DESCUBRIR Y CONOCER AL PERRO

EL CACHORRO

Cuando alguien contempla una camada de border collie, lo más normal es que considere que los cachorros, como todos los cachorros del mundo, son preciosos, simpáticos y encantadores.

Pero nosotros no debemos limitarnos a escoger un perro cualquiera: el paso que nos disponemos a dar consiste en elegir un amigo, un colaborador, un compañero de aventuras y de actividades deportivas o de trabajo y, por tanto, la racionalidad debe imponerse a cualquier otra valoración. En esta circunstancia deberemos plantearnos las cuestiones siguientes.

¿Qué tipo de perro quiero? ¿De compañía, de trabajo (obediencia, agility, concursos de perros de pastor, etc.) o de exposición?

¿Cómo es mi familia? ¿Hay personas ancianas, niños, chicos?

¿Qué experiencia tengo en perros y en psicología canina?

Independientemente de las respuestas, debemos recordar una premisa fundamental: el border collie ha de comprarse siempre en un buen criadero, reconocido por la Real Sociedad Canina Española y especializado en la raza.

El criador es el único que efectúa una selección basándose en las características físicas y psíquicas de sus perros, y en una raza de psicología tan compleja como es esta, comprar un cachorro sin garantías significa buscarse problemas. Otra alternativa válida es la del particular experto en la raza que produce cachorros de calidad, con una perra procedente de un buen criadero y que siempre ha mantenido el contacto con el criador, de quien ha aprovechado los consejos y la experiencia.

Es posible que un criador nos ponga en contacto con alguno de sus clientes, si él no tiene camadas a disposición en aquel momento. Utilizar otros canales (por ejemplo, anuncios en publicaciones especializadas) comporta una serie de riesgos, y no es aconsejable si no se posee la experiencia suficiente. El criador nos recomendará el cachorro que mejor se adapta a nuestras necesidades.

En cualquier caso, hay que tener en cuenta algunas indicaciones generales que nos servirán a la hora de elegir el perro.

Si queremos un perro de compañía

Todos los border pueden desempeñar esta función perfectamente. Son perros afectuosos, simpáticos y divertidos. Pero conviene tener claro qué se entiende por «compañía». Si deseamos una presencia tranquila, sosegada y discreta, esta no es la raza adecuada. Si queremos un compañero dinámico y alegre, pero no tenemos demasiado tiempo para dedicarle, no escojamos un cachorro de border astuto e inquieto; en todo caso, escojamos el más tranquilo de la camada y, si es posible, una hembra.

Si queremos un perro de trabajo

El perro hereda de sus padres no sólo las características físicas, sino también la aptitud para el trabajo.

Los hijos de perros que han destacado en su actividad, tendrán más posibilidades de destacar, aunque gran parte del éxito dependerá de la educación y del adiestramiento.

El potencial del perro de trabajo se puede apreciar ya a los dos meses. A esta edad conviene preparar un pequeño test representativo de la actividad hacia la cual quiere orientársele (un pequeño túnel para perros de agility, un rebaño para perros de pastor, etc.).

Las reacciones de los cachorros ante estos estímulos pueden aportar información muy interesante.

Si queremos un perro de exposición

Deberá ser hijo de perros de exposición que hayan obtenido una calificación mínima de «excelente». Si además son campeones, todavía mejor. Lo importante es que ambos progenitores sean perros típicos y correctos. En muchas ocasiones se compra un hijo de un campeón nacional, internacional, de Europa, mundial, universal, etc., y de una perra cualquiera, que nunca ha sido presentada en ninguna exposición, con la esperanza de que se parezca al padre. Pero en realidad, el cachorro hereda el 50 % de los genes del padre y el 50 % de la madre. Además, influyen, aunque de forma más difusa, los genes de los abuelos, de los bisabuelos… Si se quiere apostar sobre seguro, hay que escoger una buena genealogía en conjunto: un solo ejemplar, por muchos títulos que ostente, no ofrece una garantía total si el resto de la familia no comparte esta tendencia. En las exposiciones, la belleza no lo es todo: también interviene el «sentido del ring», que a menudo marca la diferencia. Sentido del ring significa la capacidad de un perro de dar lo mejor de sí, potenciando sus mejores cualidades, tanto si está plantado como si se mueve. En algunos perros esta cualidad es innata, otros pueden aprender… y con otros no hay nada que hacer: no les gusta el espectáculo y se presentan siempre con la expresión de estar deseando acabar cuanto antes. Lógicamente estos perros tienen pocas posibilidades de triunfar, aunque sean correctos desde el punto de vista morfológico. En el border collie raramente se manifiesta este sentido del ring innato, ya que las exposiciones son un acontecimiento demasiado aburrido para perros tan activos y vivaces. Si buscamos un ejemplar de exposición, hagamos una pequeña prueba al cachorro que nos interese. Intentemos plantarlo, obligándolo a estar quieto durante algunos segundos (podemos usar un trocito de comida para captar su atención). A continuación le pondremos la correa (si está acostumbrado a llevarla) e intentaremos ver cómo se comporta en movimiento. No se necesita demasiada experiencia para intuir si es un futuro perro de exposición o si para él el adiestramiento para el ring constituirá siempre una tortura.

Si vivimos con niños de corta edad o con personas ancianas

No olvidemos que el border collie es un auténtico tornado. El border adulto sabe perfectamente que un niño pequeño no puede ser un compañero a la altura de sus expectativas, pero aprende a respetarlo. Sin embargo, el cachorro y, sobre todo, el perro joven, podrían hacerlo caer con la esperanza de involucrarlo en sus alocados juegos. Normalmente, un niño de dos o tres años que es arrollado por un perro no sufre ningún daño: cae y se levanta, quizá sólo un poco asustado. Si los padres son muy aprensivos es preferible escoger un perro de otra raza o, en cualquier caso, el cachorro más tranquilo de la camada (véase «El test de Campbell»). Lógicamente no se puede pretender que el perro más tranquilo de la camada llegue a ser un campeón de agility: no se puede tocar en la orquesta y bailar al mismo tiempo.

En cuanto a las personas ancianas, el cachorro y el perro joven no son suficientemente grandes como para hacer caer a una persona adulta. El único problema se deriva de los tropezones que puede provocar el animal al cruzarse involuntariamente en el camino de esta persona. Pero aquí la raza poco tiene que ver, ya que todos los cachorros pueden crear esta situación, y es más fácil que sea el anciano quien esté atento al perro cuando camina por casa.

Al perro adulto habrá que enseñarle que el abuelo o la abuela no son compañeros de juegos, y el perro normalmente aprende rápidamente a respetarlos. En cambio, no es en absoluto aconsejable que un anciano lleve un border de la correa, al menos hasta que el perro esté perfectamente adiestrado.

Si tenemos hijos adolescentes

El border collie será el mejor amigo que los chicos puedan imaginar, aunque si los niños tienen menos de trece años, la unión puede convertirse en una auténtica «sociedad para el delito». Si pensamosque podemos tener algún problema para controlar un cóctel de estas características, podemos suavizarlo decantándonos por una hembra. El resultado será un poco más tranquilo. Para un chico de quince o dieciséis años el border collie podrá ser un magnifico compañero en actividades deportivas: los chicos de esta edad suelen ser buenos conductores en agility.

¿Con o sin pedigrí?

Mucha gente considera que cuando no se tiene interés por las exposiciones puede comprar un perro sin pedigrí y ahorrarse algún dinero. Sin embargo, conviene realizar algunas consideraciones:

a) El pedigrí no identifica un perro de calidad, sino un perro de pura raza. Un bor-der collie sin documentación (aunque parezca bellísimo) no puede ser considerado como tal. Esto significa que no podrá participar en ningún certamen cinófilo oficial y que tendrá serias dificultades para encontrar una pareja para la reproducción. Los propietarios de perros de raza pura nunca permiten que sus animales se apareen con ejemplares sin pedigrí, porque los cachorros tampoco podrían tenerlo y perderían el valor comercial.

b) Cuando alguien desea tener un border collie, lógicamente es porque le gustan las características psíquicas y físicas de la raza (de no ser así podría optar por otro perro, mestizos incluidos). No se puede estar seguro de encontrar tales características en un ejemplar que carezca de pedigrí, que no habrá sido objeto de un proceso de selección orientado a mantener y mejorar sus cualidades.

¿Y si lo queremos un poco más mayor?

Normalmente, cuando se piensa en la compra de un perro, se piensa en un cachorro de dos o tres meses, pero esta no es la única elección posible.

Ciertamente será la mejor si queremos seguir el desarrollo del perro desde el primer hasta el último instante de vida. Sin embargo, si tenemos problemas de tiempo, si nos horroriza pensar en los orines sobre la alfombra y si nos resignamos a quedarnos con un cachorro sólo porque creemos que nos querrá más que un animal joven o un adulto, estamos cometiendo una equivocación. El cariño que pueda sentir un perro por el dueño es idéntico a todas las edades; la única diferencia es el tiempo: el cachorro necesitará un par de semanas, mientras que al adulto probablemente le hará falta dos meses. Pero el resultado final será siempre el mismo —es decir, un perro que nos entregará su corazón, su dedicación y su fidelidad.

En la tabla de la página contigua se analizan los pros y los contras del cachorro y del adulto. Los puntos que pueden resultar positivos o negativos según las situaciones se han incluido en una tercera categoría.

PERRO JOVEN (ENTRE CINCO Y DOCE MESES)

 

VENTAJAS

Nos ahorraremos muchas dificultades de orden práctico. El perro joven ya no defeca en casa (o aprende muy rápidamente a no hacerlo); ha cambiado ya los dientes y por lo tanto ya no roe indiscriminadamente.


Si tiene más de cinco meses, mediante una radiografía podremos saber si existe riesgo de displasia de cadera.

Un experto puede valorar con un 80 % de seguridad sus posibilidades de éxito como perro de exposición.

INCONVENIENTES

Nos tendrá muy ocupados (aunque menos que el cachorro).

Ocasionará menos desperfectos, pero serán de mayor magnitud que los que hubiese producido el cachorro.

DEPENDE…

Estará influenciado por la educación y el trato recibidos anteriormente, lo cual puede ser positivo si la relación había sido buena, pero será un verdadero desastre en caso contrario.


Será muy crítico con nosotros y severo en su examen para decidir si estamos a la altura de un verdadero jefe de la manada: si nuestro comportamiento es impecable, nos reconocerá como tal, pero si nos equivocamos en algo optará por convertirse en el líder.


Si el ejemplar es muy bello y se le detecta una marcada aptitud para el trabajo, su precio será más elevado que el de un cachorro. Sin embargo, a veces se puede encontrar algún cachorro al que se hayan cerrado las puertas de la fama por culpa de un detalle ínfimo (por ejemplo, una dentadura imperfecta). Estos defectos penalizarían en una exposición, pero no constituyen ningún problema para quien desea simplemente un amigo. Con un poco de suerte se puede tener un perro magnífico a buen precio, ya que al criador le convendrá colocarlo y no dudará en proponérnoslo.

ADULTO (MÁS DE DOCE MESES)

 

VENTAJAS

Si queremos un ejemplar de exposición o si queremos participar en pruebas de trabajo, el adulto nos ofrecerá plenas garantías.

Podrá utilizarse inmediatamente como reproductor.


Exigirá menos tiempo, menos cuidados y menos atenciones que un cachorro o un perro joven (y en consecuencia será menos costoso).


Sabremos con certeza si es displásico o no.

Correrá menos riesgos que el cachorro y que el perro joven de contraer cualquier tipo de enfermedad.

INCONVENIENTES

Vivirá menos tiempo con nosotros.


Los posibles comportamientos no deseados estarán muy arraigados y serán muy difíciles de corregir.

DEPENDE…

El perro que ya ha obtenido buenos resultados en exposiciones de belleza es siempre muy caro; pero si queremos un perro «normal», podremos obtenerlo a muy bajo precio o incluso gratis. Los criadores muchas veces están encantados cuando alguien les brinda la oportunidad de quedarse con uno de sus ejemplares maduros, que ya no puede ser utilizado con fines deportivos o comerciales, pero que todavía está en condiciones de proporcionar mucho amor y satisfacciones a la familia que se haga cargo de él.

LA ELECCIÓN DEL CACHORRO

¿Cómo elegiremos el border? En un buen criadero nos dejaremos aconsejar por el experto, a quien habremos explicado el tipo de perro que deseamos. Si estamos en tratos con un particular, intentaremos determinar si los cachorros están sanos y tienen buen carácter.

LA CABEZA DEL CACHORRO

1. Los ojos del cachorro han de ser alegres, vivaces y deberán estar limpios. La secreción lagrimal abundante es siempre una mala señal: si la secreción es líquida puede ser síntoma de irritación (conjuntivitis), y si está seca (legaña) puede serlo de moquillo. Atención: sólo que uno de los cachorros presente síntomas de alguna enfermedad infecciosa grave, no basta con descartar aquel ejemplar. Probablemente la infección se habrá contagiado al resto de la camada, y aquel perro (quizá por ser el más débil) sea simplemente el primero en manifestar los síntomas.

2. El interior de las orejas ha de estar limpio y no debe emanar olor alguno. El mal olor puede deberse a la presencia de ácaros (otitis parasitaria)

3. La trufa y las mucosas han de estar bien pigmentadas (negras); hasta los dos meses la pigmentación puede ser incompleta. Alguna pequeña mancha rosa en el cachorro muy pequeño no debe preocupar, pero si persiste a los dos meses, constituiría un defecto

4. La dentadura del cachorro es la de leche, por lo que todavía no se puede saber si será completa. En cambio, sí se puede apreciar si el cierre es correcto

 LOS TIPOS DE CIERRE DENTAL

EL CUERPO DEL CACHORRO

1. La zona perianal debe verse limpia. Las manchas amarillentas en el orificio anal indican la existencia de diarrea y posibles problemas intestinales o presencia de parásitos.

2. Cumplidos los dos meses, el cachorro ha de tener los testículos completamente descendidos en el escroto; no se ven, pero se puede constatar su presencia mediante palpación. La falta de un testículo (monorquidia) o de ambos (criptorquidia) es un problema hereditario grave que comport la exclusión del perro de las exposiciones y de la reproducción; por consiguiente, ante esta circunstancia aplazaremos la compra. Quizá la situación se normalice en cuestión de días, pero, si no es así, es aconsejable desestimar la compra del animal. Además de ser una tara hereditaria, es decir que se transmite a la descendencia, puede conllevar problemas al propio perro. Un testículo retenido dentro del abdomen puede degenerar en tumor, y el problema debe solucionarse quirúrgicamente.

3. El abdomen tenso o hinchado puede ser síntoma de parásitos intestinales. No obstante, después de comer todos los cachorros tienen el vientre tenso e hinchado. Si tal es el caso habrá que repetir la observación pasadas unas horas. La piel del vientre ha de ser lisa y rosada, sin pústulas ni enrojecimientos.

4. El pelo del cachorro es brillante y casi inodoro (exceptuando el olor normal «de litera»). La presencia de una o dos pulgas no debe ser motivo de alarma, puesto que es prácticamente imposible eliminar todas las pulgas de una camada, especialmente en un criadero. En cambio, una infestación de mayor entidad puede causar graves problemas de salud (anemia) y, en cualquier caso, es un claro indicio de mala gestión del criadero.

Adivinar el carácter

Para el border collie las jerarquías son muy importantes. Observando los juegos (entre cachorros y con la madre) podremos formarnos una idea sobre el papel que cada uno intenta desempeñar en el seno de la manada. El que «manda» a todos los demás probablemente será un perro con mucho carácter. Tratándose de un border, es aconsejable que un perro con estas características vaya a parar a manos de un experto, y en ningún caso en las de un neófito. Por el contrario, el cachorro que permanece en un rincón y rehusa las peleas con los hermanitos podría mostrar carencias caracteriológicas de adulto. De todos modos, es muy difícil que esto ocurra en un border en tan temprana edad, y en tal caso, lo más probable es que el animal no se encuentre bien.

La elección del color

Uno de los problemas que preocupan a muchas personas a la hora de elegir el perro es el color: hay quien lo quiere blanco y negro, al otro le gusta rojo y el tercero lo prefiere azul mirlo. Este criterio de elección es pésimo: el border collie es un perro de trabajo, y las únicas valoraciones que cuentan son las relativas al carácter y las aptitudes.

Sólo en el caso de que el criador nos propusiera dos o más cachorros con características psíquicas idénticas podríamos concedernos alguna consideración estética, aunque es bastante difícil que esto ocurra.

 ¿MACHO O HEMBRA?

Acerca del sexo circulan muchas creencias infundadas y habladurías. Antes de elegir recordemos los siguientes puntos.


Es cierto que generalmente la hembra es más cariñosa y dócil que el macho; en el caso del border collie, esta diferencia puede ser fundamental.


No es cierto que la hembra deba tener obligatoriamente una camada.


Es bastante cierto que la diferencia de talla, corpulencia y estructura puede hacer que la hembra se adapte mejor a vivir en un piso, aunque un border «sólo de piso» no debería existir.


Es cierto que la hembra tiene dos periodos de celo al año y que pierde una cierta cantidad de sangre (este inconveniente puede paliarse con una braguita higiénica para no ensuciar la casa); también es cierto que mientras le dura el celo atraerá a los perros del vecindario. Pero no es difícil contener los ardores de los pretendientes: normalmente basta con una severa regañina. El apareamiento requiere tiempo, libertad y una serie de preliminares: nunca se ha dado el caso de que un macho haya montado a una hembra «al vuelo» mientras el dueño la llevaba a pasear de la correa.


No es cierto que la hembra se escape de casa cuando está en celo: no le hace falta, los perros ya se encargan de acosarla. En cambio, el caso contrario es muy frecuente: si un macho percibe el olor de una hembra en celo (y en ciertos casos llega a percibirlo a kilómetros de distancia) es muy fácil que se escape.


No es cierto que un macho represente una mejor inversión económica. Es verdad que algunos reproductores muy laureados montan previo pago un gran número de hembras y que el dueño obtiene suculentos beneficios. Pero el número de privilegiados es muy reducido. La mayor parte de propietarios de machos tienen que rogar a amigos, parientes y conocidos que accedan por lo menos una vez a una monta para su perro; en cambio, una perra mediocre podrá producir tranquilamente una camada al año, que el dueño podrá vender sin grandes problemas si no se excede en las pretensiones económicas.

 LA CHARLA CON EL CRIADOR

Solicitaremos siempre que nos muestren la madre de los cachorros. Es posible que el padre no viva allí; entonces pediremos que nos enseñen alguna foto suya o, mejor aún, un vídeo. Fijémonos en las características estéticas, en el carácter y en el estado de salud de la hembra; lógicamente al concluir la lactancia no está en la mejor forma, pero tampoco debe estar en los huesos. A una madre demasiado debilitada le corresponden cachorros también débiles. Si buscamos un perro de trabajo o de exposición pediremos que nos dejen ver los resultados obtenidos por los padres. Informémonos sobre el grado de displasia de cadera de los progenitores. Por desgracia, ser hijo de padres no displásicos no es garantía de normalidad del cachorro, y por el contrario, ser hijo de perros portadores de taras genéticas (aunque sea en forma ligera) aumenta enormemente las posibilidades de enfermedad en el cachorro.

Otro aspecto que se debe observar en los padres es la posibilidad de problemas oculares, como catarata o atrofia progresiva de la retina.

Lo mismo puede decirse de las características psicofísicas: el hijo de dos perros magníficos no será necesariamente un perro magnífico, pero el hijo de dos perros mediocres será casi con toda seguridad un perro mediocre. Las excepciones a la regla son poquísimas.

Cuando hayamos elegido el cachorro pediremos al criador que nos dé un poco de comida de la que haya utilizado hasta entonces para el cachorro y que nos deje pasar un trapo o una pequeña manta por dentro del box en donde ha vivido el cachorro. De este modo podremos llevarnos a casa un olor que resulta familiar al perro y que nos será de gran ayuda para la primera noche.

 EL CERTIFICADO SANITARIO

La persona que nos venda el cachorro deberá entregarnos el certificado sanitario y de vacunación con las correspondientes etiquetas de vacunaciones, las fechas de las revacunaciones y de las desparasitaciones. La primera desparasitación contra los ascárides (lombrices redondas muy frecuentes en los cachorros) normalmente se realiza a los 20 días, seguida de dos o tres repeticiones quincenales. La primera vacuna se pone a los 45 o, como mucho, 50 días (antes sería inútil, porque el cachorro tiene ya la protección de los anticuerpos maternos) y se repite al cabo de dos semanas, mientras que las revacunaciones son anuales.

Actualmente en los criaderos se utilizan vacunas polivalentes; algún veterinario todavía usa vacunas diferentes para cada enfermedad, pero son cada vez menos frecuentes.

Importante: hasta que el ciclo de vacunas no se haya completado el cachorro no debería salir de casa y no debería tener contactos con perros extraños (a no ser que sean animales que conozcamos bien, y que sepamos con certeza que están sanos y vacunados).

EL TEST DE CAMPBELL

Este famosísimo test nos ayuda a saber como evolucionará el carácter del cachorro. En el border collie es bastante fiable porque se trata de una raza muy jerárquica (véase «Neotenia y relaciones con el hombre»). Debe realizarse a la edad de seis u ocho semanas, por una persona que el cachorro desconozca (por ejemplo, el futuro comprador), en un lugar nuevo para él y que no le ofrezca posibilidades de distraerse (en un cercado). Mientras dure el test no hay que hablar nunca al cachorro, ni felicitarlo o acariciarlo. Previamente habremos preparado una tabla donde marcaremos las respuestas de los distintos miembros de la camada.

El test se divide en cinco fases.

1. Atracción social. Apenas hayamos entrado en el recinto, nos alejaremos del cachorro en la dirección opuesta a la que hemos llegado, nos agacharemos y daremos una palmada para atraer su atención, pero sin llamarlo.

2. Facilidad para el seguimiento. Partiendo de un punto próximo al cachorro, nos alejaremos de él a un paso normal, sin hacer nada que pueda incitarlo a que nos siga.

3. Respuesta a la obligación. Nos arrodillaremos, colocaremos el cachorro boca arriba y lo mantendremos en esta posición, aguantándolo suavemente por el pecho con una mano, durante 30 segundos.

4. Dominio social. Nos agacharemos para acariciar tranquilamente al cachorro, empezando por la cabeza y avanzando hacia el cuello y el lomo.

5. Consentimiento a ser levantado. Sujetaremos el cachorro por debajo de la barriga con los dedos entrelazados y lo levantaremos durante medio minuto.

 TEST DE CAMPBELL

FICHA DE CALIFICACIONES

Prueba y comportamiento obtenido

A

B

C

D

E

F

Atracción social

 

 

 

 

 

 

Viene rápidamente - cola alta - nos salta encima - muerde las manos

md

md

md

md

md

md

Viene rápidamente - cola alta - nos rasca las manos con las patas

d

d

d

d

d

d

Viene rápidamente - cola baja

s

s

s

s

s

s

Viene indeciso - cola baja

ms

ms

ms

ms

ms

ms

No viene

i

i

i

i

i

i

Facilidad para el seguimiento

 

 

 

 

 

 

Nos sigue inmediatamente - cola alta - se pone entre los pies - muerde los pies

md

md

md

md

md

md

Nos sigue inmediatamente - cola alta - se pone entre los pies

d

d

d

d

d

d

Nos sigue inmediatamente - cola baja

s

s

s

s

s

s

Nos sigue indeciso - cola baja

ms

ms

ms

ms

ms

ms

No nos sigue o se va en otra dirección

i

i

i

i

i

i

Respuesta a la obligación

 

 

 

 

 

 

Se revuelve violentamente - forcejea - muerde

md

md

md

md

md

md

Se revuelve - forcejea

d

d

d

d

d

d

Se revuelve - se calma

s

s

s

s

s

s

No se revuelve - lame las manos

ms

ms

ms

ms

ms

ms

Dominio social

 

 

 

 

 

 

Salta encima - rasca con las patas - gruñe - muerde

md

md

md

md

md

md

Salta encima - rasca con las patas

d

d

d

d

d

d

Se gira - lame las manos

s

s

s

s

s

s

Se tumba boca arriba - lame las manos

ms

ms

ms

ms

ms

ms

Se va y permanece alejado

i

i

i

i

i

i

Consentimiento a ser levantado

 

 

 

 

 

 

Se revuelve violentamente - gruñe - muerde

md

md

md

md

md

md

Se revuelve violentamente

d

d

d

d

d

d

Se revuelve - se calma - lame las manos

s

s

s

s

s

s

No se revuelve - lame las manos

ms

ms

ms

ms

ms

ms

 

Identificaremos cada cachorro con una letra (A, B, C, etc.). En la columna correspondiente a cada letra marcaremos la valoración obtenida en cada prueba (md = muy dominante; d = dominante; s = sumiso; ms = muy sumiso; i = inhibido).

TOTALES

md

3

 

d

1

s

1

ms

 

i

 

RESULTADOS

Dos o más respuestas md, con algunas d en otras partes del test: perro muy vivaz, poco apto para niños y ancianos, y para la convivencia con otros perros del mismo sexo. Podría ser demasiado impetuoso para un niño de menos de diez años. Necesitaremos una mano experta para el adiestramiento.


Tres o más respuestas m: será un perro sin problemas para el aprendizaje, siempre que se usen métodos coherentes y no coercitivos. A este tipo de perro también le conviene más un ambiente adulto en una atmósfera tranquila.


Tres o más respuestas s: este perro se adaptará bien a cualquier ambiente y será el mejor compañero para niños y ancianos. Se comportará con menos independencia (menos tendencia a huir, menos predador) que los ejemplares más dominantes.


Dos o más respuestas ms, especialmente si se acompañan de alguna respuesta i: será un perro muy sumiso, apto para niños un poco mayores pero no para los más pequeños, que podrían tratarlo con demasiada brusquedad y ocasionarle problemas de carácter. Con este tipo de perro la palabra clave deberá ser «cariño», incluso en la educación y el adiestramiento.


Dos o más respuestas i, especialmente si una se refiere a la prueba de dominio social: perro difícil de socializar y de adiestrar. En el futuro será probablemente un adulto tímido y esquivo. Es bastante difícil que un cachorro husky dé respuestas i; si esto ocurre, la explicación puede encontrarse en un problema genético o en una falta de imprinting.

¡BIENVENIDO A CASA!

El primer viaje

El viaje del criadero a la nueva casa provoca un fuerte estrés a casi todos los perros; algunos cachorros incluso se marean. Lo ideal es que alguien le lleve en brazos. A ser posible no lo dejaremos suelto en el asiento posterior, porque podría perder el equilibrio y golpearse, o podría roer los asientos

Cómo acoger el cachorro en casa

La llegada del cachorro es motivo de una gran alegría en toda la casa. No hay nada de malo en cogerlo en brazos y mimarlo un poco, pero sin exagerar. Después de las salutaciones de rigor, dejaremos el cachorro en el suelo (siempre en el lugar en donde estemos nosotros, puesto que si lo dejamos solo podría desesperarse) y observaremos cómo se comporta: la forma de reaccionar ante el cambio de hábitat nos proporcionará una valiosa información sobre su carácter.

Si vamos solos a buscar al cachorro deberemos utilizar un transportín o jaula de viaje. Está absolutamente prohibido (por el código de circulación) dejarlo suelto en el habitáculo: es peligroso para el animal y para el conductor. Tampoco es aconsejable instalarlo en la parte posterior, aunque el automóvil esté equipado con una malla divisoria: el cachorro rodaría de un lado a otro y se asustaría. Un primer viaje traumatizante puede hacer que el animal deteste el automóvil toda la vida; y al contrario, una primera experiencia tranquila servirá para que se acostumbre rápidamente al coche.

Cuando el cachorro entre en casa deberá encontrar un rincón preparado para él, con su cama, sus dos comederos de acero (para la comida y para el agua) y algún juguete. Si el juguete es una pelota, cuidado con las dimensiones, porque si es demasiado pequeña podría tragársela. Una buena solución es una pelota con una cuerda. La pelota no debe quedar a disposición del cachorro, si se tiene la intención de adiestrarlo para agility o flyball.

Dejemos que el cachorro explore, huela y meta la nariz por todas partes para que adquiera confianza en el nuevo hogar. El border no es el tipo de perro que se queda en un rincón llorando. Lo más probable es que se divierta como un loco explorando la nueva casa. De todos modos, una vez concluida la aventura, podría ocurrir que se extrañara y empezara a llorar. En tal caso, le hablaremos con voz tranquilizadora y le acariciaremos un poco, pero sin exagerar. Sobre todo no lo cojamos precipitadamente en brazos cada vez que llore, porque se convertiría en un hábito difícil de corregir.

El pequeño border mostrará desde el primer momento su temperamento exuberante. No dejemos que exagere. El perro nos pone a prueba desde el momento en que entra en casa, por tanto le mostraremos claramente que existen unos límites que no debe traspasar, cortando con un ¡no! rotundo los excesos que pueden provocar daños.

Si el cachorro está realmente asustado y necesita consuelo (circunstancia difícil en un border, pero todo puede ocurrir), podemos tomarlo en brazos y acariciarlo, pero siempre sin mostrarnos exageradamente protectores. Para levantarlo lo sujetaremos con una mano en el pecho y otra debajo de las nalgas.

Agarrarlo por las patas anteriores es muy peligroso porque se corre el riesgo de causarle lesiones en los codos.

 LA JAULA O EL TRANSPORTÍN

Un buen sistema para tener bajo control al cachorro de border es convencerlo para que pase algunos ratos en lo que él deberá considerar su madriguera, y que para nosotros puede ser indistintamente una jaula plegable o una jaula de viaje (como las que se utilizan para viajar en avión). Tendremos que acostumbrarlo desde cachorro, instalándolo en la jaula cuando veamos que está a punto de dormirse. En otros momentos del día podemos introducir en la jaula un hueso para roer o algunas croquetas. El cachorro nunca deberá ser molestado o ni tan siquiera tocado mientras está en la jaula (conviene explicarlo claramente a los niños). De esta manera, para él la jaula se convertirá pronto en un oasis de tranquilidad y reposo, a donde acudirá espontáneamente y nos pedirá para entrar cuando quiera descansar. Llegados a este punto podremos cerrar la puerta, sin que el animal vea en ello una constricción, sino más bien un refuerzo de su seguridad (dicho de otro modo, no se sentirá «encerrado», sino que pensará que cuando él está en la jaula, hay toda una serie de pesados que se quedan fuera).

Un cachorro acostumbrado a permanecer durante breves periodos en la jaula, se encontrará más a gusto en ella cuando sea adulto.

Para viajar en avión, normalmente es preferible la jaula abierta, más práctica porque es plegable. En casa es mejor la jaula con tres lados cerrados, porque da más la sensación de «madriguera».

La jaula es de gran utilidad en ciertas situaciones:


en casa: podemos encerrar al perro en caso de que nos visiten personas que tengan miedo de él, cuando estamos preparando la cena y no queremos que nos «vuele» comida o también mientras comemos;


de viaje: en coche es el lugar más seguro para el perro, que se siente protegido y no corre el peligro de ir de un lado para otro en las carreteras con muchas curvas, ni de golpearse en el morro en caso de frenazo;


en las exposiciones: en muchas exposiciones la organización ha suprimido la posibilidad de alquilar jaulas para los perros. Si no queremos estar todo el día pegados al perro, será muy cómodo meterlo en su jaula, que habremos llevado de casa. En épocas de calor, si la exposición es al aire libre, instalaremos siempre la jaula en la sombra y si es necesario la cubriremos con un trapo fino que proteja al perro del sol.

La primera noche

El «drama de la primera noche», con llanto y aullidos incluidos, puede paliarse en gran medida recurriendo a unos pequeños trucos muy eficaces.

1. Llevaremos la «madriguera» del cachorro a nuestra habitación, para que no se sienta solo; así, cuando llore podremos hablarle y tranquilizarle, pero sin dejarle que se suba a la cama. La coherencia es la virtud fundamental de un buen dueño, y lo que se autoriza el primer día ha de ser permitido siempre.

2. Simularemos los latidos del corazón de la madre con el tictac de un despertador.

3. Ofreceremos al cachorro una manta impregnada con el olor de su antiguo canil.

4. Supliremos el calor y la seguridad que le proporcionaban los hermanitos con un «hermanito de peluche» cálido y suave. Atención: el juguete, por ejemplo un peluche o un muñeco de trapo, servirá para hacerle compañía, pero también puede ocurrir que el animal lo muerda por nerviosismo. En ambos casos se cumple el objetivo. En cambio, no cometamos el error de darle el muñeco favorito de nuestro hijo, porque el drama podría tener consecuencias mucho peores.

 NEOTENIA Y RELACIONES CON EL HOMBRE

A menudo se habla de relaciones jerárquicas entre el perro y su dueño. En efecto, muchos perros ven a su hombre de referencia como si fuera el «líder de la manada». Para explicarlo hay que entender qué es, en etología, la neotenia.

Se trata de un concepto bastante complejo que podemos resumir del siguiente modo: un cachorro (en estado salvaje) no es autosuficiente, y por tanto es fácil hacer que dependa del hombre. Por el contrario, es casi imposible instaurar esta misma dependencia en un adulto, que no necesita de nadie para sobrevivir.

Así, la domesticación del lobo, desde los tiempos más antiguos, se obtuvo «deteniendo» su desarrollo psíquico en el estadio juvenil mediante la selección. Esto significa que el perro tiene el desarrollo psíquico de un cachorro de lobo. No obstante, las distintas razas de perro tienen diferentes niveles de neotenia.

Algunos perros, como por ejemplo la mayor parte de los molosoides, «se detuvieron» en un estadio muy precoz, más o menos equivalente a un lobezno de dos meses, con el que comparten algunas características físicas, como la cabeza redonda y las orejas colgantes. A esta edad un cachorro es muy desconfiado; por tanto, estos perros temen (y tienen inclinación a morder) todo lo que no conocen. Esta característica les convierte en buenos guardianes. A los perros «detenidos» en los primeros estadios les falta el respeto de la jerarquía, porque la fase de ordenación de la manada, en la que se determinan los papeles de cada miembro, tiene lugar a los cuatro meses. La consecuencia es que no consideran al hombre como «líder» y que poseen una docilidad limitada.

Otras razas, como el husky siberiano, se han detenido en un estadio más avanzado (casi en el quinto grado), es decir, en un nivel próximo al de un lobo adulto. Esta característica hace que tengan mucha seguridad en ellos mismos, pero que a la vez sean totalmente negados para la guarda (no temen a nadie y hacen fiestas a todo el mundo) y muy independientes.

El border collie, como casi todos los perros de rebaño, se encuentra en el tercer grado de la escala neoténica. Este grupo se caracteriza por la tendencia a interceptar todo lo que se mueve, cortándole el paso. En el caso concreto del border, este rasgo se aprecia perfectamente por la forma de moverse y de trabajar con el rebaño. Las características físicas de estos perros se encuentra a medio camino entre el cachorro y el lobo adulto (orejas semierguidas, hocico puntiagudo pero cráneo más bien redondo). Desde el punto de vista psicológico, son equivalentes a «niños mayorcitos», y por tanto dependen mucho del hombre. Las razas que se encuentran en este punto medio son las más versátiles, y están capacitadas para muchas funciones prácticas y utilitarias. Pese a todo, la teoría neoténica no se adapta infaliblemente a todas las razas caninas, aunque sirve para entender mejor sus comportamientos y sus aptitudes. En realidad, un cachorro de una raza de tipo moloso cuando crece y evoluciona abandona su «estatus mental» de cachorro. Sin embargo, aún evolucionan más los cachorros de razas que se encuentran en estadios más avanzados, como el border collie, que además desarrolla la inteligencia y la astucia propias de la raza. Todo ello significa que el perro adulto, si bien seguirá siendo un eterno cachorro (de hecho le seguirá gustando jugar), no siempre será fácil de llevar, porque empezará a pensar por sí solo, y respetará los deseos de su dueño sólo si le ama y le respeta. Dicho de otro modo, sólo obedecerá al amo si este se ha hecho merecedor de la categoría de «líder de la manada».

Cualidades de un buen líder de la manada

Para el cachorro de border collie, la familia con la que vive representa la manada. Desde el momento en que llega al nuevo hogar, lo primero que hace es observar el comportamiento de los distintos miembros, procurando descubrir quien puede ser su superior jerárquico, quien su igual y quien estará por debajo de él. Para que al cabo de una semana no nos encontremos obedeciendo las órdenes del perro, es importante saber que un líder de la manada (o un elemento de alto rango jerárquico):

 da siempre órdenes claras y concisas, a las que no es posible desobedecer (si se desobedece, se recibe inevitablemente un castigo);

 se comporta siempre con coherencia: nunca le permite algo un día y le prohíbe la misma cosa al día siguiente;

 nunca se comporta con violencia o irritación, sino siempre con calma y paciencia;

 juega con los cachorros sólo cuando él tiene ganas, y a ningún cachorro le pasaría por la cabeza pedirle atenciones con demasiada insistencia;

 tiene autoridad absoluta en lo que respecta a la comida: puede darla o retirarla cuándo y cómo quiere;

 representa un punto de referencia al cual se puede acudir en los momentos de miedo o de crisis.

En cambio, no identifica como líder ni como superior jerárquico a quien:

 habla de manera poco comprensible, utilizando palabras distintas y variando el tono de voz para ordenar la misma cosa, de manera que el cachorro nunca está seguro de lo que quiere;

 habla con el perro en tono melifluo en lugar de hacerlo en un tono claro y decidido;

 a veces deja pasar por alto una travesura, otras veces se enfada muchísimo por la misma travesura;

 se deja someter por el perro en el juego, o juega cada vez que el perro se lo propone;

 se ve obligado a utilizar la fuerza para dominar al perro;

 pierde a menudo la paciencia;

 obedece las órdenes del cachorro (lo lleva a pasear, lo acaricia, o le da de comer cuando se lo pide).

El cachorro no tarda en decidir quien será su hombre de referencia, y quien carece de autoridad. Todos nuestros comportamientos son valorados y clasificados a partir del día en que el cachorro se instala en casa.

LA PRIMERAS NORMAS DE EDUCACIÓN

Las dos primeras órdenes que ha de conocer el perro son ¡no! y ¡esto nunca! La primera se utilizará para interrumpir una acción no deseada en el aquel momento, pero que puede estar permitida en otras ocasiones. La segunda se usa (en un tono todavía más perentorio) para las acciones «prohibidas» en cualquier circunstancia.

El cachorro de border collie posee armas de gran eficacia para que sus compañeros humanos capitulen. Uno de los recursos más usados es la mirada de víctima y los suspiros profundos. No cedamos: un buen dueño ha de saber ser coherente y cuando prohíbe algo, debe hacerlo para siempre.

El cachorro capta inmediatamente el tono seco del ¡no! y el gesto de negación con la mano. Las primeras veces puede ir acompañado de una ligera sacudida agarrándolo por el cogote (gesto que el cachorro conoce bien, porque es la forma como la madre riñe a sus hijos).

Tumbarse boca arriba, para el perro, es un signo de rendición. Significa «de acuerdo, tienes razón, te pido disculpas». Cuando un cachorro lo hace, el dueño tiene que desistir inmediatamente de cualquier acción punitiva, ya que proseguir significaría un gesto de violencia incomprensible (aunque sólo sea psicológica), y un cachorro no depositará nunca su confianza en un amo que no conoce las normas más elementales de urbanidad canina. Otros gestos de sumisión y rendición son: dar la pata, tocar el rostro del dueño con el morro, dejar escapar algunas gotas de orina.

Una de las primeras cosas que debe aprender el cachorro es cómo hacer correctamente las fiestas al dueño. Si adquiere el hábito de saltarle encima, lo seguirá haciendo cuando sea adulto, y un perro de veinte kilos que nos pone las patas en los hombros es bastante menos agradable que un cachorro de dos meses que se apoya tiernamente sobre nuestras piernas. Saltándonos encima, el cachorro intenta alcanzar nuestro rostro: para evitarlo bastará agacharse para ponernos a su altura y darle la posibilidad de que nos exprese todo su afecto.

Si el perro nos salta encima cuando no lo esperamos, levantaremos una rodilla (o el pie, si el cachorro es muy pequeño) y lo interpondremos entre él y nosotros. No tenemos que golpearle, sino sólo impedirle que obtenga el contacto físico que está buscando. Seguidamente nos agacharemos y lo acariciaremos para darle a entender que nos alegramos de verlo.

Lo dicho hasta el momento es válido para un perro «normal». Sin embargo, uno de los atractivos principales del border collie es la capacidad de hacer cosas «poco normales» y muy divertidas, si se tiene la paciencia de enseñárselas, como por ejemplo a saltar en brazos de su dueño. Si queremos enseñar al cachorro a saltar a nuestros brazos, tendremos que darle una orden concreta para este ejercicio (por ejemplo, ¡hop!) y lo incitaremos a saltar tendiéndole los brazos y agachándonos un poco para ponernos a su altura.

Atención: el cachorro sólo estará autorizado a saltar cuando recibe la orden de hacerlo. En caso contrario deberá comportarse como un perro bien educado.

El border es un gran acróbata, y cuando se deja llevar por el entusiasmo, tiende a exagerar. En este salto el perro demuestra la confianza que tiene depositada en su dueño, porque está seguro de que este le cogerá. Consecuencia de ello es que el dueño debe estar siempre muy atento, porque en caso contrario el perro podría sufrir una mala caída.

LAS NORMAS DE HIGIENE

El border collie es un perro muy inteligente, que aprende muy rápidamente las normas de higiene por poco que se le oriente debidamente. La forma de hacerlo estará condicionada por el lugar en donde vive la familia. Aquí veremos qué debe hacerse con el perro que vive en un piso y con el que vive en una casa con jardín.

Los perros que viven en un piso, en teoría también podrían hacer sus necesidades en el exterior desde el primer día, pero si el cachorro llega a casa antes de los tres meses, todavía no habrá completado el ciclo de vacunaciones, en cuyo caso es aconsejable no dejar que salga para evitar el riesgo de que contraiga alguna enfermedad. Por otro lado, el paso de orinar y defecar sobre papel de periódico a hacerlo fuera de casa suele ser muy rápido.

Si el perro vive en casa

En cuanto haya llegado a su nuevo hogar, o después de haber comido o dormido, es muy probable que el cachorro quiera aliviar los intestinos. Intentaremos que lo haga sobre un papel de periódico que habremos preparado previamente. Si evacua allí lo felicitaremos efusivamente. Si lo hace en algún otro lugar, pasaremos por alto el hecho, aunque sólo durante los dos primeros días. Nos limitaremos a limpiar cuando el cachorro no nos vea y pasaremos un neutralizador de olores que puede adquirirse en cualquier establecimiento especializado.

A partir del segundo día de convivencia, cuando el cachorro se haya sobrepuesto al cambio de casa, se le deberán enseñar las normas higiénicas. Si defeca en un lugar incorrecto lo reñiremos con un ¡no! severo, pero sólo si lo sorprendemos en el momento de hacerlo. Un minuto de retraso es mucho, demasiado, puesto que el perro no es capaz de relacionar un castigo con una acción incorrecta realizada antes, y no comprendería el motivo de nuestro enfado. Si nos damos cuenta del daño cuando ya está hecho, limpiaremos sin ser vistos y aplicaremos el neutralizador de olores.

Antes de limpiar, acordémonos de impregnar un papel con su orina, que colocaremos sobre el montón de papel que debe utilizar. El cachorro hace sus necesidades más fácilmente si huele su propia orina.

Los excrementos del cachorro se recogen con una paleta desechable. No olvidemos llevar siempre una encima: preocuparse por el perro significa también ayudarlo a que no cause problemas o molestias a las demás personas.

El cachorro podrá salir a la calle tan pronto como se haya completado el programa de vacunas. Lo llevaremos a pasear después de haber comido y cada vez que se despierte, siempre en el mismo lugar (a ser posible un lugar que no frecuenten otros perros, porque el olor de los adultos podría cohibir al cachorro y hacer que se retuviera) y lo felicitaremos cuando lo haya hecho. Lo entenderá rápidamente. Para acelerar el aprendizaje podemos llevar un papel mojado con orina del animal y que colocaremos en el lugar que creamos más conveniente.

Si el perro vive en un jardín

Después de cada comida y al despertarse, llevaremos el cachorro en brazos al jardín.

Esperaremos a que haga sus necesidades, sin perderlo de vista. Tan pronto como las haga, lo felicitaremos calurosamente y lo llevaremos de nuevo a casa con nosotros.

Si se da la circunstancia de que ensucia dentro de casa, procederemos igual que si viviese en un piso.

LOS JUEGOS EDUCATIVOS

El juego del ¡no, espera!

Cuando demos la comida al perro, le impediremos que se acerque al plato (diciendo ¡no, espera!, al tiempo que le ponemos la mano delante de su hocico) hasta nueva orden. El juego puede proseguir fuera de las horas de las comidas, utilizando un trocito de algún alimento predilecto. Es conveniente sustituir la palabra ¡come! por otra secreta que todos los miembros de la familia conocerán, pero que un hipotético malhechor nunca podrá adivinar. Este juego cumple con un doble objetivo: por un lado refuerza la autoridad del dueño, y por otra protege al perro de la posibilidad de ser envenenado.

La pelota

Todas las enseñanzas, incluso las más simples, deben ir acompañadas de momentos de juego. El juego es el premio más codiciado, el único que permite al perro aprender rápidamente y con alegría. Para los perros deportistas la pelotita puede convertirse en una auténtica obsesión. Para que no ocurra, no dejaremos la pelota a la disposición del cachorro, sino que la utilizaremos exclusivamente para que juegue con nosotros. Además, concluiremos el juego en el punto álgido, cuando el perro se encuentra en un punto máximo de excitación. De este modo, estará dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de poder jugar con la pelota: es el primer paso a la obediencia.

La lucha cuerpo a cuerpo

El border tiene mucha necesidad de contacto físico: un poco de pelea cuerpo a cuerpo con su dueño para él representa un agradable premio.

 EL JUEGO COMO APRENDIZAJE PARA LA VIDA

En estado natural el cachorro juega muchísimo: primero con los hermanitos, luego con la madre, y más tarde con los otros integrantes de la manada. Todo lo que necesitará para vivir (desde la lucha hasta la caza) se aprende a través del juego, que no siempre es tranquilo y moderado, sino que tiene momentos bastante violentos.

Durante las enseñanzas nos comportaremos como si fuéramos el padre o la madre del cachorro: nos divertiremos cuanto podamos, y no nos preocuparemos si de vez en cuando se hace un poco de daño; lo más importante es saber imponer la autoridad en todo momento, sin olvidar que somos maestros y no «compañeros de clase» del cachorro. Nosotros decidiremos siempre cuándo se comienza y cuándo se acaba, e interrumpiremos el juego, si hace falta en el momento más álgido, en el caso de que el cachorro no modere sus ardores (por ejemplo, si piensa que nuestra piel es tan dura como la de sus congéneres). Siempre le haremos entender de manera clara y coherente lo que esperamos de él.

Errores que deben evitarse

Responder a sus invitaciones al juego (es decir, obedecer a sus órdenes). Si el perro nos trae la pelota o nos pide que juguemos con él con la mirada y los movimientos del cuerpo, antes le daremos una orden simple, y luego como premio a su obediencia haremos que juegue.

Excusarnos y hablarle con voz de arrepentimiento si, por ejemplo, en un lance del juego pisamos al cachorro: esta conducta (muy frecuente especialmente entre las mujeres) deteriora el carácter del animal, y le induce a la autoconmiseración cada vez que nota un ligero dolor. El border collie no es una figurita de porcelana, sino un animal duro, rústico y que ha de tener buen temple; si le dedicamos excesivas atenciones por nimiedades, él le encontrará el gusto y se convertirá en una calamidad de perro, poco apto para el trabajo y la actividad deportiva. Cuando ocurra algún pequeño accidente, proseguiremos el juego como si nada hubiera ocurrido.

EL DESCUBRIMIENTO DEL MUNDO

Primeras experiencias con collar y correa

Para el cachorro de dos o tres meses se necesita un collar fino de cuero o nailon y una correa del mismo material, de un metro de longitud como mínimo. A partir de los cinco meses se podrá utilizar un collar «semiestrangulador», que a los seis meses podrá ser sustituido por un collar «estrangulador» normal.

Existen algunos elementos que nunca deben emplearse: la correa corta con «manilla» (que induce al perro a tirar), el arnés (que lo obliga a separar los codos e impide el movimiento) y la correa con cadena (que puede hacer daño en las manos del dueño o en los dientes del animal al intentar morderla). Nunca debemos utilizarlos con un border collie.

Si vemos que el cachorro se rasca desesperadamente, no creamos que tenga pulgas: es por culpa del collar nuevo. No está acostumbrado a llevarlo, y como no puede verlo, no entiende qué es lo que le produce aquella «sensación extraña» en el cuello. La reacción más habitual es rascarse, aunque en cachorros particularmente rebeldes puede darse que caminen de maneras extrañas, de través o dando brincos.

Si tenemos la habilidad de hacerle jugar (o de darle algo de comer) inmediatamente después de haberle puesto el collar, él no se dará cuenta de la novedad. En cualquier caso, las reacciones negativas no duran nunca más de cinco minutos.

(Fotagrafía de Visintini)

No apretemos excesivamente el collar (causaría molestias al perro y le arrancaría el pelo), pero tampoco lo dejemos demasiado flojo (porque se lo quitaría). Lo ideal es que entre el cuello y el collar haya un espacio de un centímetro aproximadamente.

El primer contacto con la correa siempre es más delicado que el primer encuentro con el collar. El cachorro puede manifestar de varios modos su desagrado por esta novedad: plantándose, dando tirones, intentando morder la correa, o haciendo las tres cosas a la vez. Todo ello no debe preocupar nos. Simplemente nos limitaremos a intentar tranquilizarle, y al principio le dejaremos que elija hacia dónde quiere ir, y nosotros lo seguiremos sin tensar nunca la correa.

Cuando el cachorro se haya acostumbrado a la correa, empezaremos a «mandar» nosotros. Llevar su pelotita en la mano es una gran ayuda porque al querer cogerla nos sigue sin pensar en la correa.

Al cabo de pocas salidas, el perro entenderá que «correa» equivale a paseo y juego, y la considerará como un amigo.

 UNA LARGA MANO TRANQUILIZADORA

Es fundamental que el perro tenga, desde cachorro, una relación agradable con la correa, y que nunca la vea como una obligación. Para el perro la correa ha de representar una prolongación de la mano del dueño, y por lo tanto debe constituir un nexo de amistad y confianza.

Si los primeros contactos fueran traumáticos, el trabajo posterior sería mucho más difícil. Por consiguiente, es muy importante que el cachorro vea la correa como un instrumento agradable y no como un enemigo, aunque también es importante que la respete y que no la considere un juguete.

Errores que deben evitarse

Dar tirones al cachorro si no quiere caminar con la correa.


Pegar al cachorro con la correa (aunque sólo sea bromeando).


Dejar la correa a disposición del cachorro, permitiéndole jugar o morderla (¿dejaríamos que royese nuestro brazo?).

Los primeros paseos

En cuanto el cachorro esté vacunado, lo llevaremos a pasear y procuraremos que conozca otros perros, personas adultas, niños, etc. La socialización es una etapa importantísima del desarrollo psíquico del cachorro y del perro joven. La socialización con otros perros es fundamental, especialmente para el perro deportista. Por tanto, tenemos que esforzarnos en crear momentos de relajación con varios animales, incluso con ejemplares del mismo sexo, dispuestos a intervenir con absoluta firmeza en el primer conato de pelea.

Un ejercicio como este sólo se puede lograr con perros bien socializados (en este grupo hay dos machos) y controlados por sus dueños

EL PRIMER ADIESTRAMIENTO

La educación y adiestramiento de un border collie debe iniciarse entre los tres y los seis meses de vida, sobre todo si queremos utilizarlo en pruebas de trabajo o deportivas.

La llamada

La llamada es un ejercicio fundamental que el cachorro debe aprender cuanto antes. Antes de practicarla, habrá que enseñarle su nombre llamándolo (en casa y fuera de casa) cuando venga hacia nosotros. Cuando reconozca su nombre, utilizaremos la pelota con la cuerda: le haremos jugar y lo llamaremos atrayéndolo mientras utilizamos la pelota como «cebo».

Cada vez que el cachorro acuda, deberá ser felicitado y premiado, y se le dejará jugar con la pelota.

La llamada debe practicarse gradualmente: primero en casa, luego en lugares externos seguros, vallados y sin distracciones, y finalmente en lugares abiertos y con distracciones. Para lograr una obediencia inmediata e impecable se puede necesitar varios meses.

 SIN RECURRIR AL CASTIGO

El ejercicio de la llamada se repetirá de dos a cuatro veces al día.

Responder a la llamada ha de ser siempre motivo de alegría para el cachorro; nunca le castigaremos si tarda en obedecer: el encuentro con el dueño tiene que ser siempre y en cualquier situación gratificante.

Cómo enseñarle a sentarse

Estar sentado es una posición natural para el perro, que adopta de forma espontánea varias veces al día. Empezaremos diciéndole ¡sentado! cada vez que veamos que se dispone a sentarse; de este modo el cachorro empezará a relacionar la orden con la posición. Pasado un tiempo, empezaremos el aprendizaje propiamente dicho: sujetamos el cachorro por el collar con la mano izquierda (o bien le ponemos la mano debajo de la garganta para mantenerle la cabeza alta), a la vez que apoyamos la mano derecha en la grupa y le damos la orden ¡sentado! Tan pronto como el cachorro haya adoptado la posición deseada, lo felicitaremos y lo premiaremos.

Repetiremos entre dos y cuatro veces al día, hasta que sea capaz de hacerlo solo.

La mano que está en contacto con la grupa no tiene que presionar, sino simplemente acompañar. La presión originaría una resistencia en sentido opuesto por parte del cachorro

Cómo enseñarle a tumbarse

Existen varias formas de enseñar al perro a que se eche cuando se le ordena. El border collie es un perro que puede ser manejado sin problemas, tanto por sus dimensiones como por su gran docilidad. Con esta raza, el mejor sistema es darle la orden ¡tumbado!, invitándole a bajar la cabeza tirando de la correa hacia abajo, mientras con la otra mano sujetamos la grupa del animal (no hay que presionar, sino simplemente aguantarlo en posición.

La espera

Cuando el cachorro sepa responder correctamente a las órdenes ¡sentado! y ¡tumbado!, se le podrá enseñar a obedecer la orden ¡espera!

Colocaremos el animal en la posición que prefiramos (sentado o tumbado) y extenderemos una mano hacia su hocico, al tiempo que le daremos la orden y efectuaremos un paso hacia atrás. En esta primera parte el perro lleva la correa puesta.

El cachorro intentará seguirnos, pero le detendremos con un ¡no, espera! pronunciado en tono seco.

Cuando el cachorro entienda que debe estar quieto, aunque sólo sea por espacio de unos segundos, lo felicitaremos efusivamente. En las siguientes lecciones, a medida que el cachorro vaya entendiendo lo que queremos de él, nos alejaremos cuatro o cinco pasos, no más, y lo dejaremos en posición hasta un máximo de treinta segundos.

Poco a poco aumentaremos la duración del ejercicio y le sacaremos la correa. Se deberán alternar las posiciones de «sentado» y de «tumbado». Este ejercicio es difícil para el cachorro, y su aprendizaje requiere paciencia y progresividad. Se puede repetir una o dos veces al día.

La conducción con correa

Este ejercicio se realiza con el collar de adiestramiento o «estrangulador». El perro se sitúa en la izquierda, con el hombro a la altura de nuestra rodilla.

Se le da la orden ¡junto! y se empieza a caminar a paso normal.

Si el perro tira hacia delante, repetiremos la orden en tono seco, al tiempo que daremos un tirón seco de la cadena para que se coloque de nuevo junto a la pierna.

Si el perro se detiene o nos obliga a arrastrarlo, lo incitaremos a seguirnos acariciándole en el cuello y felicitándolo muy efusivamente («muy bien», «buen perro», etc.) en tono alegre y optimista, mostrándole la pelota.

Antes de efectuar un giro o de dar la vuelta, le daremos siempre la orden ¡junto!, para focalizar su atención en nuestras acciones. Empezaremos a paso normal, marcando el ritmo suavemente con la correa.

 PARA LOS PERROS DE AGILITY

En todas las disciplinas cinófilas el perro camina siempre en el lado izquierdo, pero el perro de agility también deberá aprender a evolucionar en el lado derecho. Los trazados de agility incluyen giros a la derecha y a la izquierda, y el conductor deberá tener la posibilidad de hacer que el perro se coloque en la posición ¡junto! lo más rápidamente posible, sea cual fuere la posición que ocupa con respecto a él.

 A QUÉ EDAD PUEDE INICIARSE EL ADIESTRAMIENTO

Tiempo atrás se solía esperar a que el animal cumpliera el año de edad, porque se creía que antes no tenía capacidad para entender. Pero también un ser humano de dieciocho años razona mejor que un niño de seis, y sin embargo nadie espera a la mayoría de edad para mandar a su hijo al colegio. Al igual que el niño, la mente del cachorro es más elástica y abierta que la del adulto: es como una esponja lista para absorber las enseñanzas.

Por esta razón, las tendencias del adiestramiento moderno proponen iniciar el aprendizaje cuando los perros son muy jóvenes, con una especie de «escuela elemental» para cachorros, que va seguida de la enseñanza media, la enseñanza superior, hasta llegar a la universidad, cuando el perro crece y completa el desarrollo físico y psíquico.

Naturalmente el aprendizaje se adapta a las posibilidades que tiene el perro a las distintas edades: un cachorro de dos meses no es capaz de concentrarse durante más de cinco minutos y no se puede pretender que complete un recorrido de agility, pero sí puede aprender los ejercicios básicos por medio del juego, de modo que cuando crezca tendrá muy claro el concepto «trabajo-diversión» que es el fundamento de un proceso de adiestramiento válido.