Las diferentes heridas
(pecados personales o sociales)

Los hospitales tienen áreas específicas para atender las distintas necesidades: consultorios para prevenir enfermedades o para curaciones de pequeñas heridas, laboratorios y aparatos de rayos X para estudiar la causa de males importantes y el área de urgencias para atender a quienes están en peligro de muerte.

Sería absurdo que alguien quisiera que le atendieran un simple raspón en el área de urgencias o que se le tratara una herida grave como si fuera una simple cortada. En el mundo de la medicina generalmente actuamos en forma razonable. Sin embargo, en el campo espiritual no siempre tenemos la misma claridad. En lo corporal sabemos que, para evitar la muerte, tenemos que atender cualquier herida, infección o enfermedad. En lo espiritual, es frecuente que no reconozcamos los problemas y, si acaso lo hiciéramos, no hacemos nada por resolverlos, poniendo nuestro espíritu en peligro. En lo corporal sabemos que las bacterias, virus, heridas, caries o cualquier enfermedad terminan por dañarnos gravemente. En lo espiritual, lo que nos daña en forma individual, en pareja, en familia, en sociedad e, incluso, a nivel de la ecología, se llama pecado. De acuerdo con la repercusión o responsabilidad, los pecados se pueden clasificar en personales o sociales. Son personales los que se cometen en forma individual y afectan especialmente a quien los comete. Los sociales son fruto de las acciones de varios individuos, grupos o naciones y afectan no solo a quienes los cometen sino a toda la sociedad. Son ejemplos: la corrupción, la injusticia, la discriminación, la hambruna, la guerra o la contaminación. Estos males no son ocasionados por un solo individuo ni pueden ser remediados por una sola persona. Es interesante mencionar que la mayoría de los fieles solo toma conciencia sobre sus pecados personales y no se hace responsable, ni confiesa su participación en los pecados sociales. De acuerdo con la gravedad y los efectos del pecado, se pueden clasificar en: veniales, graves y mortales.

“El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad”.

(Albert Einstein, 1879-1955)