En cierta ocasión un joven se quejaba ante Dios por todo el mal que veía en el mundo: guerra, injusticia, violencia, divorcio, aborto, asesinato, robo, secuestro, narcotráfico, terrorismo, corrupción, sexo sin amor, explotación, discriminación, etc. Entonces, se cuestionó: “¿Acaso Dios está ciego y sordo? ¿No se da cuenta de lo que sucede? ¿Se complace en la maldad?
Y con estas interrogantes decidió preguntarle: “¿Por qué no haces algo para cambiar esto?”. Entonces, Dios le contestó diciendo: “¡Ya hice algo muy importante!”. El joven, lleno de curiosidad, le cuestionó: “¿Podrías decirme qué fue lo que hiciste?”. Y Dios le respondió: “¡Te mandé a ti a la Tierra!”.
Cada nacimiento refleja la esperanza que Dios tiene en la humanidad.