MINERALES, ROCAS, CRISTALES

Forma cristalina

En la naturaleza es difícil, sobre todo para una persona poco experta, distinguir a simple vista los minerales, las rocas y las formaciones cristalinas.

Ciertamente, tras la lectura de las informaciones que vienen a continuación, nadie se convertirá en un especialista, sino que, como mucho, tendrá algunas nociones más para moverse en el mundo de los cristales sin sentirse como un pez fuera del agua. Al tratar de hacer más fáciles y accesibles a todos las informaciones científicas, he utilizado un lenguaje no excesivamente técnico y, por lo tanto, inevitablemente impreciso: pido disculpas a los estudiosos y apasionados más expertos.

La ciencia que estudia los minerales es la mineralogía, mientras que la petrología es la ciencia que estudia las rocas.

Los minerales se diferencian de las rocas por su estructura física y composición química, que es homogénea; es decir, siempre tienen las mismas características físicas y químicas. Si observamos una roca o un grano de arena con una lente de aumento, apreciaremos que, casi siempre, están compuestos por un conjunto de granitos distintos entre sí. Cada granito, por lo general, está compuesto por la misma materia y, por lo tanto, es un mineral. Observando la arena, por ejemplo, podremos ver que frecuentemente está compuesta por granitos de cuarzo y por granitos de mica.

Las rocas son aglomerados heterogéneos de minerales diversos. Cada uno de los distintos minerales que las componen posee una estructura atómica característica, siempre igual, que se denomina retículo cristalino.

Existen minerales distintos que presentan un mismo tipo de retículo cristalino, pero que está formado por otros átomos (isomorfismo). De ello procede, en realidad, su diversidad.

La disposición de los átomos sobre los planos del mineral y además en distintas direcciones es la que define su estado sólido cristalino, o bien la variación de las características físicas determinadas por la dirección de crecimiento (anisotropía).

Los minerales pueden formar cristales según leyes químico-físicas muy precisas estudiadas por la cristalografía.

Los cristales se encuentran en la naturaleza con estructuras geométricas (casi siempre delimitadas por superficies planas) que determinan la «familia» a la que pertenecen y, aunque en ocasiones pueden tener formas diversas, como por ejemplo la calcita, presentan, en cualquier caso, una simetría común en la disposición de los átomos y de las moléculas.

Las familias o grupos de sistemas son siete:

 triclínico;

 monoclínico;

 hexagonal;

 rómbico;

 trigonal o romboédrico;

 tetragonal;

 monométrico o cúbico.

FAMILIAS O GRUPOS DE SISTEMAS DE CRISTALIZACIÓN

1. triclínico; 2. monoclínico

3. hexagonal; 4. rómbico

5. trigonal o romboédrico; 6. tetragonal; 7. monométrico o cúbico

La clasificación de los cristales dentro de un sistema viene determinada por los ejes de simetría o por la longitud de sus ejes y de los ángulos que forman entre sí.

Así, los cristales que pertenecen a un determinado sistema tendrán todos ellos formas que corresponden a la simetría del mismo.

Los cristales se originan a partir de tres tipos distintos de rocas sometidas a la acción de elementos ambientales externos: ígneas o magmáticas, metamórficas y sedimentarias.

Las rocas ígneas o magmáticas tienen su origen en el enfriamiento del magma en las capas profundas de la Tierra o bien en la superficie (rocas volcánicas o efusivas).

Las rocas metamórficas se originan por fuertes presiones a altas temperaturas y a distintas profundidades, que alteran su estado original.

Las rocas sedimentarias tienen su origen en el depósito o en la sedimentación que se produce a lo largo de milenios: rocas disgregadas por los elementos y transportadas por los ríos o sedimentadas en el fondo de los mares.

Con el tiempo, la ciencia ha establecido diferentes métodos para determinar las características y, en consecuencia, para definir y clasificar un cristal. Son características que resultan determinantes en gemología, donde una variación infinitesimal puede dar lugar a enormes diferencias en cuanto a su valor.

Para dar una indicación orientativa, que podrá servir también en el momento de la compra, citaremos algunas características destacables que serán de utilidad para reconocer y valorar un cristal. Dejaremos de lado algunas características y las pruebas propias de la gemología, puesto que sólo las puede realizar un experto y, en cualquier caso, no son determinantes en la cristaloterapia.

 Sistema y tipo de cristalización: por un lado, se refiere a la clasificación en uno de los siete sistemas, y por el otro, a la forma cristalina. Por ejemplo: el cristal de roca pertenece al sistema trigonal y presenta una cristalización en forma de cristales hexagonales y de prismas.

 Grupo y composición química: se refiere al reino de la naturaleza al que pertenecen: el reino animal (por ejemplo, el coral), el reino vegetal (por ejemplo, el ámbar) o el reino mineral; en este último caso, aparece la referencia al grupo al que pertenece (por ejemplo: cuarzo, feldespato).

La composición química, aunque no es importante para realizar el reconocimiento visual del cristal, en ocasiones puede ser útil para aplicar una elección más técnica en la terapia.

 Dureza según la escala de Mohs: es la escala de uso universal, establecida por el austriaco Frederick Mohs, para determinar, a través de la capacidad de rayarse del cristal, su grado de dureza y, en función de este, su autenticidad.

Es un método sencillo que cualquiera puede llevar a cabo.

Escala de dureza según Mohs

Grado de dureza al rayado

Mineral de comparación

Método empírico de rayado

1

talco

uña: se deja raspar

2

yeso

uña: se deja rayar

3

calcita

moneda de cobre: rayable

4

fluorita

cuchillo: fácilmente rayable

5

apatito

cuchillo: rayable

6

feldespato

lima de acero: rayable

7

cuarzo

raya el vidrio

8

topacio

rayado por el corindón

9

corindón

rayado por el diamante

10

diamante

= =

El principio se basa en la capacidad de rayarse del mineral menos duro con el más duro. La escala comprende 10 grados de dureza por cada grado. Mohs eligió un mineral denominado mineral muestra que constituye la referencia para un grado de dureza determinado.

En el mercado se pueden encontrar gamas de puntas graduadas del 1 al 10 con las que se puede establecer la dureza del cristal, aunque hasta el séptimo grado podemos recurrir a medios más rudimentarios, pero hay que actuar con prudencia, delicadeza y sensatez para no dañar el cristal; por ello, si no se tiene experiencia, es preferible ponerlo en manos de un experto. Sin embargo, en no pocas ocasiones pueden plantearse dudas por el parecido de dos tipos de cristales, dudas que a menudo pueden resolverse precisamente gracias a la prueba de la dureza.

 Transparencia: se refiere a la cantidad de luz que pasa a través de una sustancia. Los grados de transparencia son: opaco, cuando la luz no puede atravesarlo; translúcido, cuando el cristal deja pasar sólo una parte de la luz; diáfano, cuando pueden distinguirse perfectamente los bordes de un objeto a través del cristal.

 Iridiscencia: se produce en un cristal cuando, a causa de una fractura, se produce el efecto del arco iris en uno o más puntos.

 Inclusión: se refiere a la presencia en un cristal de otros minerales y también de fisuras, grietas y cavidades de gas y líquido. En ocasiones, en cristaloterapia esto representa una virtud y no un defecto.

 Aventurinamento: se produce cuando en el cristal aparecen inclusiones metálicas diminutas (por ejemplo, hematites, mica…) que le confieren un brillo peculiar.

Hay otras características que se refieren particularmente a la cristaloterapia, de las cuales se habla en el capítulo siguiente y que son útiles para hacerse una idea de lo que aquí se propone.

El nacimiento de un cristal bien formado es, de todos modos, un hecho que podemos considerar excepcional. Aunque, aparentemente, pueden parecer muy difundidos, los cristales no son, si tenemos en cuenta las dimensiones de la Tierra, un acontecimiento en absoluto frecuente.

Aunque la ciencia incluso ha reproducido por medios sintéticos algunos cristales y es posible hacer nacer y crecer cristales en nuestra propia casa a partir de sustancias químicas bastante comunes, como el sulfato de cobre o incluso el azúcar, nadie, hasta ahora, ha asistido en las profundidades de la Tierra al nacimiento de un cristal y, por lo tanto, este proceso continúa rodeado de un aura de misterio.

Factores químico-físicos, grandes presiones, temperaturas elevadísimas, lentas mutaciones del ambiente de nacimiento ocurridas en el curso de milenios, e incluso de eras enteras, se encuentran en la base de la formación de los cristales, por lo que no es nada fácil establecer su edad y ritmo de crecimiento.

De la situación de una materia aparentemente amorfa y no organizada surge, de pronto, una forma perfecta, organizada, absolutamente geométrica y de una belleza que, en ocasiones, sorprende enormemente.

Se trata de un don que la naturaleza nos ofrece y una prueba, si alguna vez la necesitamos, de que todo es armonía y belleza en grado sumo.

Presentaciones en el mercado

Distinguimos esencialmente: piedras preciosas de joyería, cristales de coleccionista y útiles para la terapia.

Por lo que respecta a las piedras preciosas, en su expresión de gemas talladas y pulidas en las joyerías, nos limitaremos a ofrecer una representación gráfica de las tallas más conocidas.

En cristaloterapia, las gemas suelen utilizarse, aunque obviamente son muy costosas, en las tallas que presentan una superficie casi plana (por ejemplo, en tabla, cabujón, carré, baguette, etc.) para, como veremos más adelante, poderlas poner fácilmente sobre el cuerpo.

Las piedras se pueden utilizar también montadas en collares o en anillos, siempre y cuando no estén agujereadas, puesto que, en este caso, pierden parte de su energía y de su eficacia.

Hay que hacer una breve referencia a la producción de gemas sintéticas, que se utilizan tanto a nivel científico e industrial como para imitación de las gemas auténticas.

La historia de las imitaciones se remonta incluso hasta el antiguo Egipto y se ha prolongado a lo largo del tiempo hasta nuestros días, con resultados cada vez más sorprendentes y perfectos, paralelamente a los descubrimientos científicos y tecnológicos.

Del estrás (vidrio) a los zafiros o rubíes sintéticos, pasando por la espinela sintética, la esmeralda, el ópalo, el jade, la turquesa, el lapislázuli, y terminando con las costosas imitaciones del diamante.

Existen, además, y en este caso entramos directamente en el campo de la estafa, los famosos dobletes y tripletes: piezas pegadas de materiales pobres que ofrecen el aspecto de una piedra preciosa. Son notables los dobletes de esmeraldas y los tripletes de ópalos.

Pero también en los cristales para la terapia existen las falsificaciones, como se ve en el ejemplo clásico del cuarzo citrino que, al ser bastante raro, se obtiene a partir de una amatista recalentada.

Dado que, para una persona inexperta, por lo general es imposible distinguir las piedras verdaderas de las de imitación, la única recomendación posible es dirigirse, para la compra de piedras preciosas, a una joyería de confianza, desconfiando de esas magníficas oportunidades que suelen ocultar una estafa, y exigir el certificado de autenticidad que todo joyero puede proporcionar.

En lo que respecta a los cristales de coleccionista, la presentación existente en el mercado es muy variada, y su valor se deriva de la rareza del mineral, de su pureza y de la rareza y variedad de la forma.

PRINCIPALES FORMAS DE TALLA EN FACETAS (para piedras transparentes)

TALLAS BRILLANTES

1. redonda; 2. oval; 3. pera; 4. marquise o navette; 5. corazón


TALLAS EN TABLA Y EN ESCALERA

1. rectangular; 2. rectangular escalonada (en esmeralda); 3. oval; 4. triangular; 5. baguette; 6. cuadrada; 7. redonda


TALLAS MIXTAS (brillantes encima, en escalera debajo)

1. redonda; 2. oval; 3. Ceilán; 4. pera


OTRAS TALLAS

5. tijera; 6. tijera descantonada; 7. cojín (talla antigua); 8. briolette

Veamos algunas de las formas más comunes.

 Geoda: esfera rocosa, de tamaño variable —de pequeñísimas a enormes—, con el centro hueco por la presencia de gas en el acto de su formación, y a lo largo de cuyas paredes interiores se han formado cristales.

 Drusa: placa rocosa, plana o semiplana, sobre la que han nacido los cristales. También recibe el nombre de drusa un trozo de geoda casi plano.

 Masa: cristal que no tiene un aspecto geométrico, evidente a causa de determinadas condiciones sufridas durante su desarrollo. O bien cristales pegados irregularmente, si bien los más recientes crecen sobre los más antiguos. Aunque también pueden ser fragmentos informes de cristales más grandes.

 Agregado: masa formada por numerosos cristales pequeños que tienen las superficies no muy bien delimitadas.

 Punta: cristal crecido en un ambiente libre de obstáculos y que ha logrado poner de manifiesto su estructura geométrica desarrollando una terminación en punta.

 Biterminado o en doble terminación: cristal crecido en un medio blando, como la arcilla, que ha desarrollado una doble terminación en punta.

 Geminado o poligeminado: dos cristales (geminados) o más de dos (poligeminados), en ocasiones de minerales distintos, que tienen una cara en común o incluso están compenetrados.

La diferencia esencial entre el cristal de coleccionista y el útil para la terapia es que, mientras que el coleccionista valora enormemente que el cristal venga presentado en la base rocosa en la que ha nacido, sin mayores intervenciones ni pulidos, en la terapia se utilizan cristales sueltos y pulidos de posibles impurezas rocosas.

El cristal se puede presentar con diversas estructuras, entre las que se encuentran:

 tabular: plano como una tabla;

 lanceolada: en forma de lanza con la punta afilada;

 aciculada: en forma de aguja fina;

 columnar: en forma de columna.

Las formas más útiles para la cristaloterapia

Como ya se ha indicado, las dimensiones de los cristales utilizados en terapia, por lo general, nunca son muy grandes, y se trata siempre de cristales únicos, no unidos (con escasas excepciones) a cristales de otra naturaleza. Las formas de uso más común en cristaloterapia son:

 Barritas: pequeñas barras, sobre todo de turmalina y de kyanita.

 Biterminadas.

 Cabujón, carré y baguette.

 Masajeadores: por lo general, son puntas de cuarzo talladas artificialmente, cuyo extremo inferior ha sido redondeado para permitir el contacto con el cuerpo humano.

 Molidas o barriladas: fragmentos irregulares o deformes de cristales que son sometidos a un tratamiento con abrasivos y calor para redondear su aspereza y abrillantarlos. Son, con diferencia, los más baratos.

 Pequeñas drusas.

 Pequeñas geodas.

 Pequeñas masas: fragmentos masivos de cristales más grandes que no presentan planos o facetas regulares.

 Pequeños agregados: agregados de cristales de la misma clase.

 Puntas.

En lo que respecta a las puntas, pertenecientes por lo general a una de las muchas variedades de cuarzo, constituyen por sí mismas un capítulo aparte, puesto que se dividen en innumerables tipos, con distintas facultades energéticas que abordaremos a continuación.

Además de estas, existen otras formas destinadas a usos diversos y que son: las esferas, las pirámides y los obeliscos, además de las geodas, las drusas y los aglomerados de dimensiones medianas y grandes.

 Esferas: su uso más corriente se asocia desde la Antigüedad con la adivinación, la conocida actividad de consultar la bola de cristal, a lo que, en fecha reciente, se le ha añadido en Occidente el uso de la esfera durante la meditación.

 Pirámides: sobre todo las que tienen exactamente las mismas proporciones que la pirámide de Keops poseen una energía particular y hay quien las utiliza tanto en la terapia como para preparar el elixir de cristal. Con las pirámides también puede practicarse la meditación, aunque nuestra experiencia nos dice que hay que hacerlo con prudencia, al tratarse de una fuerte potenciación de la energía y, como veremos en los capítulos siguientes, es bueno experimentar, pero hay que saber administrar el propio equilibrio energético con plena conciencia. Sobre el uso de las pirámides hay, de todos modos, estudios y textos adecuados que sugerimos consultar a quien desee profundizar en este tema.

 Obeliscos: bellos y decorativos, el único uso que conocemos es comparable al de las puntas, con resultados inferiores, en nuestra opinión.

 Geodas, drusas y aglomerados de dimensiones medianas y grandes: por un lado, se utilizan para la limpieza y potenciación energética de los ambientes, y por otro, para el cuidado y la recarga de los cristales más pequeños.

Hoy en día es bastante fácil encontrar cristales en el mercado, puesto que, además de las tiendas tradicionales especializadas en cristales y gemas, han aparecido otras de acuerdo con los nuevos usos gracias al creciente interés suscitado por los poderes curativos de los cristales.

La gran demanda, como es obvio, ha hecho subir los precios, pero aun así, hoy en día son bastante asequibles y mucho más inferiores aquí que en Estados Unidos o en el norte de Europa.