacrificio a Dios.
Abraham significa “padre de naciones o tradiciones”.
Es el patriarca de las tres grandes religiones monoteístas de occidente. La Iglesia católica lo llama el padre de todos los creyentes. El sagrado Corán lo llama Ebráhem. Dios le reveló profundos secretos de la creación. La primera obra acerca de la Cábala, el Sefer Yetzirah (Libro de la Creación), es atribuido al patriarca Abraham. Este texto básico de Cábala explica los treinta y dos senderos de sabiduría, todos ellos operativos y funcionales en el proceso de la creación. Los treinta y dos senderos están compuestos por diez sefirot o esferas, luces divinas que actúan como canales creativos y conscientes de creación, y por las veintidós letras del alfabeto hebreo. Estos son los bloques básicos llamados recipientes, con los que se forman todas las combinaciones y permutaciones con las cuales Dios creó el mundo con palabras.
El Zohar se refiere a Abraham así:
Zohar I, 87b: Ven y ve: Cuando se encuentran justos en el mundo, las bendiciones son atraídas para los mundos, como está escrito: (Génesis XXI, 2): «Te bendeciré... y serás bendición». ¿Por qué «y serás bendición»? Esto hace alusión al hecho /de/ que gracias a su mérito, serán bendecidos los mundos de arriba y de abajo, según está escrito: (Génesis XII, 3): “Todas las familias de la Tierra serán bendecidas en ti”, o sea: los mundos de abajo. “Y bendeciré a aquellos que te bendecirán”, o sea: los mundos de arriba.
Nota del traductor:
La redención del hombre caído en este mundo no puede, pues, realizarse más que gracias al mérito de los Justos que atraen la bendición de arriba sobre el mundo de abajo.
Abraham es símbolo de la obediencia a la voz interior. Hoy en día la vida agitada por conseguir más y el ser humano, consumido por el materialismo, oculta, calla y silencia esta voz debilitando la capacidad de actuar en forma rápida en la dirección que señala la sabia voz interior.
El ser humano en este siglo XXI es frágil en certezas, carece de fuerza interna.
Abraham y también Noé son ejemplos de hombres que, expuestos a renuncias, escucharon su Dios interno y actuaron hacia esa dirección.
Abraham fue padre de Isaac, del cual nacieron Esaú y Jacob. Los hijos de Jacob se llaman Los Doce Patriarcas, de los cuales se formó el pueblo de Israel. Abraham transmite la revelación de los secretos de Dios a su hijo Isaac, quien a su vez lo traspasa a su hijo Jacob, otro personaje importante para la Cábala.
La escalera de Jacob es un símbolo que representa el flujo de corriente que ocurre constantemente. Dios se conecta con el hombre y el hombre con Dios por medio de la mutua cooperación para que se realice el plan divino.
El Árbol de la Vida está muy relacionado con la escala, porque está sujeta en su parte superior al cielo y en la parte inferior afirmada a la tierra. Este paradigma del encuentro entre lo divino y lo humano es un tema recurrente para el cabalista.
Cada día Dios nos da un día más de vida y es responsabilidad nuestra un arreglo para participar en el propio destino. Eso es lo que la Cábala llama un Tikún. La escala, o la escalera, es, junto al árbol, uno de los símbolos más notorios del Eje del Mundo, y también de los más difundidos en todas las tradiciones.
La escalera se encuentra frecuentemente en el Antiguo Testamento. Aunque la escalera de Jacob es el ejemplo más conocido, existen otros significativos : los tres pisos del arca de Noé (Gén. 6,16), los peldaños del trono de Salomón (I Re. 10,19), los peldaños del templo de Ezequiel (Ea 40,26.31). El Salmo 84,6, menciona “los senderos elevados del corazón”, y los quince salmos graduales son llamados los “Cánticos de los peldaños”.
La escala está ligada sobre todo a la idea de movimiento de ascenso y descenso a lo largo de dicho Eje, conectando la tierra con el cielo, y viceversa, a través de los diferentes niveles, mundos o estados del ser que conforman el conjunto de la manifestación universal, niveles representados por los escalones horizontales que unen los dos largueros o montantes verticales, los que se corresponden de manera evidente con las dos columnas laterales del Árbol Sefirótico, que puede ser visualizado asimismo como una escala. De esas columnas, una debe considerarse como ascendente y otra como descendente, lo cual se realiza en torno al eje central.
Dios se aparece a Jacob en Bet-el
10 Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. 11 Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar.
12 Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. 13 Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. 14 Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente. 15 He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. 16 Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía.
17 Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.
18 Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. 19 Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero.

Grabado alquímico del Mutus Liber
Jacob sufrió una transformación después del sueño de la escalera. Un cambio a un punto de vista espiritual o cósmico.
Uno de los hijos de Jacob, Levi, sostuvo la línea de este conocimiento y fue dentro de esta tribu que nació Moisés, en Egipto, alrededor del siglo XIV a. C.
Moisés es otro personaje clave en las religiones occidentales, cuyo nacimiento está lleno de acontecimientos milagrosos y misteriosos. En la literatura cabalista se llega a decir que el cielo y la tierra fueron creados para que se cumpla la misión que él trajo al nacer. Es el único que vio abiertas cuarenta y nueve de las cincuenta puertas del conocimiento. Tuvo una educación como príncipe de Egipto y fue iniciado por los sacerdotes conociendo los secretos de la religión egipcia, guardados solo a los nobles. Liberó al pueblo de Israel de la esclavitud, símbolo de estar atrapados en la materia física. Emprendió el Éxodo a la tierra de la que emana Leche y Miel, o el reino del Espíritu.
A Moisés se le mostraron los secretos del Cielo en el monte Sinaí. Las Tablas Sagradas fueron custodiadas por los ángeles de Dios y la Shejina y guardadas por los sacerdotes bajo los rituales del Tabernáculo, hasta la construcción del Templo en el siglo X a.C. con el atrio exterior e interior, el santuario y el Santo de los Santos, que representaba los cuatro mundos de la Cábala: Acción-Asiyyah; Formación-Yezirah; Creación-Beriah y Emanación-Azilut.
El templo reúne dentro de sí el espacio y el tiempo sagrados. Apenas traspasamos su puerta, se hace evidente la diferencia entre el mundo exterior y profano, donde el tiempo transcurre linealmente y en forma indefinida y amorfa, y el recinto sacro, donde se percibe un tiempo mítico y significativo: el “tiempo” de los orígenes del ser humano; la eternidad y la simultaneidad, conocidas y comprendidas en la interioridad del hombre que establece esta comunicación ritual desde lo profundo del templo.
Por otra parte, el templo es un modelo del universo al que imita en sus formas y “proporciones”, y como él, tiene por objeto albergar y ser el medio de la realización total y efectiva del ser humano.
El templo es una imagen viva del microcosmos y representa el cuerpo del hombre.
La puerta horizontal se abre de Malkhuth a Yesod, mientras que la vertical de Tifereth a Kether. Es decir, que todo el trabajo previo, encaminado al Conocimiento, ha de tener por objetivo inmediato la llegada al corazón del templo, el fuego perenne del altar sobre el cual se asienta el Tabernáculo, espacio vacío construido con las reglas y proporciones armónicas que el mismo Dios entregó a los hombres.
Y tú, hijo del hombre, describe a la casa de Israel este templo. Muéstrales la traza y el diseño de esta casa y toda su disposición y ponlo por escrito ante sus ojos, para que guarden sus reglas y las pongan por obra (Ez 63,10-11). Con estas palabras, el profeta Ezequiel dejaba escrito un reto a la curiosidad de futuros arquitectos: reconstruir un templo que había sido diseñado por el mismísimo Creador.

Ilustración de Eliphas Levi, escritor masón Alphonse-Louis Constant (París, 1810-1875)
En el año 597 a.C. Nabucodonosor conquista Jerusalén y lleva a la diáspora una parte del pueblo judío a Babilonia. Entre ellos está el profeta Ezequiel, y es ahí donde tiene la visión del Carruaje. Esta visión es parte importante de los secretos de la Cábala. Ezequiel, hijo de Buzí, hace profecías que descuellan por la riqueza de alegorías, imágenes y acciones simbólicas, de tal manera que San Jerónimo las llama “mar de la palabra divina” y “laberinto de los secretos de Dios”. Murió mártir en Babilonia.
VISIÓN DE EZEQUIEL

Ilustración de la Biblia del Oso
1 Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios. 2 En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes, 3 vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová.
4 Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente,
5 y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre.
6 Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.
7 Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido.
8 Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados.
9 Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante.
10 Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo había en los cuatro caras de águila.
11 Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos.
12 Y cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían.
13 Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos.
14 Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos.
15 Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados.
16 El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisolito. Y las cuatro tenían una misma semejanza; su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda.
17 Cuando andaban, se movían hacia sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban.
18 Y sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro. 19 Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban.
20 Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
21 Cuando ellos andaban, andaban ellas, y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
22 Y sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas.
23 Y debajo de la expansión las alas de ellos estaban derechas, extendiéndose la una hacia la otra; y cada uno tenía dos alas que cubrían su cuerpo. 24 Y oí el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como el ruido de un ejército. Cuando se paraban, bajaban sus alas.
25 Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas.
26 Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él.
27 Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor.
28 Como parece el arcoiris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor.
Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.
Biblia del oso.
Esta visión cargada de simbolismo místico llegó a ser el modelo de lo que se llamó la tradición de “Los Vestíbulos Celestiales”, que apareció en los siglos anteriores a nuestra era. En esta, los jinetes de la Merkaba o “Carruaje” entraban a los reinos superiores en sus meditaciones profundas. De estos viajes internos nos llegan muchos relatos de regiones invisibles que contienen habitantes celestiales.
La tradición esotérica fue guardada celosamente por los siglos venideros y revelada de padres a hijos. No hay datos exactos, pero recién en el siglo noveno de nuestra era podemos hablar de una historia documentada de la Cábala. De las academias rabínicas orientales en decadencia el conocimiento cabalístico pasó a Italia y poco después, vía el norte de África, a España. Desde estos lugares se extendió hacia Alemania, Portugal y Francia. En el 1200 ya se conocía en toda Europa.
El Sefer ha Zohar, editado por Moisés de León, se convirtió en un “best seller”. Esta obra masiva no solo revolucionó las actitudes religiosas de los judíos, sino que fue divulgada ampliamente para influir a muchos intelectuales cristianos europeos. Su influencia llega a la teología, la filosofía, las ciencias naturales y hasta la medicina; son necesarios muchos años para leer todo cuanto sobre la Cábala ha sido escrito a partir del instante en el que sus secretos fueron traicionados por la prensa.
Es razonable suponer que siempre hubo y hay en el mundo quienes conocen estas doctrinas y las exponen a la gente en distintas épocas y países, unas veces en una forma y otras en otra, pero en todo caso con la verdad velada por sus enseñanzas.
La Cábala o vehículo de Sabiduría Divina es eterna, porque equivale a los medios de manifestar el conocimiento acumulado en la memoria de la naturaleza, o sea, en los anales acásicos.
Los anales akásicos son, según los ocultistas, una especie de cinematógrafo que revela al vidente todas las imágenes mentales del pasado, impresas en materia akásica, que se fijan en la materia cerebral y se plasman en ideas.
Se dirá que debió haber un tiempo en que por vez primera se promulgaran las doctrinas cabalísticas.
Ciertamente hubo de ser así; pero aunque la historia no nos lleva muy atrás en la corriente del tiempo, doquiera miremos descubriremos estas enseñanzas. Las vemos en los antiguos templos del antiguo Egipto; en las escrituras sagradas de todas las religiones; en los ladrillos de Asiria y Babilonia; y en todas las partes del mundo quedan huellas de esta antigua ciencia.
Con la expulsión de los judíos de España se forma en Safed (Palestina otomana) un centro cabalista dirigido por Isaac Luria, quien introdujo el concepto de que las vasijas rotas y los mundos desplazados eran contrarios a la Torá, en la cual Dios indica claramente que la Creación era tov meod, “muy buena”. Su explicación de la maldad en el mundo fue ampliamente aceptada. Esto se debió a las continuas persecuciones de los judíos y a su reciente expulsión de España en 1492. En el estudio de la Cábala hemos de considerar tres aspectos: histórico, metodológico y substancial. Los dos primeros son los instrumentos de producción y el tercero es el producto. Por lo tanto, la Cábala no es un libro, como tampoco lo son las enseñanzas ocultas y la secreta doctrina, por más que haya una obra titulada La doctrina secreta, que contiene ideas derivadas de la sabiduría oculta.
Hay cabalistas que se basaron en la visión mística del profeta Ezequiel (cap. 1 y 10) en el siglo I de nuestra era. En cambio otros, como por ejemplo los de la España del siglo XIII, desarrollaron sus técnicas sobre la base de meditaciones sobre el nombre misterioso de Dios o Tetragrámaton.

Arnau de Villanova fue el primero en trasladar el conocimiento cabalístico judío a la cristiandad, e interpretar el misterio de la Trinidad cristiana en clave cabalística. A partir de Arnau se formó la escuela de cabalistas cristianos que tuvo entre sus más conocidos representantes a los grandes humanistas del Renacimiento: de Giordano Bruno a Marsilio Ficino y de Pico della Mirandola a Tomasso Campanella. Arnau se explaya abundantemente en las nociones de Cábala cristiana en su obra Alocución sobre el significado del Tetragramaton.
Tetragramatón quiere decir, literalmente, “cuatro letras”. Los judíos tenían setenta y dos nombres para llamar a Dios; solo uno era sagrado y no podía ser pronunciado más que por el Gran Sacerdote y solo en determinadas ceremonias. Estaba formado por cuatro letras que, según los cabalistas, hacían comprender la totalidad de lo creado, representado por el Árbol Sefirótico.
En la misma España se desarrollaron escuelas orientadas a la teosofía cabalista. Otras comunidades del siglo XVI en Galilea pusieron énfasis en la oración como meditación.
En el año 1450 un grupo de judíos conversos en España, compuesto por Pedro de Heredia, Vidal de Zaragoza y Dávila, publican una recopilación de los tratados cabalísticos para probar su correspondencia con la doctrina cristiana. Años más tarde Pablo Rici, profesor de Pavia y médico de Maximiliano I, traduce al latín la obra cabalística Las puertas de la luz (1516). De este libro parte el entusiasmo de Pico della Mirandola (1463-1494),quien se empeñó en demostrar cómo la Cábala corroboraba la divinidad de Cristo. Aseguraba que la sefirá judía triple confirmaba la doctrina de la Trinidad y encontraba una correspondencia clara entre las instituciones de la Cábala y la mística cristiana. A su vez, Mirandola convenció al papa Sixto de la utilidad de los textos cabalísticos para la doctrina cristiana, hasta el punto que consigue que se traduzcan varios libros al latín para ser estudiados en el interior de la Iglesia católica.

Símbolo de lo cósmico. Representa "bendición"

Representación simbólica de la unión de las tres religiones: musulmana, judía y cristiana

Por su parte, Johannes Reuchlin (1455-1522) hace conocer la Cábala al papa León X, quien emprende el estudio de las lenguas orientales con el fin de descifrar los secretos de esta teosofía. Reuchlin consideraba que la Cábala tenía gran importancia y que su interpretación mística de los números, las palabras y la geometría sagrada constituían una confirmación de la verdad de la teología cristiana.
ROBERT FLUD

LA CÁBALA MODERNA
La Sociedad Teosófica fue fundada en Nueva York el 17 de noviembre de 1875. Una de sus principales fundadoras fue Helena P. Blavatsky, autora de numerosas obras ocultistas tales como La doctrina secreta, Isis sin velo.
Blavatsky describe la Cábala como el yoga de Occidente; el único camino espiritual netamente occidental que encierra todas las religiones de Occidente.
Para definir los alcances de la Cábala podemos decir que ella se nos presenta con tres elementos fundamentales: el místico, el teosófico y el esotérico. Es mística por cuanto privilegia el conocimiento como experiencia; la iluminación y la revelación son sus elementos esenciales. Es teosófica, pues trata de desvelar los misterios de la vida oculta de Dios y la relación existente entre Dios, la creación y el ser humano. Y es esotérica, pues es un saber para iniciados que incluye conocimientos tales como magia, alquimia, astrología, cosmología, entre otras ciencias sagradas.
En los últimos tiempos se encuentra entre los cabalistas a John Baptist von Helmont, el físico que descubrió el hidrógeno; Baruch Spinoza, el filósofo judío alemán excomulgado y “ebrio de Dios”, y el Dr. Henry More, famoso especialista en Platón de Cambridge. La contribución de la Cábala para el mundo contemporáneo es invaluable, por cuanto nos brinda la certeza de la experiencia en el camino del encuentro espiritual junto a una comprensión de las grandes verdades universales.
Astros de Hollywood o cantantes como Madonna siguen hoy clases de Cábala. El ser urbano de este siglo XXI vuelve a encontrar sus respuestas en las antiguas escrituras sagradas.
Existe una continuidad en la historia de la civilización occidental y sobre todo en sus expresiones místicas. “Todo está en todo”.
La Cábala contiene la clave del problema religioso moderno, puesto que permite favorecer el acercamiento entre las tres grandes religiones monoteístas: cristianismo, islamismo y judaísmo. La unión se da en el marco de un monoteísmo esotérico, o un monoteísmo ecuménico o universalista.
Israel habla del Verbo, que en hebreo es Dabar, la ley que se encarna en Maljut o Reino. El cristianismo revela el Verbo encarnado. El islam hace eco a Jesús e Israel. El Corán puede ser sometido a las mismas verificaciones cabalistas que la Biblia. Las letras, los versículos, las palabras se cuentan. Como una matemática gramatical.
Las religiones se tocan. Cristianos, judíos y musulmanes proponen similares postulados: Amarás a tú prójimo como a ti mismo (levítico: XIX: 18) y los cristianos dicen también: Amarás a tú prójimo como a ti mismo (Mateo: XXII:40). El Sermón de la montaña nace en: Éxodo (XX:17), Salmos (CIX:31, XXXVII:11), Proverbios (XXIV: 29, XXV: 21), Isaías (XXV:8) Job (XXXI), Reyes (II:16), en las lamentaciones de Jeremías (III:30). Pero sobre todo Jesús ha dicho: “Amén, os digo, antes que el cielo y la tierra hayan pasado, no desaparecerá de la ley ni un solo yod, ni un solo rasgo de puntuación” (Mateo, V:18 y Lucas XVI: 17).
Los cuatro ángeles de la Cábala que presiden a las cuatro cohortes de la Shejina tienen por nombre en el islam: Gabriel, Miguel, Azael e Israfil. Gabriel es llamado el Espíritu Santo, y Maljut lleva también el nombre de Gabriel. Los genios del islamismo, los djinn, son los shedim de que hablan los fariseos. El islam admite el Pentateuco, los Salmos y el Evangelio. Y admite también -aporte cabalista- el Sifra de Adam Harishon, los Libros de Set, de Enoch y de Abraham, mencionados en el Zohar.
Los cabalistas tienen la posibilidad de orientar a las personas hacia un retorno a las fuentes tradicionales, sin la cual Occidente estaría desprovisto de contenido espiritual. A los intelectuales racionalistas la Cábala les propone su lógica mística, llena de un encanto matemático y una semántica sagrada.
Si lo que se lee es cuerpo, lo que se entiende es alma...
La Cábala es una importante fuente de agua espiritual. El ser humano nunca antes había necesitado un manual de instrucciones como el que la Cábala entrega. Las grandes ciudades, el armamentismo, la guerra como un recurso económico, la matanza de miles de personas en el mundo por pensar diferente, las persecuciones raciales, la guerras étnicas, el racismo, las diferencias sociales económicas han llevado al planeta a un punto de quiebre.
Si olvidamos lo sagrado nos volcamos hacia nuestro lado cruel y desalmado. Olvidamos que somos todos hijos de la Tierra, que el planeta es divino y no solo un recurso de explotación.
La percepción humana se encuentra fragmentada de la totalidad. Se nos olvidó que todos somos parte de un misterioso momento en que partió la Creación.
Pensadores contemporáneos concluyen que la Cábala es la fuente de unión de las grandes religiones.
Ione Szalay afirma: “A través de una visión trascendentalista, universalista y humanista, podemos completar al ser humano, como un todo integrado, conformando una identidad protagonizada, invitándolo a participar activamente de su propio destino.
“Sujeto-objeto, vida-muerte, mente-cuerpo, razón-instinto, dentro-fuera, etc. Este dualismo nos divide por dentro, causando un nudo en nuestra conciencia. Debemos desatar estos nudos del alma. Obteniendo una conciencia unitiva y fusionándonos con las leyes de la energía vital universal”.
El hombre, acostumbrado a codificar toda su realidad, a dar rótulos, traza límites. Sin embargo, el ser humano es una unidad indivisible. Es por esto que el saber del hombre moderno es un saber parcial, que no coincide con la vida. Podemos tener una alta tecnología, un complejo sistema racional, pero la felicidad, la plenitud y la certeza de estar vivo permanecerá ausente. Separar no es aprender, sino crear fronteras para nuestra percepción de la vida.
¿Dónde está la sabiduría?, pregunta el discípulo. Y el maestro responde: “En los ojos, en el corazón y en las manos”, es decir, en el pensamiento, en el sentimiento y en la acción.
Ella es el aprendizaje de la unidad. Según la Cábala, el verdadero conocimiento conduce al amor y el verdadero amor conduce al conocimiento.
Aunque la palabra Cábala se utilizó recién en el siglo XI, sus orígenes se remontan a ancianas sabidurías de Oriente, y lleva dentro de sí la memoria de Egipto, Caldea, Persia y Grecia.
A lo largo de la historia grandes personalidades se han inspirado en la Cábala; tal es el caso de: Dante Alighieri, Miguel de Cervantes y Saavedra, Goethe, Jorge. Luis Borges, Franz Kafka, Sigmund Freud y Albert Einstein.