Mi experiencia

con el bullying

Entré en el que fue mi colegio con tan solo cinco añitos, y salí de él en cuarto de ESO, para iniciar el Bachillerato de Artes en otro centro diferente. Recuerdo que estaba superemocionado de cambiar, porque al fin y al cabo sabía que mi colegio siempre iba a estar ahí, y que, si me arrepentía, podía volver cuando quisiera. Quería conocer a gente, tener otra rutina, poder utilizar una ropa que no fuese el uniforme (después me arrepentí de eso). Era una vida completamente nueva, a la que me estaba enfrentando solo, porque a las cuatro personas que entramos en este centro nos colocaron separadas, en distintas clases.

Por esa época ya llevaba un año aproximadamente en YouTube, aunque le prestaba tan poca atención que tendría poco más de tres mil suscriptores y ningún ritmo de subida. Sin embargo, tres mil en esta época llamaba mucho la atención, y pronto se empezó a correr la voz de que yo era youtuber; cada vez más gente me preguntaba por ello, o simplemente se quedaba mirándome en los pasillos.

Entre tanto murmullo, la gente empezó a querer enfrentarme con otro chico de la escuela. Jamás había hablado con él y ni siquiera sabía su apellido. Solo nos cruzábamos en los recreos y poco más, por lo que obviamente no tenía nada malo que decir de él. E incluso si lo hubiera tenido, ¿para qué gastar el tiempo en ello? Sin embargo, él se lo creyó, y poco a poco empezó a mirarme mal, a hablar mal de mí y a enfrentarme con otras personas. Sentía que me estaba arrinconando, y que poco a poco iba perdiendo la voz para defenderme. ¿Por qué me hace eso? ¡Si ni siquiera me conoce! ¿Qué hice mal? Repasé cada momento en que habíamos coincidido, todo lo que había podido decir de él y con quién podía haberlo dicho, pero no tenía sentido.

Hay personas que tienen que sentirse superiores a otras en todo momento. Si no lo logran, creen que desaparecerán y nadie se acordará de ellas. Creo que esta era una de esas personas, aunque yo aún no lo sabía. Me hizo sentir tan pequeño que acabé creyéndomelo, y junto conmigo, todo el que me rodeaba. Me convertí en la burla de muchos, e hiciese lo que hiciese, iba a dar que hablar.

Un día, en un recreo, el cual se hacía en una plaza que se encontraba al lado de la escuela, vino gritando hacia mí. Todo el mundo empezó a mirar, se creó un círculo en plena calle y de repente perdí la voz. Gritaba algo sobre un blog, que habían hablado mal de él y que quién me creía. Sinceramente, fue tal shock que recuerdo muy poco de esa «discusión». A día de hoy ni siquiera lo saben mis amigas o mi familia. Bueno, ahora supongo que sí. Me sentía tan avergonzado que no sabía qué hacer, me quedé congelado. Cuando que terminó de gritarme, se fue, y mientras estaba sentado en un banco junto a dos amigas, vino una chica de su grupo a gritarme también. «¿Qué es ese blog del que habláis?», le pregunté. Al parecer todo el mundo lo conocía y sabían de qué hablaba excepto yo.

Cuando llegamos a clase, pregunté a todo el que conocía y al final di con una respuesta: había aparecido un blog con historias inventadas sobre gente a la que claramente yo no le caía muy bien, sin ningún motivo. Lo visité y, efectivamente, usaban expresiones mías, firmaban con mis iniciales y básicamente hacían que todo apuntase a mí. Me dirigí a los comentarios y entonces el alma se me cayó al suelo. Había más de veinte comentarios, todos de alumnos, que criticaban mi forma de vestir, se inventaban incluso las profesiones de mis padres o deseaban que me suicidara. Estaba viviendo una pesadilla.

Es cierto que a muchos les puede parecer un drama teenager, pero me pusieron en una situación aún más incómoda. Estaba llegando a mi límite. Gracias a mis compañeros, uno de mis profesores puso punto final a este tema: preguntó quién había sido el creador de ese blog. Salieron los dos creadores y pidieron disculpas a toda la clase, pero ni ellos ni el grupo que me hizo el día imposible jamás me pidieron perdón.

Si algo aprendí de todo esto, es que callarte no es la solución. ¿Has visto qué rápido uno de mis profesores acabó con los murmullos? Hablar con profesores, padres, amigos no debe darte vergüenza. De hecho, lo único que demuestra es que tienes la valentía, el coraje y el valor de enfrentarte a tus miedos y acabar con ellos para volver a ser tú. Y esto no solo va para los menores de dieciséis. Esto va para toda esa gente que se siente acosada, rechazada o amenazada por una persona o un grupo. Sentirse así NO es lo normal, no debes tragártelo todo tú solo cuando tienes un entorno dispuesto a escucharte.

No me tomes como ejemplo en esta situación. Obviamente, yo no era el culpable, pero sí que debería haber sido esa persona que va a un profesor y le cuenta todo lo ocurrido antes de que le llegue por boca de los compañeros. Si algo no es justo, ¿por qué cargar con la culpa? ¿Qué me impedía contar la verdad? Supongo que una mezcla de miedo y de no querer desencajar aún más. Ahora, cuando veo que alguien lo está pasando mal en el instituto y simplemente decide esperar hasta llegar a su límite, puedo pasarme horas hablando con esa persona. Escuchándola, comprendiéndola y haciendo todo lo posible para que sienta y entienda que sus problemas importan lo mismo que los de cualquier otra persona. No le deseo a nadie estar en esa situación, y si tú conoces a alguien, te invito a que contactes con él de cualquier forma y le ayudes a ver que no está solo.

Mientras que en clase sucedía todo esto, yo ansiaba que llegaran los fines de semana para encerrarme en la comodidad y seguridad de mi casa y desear que no llegaran los lunes. Podían pasar días y días en los que no quería pisar la calle y, cuando lo hacía, afloraba en mí una especie de manía persecutoria y creía que la gente me perseguía, me miraba… Y el hecho de estar en plena calle me daba ansiedad.

El curso terminó y al año siguiente esa gente ya no estaba en el centro. De hecho, me convertí en un muy buen amigo de una chica de ese grupo y todo quedó en el pasado. Poco a poco, recuperé la confianza en mí mismo, y con ella la sonrisa y las ganas de volver a comerme el mundo.

Algo que a mí me gustaba hacer era agarrar un papel y elaborar una lista:

1

QUÉ ME GUSTA DE MI CUERPO

2

QUÉ ME GUSTA DE MI PERSONALIDAD

3

QUÉ ME GUSTA DE MI DÍA A DÍA

4

QUÉ ME HACE SONREÍR

5

QUÉ ME HACE REÍRME A CARCAJADAS

6

CUÁL ES MI MOMENTO FAVORITO DEL DÍA

7

QUÉ PUEDO CAMBIAR DE MI RUTINA PARA SER MÁS FELIZ

8

QUÉ PENSAMIENTOS DEBO CAMBIAR

9

QUÉ FRASE QUIERO REPETIRME CADA VEZ QUE ME SIENTA MAL

Escríbelas todas en un papel, en el móvil o en la agenda, y cámbialas cuantas veces necesites. No hay nada mejor que acostumbrar a tu cabeza a pensar en positivo, y de esta forma, cuando un pensamiento negativo empiece a aproximarse, sabrás detectarlo automáticamente antes de que comience a hacer efecto en ti.

«Lo que realmente

debe motivarte

es el éxito.»