2. MECÁNICA OCULAR

He hecho un curso de lectura rápida y he leído Guerra y paz en veinte minutos. Habla de Rusia.

WOODY ALLEN, cineasta

Leemos con los ojos –¡si no somos ciegos!, porque entonces lo haríamos con las yemas de los dedos–. Dedicamos muchos años desde la infancia a entrenar los ojos para que puedan descodificar letras con efectividad. Es el componente que se considera más superficial, inferior o «frío» de la lectura, pero no por eso resulta menos relevante. Adquirir esta capacidad es esencial para llegar a ser un buen lector. Quien tiene problemas para descodificar la escritura tendrá también dificultades para construir el significado, para inferir los implícitos o para detectar las ideologías –que son los componentes más profundos, superiores o «calientes» de la lectura–. En este capítulo y en el siguiente estudiaremos la descodificación del texto.

FIJACIONES

Cuando leemos, el ojo no sigue la línea del escrito como si fuese un coche que avanza por la carretera. Se parece más a un canguro que va dando saltos, parándose en palabras cada vez más alejadas. Prueba a hacer este ejercicio, que se llama precisamente el canguro, y que pretende adiestrar los ojos para leer con más rapidez. Vuelve al párrafo anterior y lee (si quieres en voz alta) una palabra sí y dos no, es decir, lee las palabras número 1, 4, 7, 10, 13, y así sucesivamente. Hazlo antes de ir a las soluciones. Así:

Leemos con los ojos –¡si no somos ciegos!, porque entonces lo haríamos con las yemas de llos dedos–.

¿Te parece fácil? Entonces prueba a hacerlo cada tres palabras. O cada cuatro.

A estos saltos los llamamos movimientos sacádicos, y los hace el ojo entre un punto y el siguiente del texto, más o menos cada ocho caracteres o letras. Cada vez que el ojo se para, entre salto y salto, hacemos una fijación sobre el escrito, que dura entre un cuarto y un quinto de segundo. Este es el momento preciso en que los ojos reconocen las letras que pueden y las descodifican. Pero no las detectan todas ni lo hacen con la misma nitidez: parece que se fijan más en la parte del centro-izquierda de la fijación, y que la periferia queda más borrosa.

Podemos captar entre dos y dieciocho letras, según el lector. Un lector experto, leyendo un tipo de texto que conozca, hará fijaciones breves y movimientos sacádicos más largos, de manera que podría descodificar trescientas palabras por minuto (Unger 2009: 60). En cambio, un niño que aprende a leer hace fijaciones de una sola letra. Por supuesto, si leemos textos poco habituales, de un género desconocido, con terminología técnica, en un idioma extranjero, haremos saltos más cortos y fijaciones más lentas.

Finalmente, las dificultades de la lectura (palabras extrañas, tema desconocido, ruido ambiental) provocan también las famosas regresiones, es decir, que el ojo salte hacia atrás para fijarse de nuevo en un punto en el que ya se había detenido, ahora más lentamente, para poder descodificar las letras. Se dice que las regresiones representan entre el 5 % y el 15% de todos los saltos y que los principiantes realizan más regresiones que los expertos.

ENTRENAMIENTO

Muchos ejercicios de rapidez lectora se centran en entrenar estos saltos y fijaciones oculares, a acostumbrar al ojo a hacer fijaciones más amplias y más rápidas. También se pretende agilizar y automatizar este proceso, de manera que el lector pueda dedicar su capacidad de atención a aspectos más estratégicos de la lectura.

Prueba a leer cada una de estas líneas con una sola fijación, abarcando todos los caracteres de cada línea:

o

yo

sol

casa

que es

pera grande

los cuatro gatos

compañero de trabajo

inquilino maleducado y sucio

actor reconocido con muchos premios

no

tres

jueves

muy grande

el año pasado

naranja siciliana

hamburguesa cruda

película para todos ellos

la mesa bien puesta y llena

un día cualquiera en un país remoto

Cada párrafo tiene diez líneas, de más corta a más larga. ¿Cuántas líneas has podido leer con una sola fijación? ¿Eres consciente de ello? ¿Y en la última línea de cada párrafo, la más larga, cuántas fijaciones has tenido que hacer para leerla entera? Este segundo ejercicio pretende entrenar el ojo para moverse por la hoja con rapidez, haciendo fijaciones separadas que no se solapen, en una única columna de texto.

Veamos otro ejercicio que pretende entrenar el movimiento del ojo por la página, de izquierda a derecha, y también controlar la posición del cuerpo. Lee estas tres columnas, línea por línea, saltando de una columna a la otra:

dos los verdes
calientes dulces exóticos
nos esperan en la cocina ahora mismo
mientras discutimos con mucha pasión sobre el cine negro
que hemos visto los dos por separado estos años en muchas ciudades raras

¿Has podido captar las palabras de cada columna con una sola fijación? ¿Incluso las últimas líneas que son más largas? Y una pregunta más: ¿has movido el cuerpo o los brazos?; ¿los has encarado hacia la izquierda o a la derecha, según si leías una columna u otra? Se considera que mover la espalda en la dirección del punto de la página que estamos leyendo, seguir las líneas del texto con el dedo o con un bolígrafo o girar el cuerpo son defectos que perjudican la descodificación.

También se acepta que la lectura rápida es silenciosa, sin pronunciar ninguna palabra en voz alta o baja. Subvocalizar el texto, es decir, decirlo en voz baja, para uno mismo (mentalmente), o incluso moviendo los labios, aunque sea en silencio, es también un defecto que debe erradicarse, una secuela del proceso inicial de aprendizaje de la descodificación.

POEMA

Veamos ahora si puedes leer con una sola fijación cada uno de estos versos y, al mismo tiempo, entender el significado de este poema de Ángel Urrutia titulado «Canción para amar en silencio» (2005):

Hoy

prefiero

decirte

que te quiero...

sin decirte,

en silencio.

A gritos

de silencio.

Decirte

que te quiero

sin decirte

ese verso

que no sé decirte,

que no puedo,

que no,

que te quiero,

que sí,

ese verso

que nunca escribiré,

que es mejor el silencio

para decir, cantando,

que te quiero.

Que no,

basta el silencio,

Amor;

ya puedo

decirte

que te quiero:

que no, que sí,

que no puedo

decirte

que te quiero

sin romper

este verso,

sin mirarte

en silencio.

¿Has podido leer todos los versos con una sola fijación? Quizás has necesitado dos en los versos con más palabras o en los que están partidos por signos de puntuación.

ARRIBA Y ABAJO

En castellano leemos de izquierda a derecha y de arriba abajo. El ojo se va primero a la parte superior izquierda de la hoja y avanza hacia su derecha. También en los libros la primera página es siempre la de la derecha, aunque eso suponga dejar una en blanco a la izquierda.

Fíjate ahora en estos textos para aprender más detalles sobre la conducta ocular. Lee este texto tachado ¿De qué trata?

¿Has entendido alguna palabra? ¿Alguna idea sobre su contenido? ¿No? Pues fíjate ahora en esta segunda versión, del mismo texto tachado.

¿Lo has podido entender ahora? Compruébalo en las soluciones.

¿Por qué podemos descodificar mejor esta segunda versión? Porque la parte superior de las letras de nuestro alfabeto es más informativa que la inferior, aunque no siempre podamos prescindir de esta última. Mirando la misma proporción de letra, podemos adivinar más palabras. Tenemos los ojos adiestrados para fijarnos en determinados puntos de las letras. Si podemos captar unos pocos rastros que nos permitan identificar una letra, no perdemos el tiempo fijándonos en más detalles.

EXPERIMENTO

Este último ejercicio procede de un experimento que diseñó el oculista francés Émile Laval, en el siglo XIX. Quería crear un alfabeto más simple, que prescindiese de todos los elementos superfluos (Unger 2009: 67). Se le ocurrió cortar las líneas horizontalmente, escondiendo la parte inferior de las letras, y comprobó que se podía leer casi todo sin dificultad, como en el ejemplo anterior.

Otros investigadores continuaron los estudios para simplificar el alfabeto latino, eliminando los elementos superfluos o irrelevantes de cada letra. Se publicaron libros con tipografías simplificadas y comprensibles, pero también se vio que eso no siempre facilitaba la descodificación. Al contrario, cambiar los hábitos de lectura la dificulta. Todos los lectores tenemos en la memoria un modelo de cada letra (con los rasgos más relevantes), que nos permite reconocerla aunque no la veamos nítidamente, en la periferia. Pero si modificamos bastante el diseño de las letras no ayudamos a los lectores, sino que les complicamos la vida, ¿cierto?

SIGNIFICADO

Acabemos practicando la mecánica ocular y la construcción del sentido al mismo tiempo. A principios del siglo XX el jefe de las islas de Samoa, en el Pacífico Sur, llamado Tuiavii de Tiavea, visitó Europa para conocer el estilo de vida de los papalagi –que somos nosotros–. Al regresar a Samoa dirigió varios discursos a sus súbditos para explicarles lo que había visto en el viaje. Más adelante un escritor alemán los recogió y tradujo. Constituyen una mirada particular de nuestra cultura desde fuera. Familiarízate con el primer fragmento e intenta completar el segundo, en el que cada asterisco es una letra:

Los Papalagi sienten pasión por una cosa que no podéis entender, pero que existe: el tiempo. Se lo toman muy en serio y cuentan toda clase de tonterías al respecto, aunque nunca habrá más tiempo entre el amanecer y el ocaso.

Los Papalagi divid* * ca* * * nue* * e* u* pat* * * comp* * * *, cortá* * * * * e* piez* *, igu* * qu* nosot* * * cort* * * * e* int* * * * * d* u* co* * co* nues* * * mach* * *. Ca* * par* * tie* * u* nom* * *. S* lla* * * seg* * * * *, min* * * * y hor* *. E* seg* * * * e** pequ* * * qu* e* min* * * y e* min* * ** pequ* * * qu* l* ho* *. Pe* * tod* * jun* * * for* * * un* ho* *. Pa* * hac* * un* ho* * neces* * * * sese* * * min* * * * y mu* * * * mu* * * * seg* * * * *.

Como siempre, dedica unos minutos a resolver la tarea antes de ir a las soluciones.

En resumen, procesamos el escrito con los ojos y es importante ser ágil y rápido, pero la comprensión exige mucho más.

SOLUCIONES

El canguro. Las palabras que hay que leer en el primer párrafo serían: leemos, ojos, somos, entonces, con, de, Dedicamos, desde, a, ojos, puedan, con, el, se, superficial, «frío», lectura, por, menos, esta, esencial, a, buen, problemas, la, también, etc.

El paisaje de la selva. (Arriba y abajo.) El paisaje de la selva era impresionante. Un caimán se asomaba a la salida de un riachuelo y abría la boca lentamente, pero la vaca que tenía al lado ni se inmutó, como tampoco lo hizo el martín pescador que descansaba en la rama de un árbol, detrás, ni el carpincho (una rata enorme) que empezaba a roer un trozo de tronco unos pasos más allá. Una anaconda gigante parecía dormir en la orilla del río, escondida entre el fango, de manera que solo sobresalía un hilito amarillo curvado y brillante.

Papalagi. El original sin huecos y adaptado es así: «Los Papalagi dividen cada día nuevo en un patrón complejo, cortándolo en piezas, igual que nosotros cortamos el interior de un coco con nuestro machete. Cada parte tiene un nombre. Se llaman segundos, minutos y horas. El segundo es más pequeño que el minuto y el minuto más pequeño que la hora. Pero todos juntos forman una hora. Para hacer una hora, necesitas sesenta minutos y muchos muchos segundos.» Se trata de un fragmento de: Los Papalagi (Los hombres blancos). Discursos de Tuiavii de Tiavea (jefe samoano), reunidos por el escritor, predicador y titiritero Erich Scheurmann (1995, Oasis/Integral). La Wikipedia en español informa de que el original es de 1920 y que no hay pruebas de que esos discursos se pronunciasen en alguna ocasión o que algún jefe samoano visitara Europa antes de la Primera Guerra Mundial. Se sospecha que son una invención de Erich Scheurmann, que viajó a Samoa y que, en clave de humor, quiso criticar nuestra forma de vivir al volver a su país.

BIBLIOGRAFÍA

Bisquerra Alzina, R. (1983), Prácticas de eficiencia lectora, Barcelona, PPU.

Unger, G. (2009), ¿Qué ocurre mientras lees? Tipografía y legibilidad, Valencia, Campgràfic.

Urrutia, Ángel (2005), «Canción para amar en silencio», en Allué Villanueva, C., ed., Ángel Urrutia. Poemarios completos. Otros poemas, Estella, Cénlit Ediciones.