

Nunca aliento el engaño y la falsedad,
especialmente si tiene mala memoria, es el peor
enemigo que un hombre puede tener.
El hecho es que la verdad es tu mejor aliado,
en cualquier circunstancia.
ABRAHAM LINCOLN
El término psicópata comenzó a utilizarse mucho más en la década de los sesenta del siglo pasado, aunque el primer libro sobre el tema se escribió ya en 1941. Por esa época se publicó The Mask of Sanity (La máscara de la cordura) de Hervey Cleckley. El propio concepto de psicópata se ha acuñado y debatido durante décadas, y no es mi intención emplear más palabras de las estrictamente necesarias para explicar el motivo. Me limito a constatar que el término ha sido ampliamente aceptado aunque, a veces, se emplea de manera incorrecta. Muchos llaman a la gente que sencillamente no les gusta «ese asqueroso psicópata o tarado», pero con eso están simplificando mucho las cosas. Lo cual ha supuesto, lamentablemente, que el término psicópata haya quedado bastante diluido, y que a veces nos olvidemos de que los psicópatas existen en la realidad. El concepto mismo de psicópata se consideraba en Suecia en la década de los setenta estigmatizador, por lo que se eligió en su lugar la denominación «personas que requieren cuidados especiales». Esto, como demostraré más adelante, fue una auténtica tontería, de modo que en 1980 volvieron a llamar a los psicópatas por su nombre adecuado. Constantemente se hacen intentos de emplear eufemismos modernos, pero sería peligroso tratar de ocultar este comportamiento detrás de una expresión que nadie entiende. Yo he decidido usar en todo el libro el término psicópatas.
Los psicópatas son, sin duda, un peligro para los demás y, en general, para toda la sociedad. La razón es que son lobos vestidos con piel de ponis. (Lo del lobo con piel de cordero está un poco manido, ¿no te parece?)
Existe una lista elaborada por uno de los más reputados investigadores en el tema. El canadiense Robert D. Hare lleva trabajando en esto desde 1960, y es sin duda un destacado experto. Ha viajado por todo el mundo e imparte conferencias sobre psicópatas desde hace casi cincuenta años. Su opinión es clara y rotunda: los psicópatas existen, y son muchos más de lo que percibe la mayoría de las personas.
La psicopatía es, cuando menos, tan frecuente como, por ejemplo, la esquizofrenia. La diferencia es que los psicópatas causan problemas mucho peores que las personas con esquizofrenia. Las consecuencias de la conducta temeraria de los psicópatas son considerables. En mi opinión son los responsables de una serie de negocios empresariales muy arriesgados, estafas, fraudes, timos, robos, crimen organizado y narcotráfico. Pero además son los responsables del enorme sufrimiento provocado por una serie interminable de guerras violentas, montones de asesinatos y abusos, violaciones, pedofilia, maltrato infantil, torturas y trata de seres humanos.
Además, personalmente estoy convencido de que hay muchos psicópatas en posiciones de poder, en los gobiernos de gran cantidad de países, en todas las partes del mundo. Sin duda, también en lo más alto de la graduación militar. Para los psicópatas, el estatus y el poder son de suma importancia y, si pueden llegar a la cima, ¿por qué no intentarlo?
La inmensa mayoría de los psicópatas no cometen crímenes manifiestos, sino que se mueven entre nosotros y viven como todos los demás tras una máscara de normalidad. Y eso que ni siquiera hemos mentado a los individuos que hacen creer a millones de personas que están en contacto directo con seres superiores que nos castigarán a todos si no obedecemos a sus mensajeros. Piensa que en el pasado las personas tenían que enterrar vivos a sus hijos bajo los cimientos de su casa para complacer a los dioses. Si esto no es manipulación, entonces no sé lo que es.
¡Conspiracionismo!, puede que grite ahora alguien. Empiezas a hablar como un teórico de la conspiración. Entiendo tus motivos, pero continúa leyendo a ver qué opinas después de unas doscientas páginas.
Si no has dedicado mucho tiempo a reflexionar sobre el término psicópatas, probablemente te quedarás pensativo. ¿Tantas personas con un comportamiento tan engañoso? ¿Es posible? Por otro lado, eso explica otras cosas sobre las que tú probablemente ya has pensado. ¡No es de extrañar que el mundo esté como está!
Mira a tu alrededor. Hacía tiempo que no vivíamos momentos tan inquietantes como los actuales.
1. Locuacidad/encanto superficial 2. Enorme (exageradamente alta) estima de sí mismo 3. Ausencia de remordimiento y de sentimiento de culpa 4. Falta de empatía 5. Mentira patológica 6. Capacidad para embaucar y manipular 7. Escasa profundidad de los afectos 8. Impulsividad 9. Falta de control sobre la propia conducta 10. Necesidad de estímulos/tendencia al aburrimiento |
11. Falta de responsabilidad 12. Problemas tempranos de conducta 13. Comportamiento antisocial en la edad adulta 14. Estilo de vida parásito 15. Promiscuidad 16. Carencia de metas a largo plazo 17. Incapacidad para aceptar la responsabilidad de los propios actos 18. Delincuencia juvenil 19. Incumplimiento de la libertad condicional 20. Versatilidad criminal |
Existe mucha documentación para quienes quieran saberlo todo sobre este tipo de trastorno de personalidad, y al final del libro he recogido una lista de referencias bibliográficas por si quieres profundizar en el tema. Lo que quiero es darte conocimientos suficientes para que puedas saber cuándo estás expuesto a una persona —puede ser una o más— con rasgos psicopáticos y, sobre todo, darte a conocer lo que puedes hacer para protegerte.
Aunque no seas un cordero, o un poni, el día que los lobos invadan el prado debes ser realista acerca de tus posibilidades de escapar indemne. Por más drástico que esto suene, la actividad de los psicópatas es diaria y tiene un único objetivo: conseguir todas las ventajas que puedan.
He aquí algunos ejemplos breves de lo que significan realmente los respectivos puntos de la lista de verificación de psicopatías.
Los psicópatas suelen tener un vocabulario increíble. Muchos de ellos hablan muy rápido y a veces cuesta seguir sus razonamientos. Parecen personas encantadoras, sonríen mucho, reparten cumplidos y se vuelven populares de una forma casi ridículamente simple: halagando a todo el que se encuentran. A pesar de que lo que dicen a menudo es absurdo e incoherente, nos hacen creer que es verdad.
Se consideran a sí mismos por encima de los demás. Valen más, se merecen tener más éxito que nadie en la vida. Muchos psicópatas son narcisistas de manual; es decir, solo se aman a sí mismos. Pueden fanfarronear de éxitos reales o inventados con la misma facilidad que piden un café. Además, se consideran con derecho a estar por encima de todas las leyes… menos las suyas propias.
Los psicópatas son, en el fondo, incapaces de sentir arrepentimiento. Pueden simular arrepentimiento cuando les conviene, pero nunca en coherencia con sus actos. Hacer daño a otras personas les trae sin cuidado. No importa si se trata de su peor enemigo o de sus propios hijos. Solo ellos mismos importan.
El psicópata sabe que tú sientes algo, pero no le interesa saber qué es. Puede observar a una persona gravemente herida y pensar que es algo interesante, pero no le conmueve lo más mínimo. Y la mayoría de los psicópatas quiere que sea así. Se sienten orgullosos por no haber sufrido un «trastorno empático de la personalidad», porque eso hace que sea más fácil abusar o engañar.
Mentir es como respirar. No requiere ningún esfuerzo en absoluto. Si a un psicópata lo pillan en una mentira no se avergüenza lo más mínimo. Da inmediatamente la vuelta a las cosas y asegura que él nunca ha dicho eso. Que solo ha sido un malentendido. Mienten incluso cuando ni siquiera tienen motivos para hacerlo, porque les parece divertido engañar a la gente.
Los psicópatas advierten las debilidades de la gente de una manera tremendamente sencilla. Y enseguida vuelven esas debilidades en contra de su víctima con el fin de embaucarla o engañarla. Pisotear a los demás forma parte de su naturaleza. El psicópata es del todo indiferente a los sentimientos de la gente, lo que le convierte en un manipulador. Habida cuenta de que no le preocupa que lo descubran, corre grandes riesgos y se comporta con tanto descaro que nos cuesta creer que nos está engañando.
En realidad no tienen sentimientos. Ni miedo, ni temor, ni preocupación, ni angustia: nada. Su pobreza emocional es total. Sin embargo, no deben darnos ninguna pena estas personas, ya que por lo general están muy satisfechos de no sentir nada cuando intrigan y engañan. No obstante, ten en cuenta que el psicópata finge esos sentimientos sin ninguna dificultad.
Viven en el presente. No tienen planes de futuro. Si les surgen ganas de comer, comen. No dedican ningún tiempo a sopesar los pros y los contras. No existe el análisis de las consecuencias, ya que les hace vulnerables. Una persona normal tal vez puede entender lo que sucede si uno agrede a alguien en mitad de la calle, pero el psicópata no piensa así. Por eso también, los que tienen peor control de sus impulsos están en la cárcel.
A pesar de que exponen a las personas de su entorno a un abuso terrible, ellos mismos son muy quisquillosos. El más mínimo pisotón o comentario espontáneo, percibido como una provocación, puede desencadenar un acceso de furia violento. Si el psicópata es violento, ataca; si no es así, al que ha abierto la boca a destiempo le caerá una lluvia de improperios. Lo raro es que la ira desaparece de inmediato. Como si tuviera a su alcance un interruptor de encendido y apagado.
Necesitan sus dosis de dopamina. La emoción y las cosas excitantes son lo máximo. Si no pueden hacer locuras ellos mismos, intentan inducir a otros a que las hagan. Cuando los demás nos ponemos nerviosos al ver un coche de policía e inmediatamente controlamos nuestra velocidad, un psicópata puede muy bien desafiar a la Policía delante de sus narices. Cualquier cosa con tal de vivir una experiencia excitante.
Nunca se hacen responsables de nada. Pagar las deudas, pagar el mantenimiento de sus hijos, protegerse en caso de sexo ocasional, el psicópata está por encima de todas esas cosas. Él o ella no se preocupa de eso y suele librarse porque el mundo está lleno de personas que asumen la responsabilidad. Un auténtico psicópata ni siquiera se responsabiliza de sus propios hijos, por más que asegure que los quiere. Es capaz de dejarlos solos durante mucho tiempo sin comida ni agua.
La mayoría de los psicópatas muestra desviaciones antes de los doce años. Puede tratarse de todo, desde crueldad con los animales o con otros niños hasta robar y mentir sin despeinarse. También surgen experiencias sexuales muy tempranas y hay ejemplos de críos de doce años que han cometido una violación.
Un verdadero psicópata no se preocupa de las normas de la sociedad. Las reglas que rigen para todos nosotros no van con él. Las normas limitan las posibilidades de hacer lo que él quiere, entonces se pone sus propias reglas. A menudo esta es la causa de que algunos de ellos acaben entre rejas.
Un psicópata supone que su superioridad le da derecho a vivir a costa de los demás. Él no paga nunca una cuenta si puede conseguir que la pague otro. Aparece con frecuencia en las listas de morosos porque le aburren detalles como comprobar las fechas de pago. Nunca se hace cargo de la cuenta en el restaurante (siempre se le ha olvidado la cartera) y pide alegremente dinero prestado a la gente de su entorno sin la menor intención de devolvérselo. Si alguien se lo recrimina, entonces echa la culpa a otro.
El psicópata suele tener muchas relaciones sexuales de corta duración. Su encanto atrae a las mujeres, por lo que pocas veces le falta pareja. Además, su constante infidelidad le añade al mismo tiempo más emoción al hecho de engañar a su mujer. ¿Hasta cuándo podrá seguir saliéndose con la suya?
Cuando se vive en el presente no hacen falta planes a largo plazo. El psicópata no planifica nada, eso va totalmente en contra de su naturaleza impulsiva. Con frecuencia se convierte en una especie de nómada que cambia de pareja y de trabajo según se le antoje. Nunca mira hacia delante, ni hacia atrás. Su meta es vivir la vida a costa de los demás, y eso se hace sobre la marcha.
Cualquier cosa que haya hecho, nunca lo reconocerá. Le importa un bledo que le hayan grabado en ese momento, seguirá negándolo. Un psicópata siempre encuentra a alguien a quien echarle la culpa. Aunque entiende que ha actuado mal, señalará a un chivo expiatorio. Cargar a otro con la culpa de lo que él mismo ha hecho incluso puede llegar a parecerle divertido.
Es muy frecuente que los psicópatas hayan tenido problemas a una edad muy temprana por no respetar las leyes. Dado que la psicopatía normalmente empieza a manifestarse con claridad alrededor de los diez años, les da tiempo a liar más de una tropelía de juventud. Que un chico de quince años cometa una violación, maltratos graves, robos e incluso asesinatos, definitivamente solo puede considerarse algo anormal.
De nuevo las reglas normales no son aplicables a los psicópatas. Y los castigos tampoco les hacen mella. No reaccionan ante las amenazas o las consecuencias, porque carecen de pensamiento reflexivo. Eso significa básicamente que hacen lo que quieren cuando salen de la cárcel en libertad condicional.
Mientras que muchos otros delincuentes se especializan en algo concreto: robo de transportes de dinero, hurtos a personas, maltrato o, quizá, tráfico de drogas, el psicópata es bastante más versátil. En este sentido es curioso y lo prueba todo.
La lista tiene veinte puntos, y dependiendo de la gravedad de la perturbación se puede obtener diferente puntuación. Por ejemplo, si la persona a la que observamos nunca muestra ningún signo de narcisismo se le dan cero puntos. En cambio, si manifiesta signos claros de narcisismo de vez en cuando, entonces se le da un punto. Sin embargo, si este rasgo de personalidad se manifiesta en todo momento se le darán dos puntos. Eso significa que la puntuación máxima basada en esta lista puede ser de 40 puntos. Psicópatas conocidos como, por ejemplo, Charles Manson y algunos asesinos en serie suelen obtener entre 35 y 40 puntos, pero, según Robert D. Hare, ya entre los 15 y los 20 puntos hay razones de peso para andarse con cuidado. En ese caso se trata de una persona que no tiene buenas intenciones. Si te tropezaras con alguien que se inclina hacia los 30 puntos o más, definitivamente debes tomar medidas de precaución, y lo más rápido posible. Te enfrentas a un problema serio de verdad, y en el peor de los casos el psicópata será alguien que tienes demasiado cerca.
Con toda seguridad tú mismo podrás reconocerte en algunos de los puntos de la lista. ¿Te convierte eso en un psicópata? Por supuesto que no. Hay muchas personas que presentan ciertos rasgos psicopáticos, pero que no guardan relación con los demás rasgos psicopáticos, y eso no los convierte en psicópatas en sentido estricto. Pero, lógicamente, cuantos más puntos de la lista se puedan marcar, peor será para quienes estén a su alrededor.
Hay montones de personas impulsivas, muchas son encantadoras y algunas hablan por los codos. Eso no las convierte en psicópatas. Hay asesinos en serie que tampoco son psicópatas. Muchos de ellos sufren enfermedades mentales, pero eso es otra cosa muy diferente.
Los psicópatas no son psicóticos ni están mentalmente enfermos. Padecer psicosis significa que el cerebro se encuentra en un estado alterado. Este término se utiliza en psicología para referirse a un estado mental serio pero temporal. Algunas de las enfermedades que pueden causar psicosis son la esquizofrenia, el síndrome esquizoafectivo y el trastorno delirante. El trastorno bipolar y las depresiones severas pueden presentar también síntomas psicóticos.
La psicopatía, por otro lado, se caracteriza por una alteración de la personalidad; es decir, no por una alteración psíquica o enfermedad mental. Se considera que la psicopatía, en gran medida, tiene causas genéticas, pero, en ciertos casos, haber crecido en un entorno poco favorable o haber padecido anteriormente daños cerebrales también puede contribuir a ella. Una enfermedad mental significa que la persona afectada se siente tan mal interiormente que eso le causa un sufrimiento importante, psíquico, social y, tal vez, económico.
Para su entorno, un trastorno psíquico o enfermedad mental puede manifestarse de muchas maneras diferentes. Algunos trastornos mentales llevan consigo la discapacidad social, se manifiestan claramente en el comportamiento o en el habla y quizá impide al enfermo «manifestar su verdadera personalidad». El trastorno se clasifica desde el punto de vista del afectado, de las dificultades que sufre o experimenta. También se tiene en cuenta la autoconciencia y la percepción de la realidad que tiene la persona afectada. Esta es la distinción básica que debemos conocer para entender la diferencia entre psicopatía y enfermedad mental.
Un psicópata no se considera a sí mismo enfermo. En realidad, le parece que está estupendamente y se considera mentalmente estable. (Aunque puede fingir que está enfermo si eso favorece sus propósitos.) No se convirtió en psicópata porque sufriera acoso en la escuela. Tampoco es un pobre inadaptado que no sabía lo que hacía cuando te destrozó la vida. Es una persona anormal, según tu percepción y la mía, pero al mismo tiempo es completamente consciente de lo que hace. Él solo considera de sí mismo que está situado en la cadena trófica más arriba que todos los demás.
La diferencia entre un psicópata y tú y es que tú tienes sentido moral. Tienes frenos. Tienes una sensación clara de lo que está bien y lo que está mal. Y te preocupas de los demás. No quieres hacer daño a nadie de tu entorno de manera consciente. Y si lo hicieras probablemente te sentirías mal por ello. Eso es, entre otras muchas cosas, lo que hace de ti un ser humano.
El psicópata no siente nada. Hace lo que le apetece, porque parte de la base de que está en su derecho al hacerlo. Sabe que se arriesga a ir a la cárcel por algunas de sus actividades, pero eso no lo detiene. No le cabe en la cabeza pensar que puedan detenerlo. Corre el riesgo de una manera fría, y simplemente parte de la idea de que se va a librar. Si lo detienen, el psicópata casi seguro tiene un plan para acusar a otra persona de lo que él ha hecho. Podría culpar a su propio hermano sin pestañear si eso pudiera librarle a él de ir al trullo. No le afecta tu sufrimiento, no le importa si te deja con el culo al aire o si pierdes el trabajo por su culpa. Un psicópata carece de remordimientos y nunca mira atrás.
El psicópata se vale de que su apariencia es normal, y de que básicamente se comporta con normalidad. Pero lleva a cabo sus actuaciones tras fríos y deliberados cálculos. Piensa, pero no siente. Hace lo mismo que el lobo cuando quiere una oveja. La toma.
Si nunca has leído nada sobre la psicopatía real, es posible que tengas muchas dudas con todo esto; cuentas con todo mi respeto. ¿Existen realmente personas así? Por desgracia, sí.
La hipótesis que plantea Robert D. Hare es que al menos el 2 por ciento de la población en el mundo industrializado obtendría tantos puntos en la lista de comprobación de la psicopatía que debería clasificarse como psicópatas. Algunos datos posteriores (John Clarke, autor de Working with Monsters [Trabajando con monstruos]) muestran que podrían ser casi el doble, el 4 por ciento. Casi el 3 por ciento de la población masculina y entre el 0,5 y el 1 por ciento de la femenina son probablemente psicópatas. Sí, casi todo apunta a que la perturbación es más común entre los hombres. El psicólogo sueco Sigvard Lingh ha escrito varios libros muy documentados acerca de la psicopatía y su estimación ha sido desde hace tiempo de entre un 4 y un 5 por ciento de psicópatas. Pero en su último libro Vardagspsykopater (Psicópatas cotidianos) considera que, después de casi cuarenta años de estudio, tendría que aumentar ese porcentaje.
Por otro lado, la cifra también varía bastante entre las diferentes partes del mundo. Por algún motivo se considera que el porcentaje de psicópatas es más alto en Estados Unidos que en el Reino Unido, por ejemplo. Una teoría es que la sociedad estadounidense potencia los comportamientos egocéntricos más que la británica. Yo, para no exagerar, parto de una base de estimación más baja, el 2 por ciento, lo cual significaría que hay cerca de siete millones de psicópatas en lo que se conoce como la democracia más numerosa del mundo, Estados Unidos. En Suecia no nos libramos con casi doscientos mil psicópatas. Casi el mismo número de habitantes que viven en una de las ciudades más pobladas, Uppsala.
Comportamientos psicopáticos habituales los hay por todas partes. Precisamente mientras estaba escribiendo este capítulo oí hablar del siguiente ejemplo ocurrido en mi círculo de personas conocidas, más o menos cercanas:
Un señor mayor y soltero conoce a una mujer con cinco hijos adultos. Se casan, se llevan bien y él goza de una longevidad admirable. Al final, cuando muere se comprueba que era bastante rico. La mujer hereda más de diez millones de coronas y, un poco incómoda ante esta repentina riqueza, decide dividir la herencia en seis partes iguales. Una para ella y las otras cinco para sus hijos adultos. En el transcurso de tres meses, uno de sus hijos se ha hecho con la parte de la madre y la de tres de sus cuatro hermanos. La cuarta, la hermana mayor, que se mostró inmune a los psicópatas (hay un grupo excepcional de personas que realmente lo son, y es a ellas a quienes intentan aplastar con especial violencia los psicópatas para eliminar la amenaza que suponen), se niega a «prestarle» dinero a su hermano. Entonces, él la amenaza con una violencia que ninguna persona podría soportar. Pero como la hermana lo veía venir desde mucho tiempo atrás, se niega en redondo a darle ni un céntimo. Entonces él se limita a encogerse de hombros y desaparece. Nadie de la familia ha sabido más de él desde entonces y el dinero ha desaparecido del mismo modo.
Este tipo de casos no se leen en los periódicos muy a menudo. Es como con el maltrato de las mujeres. Las víctimas sienten vergüenza, lo cual hace que estos casos pocas veces salgan a la luz. Como a muchos psicópatas les gusta engañar a las personas de su entorno más próximo —las víctimas más fáciles—, permanecen sin ser denunciados. Las personas más cercanas son las más vulnerables y constituyen un menor riesgo para el frío y calculador psicópata. Seguro que ha sido culpa mía, piensan muchas víctimas. Y callan. Y el psicópata puede continuar.
Esto es muy habitual. Los psicópatas tienen un modo de vida parásito. Les gusta comer bien, pero, como he dicho en otro apartado anterior, nunca piden la cuenta en los restaurantes. Siempre te toca pagar a ti.
Lo sé. Estás pensando: ¡Es bochornoso! ¡No pagar nunca su parte! ¿Qué dirá la gente? Sí, ¿qué diría la gente? Pero ahora estás pensando como una persona normal. No sigas por ese camino. No puedes usar la lógica normal en estas situaciones. El psicópata se cree con derecho a cometer estos abusos porque se considera por encima de todos nosotros.