Un antiguo proverbio define, de esta forma, la esencia de los sueños, reveladores de verdades escondidas de las que se pueden obtener indicaciones y presagios. De hecho, los sueños son los portavoces del alma y con sus imágenes simbólicas nos proporcionan mensajes que son capaces de anunciar de antemano acontecimientos, tristes o felices, que sucederán en un futuro próximo. Nuestros antepasados siempre los tuvieron en gran estima porque los consideraban un trámite entre lo que querían los dioses y la inteligencia del hombre. Los egipcios, los caldeos, los griegos y los romanos les dedicaron muchos años de estudio para descubrir la clave que proporciona una interpretación correcta. La oniromancia se convirtió de esta forma en una ciencia a la que se daba gran importancia, que era capaz de predecir las epidemias, la escasez, las guerras, las buenas cosechas y las alianzas ventajosas. Los que se dedicaron a ello asumieron grandes poderes a los ojos de los reinantes y de las castas sacerdotales. A través de los siglos, esta ciencia se ha desarrollado y se ha transmitido hasta la época moderna. Aunque se perdió el concepto de sobrenatural, mantuvo el significado de premonición.
Muchos fueron los que la relegaron en el ámbito de la pura superstición hasta que Freud, con su obra sobre la simbología de los sueños, probó la relación entre estos y el inconsciente del soñador que, sin velos o falsos temores, podía de esta forma exteriorizar sus deseos más secretos o sus miedos más escondidos. Los sueños constituyen, sin duda alguna, una parte importante de nuestra vida porque, además de ayudarnos a descargar tensiones, nos permiten acercarnos a otros tipos de dimensiones o de realidades. Pero no todos los sueños tienen un valor de profecía, no todos son mensajes que el inconsciente lanza a la superficie como campanas de alarma para zarandear nuestra apatía. Antiguos estudiosos y psicoanalistas modernos coinciden al decir que no es necesario dar valor a los sueños que aparecen en las primeras horas de la noche, cuando todavía nos encontramos bajo la influencia de los factores externos o del estrés sufrido durante el día, o incluso que están provocados por estados morbosos o como consecuencia de preocupaciones o de cansancio excesivo. Tampoco lo merecen los que reproducen personas o hechos de los que se ha hablado antes de ir a dormir. Por esta razón es necesario efectuar una clara distinción entre los distintos tipos de sueños; los que se deben considerar son los que tienen lugar durante el alba, cuando el cuerpo y la mente ya han descansado. Entonces tendremos, de forma muy fácil, sueños premonitorios, que no son más que la manifestación de fuerzas físicas ocultas e inconscientes, que tienden a advertir al hombre sobre determinados acontecimientos futuros y a ayudarlo a resolver las propias dificultades.
Ahora ya podemos empezar el análisis de los sueños y de sus distintos aspectos como la antigua adivinación nos enseña a interpretar. A continuación veremos las características fundamentales que distinguen los diversos símbolos.
Fueron compañeros del hombre desde el principio de la civilización y no fue una casualidad que tuvieran, desde los tiempos más remotos, un importante papel en la formación de mitos, leyendas e incluso de la misma religión. La creencia popular asignó a estos símbolos oníricos valores de buen y mal augurio, según la mansedumbre o la agresividad del animal que se tenía en consideración durante el sueño. El psicoanálisis moderno, en cambio, reconoce en ellos los instintos inconscientes (sexuales, agresivos y benévolos) del soñador.
El hombre ha tenido siempre en gran consideración al Sol, a las estrellas, a la Luna y a los planetas que utilizaba tanto como punto de referencia para emprender viajes, como para regular la siembra y la recogida o para obtener adivinaciones o profecías. También representan un factor importante en los sueños porque el inconsciente los une de nuevo a experiencias primordiales y transmite en ellos un significado de vida o muerte, de pacificación o ruptura. Este discurso también vale para todos los elementos (lluvia, viento, nieve, etc.).
Estos símbolos asumen en el sueño un papel muy importante puesto que con ellos el soñador consigue exteriorizar los propios miedos, los propios deseos, la forma de afrontar la vida y los problemas en general, las resoluciones que de manera inconsciente sabe que debe tomar y cómo debe enfrentarse a las relaciones tanto sexuales como sentimentales.
Todas las artes mánticas estudian estos símbolos desde hace milenios. Se les atribuyen valores mágicos y benéficos hasta el punto de que la astrología asigna a cada signo zodiacal una piedra como talismán y una planta o una flor como panacea para las desgracias y para que, con la propia influencia, ayuden a la persona a la que pertenecen astrológicamente. En el sueño indican el temperamento y la fortuna tanto en el campo amoroso y sexual como en el de los negocios.
Los lugares y los ambientes en los que la persona se encuentra en el sueño asumen una importancia predominante, en cuanto exteriorizan la capacidad de adaptación del soñador a la vida real y de amar o de hacerse amar, así como la actitud inconsciente hacia las distintas situaciones. Pueden ser conocidas o desconocidas, a veces incluso fantásticas, pero en cualquier caso expresan el estado de ánimo de la persona dormida que con estos símbolos muestra que acepta las propias responsabilidades o que huye de ellas, hasta refugiarse en un mundo creado expresamente por ella.
Estos símbolos exteriorizan la necesidad de protección, las ansias amorosas, el deseo de afecto, la vulnerabilidad y el estado de ánimo más o menos confiado hacia sí mismo y hacia los demás; la persona que sueña puede obtener de ellos la clave para entender y ayudarse a ella misma y a las personas que le rodean. Naturalmente, todo esto se dice en líneas muy generales porque el símbolo, representado por la palabra que distingue las distintas voces, no coincide con el significado que se tiene que dar al sueño, también porque en el sueño este símbolo no se presenta nunca por sí mismo, sino formando parte de una situación compuesta de diversos símbolos. Será necesario, entonces, examinar primero cada símbolo en particular y luego reunir los distintos significados para tener un cuadro preciso de todo el sueño. De esta forma podrá suceder que, no obstante algunos símbolos negativos, el contexto del sueño tenga al final una respuesta más que positiva. Además, algunos símbolos pueden aparecer varias veces en un sueño y tendremos que prestar una particular atención a ellos porque serán precisamente ellos los que proporcionen la clave para la explicación del mensaje onírico. A simple vista, este discurso parece un poco complicado para las personas que no se han interesado nunca por la oniromancia, pero si realmente se está interesado en este argumento y se quiere aprender a leer en los meandros del propio inconsciente ya se verá que con un poco de paciencia y aplicando unas sencillas reglas fundamentales, en breve tiempo se conseguirá entender los mecanismos de esta cosa maravillosa que son los sueños. En las siguientes páginas, proporcionaremos las reglas para analizar los sueños y las que se necesitan para obtener los números cabalísticos para el juego de la loto. ¡Buena suerte!
Durante la noche todos nosotros soñamos. Algunas personas afirman que no sueñan nunca, pero esta aseveración es equivocada; significa únicamente que no se acuerdan. Los sueños constituyen la válvula de seguridad que permite descargar todas las tensiones acumuladas cuando estamos despiertos, y su significado no es nunca causal sino que refleja el intento del hombre para liberarse de los problemas que se esconden en su alma. Pueden contener símbolos cargados de significado sexual, reflejar miedos o deseos que se remontan a la infancia, o incluso revelar las aspiraciones del sujeto (deseo de protección, de comprensión, de afecto y de triunfo). En la mayoría de los casos, el sueño se vive en primera persona, pero no siempre el soñador aparece como en la realidad. A veces asume diversos aspectos (se ve más joven o más viejo, o incluso, con un aspecto distinto del real) otras veces interpreta papeles en contraposición con la propia existencia cotidiana. Incluso otros personajes que viven con el soñador en el sueño (y que pueden ser la pareja, conocidos, amigos o desconocidos) desarrollan un papel a veces determinante para el análisis posterior. Por esta razón resulta importante intentar recordar el propio sueño y conseguir analizarlo. Para llegar a esto tendremos que respetar las siguientes reglas:
• Cuando nos despertamos tenemos que permanecer un momento inmóviles en la cama, dejaremos fluir libremente nuestros pensamientos intentando relacionarlos con lo que hemos soñado. En la mayor parte de los casos, las primeras veces conseguiremos sólo recordar fragmentos de lo que hemos soñado, pero si practicamos nos daremos cuenta de que cada vez conseguimos descubrir más particulares hasta llegar al sueño completo.
• Debemos acostumbrarnos a anotar lo que hemos soñado. No debemos limitar las notas únicamente a los símbolos, sino extenderlas a las sensaciones que hemos obtenido (miedo, alegría, angustia, frío, calor).
• Debemos aprender a descubrir el significado de nuestro sueño analizando primero el símbolo en sí mismo y luego reuniendo los distintos símbolos y las diversas situaciones. De esta forma conseguiremos obtener la clave para entendernos y ayudarnos a nosotros mismos y a las personas que nos rodean y que apreciamos.
En la creencia de la cábala popular, cada sueño puede traducirse en número mediante operaciones aritméticas y este número, que sintetiza el sueño, se podrá jugar a la lotería. En este libro hemos aplicado la regla de las operaciones aritméticas y damos la explicación para que cada uno pueda extraer el número que tiene que jugar y que corresponde con su sueño, incluso el menos común y comprensible.
A cada letra del alfabeto le corresponde un número (como podemos ver en el recuadro inferior), por lo que será suficiente sumar entre ellos los números correspondientes a las letras solas que componen las palabras del objeto, personaje y situación que aparecen en el sueño para conocer el número que buscamos.
Pero este número tiene que estar comprendido entre el 1 y el 49 porque son estos los números de que disponemos en el juego de la loto, por lo que si la suma da una cifra superior, será necesario descomponer el número en cifras únicas y sumarlas entre ellas. El resultado de esta segunda suma será el número buscado.
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VALOR NUMÉRICO DE LAS LETRAS |
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1 |
2 |
3 |
4 |
5 |
6 |
7 |
8 |
9 |
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A |
B |
C |
D |
E |
F |
G |
H |
I |
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J |
K |
L |
M |
N |
Ñ |
O |
P |
Q |
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R |
S |
T |
U |
V |
W |
X |
Y |
Z |
EJEMPLO: Abad que bendice = 51
El número se ha obtenido de la descomposición de
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A = 1 |
Q = 9 |
B = 2 |
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B = 2 |
U = 4 |
E = 5 |
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A = 1 |
E = 5 |
N = 5 |
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D = 4 |
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D = 4 |
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I = 9 |
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C = 3 |
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E = 5 |
Puesto que el resultado de la suma es superior a 49, hay que descomponer las dos cifras que la componen, es decir 5 + 9 = 14; si la suma fuera superior a 100, por ejemplo 178, el resultado sería 16, es decir 1+7+8 y estos serían los números que se tendrían que jugar en la lotería.