INTRODUCCIÓN

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Razones de una decisión

 

Nunca me he sentido obligado por Dios a hacer lo que no quiero hacer. Siempre me he considerado libre y he tenido la claridad de que nadie puede tomar por mí las decisiones fundamentales de mi vida. Por eso no me ha dado miedo lanzarme a romper esquemas. Creo en la creatividad y en la posibilidad de repensar las cosas y comprender la realidad de una manera diferente de como lo hace el común de las personas. Es más, sospecho de las ideas que son aceptadas por la mayoría y tienen el respaldo de “todos”. Recordemos que, según los relatos de la Pasión, la mayoría del pueblo estaba de acuerdo en crucificar a Jesús.

Yo me siento dueño de mi vida. Sé que el Creador me la ha dado para vivirla en libertad y de acuerdo con mis propias convicciones. Por eso siempre me responsabilizo de mis actos. No soy sordo a las opiniones de los otros, pero me siento en libertad para ser yo quien define y decide. Me guían mi comunicación constante con Dios y los valores éticos, firmes e intensos que he cultivado durante toda mi vida. Procuro pensar antes de actuar y ser lo más proactivo posible con mis decisiones. Soy de los que mastica las cosas una y otra vez y macera bien sus ideas antes de compartirlas o de lanzarse a llevarlas a cabo. Soy consciente de que no se puede vivir sin un norte, sin una razón, sin un sentido, y por eso siempre tengo argumentos que defienden mis decisiones y mis acciones.

Por eso, cuando decidí pedir la dispensa de las promesas sacerdotales y comenzar a vivir mi vida de otra manera, nunca pensé que tuviera que explicar mi elección tan detalladamente a nadie. Creí que bastaba con exponer mis razones y dialogar con mis padres, mis superiores y otros a quienes mi decisión competía. Estaba seguro de que todos comprenderían que la vida es de cada uno y que hay decisiones que son individuales e intransferibles. Sabía que tenía un rol público, pero también comprendía que mi decisión formaba parte de mi fuero interno. Al fin y al cabo el único que vive las consecuencias directas de cualquier decisión que tomo soy yo mismo.

Pero me equivoqué. Cientos de personas de todas partes y por todos los medios me han exigido explicaciones. Me han cuestionado e interrogado con avidez. Hay quienes están interesados genuinamente en mí y quieren comprender lo que estoy viviendo, y hay quienes buscan afianzar sus preconcepciones sobre mí y justificarlas. También hay quienes me interrogan movidos por el morbo y quienes me señalan como si tuvieran cierto derecho sobre mi vida, simplemente porque alguna vez nos encontramos en alguna celebración de la fe.

Por eso he decidido escribir este libro. Aquí están consignadas todas las razones que me motivaron a tomar la decisión de retirarme del ministerio. Con serenidad y sencillez, quiero compartir qué fue lo que me llevó a decir: “Quiero vivir mi vida de otra manera”. Porque mis razones van mucho más allá del “me mamé de la soledad”, esa expresión fuerte que utilicé en su momento y que tantas personas malinterpretaron.

En los días posteriores a la noticia de mi retiro, recibí tantos mensajes, tantas preguntas y tantas opiniones, que me sentí motivado a escribir este texto. Al principio tuve temor de hacerlo. No quería que nadie dijera que soy un orgulloso por exponer mis razones más personales o que quiero hacer de mi decisión un motivo de figuración. Pero después pensé que eso lo iban a decir así guardara silencio y concluí que lo mejor era expresar lo que tengo por dentro. Es mejor hablar que callar, reflexioné. Por lo menos en este caso.

Este libro es entonces una explicación para todas aquellas personas interesadas en conocer los detalles de mi decisión. En ningún momento es una justificación. Lo he escrito con total libertad y desde la honestidad y la autenticidad que quiero me caracterice siempre.

No me avergüenzo de nada. No he engañado a nadie y no he vendido una imagen distinta a lo que soy. Los que me han visto y escuchado saben a qué atenerse conmigo. No tengo dobles discursos ni me escondo detrás del burladero cuando el toro de las críticas sale al ruedo. Trato de ser transparente con todas las virtudes y carencias que tengo. Sé que muchos se molestan porque no escondo mis defectos, pero pienso que debo ser claro y frentero en mi vida. Estoy donde quiero y siento que puedo estar, de que mis palabras dicen lo que hay en mi corazón. Nunca prediqué lo que no estaba esforzándome por vivir, aunque eso no significa que siempre lo hubiera logrado.

Al día siguiente de hacerse pública la decisión, un antiguo alumno mío y compañero de batallas, Fredy Cantillo, escribió esto:

Ayer Alberto Linero me enseñó que, sin importar la edad, podemos cambiar la vida y empezar a construir la felicidad cuando queramos. Me enseñó que lo que importa es mi vida, aunque se me venga el mundo encima. Me enseñó que debo tener fuerza y coraje para romper mis propios patrones mentales. Me enseñó que la vida se asume con valentía y que no hay que temerle a nada, aunque tenga miedo. Me enseñó que todos somos vulnerables, pero que hay que mantenerse firme en medio de las pruebas. Me enseñó que cuando todo nos cansa y nos aburre, podemos decir: ¡BASTA, esta no es la vida que yo quiero! Me enseñó que podemos virar el barco cuántas veces queramos.

Ese texto me motivó a incluir en este libro algunas reflexiones que pudieran ayudarle a otros seres humanos a entender que siempre se puede cambiar de rumbo, que siempre podemos reinventarnos. Por eso, además de mis explicaciones personales, en estas páginas he consignado algunos pensamientos en torno a la posibilidad de empezar de nuevo y vivir la vida de otra manera.

Así, este texto está escrito en dos tonos: uno autobiográfico, que resume mis razones personales para comenzar una vida nueva, y otro un tanto más filosófico, que comparte reflexiones aplicables a la cotidianidad de todos. Así que este libro puede ser leído por cualquiera. Y especialmente por todo aquel que, teniendo cerebro y corazón, quiera rein ventarse o necesite fuerzas para decir: “¡Basta, puedo hacerlo de otra manera!”.

Los cuatro capítulos del libro responden a esa lógica.

En el primero, me refiero a las bondades de las crisis existenciales, tratando de desmontar la idea de que las crisis son sinónimo de desgracia y mostrando que en cada una de ellas hay oportunidades y posibilidades que no podemos despreciar.

En el segundo hablo de la gratitud como único camino para dejar atrás lo pasado y seguir adelante. No se puede iniciar una nueva vida renegando del camino que nos trajo hasta aquí.

En el tercer capítulo hablo de cómo diseñar una vida nueva. Para ello hay que tener claro qué es lo que se quiere vivir, cuáles son exactamente los cambios que hay que hacer y qué consecuencias posibles estos pueden traernos. No se puede salir hacia delante sin saber para dónde se va; eso sería desperdiciar la oportunidad que la vida nos da para empezar de nuevo.

En el cuarto capítulo comparto lo que es lanzarse y aventurarse en el mar de la novedad. Para hacerlo hay que ser conscientes de la fragilidad de todo proyecto y echar mano de las fortalezas para seguir adelante. Una nueva vida se tiene que iniciar con emoción, ánimo, alegría y mucha firmeza.

Además, escribo una carta dirigida a cada lector de este libro, invitándolo personalmente a vivir la vida plenamente, a construir sus proyectos cimentándolos en sus valores fundamentales y a buscar aportar a la sociedad desde lo que mejor sepan hacer.

Plasmar mis ideas en este texto no ha sido tarea fácil, como tampoco lo fue tomar la decisión que me ha llevado a vivir la vida de otra manera. Por eso espero de corazón que estas reflexiones despierten en cada lector sus propias preguntas y lo motiven a tomar sus propias decisiones para convertirse en la mejor versión de sí mismo.

Que estas páginas te ayuden, amigo lector, a seguir creciendo como un ser humano dinámico que no tiene miedo de iniciar la vida una y otra vez.