¿POR QUÉ TE MAREAS
SI LEES EN EL COCHE?

Todos lo hemos vivido: ver con atención un video de 40 segundos de una receta facilísima, replicarla al pie de la letra, y tener como resultado un bodrio. La brecha entre la expectativa y la realidad causa frustración (en el ejecutante) y risas (en los demás). El cerebro vive algo similar, con la diferencia de que el resultado no son risas, sino vomitadas; muchas de ellas, en el coche.

Sabemos que estamos donde estamos, y no parados de cabeza, gracias a que el cerebro integra varios tipos de información para determinar nuestra ubicación. La vista, el tacto y el oído interno son las fuentes de información más importantes para ello, pues en conjunto colaboran para crear una expectativa de posición. Por ejemplo, si vemos objetos alejarse rápidamente y sentimos el aire en el rostro, la interpretación del cerebro es que nos estamos moviendo: se ha creado la expectativa de desplazamiento. El oído interno colabora en la creación y corroboración de expectativa debido a que tiene sensores internos de movimiento. Así, complementa a la vista y el tacto para comprobar que, en efecto, nos estamos moviendo.

Continuamente el cerebro está tomando información de los diferentes sentidos y casi siempre todos concuerdan. De este modo, las expectativas creadas por unos sentidos coinciden con la realidad, o al menos todos están de acuerdo y, por eso, pensamos que aquello que percibimos es la realidad. Pero, a veces, unos sentidos dicen una cosa y otros otra, por lo que la expectativa y la realidad son distintas.

Cuando leemos en el coche o en cualquier transporte en movimiento, los ojos se mantienen fijos en una hoja o pantalla, lo cual informa al cerebro que en teoría nos encontramos quietos. Pero el oído está percibiendo el movimiento, sobre todo si el vehículo pasa por topes, baches, vueltas o cambios bruscos de velocidad. La brecha entre expectativa y realidad confunde al cerebro, el cual enciende el botón del mareo, que poco después encenderá el de la náusea y, bueno, ojalá en ese momento se detenga o el movimiento o la lectura, pues el siguiente botón abre las puertas de salida del contenido estomacal.

Esta reacción corporal probablemente ocurre porque en la naturaleza, antes de que existieran los libros y los coches, la brecha entre expectativa y realidad de movimiento se daba principalmente por la ingesta de sustancias tóxicas, a veces conocidas como psicotrópicas e ingeridas por diversión. En el pasado, seguramente esta diversión se descubrió por envenenamiento involuntario (y tal vez no haya sido tan divertido). Uno de los efectos del consumo de estas sustancias es la alteración de los sentidos. Por ende, se cree que las náuseas y el vómito son una reacción fisiológica a esta clase de irregularidades, cuyo objetivo es expulsar del estómago aquellos venenos que podrían llevar a la muerte.

En la era moderna, si el mareo sucede en el auto, se recomienda ver por la ventana para que el oído y la vista perciban movimiento y el cerebro apague las alarmas de envenenamiento. En una embarcación, los mareos ocurren, por lo general, en lugares donde no hay ventanas y se solucionan del mismo modo que en el coche: viendo hacia el horizonte o hacia algún lugar que informe visualmente sobre la existencia de una oscilación que el cuerpo pueda confirmar.

AVISO:

Si el efecto se desarrolla por la ingesta voluntaria y responsable de algún psicotrópico, también en la actualidad, entonces solo podemos recordar que a veces no todo puede ser risas y diversión sin un poco de mareo.