Su vida con el ser humano

Pequeño, encantador, con pocas «pretensiones» y muy apreciado por los niños, el hámster entra a menudo en nuestras casas como alternativa al perro, que tanto apego nos tiene. Pero no siempre ha sido así.

Sus antepasados

En relación con el gato, que convive con el hombre desde hace unos 6.000 años, o el perro, que vive con nosotros desde hace más de 12.000 años, el hámster es «muy joven» como animal de compañía.

Los primeros fósiles de roedores que pueden considerarse sus antepasados lejanos se remontan al Paleoceno tardío (hace 65 millones de años) y se encontraron en Norteamérica y Eurasia. Estos animales eran parecidos a pequeñas ardillas, con una cola larga y espesa, y probablemente vivían en los árboles. Otros roedores primitivos tenían las uñas de las patas delanteras muy largas, que seguramente servían para excavar galerías subterráneas. Sin embargo, si nos limitamos a los «bisabuelos» de nuestros hámsters, los restos más antiguos son europeos y se remontan al Oligoceno (hace 36 millones de años).

Hámster común. © Marta Avanzi

Los primeros estudios

Estos animalitos, presentes en todos los continentes y en casi todos los hábitat, siguieron al hombre en sus desplazamientos, usando las bodegas de los barcos como «medio de transporte», y lograron llegar hasta las islas más remotas del océano. Pero, a pesar de su compañía, el ser humano no mostró gran interés por ellos hasta finales del siglo XVIII. Los primeros estudios sobre las características físicas, el comportamiento y las costumbres del hámster común, que es el de mayor tamaño, más irascible y ruidoso, se remontan en realidad al año 1774. Sin embargo, no se volverá a hablar de él hasta 1936. Pero ¿qué sabemos de las otras razas de hámster?

El hámster tiene muchas características que hacen de él un excelente animal de compañía. © Marta Avanzi

Hámster dorado

La misma suerte corrió el que ha sido definido como «120 gramos de simpatía», hasta el punto de que se estima que actualmente, en todo el mundo, el número de hámsters dorados que conviven en los hogares es del orden de un millón. Quien estudió por primera vez sus características fue un tal Waterhouse, en 1839, que seguramente ni se imaginó la gran popularidad que alcanzaría este animalito. No obstante, a partir de esa fecha, y durante casi un siglo, nadie volvió a pensar en él.

En 1930, en una expedición a Siria, el profesor Aharoní, zoólogo de la universidad de Jerusalén, descubrió cerca de Alepo una madriguera de dos metros y medio de profundidad, con una madre hámster y las crías en su interior. Fascinado por el aspecto de la camada, decidió quedarse con ella. El profesor fue el primer criador de esta clase de roedores y puede decirse que todos los hámsters dorados actuales descienden de los de Aharoní.

Aunque, si lo observamos, parece difícil de creer, el hámster ruso se vende también con el nombre de «osezno» ruso. Por su aspecto y carácter, se parece mucho al hámster siberiano. © Marta Avanzi

Hámster ruso

También recibe el nombre de hámster de Campbell, ya que el investigador W.C. Campbell fue quien capturó por primera vez algunos ejemplares en Tuva, Mongolia, en 1902. Estos hámsters tuvieron una primera cría en Leningrado, seguida de otras en Moscú y en Europa Occidental.

Gracias a su aspecto simpático y a su carácter bondadoso, estos pequeños roedores acabaron por pasar de los criaderos a las tiendas de animales. De hecho, la mayor parte de hámsters enanos adquiridos hoy en día son precisamente hámsters rusos.

Hámster siberiano

Los primeros cuatro ejemplares de esta clase de hámster fueron capturados a principios de los años setenta del siglo XX en Siberia, cerca de Omsk. Su presencia en las tiendas de animales es mucho más escasa que la de hámsters rusos, pero aumenta progresivamente.

Hámster siberiano

Hámster de Roborowski

Originario de Mongolia, Rusia y del norte de China, también recibe el nombre de hámster del desierto, porque su hábitat natural es el desierto arenoso.

Roborowski es el nombre del investigador que capturó uno de ellos en 1894.

Los primeros ejemplares fueron introducidos en Europa en 1960, en el zoológico de Londres, pero este hámster no empezó a comercializarse como animal de compañía hasta el año 1990.

Sus parientes

La chinchilla

Es el roedor de compañía que vive más tiempo (unos 8 o 9 años, pero puede alcanzar incluso los 20) y actualmente es una de las especies más buscadas. Tiene un carácter despierto y curioso, duerme de día y es especialmente activo por la noche. Sin embargo, es más bien miedoso y necesita mucho cariño.

El conejo enano

Se adapta muy bien a la vida en un piso y puede vivir también fuera de la jaula, moviéndose por la casa. Es despierto, inteligente, afectuoso, pero necesita mucha compañía. Se considera el amigo ideal del conejillo de Indias.

El jerbo

Además de ser muy sociable, su mejor característica es la docilidad, que hace de él un animal fácil de domesticar. Le encanta excavar madrigueras.

Una mamá chinchilla con su pequeño. © Français/Cogis

El conejillo de Indias

Llamado también cobaya, junto con el hámster, es el roedor más apreciado por los niños. Es muy dócil y, cuando «habla», da la sensación de que está balbuceando. A diferencia del hámster y la chinchilla, vive de día.

La ardilla coreana

Al igual que el conejo enano, necesita salir de la jaula de vez en cuando. Es muy sociable, pero también es posesiva y prefiere ser la única ardilla de la casa.

La rata noruega

Muy fiel a su dueño, es inteligente, juguetona y fácil de criar. Más activa de día que de noche.

El ratón

Es un animal nocturno, quizá poco sociable y también muy independiente, tanto, que domesticarlo requiere paciencia y dulzura. En compensación, le encanta jugar.

Hámster chino

Aunque en España este hámster todavía es poco conocido, en Pequín fue el primero en ser animal de compañía (los que se capturaban eran vendidos por las calles).

El hámster chino ha llegado a las tiendas de animales estos últimos años. © Marta Avanzi