Capítulo I

Aproximaciones teóricas y conceptuales al área de turismo y género

1. Aproximación a la perspectiva de género: diferencia entre sexo y género

Uno de los primeros conceptos a distinguir para poder comprender el binomio turismo y género es la diferencia entre los conceptos de sexo y de género. Esta distinción y sus implicaciones han sido objeto de debate y de múltiples teorías en las ciencias sociales. Habitualmente, ninguno de nosotros piensa en esta diferencia y en qué significa, ya que atañe a comportamientos naturales que realizamos rutinariamente en nuestra actividad diaria (Marchbank y Letherby, 2007). Sin embargo, dicha distinción es la base de las diferentes trayectorias vitales y de buena parte de las desigualdades entre hombres y mujeres, por lo que tiene una importancia vital.

1.1. Los conceptos de sexo y género

La separación por sexos está presente continuamente en nuestra sociedad, por ejemplo, cuando completamos una encuesta o rellenamos un papel oficial, cuando viajamos, en el momento en el que empezamos a buscar un trabajo o cuando vamos a comprar a un gran almacén (Marchbank y Letherby, 2007).
Durante muchos siglos, la diferenciación por sexos en la sociedad ha servido como una forma de dividir genéricamente el «trabajo» entre hombres y mujeres (los hombres han sido los cazadores; las mujeres las cuidadoras del hogar), y para ello se ha utilizado la argumentación de su diferente condición biológica (fuerza y valentía para los hombres; sensibilidad y cuidados para la mujer) para asignar diferentes actividades a cada uno de ellos. La argumentación de su diferente papel en la sociedad basada en su condición biológica fue muy criticada como fuente de desigualdad por los movimientos feministas (Marchbank y Letherby, 2007), por lo que comenzaron a distinguir entre el concepto de sexo y el de género. Pero ¿qué se entiende por cada uno de estos términos?
El sexo se refiere a las características biológicas y anatómicas del cuerpo humano que permiten dividir el mundo en hombres y mujeres. En contraposición, el término género se emplea para definir la elaboración social que divide lo que se considera femenino y masculino. Por tanto, género es una construcción socialmente establecida que se refiere a una «forma de ser» en sociedad, que incluye un tipo de carácter o personalidad, unas creencias, unos valores, unos comportamientos y unas actitudes distintas para el hombre y la mujer (Benería y Roldán, 1992; Castaño, 1999). De esta forma, todas las personas aprenden a comportarse en función de su género, crean y recrean el mismo en las interacciones diarias, siguiendo las ideas normativas y las actitudes socialmente asignadas para cada sexo (hombres y mujeres) (West y Zimmerman, 1987 y 1998). En consecuencia, según West y Zimmerman (1987, 1998), el género se compone de la propia autodefinición individual del mismo, que ha sido aprendida socialmente, de las expectativas de los demás y de las expectativas culturales que implican cómo debe ser nuestro comportamiento en el contexto de una interacción.
Por ejemplo:
Es en este tipo de comportamientos, pero también en las actitudes, los valores y las creencias, en lo que consiste la construcción cultural y social del género femenino o del género masculino.
Género como construcción social
Un buen ejemplo para analizar cómo se construye socialmente el género es la película Tomboy. En la película se evidencia cómo una niña «construye» su género en la interacción con otros y cómo experimenta su nueva identidad a través de nuevos comportamientos, valores, actitudes y personalidad al margen de su sexo biológico.
Sinopsis: «Tras instalarse con su familia en un barrio de las afueras de París, Laure, una niña de diez años, aprovecha su aspecto y su corte de pelo para hacerse pasar por un chico. En su papel de "Michael", se verá inmersa en situaciones comprometidas; y Lisa, una chica de su nuevo grupo de amigos, se siente atraída por ella».

1.2. Roles y estereotipos de género

De esta forma, surgen los roles de género o estereotipos de género que resumen las representaciones culturales (Colás Bravo y Villaciervos Moreno, 2007) de lo que se espera de una mujer y de un hombre. A partir de ellos, los sujetos construyen su propia existencia interiorizando los códigos y las señas de identidad concebidos y consensuados culturalmente (Colás Bravo y Villaciervos Moreno, 2007) y mantenidos a través de la admiración o la reprobación de los otros (Eagly, Wood y Johannesen-Schmidt, 2004).
El estereotipo ideal de mujer corresponde a una mujer atractiva, guapa, dulce, amable, extrovertida, comunicativa, sentimental, tierna, cuidadora, responsable de los demás, astuta e irreflexiva; y el del hombre se corresponde con el liderazgo, el poder, la fortaleza, la racionalidad, la habilidad técnica, el conocimiento, la insensibilidad, la capacidad para ser el proveedor familiar, la competitividad, la autoconfianza y el riesgo (Colás Bravo y Villaciervos Moreno, 2007; Godoy y Mladinic, 2009).
Estos estereotipos marcan la división de la sociedad, ya que asignan una función o un rol distinto en la misma dependiendo del sexo. Según Eagly y otros (2004), se produce una correspondencia entre los roles asignados y las características que se consideran propias de las personas (sesgo de correspondencia) (Godoy y Mladinic, 2009). De esta forma, la asignación de los roles familiares (labores domésticas y familiares) a las mujeres está relacionada con su presunta mayor capacidad para el cuidado, la amabilidad y la sensibilidad, mientras que a los hombres se les asigna el papel del proveedor familiar por sus rasgos asociados a la autonomía o a la dominación, el poder. Eagly y otros (2004), utilizando la denominación previa de Bakan, llaman «comunales» (en conexión con otros) a los rasgos femeninos y «agénticos» (autoconfianza) a los masculinos (Godoy y Mladinic, 2009).
Por tanto, los estereotipos y los roles de género marcan definitivamente la trayectoria personal, familiar y profesional a lo largo de la vida de las mujeres y de los hombres.
Estereotipos de género a través de los juguetes
Una forma de socializar y aprender los diferentes estereotipos asignados a cada sexo es por medio de la elección de los juguetes. En los siguientes enlaces se pueden observar diferentes investigaciones y perspectivas que sirven de reflexión sobre este asunto:
- En el siguiente enlace se puede ver la investigación «A scientific guide to navigating the world of gendered toys without screwing up your kid», que analiza la importancia de la elección de los juguetes a la hora de socializar en los estereotipos de género: http://qz.com/738205/a-scientific-guide-to-navigating-the-world-of-gendered-toys-without-screwing-up-your-kid/.
- «Estereotipos de género: los juguetes»: http://www.vix.com/es/i mj/familia/5092/estereotipos-de-genero-los-juguetes.
- «20 Fotos de niños y niñas que desafían los estereotipos que los juguetes establecen»: https://www.okchicas.com/curiosidades/fotos-ninos-ninas-desafian-estereotipos-juguetes/.
- Interesante guía para elegir juguetes no estereotipados para las mujeres: «Girl's Holiday Gift Guide»: http://www.amightygirl.com/holiday-guide.

1.3. Modelo conceptual: el género como factor estructurador

Como se ha visto, el género es una elaboración socialmente construida que marca los roles, los estereotipos, las creencias, los valores, etc., pero también las responsabilidades y las oportunidades. Pero:
Un modelo especialmente clave para entender el género como un factor estructurador es el desarrollado por Barbara Risman (2004) (Gender as Structure), en el que confluyen algunas de las teorías previas existentes y que facilita una visión holística del concepto. Algunos acercamientos previos se han centrado en una o dos dimensiones. El interés de esta perspectiva es que aporta una visión más completa, con tres niveles.
En su acercamiento esta autora considera que:
«[...] el propio género tiene que ser considerado como una propiedad estructural para la sociedad. No se manifiesta solo en las personalidades del individuo, o en las reglas culturales u otras instituciones. El género está profundamente arraigado como base para la estratificación, la diferenciación de oportunidades y restricciones.»
B. J. Risman (1998). Gender Vertigo: American Families in Transition (pág. 296). New Haven: Yale University Press.
De esta forma, las mujeres y los hombres son «coaccionados» a asumir roles sociales diferenciales y, en función de ellos, como ya hemos visto, eligen sus caminos de género distintos que les influyen en su vida de forma global, incluso en cuestiones que podrían considerarse de elección personal o individual.
Esta diferenciación tiene consecuencias a tres niveles (figura 1): a nivel individual, a nivel interaccional y a nivel institucional. Según Risman, estos tres niveles están interrelacionados y no puede considerarse que uno sea más importante que el otro en la configuración del género.

Figura 1. Modelo género como factor estructurador (gender as a structure)

Fuente: B. J. Risman; G. Davis (2013). «From sex roles to gender structure». Current Sociology.

1) Nivel individual
Se encuentra el desarrollo de la propia concepción del yo como perteneciente a un género u otro. Es la forma en la que nos configuramos y desarrollamos como mujeres u hombres: conforma nuestra personalidad, nuestro yo individual femenino o masculino, en función del cual asumimos comportamientos, valores, creencias y preferencias distintas y tomamos decisiones (por ejemplo, la educación o el tipo de trabajo posterior). Risman entiende que dichas elecciones no son libres y son realizadas conforme a los estereotipos de género. Este aprendizaje se realiza mediante los procesos de socialización principalmente por la familia y el entorno, el grupo de iguales o el colegio, pero también mediante los medios de comunicación (cine, televisión, radio, etc.). Los padres son uno de los principales reproductores de los patrones y roles de género, no solo por su figura como referente para la imitación, sino también como transmisores de los valores y comportamientos acordes a cada sexo. Por eso, es tan importante cuál sea su actitud y su conducta. Los medios de comunicación son también un factor clave, ya que ayudan a reforzar los estereotipos de género y permiten que emerjan iconos a seguir.
Los medios de comunicación representan y perpetúan los estereotipos de género
Conscientes de la importancia que tienen los medios de comunicación como agentes de socialización, el Instituto de la Mujer puso en marcha un Observatorio de la Imagen de las Mujeres en el año 1994 con el objetivo de «analizar la representación de las mujeres en la publicidad y en los medios de comunicación, ver cuáles son los roles más significativos que se les atribuyen y, en el caso de que estos sean sexistas, realizar acciones que contribuyan a suprimir las imágenes estereotipadas». Su página web es la siguiente: http://www.inmujer.gob.es/observatorios/observImg/home.htm.
Durante los últimos años ha posibilitado la denuncia de contenidos sexistas, consiguiendo en algunos casos la retirada de anuncios publicitarios. Por ejemplo, durante el año 2014 se registraron un total de 799 quejas, lo que supuso un incremento del 41,6 % con respecto al año 2013; el 48,5 % de ellas estuvieron relacionadas con la imagen de la mujer en la publicidad, y el resto (51,4 %) con otros medios de comunicación. En su página web se pueden visualizar las campañas denunciadas.
2) Nivel interaccional
Los hombres y las mujeres deben comportarse en la interacción con los otros como se espera en función de su sexo, incluso cuando ocupan idénticas posiciones estructurales (Risman, 1998) como, por ejemplo, una posición de liderazgo o responsabilidad. Es lo que Eagly y Wood (2004) calificaron como «expectativas de roles de género» (Risman, 1998), y lo que West y Zimmerman (1987, 1998) conceptualizaron como doing gender. Este «haciendo género» se establece continuamente en las interacciones diarias a través de los códigos normativos de conducta asignados a cada sexo. Risman (1998) utiliza un ejemplo muy clarificador en el que explica cómo una persona que cambia quirúrgicamente de sexo, de hombre a mujer, debe aprender a interaccionar con otros en su nueva asignación. Ejemplifica una situación cotidiana en la que esta persona, después de haber tenido una cita con un hombre, debe esperar a que su acompañante (hombre) le abra caballerosamente la puerta del coche para bajarse del mismo, «reprimiendo» su impulso inicial de salir sin más.
 
3) Nivel institucional
Explica cómo la estructura social, cultural y organizativa, reproduce las diferencias de género (división del trabajo, jerarquías, poder) dividiendo las instituciones y la sociedad en función del mismo. Los componentes del nivel institucional están relacionados con el mantenimiento del poder y los recursos principalmente por parte de los hombres, lo que implica la aparición de la brecha salarial, la segregación por sectores y ocupaciones, las diferencias contractuales, el techo de cristal, entre otros aspectos. Si nos centramos en las organizaciones, Acker (1990) considera que estas están estructuradas en función del género y sus procesos internos no son neutrales. Acker (1990) identificó cuatro formas en las que se perpetúa el género en las organizaciones:
El trabajo a tiempo parcial en las mujeres
Risman (1998, pág. 43) ilustra la aplicación de su modelo con un ejemplo sobre el trabajo a tiempo parcial en las mujeres.
Desde el punto de vista institucional-organizativo, el trabajador ideal es aquel que trabaja largas horas, sin flexibilidad, y que antepone su trabajo a la familia. Este arquetipo es mayoritariamente masculino por la imposibilidad de compatibilizar vida familiar-laboral. Cuando en una pareja se plantea la posibilidad de tener hijos, es siempre la mujer la que opta bien por retirarse del mercado laboral bien por trabajar a tiempo parcial, porque es a ella a la que se asocia con el rol familiar (nivel individual). Y precisamente esta misma elección, que en la pareja toma forma de decisión personal e individual, recrea y reproduce la estratificación y desigualdad por género tanto en su propio matrimonio (nivel interaccional) como en el sector económico (nivel institucional) al que pertenece.

2. Aproximación a las teorías de género

Como se ha visto, una de las primeras consecuencias de los movimientos feministas fue la de ayudar a distinguir entre los conceptos de sexo y género. Obviamente, su movilización no se limitó solo a eso. En un sentido más amplio, los movimientos feministas occidentales han ayudado a visibilizar y a mejorar la posición de la mujer en la sociedad articulándose como «un conjunto coherente de reivindicaciones» a través de un movimiento organizativo para conseguirlas, y fruto del desarrollo tanto de un marco teórico como práctico (De Miguel, 2005). Pese a que se pueden encontrar reivindicaciones individuales ya en la edad media, el feminismo actual surge en la segunda mitad el siglo xviii, pero se extiende como movimiento colectivo a lo largo del siglo xix (Barba Pan, 2016). De esta forma, como se ha dicho, las diferencias conceptuales entre sexo y género se profundizan en las décadas de 1960, 1970 y 1980 con el surgimiento de una teoría feminista que ha ido separándose de la visión reduccionista de la división binaria y sexual de la sociedad hacia movimientos que propugnan la igualdad de la mujer y/o la diversidad sexual. A continuación, se resumen cuáles han sido los principales hitos del movimiento feminista.

¿Qué es feminismo?

Mujeres en red (2008) ofrece esta definición:
«El feminismo es un movimiento social y político que se inicia formalmente a finales del siglo xviii –aunque sin adoptar todavía esta denominación– y que supone la toma de conciencia de las mujeres como grupo o colectivo humano, de la opresión, dominación, y explotación de que han sido y son objeto por parte del colectivo de varones en el seno del patriarcado bajo sus distintas fases históricas de modelo de producción, lo cual las mueve a la acción para la liberación de su sexo con todas las transformaciones de la sociedad que aquella requiera.»
Es también muy oportuna la lectura de este artículo sobre los mitos negativos sobre lo que significa el feminismo:
M. Barba Pan (2016). «Desmontando 10 falsos mitos sobre el feminismo».

2.1. Historia del movimiento feminista

Se puede hablar de cuatro grandes olas o etapas del movimiento feminista (De Miguel, 2005; Barba Pan, 2016).[1] No obstante, algunos textos dividen estos períodos en solo tres olas dejando fuera al feminismo premoderno. Sin embargo, a efectos didácticos adoptaremos la clasificación en cuatro grandes etapas. Siguiendo a De Miguel (2005), serían las siguientes:
Realizado el análisis cronológico-temporal de las diferentes olas en el movimiento feminista, se explicará a continuación cuáles son las aproximaciones teóricas que acompañan este movimiento.

2.2. Aproximaciones teóricas contemporáneas al concepto de género

Como se ha visto, buena parte de la base de las corrientes feministas aparece con los movimientos sufragistas que reivindicaban la igualdad de las mujeres a todos los niveles, pero especialmente mediante su participación y su reconocimiento como ciudadanas de pleno derecho. Posteriormente, irán surgiendo diferentes movimientos feministas con distintas aproximaciones y posicionamientos teóricos.
De forma muy sintética, según Aguilar (2008), se puede hablar de dos corrientes o enfoques en la historia del feminismo: el determinismo biológico y el constructivismo social. El primero se apoya en las diferencias entre sexos por sus condicionantes biológicos y la existencia de diferencias psicológicas, y a partir de este supuesto defiende la igualdad de la mujer. El segundo rechaza la base biológica de las diferencias y considera que el género es un constructo social, y es partir de esta concepción desde la que reivindica la igualdad de la mujer. El feminismo de la diferencia se enmarca en el primer postulado, mientras que el feminismo radical lo hace en el segundo. A continuación se explican estos dos grandes movimientos y, finalmente, se exponen los fundamentos teóricos del movimiento queer para ilustrar alguna de las corrientes surgidas en la cuarta ola.

2.2.1. El feminismo de la diferencia

Surge en los años setenta en Francia y sus autores más representativos son Lyotard (Aguilar, 2008), Luce Irigaray y Annie Leclerc (Francia), Carla Lonzi (Italia; debate de la Librería de Mujeres de Milán) y Victoria Sendón de León (España) (Barba Pan, 2016).
Se enmarca dentro del determinismo biológico, por lo que acepta y reconoce las diferencias entre hombres y mujeres. Consideran a la mujer distinta a los hombres no solo anatómicamente, sino también por sus características psicológicas. De esta forma, la dualidad entre sexos se considera irremediable, por lo que este movimiento no utiliza el discurso de la igualdad como algo a conquistar, porque eso sería tanto como considerar a la mujer y el hombre iguales, sino que más bien se apoyan en las diferencias. Su lema es: «Ser mujer es hermoso» (Barba Pan, 2016) y sostienen: «¿Por qué aspirar a tener su poder si los hombres son agresivos y violentos mientras las mujeres podemos crear un mundo que refuerce las diferencias femeninas?» (Barba Pan, 2016).
Sobre esta base, propone que la mujer adquiera un estatus digno e igualitario en la sociedad explotando sus características intrínsecas, su feminidad frente a la masculinidad. Considera que la feminidad y la posición de la mujer en la sociedad ha sido definida culturalmente por el paradigma predominante en la sociedad, el masculino: lo femenino ha sido entendido como el par en oposición a lo masculino (Aguilar, 2008). Por eso, consideran que hay que redefinir la identidad femenina y, a partir de esta nueva interpretación, defender la posición de la mujer. La liberación vendría por la explotación de la diferencia sexual abandonando como punto de referencia a los varones.
Las corrientes críticas consideran estos planteamientos irrealizables porque subestiman la dificultad de generar un discurso y una identidad femenina sin tener en cuenta que estos tienen que surgir en un sistema cultural y social basado en el poder masculino. Según Aguilar (2008), los críticos «consideran que esta utopía es sumamente peligrosa políticamente e incorrecta teóricamente. Representa a la mujer como la clase revolucionaria auténtica y crea una ilusión de dominio y transparencia de la subjetividad inadmisible».

2.2.2. El feminismo radical

Se desarrolla desde finales de los años sesenta y durante toda la década de los setenta, y surge a raíz del movimiento americano New York Radical Women (1967-1969). Es un movimiento que se separa de los movimientos de izquierdas vinculados al socialismo y la democracia, surgidos en los años sesenta. Propone la disolución de la diferencia sexo-género y considera el patriarcado el causante de la dominación sexual en el que se basan otro tipo de dominaciones sociales como la raza o la clase. Así, si para el movimiento socialista el capitalismo es el que genera la dominación, en el feminismo radical es el sistema patriarcal el que provoca la opresión de las mujeres. El género es, por tanto, un concepto construido socialmente para mantener este sistema patriarcal.
El patriarcado es la relación de poder que ejerce el hombre sobre la mujer e incluso el hombre adulto sobre el joven. Domina todas las estructuras y sistemas sociales y por eso se adapta a cualquier sistema político-económico existente (Aguilar, 2008). El patriarcado implica que el hombre mantiene el poder en todas las estructuras sociales, tanto fuera como dentro del hogar, y establece las normas sociales y morales. En este sistema la mujer asume una posición secundaria en la sociedad con el argumento de su necesario papel reproductivo, lo que provoca las diferencias en cuanto al trabajo, dentro y fuera de casa (trabajo doméstico para la mujer) y la «opresión» de las mujeres por parte de los hombres. El papel de la mujer, por tanto, está asociado al matrimonio, la fertilidad y la educación de los hijos, siendo estos en sí elementos coercitivos que condicionan socialmente a la mujer. De esta forma, acuñan el concepto de «casta sexual» para explicar esta estructura de poder basada en la dominación masculina.
Según Barba Pan (2016), este movimiento ayudó a reforzar la posición de la mujer sacando a la luz muchos de los problemas que hasta el momento se consideraban privados o naturales. Su lema fue «lo personal es político» y bajo este emblema reivindicaron la lucha por el uso de anticonceptivos, la crítica a la prostitución, el derecho al aborto, la violencia de género, una nueva concepción médica de la ginecología, la defensa personal o la apertura de guarderías (Barba Pan, 2016).

2.2.3. Feminismo de cuarta ola o el movimiento queer

Esta corriente teórica se engloba dentro del movimiento feminista de cuarta ola, en el que se incluye tanto el feminismo queer como el ciberfeminismo (Aguilar, 2008). Surgió en Estados Unidos en los noventa, concretamente en Nueva York con el movimiento Queer Nation, como un movimiento dentro de la comunidad de gays y lesbianas. Una de sus principales autoras es Judith Butler, con su clásico El género en disputa (2007).
Según sus postulados, el género es el resultado de una construcción social, pero cuestionan su referencia como una categoría universal. De esta forma, consideran que la identidad sexual no es algo inmutable y único basado en la diferenciación sexual (biológica) binaria, en la que solo se puede interpretar socialmente el papel de hombre o mujer. Por el contrario, admiten la diversidad absoluta como dimensión humana, lo que implica formas socialmente variables de desempeñar uno o varios papeles sexuales. Además, el movimiento queer no entiende la sexualidad como un sistema contrapuesto entre homosexualidad o heterosexualidad, sino que «defiende una diversidad sexual que incluye a bisexuales y transgéneros de todos los tipos» (González, 2009).
Conceptualmente, en el análisis del binomio sexo-género Butler considera, a su vez, que tanto la concepción de género, como categoría construida social-culturalmente en contraposición con el sexo –que es naturalmente dado por la biología–, como la de sexo, forman parte de dos «construcciones discursivas y performativas» que ahondan en un sistema binario heterosexual (Acosta, 2010). Por eso, considera que el género debe ser entendido desde un punto de vista mucho más amplio en el que se reconozca que su construcción se elabora en un espacio, un tiempo y un colectivo determinados.
¿Qué otros feminismos han existido o coexistido con los tres movimientos anteriores?
Segunda y tercera ola de los movimientos feministas:
1) Feminismos de la igualdad: Tiene como objetivo conseguir la igualdad entre hombres y mujeres a través no solo de su igualdad legal, sino también de un nuevo orden social. Se acuñó este nombre para englobar aquellas corrientes que buscan la igualdad en contraposición con la nueva corriente de «feminismo de la diferencia». Dentro de este feminismo encontramos:
a) Feminismo liberal (segunda ola). Conseguir el voto de las mujeres para después ganar la libertad individual como mujeres. Desde finales de 1800 y principios de 1900.
b) Feminismo socialista (segunda ola). Hace una crítica al capitalismo y al patriarcado ampliando la visión teórica y política del marxismo para explicar la opresión de las mujeres. Comparte postulados del feminismo liberal y del radical.
c) Feminismo radical (tercera ola). Surge como reacción al feminismo liberal. Critica el patriarcado.
2) Feminismo de la diferencia (tercera ola), también llamado cultural. Es una escisión del feminismo radical. Rechazan la igualdad. Hay que explorar la feminidad.
3) Feminismo racial o black feminist (tercera ola). Surge en los sesenta como contraposición a las corrientes anteriores que solo reivindican a la mujer blanca. Consideran que el sexismo y el racismo están unidos. Aparece la teoría de la interseccionalidad.
4) Feminismos lesbianos (tercera ola) y teoría queer. Se constituyó como movimiento en los años setenta. Critica la heterosexualidad como categoría universal.
Cuarta ola de los movimientos feministas:
1) Feminismo poscolonialistas (cuarta ola). Surge como reacción a las corrientes feministas enmarcadas exclusivamente en la mujer occidental blanca. Analiza las consecuencias y los efectos que el racismo y el colonialismo tienen sobre el resto de mujeres.
2) Ciberfeminismo (cuarta ola). Está interesada en la influencia de las tecnologías de la información e internet en la transformación social de los géneros, criticando la apropiación de la red por los hombres. Por ello, promulgan la conquista de este territorio.
3) Ecofeminismos (cuarta ola). En líneas generales, es un movimiento que relaciona el activisimo ecologista con el feminista. No se puede hablar de un único movimiento como tal, ya que existen diferentes corrientes (ecofeminismo radical, ecofeminismo liberal, etc.).

3. El diseño de una investigación desde una perspectiva de género

Una vez clarificado los conceptos de género y sexo, y la evolución histórica de la teoría feminista, en este apartado se va a analizar cómo aplicar una perspectiva de género en la investigación.
La denominada perspectiva de género se ha tornado un instrumento indispensable en las investigaciones sociales, ya que aporta luz sobre las diferentes formas de construcción identitaria de mujeres y varones, sus maneras particulares de actuar, percibir, entender, sentir, hablar e interactuar, además de los diferentes vínculos que se establecen entre ellos (Inda, 2016). A pesar de su importancia, no es suficientemente aplicada. Así, perviven todavía ciertos estereotipos y sesgos en la investigación basados en las experiencias y expectativas de un grupo de personas, mayoritariamente varones (Ministerio de Ciencia e Innovación, 2011).
Según Ruiz Cantero (2007), considerar en investigación al sistema sexo-género implica incorporarlo en los marcos explicativos de las investigaciones, así como en sus diseños y análisis, lo que aporta calidad a las mismas. Y para ello, es básico aceptar que el género actúa como principio organizador de la estructura social posibilitando el acceso a recursos, como los turísticos, y la distribución de los mismos. Por lo tanto, abordar la dimensión del género de la investigación implica considerar que el género es una variable clave analítica y explicativa en la investigación. Si no se tienen en cuenta las cuestiones de género pertinentes o se abordan de manera superficial, los resultados de la investigación serán parciales (Ministerio de Ciencia e Innovación, 2011).
Siguiendo con las aportaciones del Ministerio de Ciencia e Innovación (2011), la investigación sensible al género posee un enfoque doble:
Por tanto, el diseño de una investigación desde una perspectiva de género impacta a todas y cada una de las fases de investigación, que son las siguientes:
Como se puede ver en la figura 2, son muchas las fases que se pueden ver enriquecidas por una perspectiva de género, empezando con el planteamiento de objetivos innovadores y terminando con la publicación de informes que utilicen un lenguaje sensible al género.
El Ministerio de Ciencia e Innovación (2011, págs. 14-15) destaca los siguientes aspectos:

Figura 2. El género en el ciclo de investigación

Fuente: Ministerio de Ciencia e Investigación (2011)

En el caso concreto de las metodologías, existe muy poca literatura centrada en el campo de la metodología feminista en general, y aún en una menor medida en lengua castellana (Martínez y otros, 2014).
Desde la crítica a la universalidad de la ciencia positivista occidental, las propuestas de las epistemólogas feministas han sido plurales y, en algunos puntos, confrontadas (Martínez y otros, 2014; Marchbank y Letherby, 2014). De acuerdo con Blázquez Graf (2012), existen tres aproximaciones teóricas en la epistemología feminista. En primer lugar, la teoría del punto de vista feminista, que cuestiona las suposiciones fundamentales del positivismo científico, su pretendida objetividad y neutralidad. Estas teorías critican los métodos cuantitativos y destacan el conocimiento que proviene de la experiencia de las mujeres, que les permite tener un punto de vista diferente y privilegiado. Por otra parte, esta posición privilegiada ha sido criticada desde el posmodernismo feminista, una nueva aproximación teórica, que critica la idea de que existe una única voz y visión de las mujeres. Esta perspectiva les parece inaceptable porque las experiencias difieren entre mujeres, según edad, clase, raza, étnica y cultura; esta posición genera dificultadas importantes desde un punto de vista de diseño de la investigación y metodológico. Finalmente, el empirismo feminista considera que es posible encontrar una perspectiva desde la cual observar y generar conocimiento, que puede ser imparcial y racional.
Epistemología
La epistemología es una disciplina que estudia cómo se genera y se valida el conocimiento de las ciencias. Su función es analizar los preceptos que se emplean para justificar los datos científicos, considerando los factores sociales, psicológicos y hasta históricos que entran en juego. En ese sentido, podemos establecer de manera más clara aún que de lo que se encarga la epistemología es de abordar la filosofía y el conocimiento a través de la respuesta a diversas preguntas de vital importancia como las siguientes: ¿qué es el conocimiento?, ¿cómo llevamos a cabo los seres humanos el razonamiento? o ¿cómo comprobamos que lo que hemos entendido es verdad?
Según Marchbank y Letherby (2014), la crítica feminista al proceso tradicional de investigación viene de los aspectos siguientes:
Se deben tener en cuenta todos estos aspectos para implementar una perspectiva de género en cualquier área del turismo. Esto hará que los resultados de las investigaciones desarrolladas sean más relevantes e innovadores en el sector turístico.

4. Turismo y género: marco conceptual

El ocio se ha convertido en un medio para el desarrollo personal de mujeres y hombres y las actividades turísticas destacan, en este sentido, tanto por su variedad como por su necesidad en la sociedad actual. Sin ningún lugar a dudas, se asiste a la denominada «democratización del turismo» que, indudablemente, incluye a la mujer.
El análisis del turismo desde una perspectiva de género resulta fundamental para entender las diferencias que exhiben hombres y mujeres en cuanto al ocio, las oportunidades, el acceso y uso de los recursos y su impacto social, económico e incluso político. A este respecto, cabe preguntarse, entre otros aspectos:
Todas estas preguntas y sus respuestas implican entender que el género supone un factor que influye de forma global en todos los ámbitos de estudios del turismo. Dichos ámbitos incluyen desde la propia definición de ocio y turismo hasta el entorno laboral, el análisis del consumidor y el marketing, el de la tecnología, el del desarrollo y la sostenibilidad, el del emprendimiento, etcétera. Así, ampliar la investigación en turismo aplicando la perspectiva de género permite descubrir y desvelar nuevos escenarios no explorados hasta entonces. Su conocimiento puede aportar una mayor comprensión de la realidad y contribuir a la construcción de un cuerpo teórico y empírico casi inexistente.
Ejemplo de aplicación de perspectiva de género al emprendimiento en turismo rural
El emprendimiento en el turismo rural puede aportar un buen ejemplo en el que la aplicación de la perspectiva de género, mediante el modelo de Risman, descubre una nueva realidad no tan evidente.
Las investigaciones realizadas hasta la fecha han señalado que la mujer es menos emprendedora que el hombre dado que tiene una menor predisposición o temperamento a la hora de asumir riesgos (nivel individual) (De la Fuente, Segovia-Pérez, Figueroa-Domecq, 2014). Sin embargo, en España buena parte de las empresas turísticas en entornos rurales están, en general, a cargo de las mujeres de la familia. No obstante, su rol y posición en la actividad turística es más bien secundaria, más relacionada con la interacción con los clientes o asimilada al rol tradicional de ama de casa (limpieza) (nivel interaccional y organizativo). Apenas realiza funciones reales como empresaria, las cuales son asumidas por el hombre, y más bien se considera una actividad extra que la mujer compagina con su papel tradicional dentro del matrimonio (cuidar de los hijos y las labores del hogar) (nivel interaccional). Por tanto, su contribución salarial es también secundaria y/o incluso inexistente (nivel interaccional).
La literatura sobre la relación entre turismo y género es amplia a escala internacional y diversos autores hacen referencia a importantes líneas de investigación a desarrollar. En España, en cambio, se han realizado muy pocas investigaciones en este sentido (Muñoz, 2009; Figueroa y otros, 2015).
Las principales líneas a desarrollar se enmarcan en dos áreas básicas:
Por tanto, la aplicación de una perspectiva de género en el sector turístico debe abarcar, según Pearce (2005), tres ámbitos básicos:
Desde el punto de vista de la creación y el desarrollo de la oferta turística, se hace hincapié en aspectos como la participación de la mujer en el diseño, la creación y el desarrollo de productos y destinos turísticos (Kinnaird y Hall, 1994), la importancia de la discriminación laboral vertical y horizontal en las estructuras jerárquicas de las empresas (Muñoz, 2009), la conciliación familiar y laboral como problema a resolver (Kinnaird y Hall, 1994), la evaluación de los roles de poder en función del género en los sistemas turísticos (Pearce, 2005), la colaboración turística desde una perspectiva de género (Pearce, 2005), las relaciones entre las sociedades residentes y los turistas y la influencia en la cultura de género (Kinnaird y Hall, 1994), y la necesidad de formación (Pearce, 2005). Desde el lado de las necesidades de las mujeres en sus viajes turísticos se plantea: el progreso del marketing turístico de género, centrado en sexualidad y relaciones de género (Kinnaird y Hall, 1994); la evaluación de sus motivaciones y expectativas específicas (Pearce, 2005); la brecha tecnológica y su influencia en los procesos de organización de viajes turísticos (Kelan, 2007); y el rol de la mujer en la organización de viajes (Pearce, 2005).
Los ámbitos en los que resulta de máxima relevancia aplicar una perspectiva de género son (figura 3):

Figura 3. Ámbitos del turismo para la aplicación de una perspectiva de género

Fuente: elaboración propia

Nos enfrentamos así a preguntas sobre la ética en el turismo sexual, las desigualdades en la producción, el marketing y el consumo del turismo, y su disfrute sexuado en función de ideas sobre la masculinidad y la feminidad. Hay que tener en cuenta que el turismo es un vehículo ideal para promover tanto la riqueza de la diversidad, por ejemplo mediante el turismo cultural, como la justicia en la igualdad de acceso a recursos y oportunidades para los proveedores de turismo y los consumidores-turistas (Swain, 2005). Por tanto, la aplicación de una perspectiva de género en la planificación de un destino turístico puede hacerlo más sostenible y socialmente responsable.
Veamos a continuación con más detalle tres de estos ámbitos, el de mujer y turista, mujer y emprendedora, y mujer y empleada.
 
Mujer y turista
La revisión de la literatura muestra que muchos productos son inevitablemente diseñados desde una perspectiva masculina (Westwood y otros, 2000). La necesidad de desarrollo personal de las mujeres al viajar, así como sus distintas necesidades y expectativas, se deben tener en cuenta a la hora de desarrollar nuevos productos (Kotler y otros, 2008), ya que cada vez son más las mujeres que viajan de forma independiente y las que son conscientes de que necesitan un desarrollo propio para su crecimiento como personas. Asimismo, con el desarrollo de numerosos productos sobre la base de las necesidades de la mujer, se están creando productos con una mayor calidad de diseño y servicio que también resultan positivos para los hombres (Kotler y otros, 2008; Pearce, 2005).
Desde el punto de vista del consumidor turístico y de la configuración de productos turísticos, uno de los factores que más influyen en la generación de una necesidad y la posterior compra del producto es la influencia del grupo de pertenencia y de referencia (Borja y otros, 2002; Kotler y otros, 2003). La configuración de un producto específico para la mujer, como los grupos de viaje, los hoteles o las comunidades virtuales exclusivos para mujeres, se fundamenta en la necesidad social de compartir experiencias con el grupo de iguales (grupo de pertenencia) con el que se mantienen unos mismos valores, percepciones, creencias y comportamientos (Segovia, 2011; Segovia y Figueroa, 2009). La influencia de los grupos de referencia está relacionada con la emulación de comportamientos y la aspiración de pertenencia a un grupo ideal. Por tanto, tienen que ver con el desarrollo y crecimiento de la industria turística especializada en el público femenino. Las mujeres pioneras en el disfrute de su ocio en solitario se convertirán en referencia dentro de su grupo de iguales y favorecerán el posterior crecimiento de esta industria. Y este es precisamente uno de los factores que explica el extraordinario crecimiento del turismo de mujeres en Estados Unidos y que se haya convertido en un mercado de referencia mundial (Bond, 2009). La cultura constituye un determinante fundamental en la escala de deseos, necesidades y valores y en el mismo comportamiento del consumidor (Borja y otros, 2002). En este sentido, no todas las sociedades han experimentado el mismo avance en relación con el papel de la mujer en la misma y no todas tienen la misma cultura en cuanto a consumo turístico se refiere. Por ello, el perfil de consumidor turístico femenino varía de unas sociedades a otras. Este hecho explicaría, en parte, las diferencias en cuanto al desarrollo y la especialización de productos turísticos dedicados al público femenino a escala mundial ya que, aun manteniendo características comunes, presenta peculiaridades y necesidades distintas según cada región.
En cuanto a la organización de viajes turísticos, tradicionalmente las mujeres han sido las principales decisoras de las vacaciones familiares. Según una encuesta de Hotels.com, el 68 % de las mujeres son las responsables de las vacaciones en pareja (Hosteltur, 2006). Asimismo, las diferencias de género se topan con una problemática fundamental: la importancia de internet como canal de distribución para la industria turística y la brecha tecnológica de género. El origen de esta «brecha de género» (Figueroa, 2011) se achaca a las limitaciones de acceso de la mujer a la tecnología e incluso al acceso restringido a los puestos de decisión en temas relacionados con las telecomunicaciones y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y, consecuentemente, a su menor representación en el mercado de la tecnología (Kelan, 2007). La «brecha de género» en el uso de las TIC existe en España (Fundación Telefónica, 2008) pero evoluciona favorablemente hacia la mayor participación de las mujeres. La actividad turística desde la perspectiva de género debe ser consciente de la importancia de distribuir adecuadamente estos productos, ya que la mujer presenta diferencias importantes respecto al hombre en su actitud ante la publicidad y, sobre todo, ante el canal de comercialización por excelencia en el turismo, que no es otro que internet.
Son importantes, también, las diferencias de género en materia de procesamiento de la información (Putrevu, 2001): las mujeres son más exhaustivas a la hora de decodificar mensajes no verbales y se les considera más orientadas a efectos visuales, así como a motivaciones intrínsecas y románticas (Colley y Maltby, 2008).
Respecto a los negocios dirigidos a mujeres, las primeras agencias de viajes dirigidas al segmento de la mujer surgieron alrededor de los años ochenta en Estados Unidos (Segovia, 2011). La primera agencia que apareció fue Call of the Wild, fundada en 1978 por Carole Latimer en California. Está claramente orientada a los viajes de aventura, de montaña o deportivos. Otra de las agencias de viajes pioneras en Estados Unidos, y también situada en el segmento de viajes de aventura, es Adventure Woman, creada en 1982 por Susan Eckert en Illinois (Chicago). Una de sus particularidades es que se dirige a un mercado en alza en todo el mundo, que es el dedicado a los viajes solidarios.
Internet está revolucionando y transformando los hábitos de consumo de los turistas: se ha convertido en una herramienta con la que obtener información y compartir experiencias (Talón y Figueroa, 2009). El segmento de mercado de las mujeres no escapa de esta tendencia. Al amparo del mismo han surgido también comunidades virtuales de encuentro para mujeres en las que compartir experiencias de viajes, conocer mujeres de otros lugares y poder, incluso, viajar y visitarlas a sus casas; es el caso de Women Welcome Women World Wide (5W). Por su parte, la autora e investigadora Marybeth Bond tiene una página-blog personal temática sobre las escapadas de mujeres. Esta investigadora ha escrito varios libros temáticos como Las 50 mejores vacaciones para mujeres de Norteamérica y Las 50 mejores vacaciones para mujeres en el mundo (Segovia, 2011).
El sector hotelero también está respondiendo al incremento del segmento de mujeres viajeras. Dentro de este segmento, existen dos tendencias: hoteles exclusivos para mujeres, donde no está permitida la entrada de hombres; y hoteles con habitaciones y atenciones especiales para ellas. En cuanto a los hoteles exclusivos para mujeres, uno de los pioneros fue el Lady’s First de Zúrich, que abrió sus puertas en 1994 con un total de veintiocho habitaciones. Pasados unos años tuvieron que permitir la entrada a hombres aunque conservan la última planta exclusivamente para la mujer (Colpisa, 2006). Otro de los hoteles exclusivos para mujeres es el Hotel Artemisa de Berlín, inaugurado en 1989. La disponibilidad de habitaciones especialmente dirigidas a mujeres se desarrolla en cadenas hoteleras internacionales como Whyndham o Marriot. Según Segovia y Figueroa (2009), en España el fenómeno turístico femenino está todavía en ciernes, por lo que no existen aún muchas empresas que estén apostando por este nicho de mercado.
Ejemplos de productos diseñados para mujeres
Se están creando productos turísticos women-friendly con muy diversas perspectivas:
- El hotel Virgin Hotels: http://www.economist.com/blogs/gulliver/2015/01/women-friendly-hotels.
- The Ellis Hotel, con una planta solo para mujeres: http://www.ellishotel.com/womens-floor-en.html.
- La agencia de viajes Focus on Women, que organiza viajes solo para mujeres: http://www.focusonwomen.es.
Mujer y empleada
La incorporación de la mujer al mercado turístico es un hecho trascendente. Su presencia favorece el desarrollo económico de todos los subsectores que dependen del turismo y a todos los niveles, y su papel es esencial para construir economías fuertes, estables y justas (Sinclair, 1997). Asimismo, favorece y dinamiza el emprendimiento, especialmente en el caso de pequeños alojamientos, y en el desarrollo de zonas rurales. Sin embargo, cuando la mujer se convierte en una trabajadora más, se destapan numerosos problemas vinculados a su reconocimiento profesional, sobre todo si el trabajo se desarrolla en entornos tradicionalmente masculinos y en empresas de grandes dimensiones. Estos problemas derivan, a menudo, en situaciones de discriminación laboral, como es el caso del llamado «techo de cristal» y de la denominada «brecha salarial» (Segovia y otros, 2012; Figueroa y otros, 2014).
 
Mujer y emprendedora
La incorporación de la mujer a la actividad turística, tanto como empresaria como consumidora, y al igual que en la gran mayoría de sectores económicos, se ha producido de forma tardía; es más, en determinados países ni siquiera se ha llegado a producir. En un entorno caracterizado por la globalización, una competencia creciente, una crisis económica generaliza y, sobre todo, un cliente con nuevas necesidades y expectativas, el turismo en España se ve abocado a la necesidad de cambio e innovación. Se enfrenta a un turista que exige información de forma inmediata (Kotler, 2003) y cuya necesidad de personalización ha llevado a la aparición de nuevos segmentos de mercado (turismo de mujer, de salud, de negocios, activo, cultural, familiar, etc.) (Pearce, 2005; Tribe, 1999).
En definitiva, la mejora del posicionamiento del producto turístico español pasa por la especialización productiva, el desarrollo de modelos sostenibles y la innovación. Y la mujer se puede convertir en el catalizador de dicho desarrollo.
El turismo, como sistema económico y social, se basa en las relaciones entre personas (empresarios, clientes, residentes, directivos), las cuales, a su vez, se ven afectadas por el género. El género es la base de las relaciones sociales en la distribución del poder en el hogar, la comunidad y las clases sociales; se expresa en motivaciones, deseos, tradiciones y percepciones; y es, por tanto, un factor de desarrollo y subdesarrollo turístico (Swain, 1995). Las actividades y los procesos turísticos se construyen a partir de sociedades donde el género es la base de todo. Por tanto, la distribución del poder, el análisis de la división del trabajo, la construcción del paisaje turístico (natural, histórico, cultural o artístico), la percepción social del «otro» o las realidades de las experiencias de turistas y residentes, son imposibles de analizar y evaluar sin tener en cuenta la importancia del género en la construcción de todas y cada una de estas variables (Kinnaird y Hall, 1994 y 1996).
Según De la Fuente, Segovia y Figueroa (2014), los estudios realizados sobre la creación de empresas, en el ámbito tanto internacional como nacional, coinciden en señalar que las mujeres tienen una menor participación en el trabajo por cuenta propia, a pesar de que se ha incrementado de forma importante en los últimos años (Brush y otros, 2009; álvarez y Otero, 2007). Asimismo, las empresas puestas en marcha por mujeres se han convertido en una importante fuerza para el desarrollo económico internacional (Xiong, Fu, Zhang, Zhang y Xiong, 2011). Desde el punto de vista del emprendimiento y la creación de empresas, la mujer ocupa en la actividad turística un papel que se asimila al tradicional rol del ama de casa e incluso lo refuerza, y apenas realiza funciones de empresaria. Las mujeres no tienen el suficiente apoyo en materia de formación, y además los ámbitos laborales están claramente divididos en femeninos y masculinos (Sparrer, 2003, pág. 196). Y es la mujer la que mejor desarrolla estos productos para mujeres. Desde el punto de vista de la sostenibilidad y el turismo rural, se observa que la mujer tiene un papel muy relevante en el emprendimiento de este entorno.

5. La investigación en turismo y género: un análisis bibliométrico

La perspectiva de género en la investigación en turismo ha evolucionado, según Swain (2005), desde un enfoque muy general hasta estudios específicos centrados en la teoría feminista. Ella es la autora de la definición del término género que aparece en el monográfico que realiza sobre estudios de género en turismo para Annals of Tourism Research, aunque posteriormente, en 2005, realizo alguna modificación (Swain, 2005, pág. 28); según esta última versión:
«Género se utiliza aquí para referirnos a un sistema de identidades culturalmente construidas, que interactúan y conforman sistemas de significado, expresadas en ideologías de masculinidad y feminidad, que interactúan con relaciones socialmente estructuradas mediante las divisiones del trabajo y el placer, la sexualidad y el poder, tanto entre hombres y mujeres, como entre mujeres y hombres.»
Las primeras investigaciones de tipo internacional sobre la relación entre turismo y género no se inician hasta finales de los años ochenta. De estas primeras publicaciones, destacamos los estudios de Kinnaird, Kothari y Hall (1994), Sinclair (1997) y una compilación realizada por Annals of Tourism Research en 1995 (Ramos y otros, 2002). Kinnaird y otros (1994) consideran que el análisis de la actividad turística se puede mejorar si se centra en la dinámica de las relaciones de género, tanto de los turistas como de los residentes. Las actividades y los procesos relacionados con el turismo se construyen a partir de sociedades de género, y en consecuencia las identidades masculina y femenina, tanto de los turistas como de los residentes, deben valorarse como componentes importantes. Para estos autores existe un flujo continuo: por un lado, la actividad turística manifiesta relaciones de género y, por otro, las relaciones de género conforman y articulan diferentes tipos de actividad turística.
Esta área de investigación es relativamente reciente y, a pesar de su interés, la producción científica internacional sigue siendo muy limitada. La ausencia de documentación que avale la relevancia del género en el sector turístico es lo que hace oportuno y necesario la realización de este análisis bibliométrico, con el objetivo de identificar y clasificar las investigaciones relativas a este tema de estudio.
Con el fin de poder encuadrar la importancia de los estudios de género en el sector, se partirá de un análisis genérico sobre los temas y las metodologías más habituales en la investigación en género y turismo. También se identificarán los países donde se están realizando un mayor número de investigaciones al respecto, los países en que se realizan los trabajos de campo de dichos estudios, así como los autores de mayor reconocimiento y las revistas donde se han publicado este tipo de artículos.
El presente análisis bibliométrico permitirá, además, un examen retrospectivo de los estudios de género en turismo, poner las bases para establecer futuras líneas de investigación en esta área, contribuyendo, de este modo, a la generación de resultados útiles y conocimiento científico.

5.1. Metodología

El estudio bibliométrico es una metodología establecida que evalúa la producción de la investigación en un campo específico durante un periodo de tiempo determinado. Para la realización de este análisis se ha diseñado una metodología específica, tomando como referencia la única investigación bibliométrica sobre género en el sector turístico (Figueroa y otros, 2015) y los procedimientos de las investigaciones realizadas en bibliometría en la revistas SCOPUS y Web of Knowledge (Bordons y otros, 2003; Palmer y otros, 2005; Ramos y otros, 2002; Selva y otros, 2011). El proceso comenzó con la selección de las bases de datos donde estaban publicados los artículos y seguidamente se seleccionaron las keywords para los criterios de búsqueda; el siguiente paso consistió en la definición y codificación de las variables a analizar de cada artículo, para posteriormente clasificar las metodologías utilizadas y los temas tratados, y finalizar con la identificación de las revistas y autores.
La base de datos elegida fue SCOPUS. La selección se realizó teniendo en cuenta las recomendaciones del estudio de Hall (2011) y Figueroa y otros (2015), que destaca la relevancia en el ámbito internacional de esta base de datos para el análisis bibliométrico y la búsqueda de referencias de impacto en las publicaciones turísticas. El rango temporal revisado abarcaba de 1985 a 2014. Por tanto, es importante insistir en el hecho de que no están incluidos en este estudio todos los artículos publicados en materia de turismo y género, sino aquellos publicados en las revistas de investigación más importantes del mundo debido a la calidad de la investigación de sus artículos.
Una limitación de cualquier análisis bibliométrico es la exactitud de las keywords elegidas; para contrarrestar esto, se realizaron varias búsquedas en las bases de datos de artículos relacionados con género y turismo. Tras comprobar veinticinco artículos, elegidos de forma aleatoria, se identificaron diversas keywords y se seleccionaron las más frecuentes: gender, women, tourism, laboury hotel, etc.
A continuación, se utilizaron estas keywords para realizar una búsqueda en la base de datos seleccionada, SCOPUS. Se seleccionaron todos los artículos que incluyeran las palabras clave seleccionadas en título, keywords o abstract, excluyendo libros, ponencias y reseñas de libros.
El análisis bibliométrico sobre estudios de género en la actividad turística permitió identificar un total de 703 artículos publicados en un total de 343 revistas indexadas.
Con el conjunto de artículos establecido, se procedió a codificar cada unidad en función de una serie de variables, siguiendo aportaciones de distintos estudios (Bordons y otros, 2003; Palmer y otros, 2005; Ramos y otros, 2002; Selva y otros, 2011; Villacé, Pritchard y Morgan, 2014; Figueroa y otros, 2015; Segovia y Figueroa, 2014). Se seleccionaron las siguientes variables:
Para determinar las metodologías utilizadas, se emplearon dos tipos de procedimientos. En el caso de las técnicas cuantitativas, se siguió la clasificación utilizada por Palmer y otros (2005), mientras que en el caso de las metodologías cualitativas y para las temáticas de los artículos, se realizó un estudio previo de artículos seleccionados de forma aleatoria, con el objetivo de identificar todos y cada uno de los métodos y temáticas utilizadas. Esta revisión permitió determinar la categorización a utilizar en el estudio. Se identificaron treinta y cuatro tipos de metodologías (cuantitativas, cualitativas, mixtas, casos de estudio, teóricos, etc.) y cuatro grandes temáticas de investigación (turista y género, género y residentes, género y trabajo, y género y teoría e investigación), que al mismo tiempo se subdividían en numerosas subtemáticas. El análisis de datos se realizó con el programa SPSS (Statistical Package for Social Science) para Windows 20.0.

5.2. Resultados del análisis bibliométrico

Internacionalmente, la evolución del número de publicaciones sobre género y turismo ha ido creciendo progresivamente desde 1986, año en el que se escribe el primer artículo recogiendo la importancia de la variable género en el análisis. En estos últimos 28 años, se han publicado un total de 703 artículos en 343 revistas indexadas, lo que refleja una gran diversidad en las fuentes.
Como se puede observar en la figura 4, en algunos años el número de publicaciones se incrementa de forma exponencial. Por ejemplo, en 1995, fecha en la que Annals of Tourism Research publica un número especial sobre el impacto de la mujer en el sector turístico. Destaca especialmente el año 2012, en el que el número de publicaciones se multiplica prácticamente por dos, pasando de 44 en 2011 a 81 en 2013. Esta tendencia de crecimiento se confirma en el último año analizado, 2014, con 131 publicaciones.

Figura 4. Evolución del número de publicaciones sobre género y turismo, 1986-2014

Fuente: elaboración propia

Las revistas donde se han publicado los 703 artículos relacionados con género y turismo están categorizadas en 18 temáticas diferentes. Tal y como se observa en la tabla 1, son las revistas de turismo las que más interés muestran en esta área de investigación, ya que casi la mitad de los artículos (47,4 %) han sido publicados en revistas de la categoría «Hoteles, ocio, deportes y turismo», seguidos a gran distancia de la categoría «Ciencias sociales» (7,7 %). Las revistas especializadas en «Estudios de género», a pesar de ocupar la tercera posición con 45 artículos, tan solo recogen el 6,4 % del total de artículos publicados.
Tabla 1. Artículos por temática de la revista
Temática de la revista
Artículos
Porcentaje
Hoteles, ocio, deportes y turismo
333
47,4
Ciencias sociales
54
7,7
Estudios de género
45
6,4
Geografía
41
5,8
Estudios medioambientales
39
5,5
Otros
38
5,4
Antropología
30
4,3
Empresa y finanzas
22
3,1
Salud
22
3,1
Sociología
21
2,9
Economía
16
2,3
Gestión
8
1,1
Ciencias políticas
7
1
Comunicación
7
1
Psicología
7
1
Educación
5
0,7
Demografía
5
0,7
Psiquiatría
1
0,1
Fuente: elaboración propia
Si se estudian detalladamente las revistas donde se publicaron los 703 artículos analizados, se identifican las tres revistas más importantes en los estudios de turismo y género: Annals of Tourism Research, Tourism Economics y Asia Pacific Journal of Tourism Research (tabla 2).
El índice de impacto (SJR) de las principales publicaciones sobre género y turismo es, en general, elevado. La revista con mayor SJR en esta área de estudio es Annals of Tourism Research (2,276), seguida por Tourism Management (1,961).
Tabla 2. Revistas con publicaciones sobre: género y turismo, entorno laboral y brecha salarial
 
Revistas género y turismo
Artículos
Porcentaje
1
Annals of Tourism Research
53
7,5
2
Tourism Management
32
4,6
3
Asia Pacific Journal of Tourism Research
17
2,4
4
International Journal of Hospitality Management
17
2,4
5
Leisure Studies
15
2,1
6
Current Issues in Tourism
14
2,0
7
Journal of Travel Research
14
2,0
8
Journal of Travel and Tourism Marketing
13
1,8
9
Tourism Economics
13
1,8
10
Journal of Sustainable Tourism
12
1,7
Fuente: elaboración propia
En cuanto a las publicaciones existentes en función de sus autores, cabe destacar, en primer lugar, que la mayor parte de los artículos han sido escritos por un único autor, concretamente el 41,8 % de los mismos. Destaca también la escasa colaboración institucional en la investigación de estas temáticas; únicamente el 17,7 % de los artículos sobre género y turismo han sido realizados entre varios organismos investigadores.
Asimismo, es posible destacar los autores más relevantes en estas áreas de estudio: A. Pritchard (seis artículos), B. Brandth (cinco artículos), H. Gibson (cinco artículos) y B. Heimtun (cinco artículos).
El análisis por zonas geográficas en las que se han investigado las temáticas de estudio muestra importantes conclusiones. Los estudios generales sobre género y turismo se desarrollan principalmente en universidades norteamericanas (31,99 %), seguidas de las europeas del conjunto de países que se sitúan en el arco del Mediterráneo (representan el 23,34 %). Si analizamos con detalle los países que más publicaciones tienen en este campo son: Estados Unidos (26,7 %), Reino Unido (8,9 %), Australia (8,6 %), España (5,5 %) y Canadá (5,2 %). Muy interesante también es el estudio de las zonas geográficas donde se ha llevado a cabo el trabajo de campo. En el área de estudio de género y turismo, los países de la Europa no mediterránea (18,1 %) son los preferidos para realizar las investigaciones, seguidos por Estados Unidos (14,7 %) y curiosamente por los países del norte de Asia (10,3 %). De esta forma, se observa que los investigadores eligen países para su estudio en función de su cercanía y, por tanto, de la mejor accesibilidad a la información, y, por otra parte, en función de la idoneidad del país, es decir, los países donde se pueden producir mayores desigualdades de género son estudiados con mayor interés para conocer las causas y establecer posibles soluciones.
El siguiente objeto de estudio es evaluar la temática de los artículos publicados sobre género y turismo. En la figura 5 se observa que los temas más analizados en este ámbito son el comportamiento de compra turística (29,39 %), los diferentes tipos de productos turísticos existentes (17,26 %) y el desarrollo y la sostenibilidad (13,98 %). Y los menos investigados son el acoso sexual (0,29 %), los estilos de dirección de la mujer y los procesos de selección de personal (2,57 %) y la inestabilidad laboral y el desarrollo profesional (3,42 %).
Finalmente, se estudian las metodologías más utilizadas en las investigaciones en función de las tres áreas de estudio analizadas (figura 6). La investigación cuantitativa es la predominante independientemente del tema estudiado (43,51 %). En segundo lugar, aparecen las técnicas cualitativas (26,25 %), seguidas de la revisión de literatura (19,83 %). Por último, hay que señalar que las técnicas mixtas o las cualitativas de tipo experimental son casi testimoniales en esta área de investigación.

Figura 5. Temática de las investigaciones en función de las áreas de estudio

Fuente: elaboración propia

Figura 6. Metodologías más utilizadas en las investigaciones en función de las áreas de estudio

Fuente: elaboración propia

5.3. Principales conclusiones del análisis bibliométrico

En los últimos años las investigaciones que utilizan una perspectiva de género han permitido conocer y profundizar en ámbitos de la realidad hasta ahora no descubiertos, e incluso han dado lugar a reformulaciones en los fundamentos de algunas disciplinas (Sánchez Madariaga, 2011). Es muy oportuno impulsar la investigación de género en sector turístico dada la creciente importancia de la mujer en el entorno sociolaboral del mismo.
El estudio bibliométrico realizado confirma que todavía queda mucho camino por recorrer dentro de la investigación con perspectiva de género en el turismo. Asimismo, la mayor parte de los estudios analizados han sido publicados en revistas de turismo, con alto nivel de impacto, mientras que su aparición en revistas especializadas en estudios de género ha sido residual.
La investigación de esta temática se desarrolla principalmente en países desarrollados (América del Norte y los países del arco mediterráneo, por su gran experiencia turística), pero los trabajos de campo están más diversificados por todo el globo. La temática más estudiada en relación con el trabajo de la mujer en el sector turístico es el emprendimiento (especialmente en áreas rurales), seguido de la segregación ocupacional de hombres y mujeres y la discriminación laboral de las mujeres. Las menos analizadas son el acoso sexual y los procesos de selección de personal, por su complejidad y la dificultad de acceso a información a través de investigaciones de campo. Tampoco se encuentran estudios centrados en las consecuencias específicamente negativas del empleo en el sexo masculino o sobre género y salud en el entorno laboral (siniestralidad masculina, mayor dedicación, sacrificio de la vida familiar, etc.). Por tanto, queda mucho por saber sobre la influencia que las características intrínsecas del sector tienen sobre el panorama laboral de mujeres y hombres.
Las técnicas cuantitativas son utilizadas para el análisis de los datos en la mitad de los estudios sobre género, turismo y trabajo. Se seleccionan técnicas muy sencillas; concretamente destaca la utilización del análisis factorial y de componentes principales, y de los estadísticos descriptivos y la prueba T-Student. Mientras que las técnicas cualitativas solo son seleccionadas en un escaso 27 % de los casos. El resto de técnicas son utilizadas de forma muy puntual.
En virtud de estos resultados, se confirma que en el tema del género no existe un corpus científico extenso en este ámbito de investigación, ni desde el punto de vista de la fundamentación teórica, ni de la empírica. Como ya se adelantaba en la introducción, cualquier intervención debe partir de un conocimiento profundo acerca de la situación a intervenir. Por tanto, existe una necesidad creciente de seguir investigando esta área de estudio con objeto de poder mejorar las condiciones de la mujer en el mercado laboral turístico.

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