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ANA SOFÍA

Ana Sofía caminaba despacio hacia casa al salir de la escuela; su cabeza estaba tan llena de pensamientos que se sentía demasiado pesada para su cuello. Había algo en el asunto del centro comercial que apestaba tanto como Listless Pines en un día de calor sofocante.16

Como no podía oír los anuncios que daban a través de los altavoces de la escuela, su maestra le repetía lo esencial. De todas formas, los salones de clase tenían una terrible acústica, además de un interminable sonido de fondo de sillas arrastrándose sobre el piso, conversaciones en voz baja y pupitres que rechinaban, y su aparato auditivo no solo amplificaba la voz de la maestra, sino también cada rechinido, tronido y murmullo. Así que cuando estaba en clase, sus maestros usaban unos pequeños micrófonos que llevaban colgados del cuello y que trasmitían lo que decían directamente a su aparato auditivo. Pero ni con esa alternativa lograba captar siempre todo bien. Como el nombre del centro comercial. ¿Cómo lo había llamado la maestra?

Además, al parecer el centro comercial ofrecía pagar una enorme fiesta de pizza. Hizo las cuentas:

Alumnado de la Secundaria + Preparatoria = 3 000 más o menos

10 dólares por pizza

8 rebanadas en cada pizza, 4 por estudiante17

Costo aproximado de la pizza: 15 000 dólares

¡Quince mil! Eso parecía mucho dinero solo por hacer un poco de relaciones públicas para un centro comercial con el que todos estaban entusiasmados de todas maneras. ¡Y eso sin incluir las bebidas! Aunque así fuera, Ana Sofía esperaba que hubiera refresco de cereza.

El papá de Ana Sofía era gerente de construcción del centro comercial y se quejaba de que el cliente era extremadamente quisquilloso con los detalles. También mencionó que insistía en que no se laboraran horas extra, de modo que los trabajadores se fueran antes del anochecer. De acuerdo con su papá, eso era muy inusual.

Sacó su teléfono, buscó el sitio de la compañía constructora, e hizo clic en el enlace de la página principal del centro comercial.

Chester Yard MallMR

¡Este otoño! ¡Compras apocalípticamente buenas

en Shady Oaks y Listless Pines!

¿Chester Yard Mall? Eso era raro. Ana Sofía llevaba viviendo toda su vida en Shady Oaks y nunca había escuchado de ninguna persona ni de ningún lugar llamado Chester Yard. Y era un nombre raro, pero en fin.

Bajó por la página y vio por vez primera el símbolo del centro comercial:

Le resultaba muy familiar de una manera incómoda y confusa. Si se quitaban las palabras entre signos de exclamación y se remplazaba la carita feliz por una calavera, eso era… eso era… el logo de Hydra, ¿no?

Le envió el enlace a Doreen.

ANA SOFÍA

¿No te resulta raro?

DOREEN

Sí, ¿por qué aparece dos veces la palabra ofertas? Es demasiado.

ANA SOFÍA

Pero se parece a algo más, ¿cierto? ¿O soy la única que lo ve?

DOREEN

¿Lo llaman Chester Yard Mall? Es aburrido. Lo nombraría de alguna forma graciosa, como centro COMERcial. O centro comercial Ardilla y Emporio de las Bellotas. O solo bellota-mall, pero tal vez pensarían que las tiendas son solo para chicas hermosas y grandotas.

ANA SOFÍA

Es probable.

DOREEN

Por Dios, ¿te puedes imaginar un centro comercial de puras bellotas y nueces? Qué genial idea.

¿Vas a venir más tarde?

ANA SOFÍA

Te mando mensaje.

Doreen no se había percatado de las semejanzas entre el símbolo del Chester Yard Mall y otro mucho más siniestro, de modo que Ana Sofía trató de apartar de su mente esas semillas de preocupación. Después de todo, si una malvada organización secreta estaba detrás del centro comercial del pueblo, ¿por qué iba a hacer alusión a sí misma de una manera tan obvia con un símbolo tan parecido al suyo?

Cuando Ana Sofía se aproximó a la casita de ladrillos de la familia Arcos Romero, en la calle Amanat, percibió un tenue olor a sulfuro.18 Y al llegar a la puerta, sintió el estruendo de su tremenda voz. Lo sintió antes de que su aparato auditivo tronara con el sonido, las vibraciones de su tono bajo y profundo que viajaban a través de la tierra hasta sus protectores de calcetines.19

Y allí estaba él, en su cocina, rubio, con sus dos metros de altura y una empanada en cada mano, diciendo algo mientras su mamá, Teresa, reía. Ana Sofía puso los ojos en blanco. Su mamá solía hacer empanadas solo para los cumpleaños, pero recientemente encontraba el tiempo para prepararlas cada vez que él pasaba por allí, comportándose como si dijera: «Oh, ¿esas dobladitas, deliciosas y rellenas de suculenta carne? No hay problema, ¡las hago siempre!».20 Para la familia, normalmente preparaba una versión de las empanadas menos grasosa, pero para el Dios del Trueno las freía. Toda la casa olía a aceite y a la crujiente y maravillosa masa.

—¡Hola, mami! —saludó Ana Sofía, inclinándose para recibir su besito—. ¡Hola, Thor!

—¡Ana Sofía Arcos Romero! —bramó Thor mientras volteaba a verla. Terminó sus empanadas masticando y tragando a una velocidad heroica.

—¡Gracias por la bendición de ser amigo de vuestra casa! —dijo con un marcado acento español—. Vosotras siempre me dais la bienvenida.

Para Ana Sofía, el español de Thor sonaba como el inglés de Shakespeare, con palabras y tiempos verbales que parecían formales y anticuados, aunque ella sabía que eran muy comunes en lugares como España. Usaba palabras desconocidas en inglés y en español, así que se sorprendía de poder entenderle. Pero también hablaba con claridad y una gran emoción y animación, sin importar a quién se estuviera dirigiendo, de modo que podía leer sus labios mucho más fácilmente de lo que era capaz de hacer con cualquier otra persona.

Teresa dijo algo en español que Ana Sofía no comprendió del todo, pero sin duda era algo como: «Es un verdadero encanto ese tipo», porque ella siempre decía cosas por el estilo. Le lanzó tal sonrisa al enorme Avenger que hizo que Ana Sofía se pusiera roja de la pena.

Tal vez en el pasado, Ana Sofía también era fan del héroe nórdico que su familia veía en el programa de noticias ¡Héroes de acción en vivo!, donde el dios normalmente golpeaba a bestias alienígenas voladoras, y a tiburones robot y cosas por el estilo. Nunca lo admitiría en voz alta, pero había una ligera posibilidad de que alguna vez soñara despierta con que fueran amigos; por ejemplo, con salir con Thor a la feria, y que él ganara para ella una rana de peluche en un juego de esos de fuerza, y que ella le diera a probar por primera vez un algodón de azúcar, y que fueran al puesto de pintacaritas a maquillarse ambos como Capitán América y que se rieran como locos sin parar.

Pero ahora que era un verdadero amigo de la familia, era Teresa quien soltaba risitas nerviosas de fan. Honestamente: Thor no era la gran cosa. Bueno, sí era grande, su cabeza casi chocaba con el techo y ni siquiera llevaba el casco. Aquel día traía una sudadera gris con jeans, como si la ropa común lo hiciera pasar desapercibido. Pero allí estaba su martillo de guerra, Mjölnir, sobre el suelo. Resultaba un poco difícil pasar desapercibido en medio de la multitud con un martillo gigante. Además, era tan enorme y pesado que el piso tronaba bajo su zapatotes.

—¿Qué tenemos hoy? —preguntó Ana Sofía.

El Dios del Trueno alzó el dobladillo de sus jeans para mostrarle el borde de sus calcetines con estrellas.

—¡Genial! —exclamó ella, y deslizó sus botas hacia abajo para enseñarle sus calcetas tejidas moradas y azules, y con caras de gatitos.21

—¡Ah, los calcetines! —dijo Ana Sofía suspirando—. Son una caricia para los pies.

—Permite que me sume a los cumplidos a los calcetines —replicó Thor—.22 Por desgracia, en Asgard no hay calcetines.23 Tampoco en Vanaheim. Por eso, alabada sea la piel de cabra asgardiana. Por su alto poder para absorber olores.

»Los elfos de Alfheim hacen unos hermosos calcetines, pero son demasiado delgados. ¡Y pequeñitos! ¡Ay de aquel que diga que los calcetines de Alfheim son los mejores de los Nueve Reinos, porque son inútiles para retozar sobre las alfombras de pasto! Los calcetines de Svartalfheim son muy parecidos a los de Alfheim, solo que son espantosos. Y además solo hay en color morado.

»Los calcetines de Jotunheim están bien en cuanto al tamaño, pero ¿les importa a los Gigantes de Hielo que mantengan los pies calientes? No. Los calcetines de Nidavellir son demasiado pequeños y vienen precargados con todo tipo de restos de lo que estuvieran comiendo los gnomos mientras los fabricaban, sobre todo carne de yak, aunque a menudo también con bayas de saúco aplastadas.

»Los calcetines de Niffleheim están hechos con cabello de muerto y se sabe que murmuran de una manera bastante inquietante. Y los de Muspelheim siempre arden.

»Verás, Midgard es el único lugar a dónde ir. Y las finas fundas para los pies que teje Teresa Romero son lo mejor de Midgard.24

Ana Sofía estaba bastante sorprendida con su propia capacidad para comprender todo lo que Thor decía. Pero luego empezó a dar un discurso similar sobre los calcetines en el pasado.

—¡Oh! Eso me recuerda —lo interrumpió Teresa— que te tejí un par nuevo. Espérame.

Ana Sofía puso los ojos en blanco de nuevo. Thor se frotó las manos con gusto mientras Teresa iba por ellos.

—Eh, Thor —aprovechó para decirle Ana Sofía mientras tomaba una empanada—. ¿Qué sabes sobre Hydra?

—¿Hydra? Esos locos malvados —respondió—. Les vendría muy bien pasar un año entero barriendo los establos del Valhalla, por las barbas de Odín que les haría bien. He oído que dicen que, al igual que las antiguas bestias de las que tomaron su nombre, cuando le cortas la cabeza a uno de los de Hydra, le brotan dos, ¡eso parece! Y, a pesar de los muchos esfuerzos de mis colegas Avengers y de S.H.I.E.L.D. para terminar con sus sórdidas operaciones, Hydra aún existe, y miles o quizá millones de humanos se adhieren a su causa de dominación y control, sin parar de moverse por todo el planeta, siempre con nuevas ramas de su secta para inventar planes diabólicos.

Ana Sofía partió la empanada, con una cuchara sacó el relleno y luego lo puso en un plato. La carne y la salsa no eran tolerables para una chica cuya dieta básica consistía en galletas con queso, pero no podía resistirse a la crujiente masa de la empanada. Como siempre, le pasó el plato con la carne a Thor.

—¿Así que cuál dirías que es su objetivo principal? —preguntó la chica dando una mordida a la empanada vacía. Crujió al partirse y le supo a gloria.

Thor se llevó el relleno de carne a la boca y se lo pasó antes de responder.

—La dominación del mundo —sacudió su mano con desdén, como si la falta de imaginación de Hydra lo rebasara.

—¿Crees que podrían abrir un… una sucursal o una franquicia de Hydra, algo así, aquí en Shady Oaks? ¿Como un negocio local? ¿Tal vez con oscuras metas en mente que no tengan nada que ver con la calidad de los negocios comerciales?

—¡No hay nada demasiado ruin para Hydra! Aunque, para ser honesto, no es un villano a la altura de Thor Odinson. Demasiadas personitas corriendo por allí con sus trajes verdes. A mí me parecen como hormigas: pequeñas pero molestas cuando muerden. Prefiero golpear a tipos de una talla más titánica con Mjölnir —afirmó dando una palmadita amistosa a su martillo—. Como los Gigantes de Hielo. Y los leviatanes que han llegado para medir nuestra evolución. Ese tipo de cosas. A menos de que los de Hydra se pongan trajes gigantes de robot e invadan ciudades, se los dejo a S.H.I.E.L.D. Como sea, creo que el Soldado del Invierno está bien versado en el lado más oscuro de Hydra. Además…

Se detuvo e inclinó su cabeza de tal forma que Ana Sofía comprendió que seguramente estaba escuchando a alguien que le hablaba a través de un pequeño trasmisor que tenía en su oído. Con un dedo, tocó a su vez su propio aparato auditivo, anhelando poder escuchar ella misma lo que él estaba oyendo y responder las llamadas que él recibía. Para ser una heroína.

—Iré de inmediato. ¡Y ay de aquellos que se crucen con el poderoso Mjölnir! —le dijo Thor a su interlocutor a través del comunicador.

Se echó el martillo al hombro y al hacerlo casi decapita la lámpara de mesa. Ana Sofía añadió una nota mental a la larga lista que tenía en su cabeza.

Nota: Mover la lámpara antes de la próxima visita de Thor. Comprar una más robusta en alguna venta de jardín.

—Hasta pronto, Ana Sofía Arcos Romero, y gracias a tu generosa madre por las empanadas.

—¡Espera! ¡Encontré tus calcetines! —Teresa llegó corriendo y le entregó una bolsa de plástico del supermercado llena de cosas tejidas.

Thor tomó la bolsa, se colocó una mano en el pecho e hizo una reverencia como agradecimiento. Tras salir de la cocina por la puerta del patio trasero, levantó su martillo por encima de su cabeza y lo giró en círculos hasta que surgieron relámpagos y truenos. Con un pequeño buuum y un destello con los colores del arcoíris, se elevó por los aires y desapareció.

La puerta delantera se abrió de golpe.

—¿Está aquí? —preguntó Marco, el hermanito de Ana Sofía—. Percibí ese olor suyo desde la calle.

—Ay, pobrecito Marquito —dijo Teresa—. Tío Thor se acaba de ir. Ve a lavarte las manos si quieres unas empanadas.

—Okey, okey —respondió Marco y se apresuró al baño.

Ana Sofía no pudo evitar sonreír. Tío. Tío Thor.

En la cultura mexicana, era común llamar a los adultos cercanos a la familia tío y tía, aunque oficialmente no fueran parientes, pero nunca había visto a su familia adoptar a un tío tan rápido.

De repente, la puerta delantera se abrió de nuevo y Ana Sofía vio llegar a toda prisa a su padre, George, que miraba a su alrededor como loco.

—¿Está aquí? ¿Está Thor aquí?

—Se acaba de ir, papi, lo siento —dijo Ana Sofía.

George se dio una palmada en la cabeza.

—¡Siempre me lo pierdo! ¡Siempre! Salí corriendo apenas recibí tu mensaje —le dijo a Teresa. Se dejó caer en una silla, observando la ligerísima marca que produjo el martillo de Thor en el linóleo—. Solo quiero tratar de levantar a Mjölnir una vez.

Ana Sofía no comprendió del todo lo que acababa de decir, pero su mamá lo expresó con mímica, como si levantara el pesado martillo, y entonces para Ana Sofía fue claro.

—Papi… —dijo Ana Sofía llevándole un plato de empanadas.

—No espero poder levantarlo —explicó. Luego se encogió de hombros—. Tal vez solo arrastrarlo un poquito.

—¿Cómo va el centro comercial? —preguntó Ana Sofía.

—Mmm… —mumuró con la boca llena. Es casi imposible leer los labios de alguien cuando come. Esperó a que terminara—. Estará listo a tiempo. Y, antes de que me preguntes, no, sigo sin saber si habrá una tienda de calcetines.

No le iba a preguntar por la tienda de calcetines, no es que no estuviera al cien por ciento interesada en la idea e incluso a veces antes de irse a la cama rezaba por que así fuera (de hecho, lo hacía todas las noches), pero no quiso preguntarle a su padre sobre lo que más le preocupaba.

¿Hydra? ¿Estaba detrás del centro comercial? Era realmente ridículo, ¿cierto?

Pero tal vez sus sospechas eran importantes y debía alertar de inmdediato a Doreen para que interviniera y solucionara el problema. Tomó su celular e intentó escribir un mensaje en ese mismo instante. «¿Qué tal si se trata de Hydra? Squirrel Girl sabría qué hacer».

No. Dejó su celular, mirándolo como si el teléfono acabara de insultarla a ella y a su familia.25 Esta historia de ser BHFF era nueva para ella. En el pasado tuvo amigos, claro, pero nunca una amiga como Doreen, tan de una pieza y tan honesta que no le cabía la menor duda de que sería capaz de atravesar el Gran Cañón por ella. Y con los amigos de antes (o pseudoamigos), Ana Sofía había cometido el error de compartir pensamientos que fueron recibidos con burlas. ¿Qué pasaría si compartía sus sospechas y Doreen se burlaba de ella? No, ella no lo haría, ¿o sí? Pero ¿qué tal si Ana Sofía las compartía, Squirrel Girl le creía e iba al centro comercial, pero resultaba que Ana Sofía estaba mal? Podía imaginarse la mirada de decepción en los ojos de Squirrel Girl, la confianza menguada, incluso la molestia.

Ana Sofía no podía arriesgarse a estar equivocada. Era mejor quedarse callada. Mejor quedarse esas ideas para sí misma.


NOTAS

16 Estuve en Listless Pines, ¿es cierto que huele tan mal? ¿O es más bien algo que dice la gente de Shady Oaks? No lo sé, soy nueva aquí.

17 Al menos cuatro rebanadas por cabeza. Los estudiantes de secundaria son comelones.

18 El apellido de Ana Sofía es Arcos Romero. ¿No es bonito? Es una cosa cultural mexicana que los niños lleven los apellidos de sus dos papás y… Espera, ¿olió sulfuro? Estoy segura de que sé lo que eso significa.

19 Es decir, botas. Ana Sofía usa botas casi todos los días solo para mantener sus calcetines limpios y secos.

20 ¡Eso es! Necesito pasar por su casa cada vez que Thor va. No he probado las famosas empanadas de carne, pero Teresa también hace unas dulces, rellenas de manzana o piña y espolvoreadas con azúcar. A ti se te hizo agua la boca, no a mí.

21 Por si ya te confundiste, básicamente Ana Sofía y Thor compartían su mutua admiración por los calcetines. Sí, así es. Ahora es un clásico.

22 Advertencia: Acabo de leer lo que sigue y Thor se explaya con los calcetines de los Nueve Reinos durante casi una página, así que si no te entusiasma el tema, puedes saltarte este pedazo.

23 Aclaración: Asgard es el lugar de origen de Thor y sus amigos. Es uno de los Nueve Reinos.

24 Para Thor, la Tierra es Midgard, por si no lo sabías, aunque seguramente ya lo sabías porque eres muy inteligente.

25 Me sorprende que el celular no se derritiera en ese mismo momento. Las miradas de Ana Sofía son legendarias.