El kiwi es una liana fructífera de tipo sarmentoso científicamente conocida como Actinidia chinensis. El género Actinidia, cuyo nombre deriva del griego aktis (radio), que se refiere a las numerosas divisiones radiales del estilo persistentes durante el desarrollo del fruto y hasta su madurez, está sistematizado en la familia Actinidiáceas (Van Tieghem, 1899) que comprende, además, los géneros cloematoclethra y Sladenia.
Las Actinidiáceas, que pertenecen al orden Theales, son arbustos trepadores caducifolios, de hojas simples, redondeadas, sin pelos o con pilosidad simple o estrellada, desprovistas de estípulas.
Las flores están reunidas en inflorescencias y son hermafroditas, polígamas o dioicas, pentámeras con simetría radial, cinco sépalos y cinco pétalos, diez o más estambres hipoginios (insertados por debajo del ovario), ovario superobilobulado o polilobulado, numerosos óvulos anátropos y cinco o más estilos libres o soldados en el ápice y persistentes.
El fruto es una baya o una cápsula que contiene numerosas semillas muy pequeñas, sin arilo, con un embrión grande y endosperma abundante que constituye la pulpa.
El género Actinidia comprende 36 especies de las cuales sólo tres (A. chinensis, A. arguta y A. kolomikta) tienen un cierto interés en la agricultura.
A. arguta es una especie polimorfa, que produce frutos de tamaño variable, pero bastante pequeños y con un contenido en ácido ascórbico muy elevado, superior al de A. chinensis. Resiste bien el frío, entra en estado vegetativo antes que A. chinensis pero florece casi al mismo tiempo. Actualmente, a causa del aspecto de sus frutos —de calidad inferior a los de las otras variedades— puede tener más interés que otras especies como planta ornamental, pero también puede ser interesante por su producción de frutos con características organolépticas de un cierto valor.
A. kolomikta es una especie mucho menos vigorosa que A. chinensis y A. arguta y florece unos 20 o 30 días antes. Es muy rústica y resiste bien los climas muy fríos. Sus frutos son muy pequeños y maduran en verano. Sólo tiene interés como planta de jardín. Los frutos tienen un elevado contenido en ácido ascórbico valorado entre 600-1.200 mg/100 g.
Estas dos especies descritas podrían utilizarse para mejorar A. chinensis mediante hibridaciones.
Corte longitudinal y transversal de un fruto de actinidia

El sistema radical realiza dos funciones de primer orden en las plantas:
— les da soporte;
— por él llega el agua y las sustancias disueltas necesarias para la alimentación de la planta.
En la actinidia, el sistema radical es escaso y superficial, y coloniza las capas superficiales del suelo ricas en materia orgánica y muy permeables.
Las raíces son carnosas, gruesas, de color claro cuando son jóvenes y pardo-rojizas cuando son adultas. Tienen una capa considerable de floema (vasos conductores que transportan los productos de la fotosíntesis) y de sustancias de reserva por lo que el trasplante tiene muchas garantías de éxito. Las raíces emiten yemas adventicias, por lo que suelen actuar como medio de propagación, como se verá más adelante.
Las raíces de la actinidia son muy sensibles a la falta de oxígeno, por lo que no toleran suelos asfixiantes, ricos en arcillas y de drenaje deficiente, características a tener en cuenta a la hora de estudiar el terreno de plantación; las raíces en estas condiciones tienen tendencia a salir a la superficie.
Se han observado diferencias en las raíces de las plantas según sea su origen. Así en las plantas multiplicadas por estaca enraizada, las raíces presentan forma fasciculada, mientras que las plantas que provienen de semilla o de cultivo in vitro tienen una raíz de tipo pivotante y mejor repartida en el suelo.
En sentido contrario al de la raíz, se desarrolla el tronco sobre el cual irán desarrollándose las ramas, hojas, flores y frutos.
Tronco
Durante los primeros años de desarrollo de la planta de actinidia, no existe un verdadero tronco ya que se trata de una liana, por lo que encontramos sarmientos flexibles que deben ser dirigidos y entutorados para poder formar el árbol deseado.
A los cuatro o cinco años ya se obtienen troncos lignificados que pueden tener un diámetro de 20 a 30 cm, según la edad y las condiciones de cultivo.
El tronco tiene tendencia durante los primeros años a dar brotes muy vigorosos a partir de las yemas laterales de la parte basal. Esta tendencia permite recuperar pies rotos o superar con facilidad brotes débiles que se hayan podido seleccionar para la formación de la planta y que luego no den el resultado esperado.
Ramas
A las ramas de la actinidia se las llama también sarmientos por su comportamiento lianoide similar a la vid.
Los brotes en las primeras fases de su crecimiento tienen un aspecto herbáceo y presentan pelos de color verde y rojizo según la variedad y el vigor de la planta.
Crecen muy rápidamente, hasta alcanzar una longitud de 10 a 12 m en un año si las condiciones son favorables. Cuando llegan al punto máximo de crecimiento este se hace rotativo y lento, en busca de un tutor sobre el cual enrollarse. En estado salvaje, se enrolla sobre las plantas cercanas pudiendo llegar a asfixiarlas. En la actinidia se dan dos tipos de ramas:
1. Ramas vegetativas: no tienen flores. Se forman a partir de:
— yemas cercanas a la base de ramas productivas del año anterior;
— yemas latentes de ramas de más de 2 años;
— yemas anticipadas sobre ramas de producción o de madera.
2. Ramas mixtas: son portadoras de flores. Se forman a partir de:
— yemas de una rama vegetativa del año anterior;
— yemas de una rama fructífera el año anterior, situadas a continuación del último nudo de fruto.
La longitud de los entrenudos en las ramas varía según el vigor de 5 a 6 cm hasta 15-20 cm en los brotes más vigorosos de crecimiento rápido y tendencia vertical.
Flores de actinidia

Yemas
Las yemas se originan en los nudos, es decir, en la unión del tronco con las hojas, lugar que recibe el nombre de axila.
A estas yemas se las suele denominar yemas axilares para diferenciarlas de las yemas adventicias que pueden originarse en cualquier lugar de la planta de forma accidental.
Las yemas axilares de actinidia son grandes (7-8 mm) y están protegidas del frío por una capa de escamas velludas y por la piel de la rama durante el invierno y en verano por los peciolos de las hojas. Las yemas, al igual que las ramas, pueden ser de dos tipos:
— yemas de madera: darán lugar a ramas vegetativas;
— yemas mixtas: producen ramas mixtas, portadoras de flores.
La actinidia, además, tiene la capacidad de emitir yemas adventicias tanto en el tronco como en las ramas viejas, e incluso puede hacerlo en las cicatrices de las heridas y en las raíces.
En el caso de que se pierda una yema, por el frío o por causa mecánica, aparecen uno o dos brotes que darán lugar a ramas sin frutos (ramas vegetativas); pero recordemos que las yemas poseen mecanismos de protección como son las escamas velludas y la parte de corteza que las recubre.
Hojas
Las hojas son simples, características de la familia a la que pertenecen, largas, redondeadas y caducas. Su cara superior es de color verde oscuro brillante y su reverso presenta una tonalidad más clara, con brillos marrones y con pelos dispuestos en forma de estrella. La longitud de la hoja es de unos 5 a 25-30 cm según el sexo y la edad de la planta. El borde del limbo está poco dentado.
En plantas jóvenes obtenidas a partir de semilla o por cultivo in vitro, las hojas son más estrechas y lanceoladas que las de las plantas adultas y presentan pelos en la parte superior, lo que las hace rugosas al tacto. Según la tradición china, las hojas tienen propiedades medicinales y se utilizan para curar la sarna de los perros.
Flores
La actinidia es una planta fisiológicamente dioica, es decir, existen plantas masculinas y femeninas, pero sus flores son de apariencia hermafrodita, presentan aparato sexual femenino (gineceo) y masculino (androceo).
Las flores se asientan sobre pedúnculos, generalmente largos, que surgen de las axilas de las dos a las ocho primeras hojas de las ramas mixtas de brotes del año. Las flores aisladas o agrupadas en inflorescencias (tres o más por axila), en los pies masculinos aparecen en la proporción de tres a cinco por brote.
Tienen seis pétalos (entre cinco y ocho) y cinco sépalos. El color de los pétalos es blanco-crema, y poseen cierto olor a rosas. El tamaño de las flores femeninas es algo mayor; esto, junto con los caracteres del gineceo y androceo, permite reconocer y diferenciar los pies masculinos de los femeninos cuando la planta entra en floración, proceso que se da a los 2 o 3 años de cultivo.
El gineceo está formado por un solo ovario súpero, plurilocular y de simetría radial con 20 o 30 estilos radiales en las flores de pies femeninos en cuyo extremo presentan papilas estigmáticas por las cuales penetra el polen hacia el interior del ovario, mientras en las flores de pies masculinos el ovario es más rudimentario y estéril.
El androceo está formado por un gran número de estambres, 150-160 en los pies masculinos, que producen gran cantidad de polen. En las flores de los pies femeninos hay menos estambres dispuestos en dos verticilos que producen polen incapaz de germinar.
Frutos
Son bayas de forma elíptica, ovales y alargadas, cuyo peso y tamaño varían en función de la variedad. El peso oscila entre 30-35 g para la variedad Monty y 120-150 g para la Hayward.
La epidermis del kiwi es de color marrón-verdoso, cubierta de pelos marrones que caen cuando el fruto está maduro. El pedúnculo mide de 3 a 7 cm y durante la recolección se dejan en el árbol para facilitar la poda de invierno.
La pulpa es de color verde esmeralda, situada alrededor de la columela central, parte del fruto que representa la unión de los bordes de los carpelos, que es de color blanco-crema. La pulpa y la columela tienen un grueso variable y las dos partes son comestibles cuando el fruto está maduro.
En su punto óptimo de madurez, el kiwi, tiene un gusto agradable, dulce, ligeramente ácido y muy perfumado.
El fruto se caracteriza por un alto contenido en ácido ascórbico y sales minerales, sobre todo potasio (K) y fósforo (P).
Esquema de diferentes tipos de madera de fruto

Semillas
Son de color negro intenso si el fruto está maduro y de color marrón claro si está verde. Son muy pequeñas y de forma elíptica aplanada, de 2 a 3 mm, situadas en dos líneas concéntricas alrededor de la columela. Su número varía en función de la calidad de la polinización y fecundación, oscilando entre 100 y más de 1.000.
El peso de unas mil semillas es de 1,5 g, aproximadamente, lo que da idea de su pequeñez; por ello no son molestas al consumir el fruto.
Se entiende por estadios fenológicos los fenómenos biológicos que se dan de forma periódica, como son la brotación, floración, polinización, desarrollo y maduración del fruto.
Brotación
El inicio de la brotación va precedido de una exudación importante de savia por parte de la planta que es distinta según el sexo, la variedad y las condiciones climáticas del año.
Según los datos obtenidos por Zuccherelli (1981) en Italia los periodos de brotación son: Italia septentrional: 15 de marzo; Italia central: principios de marzo; Italia meridional: finales de febrero.
Según los datos de Fournier (1974) en Toulouse (Francia) la brotación se da en la segunda quincena de marzo. En El Maresme (Barcelona) se da durante la primera quincena de abril (Adillón, 1984).
Según Fournier, la fecha de brotación está condicionada por las temperaturas del mes de febrero y por el vigor de la planta. Así pues, según la temperatura media de este mes se adelantará o retrasará la brotación. En plantas recién trasplantadas la brotación es algo más tardía. El retraso también varía con la variedad cultivada.
La brotación de las plantas dura unos 15 días y se produce 15 días antes de la viña.
El crecimiento de los brotes es rápido y puede llegar a ser de 20-24 cm por día, según las condiciones ambientales.
El periodo de tiempo entre la brotación y el inicio de la floración varía de 60 a 80 días.
Floración
Los botones florales son visibles en abril sobre la axila de las hojas de los brotes jóvenes.
La diferenciación morfológica tiene lugar antes de acabar el invierno, aunque puede haber una diferenciación más precoz.
El desarrollo de los botones florales es lento y la floración aparece desde finales de mayo hasta principios de junio, según la climatología. El periodo de floración dura 10 días, iniciando los pies masculinos, seguidos de los femeninos. En condiciones óptimas, la floración de los masculinos ha de garantizar todo el periodo de floración de los femeninos.
Los grupos florales de tres inician su apertura con la flor central, y más tarde las laterales. La apertura diaria se realiza en las horas de más temperatura, quedándose las flores hacia abajo, de esta forma quedan protegidos los órganos reproductores de las inclemencias del tiempo.
Tanto en las flores masculinas como en las femeninas, la apertura de los pétalos coincide casi con la predisposición de los órganos reproductores a liberar el polen y a recibirlo.
Las plantas masculinas florecen en el segundo año y la producción de fruto aparece en el tercer año sobre los pies femeninos.
Polinización
Puede ser de tres tipos:
— anemófila: el polen llega al gineceo transportado por el aire;
— entomófila: el polen llega al gineceo transportado por insectos;
— artificial: el polen es colocado en el gineceo por el hombre.
La polinización está en función de la cantidad de polen producido por los pies masculinos y del transporte de este polen a las flores femeninas.
POLINIZACIÓN ANEMÓFILA
Si la estructura y el porte de una flor se desarrollan adaptándose a sus agentes polinizadores, la actinidia se aleja de lo normal, porque por su porte pendular hace pensar que sean los insectos los responsables de su polinización. De hecho, colaboran los dos tipos pero es difícil precisar cuál predomina. Poco después de la apertura de las flores masculinas el polen es transportado por los insectos y, en los estadios de floración más avanzados, el transporte se debe al viento. Con el tiempo, el polen pierde germinabilidad; por ello, la polinización anemófila no es muy efectiva.
POLINIZACIÓN ENTOMÓFILA
Se ha observado que los encargados del transporte del polen de la actinidia son los insectos y, en concreto las abejas domésticas y salvajes. De los insectos que visitan las flores de actinidia un 87 % son abejas y el resto son dípteros, himenópteros y coleópteros; estos últimos polinizan en los días nublados en que las abejas no salen.
Las flores de actinidia no son atractivas para los insectos porque no producen néctar: estos solamente visitan las flores masculinas y femeninas por su polen; pero, para las abejas, este polen es poco atrayente. El polen de la actinidia es seco y polvoriento, por lo que es difícil que se enganche en las patas de los insectos.
La actividad de las abejas depende de las condiciones atmosféricas. La eficacia del cortavientos en crear un microclima caliente y exento de viento favorece la actividad de las abejas, las cuales recogen mejor el polen de la actinidia con el rocío matinal, o después de un aguacero, cuando el polen está húmedo. Cuando hace buen tiempo, las abejas buscan flores más interesantes.
La acción insuficiente del viento, su facilidad de desecación y la barrera que constituyen las mismas plantas hace que la acción de las abejas sea fundamental e imprescindible. Esta debe ir acompañada de una racional proporción y distribución de polinizadores (pies masculinos). Para conseguir una buena polinización, es pues necesaria, la instalación de colmenas en los campos de cultivo.
Las colmenas se distribuyen cuando un 15-30 % de las flores femeninas están abiertas y se sacan de la plantación al final del periodo de floración. Es conveniente situar las colmenas en una zona soleada y repartidas al máximo, sobre todo el espacio de plantación.
De acuerdo con algunos expertos, las colmenas destinadas a esta polinización deben tener reinas jóvenes, estar en fase de desarrollo y contener bastante cresa a alimentar para estimular al máximo la actividad de las libadoras.
POLINIZACIÓN ARTIFICIAL
La polinización artificial que se ha llevado a cabo hasta ahora de forma experimental; se propone como suplementaria a las anteriores. Puede realizarse a mano, frotando las flores masculinas sobre los estigmas de las flores femeninas, o bien mecánicamente recogiendo el polen de las flores masculinas y después repartiendo el polen con pulverizadores u otros materiales inertes sobre las flores femeninas.
Se ha demostrado que el tamaño de los frutos y su calidad dependen de una buena polinización. Se ha encontrado una buena correlación entre polinización, número de semillas por fruto y peso y calibre de los frutos.
Desarrollo del fruto
En el momento de fructificar los grupos florales, sólo aparece un fruto, abortando las dos flores laterales; esta autoeliminación de fruta, beneficia la producción de la plantación, pues los frutos son más grandes y se elimina el aclareo manual; no obstante, hay variedades que llegan a producir tres frutos por inflorescencia (Monty) y en ellas se hace necesario el aclareo.
El crecimiento del fruto se realiza durante todo el verano, con intervalos en los que la velocidad de crecimiento aumenta o disminuye de forma notable. Al mismo tiempo las semillas experimentan modificaciones, alcanzando su tamaño máximo durante otras ocho semanas, hasta separarse de la pulpa en el momento en que el fruto tiene su máximo tamaño. Se han propuesto cinco periodos en el desarrollo de los frutos.
1. De 0 a 9.ª semana: crecimiento rápido. Las semillas adquieren su máximo tamaño.
2. De la 9.ª a la 12.ª semana: crecimiento lento. Las semillas empiezan a tomar color.
3. De la 12.ª a la 17.ª semana: crecimiento rápido. Las semillas se vuelven marrón oscuro.
4. De la 17.ª a la 21.ª semana: crecimiento débil, semillas negruzcas. Acumulación de azúcares.
5. De la 21.ª a la 23.ª semana: el fruto llega a su tamaño final y madura. La semilla se desengancha de la pulpa.
A finales de octubre o principios de noviembre, el fruto alcanza su madurez fisiológica. Si en verano la humedad ambiental es baja, puede darse un paro del crecimiento que se reanudará en otoño, dando lugar a frutos de tamaño reducido y de poco interés comercial.
Se ha probado la inducción del fruto por vía partenocárpica, sin fecundación, por medio de la aplicación de fitorreguladores obteniéndose frutos de tamaño inferior y de forma irregular.
FACTORES QUE GARANTIZAN UNA BUENA POLINIZACIÓN
1. Buena selección de pies masculinos y femeninos.
2. Buena distribución y proporción de pies masculinos.
3. No situar los pies masculinos a más de 20 m de los femeninos. Por otra parte, los investigadores aconsejan multiplicar las variedades masculinas en las plantaciones con clones tempraneros, intermedios y tardíos como Tomuri para aumentar las posibilidades de una buena fecundación.
4. Proteger las plantaciones de vientos superiores a 40 km/h.
5. Hacer una poda racional en los pies masculinos.
6. Escoger un sistema de plantación que facilite el transporte del polen por el viento y la acción de las abejas.
7. Disponer de un mínimo de 6 a 8 colmenas por hectárea.
8. Segar las hierbas que florezcan en el mismo periodo que el kiwi para evitar que las abejas se dediquen a transportar su polen y no el de la actinidia.
Caída de las hojas
La actinidia es una planta caducifolia, la caída de sus hojas nos indica el final de la vida activa de la planta y el comienzo del letargo o estado de reposo de la actinidia.
La caída de las hojas tiene lugar con las primeras heladas, influenciada por un descenso de la temperatura y una disminución del fotoperiodo. La acción del viento, una poda anticipada o la suspensión anticipada del riego pueden anticipar el proceso. En zonas de clima benigno, la caída de la hoja puede verse retrasada hasta enero-febrero.