El soplo divino

Cuando una persona muere decimos que expiró. Eso significa que dejó salir por última vez el aire que le hacía vivir y no volvió a llenar sus pulmones aspirando. Una persona viva respira todos los días desde su nacimiento. Más aún, parece que su primer acto en el mundo es llenar sus pulmones para soltar el llanto que lo presenta como un niño vivo.

Desde entonces, como niño, como joven o como anciano respira consciente o inconscientemente, despierto o dormido, porque depende de ese aire para vivir. Sin embargo, parece que la vida no se trata sólo de respirar un aire común. Tan es así que, si pusiéramos una máquina que llenara de aire los pulmones de un cadáver, y lo hiciera aspirar y expirar, no por eso el muerto volvería a vivir. Con esto queda muy claro que, aunque así lo parezca, la vida no es sólo aire, aspirar y expirar. Sin embargo, en la Biblia, el misterio de la vida se liga en varias ocasiones al aire. Por ejemplo, el libro del Génesis menciona que durante la creación: “La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas”.8 Llama la atención que el viento esté presente para dar vida y orden a la creación. Algo que hace más interesante esta reflexión es que, en las dos lenguas en que fue escrita la Biblia (hebreo y griego), la palabra viento es sinónimo de espíritu, de tal manera que soplar sobre alguien significa darle el espíritu de vida. Por esta razón, según las Sagradas Escrituras, Dios sopló sobre la nariz de Adán: “Entonces el Señor Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en su nariz aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente”.9 Es ese aire divino el que nos acompaña a lo largo de la vida y, cuando llega a salir, ninguna máquina puede sustituir. Ese es el soplo divino que recibimos cuando respiramos por primera vez en el parto. Y, para darnos una fuerza mayor, Cristo también sopló sobre sus discípulos el día de su resurrección, indicando que con ese aire o espíritu les daba una vida sobrenatural: “Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: ‘Reciban el Espíritu Santo’”.10

Aunque no te des cuenta, tienes el soplo divino. Gracias a él tienes la vida.


NOTAS

8 Génesis 1, 2.

9 Génesis 2, 7.

10 Juan 20, 22.