La imagen profesional

Tu imagen en la oficina no es otra cosa más que lo que los demás dicen de ti. Es la percepción general con la que se quedarán tus públicos internos y externos sobre la manera como haces tu trabajo. Es lo que hará que te identifiquen como una persona buena o mala con todos sus grises intermedios. Son todos los adjetivos calificativos que te colgarán y que, respecto a ellos, te tratarán en tu día a día y te harán crecer o caer en la organización. Para dejarlo aún más claro, echémonos un clavado al fascinante mundo de la imagen.

Imagen es percepción, así de sencillo se define. Por lo tanto, la manera en la que los demás nos perciben va a configurar nuestra imagen. Esto quiere decir que ¡nosotros no somos dueños de nuestra imagen! Nuestra imagen vive en la cabeza de los demás y se convierte en la realidad de quien nos percibe, pues a esta imagen mental se le juntan opiniones que se convierten en nuestra identidad y con el tiempo en nuestra reputación.

Ahora bien, al decir que no somos dueños de nuestra imagen, no quiere decir que no seamos absolutamente responsables de la misma… ¡somos totalmente responsables de nuestra imagen!, ya que la percepción es una consecuencia de algo más: los estímulos; que son todas las cosas que hacemos que impactarán los sentidos de quien nos percibe.

Por lo tanto, podemos afirmar que imagen es percepción, se convierte en identidad y se produce por estímulos; pudiendo entonces concluir que si controlamos los estímulos, controlamos la percepción, y si controlamos la percepción, controlamos nuestra imagen.

Entendido el concepto de imagen, podemos comprender que el proceso de control de la percepción es muy complejo y delicado, pues existe una gran cantidad de estímulos que hay que poner en armonía y coherencia para lograr ser identificados de la mejor manera, y así lograr nuestros objetivos. Por esta razón, existe todo un sistema de catalogación y subcatalogación de estímulos que dan como resultado diferentes tipos de imágenes, claramente expuestas en el libro El poder de la Imagen pública, de Víctor Gordoa, y que a continuación resumo brevemente.

La primera catalogación es sencilla: se puede crear la imagen de una persona o la de una institución. La siguiente catalogación es la de las Imágenes subordinadas, agrupan y dividen a los estímulos en diferentes categorías para facilitar el proceso de diseño y producción de la gran Imagen personal o institucional. Estas son la Imagen física, la Imagen verbal, la Imagen visual, la Imagen audiovisual, la Imagen ambiental y la que es motivo de esta Biblia y que a continuación definiremos: la Imagen profesional.

Si imagen es percepción, podemos definir la Imagen profesional como: la percepción que se tiene de una persona o institución por parte de sus grupos objetivo como consecuencia del desempeño de su actividad profesional.

Aquí debo puntualizar que, en la teoría de la Imagen pública, la palabra profesional no deberá limitarse a una actividad ejecutiva remunerada como la estamos acotando en este libro, sino que se abre a todo lo perteneciente o relativo a una profesión; que es la acción o efecto de profesar algo. Y profesar algo es ejercer un rol determinado, por lo que cuando vas al cine tu profesión es de “asistente a una sala cinematográfica”, o según tu rol familiar, puedes a veces tener la profesión de “padre”, “madre”, “hijo”, “hermano”, etc., según sea el caso. Pero como ya mencioné, para este texto vamos a limitarnos únicamente al trabajo tradicional ejecutivo de oficina, o lo que es lo mismo, al quehacer Godín.

Y dentro de la gran gama de estímulos que se pueden emitir en el ejercicio de este quehacer, independientemente del giro al que nos dediquemos, hay dos factores primordiales que influirán decisivamente en la manera como seremos percibidos por aquéllos con quienes tengamos trato: la manera como nos comportemos durante el transcurso del contacto personal y la forma como respondamos en el momento que suceda una crisis. Es decir, estamos hablando de los dos rubros que determinarán nuestra imagen profesional: el protocolo y el manejo de crisis.

El protocolo, que en el ambiente de oficina también es conocido como etiqueta ejecutiva, es el conjunto de reglas ceremoniales que rigen una actividad y que han quedado establecidas por decreto o por costumbre. Por ejemplo, por decreto pueden decirte en la oficina que debes contestar el teléfono de cierta forma o debes portar prendas acordes a un manual de políticas de vestuario; pero tal vez nunca te han dicho que no puedes eructar sonoramente o hacerle un striptease a tus compañeros de cubículo, simplemente lo dejan al sentido común pues no es lo que se acostumbra (y si se te vino alguien a la cabeza con estos ejemplos, ¡regálale este libro de manera urgente!).

En resumen, el protocolo son todas las formas de comportamiento que se dan por sentado que todos seguirán y observarán en ti… o al menos eso es lo que se cree. Porque la realidad es que es bastante común que en las oficinas se rompa con el deber ser y ahí es donde surgen las crisis; y la manera como nos comportemos en el momento que se dio una situación desafortunada en nuestro actuar profesional es fundamental para no dañar aún más nuestra imagen, y eso es a lo que se le conoce como: manejo de crisis.

Otro punto que tenemos que dejar muy en claro es el de la Relatividad de la imagen, concepto que dice que en Imagen pública no hay cosas buenas ni malas, sino lo que debe ser.

Esto quiere decir que, si bien en la oficina existe un “prototipo ideal” a seguir por lo que tradicionalmente se acostumbra, todo debe adecuarse a nuestro contexto particular basados en esta relatividad. Pues no es lo mismo lo que desea proyectar una abogada que un publicista, como diferentes son los objetivos de quien está pidiendo trabajo del que desea ser director general; o cómo cambian las necesidades de los cuentahabientes de un banco a las de los pacientes de un hospital. Nuevamente: EN IMAGEN PÚBLICA NO HAY COSAS BUENAS NI MALAS SINO LO QUE DEBE SER.

¿De qué depende que toda imagen sea relativa?, de estos tres factores:

1) LA ESENCIA

¿Quiénes somos?, es una pregunta difícil de responder ante los demás pero que nosotros podemos responder con certeza. Y es que así como percibimos a los demás, desde que tenemos conciencia nos autopercibimos… a esto se le llama Imagen interna. Esta autopercepción es fundamental en la manera como nos relacionamos con los demás y como nos mostramos hacia el exterior; y es la suma de muchísimos factores como lo son nuestra personalidad (temperamento y carácter), principios y valores, gustos y preferencias, y un amplio etcétera en donde por supuesto se encuentra nuestro estilo; que es la manera como expresamos esa individualidad.

Nuestra esencia son todas esas cosas que nos hacen únicos e irrepetibles y que debemos respetar. No debemos ni podemos intentar ser alguien más, pues al estar produciéndonos o comportándonos como alguien que no somos, nos sentiremos disfrazados; y esa falsedad hará que el cambio que estamos intentando se haga sin convicción, por lo que no comunicaremos y nos sentiremos violados en nuestro ser.

A nuestra esencia se le suma la esencia de la institución para la que laboramos, esa que viene contenida en su Manual de fundamentos y que se convierte en el ADN que todos los hermanos laborales debemos compartir y respetar. Lo que hace que por más que yo sea una persona de estilo creativo que me encanta pintarme el pelo de colores, si trabajo en una empresa tradicional, debo adecuar mi esencia a la esencia institucional a riesgo de que no me contraten o me despidan si no lo hago.

2) EL OBJETIVO QUE DESEAMOS LOGRAR

¿Qué metas tienes en la vida?, ¿cuál es tu visión a futuro?, ¿qué quieres lograr el día de hoy…? Sean cuales sean tus respuestas, te aseguramos que podemos resumir tus objetivos de una manera sencilla: quieres ser mejor y tener más. ¿Y qué crees? Que estos objetivos sin duda también serán los de la institución donde laboras. Por lo tanto, todas las estrategias que hagamos a nivel imagen deben estar encaminadas a lograr los objetivos personales e institucionales.

3) LAS NECESIDADES DE NUESTRAS AUDIENCIAS

Por último tienes que pensar en tus receptores. En tus públicos internos y externos. En tus compañeros de trabajo y en tus clientes. Por lo que tienes que estar muy consciente de las necesidades de quien decodificará tus mensajes.

¿Qué sentimientos necesitas despertar en tus audiencias?, ¿qué esperan los demás de ti? y ¿si tú estuvieras en su lugar, qué te gustaría ver?, son preguntas fundamentales que deberás realizarte diariamente. Entonces, no es lo mismo reunirte con los compañeros más cercanos en un bar saliendo de la oficina, que atender la importante junta de negocios o ir a la convención anual en Cancún.

Por lo tanto, para juzgar objetivamente tu imagen profesional tienes que preguntarte: ¿Estoy respetando mi esencia y la de mi institución?, ¿los mensajes que mando ayudan a lograr mis objetivos personales e institucionales?, ¿satisfago las necesidades de mis audiencias? Si la respuesta es sí a todas, entonces estaremos hablando de una imagen profesional bien lograda que seguramente será persuasiva, pero si encontramos una respuesta negativa a cualquiera de las tres preguntas, entonces no trabajes hasta hacer los ajustes necesarios.

Ya sabes de qué se va a tratar este libro. Es una obra que te llenará de buenas recomendaciones para que seas bien percibido en tu lugar de trabajo, cuidando mucho las formas, tiempos, lugares y rituales dentro de la oficina; y te ayudará a manejar la situación cuando humanamente te hayas equivocado. Será un libro que te dará el valor agregado de sobresalir positivamente del resto de tus compañeros de trabajo, para que así puedas crecer dentro de tu organización y alcances el grado jerárquico que te propongas. Y ya sea que apenas estés buscando trabajo o que estés a punto de renunciar, este libro te llevará del génesis al apocalipsis de la Imagen profesional. Una vez más, te ayudará a pasar de ser un Godín a ser un God—in!

Y antes de iniciar el peregrinar por estas páginas, échale un ojo a esta tabla comparativa con algunas de las diferencias entre un Godín cualquiera y un God—in! Te darás cuenta que aunque sus atributos sean similares, en el fondo son diferentes… MUY diferentes.

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En fin, queridos hermanos, estamos aquí reunidos para celebrar el saber y dignificar a este ser que día con día saca al país adelante. Y para celebrar dignamente este sagrado conocimiento, reconozcamos con humildad nuestros pecados de oficina y confesemos que hemos sido en algún momento Godínez ya sea de pensamiento, palabra, obra u omisión.

Que este texto nos absuelva y tenga misericordia de nosotros, mejore nuestras prácticas laborales y nos lleve a la excelencia eterna…

¡Bienvenidos a La Biblia Godínez!