Jazmín está con su tablet, revisando views y likes de sus videos. Ramiro y Benicio vienen de los lockers y se sientan cerca de ella, simulando que hablan de un tema muy confidencial para que Jazmín los escuche. Fingen una conversación privada y enseguida logran que Jazmín caiga en la trampa.
—A mí podés decirme la verdad —alardea Ramiro—, no tiene sentido que sigas mintiendo. Es obvio que pasa algo entre ustedes dos…
De inmediato, Jazmín aguza el oído.
—No quiero hablar de eso —dice evasivamente Benicio—. No estamos solos. Pueden escucharnos.
—Basta de excusas con eso de que nos pueden escuchar —lo corta Ramiro—. ¿Qué onda con Ámbar?
—Solamente somos amigos.
—¿Acaso crees que no me doy cuenta de cómo se miran en los entrenamientos? No pueden pasar ni un segundo separados. Es obvio que te vuelve loco, Benicio… —Jazmín se acerca un poco más, fingiendo estar concentrada en su tablet—. Te prometo que no voy a decírselo a nadie.
Jazmín contiene la respiración, esperando una sabrosa revelación para publicar.
—Okey —termina confesando Benicio—. Es cierto. No quería contarlo todavía… Pero entre Ámbar y yo pasa algo muy fuerte.
En ese momento, Ramiro le palmea el hombro.
—¡Lo sabía! Bembar se viene con todo.
Benicio habla muy alto, publicando su confesión a los cuatro vientos.
—Esta tarde vamos a encontrarnos en el parque. Le prometí a Ámbar una salida superromántica.
—¿Esta tarde? ¿En el parque? —Ramiro replica como un eco en voz alta las últimas palabras.
—Sí. No se lo digás a nadie —le pide Benicio.
Jazmín sonríe triunfal y dice para sí:
—Demasiado tarde… —Y se va con la tablet, ansiosa. 
—Te dije que mi plan iba a funcionar. Se lo creyó todo —dice Benicio.
Ambos chocan las manos al ver que Jazmín mordió el anzuelo.
Rey revisa una foto que acaba de tomar del cuadro con el celular. Niega con la cabeza; se nota que no está muy convencido de su trabajo como fotógrafo.
—Esta no sirve, hmm; le falta luz…
Cuando se dispone a sacar otra foto, Ámbar lo sorprende.
—¿Qué estás haciendo?
Rey da un salto, guarda rápido el celular y disimula muy mal.
—Nada —carraspea—, sólo estaba revisando mensajes.
—Dejá de mentir, no te creo nada. ¿Qué están tramando con Sharon? —Ámbar lo encara.
—Ya te dije que no tengo nada que ver con ella. Por si no recordás, terminamos en muy malos términos. Desde que me despidió, no volví a saber nada más de ella.
Ámbar sonríe sin creerle ni una sola palabra.
—¿Pensás que podés engañarme como a los Valente o a Alfredo? Te equivocás, Rey. A mí no me vas a manipular como a ellos.
—No tengo idea de qué estás hablando.
Ámbar no se da por vencida y se planta frente a él.
—Basta, me cansé. O me decís qué está pasando o le cuento todo a los Valente.
Luna llega en ese momento y no puede evitar oír las palabras de Ámbar. Sin que ellos se den cuenta todavía de su presencia, pregunta:
—¿Qué nos tienes que contar, Rey?
Ámbar y Rey voltean con cara de sorpresa.
—Vamos, decile a Luna la verdad —Rey reta a Ámbar.
De pronto, Ámbar duda, no se anima a hablar.
—No es nada, Lunita.
—¿Cómo que no? Te oí cuando ahorita le dijiste a Rey que le ibas a contar todo a mi familia.
Ámbar se pone nerviosa, no sabe bien qué decir. Rey disfruta del momento.
—Que te lo diga Rey, mejor.
Luna mira fijamente a Ámbar, cada vez más extrañada.
—¿Por qué tanto misterio? ¿Alguien me va a contar qué está pasando?
—Está bien, yo te explico. La verdad es que… Ámbar me descubrió.
El juego de Rey es decirle a Luna que Ámbar lo sorprendió sacándole el celular a Maggie sin su permiso. Lo hace para que no se distraiga mandando mensajes o buscando subastas de ropa en internet en vez de hacer su trabajo.
—Si hay algún problema con Maggie, deberías hablarlo con ella —Luna le reclama con seriedad.
—Yo me voy a encargar de esto, Luna. No quisiera alarmar a tus padres o al señor Alfredo.
Luna les cree, pero ignora que detrás de esto está Sharon.
Rey le sonríe a Luna y cruza una mirada nerviosa con Ámbar, que se va ignorando los planes de Rey. ¿Qué estarán tramando Rey y Sharon?
Parece que Gary tiene problemas de memoria. Contrata y despide a Juliana como si tuviera Alzheimer. Pobre hombre. Es increíble que una persona pueda ser tan voluble e insistente a la vez. Eso cansa, y muchísimo. En este momento, a Juliana le encantaría tirarle un cubo de agua fría en la cabeza, a ver si se pone de acuerdo.
—¿Qué decís? ¿Aceptás volver a entrenar a los Red Sharks?
—No lo sé. No me esperaba esto. Tengo que pensarlo bien…
—Te estoy ofreciendo la oportunidad de trabajar con el mejor equipo que existe. ¿Qué tenés que pensar tanto?
A Juliana le molesta esta presión, es insoportable. Gary vuelve como un moscardón al ataque.
—Parece que tenés problemas de memoria —le aclara al fin Juliana—. Por si no te acordás, me despediste y amenazaste con denunciarme a la Federación de patín.
Gary adopta un tono de disculpa, con cara de víctima mundial.
—Ya te reconocí que estuve mal. A veces me enojo demasiado fácil y no pienso bien las cosas. Tengo que mejorar mi temperamento. Tratá de entenderme.
Para Juliana es difícil, no puede pretender que acepta su oferta con una sonrisa después de todo lo que pasó. Para ella fue terrible, una humillación.
Gary le pide dar vuelta a la página y empezar de nuevo. Juliana necesita poner algunas condiciones.
—Okey, entiendo —dice Gary—. Me imaginé que ibas a decir eso. Por eso vine preparado…
Gary saca un contrato.
—Leelo tranquila, aunque creo que no vas a tener ninguna objeción. Estoy siendo más que justo con lo que te ofrezco. Revisalo, pero necesito una respuesta mañana mismo.
Juliana mira el contrato con desconfianza.
La mañana está deliciosa. Nina y yo estamos desayunando en el jardín, tomando sol, oyendo los pájaros cantar.
—Este jardín es un lugar muy especial para mí —le digo—. Me siento cómoda, porque me acuerdo de cuando era chiquita…
—¿Y te acordás de todo?
—No —le digo—. Sólo de algunas cosas. Son imágenes muy borrosas. A veces no sé si es que las recuerdo o si es que las soñé.
A propósito, Nina me pregunta si puedo entrar a la habitación de Sharon. La verdad es que no lo he hecho porque me da un poco de miedo.
—No sé por qué, pero hay algo raro en ese lugar… Además, siempre que he intentado entrar, alguien me interrumpe.
Nina cree que lo mejor es que enfrente mis miedos y descubra qué se esconde ahí. En eso estamos, cuando Maggie nos interrumpe con unas galletitas. Dice que le duelen los pies.
—Tengo que confesarles que me aprietan un poco los zapatos… Son dos tallas más chicos.
—¿Y por qué te compraste unos zapatos que no son de tu talla?
—Eran los únicos que había. Y no podía perder esa oportunidad. Miren, son tan divinos que me hacen llorar.
Como si nada, Maggie se va caminando incómoda por los zapatos.
—Me cae muy bien Maggie. Es muy chistosa…
—¿Volviste a soñar con ella? —me pregunta Nina.
—Por suerte no —le respondo, sintiendo un escalofrío. Esa pesadilla con ella, Rey y Sharon estuvo muy fea.
Nina revisa su celular, tiene una notificación.
—¡Jazmín subió un nuevo video a su canal!
—¿Qué pasa? ¿De qué es el video?
No lo puedo creer, Benicio besándose con Ámbar. Todo se viraliza tan rápido, Dios mío. ¿Sabrá de esto Simón?
Ha sido muy bueno volver a ver a Juliana en el Roller, después de tanto tiempo. La echábamos mucho de menos.
—¡Qué buena onda volver a verte! ¿Viniste a visitarnos? —le pregunto con emoción.
Antes de que conteste, Gary se pone en medio para impedir que hablemos.
—Le hice una propuesta a Juliana y tengo el presentimiento de que a ustedes les va a interesar mucho.
—Gary me ofreció que vuelva a ser entrenadora de los Red Sharks.
—¿Neta, Juliana? ¡Qué buena noticia!
—Eso no es todo —dice Gary—. Si acepta… también puede volver a entrenar al equipo del Roller.
Simón y yo nos quedamos impactados. Pedro sigue sin creerlo.
—¿Estás hablando en serio?
Gary se hace el mártir.
—Muy en serio. Estoy dispuesto a hacer lo que sea con tal de que Juliana regrese. Me di cuenta de que cometí un error muy grande al despedirla.
—¿De veras Juliana puede recuperar su trabajo y volver a entrenarnos? —Yo sigo sin creerle.
—¿Cuál es tu respuesta, Juliana? ¿Aceptás?
No doy más de los nervios y cierro los ojos esperando la palabra mágica de Juliana.
—Acepto —dice ella al fin.
Todos los chicos del Roller aúllan de felicidad.
—Entonces, ¿vamos a poder usar la pista? —le pregunto a Gary.
Gary nos aclara que cuando Juliana no esté con los Red Sharks va a entrenar al equipo del Roller. Todos nos ponemos a aplaudir eufóricos, cuando aparecen Ámbar y Ramiro.
—¿Qué? Esto no puede estar pasando. Gary se volvió loco.
Ámbar y Ramiro se acercan a él.
—Decime que lo que acabamos de escuchar es un chiste de mal gusto…
—Ahora no tengo tiempo para escuchar tus quejas. Después hablamos.
Gary se va. Ámbar y Ramiro se quedan con la palabra en la boca. Luego todos nos ponemos a saltar festejando a Juliana. Ella nos regala una sonrisa maravillosa.
—¿Están listos para volver a la pista?
Todos le contestamos a todo pulmón:
—¡Sí!
Estamos felices, es un sueño volver a tener a Juliana en el Roller. Claro, menos para Ámbar y Ramiro, que reciben muy mal la noticia.