PALABRAS PRELIMINARES

En 1940, y tras un breve período de cinco años, María Luisa Bombal era una escritora exitosa en una época en la cual predominaba la literatura como territorio casi exclusivo de los hombres. La última niebla (1935) y La amortajada (1938) habían sido reconocidas por la crítica como textos que abrían un nuevo horizonte en la narrativa latinoamericana y su cuento “El árbol” (1939), muy pronto se convertiría en uno de los relatos más antologados en lengua española.

Por otra parte, su guión de la película La casa del recuerdo (1940), dirigida por Luis Saslavsky, se reconoció de inmediato como una importante modificación temática del cine argentino. Su prestigio era tal que fue elegida, en 1939, como la representante de los escritores argentinos en el Congreso Mundial del PEN Club que se llevó a cabo en la Feria Internacional de Nueva York.

El 27 de enero de 1941, María Luisa Bombal dispara a Eulogio Sánchez frente al edificio de Agustinas 1070 y es recluida en la Casa Correccional de Mujeres para luego ser trasladada a la Clínica Santa Marta. El 4 de abril de ese año, se le otorga la libertad condicional y seis meses después, se la absuelve del intento de homicidio con una justificación de carácter psicológico.

El escándalo social creado por este incidente fuerza a la autora a no seguir viviendo en Chile o Argentina, hecho que pone un término abrupto a su carrera de escritora. En mayo de 1942, viaja a Washington y en la Embajada de Chile se dedica a revisar el doblaje de las películas estadounidenses que necesitaban autorización para ser exhibidas en nuestro país. Al año siguiente, se traslada a Nueva York para trabajar en la empresa Sterling, haciendo publicidad en castellano a la aspirina y la leche de magnesia; además, realiza el doblaje al español de la voz de Judy Garland en la película The clock.

Alejada del ambiente intelectual latinoamericano, María Luisa Bombal solo escribe la breve crónica poética titulada “Las ardillas de Washington” (1943). En un baile organizado por Jorge Cuevas en Nueva York, conoce al conde Rafael de Saint Phalle, un francés que se hace ciudadano de Estados Unidos y trabaja en Wall Street. El 1 de abril de 1944, unos pocos meses después de conocerse, se casan. Empieza así una residencia en Estados Unidos que durará hasta 1973, año en que la autora regresa a Chile.

María Luisa Bombal presenta La última niebla a la editorial Farrar Straus & Giroux, la que se interesa en publicarla en inglés con la condición de que esta nouvelle de apenas 45 páginas, tenga un mínimo de 200 páginas. Surge, así, House of mist (1947), novela que aunque basada en la trama central de La última niebla, pasa por una reelaboración destinada al público norteamericano.

En una situación editorial muy diferente a aquella de América Latina, el imperativo de las 200 páginas la hace entrar a un circuito donde la literatura es parte de la entretención masiva que se rige, hasta hoy, por otros parámetros. El público que consumía este tipo de literatura eran especialmente las mujeres de la amplia clase media de Estados Unidos, dedicadas, en su mayoría, a ser dueñas de casa. Y aunque durante la Segunda Guerra Mundial, algunas participaron en la esfera laboral, ahora habían regresado a las tareas domésticas y a su rol de santas guardianas del hogar, un espacio que se convierte en zona de conquista para la emergente industria de objetos electrodomésticos. Estos productos incentivaron el ya consabido “ocio de la mujer burguesa” y el consumo de novelas, comedias radiales y películas en una época en la que la televisión no era aún de uso generalizado.

Verdaderos casos excepcionales eran las mujeres con una profesión universitaria o metas feministas; entre ellas, Margaret Sanger, quien, después de que su madre muere prematuramente en un parto, tras haber dado a luz a once hijos, inicia una campaña de más de cuarenta años para que se elabore la píldora anticonceptiva que, en la década de los años sesenta, modificó de manera radical tanto la praxis sexual de la mujer como el concepto del amor, anulando al mismo tiempo la prescripción de la virginidad antes del matrimonio.

Aparte de la literatura y radionovelas, la otra entretención era el cine en una modalidad folletinesca del amor. Películas en blanco y negro enfocadas en las vicisitudes de una pareja deslizándose por escenarios lujosos que requerían intenso trabajo de utilería para crear una fantasía acartonada donde los besos eran tan pulcros que no alcanzaban a ser besos. Para cumplir con el requisito de que la película durara entre 80 y 100 minutos, la historia de amor se estructuraba a partir de una serie de enredos y malentendidos, tan comunes hoy en las teleseries. Por otra parte, la tensión del argumento amoroso se construía a partir del diálogo breve y rápido de los personajes y no en el roce de los cuerpos, estilizado, en películas de Ginger Rogers y Fred Astaire por elegantes bailes de salón y las melodías románticas de Cole Porter.

El cine de los años treinta y cuarenta era, a nivel técnico, bastante limitado y el lenguaje aún precario de la cámara se compensaba con los diálogos de los personajes, quienes, en el caso de la historia detectivesca, ponían de manifiesto la trayectoria de la pesquisa y el eventual descubrimiento del asesino a través de los parlamentos.

En Casa de niebla, María Luisa Bombal desplaza la dinámica del cine detectivesco para presentar, como nos dice en el prólogo, un misterio donde no existe un asesino, aunque sí, un crimen. De esta manera, crea un entrecruce donde el misterio y la lógica detectivesca se enlazan a la historia de amor, también teñida por lo mágico y lo sobrenatural.

Su objetivo de insertarse en la producción masiva de la entretención en Estados Unidos se cumple plenamente. Aparte del éxito editorial de House of mist, Hal Wallis compra los derechos de la novela por 125.000 dólares –una verdadera fortuna para esos años–, con la intención de realizar una película en Paramount Pictures. En 1948, la editorial Cassel publica House of mist en Inglaterra y al año siguiente, Pongetti Editores en Brasil publica su traducción al portugués bajo el título Entre a vida e o sonho (“Entre la vida y el sueño”), traducida por el periodista Carlos Lacerda. Años más tarde, Ludmila Savitzsky tradujo la novela al francés y fue publicada en 1955 en París por Gallimard bajo el título La maison du brouillard.

Sin embargo, tras este escenario, María Luisa Bombal asume una distancia que trasciende la ingenuidad de la entretención masiva creando un tono de ironía, especialmente cuando se dirige al lector. Si bien el miedo que anuncia en el prólogo está literalmente patente en la mansión cercada por la niebla y el fantasma de Teresa en la laguna, el crimen anunciado se difumina en una noción ambivalente del adulterio. A pesar de que los personajes, muy típicos de la época, conciben “la infidelidad marital” como un acto censurable, la impunidad, en el caso de Mariana, deja el adulterio en el margen de lo éticamente ambiguo.

Más aún, al leer Casa de niebla, se nos hace obvio el hecho de que María Luisa Bombal está recurriendo a una mímica donde se imita la historia de amor en el cine y la literatura masiva, desde una posición irónica que socava lo imitado. Al ubicar Casa de niebla a principios del siglo XX, la autora establece una distancia temporal que le permite, a través de su heroína sentimental, hacer implícitamente una crítica a esa ideología patriarcal que reforzaba el rol de la mujer como madre y esposa por medio de un imaginario y una retórica que hacían de ella “puro corazón”. La mímica se hace explícita hacia el final de Casa de niebla cuando la narradora define su texto como “una historia de amor ya anticuada”, poniendo de manifiesto un lugar de enunciación en el cual las mujeres ya empezaban a obtener el derecho a voto y a una participación activa en el devenir histórico.

En esta traducción, se ha tratado de reproducir el estilo de María Luisa Bombal en su narrativa escrita en castellano. Tarea no fácil considerando que el inglés en House of mist es impecable. A pesar de las diferencias entre ambos idiomas, ella logra cincelar el inglés con su precisión tan característica y el ritmo que infundía a cada frase.

Puesto que “casa de niebla” es una imagen que se reitera en la novela y adquiere diferentes significados, hemos mantenido el mismo título.

Casa de niebla es el rescate de House of mist que realizamos 65 años después de su publicación.

Lucía Guerra