Doreen Green, de catorce años, entró al salón principal de la Union Junior High con paso ágil. La noche anterior habló con una criminal (aunque solo se trataba de Lady Láser) y eso le daba un trotecillo alegre. Casi podía olvidarse del calambre en su cola de ardilla, que escondía bajo sus pantalones.
A pesar de ese enorme trasero que se le hacía, podía pasar por una chica de secundaria sin poderes de ardilla: pelirroja, de cabello corto, con la piel pálida, pecas, cara redonda y los dientes delanteros un poco más grandes que el promedio. Sus gruesas y poderosas piernas hacían que le resultara difícil encontrar unos jeans que le quedaran. Aquel día llevaba unos mallones de rayas negras y blancas bajo una falda azul eléctrico y una camiseta con un sonriente unicornio con brackets.
—Eh, Doreen —saludó Janessa López.
—Eh, Janessa —respondió Doreen Green.
—Hola, Doreen —dijo Vin Tang.
—¿Qué hay, Vin? —respondió. Todo bien. Como si fuera la cosa más normal saludar a muchos amigos, y no simplemente la cosa más sorprendente.
Hasta que su familia se mudó a Nueva Jersey, nunca había sido parte de un grupo de amigos, al menos no de amigos humanos.12 Los Vigilantes Ardilla no sabían que Doreen era en realidad Squirrel Girl, la heroína local, pero de todas formas era amiga de Ana Sofía y compañera de los Vigilantes Ardilla.
Doreen se sentía tan alegre, tan mágicamente simple, que sacó una manzana de su mochila y la puso sobre el escritorio de la profesora.13
—¡Buenos días, señora Schweinbein!
La señora Schweinbein miró la manzana por encima de los anteojos acomodados sobre su delgada nariz. Su piel era tan pálida que era casi gris, y llevaba una trenza tan flaca como un lápiz. Su rostro era suave, pero era imposible adivinar su edad. ¿Veinte? ¿Cincuenta? Aunque su edad no era definible, su olor sí lo era. Doreen olfateó un par de veces. Sip, un fuerte olor animal. Su maestra debía de tener muchas mascotas. Doreen arrugó la nariz antes de poder detenerse.
—Perdón —dijo la señora Schweinbein mirándola con atención—. ¿Tienes algo que decir?
—¿Yo? No, nada. Solo que… —señaló la manzana.
—¿Intentas sobornarme, Doreen? —preguntó la señora Schweinbein—. ¿Acaso una fruta hará que tu maestra finja que tu mediocre tarea es pasable y que tus constantes interrupciones en clase son aportaciones y no distracciones?
—¡No! No es soborno, es que…
—Pues bien, no funcionará —concluyó la maestra lanzando la manzana al bote de basura.
Doreen alcanzó a atraparla en el aire y la metió de nuevo en su mochila.
—Cielos, ¿por qué es tan amargada? —murmuró Doreen mientras se dirigía a su pupitre.
—A mí me cae bien —replicó Janessa desde el banco de su derecha.
—A mí también —intervino Vin desde el pupitre que estaba a su izquierda.
¿Así que solo a Doreen le caía mal? ¿Cómo rayos era posible?
—¿Dónde estuviste anoche? —murmuró Janessa.
—¿Cómo? —preguntó Doreen.
—Hicimos un patrullaje con ella —musitó Vin—. Ana Sofía mandó un mensaje de texto al grupo. ¿No lo recibiste?
—¡Oh, sí! Pero no pude llegar —respondió Doreen.
—Al final fue un fiasco —dijo Janessa—. No era un villano real, y Squirrel Girl solo habló con ella.
Al sonar la campana, desde el sonido ambiente se oyeron los conocidos cinco pitidos que daban paso a los anuncios matutinos.
—¡Buenos días, Lobatos! —era la voz de Heidi, la presidenta del consejo estudiantil y miembro de los Vigilantes Ardilla—. Escuchen porque tenemos un anuncio bomba después de los aburridos. Bla, bla, bla, reunión en la pista después de clases, bla, bla, bla, reunión de recaudación de fondos del Club Kiwi mañana. Okey, okey, ahora viene lo bueno: desde luego que ya saben del centro comercial que se está construyendo en los límites de Shady Oaks y Listless Pines.14 Bueno, pues el encargado de relaciones públicas del Chester Yard Mall nos envió una carta y están haciendo un concurso. Cuando el centro comercial abra dentro de dos semanas, habrá elecciones para votar por la mascota del mall, que puede ser un gato o un perro. Todas las escuelas de Listless Pines apoyarán al perro…
—¡Buuuu! ¡Listless Pines apesta! —gritó otra voz.
—¡Cállate, Dennis! Okey, como iba diciendo. Y todas las escuelas de Shady Oaks…
—Incluyendo a la Secundaria Union Junior. ¡Arriba los Lobatos!
—¡CÁLLATE, DENNIS! Bueno, haremos campaña por el gato, y todos saben que los gatos son mejores que los perros. Así que si el gato gana como mascota del Chester Yard Mall, ¡habrá una fiesta de pizza gratis para toda la escuela!
Todo el salón de clases de Doreen contuvo la respiración. En la secundaria, las palabras «fiesta de pizza» se pronunciaban con reverencia. Tras un momento de respetuoso silencio, la clase estalló en aclamaciones entusiastas.
—Escuchen todos, tenemos que ganar —continuó la voz de Heidi—. De ninguna manera Listless Pines va a ganarnos nuestra fiesta de pizza. Así que todos los clubes de la escuela necesitan cooperar para hacer publicidad a la apertura del centro comercial en toda la comunidad y para convencerla de que vaya a la inauguración en dos semanas y ¡voten por el GATO!
—¡VAMOS, GATOS! ¡VAMOS, LOBATOS!
—Cállate, Dennis —el sonido ambiente se apagó.
La clase hervía en una animada charla.
—¿Gatos? A mí me gustan los perros, pero si vamos a tener una fiesta de pizza…
—No puedo esperar a que abran el centro comercial. Escuché que habrá un Johnny Blaze Stake Buffet con una barra completa de mostaza latveriana.
—Listless Pines apesta a caño.
—¡Oh, cielos! En este momento pizza se oye taaan bien. Mi mamá me hizo un licuado de col rizada para desayunar.
Doreen miró ansiosa a la maestra, estaba segura de que en cualquier momento lanzaría un grito furioso. Pero la señora Schweinbein se hallaba apoyada en su escritorio, sonriendo satisfecha.
—Son realmente buenas noticias —dijo la señora Schweinbein—. Gatos y perros, ¿qué es mejor? Los dos, si me lo preguntan, porque ambos pertenecen al mayor reino de la Tierra: el reino animal. Pero, habiendo pizza en juego, naturalmente nos uniremos al equipo gato. Durante la campaña, divídanse en grupos y busquen maneras de promover el voto por el gato —se frotó las manos—. Me encantan las fiestas de pizza.
Doreen sintió que su celular vibraba y le echó una mirada. Heidi había enviado un mensaje al grupo de Vigilantes Ardilla. Vio que Janessa y Vin también sacaban sus celulares.
HEIDI
Okey, Vigilantes Ardilla, ¿escucharon las novedades? ¿Están preparados?
LUCY
En clase de matemáticas todos parecen hambrientos.
DENNIS
Yo estoy hambriento. Solo he comido una barra de dulce.
HEIDI
Déjate de quejar de tu estúpida barra de dulce, Dennis.
ANA SOFÍA
Este es el grupo de mensajes oficial de los Vigilantes Ardilla, no estoy segura de que la inauguración del centro comercial venga al caso.
HEIDI
Las apuestas califican. Los Vigilantes Ardilla combaten a los malos y ahora los malos son los de Listless Pines.
VIN
Tal vez deberíamos hacerle caso a Ana Sofía.
ANTONIO
En la secundaria también nos dieron el aviso, y el Club Skunk es superpoderoso para derrotar a los de Listless Pines.
JACKSON
¡¡FIESTA DE PIZZA!!
HEIDI
De cualquier forma, los gatos son los mejores, solo tenemos que hacer que todos en el pueblo voten por los gatos y ganaremos.
DENNIS
¿Yo no debería apoyar a los perros por ser un chico?
JANESSA
¿De qué hablas, Dennis?
DENNIS
Los perros son chicos, y los gatos, chicas. Es solo ciencia.
JANESSA
¿DE QUÉ HABLAS, DENNIS?
LANESSA
Por eso me encanta esto, ¡al fin algo por lo que luchar!
DOREEN
¿Algo por lo que luchar? ¿La justicia no es suficiente?
LUCY
Ja, ja, Doreen, eres superchistosa.
ANA SOFÍA
No sabía que estaban todos descontentos.
BARÓN
En otras épocas era tiempo de los cuentos del bardo, pero últimamente los bardos están en silencio porque nosotros, los nobles guerreros, no hacemos nada sino ver y esperar.
VIN
Lo que quiere decir es que no estamos haciendo nada interesante.
DUQUESA
Es cierto. Añoramos la aventura de un tiempo.
HEIDI
Sip, sin ofensa a Squirrel Girl, sigo pensando que es lo máximo, pero desde que limpiamos Shady Oaks no pasa nada emocionante.
JACKSON
¡¡FIESTA DE PIZZA!!
ANTONIO
¡¡FIESTA DE PIZZA!!
Toda esa conversación estaba haciendo que Doreen se sintiera un poco mal, casi como si los cuatro sándwiches de mantequilla de cacahuate del desayuno le hubieran caído pesados.
—Doreen —dijo de pronto la señora Schweinbein inclinándose sobre el escritorio—. Dije específicamente que formaran grupos. En la clase. No que jugaran jueguitos en el celular o que googlearan a sus estrellas favoritas.
Doreen miró a izquierda y a derecha, a Vin, a Janessa y otros, que también estaban en sus celulares y la maestra no parecía verlos. O no le importaba.
—Pero ellos… —comenzó a decir Doreen.
—¿Qué? —exclamó la señora Schweinbein—. ¿Ellos qué? ¿Trabajan duro? ¿No insultan a su maestra?15
La cola de Doreen vibró. Su pierna se sacudió, cansada de estar sin moverse. Todos los que no estaban en sus celulares ya habían hecho grupos y se encontraban en medio de acaloradas discusiones. Se había quedado sin grupo.
Dio un salto y se dirigió al fondo del salón.
—Oigan —dijo—, me uno a su grupo.
—Es un poco tarde para eso —respondió un chico.
Doreen se dirigió a otro.
—Oigan, compañeros de la secundaria. Siento llegar tarde. ¿Cuál es nuestro plan para dominar este misterioso reto del centro comercial?
—Mmm, ya tenemos nuestro grupo formado —replicó una niña.
—Nones —fue la respuesta de un miembro de un tercer grupo.
Doreen volvió a su escritorio y se sentó.
«Honestamente», pensó, «es mejor enfrentarme a un supervillano o a un ejército de droides que a un salón de secundaria».
Se frotó la cabeza, que sentía que estaba expuesta sin su capucha con orejas. Movió la mano hasta la cintura para sacar unas nueces, pero no llevaba su cinturón de herramientas. Allí solo era Doreen Green y, en este momento, Doreen Green no tenía muchas ganas de nada.
NOTAS
12 Dejé a mis primeros amigos ardillas en California. ¡NUNCA TE OLVIDARÉ, MONKEY JOE!