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Las bases. Claridad y sentido común

1.1. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

El problema del exceso de alimentos

«No hay nada nuevo, excepto todo aquello que ha sido olvidado».

MADRE TERESA DE CALCUTA

Y ahora, antes de empezar a leer el libro que te va a cambiar la vida, queremos llevarte de viaje. No muy lejos. Solo hasta hace unas décadas: más o menos a la época de tu bisabuelo.

No sabemos ni cuándo ni cómo murió, pero es posible que no llegara a anciano. Morir viejo es un avance relativamente reciente. Hasta bien entrado el siglo xx, en la mayor parte del mundo, las personas morían antes de los cincuenta. Multitud de enfermedades debieron acechar a tu bisabuelo en cada esquina: parásitos, virus, microbios y desnutrición.

Con el avance de las vacunas y las condiciones higiénicas y sociales durante el siglo xx, empezaron a mejorar las cosas para los descendientes de tus antepasados y sus vecinos de las sociedades occidentales. Además, al final de la Segunda Guerra Mundial, tuvo lugar la revolución agraria, un gran salto en las técnicas de producción de alimentos.

Quizás recuerdas las historias de los viejos sobre lo poco que podían comer en la posguerra o lo altos que hemos salido nosotros porque estamos mejor alimentados. Es así. Pero la revolución agraria no solo combatió el hambre y la desnutrición, sino que está en el origen de lo que nos ocupa: el problema del exceso de alimentos.

El enorme despegue de la industria agroalimentaria que provocaron las nuevas técnicas de producción dio la bienvenida a la era de la superabundancia de comida.

A partir de entonces, las personas pudimos empezar a escoger qué nos apetecía comer, y las empresas que nos ofrecían la comida comenzaron a pelearse para ser nuestras preferidas. La alimentación se convirtió en un negocio de proporciones astronómicas que recrudeció la competencia entre los productores para obtener más beneficios.

Es entonces cuando se abarataron los procesos de producción, de modo que la calidad de los alimentos se perdió por el camino. Y buscando captar y conservar clientes, se apostó por un cóctel imbatible que enganchara a los consumidores: grasas saturadas, azúcares refinados, gran cantidad de sal, aditivos, conservantes, colorantes, cafeína, alcohol... ¿No suena muy apetecible, verdad?

«La comida procesada es nefasta para nuestra salud».

Sus componentes son como un veneno adictivo y están presentes en muchos de los alimentos que consumimos: pizzas, hamburguesas, helados, patatas fritas, refrescos, comida precocinada, etcétera.

A tu bisabuelo estos productos le parecerían repulsivos, pero nosotros nos hemos vuelto adictos a ellos. Ahora, la alimentación poco saludable se ha extendido como una epidemia y, a diferencia de lo que les ocurría a nuestros antepasados, morimos por excesos alimenticios.

La obesidad y el sobrepeso: los grandes males de nuestro tiempo

Y la pregunta es: ¿por qué nos cuesta tanto perder peso? Ciertamente resulta difícil de entender por qué nosotros mismos nos castigamos con un estilo de vida que está minando nuestra salud.

Nuestro metabolismo es el resultado de miles de años de evolución que nos permitieron hacer frente a las dificultades del entorno. En la actualidad, las condiciones que el ser humano ha creado para vivir —su estilo de vida sedentario, su sociedad estresada o su alimentación insana— son perjudiciales para el organismo, lo que nos conduce a enfermar.

Así, obesidad, diabetes, hipertensión, dislipemia (colesterol alto) y arterioesclerosis (acumulación de grasa en las arterias) derivan en peligrosas complicaciones cardiovasculares, como el ictus cerebral o el infarto de miocardio.

«Nos estamos poniendo enfermos».

Estas dolencias no aparecen solas. Tienen un origen único llamado síndrome metabólico, que no es más que la resistencia a la acción de la insulina, la hormona que permite regular la glucosa, algo vital para el control del azúcar en sangre.

La capacidad de la insulina para metabolizar la glucosa varía según la persona: se puede ser muy sensible a ella o tener resistencia a su actuación Su mal funcionamiento desencadena una serie de desajustes, como el exceso de azúcar y la acumulación de lípidos en la sangre, que son causa del síndrome metabólico y todas las enfermedades asociadas.

Algunas personas pueden tener cierta predisposición genética a sufrir problemas con la acción de la insulina y, por lo tanto, a desarrollar el síndrome metabólico, pero hay una serie de factores ambientales fundamentales para el progreso de esta enfermedad.

Sedentarismo, estrés, consumo excesivo de calorías o abuso de grasas refinadas y azúcares se han convertido en el origen principal. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el síndrome metabólico afecta a más de un tercio de los mayores de cuarenta años en las sociedades occidentales.

Y el problema es que este estilo de vida empieza en la infancia. Los niños se acostumbran a consumir cada semana grandes cantidades de patatas fritas, hamburguesas, pizzas, bollería o helados, productos que conducen irremediablemente al sobrepeso y la obesidad.

Pero este es solo uno de los muchos efectos devastadores que la comida basura tiene en nuestro organismo. Y si no que se lo pregunten a Morgan Spurlock, el director y protagonista de Super Size Me, el documental que explora los efectos físicos y psicológicos de alimentarse únicamente con comida basura durante treinta días.

Después de ese periodo, Spurlock, con un peso inicial de 84 kilos, pasó de estar sano y delgado a aumentar hasta los 95 kilos y perder gran parte de su energía vital. También sufrió daños en el hígado y disfunciones sexuales, y durante un tiempo le afectaron dolores de cabeza que un médico calificó como síntomas de un adicto.

Alucinante, ¿no? Pues eso es solo la punta del iceberg. El consumo sostenido de comida rápida a lo largo de la vida supone tal amenaza para nuestro cuerpo que este se ve obligado a responder al estrés que le genera para contrarrestar sus efectos.

Las dietas ricas en grasas y azúcares, y pobres en frutas y verduras no son un caso aislado. Es una epidemia en toda regla que se está extendiendo por los países desarrollados.

Es por eso por lo que los planes que vamos a describir en este libro pretenden formar parte de la primera línea del frente contra esta terrible enfermedad moderna. Es así. Mediante estos planes tomarás conciencia de tu cuerpo y podrás salir del bucle del sedentarismo y la mala alimentación.

Quizás no seas consciente de ello, pero no es solo un problema de unos kilos de más. Se trata de un modo de vivir que te pone enfermo, que reduce la supervivencia; así que, como a nosotros nos gusta decir, «pon más vida a tus años».

Si quieres sentirte enérgico y vivir de un modo saludable, debes romper con este círculo vicioso en el que estamos metidos. La comida se ha convertido en una parte más del entretenimiento y comemos sin necesitarlo, de tal modo que estamos haciendo daño a nuestro cuerpo.

De hecho, esta tendencia está yendo cada vez a más. Mientras que en los años setenta del siglo pasado la gente pasaba con naturalidad cuatro horas y media sin comer, esta media se ha reducido a solo tres en la actualidad. Y eso sin contar los pequeños snacks que tomamos a todas horas.

Una pésima nutrición, combinada con la falta de ejercicio y una vida dominada por el estrés que no deja tiempo para actividades sociales sanas, basadas en la calidad, han dado lugar a todo tipo de enfermedades: dolencias cardiovasculares, diabetes, cáncer...

¿Tú quieres ser uno más de esos enfermos? No, ¿verdad? Pues debes saber que son muchos y que, si no haces nada, esos trastornos te pueden afectar también a ti.

Según la OMS, en 2012, sobre el total de la población española, padecía: sobrepeso: 26 %; obesidad: 24 %; sedentarismo: 50 %; hipertensión: 17 % y 12 %; colesterol alto: 12 %; diabetes tipo 2: 13,8 % de los mayores de dieciocho años; depresión: 9,2 % y 3,7 %; el 97 % de los mayores de sesenta y cinco años dedicaba el tiempo libre a la televisión.

Este deterioro de la salud es dramático y está relacionado con el abandono de la dieta mediterránea y sus hábitos saludables. Lo peor es que esta situación es solo el principio y conduce a enfermedades graves, como pueden ser los problemas cardiovasculares. Así, una afección como la diabetes, por ejemplo, termina derivando en trastornos de los riñones, la vista, el corazón o el sistema nervioso.

Aún no es tarde para ti. Debes apostar por una vida saludable, llena de ejercicio y de alimentos ricos y nutritivos.

No hay tiempo que perder. Ahora, ya conoces las consecuencias.

La comida nos está enfermando

«Castigamos nuestro organismo con la comida».

La manera como nos alimentamos pone en peligro nuestra homeostasis, que es el conjunto de procesos fisiológicos que se encargan de mantener de forma constante la composición del medio interno y nos permiten estar vivos.

El exceso de sal de las patatas fritas, por ejemplo, sobrecarga de tal modo los fluidos del organismo que este pierde el equilibrio homeostático de las sales, esencial para su correcto funcionamiento. Ante esta emergencia, se desencadena una situación de estrés: los receptores de nuestro cuerpo captan el exceso de sal, mandan la información a los centros nerviosos y unas hormonas activan la sed. Al beber gran cantidad de agua y minimizar la orina para no perder líquido, conseguimos diluir el peligroso exceso de sal.

La puesta en marcha de estos mecanismos de emergencia con regularidad deteriora un sistema que involucra diversas hormonas y el riñón, lo que acaba provocando hipertensión y pone al organismo ante el riesgo de un colapso cardiovascular. De modo parecido reaccionamos contra el abuso de azúcares, que desemboca en diabetes al menoscabar el mecanismo regulador de la insulina; además, junto al consumo de grasas refinadas, el azúcar aumenta el nivel de triglicéridos en sangre, y esto causa la obstrucción de las arterias.

El consumo de comida basura no es otra cosa que un castigo para el cuerpo. ¡Estrés! ¿O es que crees que solo nos estresamos cuando tenemos mucho trabajo, o cuando estamos en un atasco y llegamos tarde a una reunión? El estrés afecta de muchísimas maneras a nuestro cuerpo, y cada vez que comemos comida basura se suceden toda una serie de procesos en el organismo que alteran nuestro cuerpo. ¡Es nuestra defensa para paliar los efectos negativos de esta clase de comida!, un mecanismo que acaba deteriorando el metabolismo y lo enferma.

«Nuestros planes no son ningún sacrificio».

Los planes que hemos diseñado para ti no tienen nada que ver con un sacrificio o con un castigo para el cuerpo, sino todo lo contrario. Mucha gente ha tomado conciencia de que si quiere tener un cuerpo más saludable, más enérgico y más tonificado debe cambiar su modo de vida. Y lo hace con gusto.

Es simple. Se trata de empezar a alimentar al organismo durante un tiempo determinado con solo zumos de frutas y verduras supernaturales; un periodo para emprender el camino hacia los hábitos saludables que limpie el organismo después de años y años de alimentos insanos.

Nuestros planes no son únicamente una pausa en nuestro estilo de vida.

«Necesitas un cambio».

Se requiere una transformación en el modo de comer, pero también en la manera de afrontar el día a día: sin estrés, disfrutando de cada momento, tomando conciencia de que si no somos nosotros quienes nos cuidamos no lo hará nadie.

Recuerda que estás trabajando: en ti, para ti, por ti.

Estar sano solo depende de ti. Estás tardando en ponerte en marcha.

1.2. ¿Por qué este método?

Lo peligroso es seguir así

Y ahora, lo primero que vendrá a tu cabeza será: ¿son sanos estos planes?, ¿son efectivos?, ¿son peligrosos?

Llenar tu cuerpo de toxinas en cada comida es jugar a la ruleta rusa con numerosas enfermedades.

Usa tu sentido común: lo peligroso es continuar así.

Los científicos aún no han podido descifrar las considerables implicaciones que los nutrientes tienen en nuestro cuerpo, pero introducir en el organismo vitaminas procedentes de productos frescos durante estos planes seguro que no es peligroso. No se trata de una dieta milagro ni de ninguna sustancia con propiedades secretas. No es una moda y no tiene el objetivo de venderte ningún producto estrella. El producto estrella lo pone la naturaleza; es lo que ella nos da: frutas, verduras, semillas y vegetales totalmente naturales.

Aplicar este método es abrir una puerta a un estilo de vida saludable. Solo depende de ti porque, una vez en marcha, ¡funciona! Significa aprovechar el tiempo e invertir tu energía en algo útil, un programa sin secretos que no promete ni alargar tu vida ni eliminar para siempre tus enfermedades.

No se trata de un remedio infalible antiaging. No es ninguna solución milagrosa de resultados rápidos y sin esfuerzo.

«Sin falsas promesas de rejuvenecer, quitarte años o ser más joven».

Las personas envejecemos. Claro que sí. Esta es una verdad inmutable y nada de lo que hagamos podrá modificarla. Es inevitable enfermar y luchar contra las dolencias que atacan nuestro cuerpo.

¿Qué hacer frente a ello? Mejorar. Cambiar nuestro modo de vida.

Siente vitalidad, energía, tonificación

Nuestra salud y nuestra actitud son las que nos ayudarán a afrontar cualquier reto.

«Sonríe cada día, vive cada instante, ama cada hora, disfruta cada segundo».

La salud te procurará una actitud positiva para afrontar lo que sea. Podrás salvar cualquier contratiempo para tu organismo gracias a la fuerza que te dará un estilo de vida saludable. Porque ese es el objetivo del libro: un estilo de vida saludable que nos haga más fuertes.

Y siendo realistas, no creemos que todas las personas que empiecen con estos planes cambien su modo de vida. Vivimos en un mundo que quiere resultados rápidos, y muchas se lo tomarán como un método de usar y tirar. «¡Ah, sí! Lo probé durante una semana. Estuvo bien para perder unos kilos, pero...» Pero al cabo de unos días se olvidarán de él y volverán a su estilo de vida anterior. ¿Y qué hay de malo en eso? De hecho, solo le estarás dando un descanso a tu organismo. No puede ser perjudicial que durante unos días reciba más vitaminas que en toda una vida llena de comida grasienta y azucarada.

En realidad, lo único malo de desperdiciar todo ese trabajo es que estarás perdiendo la oportunidad de darle a tu cuerpo más vitalidad y energía para el resto de su vida.

Insistimos: no te estamos diciendo que vayas a alargar tu vida, aunque algunos estudios apuntan a que el ayuno promueve la longevidad. Conseguir una piel más tersa gracias a una crema no tiene nada que ver con vivir más años. Estar más joven por fuera no quiere decir que tus órganos lo estén por dentro. Gracias a estos planes te sentirás más vital y con más energía.

Pon más vida a tus años

«¿Qué prefieres?, ¿poner más años a tu vida o más vida a tus años?».

Cuando notes las posibilidades que tu cuerpo tiene a su alcance le querrás pedir más a la vida. Le exigirás que te ofrezca más, y eso es un poderoso motor para adoptar unos hábitos saludables.

Este proceder no significa librarte de las enfermedades; significa cambiar para adoptar un modo de vida libre de estrés orgánico, ese que le generas a tu cuerpo cada vez que ingieres azúcar, sal refinada, cafeína, alcohol, grasas saturadas... Prepárate para pasarte a la comida sana y al ejercicio; te darán la fuerza psicológica suficiente para enfrentarte a cualquier adversidad.

«Lo que vivas lo vivirás mejor».

Quizás esta reflexión no convenza a los más fanáticos de la gratificación inmediata, a los que buscan resultados rápidos al precio que sea. ¿O quizás sí? ¿No es maravilloso sentir que vuelves a entrar en esos tejanos?

¡Es estupendo volver a sentirse delgado! Por eso, la verdad es que poca gente abandona cuando ya ha probado alguno de nuestros planes. Al ver los resultados no puede hacer nada más que continuar hasta que consigue establecer hábitos saludables.

Y eso que perder kilos es solo una parte.

Historia del ayuno

Como decía una de las más célebres reinas de Francia, María Antonieta, «no hay nada nuevo, excepto todo aquello que ha sido olvidado», una afirmación que bien podría aplicarse al ayuno.

Aunque el ayuno supone, más que un tratamiento para la enfermedad, un tratamiento para el bienestar, lo cierto es que a lo largo de los siglos ha sido utilizado para proteger al ser humano de afecciones diversas y mantenerlo en un estado de salud.

Además, su significado espiritual ha estado siempre presente en muchas culturas. Tomemos, por ejemplo, la historia de Adán y Eva. La única acción vedada en el jardín del Edén es comer la fruta prohibida, y Eva es tentada por la serpiente para traicionar ese precepto. Así, el ayuno significaría para los cristianos rechazar la tentación y acercarse a Dios.

Pero la historia del ayuno se remonta a mucho más atrás. Uno de los primeros testimonios escritos sobre el ayuno es el del fundador de la medicina moderna, Hipócrates, que desde la antigua Grecia, en el siglo IV a. C., prescribía el esfuerzo físico y la toma de una dieta proteica como tratamiento, además de restringir la alimentación a una sola comida al día. Un historiador contemporáneo al maestro resumió sus palabras en una sola frase: «En vez de usar medicinas, mejor ayuna», postura que también apoyaron filósofos como Platón y Aristóteles.

Ya en una época más avanzada, en el siglo XVIII, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, Benjamin Franklin, célebre por sus amplios y variados conocimientos, especialmente en medicina, afirmó que «el mejor de todos los medicamentos es el descanso y el ayuno».

Su testimonio lo recogió el escritor Mark Twain en el siglo siguiente: «Un poco de hambre puede hacer más por el hombre enfermo que las mejores medicinas y los mejores doctores».

Finalmente, el ayuno, aunque con altibajos, ha llegado hasta nuestros días en plena forma.

1.3. La salud no es un objetivo, es una dirección

Cambiar para vivir mejor

¿Te has planteado por qué las dietas no funcionan?

Son miles y miles de millones de horas y dinero invertidos en encontrar fórmulas para perder peso que simplemente fracasan. Las cabezas pensantes de la industria del adelgazamiento se exprimen el cerebro para dar con la piedra filosofal que les permita hacerse millonarias con un método rápido, efectivo y sin esfuerzo que haga desaparecer los kilos de sus clientes. Pero no lo consiguen de ninguna manera.

Es así. Simplemente, la mayor parte de los métodos no funcionan.

Aún muchas personas compran esas fórmulas y lo intentan. Pero no hay manera. Conocemos decenas y decenas de casos. Por ejemplo, señoras que se reúnen para compartir secretos, y ese método misterioso corre de boca en boca, multiplicándose y haciendo ganar dinero a espuertas a algún desconocido.

O en los vestuarios: «¿Has probado estas pastillas?». Y el otro las toma esperando una solución milagrosa para ese exceso de grasa que no se va por muchas horas de gimnasio que le dedique. El boca a boca las hace correr, y cuanto más desconocido y secreto parece el sistema, más atrae a la gente.

Polvos, raíces, pétalos, pastillas... ¡Qué más da! El ser humano es crédulo por naturaleza y ahí estamos: preparados para que una y otra vez vuelvan a engañarnos.

Y probamos y volvemos a probar, y nada.

Los kilos siguen ahí y las pastillas, polvos o lo que sea terminan en la basura. Los que sí que desaparecen son nuestros ahorros, por supuesto, porque esos sistemas desconocidos lo que tienen en común es que valen mucho dinero.

A veces, pueden incluso contar con el aval de algún deportista archifamoso (que ni tan solo conocerá de primera mano aquello que patrocina), alguna estrella de las revistas del corazón o con cantantes y actores de moda. Todos actúan como prescriptores de nuevos sistemas infalibles.

¿Y científicos? Científicos, no, desde luego. ¿Por qué tendría que haber científicos respaldando métodos desconocidos que infligimos a nuestro cuerpo? Nos fiamos más del famosete de turno que de una persona que ha pasado toda su vida estudiando el complejo sistema que rige nuestro organismo. Y así nos va.

Quizás te ha pasado también a ti. Has probado un remedio que parecía infalible y ni por asomo ha funcionado.

Queremos resultados rápidos y efectivos, y nos vendemos al mejor postor. Al final, estos métodos ultraefectivos que prometen adelgazar sin esfuerzo acaban con un «bueno, creo que he perdido unos kilos».

¿Cómo que creo? ¿Qué significa creo? Significa que no estás seguro de si los has perdido, y eso tiene un nombre: autoengaño. O los has perdido, o no los has perdido. Así de fácil. La báscula no miente, aunque nosotros sí que nos mentimos demasiado a menudo; algunos incluso durante toda una vida.

«Sí, ahora estoy fumando menos y me siento mejor». ¿Menos? Eso fue lo que dijo un anciano fumador justo antes de que le diagnosticaran un edema pulmonar. Pobre hombre, no se separó del cigarro hasta el último suspiro.

Somos así. Nos repetimos mentiras una y otra vez, y al final terminamos por creérnoslas.

«¡Abre los ojos!».

Los milagros no existen (y menos en cuanto a las dietas de adelgazamiento).

La mayoría son solo métodos de usar y tirar. Y puede que tú también los hayas puesto en práctica. Muchas de las personas que llegan a nuestros planes han pasado por esta sensación con anterioridad.

La secuencia de los hechos suele ser la siguiente:

1.   Incomodidad. Te sientes incómodo con tu propio cuerpo. Algo no va bien. Haces un pequeño esfuerzo y te encuentras jadeando como si hubieras subido al Himalaya. O después de comer te notas pesado, e incluso tras la cena, por lo que te cuesta dormir por las noches. No sabes lo que ocurre, pero algo no funciona. Eso sí, no piensas renunciar a los pequeños placeres gastronómicos de la vida. Total, son cuatro días.

2.   Búsqueda de información. Un día, por casualidad, ves un libro en el escaparate de una tienda. Tiene algún nombre que incluye la palabra salud. Entras y lo compras sin pensar. Empiezas a leerlo entusiasmado, recostado en el sofá y con un zumo natural entre las manos. Es tu momento saludable y nadie te lo va quitar.

Pero enseguida aparecen los problemas. El libro tiene la letra muy pequeña, explica cosas muy enrevesadas, las páginas están llenas de datos científicos y ni siquiera tiene un miserable diagrama que ayude a aclarar la información. Tienes sueño. Mañana has de levantarte a las siete para ir a trabajar. Dejas el libro y, a partir de ese momento, lo utilizas para calzar el mueble ese de la habitación de los trastos que siempre se mueve cuando lo abres.

3.   Círculo vicioso. No sabes por qué, pero esa incomodidad va en aumento. Debes trabajar muchas horas y tienes problemas con el jefe. Tu único momento de escape es el fin de semana, cuando haces lo que quieres. No te cortas en el comer y en el beber. ¡Qué placer! Unos chorizos a la brasa e incluso un poco de morcilla, y todo regado con buen vino. ¡Eso sí que es vivir! Sin darte cuenta, esa manera de funcionar se alarga durante años.

4.   Aviso. Cuando te pesas, ya no puedes verte los pies, pero tú te sigues engañando y ni siquiera te planteas cambiar de vida, dispuesto a convivir con tus pequeñas molestias diarias: ardores, dolor de espalda, molestias musculares, insomnio, enrojecimiento de la piel... (Por mucho que te mientas, esos malestares no aparecen de la nada, sino que vienen del abuso de comida y de no moverte ni siquiera para cambiar el canal del televisor).

Pasas de todo eso hasta que, un día, vas al médico y te comunica que tienes el colesterol disparado. Es perentorio que dejes de comer esto, esto y esto (y por supuesto, la advertencia incluye la morcilla, el chorizo y el par de botellas de vino que te bebes cada fin de semana). Te dice que debes parar, que si sigues así no vas a conocer a tus nietos. Te asustas.

5.   Revelación. Andas por la calle un poco desorientado. Nunca te hubieras imaginado que serías tú uno de esos a los que les prohíben la comida alta en sal y les recomiendan verduras hervidas cada noche. Te encuentras con un amigo y, por fin, le confiesas el problema. Él te dice que no te preocupes, que tiene un conocido de un conocido que ha probado un método infalible. Tiene un nombre extraño y vale una pasta, pero estás dispuesto a todo con tal de ayudar a tu salud. Lo compras, lo pruebas y, al cabo de una semana, termina aparcado en el armario ese de la habitación de los trastos junto a las pesas, las mallas para salir a correr y la raqueta de tenis.

6.   Hundimiento. No sabes por qué, pero no ha funcionado. Sin querer, poco a poco, vas abandonando tus buenos propósitos con respecto a la salud y te dejas ir. El chorizo y la morcilla, y la bollería y los productos cargados de azúcares y harinas refinadas vuelven a aparecer en tu vida. Ahora con más fuerza que antes. Y ya casi ni te proporcionan placer. Los comes con una intensa sensación de culpabilidad y con la fatalidad de quien no puede hacer otra cosa.

Sientes que no puedes escapar y te resignas a una vida sin salud.

Así son la mayoría de las dietas. Lo único que provocan es frustración. Y te alejan de cualquier buen propósito.

Los planes que aquí te presentamos son completamente diferentes porque su objetivo es otro. Y ni siquiera deberíamos decir que tengan un objetivo, pues ello implica llegar a algún sitio y ya está, a partir de ese momento puedes relajarte.

No nos gusta hablar en esos términos. Por eso preferimos decir que el programa te pone «en la dirección correcta». Es eso. Porque, tal como reza el título de este capítulo, la salud no es un objetivo, es una dirección.

Está en tus manos

La mayoría de las dietas de adelgazamiento fracasan porque establecen objetivos: tantos kilos, vientre plano, pantorrillas musculosas... Sí, tras unos días de sufrimiento llegas ahí, y luego qué. Cuando termina la dieta, sigue el momento de pánico porque muchos métodos ni siquiera contemplan lo que viene después, de modo que la mayoría de la gente vuelve a las anteriores rutinas alimentarias y a los vicios que la llevaron hasta esa situación.

Aquí, por el contrario, encontrarás otra cosa. Pondremos a tu disposición herramientas para que entiendas qué es lo que tu vida necesita, ya que si el libro tuviera algún objetivo sería precisamente conseguir que tú mismo te dieses cuenta de lo que debes hacer con tu cuerpo.

No basta con solo unos días de zumos y ejercicio. Es preciso un cambio de vida. Y eso no es ningún secreto ni requiere fórmula mágica alguna.

Nos gusta expresar lo que necesitas de este modo: cambiar tu mentalidad, tu estilo de vida, tu alimentación.

No prometemos nada si tú no lo quieres. Porque es así. Depende de ti. Ahí es donde está la diferencia.

Es decisión tuya que quieras empezar a comer alimentos saludables y alejar las enfermedades, y por supuesto, comenzar a moverte. Si has acudido a este libro pensando que no encontrarías ejercicio físico, estás muy equivocado. Tu cuerpo está diseñado para moverse, así que todo esta metamorfosis irá acompañada también de algo de deporte, un ejercicio que poco a poco se irá acompasando a tu forma de vivir.

Quizás piensas que solo son unos días, pero es mucho más que eso.

Está claro que esas jornadas de los diferentes planes te resultarán muy saludables, de hecho. En ese periodo de solo zumos inundarás tu cuerpo de enzimas y nutrientes super saludables que te darán energía y vitalidad.

Y obtendrás resultados, sin duda. Adelgazarás unos kilos. ¿Cuántos? Depende de cada uno. En cualquier caso, notarás grandes transfiguraciones en tu cuerpo.

¿Y sabes lo mejor? Que eso se convertirá en un cambio de vida que está en tus manos.

Es así. No hay curas milagrosas ni recetas mágicas.

La solución está en ti.

Debes tomar conciencia de que si quieres una vida más saludable y sentirte atlético y enérgico debes modificar tu manera de vivir. Depende de ti. Eres tú quien debe tomar esa decisión.

En este libro también podrás conocer mucha gente que ya se ha concienciado de que si quiere sentirse con más energía debe cambiar su modo de vivir. Disfruta de sus testimonios porque son experiencias impactantes que te enseñarán mucho.

Son centenares las personas que se han alimentado de zumos de frutas y verduras supernaturales y han insuflado nueva vida a su organismo. Es así como se empieza el camino hacia los hábitos saludables después de años de comida basura, de excesos de grasas y azúcares.

Ahora, tendrás la oportunidad de limpiar tu cuerpo. Te darás unas auténticas vacaciones para después transformar tu relación con los alimentos.

¡Comer alimentos saludables es divertido! Y, sobre todo, es sano. Con estos planes devolverás años a tu vida, y te sentirás fuerte y capaz de llevarlos a cabo sin pestañear. Empezarás el cambio vital sin ningún problema.

«Una transformación es lo que necesitas».

Deja el estrés y el desequilibrio emocional, y prepárate para afrontar el día a día de otro modo. Eres tú quien debe cuidar de sí mismo ahora.

Ponte en marcha

Si tú no empiezas, nadie lo va a hacer por ti, de forma que no vaciles. El programa va a funcionar porque está en tus manos. Es tu naturaleza y tu capacidad de motivarte (que la tienes, no lo dudes) las que van a sacarte del círculo vicioso de los malos hábitos.

Sientes las ganas de recuperar tu fuerza interior. ¿No notas la energía de miles y miles de enzimas y nutrientes que vienen en tu búsqueda? ¡Es la llamada de la selva! Vas a hacer justicia con lo que está en tu naturaleza.

Llevas dentro la necesidad de moverte, la necesidad de estar sano para sobrevivir, así que no te apures. Todo llegará y comenzará a rodar sin que te des cuenta.

Por ahora, empieza leyendo el libro. Vas a afrontar grandes cambios, por lo que sin prisa, pero sin pausa, ve una página tras otra y deja que toda esta información vaya filtrándose en tu mente.

Todo está en tu cabeza, y es ahí donde tienes que trabajar. Debes hallar las razones que te van a llevar a este cambio de vida. Y sí, las tienes. No lo dudes ni un minuto. Están ahí y vas a encontrarlas.

No eres diferente de todas las personas que han pasado antes por este camino. Algunas dudaban, otras no se veían capaces de hacerlo... Tonterías, todos podemos cambiar de vida; tú, también. Es cuestión de permanecer concentrado y podrás llegar a donde quieras.

Así pues, ponte en marcha. No pierdas el tiempo y piensa que en solo unos días todo va a cambiar. ¿No estás impaciente por notar los efectos que el programa tendrá en tu cuerpo?

Todo llegará. Los resultados empezarán a notarse muy rápido, de modo que no te precipites. Sigue leyendo. Estás invirtiendo tu precioso tiempo en algo que será muy importante para ti, conque no te preocupes.

«Tu apuesta es segura».

Engánchate a la energía que sientes cuando piensas en todos los cambios que se van a producir en tu cuerpo. Esa vibración es la que te dará fuerzas para modificar tu vida.

Por lo tanto, ya sabes, lee detenidamente el libro. Puede ser que no estés acostumbrado a leer, que los libros te den una gran pereza y te provoquen sopor. Olvídalo. Este libro te va a enganchar. Tenlo por seguro. Y el motivo es sencillo: este libro trata de ti.

Y si has pensado, por un momento, todo lo contrario —que lees tantos libros que ya ni siquiera reparas en las letras que tienes delante de los ojos—, estate tranquilo: este libro es también para ti.

Lo importante es empezar y llegar al final. Es el modo de asegurar las probabilidades más altas de éxito.

«Consigue tu cambio de vida».

No olvides cuál es tu meta, pero de momento ve paso a paso. Fíjate solo en lo que tienes delante y sin querer acabarás escalando toda la montaña. Ahí está el secreto (o un pequeño truco, ya que, como hemos dicho, el programa no tiene secreto alguno).

Sigue adelante con la lectura. Tú eres el que debe hacerlo y el que acabará destinando toda su energía a los planes que te proponemos, así que no importan las dificultades que se te pongan por delante. No debes perder el hilo. Si tienes que parar, lo recuperas, y si te aburres, no te preocupes.

¡Pronto vendrá la marcha!

Son muchos los cambios que se avecinan, por lo que ten un poco de paciencia, que todo llegará a su debido momento. Por ahora, siente cómo fluye tu energía. Deberás acostumbrarte a percibir tu propio cuerpo, así que dale forma a ese deseo de cambio que tienes. ¿No lo notas? Es una gran fuerza que surge de tu interior y te convierte en alguien capaz de cualquier cosa. Solamente debes aprender a controlarla y a usarla para un buen fin. ¿Y qué mejor fin que cuidarte?

Darle un regalo a tu salud, a tu cuerpo y a tu mente resultará maravilloso, y serás el único responsable de todo eso. El libro es solo un medio para que seas tú el que se abra a toda esa energía. Tú pondrás en marcha la transformación, de manera que no dudes más.

«Si estás motivado, puedes con todo».

Déjate inspirar por las páginas del libro. No lo juzgues. Permite que vaya fluyendo hacia dentro y despertando toda esa energía interior que te ayudará a cambiar de vida.

Son solo zumos de frutas y verduras supernutritivos durante unos días, según el plan que escojas realizar. ¿A qué esperas? ¿No tienes ganas de continuar?

«Ve a por ello».