INTRODUCCIÓN
Hace quinientos millones de años vivió en los calientes mares de la Tierra un animal con forma de gusano aplanado, llamado Picaya, que fue el primero en desarrollar un prototipo de columna vertebral a partir de la cual evolucionaría la de todos los animales vertebrados.
Los humanos pertenecemos a una de las ramas evolutivas que descendieron de Picaya y, desde entonces, hemos sufrido muchas transformaciones gracias a la capacidad de adaptarnos a las diferentes condiciones ambientales, incrementando progresivamente el grado de complejidad de nuestras estructuras y funcionalidades. Uno de los cambios significativos que experimentamos hace referencia a la columna vertebral, y se produjo cuando bajamos de los árboles y nos pusimos a caminar sobre las extremidades inferiores.
En el período del Mioceno, (de cinco a veinte millones de años), residía en el continente africano el Procónsul, nuestro antepasado común con el resto de monos superiores. Este primate desarrollaba sus actividades en las copas de los árboles, hábitat que le proporcionaba protección y alimento. La vida en las alturas exigía unas deter-minadas habilidades para poder colgarse de las ramas y desplazarse por los
— EVOLUCIÓN ––––––––––––––––––––––––
Formación de la Tierra
Hace 4.500 millones de años
Primeras células
Hace 3.800 millones de años
Primeros peces con protocolumna (Picaya)
Hace 500 millones de años
Mamíferos
Hace 245 millones de años
Primeros primates
Hace 60 millones de años
Primate: es el orden al que pertenecen el hombre y sus parientes más cercanos (lémures, chimpancés, gorilas y orangutanes, entre otros). Los primates tienen en común: 5 dedos en pies y manos, ojos orientados hacia adelante, un patrón dental común y un diseño corporal semejante.
Homínidos
Hace 4 millones de años
Homínido: para la taxonomía tradicional hace referencia a los primates bípedos, básicamente los humanos y sus parientes ya extinguidos (australopitecos, homo erectus, etc.). La taxonomía filogenética, preponderante hoy en día, incluye además los monos superiores (chimpancés, gorilas y orangutanes).
Homo sapiens
Hace 160.000 años
Homo sapiens: término que se utiliza para designar a la especie humana y a ciertos antecesores evolutivos.
frondosos bosques: el Procónsul aprovechaba su agilidad y escaso peso para saltar de una rama a otra, sus manos y pies eran prensiles para sujetarse con firmeza, pero, a la vez, disponían de un avanzado grado de precisión para poder manipular los alimentos, fundamental-mente frutas; sus rodillas eran menos robustas que las nuestras debido a su menor peso corporal y también al hecho de que no caminaba erecto (repartía el peso sobre cuatro extremidades).
Las funciones biomecánicas y la estructura de la columna vertebral de estos primeros primates eran muy similares a las de los humanos, aunque existían variaciones significativas derivadas de la posición espacial de la columna. Mien-tras que ésta, en los primeros primates, se caracterizaba por la presencia de una curvatura cervical y otra dorsolumbar, los humanos hemos desarrollado una tercera curvatura, producto de la bipedestación: así, poseemos una curvatura cervical, una dorsal y una lumbar.
Hace dos millones y medio de años, el enfriamiento del clima mundial se acentuó, lo que provocó cambios importantes en el régimen de lluvias de las regiones tropicales. Se experimentaron períodos de sequía que transformaron el paisaje selvático en sabánico (menor densidad de árboles), cambios que indujeron a nuestros antepasados a estar más tiempo en tierra firme e iniciar un período de adaptación al nuevo hábitat, desarrollando para ello nuevas habilidades y extendiéndose a otras zonas.
El organismo de estos antepasados nuestros tuvo que modificarse progresivamente para mejorar su funcionalidad y obtener el máximo provecho del entorno en el que se movía. En un principio, nuestros antepasados utilizaban las cuatro extremidades para desplazarse, pero, poco a poco, el sistema de locomoción fue cambiando. Empezaron a recorrer distancias más largas y, con ello, las piernas fueron tomando protagonismo; se hicieron más gruesas y alargadas.
La pelvis se acortó, se ensanchó y se desplazó hacia atrás (retroversión) para que el peso del cuerpo recayera directamente sobre la cabeza femoral y conseguir así una bipedestación más equilibrada.
La posición bípeda ofrecía muchas ventajas: moverse más rápido, recorrer largas distancias sin excesivo gasto energético (se utilizaban dos extremidades en lugar de cuatro), disminuir la superficie expuesta al sol, elevar el foco de visión para advertir las fuentes de alimento o de peligro y, también, dejó libres las manos. La manipulación de objetos se incrementó y se empezaron a crear las primeras herramientas para la caza, para cortar carne, etc. habilidades para las cuales era necesario utilizar el raciocinio (mejorar las técnicas utilizadas, imaginar nuevas utilidades para determinados utensilios, etc.). Así, gracias a este fuerte estímulo, al incremento del aporte proteínico de la carne de caza y al desarrollo de otras habilidades, como la comunicación, la masa encefálica creció significativamente.
Los registros fósiles indican que el inicio del paso de la cuadrupedia a la bipedestación tuvo lugar hace unos cuatro millones de años y se consolidó más adelante cuando se produjeron los cambios climatológicos que modificaron el paisaje. Erguirse supuso uno de los grandes hitos en la evolución de la especie humana.
Aunque fueron numerosos los beneficios funcionales que se consiguieron con la bipedestación, la nueva estática comportó ciertas desventajas relacionadas con la fatiga mecánica a la que quedan supeditados la columna y determinados músculos que influyen en ella.
Al mantener la posición erecta, las vértebras y los discos tienen que asumir las importantes fuerzas de presión que les transmiten el peso de la cabeza y de los brazos, la parrilla costal, los pulmones, el corazón, el diafragma y el conjunto de vísceras abdominales. Estas fuerzas de presión, conjuntamente con la incorrecta utilización del tronco, pueden provocar alteraciones en la columna: protrusiones, hernias discales, pinzamientos, ciáticas, escoliosis, etc. Además, los músculos posturales y estabilizadores incrementan su actividad para sustentar la columna, pudiendo sobrecargarse y contracturarse con facilidad.
La mayoría de los dolores de espalda suelen estar provocados por afecciones de estructuras como los músculos, discos y articulaciones en las que suelen intervenir de manera decisiva las posturas y movimientos inadecuados que a menudo se realizan en el día a día.
La utilización de los conocimientos sobre la higiene postural y el movimiento minimiza las agresiones a las que están sometidas estas estructuras, preservándolas de las lesiones. La columna, además, necesita un adecuado mantenimiento (realización de ejercicios específicos) para poder compensar los efectos negativos de la gravedad y el sedentarismo característico de la sociedad moderna, que comportan problemas relacionados con la acentuación de las curvaturas, reducción de la movilidad, contracturas, pérdida de elasticidad, disminución del trofismo muscular y de la resistencia ante el esfuerzo, etc.