ELEGIR UN SETTER INGLÉS

El setter en la ciudad

Este libro no está dirigido a los cazadores. Su propósito es dar a conocer el setter inglés como perro de compañía y aportar unas nociones sobre técnicas venatorias a todas aquellas personas que, aunque no irán nunca a cazar, desean redescubrir con esta raza de perro el sentido de su función originaria. En las páginas siguientes se pretende exaltar las cualidades del setter inglés en tanto que compañero, a pesar de que este uso del perro horroriza a los más acérrimos defensores del empleo exclusivo del animal para la caza, porque temen que con el tiempo el hábito del sillón pervierta las cualidades venatorias del setter. Los dueños de cada perro son los responsables de evitar este riesgo, y para ello deben respetar la necesidad que tiene este animal de vivir y correr en la naturaleza.

NORMAS PARA UNA CONVIVENCIA FELIZ

La elección de un setter inglés no puede ser el fruto de un capricho o el deseo de hacerse un regalo que cause sensación. Es una elección importante que debe sopesarse, porque la tenencia de un perro cambia por fuerza la vida de sus dueños, que van a pasar muchos años con el animal.

1. Tiene necesidad de moverse

Todos los perros, y el setter en concreto más, necesitan hacer ejercicio: aparte de los paseos matutinos y vespertinos para hacer «sus necesidades», tiene que poder correr cada día y, por lo menos una vez por semana, realizar un paseo largo en donde pueda dar libre curso a su exuberancia.

2. No está hecho para vivir solo

El perro es un animal sociable que necesita su manada, que ahora es la familia en la que vive. Puede estar solo unas horas, mientras estamos en el trabajo, pero a la vuelta debe encontrar en su dueño a un amigo dispuesto a compartir momentos de alegría y diversión.

3. Necesita que se le dedique tiempo

Correr, jugar, socializar con los otros perros y realizar los ejercicios de adiestramiento son actividades que requieren tiempo: un tiempo que deberemos restar a las actividades que se practicaban antes para poder estar con el perro. Un setter feliz y bien adiestrado da muchas satisfacciones.

4. Puede condicionarnos las vacaciones

Durante las vacaciones hay dos posibilidades: dejar al perro en una residencia canina (solución a veces costosa), o bien llevarlo con nosotros si vamos a lugares en donde su presencia esté permitida, sin olvidar que el perro también tiene que divertirse. Si somos capaces de enseñarle a comportarse correctamente en el medio en donde vive el ser humano, no causará problema alguno.

Dónde y cómo comprarlo

El punto de venta más recomendable, por profesionalidad y conocimiento de la raza, es un criadero especializado. Podemos solicitar un listado de criadores en la delegación del club de la raza más cercana o a través de Internet. Si no encontramos cachorros disponibles o no nos convence plenamente el animal que nos ofrecen, esperaremos con paciencia hasta que el criador disponga de cachorros más interesantes. El hecho de que el criadero esté plenamente reconocido y tenga un afijo nos garantiza que los animales que allí encontraremos serán de raza pura. Dicho de otro modo: en un criadero reconocido se venden cachorros con pedigrí.

Si realmente queremos tener un setter inglés de pura raza, no debe importarnos hacer unos kilómetros de más para ir a un criadero que nos hayan recomendado especialmente o que nos inspire una completa confianza. De hecho, puede ser una buena excusa para tomarnos unos días de vacaciones y hacer un pequeño viaje. Todo lo que hagamos para conseguir nuestro deseo merecerá la pena porque conseguiremos un cachorro criado por manos atentas y expertas, y nos relacionaremos con un criador que, a buen seguro, nos solucionará todas las dudas que puedan surgir durante el crecimiento del perro.

También puede darse el caso de que demos con un particular, propietario de una hembra que haya tenido una camada recientemente. No es una opción que deba ser descartada, pero no hemos de olvidar en ningún momento que esta persona no es un profesional. En este sentido, deberemos informarnos sobre la genealogía del padre y de la madre, sobre el criterio seguido para la elección del semental, así como sobre el programa de crecimiento del cachorro, especialmente en lo que respecta a su alimentación.

En algunas tiendas de animales también se venden cachorros. En el caso de que alguno nos interese, habremos de comprobar su procedencia y estado de salud.

¿Cachorro, joven o adulto?

El cachorro de setter inglés es muy gracioso pero requiere mucha paciencia, porque cuando se queda solo, roe todo lo que tiene a su alcance. Educar a un cachorro es una experiencia estimulante y fascinante, sobre todo porque podemos ver cómo crece condicionado por nuestras propias costumbres.

Elegir un perro de entre 6 y 15 meses ofrece más garantías en cuanto al temperamento y aspecto físico. Por otro lado, ya está completamente acostumbrado a la correa. Habida cuenta de su largo tiempo de estancia en el criadero, un cachorro de estos meses a menudo se reagrupa con sus congéneres y ve al ser humano como la figura que lo alimenta y lo adiestra, más que como un amigo. En este caso, elegiremos un ejemplar que manifieste un deseo particular de encontrar en el hombre nuevos estímulos. El cachorro se reconoce de una forma sencilla por la cresta occipital (apófisis) que todavía se encuentra muy pronunciada.

Por el contrario, si queremos estar seguros del temperamento, del aspecto estético y no queremos tener ningún problema al adiestrarlo, es preferible elegir un ejemplar adulto. Preferiremos un ejemplar con la morfología correcta y sin defectos redhibitorios si tenemos intención de llevarlo a exposiciones de belleza, o ya bien adiestrado si queremos tener un buen perro de caza.

¿Macho o hembra?

Una vez se ha seleccionado la raza —en nuestro caso un setter inglés— y la edad del animal, se debe decidir el sexo. Ante la duda, es conveniente atender a los consejos del criador, quien, gracias a su experiencia y a la observación directa de la camada, sabrá qué cachorro es el más adecuado para nuestra familia.

1. La hembra setter es muy afectuosa, más independiente que el macho, pero también más sumisa y, por esta razón, más capaz de adaptarse al ritmo de vida de una familia moderna. Físicamente es más menuda y tiene el pelo menos vistoso. En pareja, acepta sin problemas que el macho «crea» que es el líder. El principal problema son los periodos de celo: dos veces al año sufre pérdidas de sangre bastante abundantes, que quedan compensadas con la satisfacción de hacerla procrear.

2. El macho es muy cariñoso, pero más infantil que la hembra, lo que le hace reclamar más atenciones que esta. No le gusta estar solo y puede seguir a su dueño por toda la casa. Cuando vive en pareja, está convencido de ser el que manda y se pelea fácilmente con otros machos, aunque en general es fácil de adiestrar. Es un poco más distraído que la hembra porque está ansioso por controlar el territorio. Físicamente es un poco más alto y más pesado.

CONOZCÁMOSLO DE CERCA


El setter inglés es un perro bueno y alegre, un amigo excepcional, una compañía que todos los miembros de la familia apreciarán.

Cuando es joven no soporta estar solo durante mucho rato, de modo que se llega a transformar en una máquina destructora de todo lo que tiene a su alcance.

Incluso cuando es adulto desobedece por instinto, pero esto se debe probablemente a su exuberancia incontrolable. Se le debe tratar con mano firme y enseñarle claramente las reglas del juego. Hay que vigilar su cola, porque al estar en continuo movimiento golpea los objetos que se encuentran en su radio de acción y los derriba inexorablemente.

La vida en un piso

El setter puede vivir perfectamente en un piso, porque su ambiente idóneo es aquel en donde están sus dueños, sin los cuales sería un animal infeliz y triste.

El jardín

Tener un jardín no es pues una condición inevitable, ya que incluso podría convertirse en una cárcel dorada si el perro se quedara solo en él, sin una persona que lo quisiera suficientemente para querer adiestrarlo con un mínimo de constancia.

La curiosidad innata y el fino olfato del setter pueden hacer que el jardín se convierta en «terreno de caza». Es evidente que no se le puede obligar a pisar la hierba con cuidado, pero el hecho de no dejarle hacer lo que le venga en gana y enseñarle lo que está prohibido y lo que no le aportará seguridad, porque se dará cuenta de que tiene un dueño.

La jaula

Una jaula en la que poder encerrar al perro a la vuelta de un paseo, cuando está lleno de barro o mojado, o para encerrar a la perra cuando está en celo, no es ningún hecho traumático para el setter. Si le colocamos su cama dentro y dejamos la puerta abierta, la jaula se convertirá en el lugar de descanso en donde el animal se refugiará siempre que quiera estar tranquilo.

La relación con los niños

Al setter inglés le gustan mucho los niños, quizá porque él mismo es como un niño, exuberante, un poco travieso, pero afectuoso y bueno. El setter es el compañero de juegos perfecto, siempre y cuando se haya enseñado a los niños una serie de normas fundamentales de respeto por el perro, para que no lo traten como un simple peluche. Si el niño es muy pequeño, pongamos entre uno y tres años, es conveniente que un adulto le vigile siempre, porque el trato dispensado por el niño a la larga podría influenciar negativamente a un perro como el setter, que suele aceptar todo tipo de travesuras. El setter no es nada agresivo y, cuando es adulto, es muy dócil y sociable con los niños, con quienes le divierte jugar. Pero esto no es una razón para que los niños le tiren impunemente de las orejas, o le metan los dedos en los ojos o en la nariz. La cola del perro tampoco es un agarradero ni una cuerda para tirar de ella.

Una vez se hayan establecido claramente estas prohibiciones, el niño podrá subirse a su lomo, jugar a pelearse, correr y saltar hasta agotarse, ya que el setter inglés sabe perfectamente lo que son juegos de niños y adapta sus fuerzas a ellos.

LA RELACIÓN CON OTROS ANIMALES

A pesar de ser un perro de caza, el perro se lleva bien con los demás animales domésticos. Como no es agresivo, no se echa encima de los animales con los que se encuentra casualmente, aunque inevitablemente tendrá el instinto de perseguir al gato del vecino.

NORMAS QUE EL NIÑO DEBE APRENDER

Nunca se debe mirar al perro fijamente a los ojos, ni soplarle en la nariz, porque podría pensar que se le está provocando.

No se lo debe molestar mientras come, porque el perro sabe que un niño no está autorizado para tocarle el plato.

En ningún caso se puede acercar sigilosamente al perro por la espalda, porque podría creer que se le prepara una trampa y podría volverse desconfiado de cara al niño.

 

EQUIVALENCIA ENTRE LAS EDADES DEL PERRO Y DEL SER HUMANO

Perro

Hombre

Perro

Hombre

2 meses

14 meses

8 años

54 años

6 meses

5 años

9 años

60 años

8 meses

9 años

10 años

65 años

12 meses

14 años

11 años

70 años

18 meses

20 años

12 años

75 años

2 años

24 años

13 años

79 años

3 años

28 años

14 años

83 años

4 años

32 años

15 años

86 años

5 años

37 años

16 años

88 años

6 años

42 años

17 años

90 años

7 años

48 años

 

 

 

UNA IMPRONTA POR PARTIDA DOBLE

Cuando un cachorro de unos dos meses entra en contacto con su dueño, no sabe qué significa vivir en compañía de los seres humanos. Conoce al hombre porque le ha dado de comer desde que dejó de mamar y porque le ha propuesto algunos estímulos en los primeros juegos con sus hermanos. Confía en él por la simple imitación del comportamiento de la madre, pero nada más.

Nuestro objetivo es hacer que no pierda la confianza en los seres humanos, en quienes, dada su posición subordinada, busca compañeros de manada y sobre todo un punto de referencia seguro.

Para él todo es bastante fácil, porque, pese a ver que somos diferentes de sus congéneres, no nos considera distintos. El perro nos ha catalogado como similares, casi como si perteneciéramos a la misma especie y con una psicología parecida a la suya.

Para que pueda establecerse una comunicación, para que podamos saber cuáles son sus estados de ánimo y sus necesidades, tenemos que aprender su código, es decir, hemos de asimilar sus modelos de comportamiento para poder percibir sus reacciones y actuar de manera que el animal entienda lo que le pedimos.

El lenguaje del setter inglés

El setter no nació para asustar. Por eso, en lugar de ladrar agresivamente, de gruñir y erizar el pelo, él prefiere ladrar obsesivamente cuando está contento, cuando quiere mimos, o abrir los ojos y levantar las orejas para ver qué pasa a su alrededor. A continuación podemos ver una serie de ejemplos de expresión y actitudes específicas de la raza, acompañadas de los comentarios «humanos» respectivos.

«¡Ya iba siendo hora de descansar después de tanto correr!».

«¡Tengo miedo, necesito unas caricias!».

«Aquí detrás hay algo que se mueve…».

«Qué ruido más extraño... ¿Quieren algo de mí?».

«¿Quién me está molestando?».