EL ORIGEN DEL BAILE

El baile es una expresión cultural con múltiples manifestaciones. Lo que se inició en la prehistoria como una necesidad de comunicación corporal empleada en celebraciones y ritos, derivó más tarde en una práctica artística con mayor énfasis en lo estético. Ambas vertientes, la popular y la culta, conviven en la actualidad. La voz, el percutir rítmico de manos o pies y el uso de instrumentos también intervienen en la ejecución de la danza. Y es que la música ha acompañado al baile desde sus inicios.

La música apareció muy probablemente con el lenguaje. Además de la voz, las primeras expresiones musicales se creaban entrechocando las extremidades o con instrumentos rudimentarios de percusión o viento realizados con huesos, troncos o cañas.

El baile mágico del Paleolítico

Una de las primeras evidencias históricas de la danza podría estar documentada en la gruta Trois Frères (Pirineos). La figura, perteneciente al Paleolítico Superior (aprox. 15.000 a. C.), representa a un hombre-bisonte con astas en la cabeza y cola que parece bailar. Entre la boca y la mano, además, muestra un objeto que podría ser un instrumento musical. El baile, en sus primeras manifestaciones, solía responder a ritos y ceremonias de carácter mágico o religioso.

La danza de la lluvia

La danza para invocar a la lluvia era un ritual habitual entre tribus de distintas culturas y latitudes. Tanto en Etiopía como China, Tailandia o Rumanía se temían las consecuencias de las sequías y se encomendaban a los dioses o a la naturaleza en una ceremonia que incluía el baile. En el imaginario colectivo es habitual asociar esta danza con los nativos americanos, especialmente los cherokee, quienes adornaban sus trajes con plumas y turquesas que simbolizaban el aire y la lluvia y bailaban en círculos.