Mientras el resto del mundo debate sobre la mejor forma de sobrellevar la crisis económica que planea desde el año 2008 sobre todo el planeta, un pequeño país ha decidido tomar por completo las riendas de su destino y desmarcarse del camino al que otros lo habían predispuesto. Esa nación decidió que había otro modo de hacer las cosas y que quizás mereciera la pena comprobar cómo era esa vía, los obstáculos que se debían salvar, las satisfacciones que de ella se podían derivar. Y comenzó de esta forma a escribir su propia historia, sin excesos mediáticos pero también sin ningún asomo de ambigüedad. Con una tranquilidad sólo aparente que escondía un movimiento político y social con tanta convicción como hacía décadas no se veía en Europa.
Es precisamente por esa no belicosidad por lo que se denominó «Revolución silenciosa», obviando el hecho incontrovertible de que su avance, la consecución de metas consideradas poco antes como inalcanzables y la propia fuerza que tenía entre la población la convertían en un proceso de características propias y definidas, con una naturaleza muy particular, y que ha ido vertebrando poco a poco la vida política, económica y social de toda una nación.
¿Es quizás ese carácter pacífico, esa aparente «tranquilidad», la razón por la cual este movimiento apenas ha tenido eco en los medios de comunicación de todo el mundo? ¿O este silencio se debe, más bien, a la propia naturaleza del hecho en sí, que desde la racionalidad y la organización ciudadana ha demostrado la posibilidad de encontrar soluciones diferentes a las habitualmente presentadas ante problemas que son comunes para casi todos los países? En suma, ¿la Revolución silenciosa no ha sido considerada noticia de suficiente calado o, por el contrario, se ha intentado soslayar su importancia por parte de los medios de comunicación tradicionales? La pregunta resulta hoy en día, en cualquier caso, ociosa. El único hecho realmente cierto y comprobable es que la llamada «Revolución silenciosa» casi no ha sido objeto de atención para los medios de mayor arraigo en el mundo. Algo que, ya sea postura deliberada o simple dejadez, no puede menos que sorprender por cuanto estamos hablando de un movimiento social que ha provocado un cambio radical de gobierno en un país europeo. Por ello extraña esa casi invisibilidad que se traduce en la práctica ausencia de noticias y análisis que al gran público han llegado sobre la citada Revolución silenciosa, lo cual la ha convertido en un fenómeno lejano (cuando no lo es tanto) y desconocido (cuando quizás no debiera serlo).
Por todo lo anterior resulta especialmente necesario contar de forma detallada y pormenorizada todo el proceso que ha ido sufriendo este movimiento desde sus comienzos hasta la actualidad, y los presumibles cambios que podrían venir en los próximos años. Desde un punto de vista objetivo, dando voz a las opiniones favorables pero también a las críticas, señalando los avances que ha vivido el país y los defectos que no se han podido subsanar. Para conocer y entender con claridad esta revolución, diferente a todas las demás, que se viene produciendo desde hace unos pocos años en un pequeño país de Europa. Para contar la historia pasada, presente y futura de la Revolución de Islandia: la Revolución silenciosa.