Capítulo I
Aproximaciones teóricas y conceptuales al área de turismo y género
1. Aproximación a la perspectiva de género: diferencia entre sexo y género
Uno de los primeros conceptos a distinguir para poder comprender el binomio turismo
y género es la diferencia entre los conceptos de sexo y de género. Esta distinción
y sus implicaciones han sido objeto de debate y de múltiples teorías en las ciencias
sociales. Habitualmente, ninguno de nosotros piensa en esta diferencia y en qué significa,
ya que atañe a comportamientos naturales que realizamos rutinariamente en nuestra
actividad diaria (Marchbank y Letherby, 2007). Sin embargo, dicha distinción es la
base de las diferentes trayectorias vitales y de buena parte de las desigualdades
entre hombres y mujeres, por lo que tiene una importancia vital.
1.1. Los conceptos de sexo y género
La separación por sexos está presente continuamente en nuestra sociedad, por ejemplo,
cuando completamos una encuesta o rellenamos un papel oficial, cuando viajamos, en
el momento en el que empezamos a buscar un trabajo o cuando vamos a comprar a un gran
almacén (Marchbank y Letherby, 2007).
Durante muchos siglos, la diferenciación por sexos en la sociedad ha servido como
una forma de dividir genéricamente el «trabajo» entre hombres y mujeres (los hombres
han sido los cazadores; las mujeres las cuidadoras del hogar), y para ello se ha utilizado
la argumentación de su diferente condición biológica (fuerza y valentía para los hombres;
sensibilidad y cuidados para la mujer) para asignar diferentes actividades a cada
uno de ellos. La argumentación de su diferente papel en la sociedad basada en su condición
biológica fue muy criticada como fuente de desigualdad por los movimientos feministas
(Marchbank y Letherby, 2007), por lo que comenzaron a distinguir entre el concepto
de sexo y el de género. Pero ¿qué se entiende por cada uno de estos términos?
El sexo se refiere a las características biológicas y anatómicas del cuerpo humano
que permiten dividir el mundo en hombres y mujeres. En contraposición, el término
género se emplea para definir la elaboración social que divide lo que se considera
femenino y masculino. Por tanto, género es una construcción socialmente establecida que se refiere a una «forma de ser» en
sociedad, que incluye un tipo de carácter o personalidad, unas creencias, unos valores,
unos comportamientos y unas actitudes distintas para el hombre y la mujer (Benería
y Roldán, 1992; Castaño, 1999). De esta forma, todas las personas aprenden a comportarse
en función de su género, crean y recrean el mismo en las interacciones diarias, siguiendo
las ideas normativas y las actitudes socialmente asignadas para cada sexo (hombres
y mujeres) (West y Zimmerman, 1987 y 1998). En consecuencia, según West y Zimmerman
(1987, 1998), el género se compone de la propia autodefinición individual del mismo,
que ha sido aprendida socialmente, de las expectativas de los demás y de las expectativas
culturales que implican cómo debe ser nuestro comportamiento en el contexto de una
interacción.
Por ejemplo:
-
¿Debe un hombre abrir la puerta y dejar salir a la mujer en primer lugar?
-
¿Debe una mujer ser más recatada y silenciosa en una reunión?
-
¿Se espera de una mujer que lleve tacones?
-
¿Debe un hombre no expresar sus sentimientos porque «los hombres no lloran»?
-
¿Es mejor que las mujeres ocupen los puestos de recepción en un hotel?
Es en este tipo de comportamientos, pero también en las actitudes, los valores y las
creencias, en lo que consiste la construcción cultural y social del género femenino
o del género masculino.
Género como construcción social
Un buen ejemplo para analizar cómo se construye socialmente el género es la película
Tomboy. En la película se evidencia cómo una niña «construye» su género en la interacción
con otros y cómo experimenta su nueva identidad a través de nuevos comportamientos,
valores, actitudes y personalidad al margen de su sexo biológico.
Sinopsis: «Tras instalarse con su familia en un barrio de las afueras de París, Laure,
una niña de diez años, aprovecha su aspecto y su corte de pelo para hacerse pasar
por un chico. En su papel de "Michael", se verá inmersa en situaciones comprometidas;
y Lisa, una chica de su nuevo grupo de amigos, se siente atraída por ella».
1.2. Roles y estereotipos de género
De esta forma, surgen los roles de género o estereotipos de género que resumen las
representaciones culturales (Colás Bravo y Villaciervos Moreno, 2007) de lo que se
espera de una mujer y de un hombre. A partir de ellos, los sujetos construyen su propia
existencia interiorizando los códigos y las señas de identidad concebidos y consensuados
culturalmente (Colás Bravo y Villaciervos Moreno, 2007) y mantenidos a través de la
admiración o la reprobación de los otros (Eagly, Wood y Johannesen-Schmidt, 2004).
El estereotipo ideal de mujer corresponde a una mujer atractiva, guapa, dulce, amable,
extrovertida, comunicativa, sentimental, tierna, cuidadora, responsable de los demás,
astuta e irreflexiva; y el del hombre se corresponde con el liderazgo, el poder, la
fortaleza, la racionalidad, la habilidad técnica, el conocimiento, la insensibilidad,
la capacidad para ser el proveedor familiar, la competitividad, la autoconfianza y
el riesgo (Colás Bravo y Villaciervos Moreno, 2007; Godoy y Mladinic, 2009).
Estos estereotipos marcan la división de la sociedad, ya que asignan una función o
un rol distinto en la misma dependiendo del sexo. Según Eagly y otros (2004), se produce
una correspondencia entre los roles asignados y las características que se consideran
propias de las personas (sesgo de correspondencia) (Godoy y Mladinic, 2009). De esta
forma, la asignación de los roles familiares (labores domésticas y familiares) a las
mujeres está relacionada con su presunta mayor capacidad para el cuidado, la amabilidad
y la sensibilidad, mientras que a los hombres se les asigna el papel del proveedor
familiar por sus rasgos asociados a la autonomía o a la dominación, el poder. Eagly
y otros (2004), utilizando la denominación previa de Bakan, llaman «comunales» (en
conexión con otros) a los rasgos femeninos y «agénticos» (autoconfianza) a los masculinos
(Godoy y Mladinic, 2009).
Por tanto, los estereotipos y los roles de género marcan definitivamente la trayectoria
personal, familiar y profesional a lo largo de la vida de las mujeres y de los hombres.
Estereotipos de género a través de los juguetes
Una forma de socializar y aprender los diferentes estereotipos asignados a cada sexo
es por medio de la elección de los juguetes. En los siguientes enlaces se pueden observar
diferentes investigaciones y perspectivas que sirven de reflexión sobre este asunto:
1.3. Modelo conceptual: el género como factor estructurador
Como se ha visto, el género es una elaboración socialmente construida que marca los
roles, los estereotipos, las creencias, los valores, etc., pero también las responsabilidades
y las oportunidades. Pero:
-
¿Qué significa que el género es una característica socialmente construida?
-
¿Cómo se configura como factor estructurador?
-
Si es estructurador, ¿cómo nos influye individualmente, en nuestras interacciones
y en las instituciones?
Un modelo especialmente clave para entender el género como un factor estructurador
es el desarrollado por Barbara Risman (2004) (Gender as Structure), en el que confluyen algunas de las teorías previas existentes y que facilita una
visión holística del concepto. Algunos acercamientos previos se han centrado en una
o dos dimensiones. El interés de esta perspectiva es que aporta una visión más completa,
con tres niveles.
En su acercamiento esta autora considera que:
«[...] el propio género tiene que ser considerado como una propiedad estructural para
la sociedad. No se manifiesta solo en las personalidades del individuo, o en las reglas
culturales u otras instituciones. El género está profundamente arraigado como base
para la estratificación, la diferenciación de oportunidades y restricciones.»
B. J. Risman (1998). Gender Vertigo: American Families in Transition (pág. 296). New Haven: Yale University Press.
De esta forma, las mujeres y los hombres son «coaccionados» a asumir roles sociales
diferenciales y, en función de ellos, como ya hemos visto, eligen sus caminos de género
distintos que les influyen en su vida de forma global, incluso en cuestiones que podrían
considerarse de elección personal o individual.
Esta diferenciación tiene consecuencias a tres niveles (figura 1): a nivel individual, a nivel interaccional y a nivel institucional. Según Risman,
estos tres niveles están interrelacionados y no puede considerarse que uno sea más
importante que el otro en la configuración del género.
Figura 1. Modelo género como factor estructurador (gender as a structure)

Fuente: B. J. Risman; G. Davis (2013). «From sex roles to gender structure». Current Sociology.
1) Nivel individual
Se encuentra el desarrollo de la propia concepción del yo como perteneciente a un
género u otro. Es la forma en la que nos configuramos y desarrollamos como mujeres
u hombres: conforma nuestra personalidad, nuestro yo individual femenino o masculino,
en función del cual asumimos comportamientos, valores, creencias y preferencias distintas
y tomamos decisiones (por ejemplo, la educación o el tipo de trabajo posterior). Risman
entiende que dichas elecciones no son libres y son realizadas conforme a los estereotipos
de género. Este aprendizaje se realiza mediante los procesos de socialización principalmente
por la familia y el entorno, el grupo de iguales o el colegio, pero también mediante
los medios de comunicación (cine, televisión, radio, etc.). Los padres son uno de
los principales reproductores de los patrones y roles de género, no solo por su figura
como referente para la imitación, sino también como transmisores de los valores y
comportamientos acordes a cada sexo. Por eso, es tan importante cuál sea su actitud
y su conducta. Los medios de comunicación son también un factor clave, ya que ayudan
a reforzar los estereotipos de género y permiten que emerjan iconos a seguir.
Los medios de comunicación representan y perpetúan los estereotipos de género
Conscientes de la importancia que tienen los medios de comunicación como agentes de
socialización, el Instituto de la Mujer puso en marcha un Observatorio de la Imagen
de las Mujeres en el año 1994 con el objetivo de «analizar la representación de las
mujeres en la publicidad y en los medios de comunicación, ver cuáles son los roles
más significativos que se les atribuyen y, en el caso de que estos sean sexistas,
realizar acciones que contribuyan a suprimir las imágenes estereotipadas». Su página
web es la siguiente:
http://www.inmujer.gob.es/observatorios/observImg/home.htm.
Durante los últimos años ha posibilitado la denuncia de contenidos sexistas, consiguiendo
en algunos casos la retirada de anuncios publicitarios. Por ejemplo, durante el año
2014 se registraron un total de 799 quejas, lo que supuso un incremento del 41,6 %
con respecto al año 2013; el 48,5 % de ellas estuvieron relacionadas con la imagen
de la mujer en la publicidad, y el resto (51,4 %) con otros medios de comunicación.
En su página web se pueden visualizar las campañas denunciadas.
2) Nivel interaccional
Los hombres y las mujeres deben comportarse en la interacción con los otros como se
espera en función de su sexo, incluso cuando ocupan idénticas posiciones estructurales
(Risman, 1998) como, por ejemplo, una posición de liderazgo o responsabilidad. Es
lo que Eagly y Wood (2004) calificaron como «expectativas de roles de género» (Risman,
1998), y lo que West y Zimmerman (1987, 1998) conceptualizaron como doing gender. Este «haciendo género» se establece continuamente en las interacciones diarias a
través de los códigos normativos de conducta asignados a cada sexo. Risman (1998)
utiliza un ejemplo muy clarificador en el que explica cómo una persona que cambia
quirúrgicamente de sexo, de hombre a mujer, debe aprender a interaccionar con otros
en su nueva asignación. Ejemplifica una situación cotidiana en la que esta persona,
después de haber tenido una cita con un hombre, debe esperar a que su acompañante
(hombre) le abra caballerosamente la puerta del coche para bajarse del mismo, «reprimiendo»
su impulso inicial de salir sin más.
3) Nivel institucional
Explica cómo la estructura social, cultural y organizativa, reproduce las diferencias
de género (división del trabajo, jerarquías, poder) dividiendo las instituciones y
la sociedad en función del mismo. Los componentes del nivel institucional están relacionados
con el mantenimiento del poder y los recursos principalmente por parte de los hombres,
lo que implica la aparición de la brecha salarial, la segregación por sectores y ocupaciones,
las diferencias contractuales, el techo de cristal, entre otros aspectos. Si nos centramos
en las organizaciones, Acker (1990) considera que estas están estructuradas en función
del género y sus procesos internos no son neutrales. Acker (1990) identificó cuatro
formas en las que se perpetúa el género en las organizaciones:
-
La división del trabajo, jerarquías, poder, etc.
-
La creación de símbolos culturales.
-
Las interacciones en el lugar de trabajo entre los trabajadores.
-
Las asunciones y prácticas de comportamiento de género como un elemento constitutivo
de la lógica organizacional.
El trabajo a tiempo parcial en las mujeres
Risman (1998, pág. 43) ilustra la aplicación de su modelo con un ejemplo sobre el
trabajo a tiempo parcial en las mujeres.
Desde el punto de vista institucional-organizativo, el trabajador ideal es aquel que
trabaja largas horas, sin flexibilidad, y que antepone su trabajo a la familia. Este
arquetipo es mayoritariamente masculino por la imposibilidad de compatibilizar vida
familiar-laboral. Cuando en una pareja se plantea la posibilidad de tener hijos, es
siempre la mujer la que opta bien por retirarse del mercado laboral bien por trabajar
a tiempo parcial, porque es a ella a la que se asocia con el rol familiar (nivel individual).
Y precisamente esta misma elección, que en la pareja toma forma de decisión personal
e individual, recrea y reproduce la estratificación y desigualdad por género tanto
en su propio matrimonio (nivel interaccional) como en el sector económico (nivel institucional)
al que pertenece.
2. Aproximación a las teorías de género
Como se ha visto, una de las primeras consecuencias de los movimientos feministas
fue la de ayudar a distinguir entre los conceptos de sexo y género. Obviamente, su
movilización no se limitó solo a eso. En un sentido más amplio, los movimientos feministas
occidentales han ayudado a visibilizar y a mejorar la posición de la mujer en la sociedad
articulándose como «un conjunto coherente de reivindicaciones» a través de un movimiento
organizativo para conseguirlas, y fruto del desarrollo tanto de un marco teórico como
práctico (De Miguel, 2005). Pese a que se pueden encontrar reivindicaciones individuales
ya en la edad media, el feminismo actual surge en la segunda mitad el siglo xviii, pero se extiende como movimiento colectivo a lo largo del siglo xix (Barba Pan, 2016). De esta forma, como se ha dicho, las diferencias conceptuales
entre sexo y género se profundizan en las décadas de 1960, 1970 y 1980 con el surgimiento
de una teoría feminista que ha ido separándose de la visión reduccionista de la división
binaria y sexual de la sociedad hacia movimientos que propugnan la igualdad de la
mujer y/o la diversidad sexual. A continuación, se resumen cuáles han sido los principales
hitos del movimiento feminista.
¿Qué es feminismo?
Mujeres en red (2008) ofrece esta definición:
«El feminismo es un movimiento social y político que se inicia formalmente a finales
del siglo xviii –aunque sin adoptar todavía esta denominación– y que supone la toma de conciencia
de las mujeres como grupo o colectivo humano, de la opresión, dominación, y explotación
de que han sido y son objeto por parte del colectivo de varones en el seno del patriarcado
bajo sus distintas fases históricas de modelo de producción, lo cual las mueve a la
acción para la liberación de su sexo con todas las transformaciones de la sociedad
que aquella requiera.»
Es también muy oportuna la lectura de este artículo sobre los mitos negativos sobre
lo que significa el feminismo:
2.1. Historia del movimiento feminista
Se puede hablar de cuatro grandes olas o etapas del movimiento feminista
(De Miguel, 2005; Barba Pan, 2016).[] No obstante, algunos textos dividen estos períodos en solo tres olas dejando fuera
al feminismo premoderno. Sin embargo, a efectos didácticos adoptaremos la clasificación
en cuatro grandes etapas. Siguiendo a De Miguel (2005), serían las siguientes:
-
Feminismo premoderno o primera ola: se extiende desde la Revolución Francesa hasta
mediados del siglo xix. Su debate se centra en demostrar la igualdad en la educación y la inteligencia.
Marca el inicio de la presencia de la mujer en los debates políticos e intelectuales.
-
Feminismo moderno o segunda ola: se enmarca dentro del feminismo anglosajón del siglo
xix y principios del xx, asociado a la consecución del derecho al voto, el derecho a la educación, el derecho
al trabajo e incluso a la abolición de la esclavitud en Estados Unidos. Surge como
respuesta a la nueva situación generada por el capitalismo y la Revolución Industrial.
Dentro de este movimiento podemos encontrar el feminismo decimonónico, el feminismo
liberal, el movimiento sufragista, el feminismo socialista, el feminismo y el marxismo.
-
Neofeminismo o tercera ola: se produce desde comienzos de los años sesenta hasta los
noventa. Está asociado al movimiento de liberación de la mujer a través de sus reivindicaciones
sexuales, anticonceptivas y de derecho al aborto. En esta tercera ola hay que encuadrar
el feminismo liberal y el feminismo radical. Durante este periodo se escriben obras
tan influyentes como El segundo sexo de Simon de Beauvoir, La mística de la feminidad de Betty Friedan, Sexual Politics de Kate Millett y La dialéctica del sexo de Shulamith Firestone.
-
El feminismo de la cuarta ola: constituido por las últimas tendencias en cuanto a
movimiento feminista. Se desarrolla en la actualidad. Surge como respuesta a las nuevas
tendencias sociales e incorpora una visión más global no solo en cuanto a las diversidades
sexuales, sino también en cuanto a una menor limitación a la mujer occidental. Dentro
de esta ola se encuentra el movimiento queer, el ecofeminismo y el ciberfeminismo (Haraway).
Realizado el análisis cronológico-temporal de las diferentes olas en el movimiento
feminista, se explicará a continuación cuáles son las aproximaciones teóricas que
acompañan este movimiento.
2.2. Aproximaciones teóricas contemporáneas al concepto de género
Como se ha visto, buena parte de la base de las corrientes feministas aparece con
los movimientos sufragistas que reivindicaban la igualdad de las mujeres a todos los
niveles, pero especialmente mediante su participación y su reconocimiento como ciudadanas
de pleno derecho. Posteriormente, irán surgiendo diferentes movimientos feministas
con distintas aproximaciones y posicionamientos teóricos.
De forma muy sintética, según Aguilar (2008), se puede hablar de dos corrientes o
enfoques en la historia del feminismo: el determinismo biológico y el constructivismo
social. El primero se apoya en las diferencias entre sexos por sus condicionantes
biológicos y la existencia de diferencias psicológicas, y a partir de este supuesto
defiende la igualdad de la mujer. El segundo rechaza la base biológica de las diferencias
y considera que el género es un constructo social, y es partir de esta concepción
desde la que reivindica la igualdad de la mujer. El feminismo de la diferencia se
enmarca en el primer postulado, mientras que el feminismo radical lo hace en el segundo.
A continuación se explican estos dos grandes movimientos y, finalmente, se exponen
los fundamentos teóricos del movimiento queer para ilustrar alguna de las corrientes surgidas en la cuarta ola.
2.2.1. El feminismo de la diferencia
Surge en los años setenta en Francia y sus autores más representativos son Lyotard
(Aguilar, 2008), Luce Irigaray y Annie Leclerc (Francia), Carla Lonzi (Italia; debate
de la Librería de Mujeres de Milán) y Victoria Sendón de León (España) (Barba Pan,
2016).
Se enmarca dentro del determinismo biológico, por lo que acepta y reconoce las diferencias
entre hombres y mujeres. Consideran a la mujer distinta a los hombres no solo anatómicamente,
sino también por sus características psicológicas. De esta forma, la dualidad entre
sexos se considera irremediable, por lo que este movimiento no utiliza el discurso
de la igualdad como algo a conquistar, porque eso sería tanto como considerar a la
mujer y el hombre iguales, sino que más bien se apoyan en las diferencias. Su lema
es: «Ser mujer es hermoso» (Barba Pan, 2016) y sostienen: «¿Por qué aspirar a tener
su poder si los hombres son agresivos y violentos mientras las mujeres podemos crear
un mundo que refuerce las diferencias femeninas?» (Barba Pan, 2016).
Sobre esta base, propone que la mujer adquiera un estatus digno e igualitario en la
sociedad explotando sus características intrínsecas, su feminidad frente a la masculinidad.
Considera que la feminidad y la posición de la mujer en la sociedad ha sido definida
culturalmente por el paradigma predominante en la sociedad, el masculino: lo femenino
ha sido entendido como el par en oposición a lo masculino (Aguilar, 2008). Por eso,
consideran que hay que redefinir la identidad femenina y, a partir de esta nueva interpretación,
defender la posición de la mujer. La liberación vendría por la explotación de la diferencia
sexual abandonando como punto de referencia a los varones.
Las corrientes críticas consideran estos planteamientos irrealizables porque subestiman
la dificultad de generar un discurso y una identidad femenina sin tener en cuenta
que estos tienen que surgir en un sistema cultural y social basado en el poder masculino.
Según Aguilar (2008), los críticos «consideran que esta utopía es sumamente peligrosa
políticamente e incorrecta teóricamente. Representa a la mujer como la clase revolucionaria
auténtica y crea una ilusión de dominio y transparencia de la subjetividad inadmisible».
2.2.2. El feminismo radical
Se desarrolla desde finales de los años sesenta y durante toda la década de los setenta,
y surge a raíz del movimiento americano New York Radical Women (1967-1969). Es un
movimiento que se separa de los movimientos de izquierdas vinculados al socialismo
y la democracia, surgidos en los años sesenta. Propone la disolución de la diferencia
sexo-género y considera el patriarcado el causante de la dominación sexual en el que
se basan otro tipo de dominaciones sociales como la raza o la clase. Así, si para
el movimiento socialista el capitalismo es el que genera la dominación, en el feminismo
radical es el sistema patriarcal el que provoca la opresión de las mujeres. El género
es, por tanto, un concepto construido socialmente para mantener este sistema patriarcal.
El patriarcado es la relación de poder que ejerce el hombre sobre la mujer e incluso
el hombre adulto sobre el joven. Domina todas las estructuras y sistemas sociales
y por eso se adapta a cualquier sistema político-económico existente (Aguilar, 2008).
El patriarcado implica que el hombre mantiene el poder en todas las estructuras sociales,
tanto fuera como dentro del hogar, y establece las normas sociales y morales. En este
sistema la mujer asume una posición secundaria en la sociedad con el argumento de
su necesario papel reproductivo, lo que provoca las diferencias en cuanto al trabajo,
dentro y fuera de casa (trabajo doméstico para la mujer) y la «opresión» de las mujeres
por parte de los hombres. El papel de la mujer, por tanto, está asociado al matrimonio,
la fertilidad y la educación de los hijos, siendo estos en sí elementos coercitivos
que condicionan socialmente a la mujer. De esta forma, acuñan el concepto de «casta
sexual» para explicar esta estructura de poder basada en la dominación masculina.
Según Barba Pan (2016), este movimiento ayudó a reforzar la posición de la mujer sacando
a la luz muchos de los problemas que hasta el momento se consideraban privados o naturales.
Su lema fue «lo personal es político» y bajo este emblema reivindicaron la lucha por
el uso de anticonceptivos, la crítica a la prostitución, el derecho al aborto, la
violencia de género, una nueva concepción médica de la ginecología, la defensa personal
o la apertura de guarderías (Barba Pan, 2016).
2.2.3. Feminismo de cuarta ola o el movimiento queer
Esta corriente teórica se engloba dentro del movimiento feminista de cuarta ola, en
el que se incluye tanto el feminismo queer como el ciberfeminismo (Aguilar, 2008). Surgió en Estados Unidos en los noventa,
concretamente en Nueva York con el movimiento Queer Nation, como un movimiento dentro
de la comunidad de gays y lesbianas. Una de sus principales autoras es Judith Butler,
con su clásico El género en disputa (2007).
Según sus postulados, el género es el resultado de una construcción social, pero cuestionan
su referencia como una categoría universal. De esta forma, consideran que la identidad
sexual no es algo inmutable y único basado en la diferenciación sexual (biológica)
binaria, en la que solo se puede interpretar socialmente el papel de hombre o mujer.
Por el contrario, admiten la diversidad absoluta como dimensión humana, lo que implica
formas socialmente variables de desempeñar uno o varios papeles sexuales. Además,
el movimiento queer no entiende la sexualidad como un sistema contrapuesto entre homosexualidad o heterosexualidad,
sino que «defiende una diversidad sexual que incluye a bisexuales y transgéneros de
todos los tipos» (González, 2009).
Conceptualmente, en el análisis del binomio sexo-género Butler considera, a su vez,
que tanto la concepción de género, como categoría construida social-culturalmente en contraposición con el sexo –que
es naturalmente dado por la biología–, como la de sexo, forman parte de dos «construcciones discursivas y performativas» que ahondan en
un sistema binario heterosexual (Acosta, 2010). Por eso, considera que el género debe
ser entendido desde un punto de vista mucho más amplio en el que se reconozca que
su construcción se elabora en un espacio, un tiempo y un colectivo determinados.
¿Qué otros feminismos han existido o coexistido con los tres movimientos anteriores?
Segunda y tercera ola de los movimientos feministas:
1) Feminismos de la igualdad: Tiene como objetivo conseguir la igualdad entre hombres
y mujeres a través no solo de su igualdad legal, sino también de un nuevo orden social.
Se acuñó este nombre para englobar aquellas corrientes que buscan la igualdad en contraposición
con la nueva corriente de «feminismo de la diferencia». Dentro de este feminismo encontramos:
a) Feminismo liberal (segunda ola). Conseguir el voto de las mujeres para después ganar
la libertad individual como mujeres. Desde finales de 1800 y principios de 1900.
b) Feminismo socialista (segunda ola). Hace una crítica al capitalismo y al patriarcado
ampliando la visión teórica y política del marxismo para explicar la opresión de las
mujeres. Comparte postulados del feminismo liberal y del radical.
c) Feminismo radical (tercera ola). Surge como reacción al feminismo liberal. Critica
el patriarcado.
2) Feminismo de la diferencia (tercera ola), también llamado cultural. Es una escisión
del feminismo radical. Rechazan la igualdad. Hay que explorar la feminidad.
3) Feminismo racial o black feminist (tercera ola). Surge en los sesenta como contraposición a las corrientes anteriores
que solo reivindican a la mujer blanca. Consideran que el sexismo y el racismo están
unidos. Aparece la teoría de la interseccionalidad.
4) Feminismos lesbianos (tercera ola) y teoría queer. Se constituyó como movimiento en los años setenta. Critica la heterosexualidad como
categoría universal.
Cuarta ola de los movimientos feministas:
1) Feminismo poscolonialistas (cuarta ola). Surge como reacción a las corrientes feministas
enmarcadas exclusivamente en la mujer occidental blanca. Analiza las consecuencias
y los efectos que el racismo y el colonialismo tienen sobre el resto de mujeres.
2) Ciberfeminismo (cuarta ola). Está interesada en la influencia de las tecnologías
de la información e internet en la transformación social de los géneros, criticando
la apropiación de la red por los hombres. Por ello, promulgan la conquista de este
territorio.
3) Ecofeminismos (cuarta ola). En líneas generales, es un movimiento que relaciona el
activisimo ecologista con el feminista. No se puede hablar de un único movimiento
como tal, ya que existen diferentes corrientes (ecofeminismo radical, ecofeminismo
liberal, etc.).
3. El diseño de una investigación desde una perspectiva de género
Una vez clarificado los conceptos de género y sexo, y la evolución histórica de la
teoría feminista, en este apartado se va a analizar cómo aplicar una perspectiva de
género en la investigación.
La denominada perspectiva de género se ha tornado un instrumento indispensable en
las investigaciones sociales, ya que aporta luz sobre las diferentes formas de construcción
identitaria de mujeres y varones, sus maneras particulares de actuar, percibir, entender,
sentir, hablar e interactuar, además de los diferentes vínculos que se establecen
entre ellos (Inda, 2016). A pesar de su importancia, no es suficientemente aplicada.
Así, perviven todavía ciertos estereotipos y sesgos en la investigación basados en
las experiencias y expectativas de un grupo de personas, mayoritariamente varones
(Ministerio de Ciencia e Innovación, 2011).
Según Ruiz Cantero (2007), considerar en investigación al sistema sexo-género implica
incorporarlo en los marcos explicativos de las investigaciones, así como en sus diseños
y análisis, lo que aporta calidad a las mismas. Y para ello, es básico aceptar que
el género actúa como principio organizador de la estructura social posibilitando el
acceso a recursos, como los turísticos, y la distribución de los mismos. Por lo tanto,
abordar la dimensión del género de la investigación implica considerar que el género
es una variable clave analítica y explicativa en la investigación. Si no se tienen
en cuenta las cuestiones de género pertinentes o se abordan de manera superficial,
los resultados de la investigación serán parciales (Ministerio de Ciencia e Innovación,
2011).
Siguiendo con las aportaciones del Ministerio de Ciencia e Innovación (2011), la investigación
sensible al género posee un enfoque doble:
-
Presta atención a la participación de las mujeres y los hombres proporcionando las
mismas oportunidades para todos.
-
Integra el género en el contenido de la investigación desde la idea inicial hasta
la difusión de los resultados.
Por tanto, el diseño de una investigación desde una perspectiva de género impacta
a todas y cada una de las fases de investigación, que son las siguientes:
-
Definición del problema y de los objetivos o hipótesis de la investigación.
-
Desarrollo de un plan de investigación para reunir la información necesaria para dar
respuesta a dichos objetivos o hipótesis.
-
Implementación del plan de investigación, para la recolección y análisis de datos.
-
Interpretación y publicación de informes o artículos.
Como se puede ver en la figura 2, son muchas las fases que se pueden ver enriquecidas por una perspectiva de género,
empezando con el planteamiento de objetivos innovadores y terminando con la publicación
de informes que utilicen un lenguaje sensible al género.
El Ministerio de Ciencia e Innovación (2011, págs. 14-15) destaca los siguientes aspectos:
-
Ideas e hipótesis de la investigación: es necesario analizar la relevancia sobre género
en el contenido de la investigación y realizar una evaluación del estado de los conocimientos
a este respecto. La formulación de hipótesis puede basarse en investigaciones anteriores,
así como en la documentación existente. Es más, la base de conocimientos sobre cuestiones
de género ha aumentado de manera constante durante las últimas décadas y puede ser
de utilidad como material de referencia para construir nuevas hipótesis para futuras
investigaciones.
-
Herramientas de recopilación de datos: como sucede con los cuestionarios y las listas
de control de los sondeos, deben ser sensibles al género, utilizar un lenguaje no
sexista y deberían permitir, además, detectar las diferentes realidades de los hombres
y de las mujeres. Todo ello ayudaría a evitar los prejuicios de género. Por ejemplo,
las respuestas que debe proporcionar el/la «cabeza de familia» no son necesariamente
válidas para todos los miembros del hogar.
-
Análisis de los datos: en la mayoría de las investigaciones que conciernen a seres
humanos, los datos se desglosan rutinariamente por sexo, lo que, lógicamente, conduce
a un análisis según el sexo. Sin embargo, a día de hoy aún no es una práctica común.
Si se toma sistemáticamente el sexo como variable central y se analizan otras variables
con respecto al mismo (por ejemplo, sexo y edad, sexo e ingresos, sexo y movilidad,
sexo y trabajo), se obtendrán ideas importantes y útiles. La participación de grupos
de usuarios finales en equilibrio en cuanto al género durante la investigación es
una buena forma de garantizar el mayor impacto.
-
Fase de difusión y presentación de los datos: la recogida y el análisis de datos específicos
y separados por género no es suficiente si se omiten en la publicación de resultados.
El género debería incluirse en las publicaciones principales ya que es tan importante
como cualquier otra de las variables que se estudian. También se pueden tener en cuenta
las acciones específicas de difusión (publicaciones o actos) para las conclusiones
con respecto al género. Las instituciones y los departamentos que centran su atención
en el género deberían incluirse en los grupos objetivo de la difusión. En las publicaciones
se debería utilizar un lenguaje no sexista.
Figura 2. El género en el ciclo de investigación

Fuente: Ministerio de Ciencia e Investigación (2011)
En el caso concreto de las metodologías, existe muy poca literatura centrada en el
campo de la metodología feminista en general, y aún en una menor medida en lengua
castellana (Martínez y otros, 2014).
Desde la crítica a la universalidad de la ciencia positivista occidental, las propuestas
de las epistemólogas feministas han sido plurales y, en algunos puntos, confrontadas
(Martínez y otros, 2014; Marchbank y Letherby, 2014). De acuerdo con Blázquez Graf
(2012), existen tres aproximaciones teóricas en la epistemología feminista. En primer
lugar, la teoría del punto de vista feminista, que cuestiona las suposiciones fundamentales
del positivismo científico, su pretendida objetividad y neutralidad. Estas teorías
critican los métodos cuantitativos y destacan el conocimiento que proviene de la experiencia
de las mujeres, que les permite tener un punto de vista diferente y privilegiado.
Por otra parte, esta posición privilegiada ha sido criticada desde el posmodernismo
feminista, una nueva aproximación teórica, que critica la idea de que existe una única
voz y visión de las mujeres. Esta perspectiva les parece inaceptable porque las experiencias
difieren entre mujeres, según edad, clase, raza, étnica y cultura; esta posición genera
dificultadas importantes desde un punto de vista de diseño de la investigación y metodológico.
Finalmente, el empirismo feminista considera que es posible encontrar una perspectiva
desde la cual observar y generar conocimiento, que puede ser imparcial y racional.
Epistemología
La epistemología es una disciplina que estudia cómo se genera y se valida el conocimiento
de las ciencias. Su función es analizar los preceptos que se emplean para justificar
los datos científicos, considerando los factores sociales, psicológicos y hasta históricos
que entran en juego. En ese sentido, podemos establecer de manera más clara aún que
de lo que se encarga la epistemología es de abordar la filosofía y el conocimiento
a través de la respuesta a diversas preguntas de vital importancia como las siguientes:
¿qué es el conocimiento?, ¿cómo llevamos a cabo los seres humanos el razonamiento?
o ¿cómo comprobamos que lo que hemos entendido es verdad?
Según Marchbank y Letherby (2014), la crítica feminista al proceso tradicional de
investigación viene de los aspectos siguientes:
-
La selección de objetivos de investigación sexistas y elitistas.
-
La falta de inclusión de casos femeninos en las investigaciones.
-
Las relaciones de explotación entre el investigador e investigado, sin cuidar este
tipo de relaciones, y las implicaciones de la investigación en el investigado.
-
La falta de objetividad ante grupos de investigación mayoritariamente masculinos.
-
El uso de metodologías cuantitativas, tradicionalmente asociadas a métodos masculinos
de investigación, frente a las cualitativas, asociadas a métodos femeninos.
Se deben tener en cuenta todos estos aspectos para implementar una perspectiva de
género en cualquier área del turismo. Esto hará que los resultados de las investigaciones
desarrolladas sean más relevantes e innovadores en el sector turístico.
4. Turismo y género: marco conceptual
El ocio se ha convertido en un medio para el desarrollo personal de mujeres y hombres
y las actividades turísticas destacan, en este sentido, tanto por su variedad como
por su necesidad en la sociedad actual. Sin ningún lugar a dudas, se asiste a la denominada
«democratización del turismo» que, indudablemente, incluye a la mujer.
El análisis del turismo desde una perspectiva de género resulta fundamental para entender
las diferencias que exhiben hombres y mujeres en cuanto al ocio, las oportunidades,
el acceso y uso de los recursos y su impacto social, económico e incluso político.
A este respecto, cabe preguntarse, entre otros aspectos:
-
¿Viajan de diferente manera las mujeres y los hombres?
-
¿Interaccionan de igual forma los turistas y las turistas con las personas locales?
-
¿Las mujeres tienen las mismas condiciones laborales que los hombres en este sector?
-
¿Favorecen las mujeres el desarrollo y el turismo sostenible en mayor medida que los
hombres?
-
¿Utilizan de la misma manera la tecnología para buscar información y realizar reservas
de productos y servicios turísticos?
Todas estas preguntas y sus respuestas implican entender que el género supone un factor
que influye de forma global en todos los ámbitos de estudios del turismo. Dichos ámbitos
incluyen desde la propia definición de ocio y turismo hasta el entorno laboral, el
análisis del consumidor y el marketing, el de la tecnología, el del desarrollo y la
sostenibilidad, el del emprendimiento, etcétera. Así, ampliar la investigación en
turismo aplicando la perspectiva de género permite descubrir y desvelar nuevos escenarios
no explorados hasta entonces. Su conocimiento puede aportar una mayor comprensión
de la realidad y contribuir a la construcción de un cuerpo teórico y empírico casi
inexistente.
Ejemplo de aplicación de perspectiva de género al emprendimiento en turismo rural
El emprendimiento en el turismo rural puede aportar un buen ejemplo en el que la aplicación
de la perspectiva de género, mediante el modelo de Risman, descubre una nueva realidad
no tan evidente.
Las investigaciones realizadas hasta la fecha han señalado que la mujer es menos emprendedora
que el hombre dado que tiene una menor predisposición o temperamento a la hora de
asumir riesgos (nivel individual) (De la Fuente, Segovia-Pérez, Figueroa-Domecq, 2014).
Sin embargo, en España buena parte de las empresas turísticas en entornos rurales
están, en general, a cargo de las mujeres de la familia. No obstante, su rol y posición
en la actividad turística es más bien secundaria, más relacionada con la interacción
con los clientes o asimilada al rol tradicional de ama de casa (limpieza) (nivel interaccional
y organizativo). Apenas realiza funciones reales como empresaria, las cuales son asumidas
por el hombre, y más bien se considera una actividad extra que la mujer compagina
con su papel tradicional dentro del matrimonio (cuidar de los hijos y las labores
del hogar) (nivel interaccional). Por tanto, su contribución salarial es también secundaria
y/o incluso inexistente (nivel interaccional).
La literatura sobre la relación entre turismo y género es amplia a escala internacional
y diversos autores hacen referencia a importantes líneas de investigación a desarrollar.
En España, en cambio, se han realizado muy pocas investigaciones en este sentido (Muñoz,
2009; Figueroa y otros, 2015).
Las principales líneas a desarrollar se enmarcan en dos áreas básicas:
-
En la capacidad de la mujer para desarrollar esta actividad económica y social de
forma innovadora y sostenible.
-
En sus necesidades diferenciales como turista a la hora de generar su actividad de
ocio.
Por tanto, la aplicación de una perspectiva de género en el sector turístico debe
abarcar, según Pearce (2005), tres ámbitos básicos:
-
Lo que buscan y esperan encontrar las mujeres en sus viajes turísticos, directamente
relacionado con el turismo experiencial.
-
Su preocupación sobre cómo son tratadas por empleados, turistas y residentes.
-
El diseño de destinos y productos turísticos específicamente para ellas.
Desde el punto de vista de la creación y el desarrollo de la oferta turística, se
hace hincapié en aspectos como la participación de la mujer en el diseño, la creación
y el desarrollo de productos y destinos turísticos (Kinnaird y Hall, 1994), la importancia
de la discriminación laboral vertical y horizontal en las estructuras jerárquicas
de las empresas (Muñoz, 2009), la conciliación familiar y laboral como problema a
resolver (Kinnaird y Hall, 1994), la evaluación de los roles de poder en función del
género en los sistemas turísticos (Pearce, 2005), la colaboración turística desde
una perspectiva de género (Pearce, 2005), las relaciones entre las sociedades residentes
y los turistas y la influencia en la cultura de género (Kinnaird y Hall, 1994), y
la necesidad de formación (Pearce, 2005). Desde el lado de las necesidades de las
mujeres en sus viajes turísticos se plantea: el progreso del marketing turístico de
género, centrado en sexualidad y relaciones de género (Kinnaird y Hall, 1994); la
evaluación de sus motivaciones y expectativas específicas (Pearce, 2005); la brecha
tecnológica y su influencia en los procesos de organización de viajes turísticos (Kelan,
2007); y el rol de la mujer en la organización de viajes (Pearce, 2005).
Los ámbitos en los que resulta de máxima relevancia aplicar una perspectiva de género
son (figura 3):
-
Mujer y turista: Las necesidades y expectativas de las mujeres a la hora de buscar
información, de realizar reservas, de consumir productos turísticos y de opinar sobre
ellos. No podemos olvidar aspectos tan importantes como la necesidad de sostenibilidad
en su preferencia de productos turísticos.
-
Mujer y emprendedora: Las capacidades distintivas de la mujer como emprendedora en
el sector turístico. En este ámbito también es importante resaltar la capacidad de
desarrollo de proyectos sostenibles por parte de la mujer.
-
Mujer y residente: Un elemento fundamental en cualquier destino turístico son los
residentes. El turismo impacta en los residentes, al igual que los residentes impactan
en el tipo de turismo que se desarrolla. El impacto del turismo puede ser positivo
o negativo, y afecta de forma diferente a mujeres y hombres en la sociedad debido
a su papel diferenciado.
-
Mujer y empleada: Un aspecto fundamental en el entorno laboral en general es la situación
de discriminación generalizada de la mujer en el acceso a determinados puestos, sobre
todo a determinados puestos de poder, y en la brecha salarial. Este hecho se da en
el sector turístico y es importante definir de qué manera se produce.
-
Mujer y Administración pública: Es también importante definir el poder que tienen
las mujeres desde la Administración pública a la hora de establecer el tipo de turismo
a desarrollar en un destino turístico.
-
Mujer, turismo y sexo: Una realidad trágica y generalizada es la asociación de turismo
y sexo, a través del turismo sexual. El objetivo del turismo sexual es tener relaciones
sexuales. Aunque los demandantes de este turismo pueden ser hombres y mujeres, es
mucho más habitual en el caso de los hombres. Y este turismo sexual tiene un impacto
muy negativo en las mujeres y niñas que caen en estas redes.
Figura 3. Ámbitos del turismo para la aplicación de una perspectiva de género

Fuente: elaboración propia
Nos enfrentamos así a preguntas sobre la ética en el turismo sexual, las desigualdades
en la producción, el marketing y el consumo del turismo, y su disfrute sexuado en
función de ideas sobre la masculinidad y la feminidad. Hay que tener en cuenta que
el turismo es un vehículo ideal para promover tanto la riqueza de la diversidad, por
ejemplo mediante el turismo cultural, como la justicia en la igualdad de acceso a
recursos y oportunidades para los proveedores de turismo y los consumidores-turistas
(Swain, 2005). Por tanto, la aplicación de una perspectiva de género en la planificación
de un destino turístico puede hacerlo más sostenible y socialmente responsable.
Veamos a continuación con más detalle tres de estos ámbitos, el de mujer y turista,
mujer y emprendedora, y mujer y empleada.
Mujer y turista
La revisión de la literatura muestra que muchos productos son inevitablemente diseñados
desde una perspectiva masculina (Westwood y otros, 2000). La necesidad de desarrollo
personal de las mujeres al viajar, así como sus distintas necesidades y expectativas,
se deben tener en cuenta a la hora de desarrollar nuevos productos (Kotler y otros,
2008), ya que cada vez son más las mujeres que viajan de forma independiente y las
que son conscientes de que necesitan un desarrollo propio para su crecimiento como
personas. Asimismo, con el desarrollo de numerosos productos sobre la base de las
necesidades de la mujer, se están creando productos con una mayor calidad de diseño
y servicio que también resultan positivos para los hombres (Kotler y otros, 2008;
Pearce, 2005).
Desde el punto de vista del consumidor turístico y de la configuración de productos
turísticos, uno de los factores que más influyen en la generación de una necesidad
y la posterior compra del producto es la influencia del grupo de pertenencia y de
referencia (Borja y otros, 2002; Kotler y otros, 2003). La configuración de un producto
específico para la mujer, como los grupos de viaje, los hoteles o las comunidades
virtuales exclusivos para mujeres, se fundamenta en la necesidad social de compartir
experiencias con el grupo de iguales (grupo de pertenencia) con el que se mantienen
unos mismos valores, percepciones, creencias y comportamientos (Segovia, 2011; Segovia
y Figueroa, 2009). La influencia de los grupos de referencia está relacionada con
la emulación de comportamientos y la aspiración de pertenencia a un grupo ideal. Por
tanto, tienen que ver con el desarrollo y crecimiento de la industria turística especializada
en el público femenino. Las mujeres pioneras en el disfrute de su ocio en solitario
se convertirán en referencia dentro de su grupo de iguales y favorecerán el posterior
crecimiento de esta industria. Y este es precisamente uno de los factores que explica
el extraordinario crecimiento del turismo de mujeres en Estados Unidos y que se haya
convertido en un mercado de referencia mundial (Bond, 2009). La cultura constituye
un determinante fundamental en la escala de deseos, necesidades y valores y en el
mismo comportamiento del consumidor (Borja y otros, 2002). En este sentido, no todas
las sociedades han experimentado el mismo avance en relación con el papel de la mujer
en la misma y no todas tienen la misma cultura en cuanto a consumo turístico se refiere.
Por ello, el perfil de consumidor turístico femenino varía de unas sociedades a otras.
Este hecho explicaría, en parte, las diferencias en cuanto al desarrollo y la especialización
de productos turísticos dedicados al público femenino a escala mundial ya que, aun
manteniendo características comunes, presenta peculiaridades y necesidades distintas
según cada región.
En cuanto a la organización de viajes turísticos, tradicionalmente las mujeres han
sido las principales decisoras de las vacaciones familiares. Según una encuesta de
Hotels.com, el 68 % de las mujeres son las responsables de las vacaciones en pareja
(Hosteltur, 2006). Asimismo, las diferencias de género se topan con una problemática
fundamental: la importancia de internet como canal de distribución para la industria
turística y la brecha tecnológica de género. El origen de esta «brecha de género»
(Figueroa, 2011) se achaca a las limitaciones de acceso de la mujer a la tecnología
e incluso al acceso restringido a los puestos de decisión en temas relacionados con
las telecomunicaciones y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC)
y, consecuentemente, a su menor representación en el mercado de la tecnología (Kelan,
2007). La «brecha de género» en el uso de las TIC existe en España (Fundación Telefónica,
2008) pero evoluciona favorablemente hacia la mayor participación de las mujeres.
La actividad turística desde la perspectiva de género debe ser consciente de la importancia
de distribuir adecuadamente estos productos, ya que la mujer presenta diferencias
importantes respecto al hombre en su actitud ante la publicidad y, sobre todo, ante
el canal de comercialización por excelencia en el turismo, que no es otro que internet.
Son importantes, también, las diferencias de género en materia de procesamiento de
la información (Putrevu, 2001): las mujeres son más exhaustivas a la hora de decodificar
mensajes no verbales y se les considera más orientadas a efectos visuales, así como
a motivaciones intrínsecas y románticas (Colley y Maltby, 2008).
Respecto a los negocios dirigidos a mujeres, las primeras agencias de viajes dirigidas
al segmento de la mujer surgieron alrededor de los años ochenta en Estados Unidos
(Segovia, 2011). La primera agencia que apareció fue Call of the Wild, fundada en
1978 por Carole Latimer en California. Está claramente orientada a los viajes de aventura,
de montaña o deportivos. Otra de las agencias de viajes pioneras en Estados Unidos,
y también situada en el segmento de viajes de aventura, es Adventure Woman, creada
en 1982 por Susan Eckert en Illinois (Chicago). Una de sus particularidades es que
se dirige a un mercado en alza en todo el mundo, que es el dedicado a los viajes solidarios.
Internet está revolucionando y transformando los hábitos de consumo de los turistas:
se ha convertido en una herramienta con la que obtener información y compartir experiencias
(Talón y Figueroa, 2009). El segmento de mercado de las mujeres no escapa de esta
tendencia. Al amparo del mismo han surgido también comunidades virtuales de encuentro
para mujeres en las que compartir experiencias de viajes, conocer mujeres de otros
lugares y poder, incluso, viajar y visitarlas a sus casas; es el caso de Women Welcome
Women World Wide (5W). Por su parte, la autora e investigadora Marybeth Bond tiene
una página-blog personal temática sobre las escapadas de mujeres. Esta investigadora
ha escrito varios libros temáticos como Las 50 mejores vacaciones para mujeres de Norteamérica y Las 50 mejores vacaciones para mujeres en el mundo (Segovia, 2011).
El sector hotelero también está respondiendo al incremento del segmento de mujeres
viajeras. Dentro de este segmento, existen dos tendencias: hoteles exclusivos para
mujeres, donde no está permitida la entrada de hombres; y hoteles con habitaciones
y atenciones especiales para ellas. En cuanto a los hoteles exclusivos para mujeres,
uno de los pioneros fue el Lady’s First de Zúrich, que abrió sus puertas en 1994 con
un total de veintiocho habitaciones. Pasados unos años tuvieron que permitir la entrada
a hombres aunque conservan la última planta exclusivamente para la mujer (Colpisa,
2006). Otro de los hoteles exclusivos para mujeres es el Hotel Artemisa de Berlín,
inaugurado en 1989. La disponibilidad de habitaciones especialmente dirigidas a mujeres
se desarrolla en cadenas hoteleras internacionales como Whyndham o Marriot. Según
Segovia y Figueroa (2009), en España el fenómeno turístico femenino está todavía en
ciernes, por lo que no existen aún muchas empresas que estén apostando por este nicho
de mercado.
Ejemplos de productos diseñados para mujeres
Se están creando productos turísticos women-friendly con muy diversas perspectivas:
Mujer y empleada
La incorporación de la mujer al mercado turístico es un hecho trascendente. Su presencia
favorece el desarrollo económico de todos los subsectores que dependen del turismo
y a todos los niveles, y su papel es esencial para construir economías fuertes, estables
y justas (Sinclair, 1997). Asimismo, favorece y dinamiza el emprendimiento, especialmente
en el caso de pequeños alojamientos, y en el desarrollo de zonas rurales. Sin embargo,
cuando la mujer se convierte en una trabajadora más, se destapan numerosos problemas
vinculados a su reconocimiento profesional, sobre todo si el trabajo se desarrolla
en entornos tradicionalmente masculinos y en empresas de grandes dimensiones. Estos
problemas derivan, a menudo, en situaciones de discriminación laboral, como es el
caso del llamado «techo de cristal» y de la denominada «brecha salarial» (Segovia
y otros, 2012; Figueroa y otros, 2014).
Mujer y emprendedora
La incorporación de la mujer a la actividad turística, tanto como empresaria como
consumidora, y al igual que en la gran mayoría de sectores económicos, se ha producido
de forma tardía; es más, en determinados países ni siquiera se ha llegado a producir.
En un entorno caracterizado por la globalización, una competencia creciente, una crisis
económica generaliza y, sobre todo, un cliente con nuevas necesidades y expectativas,
el turismo en España se ve abocado a la necesidad de cambio e innovación. Se enfrenta
a un turista que exige información de forma inmediata (Kotler, 2003) y cuya necesidad
de personalización ha llevado a la aparición de nuevos segmentos de mercado (turismo
de mujer, de salud, de negocios, activo, cultural, familiar, etc.) (Pearce, 2005;
Tribe, 1999).
En definitiva, la mejora del posicionamiento del producto turístico español pasa por
la especialización productiva, el desarrollo de modelos sostenibles y la innovación.
Y la mujer se puede convertir en el catalizador de dicho desarrollo.
El turismo, como sistema económico y social, se basa en las relaciones entre personas
(empresarios, clientes, residentes, directivos), las cuales, a su vez, se ven afectadas
por el género. El género es la base de las relaciones sociales en la distribución
del poder en el hogar, la comunidad y las clases sociales; se expresa en motivaciones,
deseos, tradiciones y percepciones; y es, por tanto, un factor de desarrollo y subdesarrollo
turístico (Swain, 1995). Las actividades y los procesos turísticos se construyen a
partir de sociedades donde el género es la base de todo. Por tanto, la distribución
del poder, el análisis de la división del trabajo, la construcción del paisaje turístico
(natural, histórico, cultural o artístico), la percepción social del «otro» o las
realidades de las experiencias de turistas y residentes, son imposibles de analizar
y evaluar sin tener en cuenta la importancia del género en la construcción de todas
y cada una de estas variables (Kinnaird y Hall, 1994 y 1996).
Según De la Fuente, Segovia y Figueroa (2014), los estudios realizados sobre la creación
de empresas, en el ámbito tanto internacional como nacional, coinciden en señalar
que las mujeres tienen una menor participación en el trabajo por cuenta propia, a
pesar de que se ha incrementado de forma importante en los últimos años (Brush y otros,
2009; álvarez y Otero, 2007). Asimismo, las empresas puestas en marcha por mujeres
se han convertido en una importante fuerza para el desarrollo económico internacional
(Xiong, Fu, Zhang, Zhang y Xiong, 2011). Desde el punto de vista del emprendimiento
y la creación de empresas, la mujer ocupa en la actividad turística un papel que se
asimila al tradicional rol del ama de casa e incluso lo refuerza, y apenas realiza
funciones de empresaria. Las mujeres no tienen el suficiente apoyo en materia de formación,
y además los ámbitos laborales están claramente divididos en femeninos y masculinos
(Sparrer, 2003, pág. 196). Y es la mujer la que mejor desarrolla estos productos para
mujeres. Desde el punto de vista de la sostenibilidad y el turismo rural, se observa
que la mujer tiene un papel muy relevante en el emprendimiento de este entorno.
5. La investigación en turismo y género: un análisis bibliométrico
La perspectiva de género en la investigación en turismo ha evolucionado, según Swain
(2005), desde un enfoque muy general hasta estudios específicos centrados en la teoría
feminista. Ella es la autora de la definición del término género que aparece en el monográfico que realiza sobre estudios de género en turismo para
Annals of Tourism Research, aunque posteriormente, en 2005, realizo alguna modificación (Swain, 2005, pág. 28);
según esta última versión:
«Género se utiliza aquí para referirnos a un sistema de identidades culturalmente construidas,
que interactúan y conforman sistemas de significado, expresadas en ideologías de masculinidad
y feminidad, que interactúan con relaciones socialmente estructuradas mediante las
divisiones del trabajo y el placer, la sexualidad y el poder, tanto entre hombres
y mujeres, como entre mujeres y hombres.»
Las primeras investigaciones de tipo internacional sobre la relación entre turismo
y género no se inician hasta finales de los años ochenta. De estas primeras publicaciones,
destacamos los estudios de Kinnaird, Kothari y Hall (1994), Sinclair (1997) y una
compilación realizada por Annals of Tourism Research en 1995 (Ramos y otros, 2002). Kinnaird y otros (1994) consideran que el análisis
de la actividad turística se puede mejorar si se centra en la dinámica de las relaciones
de género, tanto de los turistas como de los residentes. Las actividades y los procesos
relacionados con el turismo se construyen a partir de sociedades de género, y en consecuencia
las identidades masculina y femenina, tanto de los turistas como de los residentes,
deben valorarse como componentes importantes. Para estos autores existe un flujo continuo:
por un lado, la actividad turística manifiesta relaciones de género y, por otro, las
relaciones de género conforman y articulan diferentes tipos de actividad turística.
Esta área de investigación es relativamente reciente y, a pesar de su interés, la
producción científica internacional sigue siendo muy limitada. La ausencia de documentación
que avale la relevancia del género en el sector turístico es lo que hace oportuno
y necesario la realización de este análisis bibliométrico, con el objetivo de identificar
y clasificar las investigaciones relativas a este tema de estudio.
Con el fin de poder encuadrar la importancia de los estudios de género en el sector,
se partirá de un análisis genérico sobre los temas y las metodologías más habituales
en la investigación en género y turismo. También se identificarán los países donde
se están realizando un mayor número de investigaciones al respecto, los países en
que se realizan los trabajos de campo de dichos estudios, así como los autores de
mayor reconocimiento y las revistas donde se han publicado este tipo de artículos.
El presente análisis bibliométrico permitirá, además, un examen retrospectivo de los
estudios de género en turismo, poner las bases para establecer futuras líneas de investigación
en esta área, contribuyendo, de este modo, a la generación de resultados útiles y
conocimiento científico.
5.1. Metodología
El estudio bibliométrico es una metodología establecida que evalúa la producción de
la investigación en un campo específico durante un periodo de tiempo determinado.
Para la realización de este análisis se ha diseñado una metodología específica, tomando
como referencia la única investigación bibliométrica sobre género en el sector turístico
(Figueroa y otros, 2015) y los procedimientos de las investigaciones realizadas en
bibliometría en la revistas SCOPUS y Web of Knowledge (Bordons y otros, 2003; Palmer y otros, 2005; Ramos y otros, 2002; Selva y otros,
2011). El proceso comenzó con la selección de las bases de datos donde estaban publicados
los artículos y seguidamente se seleccionaron las keywords para los criterios de búsqueda; el siguiente paso consistió en la definición y codificación
de las variables a analizar de cada artículo, para posteriormente clasificar las metodologías
utilizadas y los temas tratados, y finalizar con la identificación de las revistas
y autores.
La base de datos elegida fue SCOPUS. La selección se realizó teniendo en cuenta las
recomendaciones del estudio de Hall (2011) y Figueroa y otros (2015), que destaca
la relevancia en el ámbito internacional de esta base de datos para el análisis bibliométrico
y la búsqueda de referencias de impacto en las publicaciones turísticas. El rango
temporal revisado abarcaba de 1985 a 2014. Por tanto, es importante insistir en el
hecho de que no están incluidos en este estudio todos los artículos publicados en
materia de turismo y género, sino aquellos publicados en las revistas de investigación
más importantes del mundo debido a la calidad de la investigación de sus artículos.
Una limitación de cualquier análisis bibliométrico es la exactitud de las keywords elegidas; para contrarrestar esto, se realizaron varias búsquedas en las bases de
datos de artículos relacionados con género y turismo. Tras comprobar veinticinco artículos,
elegidos de forma aleatoria, se identificaron diversas keywords y se seleccionaron las más frecuentes: gender, women, tourism, laboury hotel, etc.
A continuación, se utilizaron estas keywords para realizar una búsqueda en la base de datos seleccionada, SCOPUS. Se seleccionaron
todos los artículos que incluyeran las palabras clave seleccionadas en título, keywords o abstract, excluyendo libros, ponencias y reseñas de libros.
El análisis bibliométrico sobre estudios de género en la actividad turística permitió
identificar un total de 703 artículos publicados en un total de 343 revistas indexadas.
Con el conjunto de artículos establecido, se procedió a codificar cada unidad en función
de una serie de variables, siguiendo aportaciones de distintos estudios (Bordons y
otros, 2003; Palmer y otros, 2005; Ramos y otros, 2002; Selva y otros, 2011; Villacé,
Pritchard y Morgan, 2014; Figueroa y otros, 2015; Segovia y Figueroa, 2014). Se seleccionaron
las siguientes variables:
-
-
-
-
Impacto de la revista (SJR) y categoría de la revista (turismo y hotelería, género,
dirección de empresas, etc.).
-
Número de autores y nombre de los autores.
-
Universidad del primer autor y país de localización.
-
País donde se realiza el trabajo de investigación.
-
Colaboración institucional (sí/no).
-
-
-
Metodología utilizada en el artículo.
-
Para determinar las metodologías utilizadas, se emplearon dos tipos de procedimientos.
En el caso de las técnicas cuantitativas, se siguió la clasificación utilizada por
Palmer y otros (2005), mientras que en el caso de las metodologías cualitativas y
para las temáticas de los artículos, se realizó un estudio previo de artículos seleccionados
de forma aleatoria, con el objetivo de identificar todos y cada uno de los métodos
y temáticas utilizadas. Esta revisión permitió determinar la categorización a utilizar
en el estudio. Se identificaron treinta y cuatro tipos de metodologías (cuantitativas,
cualitativas, mixtas, casos de estudio, teóricos, etc.) y cuatro grandes temáticas
de investigación (turista y género, género y residentes, género y trabajo, y género
y teoría e investigación), que al mismo tiempo se subdividían en numerosas subtemáticas.
El análisis de datos se realizó con el programa SPSS (Statistical Package for Social
Science) para Windows 20.0.
5.2. Resultados del análisis bibliométrico
Internacionalmente, la evolución del número de publicaciones sobre género y turismo
ha ido creciendo progresivamente desde 1986, año en el que se escribe el primer artículo
recogiendo la importancia de la variable género en el análisis. En estos últimos 28
años, se han publicado un total de 703 artículos en 343 revistas indexadas, lo que
refleja una gran diversidad en las fuentes.
Como se puede observar en la figura 4, en algunos años el número de publicaciones se incrementa de forma exponencial. Por
ejemplo, en 1995, fecha en la que Annals of Tourism Research publica un número especial sobre el impacto de la mujer en el sector turístico. Destaca
especialmente el año 2012, en el que el número de publicaciones se multiplica prácticamente
por dos, pasando de 44 en 2011 a 81 en 2013. Esta tendencia de crecimiento se confirma
en el último año analizado, 2014, con 131 publicaciones.
Figura 4. Evolución del número de publicaciones sobre género y turismo, 1986-2014

Fuente: elaboración propia
Las revistas donde se han publicado los 703 artículos relacionados con género y turismo
están categorizadas en 18 temáticas diferentes. Tal y como se observa en la tabla 1, son las revistas de turismo las que más interés muestran en esta área de investigación,
ya que casi la mitad de los artículos (47,4 %) han sido publicados en revistas de
la categoría «Hoteles, ocio, deportes y turismo», seguidos a gran distancia de la
categoría «Ciencias sociales» (7,7 %). Las revistas especializadas en «Estudios de
género», a pesar de ocupar la tercera posición con 45 artículos, tan solo recogen
el 6,4 % del total de artículos publicados.
Tabla 1. Artículos por temática de la revista
|
Temática de la revista
|
Artículos
|
Porcentaje
|
|
Hoteles, ocio, deportes y turismo
|
333
|
47,4
|
|
Ciencias sociales
|
54
|
7,7
|
|
Estudios de género
|
45
|
6,4
|
|
Geografía
|
41
|
5,8
|
|
Estudios medioambientales
|
39
|
5,5
|
|
Otros
|
38
|
5,4
|
|
Antropología
|
30
|
4,3
|
|
Empresa y finanzas
|
22
|
3,1
|
|
Salud
|
22
|
3,1
|
|
Sociología
|
21
|
2,9
|
|
Economía
|
16
|
2,3
|
|
Gestión
|
8
|
1,1
|
|
Ciencias políticas
|
7
|
1
|
|
Comunicación
|
7
|
1
|
|
Psicología
|
7
|
1
|
|
Educación
|
5
|
0,7
|
|
Demografía
|
5
|
0,7
|
|
Psiquiatría
|
1
|
0,1
|
|
Fuente: elaboración propia
|
Si se estudian detalladamente las revistas donde se publicaron los 703 artículos analizados,
se identifican las tres revistas más importantes en los estudios de turismo y género:
Annals of Tourism Research, Tourism Economics y Asia Pacific Journal of Tourism Research (tabla 2).
El índice de impacto (SJR) de las principales publicaciones sobre género y turismo
es, en general, elevado. La revista con mayor SJR en esta área de estudio es Annals of Tourism Research (2,276), seguida por Tourism Management (1,961).
Tabla 2. Revistas con publicaciones sobre: género y turismo, entorno laboral y brecha salarial
|
|
Revistas género y turismo
|
Artículos
|
Porcentaje
|
|
1
|
Annals of Tourism Research
|
53
|
7,5
|
|
2
|
Tourism Management
|
32
|
4,6
|
|
3
|
Asia Pacific Journal of Tourism Research
|
17
|
2,4
|
|
4
|
International Journal of Hospitality Management
|
17
|
2,4
|
|
5
|
Leisure Studies
|
15
|
2,1
|
|
6
|
Current Issues in Tourism
|
14
|
2,0
|
|
7
|
Journal of Travel Research
|
14
|
2,0
|
|
8
|
Journal of Travel and Tourism Marketing
|
13
|
1,8
|
|
9
|
Tourism Economics
|
13
|
1,8
|
|
10
|
Journal of Sustainable Tourism
|
12
|
1,7
|
|
Fuente: elaboración propia
|
En cuanto a las publicaciones existentes en función de sus autores, cabe destacar,
en primer lugar, que la mayor parte de los artículos han sido escritos por un único
autor, concretamente el 41,8 % de los mismos. Destaca también la escasa colaboración
institucional en la investigación de estas temáticas; únicamente el 17,7 % de los
artículos sobre género y turismo han sido realizados entre varios organismos investigadores.
Asimismo, es posible destacar los autores más relevantes en estas áreas de estudio:
A. Pritchard (seis artículos), B. Brandth (cinco artículos), H. Gibson (cinco artículos)
y B. Heimtun (cinco artículos).
El análisis por zonas geográficas en las que se han investigado las temáticas de estudio
muestra importantes conclusiones. Los estudios generales sobre género y turismo se
desarrollan principalmente en universidades norteamericanas (31,99 %), seguidas de
las europeas del conjunto de países que se sitúan en el arco del Mediterráneo (representan
el 23,34 %). Si analizamos con detalle los países que más publicaciones tienen en
este campo son: Estados Unidos (26,7 %), Reino Unido (8,9 %), Australia (8,6 %), España
(5,5 %) y Canadá (5,2 %). Muy interesante también es el estudio de las zonas geográficas
donde se ha llevado a cabo el trabajo de campo. En el área de estudio de género y
turismo, los países de la Europa no mediterránea (18,1 %) son los preferidos para
realizar las investigaciones, seguidos por Estados Unidos (14,7 %) y curiosamente
por los países del norte de Asia (10,3 %). De esta forma, se observa que los investigadores
eligen países para su estudio en función de su cercanía y, por tanto, de la mejor
accesibilidad a la información, y, por otra parte, en función de la idoneidad del
país, es decir, los países donde se pueden producir mayores desigualdades de género
son estudiados con mayor interés para conocer las causas y establecer posibles soluciones.
El siguiente objeto de estudio es evaluar la temática de los artículos publicados
sobre género y turismo. En la figura 5 se observa que los temas más analizados en este ámbito son el comportamiento de compra
turística (29,39 %), los diferentes tipos de productos turísticos existentes (17,26
%) y el desarrollo y la sostenibilidad (13,98 %). Y los menos investigados son el
acoso sexual (0,29 %), los estilos de dirección de la mujer y los procesos de selección
de personal (2,57 %) y la inestabilidad laboral y el desarrollo profesional (3,42
%).
Finalmente, se estudian las metodologías más utilizadas en las investigaciones en
función de las tres áreas de estudio analizadas (figura 6). La investigación cuantitativa es la predominante independientemente del tema estudiado
(43,51 %). En segundo lugar, aparecen las técnicas cualitativas (26,25 %), seguidas
de la revisión de literatura (19,83 %). Por último, hay que señalar que las técnicas
mixtas o las cualitativas de tipo experimental son casi testimoniales en esta área
de investigación.
Figura 5. Temática de las investigaciones en función de las áreas de estudio

Fuente: elaboración propia
Figura 6. Metodologías más utilizadas en las investigaciones en función de las áreas de estudio

Fuente: elaboración propia
5.3. Principales conclusiones del análisis bibliométrico
En los últimos años las investigaciones que utilizan una perspectiva de género han
permitido conocer y profundizar en ámbitos de la realidad hasta ahora no descubiertos,
e incluso han dado lugar a reformulaciones en los fundamentos de algunas disciplinas
(Sánchez Madariaga, 2011). Es muy oportuno impulsar la investigación de género en
sector turístico dada la creciente importancia de la mujer en el entorno sociolaboral
del mismo.
El estudio bibliométrico realizado confirma que todavía queda mucho camino por recorrer
dentro de la investigación con perspectiva de género en el turismo. Asimismo, la mayor
parte de los estudios analizados han sido publicados en revistas de turismo, con alto
nivel de impacto, mientras que su aparición en revistas especializadas en estudios
de género ha sido residual.
La investigación de esta temática se desarrolla principalmente en países desarrollados
(América del Norte y los países del arco mediterráneo, por su gran experiencia turística),
pero los trabajos de campo están más diversificados por todo el globo. La temática
más estudiada en relación con el trabajo de la mujer en el sector turístico es el
emprendimiento (especialmente en áreas rurales), seguido de la segregación ocupacional
de hombres y mujeres y la discriminación laboral de las mujeres. Las menos analizadas
son el acoso sexual y los procesos de selección de personal, por su complejidad y
la dificultad de acceso a información a través de investigaciones de campo. Tampoco
se encuentran estudios centrados en las consecuencias específicamente negativas del
empleo en el sexo masculino o sobre género y salud en el entorno laboral (siniestralidad
masculina, mayor dedicación, sacrificio de la vida familiar, etc.). Por tanto, queda
mucho por saber sobre la influencia que las características intrínsecas del sector
tienen sobre el panorama laboral de mujeres y hombres.
Las técnicas cuantitativas son utilizadas para el análisis de los datos en la mitad
de los estudios sobre género, turismo y trabajo. Se seleccionan técnicas muy sencillas;
concretamente destaca la utilización del análisis factorial y de componentes principales,
y de los estadísticos descriptivos y la prueba T-Student. Mientras que las técnicas
cualitativas solo son seleccionadas en un escaso 27 % de los casos. El resto de técnicas
son utilizadas de forma muy puntual.
En virtud de estos resultados, se confirma que en el tema del género no existe un
corpus científico extenso en este ámbito de investigación, ni desde el punto de vista
de la fundamentación teórica, ni de la empírica. Como ya se adelantaba en la introducción,
cualquier intervención debe partir de un conocimiento profundo acerca de la situación
a intervenir. Por tanto, existe una necesidad creciente de seguir investigando esta
área de estudio con objeto de poder mejorar las condiciones de la mujer en el mercado
laboral turístico.
Bibliografía
Acker, Joan (1990). «Hierarchies, Jobs, Bodies: A Theory of Gendered Organizations». Gender and Society (vol. 2, núm. 4, págs. 139-158).
Acosta, C. A. D. (2010). «Judith Butler y la teoría de la performatividad de género». Revista de educación y pensamiento (núm. 17, págs. 85-95).
Aguilar, T. (2008). «El sistema sexo-género en los movimientos feministas». Amnis (núm. 8). <https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2870086.pdf>
Barba Pan, M. (2016). «Desmontando 10 falsos mitos sobre el feminismo». <http://feminismo.about.com/od/conceptos/tp/Desmontando-falsos-mitos-sobre-el-feminismo.htm>
Barba Pan, M. (2016). «Historia del feminismo». <http://feminismo.about.com/od/historia/a/las-tres-olas-del-feminismo.htm>
Blázquez Graf, N. (2012). «Epistemología feminista: Temas Centrales». En: N. Blázquez Graf; F. Flores Palacios;
M. Ríos Everardo. Investigación feminista: Epistemología, metodología y representaciones sociales. México: Colección Debate y Reflexión.
Bond, M. (2009). «Women Travel Statistics, 2009». <http://www.gutsytraveler.com/new_site_statistics.html>
Bordons, M.; Morillo, F.; Fernández, M. T.; Gómez, I. (2003). «One step further in the production of bibliometric indicators at the micro level:
Differences by gender and professional category of scientists». Scientometrics (vol. 2, núm. 57, págs. 159-173).
Borja, L.; Casanovas, J. A.; Bosch, R. (2002). El consumidor turístico. Madrid: ESIC.
Brush, C. G.; Bruin, A.; Welter, F. (2009). «A gender-aware Framework for women’s entrepreneurship». International Journal of Gender and Entrepreneurship (vol. 1, núm. 1, págs. 8-24).
Brush, C.; Carter, N.; Greene, P.; Gatewood, E.; Hart, M. (2001). «An investigation of women-led firms and Venture Capital Investment». Report prepared
for the U.S. Small Business Administration Office of Advocacy and the National Women’s
Business council.
Brynjolfsson, E.; Hitt, L. (2003). «Computing Productivity: Firm-level Evidence». The Review of Economics and Statistics (vol. 4, núm. 85, págs. 793-808).
Butler, J. (2007). El género de la disputa: Feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós.
Canoves, G.; Villarino, M. (2002). «Rural tourism, gender, and cultural conservation in Spain and Portugal». En: M. Byrne;
J. Henshall. Gender / Tourism / Fun (?) (págs. 75-89). Nueva York: Cognizant Communication Corporation.
Carter, S.; Shaw. E.; Lam, W.; Wilson, F. (2007). «Gender, Entrepreneurship, and Bank Lending: The Criteria and Processes Used by Bank
Loan Officers in Assessing Applications».
Castaño, C. (1999). «Economía y Género». En: C. Castaño. Política y Sociedad (págs. 23-42). Madrid: Universidad Complutense de Madrid.
Chou, L.; Tseng, H. (2010). «Exploring the intellectual structure of contemporary tourism studies». Journal of Quality (vol. 2, núm. 17, págs. 159-178).
Colás, P.; Villaciervos, P. (2007). «La interiorización de los estereotipos de género en jóvenes y adolescentes». Revista de Investigación Educativa (vol. 25, núm. 1, págs. 35-58). <http://revistas.um.es/rie/article/viewFile/96421/92631>
Colley, A.; Maltby, J. (2008). «Impact of the Internet in our lives: Male and female personal perspectives». Computers in Human Behaviour (núm. 24, págs. 2.005-2.013).
Coppin, A. (1998). «A comparison of male-female earnings differences across two Caribbean economies».
Journal of Developing Areas (vol. 3, núm. 32, págs. 375-394).
Cortés, N. (2007). «Mujer, viajera e independiente». Revista Viajar.es. <http://viajar.elperiodico.com/viajeros/mujer-viajera-e-independiente>
Crick, A. P. (2003). «Internal marketing of attitudes in Caribbean tourism». International Journal of Contemporary Hospitality Management (vol. 3, núm. 15, págs.161-166).
Cummings, J. N.; Kraut, R. (2002). «Domesticating computers and the Internet». Information Society (núm. 18, págs. 221-231).
Den Hertog, P. (2002). «Co-producers of innovation: on the role of knowledge-intensive business service in
innovation». En: J. Gadrey; F. Gallouj (eds.). Productivity, Innovation and Knowledge in Services (págs. 223-255). Conrwall: Edward Edgar.
Dittmar, H.; Long, K.; Meek, R. (2004). «Buying on the Internet: Gender Differences in On-line and Conventional Buying Motivations».
Sex Roles (vols. 5/6, núm. 50, págs. 423-444).
Eagly, A. H.; Wood, W.; Johannesen-Schmidt, M. C. (2004). «Social roles theory of sex differences and similarities: Implications for the partner
preferences of women and men». En: A. H. Eagly; A. Beall; R. J. Sternberg (eds.).
The Psychology of Gender. Nueva York: Guilford Press.
Everhart, D. E.; Shucard, J. L.; Quatrin, T.; Shucard, D. W. (2001). «Sex-related differences in event-related potentials, face recognition, and facila
affect processing in prepubertad children». Neuropsycology (vol. 3, núm. 15, págs. 329-341).
Favier, J.; Bouquet, M. (2006). «European Net Travel Has Only Just Taken Off».
Figueroa, C. (2011). «Las nuevas tecnologías en el sector turístico». En: J. M. Rodríguez; M. M. Alonso
(eds.). Las nuevas tendencias en turismo. Madrid: Delta.
Figueroa, C.; Pritchard, A.; Segovia, M.; Morgan, N.; Villacé, T. (2015). «Tourism gender research: A critical accounting». Annals of Tourism Research (núm. 52, págs 87-103).
Figueroa, C.; Fuentes, L.; Muñoz, A.; Villacé, T.; Segovia, C. (2014). «Women managers in the tourism sector and the glass ceiling: Attitudes and expectations».
Gentour.
Fuente, C. de la; Segovia, M.; Figueroa C. (2014). «Evaluación de los efectos del apoyo institucional a la financiación del emprendimiento
femenino». Esicmarket (núm. 149, págs. 515-552).
Fuente, C. de la; Segovia-Perez, M.; Figueroa-Domecq, C. (2014). «Implications of Financial Institution Support for Women's Business Projects». Esic Market (núm. 149, vol. 43, pág. 3).
Fundación Telefónica (2008). La sociedad de la información en España 2008. <https://publiadmin.fundaciontelefonica.com/index.php/publicaciones/add_descargas?tipo_fichero=pdf&idioma_fichero=es_es&title=La+Sociedad+de+la+Informaci%C3%B3n+en+Espa%C3%B1a+2008&code=20&lang=es&file=Si08.pdf&_ga=1.11002868.1720598087.1485160276>
Godoy, L.; Mladinic, A. (2009). «Estereotipos y roles de género en la evaluación laboral y personal de hombres y mujeres
en cargos de dirección». Psykhe (vol. 18, núm. 2, págs. 51-64). <http://dx.doi.org/10.4067/S0718-22282009000200004>
Hall, C. M. (2011). «Publish and perish? Bibliometric analysis, journal ranking and the assessment of
research quality in tourism». Tourism Management (núm. 32, págs. 16-27).
Hawkins, D. I.; Best, R. J.; Coney, K. A. (2001). Consumer Behaviour: Building Marketing Strategy. Nueva York: McGraw-Hill.
Hosteltur (2006). «En el 68 % de los casos, los viajes los organizan las mujeres». <http://www.hosteltur.com/39064_68-casos-viajes-organizan-mujeres.html>
Inda, N. (2016). «La perspectiva de género en investigaciones sociales». En: C. Verschuur (2016). Des brèches dans la ville: Organisations urbaines, environnement et transformation
des rapports de genre (págs. 37-54). Ginebra: Graduate Institute Publications.
Kelan, E. K. (2007). «“I don't know why”. Accounting for the scarcity of women in ICT work». Women's Studies International Forum (núm. 30, págs. 499-511).
Kim, D.; Lehto, X.; Morrison, A. (2007). «Gender differences in online travel information search: Implications for marketing
Communications on the Internet». Tourism Management (núm. 28, págs. 423-433).
Kinnaird, V.; Hall, D. (1996). «Understanding tourism processes: A gender-aware Framework». Tourism Managment (núm. 17/2, págs. 95-102).
Kinnaird, V.; Hall, D. (eds.) (1994). Tourism: A Gender Analysis. Nueva York / Chichester: John Wiley & Sons.
Kinnaird, V.; Kothari, U.; Hall, D. (1994). «Tourism: Gender Perspectives». En: V. Kinnaird; D. Hall (eds.). Tourism: A Gender Analysis. Chichester: Wiley.
Kotler, P.; Bowen, J. T.; Makens, J. C. (2008). Marketing for hospitality and tourism. Nueva York: Pearson.
Lawson, K. M.; Davis, K. D.; Crouter, A. C.; O'Neill, J. W. (2013). «Understanding work-family spillover in hotel managers». International Journal of Hospitality Management (vol. 1, núm. 33, págs. 273-281).
Lewis, R. C.; Chambers, R. E. (2000). Marketing leadership in hospitality, foundations and practices (3.ª ed.). Nueva York: Wiley.
Li, J.; Yang, Y. (2015). «Describing and testing gender as moderator: Illustrated substantively with a hypothesized
relation between image, satisfaction, and behavioural intentions». Anatolia (vol. 2, núm. 26, págs. 258-268).
Lindgreen, A.; Vanhamme, J. (2005). «Viral marketing: The use of surprise». En: I. Clarke; T. B. Flaherty (eds.). Advances in electronic marketing (págs. 122-138). Hershey, PA: Idea Group Publishing.
Marchbank, J.; Letherby, G. (2014). Introduction to Gender: Social Science Perspectives. Nueva York: Pearson Longman.
Martínez, L. M.; Biglia, B.; Luxán, M.; Fernández, C., Azpiazu, J.; Bonet, J. (2014). «Experiencias de investigación feministas: propuestas y reflexiones metodológicas».
Athenea Digital (vol. 4, núm. 14, págs. 3-16).
McGehee, N.; Kim, K.; Jennings, G. R. (2007). «Gender and motivation for agri-tourism Entrepreneurship». Tourism Management (núm. 28, págs. 280-289).
Meyers-Levy, J. (1988). «Influence of sex roles on judgement». Journal of Consumer Research (núm. 14, págs. 522-530).
Miguel, A. de (2005). «Los feminismos a través de la historia, Mujeres en Red». <http://www.mujeresenred.net/anademiguel.html>
Ministerio de Ciencia e Investigación (2011). El género en la investigación. <http://www.idi.mineco.gob.es/stfls/MICINN/Investigacion/FICHEROS/El_genero_en_la_investigacion.pdf>
Morgan, N. J.; Pritchard, A.; Piggott, R. (2003). «Destination branding and the role of the stakeholders: The case of New Zealand».
Journal of Vacation Marketing (vol. 3, núm. 9, págs. 285-299).
Morgan, N. J.; Pritchard, A.; Pride, R. (2002). «Marketing to the Welsh diaspora: The appeal to hiraeth and homecoming». Journal of Vacation Marketing (vol. 1, núm. 9, págs. 69-80).
Muñoz, F. (2009). «The gap between male and female pay in the Spanish tourism industry». Tourism Management (vol. 5, núm. 30, págs. 638-649).
Okazaki, S. (2007). «Exploring Gender Effects in a Mobile Advertising Context: On the Evaluation of Trust,
Attitudes, and Recall». Sex Roles (núm. 57, págs. 897-908).
Palmer, A. L.; Sesé, A.; Montaño, J. J. (2005). «Turismo y estadísticas: Estudio bibliométrico 1998-2002». Annals of Tourism Research en Español (vol. 1, núm. 7, págs. 138-150).
Pearce, P. L. (2005). Tourist behaviour: Themes and conceptual schemes. Toronto: Channel View Publications.
Pérez, I.; Garazi, D. (2014). «Domestic and hotel “Maids” - Women’s work, justice and inequality (Mar del Plata,
Argentina, 1956 to 1974)». [«Mucamas y domésticas – Trabajo femenino, justicia y desigualdad
(Mar Del Plata, Argentina, 1956-1974)».] Cadernos Pagu (núm. 42, págs. 313-340).
Pinar, M.; McCuddy, M. K.; Kozak, M.; Birkan, I. (2013). «Recruitment, compensation, and supervisory functions in the Turkish hotel industry:
Is there a gender effect regarding what managers do?». Journal of Hospitality Marketing and Management (vol. 4, núm. 22, págs. 437-461).
Pritchard, A.; Morgan, N. J. (2000). «Privileging the male gaze: Gendered tourism landscapes». Annals of Tourism Research (núm. 27/4, págs. 884-905).
Putrevu, S. (2001). «Exploring the origins and information processing differences between men and women:
Implications for advertisers». Academy of Marketing Science Review. <https://www.researchgate.net/profile/James_Gentry2/publication/229010471_Exploring_the_origins_and_information_processing_differences_
between_men_and_women_Implications_for_advertisers/links/0deec5193b72693231000000.pdf>
Ramos, V.; Rey-Maquieira, J.; Tugores, M. (2002). «Análisis empírico de discriminación por razón de género en una economía especializada
en turismo». Annals of Tourism Research en Español (vol. 4, núm. 1, págs. 239-258).
Revilla, G.; Bernard, A. (1998). «Análisis de las necesidades y preferencias de la mujer de negocio en relación con
la oferta hotelera». Gestión Turística (núm. 2, págs. 91-106).
Risman, B. J. (1998). Gender vertigo: American families in transition. New Haven: Yale University Press.
Risman, B. J. (2004). «Gender as a Social Structure: Theory Wrestling with Activism». Gender & Society (vol. 18, núm. 4, págs. 429-450).
González, Á. S. (2009). «Una Aproximación a la Teoría Queer: el debate sobre la libertad y la ciudadanía».
Cuadernos del Ateneo (vol. 26, págs. 29-42).
Ruiz, M. T. (2007). «El enfoque de género en la investigación y la difusión del conocimiento». <http://www.redhygeia.com/doc12.pdf>
Santero, R.; Segovia, M.; Castro, B.; Figueroa, C.; Talón, P. (2015). «Gender differences in the hospitality industry: A Job quality index». Tourism Management (núm. 51, págs. 234-246).
Segovia, M. (2011). «Los productos turísticos desde la perspectiva de género». En: M. Alonso; J. M. Rodríguez
(coords.). Turismo y Género. Madrid: Síntesis.
Segovia, M.; Figueroa, C.; Mercado, C. (2012). «Presente y futuro de la mujer directiva en puestos tecnológicos del sector turístico».
En: A. J. Guevara; A. Aguayo; J. L. Caro. Turitec 2012: IX Congreso Nacional Turismo y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (págs. 288-304).
Segovia, M.; Figueroa, C. (2009). «La perspectiva de género como nuevo elemento de diferenciación en el turismo». XIV
Congreso AECIT. Retos para el turismo español. Cambio de paradigma. Gijón, 18, 19
y 20 de noviembre de 2009.
Segovia, M.; Figueroa, C. (coords.) (2014). Mujer y alta dirección en el sector turístico. Madrid: Síntesis.
Selva, C.; Sahagún, M. A.; Pallarés, S. (2011). «Estudios sobre trayectoria profesional y acceso de la mujer a cargos directivos:
un análisis bibliométrico». Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones (vol. 3, núm. 27, págs. 227-242).
Sheldon, P. (2007). «Tourism information technology». En: L. Dwyer; D. Forsyth (eds.). International handbook on the economy of tourism. Cheltelham: Edward Elgar.
Sinclair, M. T. (1997). «Issues and theories of gender and work in tourism». En: M. T. Sinclair (ed.). Gender, work and tourism. Londres: Routledge.
Skalpe, O. (2007). «The CEO gender pay gap in the tourism industry - evidence from norway». Tourism Management (vol. 3, núm. 28, págs. 845-853).
Sparrer, M. (2003). «Género y turismo rural. El ejemplo de la costa coruñesa». Cuadernos de Turismo (núm. 11, págs. 181-197).
Swain, M. (1995). «Gender in Tourism». Annals of Tourism Research (núm. 22/2, págs. 247-267).
Swain, M. (2005). «Las dimensiones de género en la investigación sobre turismo: Temas globales, perspectivas
locales». Política y Sociedad (vol. 1, núm. 42, págs. 25-37).
Swain, M.; Monsen, J. (eds.) (2002). Gender/Tourism/Fun. Nueva York: Cognizant.
Talón, P.; Figueroa, C. (2005). «La nueva realidad del sector hotelero español». Congreso de la Academia Europea de
Dirección y Economía de la Empresa (AEDEM).
Talón, T.; Figueroa, C. (2009). «Los nuevos productos turísticos». En: J. M. Rodríguez Antón; M. M. Alonso (coords.).
Nuevas tendencias y retos en el sector turismo: Un enfoque interdisciplinar (págs. 17-46). Madrid: Delta.
Talón, P.; González, L.; Figueroa, C. (2007). «La nueva realidad del sector hotelero español». XXI Congreso Nacional y XVII Congreso
Hispano-Francés de la Academia Europea de Dirección y Economía de la Empresa (AEDEM).
Thrane, C. (2008). «Earnings differentiation in the tourism industry: Gender, human capital and socio-demographic
effects». Tourism Management (vol. 3, núm. 29, págs. 514-524).
Tribe, J. (1999). Economía del ocio y el turismo. Madrid: Síntesis.
Villacé, T.; Pritchard, A.; Morgan, N. (2014). «Análisis bibliométrico sobre estudios de género en el turismo: mujer y discriminación
laboral». En: M. Segovia; C. Figueroa (coords.). Mujer y alta dirección en el sector turístico (págs. 29-43). Madrid: Síntesis.
Wasserman, I. M.; Richmond-Abbott, M. (2005). «Gender and the Internet: Causes of variation in access, level, and scope of use».
Social Science Quarterly (núm. 86, págs. 252-270).
Westwood, S.; Pritchard, A.; Morgan, N. (2000). «Gender-blind marketing: Businesswomen’s perceptions of airline services». Tourism Management (vol. 1, núm. 21, págs. 353-362).
Wind, Y.; Mahajan, V.; Gunther, R. E. (2002). Convergence marketing: Strategies for reaching the new hybrid consumer. Upper Saddle River: Prentice-Hall.
Wright, W.; Annes, A. (2014). «Farm women and agritourism: Representing a new rurality». Sociologia Ruralis.
Xiao, H.; Smith, S. (2006). «The making of tourism research: Insights from a Social Sciences Journal». Annals of Tourism Research (vol. 2, núm. 33, págs. 490-507).
Xiong, X.; Fu, R.; Zhang, W.; Zhang, Y.; Xiong, L. (2011). «The Research on the influencing factors of financing strategy of women entrepreneurs
in China». Journal of Computers (vol. 6, núm. 9, págs. 1.819-1.824).