El comercio atlántico de esclavos provocó que más de doce millones de africanos fueran vendidos y obligados a trabajar en América y las islas del Caribe entre los siglos XV y XIX. Más allá del drama al que fueron forzados, sus tradiciones musicales así como sus bailes tribales fueron fusionándose, no solo con las ya existentes, sino también con otras culturas que llegaron al continente desde Europa o Asia. Por eso en estos ritmos africanos yace el germen del blues, jazz, rhythm and blues, rumba, calipso, conga, cumbia, salsa y todos sus derivados. A partir del siglo XX, el interés por lo exótico se dispara en Occidente, en parte debido a los efectos de la carrera colonial europea, y muchas danzas de raíces africanas se integran cultural y socialmente entre la población.


La incomprensión hacia otras culturas se fue transformando en atracción tras la intensa colonización del siglo XIX. El exotismo triunfó en la pintura a través de la obra que Gauguin realizó en el Caribe y la Polinesia francesa, y también de Picasso y Matisse, inspirados por el arte africano que llegaba desde ultramar. Es el inicio de las vanguardias artísticas.

Josephine Baker y el charlestón
Del jaba, una danza de percusión africana, surgió a principios de los años veinte el charlestón, denominado así en referencia a la ciudad de Carolina del Sur donde se originó. Este baile desinhibido, de moda durante la popularización del jazz, tuvo en Josephine Baker una de sus máximas representantes. La bailarina, famosa por contonearse con nada más que una falda de bananas artificiales, logró un éxito internacional sin precedentes, especialmente en el viejo continente donde lo exótico gozaba entonces de gran interés. Pero Josephine no destacó solo por su faceta artística. Fue también una apasionada activista por los derechos civiles de la población negra y trabajó como espía durante la Segunda Guerra Mundial.

El claqué
Durante el siglo XIX, personas de distinta procedencia se reunían en barrios norteamericanos para competir y exhibir sus danzas, lo que generó interesantes fusiones culturales. En el origen del claqué, por ejemplo, fue fundamental la mezcla de bailes europeos −irlandeses en especial− y música y danzas africanas como el jaba. A partir de los años veinte, su popularidad se multiplicó tras sus muchas apariciones en espectáculos de Broadway y películas de Hollywood en las que se lucían Bill «Bojangles» Robinson o Fred Astaire.