La Biblia tiene otro simbolismo interesante. La armonía con Dios es fuente de vida. Más aún, Dios mismo es la fuente de la vida y tiene el poder para darla y quitarla. Cristo afirma en el evangelio de Juan: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.23
Dios es también equiparado con el amor y, por lo tanto, quien no ama o quien vive bajo el poder del pecado está muerto: “El que no ama está muerto”.24 Antes del pecado, Adán y Eva no morirían. El pecado original rompió la armonía con Dios y ocasionó la mortalidad del ser humano. Para indicar que el pecado es como un cáncer que va creciendo y destruyendo a la persona, a la familia, a la sociedad e, incluso, a la creación, el Génesis afirma que conforme el pecado se fue extendiendo por el mundo la longevidad del ser humano fue disminuyendo. Los descendientes de Adán, hasta Noé, vivieron más de 300 años pero, para la época de los Patriarcas, el número bajó a menos de 200: Adán 930 años, Set 912, Enós 905, Quenán 910, Mahalalel 895, Yéred 962, Enoc 365, Matusalén 969, Lámek 777, Noé 950,25 Abraham 175, Isaac 180, Jacob 147 y José 110. El simbolismo bíblico aún tiene vigencia. Quien vive en paz y armonía tiene la sensación de vivir más porque los años no son los que importan, sino la forma en que se viven. A mayor maldad, la vida parece acortarse y perder su sentido. El pecado aleja de Dios, del prójimo y de la propia felicidad. Aunque el pecado sea individual, afecta no solo a la vida de quien lo comete, sino también al entorno. Pensemos en una persona con problemas de alcoholismo. Cuando ingiere bebidas alcohólicas, parecería que solo comete el pecado individual de gula. Sin embargo, aunque no se dé cuenta, su conducta tiene graves repercusiones en su familia, su trabajo y su vida social. Estas repercusiones pueden ser la desunión familiar, violencia intrafamiliar, problemas de autoestima en los hijos, ausencia o despido laboral, ruptura de relaciones sociales e, incluso, accidentes lamentables provocados por los efectos del alcohol. Así, las malas acciones no solo pueden propiciar la muerte prematura de quien las comete sino, también, la muerte de inocentes. Por lo tanto, el mal parece acortar la vida y, como lo dice el Nuevo Testamento, la vida de bien hace vivir eternamente.
No importan los años que tengas sino cómo los has vivido.
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