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—¿Quieren ver algo interesante? —nos dice Emilia con malicia. Matteo y yo nos miramos confundidos, esperando ver de qué se trata. Emilia está parada frente a nosotros, mirando de un lado a otro para que veamos su celular.

—¿De qué se trata? —le pregunto. No alcanza a contestar y se ve obligada a guardar el celular. Cuando llegan los chicos dejamos de ponerle atención.

—¡Acá están, al fin!

Delfi nos invita a todos a tomar algo y Jim explica que ya mandaron un mensaje a las chicas para invitarlas. Simón, siempre tan responsable, nos anticipa que tiene que regresar al Roller. Emilia intenta retomar lo que nos iba a decir, pero Yam se adelanta:

—Tenemos que celebrar nuestro triunfo.

—¿Triunfo? —pregunta Emilia con sorna—. Creo que no tienen nada que celebrar.

Yo creo que es una buena idea, y Matteo y yo nos ponemos de pie. Emilia, sin saber mucho qué hacer, queda con Matteo para hablar después. Luego me mira a mí y recalca que tiene que ser a solas. Como siempre, se va misteriosa. Quedo intrigada y le pregunto a Matteo.

—¿Qué será lo que quería que viéramos?

—No lo sé y no me importa —me contesta. Aún así, vuelvo a la carga.

—Dijo que luego quería hablar a solas contigo… debe de ser por algo.

Sabía que Matteo iba a sonreír.

—¿Estás celosa, Chica Delivery?

—Mucho… uy, no sabes cuánto…

—A veces, la gente dice en broma la verdad.

Caminamos y un poco más adelante, lo miro a los ojos para decirle que hablo en serio.

—No me cae muy bien esa chica… me da mala vibra. Pienso que hay que tener cuidado con ella.

—Lo sé —me dice Matteo—. A mí también me causa esa sensación.

Luego nos alejamos.

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—¿Qué hacés, Rey?

Sorprendido, Rey esconde el teléfono y le dice a Alfredo que se estaba haciendo una selfie. Alfredo no entiende bien qué es eso.

—Es una foto. Esas que uno se saca a uno mismo. Estaba ajustando la cámara del celular y después… me iba a sacar la foto.i6.png

—¿Y por qué ibas a hacer eso? —pregunta Alfredo.

Rey se muestra falsamente avergonzado, simulando que ha sido sorprendido haciéndose una selfie para su novia.

—Es el amor el que hace cometer estas locuras, Rey. —Alfredo lo palmotea con cariño—. Así que por fin vas a admitir que Cupido te flechó, ¿eh? —Y luego agrega—: Pero el amor no es ninguna vergüenza, hombre. ¿Y para quién es esa fotografía? ¿Para la mujer de cabello negro corto?

Rey asiente y le pide que por favor le guarde el secreto.

—No me gustaría que alguien más se entere. Tengo una imagen que cuidar ante los empleados.

Alfredo le guiña un ojo con picardía.

—Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo. Maggie no se va a enterar. Soy muy discreto.

—No pasa nada con Maggie —corrige Rey.

—No hace falta que me expliqués nada. Me parece bien que quieras a una o dos. Pero con esa cara de miedo no vas a seducir a nadie. A ver, sonreí que yo te saco la foto.

—Una selfie es una foto que se saca uno mismo. —Rey trata de evitar que Alfredo tome su teléfono.i1.png

—Pero ¿para qué te vas a sacar vos una foto si te la puedo sacar yo? Dale, hombre, dame eso. —Rey no quiere darle el celular. Ve en el visor de la cámara la foto que ya tomó del cuadro. Teme que Alfredo la vea y lo descubra. Por eso Rey insiste en que no es una buena idea…—. Confía en mi experiencia. Cuando tú vas, yo ya fui y volví varias veces. Tu candidata va a quedar loca con esta foto.

Rey, muy nervioso, consigue sacar la foto del cuadro justo cuando Alfredo le quita el celular de las manos. Lo apunta con la cámara. Rey forza una sonrisa.

—¿Así sonreís? Vamos, sé que podés hacerlo mejor.

Alfredo se pone al lado de Rey para hacer una selfie de los dos.

—¿Qué hace?

—Quiero probar eso de la selfie, quizá tu candidata tenga una amiga para mí.

Alfredo le entrega el teléfono y se marcha. Rey se salvó, pero estuvo a punto de que lo descubrieran.

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Es un trabajo maravilloso el que Nina está haciendo con Eric. No es fácil perder la vergüenza y poder cantar. No es nada fácil sacarle el miedo a una persona. Es la primera barrera que debe superar alguien que quiera ser artista. Nina es una mánager fantástica, trata de inyectarle confianza a Eric, que está tieso como un palo de escoba. Ella le da un pequeño masaje en las sienes y lo hace respirar.

—Cerrá los ojos y visualizá una imagen que te transmita tranquilidad.

Eric obedece y cierra los ojos, pensando en un bello paisaje. Entonces, mueve los labios con una palabra que sorprende a Nina.

—Tú…i2.png

—¿Yo qué? —pregunta Nina. Entonces Eric le pide a Nina que cierre los ojos también.

Nina se queda pensando. Luego de procesar lo que le acaba de decir Eric, le responde:

—¿Te inhibe que te mire? i3.png

Eric asiente con timidez y Nina decide darle gusto. Cierra los ojos para que pueda relajarse y liberar la voz. Los dos están en la más absoluta oscuridad cuando Eric comienza a cantar, lo hace muy bien, y se produce algo mágico. Sin que Nina se dé cuenta, él abre los ojos y se maravilla al ver cómo Nina disfruta de su voz. Ella está conectada con él, y Eric saca toda su fuerza interpretativa cantando «Mi corazón hace guau». Es como si todos sus miedos desaparecieran de una sola vez y siente algo muy parecido a la felicidad. Nina escucha todavía con los ojos cerrados, Eric la mira embelesado y sigue cantando, hasta que entra Nico, y Eric se frena de golpe. Al fin, Nina abre los ojos y es como si ese momento perfecto se hubiera roto en mil pedazos. Nina también siente lo mismo, como si la magia se hubiera esfumado y el hechizo se hubiera roto.

—¿Por qué paraste? —le dice casi con pena.

Eric mudo, sólo atina a mirar a Nico, y Nina se da cuenta de lo que ha pasado. Nico sonríe.

—¡Sonaba muy bien! ¿Eras vos, Eric?

Eric muy tímido, baja los ojos y mueve su cabeza afirmativamente.

—Deberías animarte a cantar, ¡lo hacés genial!

Eric no sabe dónde meterse, le cuesta enfrentarse a su talento. Nina le explica a Nico:

—Le da vergüenza cantar en público.

Al ver que Eric está rojo como un tomate, Nico se da cuenta y se disculpa.

—Perdón la interrupción, ya me voy.

Una vez solos, Nina lo anima.

—Lo hiciste muy bien, y no lo digo sólo yo, lo dice alguien que sabe mucho de música, como Nico.

Eric responde cohibido.

—¿De verdad lo crees?

—Tenés una voz muy especial. Y mucha sensibilidad para interpretar. Deberías animarte a cantar en público.

Eric insiste en que no puede, que es algo que lo supera.

—Eliminá esa frase de tu diccionario. Nosotros somos nuestras propias murallas, si no las saltamos, nunca vamos a poder avanzar.

—Volveré a intentarlo —dice Eric luego de un momento de incomodidad. Nina se adelanta a cerrar los ojos para facilitarle el canto. Cuando Eric retoma, Nina abre sus ojos, decidida a que Eric confronte sus miedos. Eric se paraliza, no entiende lo que pretende Nina.

—No —le dice con autoridad—. Esta vez voy a estar con los ojos abiertos, así ejercitamos el miedo que tenés cuando te miran.

Nina se cruza de brazos, esperando que Eric comience. Eric carraspea antes de volver con la canción hasta que finalmente se anima a sacar la voz. De pronto, se da cuenta de que cantar es de alguna manera como andar en bicicleta. Siente que su voz se ha separado de él, que le sale con fluidez. Pero, sin esperar una nueva interrupción, aparece Benicio y su mirada lo hacer frenar bruscamente.

—Sigue, sigue —lo anima Benicio. Eric vuelve a sentir la garganta paralizada.

—Okey —dice Benicio—. Si no quieres cantar, canto yo. Mira y aprende.

Benicio canta y baila con soltura, robándose la mirada de Nina, que no puede dejar de admirar lo bien que lo hace. Cuando termina, sonríe triunfal.

—Espero que hayas aprendido. —Luego, recoge su abrigo y se va.i5.png

Eric baja la vista, muy inseguro frente a lo que ha mostrado Benicio. Nina capta el sentimiento de frustración de Eric y lo anima.

—No le des importancia. Él es así. ¿Seguimos?

—Disculpa, Nina, mejor otro día.

Eric sonríe con una mueca y sale, Nina se queda muy preocupada.

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