PALABRAS FINALES
El fenómeno del consumo de droga, es un hecho que golpea profundamente a los iquiqueños. Podríamos decir que no hay familia que no tenga la experiencia cercana de tener un amigo o pariente que no esté ligado a esta realidad, ya sea como consumidor o traficante, o ambas a la vez.
De la década de los 80 hasta ahora, la realidad del consumo de pasta base de cocaína se ha ido transformando casi en un hecho cotidiano.
Aunque la historia de Tarapacá registra, desde el tiempo de los aymaras, consumo de coca, asociado a su ritualidad, éste no constituyó un problema de salud ni menos aún una epidemia. A principio de siglo, el consumo de opio por parte de los chinos, creó un problema, que sin embargo no desbordó las fronteras étnicas de éstos. Es más, en ambos casos, el de la coca y el opio, se mantuvieron cercados en sus propias fronteras. El consumo de ambos era un fenómeno cultural., cercado por sus propios límites.
La aparición de la cocaína en ciudades como Iquique y Arica, siempre estuvo asociado al mundo del espectáculo. De vez en cuando, en Iquique se descubrían laboratorios clandestinos que procesaban la coca, pero no constituían fenómenos de preocupación pública. La ciudad seguía manteniendo un orden social y de integración que hacían que estas prácticas fueran excepcionales, ya que no comprometían el tema de la salud de la población.
Pero, como ya se dijo, a partir de los 80, se empezó a llamar la atención, sobre la presencia de un derivado de la cocaína, el más nocivo: la pasta base que hacía su entrada en la zona ya no como pasadizo hacia el centro del país, sino que también para arraigarse en la población del norte grande de Chile. Sus destinatarios, en su mayoría jóvenes pobres, aunque no exclusivamente.
El problema ha asumido tal cuantía que el gobierno de Tarapacá en su Estrategia Regional de Desarrollo, ve en la drogadicción una limitación socio-política. Se percibe a ésta y al tráfico como fenómenos de creciente magnitud (1995: 28).
Desde el año 1990 a 1997, el decomiso de clorhidrato y pasta base, incluyendo Arica e Iquique, fue de 1.888 kilos (Servicio Salud Arica-Iquique 1997).
Los detenidos por este mismo delito, que va desde el consumo hasta el tráfico desde el año 1994 a 1997 para la región de Tarapacá fue de 7.383 personas. Estos detenidos corresponden casi en un 50 por ciento a personas de Iquique y Arica.
Grandes cruzadas contra la droga; batallas contra un enemigo invisible; creación de prejuicios y estigmatizaciones contra los jóvenes y los aymaras entre otros grupos sociales; evaluaciones y contra-evaluaciones de lo que se ha hecho y de lo que no; comités antidrogas; una prensa movilizada a diario en busca de noticias sobre decomisos, forman parte de cerca de veinte años de lucha contra un fenómeno que a veces toma la forma de fantasma. Millonarios recursos invertidos, corrupción y muerte, son las constantes de una batalla que amenaza con no terminar. Solamente el Fondo Nacional de Desarrollo Regional -FNDR- ha gastado la cantidad de cuatrocientos millones de pesos en el tema, ya sea para la rehabilitación como para la prevención. Ello sin mencionar los aportes vía Ministerio de Educación y del propio CONACE
Detrás de todo ello, los jóvenes, a quienes se le adjudica ser el futuro de la patria, hallan en la droga una estrategia de vida, cuestionable, pero real.
¿A qué se debe este fenómeno? Esta investigación financiada por el Consejo Nacional de Control de Estupefacientes -CONACE- pretende ayudar a develar algunas cuestiones relativas al consumo de drogas en la ciudad de Iquique. Esta es una investigación que más que llamarse cualitativa, quiere ser interpretativa. O sea, ofrece una perspectiva teórica para dar cuenta de las motivaciones que tienen los jóvenes para el consumo de drogas. Temas como el de la identidad cultural se conjugan con la del consumo de droga. Ponemos el acento en las llamadas estructuras intermedias, como el barrio y el club deportivo, para señalar que ahí, donde nuestros padres y abuelos hallaron el sentido de sus vidas y de paso fundaron la expresión “Iquique, tierra de campeones”, a los jóvenes de hoy, no les dice nada. Este es el principal lineamiento teórico e hipotético que recorre esta investigación. Cuando hablamos del consumo de drogas, para los efectos de esta investigación, nos referimos a la pasta base de cocaína y a la marihuana. Otras drogas tanto lícitas como ilícitas no caben aquí, como el consumo de alcohol, tabaco u otras.
El libro tiene la siguiente estructura. En el primer capítulo se discuten algunos asuntos teóricos: temas como la identidad cultural, la juventud, el consumo de drogas, estructuras intermedias, entre otros, además explicitamos los supuestos epistemológicos sobre la que se levanta nuestra investigación. En el capítulo 2, analizamos la literatura publicada acerca de los estudios sobre el tema de droga en la región de Tarapacá, haciendo mención a los supuestos teóricos y metodológicos de los mismos. En el capítulo 3, contextualizamos los temas teóricos en el espacio social de la ciudad de Iquique, a la luz de sus transformaciones, enfatizando el tema del consumo de opio a principios de siglo, los cambios ocurridos en los barrios, etc. En el capítulo 4, hacemos una sociografía del consumo de drogas en la ciudad, relatando el caso de dos situaciones que se expresan tanto en un barrio antiguo como en uno nuevo. En el quinto capítulo, se analizan los resultados de las cuarenta entrevistas realizadas en la ciudad, tanto a jóvenes marginados como aquellos que no lo son. Para finalmente, en las conclusiones problematizar lo analizado y plantear nuevas preguntas.
Quiero agradecer a CONACE por la ayuda prestada a la realización de esta investigación. En forma especial a José Enrique Acosta, Ruth Simeone, María Carla Morales y María Soledad del Solar por su apoyo y comprensión hacia este trabajo. A los egresados de Sociología de la Universidad Arturo Prat de Iquique, Fabiola Ibáñez y Luis Corder, quienes, noches tras noche recorrieron las ciudad en busca de jóvenes que quisieran contarnos su experiencia con la pasta base o con la marihuana. El penúltimo borrador de la investigación, lo discutimos en un seminario el día 25 de junio, en el Palacio Astoreca. Agradezco los comentarios de los que allí asistieron: Marcelo Ríos; Víctor Miranda; Griselda Pérez; Rafael Miquel; Antonia Santos; Bernardo Gómez; Carlos Madariaga; Jorge Iglesias; María Soledad del Solar; Víctor Guerrero. Ellos me entregaron valiosas acotaciones, que he integrado en esta publicación. Gracias. De igual modo, a mi querida amiga Miriam Salinas y a Patricia por su paciencia. Finalmente le debo a Julio Miralles los agradecimientos por la corrección de estilo de este texto. A Martín Hopenhayn por su prologazo. Obviamente que la responsabilidad del trabajo, en sus elaboraciones y conclusiones son sólo mías.
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