EL SENSUAL
20 de abril-20 de mayo
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PLANETA REGENTE |
Venus, planeta del amor y la belleza |
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SÍMBOLO |
El toro |
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RASGOS PRINCIPALES |
Fiable / Materialista |
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DUALIDAD |
Femenino |
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ELEMENTO |
Tierra |
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CUALIDAD |
Fijo |
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PALABRAS CLAVE |
YO TENGO |
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PARTES DEL CUERPO |
Garganta, cuello, mandíbula, laringe |
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COLOR |
Verde, el color de la tierra |
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PIEDRAS PRECIOSAS |
Cornalina, jade, esmeralda |
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ATRIBUTOS |
Estable, paciente, elegante, resolutivo, orientado a la seguridad, decadente |
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INTERESES |
Jardinería, danza, belleza personal, yoga, artes sensuales |
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MOTIVACIÓN |
Disfrutar |
Tauro nos aleja de la impulsividad de Aries, enseñándonos a reducir el ritmo y conectar con nuestro cuerpo. Así como Aries nos envalentona, Tauro aporta quietud y silencio. Junto con Libra, Tauro es uno de los dos signos del zodíaco regidos por Venus, el planeta de la belleza y del amor. Éste se alinea con la primavera en su cenit, cuando las flores están en su esplendor, y llena de riqueza el hemisferio norte. Cuando Venus vuelve a regir en Libra, las hojas están cambiando y el mundo es de nuevo una explosión de color. Tauro representa las facetas más terrenales de Venus. Disfruta del placer, priorizando por encima de todo la seguridad material y el amor sensual.
Representado por el toro, Tauro es pausado y tozudo, con la cabeza mirando al suelo, hacia la tierra. Como el toro es un animal grande y robusto, su cuerpo está anclado al suelo por su magnitud y por la fuerza de la gravedad. Con pasos lentos y seguros, Tauro se toma su tiempo para abrir su corazón a la vulnerabilidad. Cuando lo hace, su poder es evidente. Despierta nuestros sentidos, conectándonos con nuestros cuerpos y con las virtudes del placer terrenal.
El mito griego de Tauro procede de la historia de Cerus, un toro enorme y potente, que no pertenecía a nadie. Perséfone, la diosa de la primavera, lo encontró un día pisoteando un campo de flores sin darse cuenta. Aunque no hablaba, el toro entendía a Perséfone y ella lo calmaba con su sola presencia. Perséfone le enseñó paciencia y cómo controlar su propia fuerza. A partir de entonces, cada año, ella y Cerus se reunían al principio de la primavera. Sentada sobre el toro, Perséfone hacía que los campos florecieran. En otoño, cuando Perséfone volvía junto a Hades, Cerus regresaba al cielo nocturno en forma de constelación. Desde allí nos recuerda la estabilidad, la lealtad y esplendor terrenal.