INTRODUCCIÓN

Biografía

De Rutilio Namaciano apenas sabemos más de lo que de sí mismo cuenta en su poema, pues carecemos de testimonios contemporáneos, salvo acaso el de Cesario de Arlés, que sin mencionarlo por su nombre responde a un ataque anticristiano haciendo referencia a un pasaje del poema 1 .

Nacido en el seno de una familia pagana 2 terrateniente del Sur de la Galia, probablemente en Tolosa o en la zona de Carcasona-Narbona 3 , verosímilmente en el último tercio del siglo IV d. C., aparece nombrado como Rutilio Claudio Namaciano en el ms. Vindobonense, frente a la secuencia Claudio Rutilio Namaciano que aportan el ms. Romano y la edición de Castalio, con la que se le denominó hasta que Zumpt restauró el orden que ofrecían aquel ms. y la editio princeps . En cuanto a la forma errónea Numaciano del cognomen con que aparece denominado hasta Zumpt, parece claro que se trata de una confusión con P. Rutilio Rufo, que prestó servicio como tribuno militar en las guerras numantinas 4 . De la forma correcta Namaciano, al parecer de origen céltico, tenemos sobrados testimonios 5 .

Aunque dedica a sus amigos una quinta parte de su obra, no da noticias ni de su madre ni de sus hermanos o esposa ni de ninguna otra mujer, pero menciona a su pariente Exuperancio (I 213-216), al hijo de éste, Paladio (I 208-212), y a su propio padre Lacanio (I 575-596) —ya fallecido en la fecha del viaje—, que tras haber sido conde del sagrado Tesoro, cuestor del sagrado Palacio y consular de Etruria y Umbria desempeñó el cargo de prefecto de la ciudad de Roma 6 .

Sin duda siguió Rutilio en Roma los estudios de Derecho, Elocuencia y Preceptiva literaria que, regulados a partir de 370 por edicto de Valentiniano I, sólo resultaban accesibles a la clase senatorial y a los grandes terratenientes, especialmente los galorromanos, y abrían las puertas de las numerosísimas oficinas imperiales y de la carrera política 7 . No es seguro, sin embargo, que nuestro autor conociera la lengua griega, pues desde el siglo IV su estudio entró en decadencia y quedó constreñido en los muros de algún monasterio de Sicilia y sur de Italia, mientras que en provincias la situación atravesó por tantas dificultades que ya en 376 el emperador Graciano a duras penas pudo cubrir la vacante de la escuela de Tréveris. Así, se ha hecho ver 8 que las citas homéricas de nuestro poeta (vv. I 439 ss., 515 ss.) pueden proceder de la tradición literaria latina y del estudio de la retórica para la poesía de ocasión, es decir, de la obra de los preceptistas griegos como Menandro el Rétor. Contra esto se argumenta 9 que si Rutilio podía leer en griego a Menandro, bien pudo leer también a Homero, y que los poetas, no los preceptistas ni los rétores de escuela, fueron su referencia fundamental. En todo caso nada hay en su obra que permita afirmar taxativamente que lo manejaba.

De sus sentimientos religiosos paganos, que hoy ya nadie discute, dan idea las elocuentes invectivas contra el monacato cristiano (I 439-452, I 515-526) y el judaísmo (I 381-398). En lo que concierne al monacato, Rutilio coincide en el tono y en la forma habituales de la literatura pagana, que achaca a los monjes una tendencia antisocial inquietante incluso para el poder político 10 . No obstante, los últimos estudios propenden a ver en las críticas de Rutilio al monacato un ataque prudentemente solapado a la totalidad del cristianismo, circunstancia que se cree latente también en su desprecio del judaísmo —de amplia tradición estoica— en cuanto origen de la religión cristiana 11 .

Ya en la madurez, siguió los pasos de su padre y alcanzó bajo el emperador Honorio la dignidad de maestro de Oficios (I 561) en el año 412 12 y la de prefecto de la ciudad de Roma (I 157 ss., 423 ss., 467 s.) en 413 ó 414 13 .

No tenemos ningún dato más sobre el personaje desde esa fecha hasta la realización de su viaje a las Galias en 415 ó 417 ni posterior a él, pero del sentido del v. I 162 se desprende el anhelo de retornar a Roma una vez alcanzados los objetivos que lo habían movido a emprender la marcha.

Título y estructura de la obra

La falta, al menos, de un dístico inicial y la conciencia ya antigua de que el texto era fragmentario, como se desprende del propio manuscrito Vindobonense, mueven a pensar que el título que nos transmite la tradición —De reditu suo — no sea el original, sino apenas una indicación de su argumento. Tampoco parece aceptable la sola denominación de Itinerarium con la que aparece en la edición de Pío y que sabemos solía figurar en la titulación de este género literario latino. Las reconstrucciones de Vollmer como Iter Gallicum , y de Carcopino como Iter maritimum no dejan de ser aproximaciones hipotéticas 14 .

El poema, escrito en dísticos elegíacos, está dividido en dos libros, de los que el primero comprende seiscientos cuarenta y cuatro versos con una laguna inicial de un dístico por lo menos, y el segundo, que debió de abarcar un número semejante de versos, conserva actualmente los primeros sesenta y ocho completos y dos fragmentos consecutivos de veinte y diecinueve versos, pero de insegura precedencia y de incierta localización dentro del libro.

Motivo del viaje

Nada sabemos sobre las causas de su tardanza en retornar ni acerca de si ésta se debió a la complejidad de los preparativos de la marcha, que, si no definitiva, el poeta consideraba harto problemática como se desprende del sentido de los versos 161-164.

No obstante, las reticencias de Rutilio sobre los motivos de su retorno y las dolorosas vivencias que canta al principio del poema parecen referirse a las consecuencias de las devastaciones bárbaras y de las luchas sociales contra los grandes terratenientes del sur de la Galia. Así, se ha apuntado 15 la posibilidad de que al poeta le urgiera estar presente en caso de reparto de tierras y bienes a las tropas de foederati bárbaros por extensión del derecho de hospitalidad o para hacer frente a las sublevaciones de bagaudas. Otros 16 buscan la explicación en el hecho de que el poeta tiene conciencia de un retraso culpable y se sabe con experiencia y autoridad suficientes para encarar una situación posbélica aún de emergencia y en la que podría acaso desempeñar una misión diplomática. En fin, se ha atribuido también 17 su marcha a la imposibilidad de seguir ascendiendo en su carrera administrativa, lo que desde luego no justificaría la precipitación del regreso y menos en pleno otoño y en período de mare clausum 18 . En todo caso, la imprecisión que hasta hoy se mantiene acerca de la fecha del viaje impide determinar exactamente el estímulo, probablemente político, al que responde el poeta.

Redacción y fecha del viaje

En la propia naturaleza del poema —un itinerarium o diario de viaje— está el origen de la discusión sobre el momento de su redacción. Así, Vessereau 19 , basándose en la falta de hilación entre los diversos episodios y digresiones, en el uso constante del presente de indicativo, en la sensación de inmediatez de ciertos detalles y epítetos supone una redacción día a día durante el recorrido. Últimamente Gelsomino 20 se ha manifestado también partidario de la descripción inmediata del viaje. Prevalece hoy, sin embargo, la opinión manifestada ya por Carcopino, De Labriolle y Vollmer, que lo suponen compuesto en su patria, pero, en opinión de Préchac 21 , con la evidente preocupación de darle un aire de improvisación. Efectivamente, el cúmulo de información —prosopográfica, geográfica, literaria, mitológica, anticuaria y política— implica un imprescindible acopio de materiales, acaso previo a la partida, cuyo manejo no debía de ser factible en medio de las incomodidades y contingencias del viaje. Añádase a ello su casticismo y erudición literaria, la consulta de centones de los poetas clásicos y la patente maestría en el uso de los recursos estructurales, así como los errores topográficos, todo lo cual mueve a pensar que el poema se redactara sosegadamente en la quietud del punto de destino incluso si el poeta tomó apuntes diarios de ruta.

Pero el más arduo interrogante que plantea el poema es el de la fecha en que el autor realizó su viaje, pues aún hoy la crítica sigue defendiendo distintas cronologías basándose en diversas interpretaciones de los datos que proporciona la obra. Desechados ya como sumamente improbables los años 416 y 418, la discusión se centra en el 415 y el 417 atendiendo especialmente a los siguientes hitos: alusión al año 1169 de la fundación de Roma (vv. I 135 s.), juegos circenses y escénicos (vv. I 201-204), fiesta de Osiris en Falesia (vv. I 373-376), espera en Triturrita (vv. I 633-638) con mención de varias constelaciones, y elogio de Constancio (fr. B 7-19).

La complejidad de los datos en cuestión ha dado lugar a un copioso y sutil debate en torno a las dos fechas arriba mencionadas 22 . Quienes optan por el año 415 23 se atienen a la era de Varrón aduciendo un error de cálculo frecuente en su uso, refieren a las idus de noviembre los Ludi plebei cuyos aplausos cree oír el poeta, sitúan la heúresis de Osiris el 21 de noviembre de acuerdo con los Menologia rustica , se apoyan en la imprecisión del poeta sobre el ocaso de las Híades y por último niegan que Constancio estuviera ocupando ya su segundo consulado.

Los que, por el contrario, se acogen al 417 24 optan por la era de Catón y los Fastos oficiales, invalidan las referencias a los juegos teatrales, hacen coincidir la llegada a Falesia con los hilaria de Osiris, toman sólo en cuenta el ocaso matutino de las Híades y sitúan a Constancio ya en su segundo consulado.

De acuerdo con sus conclusiones se puede resumir la cronología del viaje según el croquis de la página siguiente.

Himno a Roma

Con tal denominación se conoce tradicionalmente el pasaje más famoso y extenso del poema, que abarca del verso I 47 al 164, si bien Castorina 25 incluye también el dístico siguiente por estimarlo resumen y cumbre del drama personal del autor.

El himno está concebido como un panegírico en prosopopeya y revela en su concepción los antecedentes literarios de Virgilio (En . X 271), Lucano (I 186), Horacio (Sát . I 5), Servio y Donato, Plinio, Estrabón y Elio Aristides 26 . No menos importante, aunque insuficientemente valorada en opinión de Fo 27 , es la relación de este pasaje con el adiós a Roma de Ovidio incluso en su soporte métrico, el dístico elegíaco. En la elaboración del himno hay, desde luego, vislumbres de la formación retórica propia de la época y la extracción social del autor, sin que ello implique dependencia servil de las normas que regían en las composiciones epidícticas, según diversos estudiosos 28 .

En cuanto aristócrata pagano tradicionalista, Rutilio participa del culto a Roma, cuya deificación, elaborada desde Oriente, había sido consagrada por Adriano en 135 d. C. y seguía siendo objeto de culto en los siglos IV -V . Pero en nuestro poeta se produce además la identificación de Roma con el Imperio mismo 29 y partiendo de principios estoicos se concibe su divinidad como expresión de un monoteísmo en el que, como afirma Alfonsi 30 , se da la justificación del Imperio como cuerpo articulado en múltiples miembros coordinados con la unidad. Así, se ha podido afirmar que el himno ocupa en la obra de Rutilio el mismo puesto que Roma en su vida 31 .

Fragmentos

En 1973, M. Ferrari 32 dio cuenta de su reciente hallazgo de un fragmento de Rutilio Namaciano, en una tira de pergamino de 92 por 55 mm. usada para restaurar un códice del monasterio de Bobbio, hoy conservado en la Biblioteca Nacional de Turín con la signatura F IV 25. El fragmento presenta gran afinidad con el Turinense A II 2, del que acaso sea membrum disiectum . Conserva treinta y nueve versos, distribuidos diecinuve sobre el recto y veinte sobre el verso , siglados respectivamente A y B, escritos en letra cursiva lombarda de fines del siglo VII o principios del VIII y sobre cuyo orden de precedencia hay desacuerdo, pues mientras la mayoría de los críticos opina que A precede a B, Lana y Cecchini 33 proponen el orden inverso. Entre ambos trozos del fragmento debía de mediar un espacio de diez ó doce versos, número par en todo caso, según cálculos de Castorina 34 . No es posible precisar el número de versos que los separan del v. II 68 en que se interrumpe la tradición, pero la referencia a los hiberna Ligustica de A 5, que se une bien con la alusión a Luna de II 68, hace pensar a Ferrari 35 que la distancia era escasa.

Su atribución a nuestro autor no ofrece dudas y viene abonada por las siguientes características típicamente rutilianas: uso de verbos frecuentativos, juegos de palabras, vocabulario netamente clásico pero raro, influencias de Virgilio, Ovidio y Estacio, aliteraciones, idéntica técnica métrica, panegírico de un amigo, descripción de una población, elogio de Flavio Constancio frente a la invectiva de Estilicón de II 41 ss., etc. Se trata, pues, de la técnica y de los tópicos panegiristas característicos de las escuelas retóricas de la Galia.

Aunque el hallazgo de los fragmentos acabó con la discusión sobre el carácter voluntario de la interrupción del texto en el V . II 68 36 , sin embargo avivó las especulaciones acerca de la fecha del viaje, pues mientras Lana y Castorina 37 encuentran motivos para reafirmarse en su elección del año 415 basándose en las referencias de los fragmentos a Flavio Constancio, Ferrari 38 cree encontrar en eso mismo confirmación de las tesis de Carcopino y Cameron en favor del 417.

En el terreno de la hipótesis se mueven los intentos de reconstrucción de los fragmentos a cargo de P. Frassinetti, con traducción al italiano, y de A. Mazzolai, que se remite a las reconstrucciones de V. Tandoi 39 , quien afirma ser suficientes unas sílabas del códice para suplir con posibilidad de acierto versos enteros, dado que el lenguaje del autor es previsible.

Desde el descubrimiento de los fragmentos, llamó poderosamente la atención de los estudiosos la similitud de las alabanzas de las nuevas murallas construidas por Flavio Constancio, de las que se habla en el fragmento B, con una inscripción epigráfica en dísticos elegíacos conservada en Albenga en que se elogia a Constancio por haber promovido la construcción de murallas en su política de consolidación del orden romano en Liguria en 415, tras el paso de Ataúlfo 40 . A Cecchini 41 se debe la identificación de la ciudad de que se habla en el fragmento B con Albingaunum . Sus analogías expresivas y la igualdad de metro han dado pie al lanzamiento de varias hipótesis, de las cuales ninguna cuenta con la unánime aprobación de la crítica: o bien el redactor del epígrafe ha leído a Rutilio 42 , o nuestro poeta ha leído el epígrafe e incorporado algún trozo en el fragmento B 43 o él mismo es el autor de la inscripción y ha insertado parte de ella en el fragmento B 44 .

Tipología. Lengua y estilo

Resulta problemática la adscripción del poema a un género concreto por tratarse de una de las obras que atestiguan la mezcla de géneros propia de la Spätantike . Efectivamente, la obra no pertenece sólo a la tradición de la Reisesatura , en la que se desenvuelven el Iter Siculum de Lucilio, el Iter Brundisinum de Horacio, el Propempticon de Estacio y el Mosella de Ausonio, sino que puede enmarcarse también dentro del género de la descripción de costas, con características —la descripción en primera persona— que lo hacen único. Participa incluso de los modos propios del llamado género epidíctico (genus demonstrativum) , que trata de forma armoniosa y rebuscada asuntos políticos, morales y civiles o celebra acontecimientos, instituciones y prohombres 45 . En fin, se atiene además a las reglas de la diatriba estoicocínica, que se dirige a un auditorio no especialista mediante discursos sobre cuestiones de ética en estilo simple con anécdotas, exempla históricos, citas poéticas e inserción de un interlocutor ficticio. Efectivamente, en el poema se emplean los motivos casi completos del lógos syntaktikós , esto es, del discurso de despedida como se puede deducir a partir de los datos de Menandro el Rétor.

La narración del viaje de Rutilio constituye un documento histórico de su época, que se presenta mediante una gran variedad de descripciones geográficas, históricas y mitológicas, y de vivencias personales. Su clasicismo queda patente en la aplicación de los principios de máxima economía y técnica depurada, ajeno a las características de la literatura decadente, pues a pesar de algunos rasgos retóricos no cae en el manierismo ni en el tópico del arrepentimiento por la falta de formación 46 . Por el contrario, lo que le da más atractivo es el tono de sentimiento personal expresado con gusto incluso en los préstamos de modelos clásicos, que en Rutilio adquieren una identidad nueva gracias a su originalidad 47 . Entre los modelos en que se inspira Rutilio, acaso escogidos de centones, descubrimos 28 pasajes de Ovidio, 17 de Claudiano, 15 de Virgilio, 13 de Horacio, 11 de Ausonio, 6 de Estacio, Juvenal y Tibulo, y un buen número de Séneca, así como 4 préstamos de Homero 48 posiblemente conocidos del poeta por tradición popular, como arriba se ha dicho.

En la sintaxis se remite especialmente a los poetas y prosistas de las mejores épocas. Crea pocos neologismos (I 384, 610), pero siguiendo mesuradamente las tendencias de su tiempo. Cuando se trata de usos lingüísticos tardolatinos, van introducidos por un buen autor de época clásica aunque a veces (I 134, 250, 413) son indudablemente tardolatinos. En el empleo de helenismos se ciñe a los límites señalados por los poetas clásicos. En ocasiones su expresión está salpicada de arcaísmos y del vocabulario de especialidades o técnico (I 345, 370) y, por tanto, procede del sermo quotidianus .

Particularidad de Rutilio es el empleo de perífrasis rebuscadas, juegos de palabras (I 312, 399, 547), paralelismos y antítesis. En lo que atañe a la descripción de personas, que ocupa casi un quinto de la obra, se evidencia un uso lingüístico tardolatino en el empleo de substantivos abstractos creados sobre adjetivos o pronombres.

En resumen, se trata de una obra muy original, de fondo realista castizamente expresado y de tono melancólico matizado de estoicismo que se ha definido, no sin razón, como «el canto del cisne de la literatura romana» 49 .

Métrica

La dificultosa adscripción de la obra a un género concreto tiene su correspondencia en la elección del metro, pues si bien el tradicional de la Reisesatura es el hexámetro dactílico, el poema está compuesto en dísticos elegíacos. Aunque, tras Ovidio, este metro sufrió un fuerte retroceso hasta finales de la Antigüedad, seguía siendo suficientemente versátil para los acontecimientos de un viaje 50 . De él, efectivamente, se sirve Rutilio dentro de la mejor tradición poética latina 51 al seguir la ley general del dístico, que prescribe que el pentámetro concluya la oración y el sentido del dístico entero. En el cumplimiento de la estructura óptima de este metro, nuestro poeta se revela como un maestro al dar cabida en el hexámetro a un pensamiento y en el pentámetro a otro. Las uniones de dos dísticos son frecuentes, pero muy infrecuentes las de tres y sólo presenta un caso de unión de cuatro. Gran maestría revela también la disposición de substantivos y adjetivos, colocados con arreglo al modelo áureo propuesto por los poetas antiguos. En fin, presenta dos ejemplos de uso de heptasílabo en dos pentámetros (I 450, 628) y —caso único en toda la poesía latina— un pentámetro compuesto con sólo dos palabras (I 450).

Tradición textual

Ni de Rutilio ni de su poema, conservado en unicum , se tiene noticia hasta 1493. En efecto, al monasterio de San Columbano de Bobbio, fundado en 614, afluyeron originales y copias en mayúscula de los clásicos y entre ellos probablemente se hallaba el arquetipo tardoantiguo de Rutilio, que sería copiado a finales del siglo VII o principios del VIII en un códice en minúscula llamado Bobiensis . Ordenado el archivo del monasterio a mediados del xv, los códices más deteriorados, entre los cuales se contaban algunos folios del Bobiensis , se usaron para restaurar otros, de modo que cuando Giorgio Galbiati, secretario de Giorgio Merula y escrupuloso copista con credenciales del dux de Milán, lo descubrió en 1493, ya estaba mútilo el texto de Rutilio. Se ignora si Galbiati se llevó de allí originales o si pudo hacer una o varias copias de ellos in situ , pero cabe pensar que los monjes los cedieran dado su mal estado de conservación, la dificultad de la letra —en cuya lectura era él precisamente experto— y el lógico deseo de los benedictinos de conciliarse al dux de Milán, ciudad que se constituyó por entonces en depósito de distribución de los nuevos testimonios traídos de Bobbio. Al original de Bobbio (Bobiensis) , luego perdido, arquetipo de la edición humanista, podrían pertenecer los fragmentos de Rutilio usados para restaurar el Turinense F IV 25 y descubiertos por Ferrari 52 en 1973, quien propone, no sin reservas, completar la reconstrucción del códice del que provienen los fragmentos con el Turinense A II 2 53 . Sin embargo, la relación de los fragmentos con este Turinense no parece fundamentarse en una sólida e inequívoca semejanza paleográfica 54 .

En 1496 Tommaso Inghirami tras obtener numerosos manuscritos de Bobbio probablemente en apógrafo pudo hacer una copia que trasladó a Roma, de donde se generaron, a su vez, dos apógrafos, el códice de Gabriele Faerno, que sirvió para la edición de Onofrio Panvinio (1558), y el Romanus , (= R , Biblioteca Corsiniana dell’Accademia dei Lincei, Fundación Caetani, 158), redescubierto por Castorina 55 , quien lo considera anterior a la cuidadosa editio princeps (= B) de G. B. Pio 56 , impresa en Bolonia en 1520 sobre un ejemplar de Rutilio luego perdido, por lo que la edición adquiere un valor autónomo de fuente manuscrita.

Por último, el manuscrito más estimable de Rutilio Namaciano resulta ser el Vindobonensis (= V , Nationalbibliothek de Viena, 277) 57 , apógrafo de un Rutilio con el que Sannazaro se había hecho en Roma en 1501 y que copió con ayuda de F. Bononi y de otro copista anónimo 58 .

La obra, de la que no conocemos otra versión completa al español, ha sido traducida a partir de la edición de Vessereau-Préchac abajo mencionada. De ella sólo nos apartamos en las ocasiones que seguidamente se detallan: