Crisis de fe

Según una encuesta del diario Público, la crisis está haciendo que los españoles estemos perdiendo la fe en los milagros. Estamos tan mal que los pastorcillos ya no van al portal de Belén. Van al portal de Belén Esteban, que está más cerca y además quieren ver cómo ha quedado después de la operación.

Cada vez hay menos gente que va a la iglesia. Ahora se lleva más la moda Berlusconi: si tú no vas a la iglesia, es la iglesia la que viene a ti. Concretamente, a tu cara.

La creencia en los milagros sólo ha subido entre los seguidores del Barça. Ya están pensando en beatificar a algunos jugadores: Messi pasaría a ser el Messi-as. A partir de ahora, el 25 de diciembre será N-Abidal. Y se celebrará en la basílica de San Pedrito.

A mí los milagros siempre me han fascinado: convertir el agua en vino, multiplicar los panes y los peces… Yo no sé si Jesús quería montar una religión nueva o un restaurante. Bueno, tampoco hay tanta diferencia: en los dos se hacen bodas, bautizos y comuniones.

Lo más fascinante es que entre los ateos, que no creen en Dios, hay un dos por ciento que sí que cree que existe el paraíso. ¿Cómo es un paraíso sin Dios: un solar vacío, la mansión Playboy sin chicas, un estanco sin tabaco? Y además, un uno por ciento de los ateos cree en el infierno. Seguramente la encuesta la hicieron justo después de «Sálvame», y entonces el infierno lo tienes mucho más caliente, nunca tan bien dicho.

Lo que sí ha subido es la creencia en los fenómenos paranormales, sobre todo en la posibilidad de comunicarse con el más allá. Que si ya sale cara una llamada interprovincial, lo que debe de costar hablar con el más allá. Hay gente tan convencida de que se puede comunicar con los espíritus que se ha agregado a Michael Jackson al Facebook. En su estado pone: «Comprobando si los ángeles tienen sexo.»

La misma encuesta asegura que sólo un diez por ciento de los jóvenes se declara católico practicante. Es decir, que practican la religión. No confundir con un practicante católico. Un practicante católico se santigua y, ¡ñaca!…, te pone la inyección. Los únicos jóvenes que conocen una «María purísima» son los que han hecho un Erasmus en Amsterdam.

Yo creo que, para captar jóvenes, deberían explicar la Biblia como si fuera un capítulo de «Física o Química»: «En aquellos días, Jesús tuvo mal rollo con Judas por una movida supertocha y repartió su whopper con queso y su calimocho entre sus doce colegas.»

Los españoles ya no creemos en nada. El otro día escuché a dos jóvenes: «He visto un contrato fijo», y el otro: «Sí, ya, y yo a un informático con novia.»

Claro. Si la gente no va a misa, la Iglesia no recauda limosna. Les pasa como al calvo de la Sexta: cuando pasan el cepillo, no encuentran nada.

Es que es normal que no tengan dinero. Llevan malgastándolo desde hace mucho tiempo. Igual para pintar un techo no hacía falta llamar a Miguel Ángel. Y para hacer la Sagrada Familia no era necesario contratar a Gaudí: llamas al Pocero y, por la mitad de precio, te hace una iglesia, un complejo hotelero y un campo de golf. «Marina Dios, ciudad de oraciones.»

En el fondo, todos necesitamos creer en algo: hay quien necesita creer en Dios, hay quien necesita creer en los horóscopos y Joan Eloi necesita creer que la gente cuelga fotos reales en las webs de contactos.

El Vaticano va como loco buscando milagros porque dan afición. Y ya cogen a cualquiera: «A ver, ¿usted qué ha hecho, señora?» «Me di de baja de Telefónica a la primera.» «¡Milagroooo! A partir de ahora ya es santa. Santa Tecla Asterisco Almohadilla.»

Al que seguro que van a beatificar es a Zapatero, porque predica en el desierto del Sahara, camina sin mojarse por encima del Estatut y ha hecho el milagro de multiplicar a los parados.

EMITIDO EL 21 DE DICIEMBRE DE 2009